
Capítulo 33 ✗ Vamps¹
"Lo que otros ven como grotesco y horrible, nosotros lo vemos como bello y artístico"
A Y L I N
—¡Bienvenidas a su nuevo hogar! —exclama Esteban con demasiado entusiasmo apenas entramos a su dichoso escondite, él sin borrar esa sonrisa de su rostro siendo un poco visibles sus colmillos.
Sin recibir respuesta de nosotras, solo una mirada fugaz es suficiente para adentrarnos con nuestras maletas. Ante el tiempo, la presión de ambos vampiros, solo logramos empacar lo más rápido, lo más indispensable.
Observo la casa, la misma casa que he estado antes a peticion de mi hija en venir aquí aquélla vez, bastante sencilla, no muy espaciosa. Siendo tan pronto los recuerdos invadirme. Por una parte me alivia ser este escondite.
Aseguro que para ellos no les pasa desapercibida mí molestia al estar aquí, el desagrado por el cambio de casa. Nunca estuve de acuerdo más fui obligada por un vampiro en específico. Al contrario de mi hija que se nota feliz, tan curiosa en la forma que observa alrededor.
—Quita esa cara pequeña, no es para tanto. Es un tanto parecida a tú antigua casa. De cualquier forma, estando allá o acá, no te librarás de nosotros.
Me limito a guardar silencio ante las palabras de Esteban.
Es el único con el que hemos intercambiado varias palabras durante el resto del camino. Él sin importarle guardar silencio. Siendo mi camioneta invadida por ellos, siendo lo bastante incómodo al verme obligada al darle las llaves a Esteban, situarme atrás con mi hija, ella quedando en el centro de mi y Darren.
—Por mi no hay problema. Ya hemos estado aquí mamá. No me importaría quedarme y más si es con ellos. —espeta mi hija captando mi atención.
—No tienen opción. Así sea obligadas, se van a quedar aquí.
Suspiro y dejo de ver a Esteban enfocando mi vista en Darren al escucharlo. Él situado a una cierta distancia de nosotras, cruzado de brazos.
—¿Por cuánto tiempo estaremos aquí?
—El tiempo que sea necesario Ayline, al menos hasta que dejen de estar en peligro.
Resoplo.
—No es tan malo pequeña, estarás con nosotros. Aquí, ambas están a salvo. —interviene Esteban.
Dirijo mi vista en él.
—Incluso ustedes son peligrosos para nosotros, no dejan de ser vampiros.
—Pero es preferible que estés con nosotros que bajo la vigilancia de las creaciones de Victoria mi pequeña.
Me limito a no responderle aunque tenga razón.
—Mamá, debemos quedarnos aquí. No es seguro regresar a nuestra casa, además está destruida y con sangre por todos lados.
No me recuerdes lo ocurrido hija.
Suspiro y asiento.
—No está a discusión, ambas se quedan. —Darren da un paso adelante, la vista puesta en nosotras—. Esteban, llévalas a una habitación.
—Por supuesto, siganme hermosas.
Esteban nos arrebata nuestras maletas y lo vemos marcharse en dirección a las escaleras.
Dejo de ver a Darren y desvío la vista en mi hija.
—Vamos. —tomo su mano y ella se deja guiar por mi yendo detrás del rubio.
Apenas entramos a esa habitación y Ana Liz es la primera en correr y sentarse en la cama, sin soltar a ese cuervo entre sus manos.
—No está mal.
—Es la mejor habitación de todas criatura.
Esteban deja las maletas en el suelo y coloca sus manos detrás de su espalda.
Insegura avanzo por la habitación mientras observo alrededor.
—Esta casa, ¿la compraste ya amueblada?
—¿Tenía que hacerlo? Fue más fácil matar al antiguo dueño pequeña.
Fijo mí vista en Esteban al escucharlo reír. Le doy una rápida mirada a mi hija, ella se encoge de hombros sin dejar de sonreír al ver a Esteban.
—Okey, entonces, no tenemos opcion de quedarnos aquí.
—No es inmensa, tan lujosa como me gustaría pero es algo que encontré de casualidad. Es nuestro escondite en este mundo. —escucho decir a Esteban—. Queda otra habitación, cualquiera de las dos puede ocuparla.
—No es necesario, me quedaré aquí con mi hija. —digo rápidamente antes de que ella responda. Ana Liz capta mi mirada y asiente bajando la vista en ese cuervo que también se quedará aquí.
—Como gustes pequeña.
Empiezo a caminar por la habitación. Debo de admitir que me gusta la decoración. Ese tono claro en las paredes, sin ventanas y la cama es demasiado espaciosa para dormir la dos. No es tan mala, olvidando ese detalle que no quiero recordar que le pasó al antiguo dueño a manos de Esteban.
—Oye rubio, ¿tendré que tener aquí a Darki enjaulado?
—Yo no tengo problema al estar cerca de animales, Darren si. Mientras tengas a ese cuervo contigo, aquí, está bien que tenga libertad.
—Estupendo. —escucho decir a mi hija—. Otra pregunta, ¿por qué la tal Ashley y su alma se fueron? Cuando salimos con las maletas, ya no estaban.
—Prefirieron regresar al Castillo.
Dirijo mi vista en ambos.
—¿Le contaron todo a Darren? —Esteban asiente— ¿Se molestó con ustedes?
—Él se molesta con todo.—curva una sonrisa—. Nada le parece si las cosas no salen a su modo. Yo prefiero improvisar.
—Hija, basta con las preguntas. —hablo interviniendo.
—No me importa contestarlas pequeña. Aquí estoy para servirles, aunque estén en mi casa, cualquier cosa, solo basta que me digan. Estoy a sus órdenes. —Esteban se aleja de las maletas y hace una rápida reverencia para ambas.
—Vaya, ese es un justo trato. Se siente bien que traten a una así.—inquiere mi hija.
Esteban se endereza riendo.
—Ambas son afortunadas, son las únicas humanas que les doy un trato especial. Ambas son importantes para mí.
Él observa cada una.
Escucho a mi hija carraspear y hace un ademán de cabeza señalando a Esteban.
—Eres muy atento con nosotras ¿verdad mamá?
Noto su indirecta y asiento.
—Esteban. —capto su atención y doy dos pasos cerca de él—. Gracias por todo lo que haces por nosotras, por protegernos, por salvarme del hijo de Mía. Gracias.
Él se mantiene serio sin aparta la vista de mí.
Paso saliva y prosigo:
—Lo siento, no debí comportarme contigo de esa forma, muy en el fondo sé que no eres responsable de la muerte de Sam. No eres capaz de hacerle daño. Te juzgué, no te escuché... Perdoname Esteban.
—Es bueno escuchar perdón viniendo de alguien más. —sonrie—. No soy rencoroso pequeña, no tengo nada que perdonarte pero ese mal trato conmigo te costará. —lo miro fijamente—. Estaba bromeando. Todo queda en el pasado. —desvia la vista al frente—. No pude salvar a belleza, al menos con ustedes, quiero hacer todo lo que esté a mi alcance.
Dudo en hablar:
—Esteban. —él dirige la vista en mi—. Sam... estaba enamorada de ti. Me lo confesó el último día que la vi con... vída.
—Lo sé pequeña. Me di cuenta, no era necesario que ella me lo dijera. Lastima que no era correspondido. No pude darle lo que tanto esperaba belleza recibir de mí. —hace una corta de pausa—. Aún así, por esos momentos juntos, vengaré su muerte.
Me limito asentir.
—¿Puedes amar? —interviene la voz de mi hija—. Si ustedes son...
—Puedo hacerlo. —la interrumpe Esteban—. Es raro, pero mi frío corazón puede hacerlo. Aún es difícil de explicar y entender, solo sucede en nosotros cuando encontramos a nuestras almas. Yo ya amé, ya sufrí al perderla y desgraciadamente niña, ahora es imposible dar eso a otras personas. Uno solo encuentra a su alma una vez y ese vínculo será eterno. Tú madre más quién nadie debe saberlo.
Gira a verme con una sonrisa burlona.
Evito su mirada y me acerco a Ana Liz tomando asiento junto a ella.
—¿Y qué hay de Darren? ¿Él sabe que puede hacerlo?
—Preguntale a él. No sé como se sienta al respecto niña. Te repito que ese sentimiento es nuevo para nosotros, difícil de explicar.
—Pero...
—Ana Liz, ya es suficiente. —la interrumpo y apoyo mi mano en su rodilla.
Ella murmura un "okey" y se dedica acariciar a ese cuervo.
Concentro mi vista en Esteban.
—Debo contactar a Carlos, él debe saber que estamos bien, que estamos aquí. No responde mis llamadas, debo ir a buscarlo o puedes traerlo aquí Esteban.
—No puedo pequeña. —frunzo el ceño al escucharlo—. No quiero entrometerme si ese mortal tiene que ver. No iré por él y sí tuviera que hacerlo, antes necesito la aprobación de Darren, aquí él tiene la última palabra. Tendrás que convencerlo.
Ya me imagino algo imposible.
—Aprobacion de Darren. —repito—. Esteban sabés que será imposible, con él es difícil hablar. —él se encoge de hombros—. Tú tienes que ayudarme, eres el único que confío ahora. Tú eres el dueño de está casa.
—De verdad lo siento pequeña pero me niego a obedecer tu petición. No importa que sea el dueño si Darren se niega a que ese mortal venga aqui, no puedo hacer nada. Es mi rey, debo obedecerle más a él.
Rápido me pongo de pie.
—¿Creí qué tanto te importabamos? —Esteban guarda silencio y desvía la vista—. Esteban, por favor. Me preocupa Carlos. Darren no tiene nada que intervenir. Tal vez es tú Rey— hago comillas con mis dedos— pero no aquí, no estamos en su Castillo.
—No hay mucha diferencia de estar allá o aquí pequeña. —gira a verme—. Habla antes con él. Si lo convences, con gusto te ayudaré.
Le doy una mala mirada y me cruzo de brazos.
—Se va a negar y no es necesario tener una visión.
—Trata de convencerlo.
Esteban pasa por mi lado.
Rápido me doy la vuelta viéndolo sentado junto a mi hija mientras intenta tocar a ese cuervo.
—Estamos hablando de Darren— hablo captando su atención— ¡Es imposible! ¡No me va a ayudar!
—Pequeña, tú tienes más poder sobre él. Solo tienes que saber utilizarlo mejor te convenga. Darren te aprecia aunque no lo demuestre y finja esa apariencia que asusta. Sí te lo propones, puedes lograr que él haga lo que tú quieras.
En él se hace presente esa maliciosa sonrisa.
—No le daré mi sangre para que acepte.
—No me refiero solo a tu sangre. —Esteban apoya sus manos en cada lado de la cama— Puedes convencerlo utilizando otras herramientas, averigualo pequeña. Si tanto aprecias a ese mortal, harás lo que sea para lograrlo. —lame sus labios—. Ve hablar con él, no te preocupes por tu hija, se queda con mi compañía.
Le doy una mirada desconfiada y poso mi vista en Ana Liz.
Me preocupa dejarla sola con Esteban aunque ahora esté controlado sin ser una amenaza para nosotras. En éste momento ella está bajo protección de ellos al contrario de Carlos que me sigue preocupando al no saber nada de él, sin dejar de pensar que tal vez esos otros vampiros le hicieron algo.
Dejo de verlos y dirijo mi vista en la puerta.
—Ve mamá, yo estaré bien aquí con el rubio.
—Bien, no tardo. —digo segundos después y avanzo a la salida.
—Mucha suerte pequeña. —escucho decir a Esteban al salir de la habitación.
Mientras avanzo pienso una forma de convencer a Darren, siendo muy difícil para mí.
...
—Darren. —lo llamo al verlo sentado en el sillón. Me acerco hasta él y me coloco enfrente— debo hablar contigo.
—No quiero a ese mortal aquí. Ni Esteban, ni yo irá por él. Mucho menos tú.
Pestañeo varias veces.
—Los escuché hablar Aylin. —agrega— De una vez te digo que pierdes tu tiempo, mi respuesta es un rotundo NO.
—Darren, Carlos es importante para mí. Debo saber si está a salvo. Que él sepa de nosotras. Tal vez está en peligro.
—Eso sería lo mejor. Si yo no lo he matado, para mí sería mejor que las malditas creaciones de Victoria lo hicieran. Se lo agradecería.
Tenso la mandíbula al escucharlo y me cruzo de brazos.
—No me importa si no te cae bien Carlos, a mi sí me preocupa. Necesito saber de él. Que él esté aquí. —hago una corta pausa sin dejar de verlo. Suerte para mí al verlo en su apariencia normal, me da más valor para hablar con él—. Manda a Esteban por él o ve tú.
Él rápido se pone de pie. Enseguida doy un paso atrás.
—Ninguno de los irá y no está a discusión ¿entendido? Será mejor que regreses a la habitación.
Dejo de verlo frente a mí. Pestañeo varias veces y me doy la vuelta.
—Darren. —mi voz lo hace detener al estar apunto de irse de la sala—. Haces lo que te pido o nosotras nos vamos de aquí.
Él se da la vuelta.
Bajo mis brazos.
—Estan obligadas a estar aquí, no me amenaces con eso.
Hago mis manos puños.
—Darren. —mascullo su nombre entredientes—. Tienes que ayudarme, es un favor que te pido. Hazlo y haré lo que sea. Me quedaré aquí sin rechistar, haré caso a tus órdenes... —tomo una profunda respiración— seré tu donante de nuevo.
Él ladea la cabeza y avanza tres pasos.
—No sea patética Ayline, ese maldito mortal no vale la pena. —capto su mirada analizadora—. Ni con tu sangre vas a chantajearme, no me apetece beber de ella, todo esté tiempo he sobrevivido sin tú sangre, hace años que dejaste de ser mi donante y no volverás a hacerlo. —noto sus colmillos sobresalir un poco de sus labios— ¿De verdad creíste lo que te dijo Esteban? Deja de ser tan ingenua, aquí tú no tienes el control sobre mí. —a una increíble velocidad lo tengo frente a mi—. Aquí es lo contrario.
Evito el contacto visual y me armo de valor para hablar:
—Fue un error pedirte ayuda a ti. Eres un miserable Darren. Ya me quedo claro que no vas ayudarme con Carlos. No necesito la ayuda de dos malditos vampiros, iré por mi cuenta.
—Adelante, pero irás sola. No te llevarás a Ana Lizbeth. Sin nuestra protección, sí estás en peligro, te la vas a ingeniar para salvarte.
Darren da un paso atrás.
—Puedo cuidarme sola, no necesito vampiros a mi cuidado. —digo con toda la seguridad. Aunque ni yo misma me la creo.— No pienso exponer a mi hija, prefiero que se quede aquí con ustedes mientras yo voy por Carlos.
Dicho esto y me doy la vuelta soltando un profundo suspiro. Me encamino a la puerta dispuesta a salir de aquí, sin ninguna arma en defensa. Solo deseando no encontrarme con alguno de esos vampiros en el camino.
—Aylin.
Ignoro su voz y sigo avanzando hasta la puerta.
—Detente Ayline.
Finjo no escucharlo y llego a la puerta. La abro un poco, estoy por salir cuando es cerrada de golpe. Siento sus manos en mis hombros y con un rápido movimiento me hace girar y me empuja a la puerta.
—No vas a ir a ningún lado Aylin. —me tenso al verlo a una nula distancia de mí rostro, quedando prisionera por él—. No vas hacer una estupidez y arriesgarte solo por ese miserable. No dejaré que lo hagas.
Trato de calmarme. Controlar los latidos acelerados de mi corazón por el susto, al estar en está situación con él.
—No me dejaste opción Darren. —hablo con un hilo de voz.
Fallaste Aylin.
Grita mi subconsciente.
—Que sea la última vez que actúas así. No vuelvas a chantajearme.
Darren se aleja y enseguida rodea mi muñeca con su mano sintiendo lo frío que está. Me jala obligandome a caminar con él hasta llegar frente a las escaleras.
—¡Esteban! ¡Esteban! —emite en tono alto.
Enseguida, el susudicho aparece en el inicio de las escaleras con la vista puesta en nosotros.
—Ve por ese maldito mortal. —le pide Darren causando mi sorpresa al escucharlo. Sin soltar mí mano.
—¿Lo prefieren con o sin vida?
—Prefiero la segunda opción.
—¡¿Qué?! —inquiero incrédula. Observo a ambos—. ¡No!, por supuesto que la primera opción, quiero a Carlos con vida, bien, sin que lo lastimes Esteban. —fijo la vista en él—. Por favor, que Carlos este bien.
—Hare todo lo posible pequeña.
Asiento.
—Y tu vas a esperar aquí. —dirijo mi vista en Darren al escucharlo—. Bajo mi cuidado. —me suelta y se aleja de mi dándome la espalda—. Trae a ese maldito mortal, por mi tardate lo que quieras.
Dejo de verlo. No soy consciente si recibió mi mala mirada y sí, si. No me importa. Regreso la vista en Esteban sin embargo, él a desaparecido con esa increíble velocidad que poseen.
(...)
Estoy intranquila, camino de un lado a otro mientras me dedico a esperar en la sala. Bajo la atenta mirada de Darren y mi hija que quiso bajar.
—Mamá, cálmate. Ese rubio no debe tardar. —escucho decir a Ana Liz, ella sentada desde el sillón sin soltar a ese cuervo —¿verdad Darki? —deposita un beso en su pico— él esta seguro.
—Hija no hagas eso. —reemplazo mi mueca de desagrado a mi actual preocupación—. Espero que Esteban lo halla encontrado con bien.
—Estas acabando con mi paciencia.
Me detengo y poso la vista en Darren al escucharlo.
—No me dirijas la palabra.
Lo escucho gruñir y se recarga en el ante brazo del sillón.
—A ese maldito mortal a nadie le importa, más que tú. Que pierda la vida, será un suceso irrevelante.
—Deja de hablar así de Carlos. —le digo.
—Yo estoy de acuerdo con él.
—Ana Liz, no empieces. —dirijo mi vista en ella— Tú sabés perfectamente el cariño que le tengo a Carlos y tú Darren, no pongas a mi hija en mi contra o en la de Carlos.
—Mamá él no...
—Shhh, silencio. No quiero escuchar a ninguno.
Les doy la espalda y poso mi vista en la puerta.
—Irritante.
Ignoro la voz de Darren.
De pronto, la puerta es abierta. Toda preocupación desaparece al ver a Carlos entrar detrás de Esteban.
—Carlos. —lo llamo captando su atención, lo veo adentrarse a la casa y mirar alrededor con desconfianza.
—¡Aylin! —exclama al verme y a pasos rápidos llega hasta mí recibiendo su abrazo—. Gracias a Dios Aylin, pensé lo peor. Estaba tan preocupado. —se aleja mientras me revisa con la mirada— ¿Estás bien? —asiento— Llegué a la casa y ví todo un desastre, mucha sangre, no te encontré, creí que te había pasado algo malo...
—Carlos, estoy bien. Estamos bien. —le doy una rápida mirada a mi hija y regreso la vista en él— Tuvimos que irnos de la casa, varios vampiros entraron y ellos tuvieron que pelear para protegernos. Después te contaré todo.
Él asiente varias veces.
—Bueno, es un alivio que estés bien. —dirige la vista en Esteban— entonces era cierto. Ese vampiro me dijo que estabas aquí y no tuve más remedio que seguirlo con desconfianza. —se dirige a mí y me sonríe— Aylin que susto— besa mi mejilla.
Le sonrío al alejarse y desvío mi vista en Esteban.
—Gracias por traerlo.
—No agradezcas pequeña, solo segui una orden. Solo que para la próxima, no pienso ser amable con él, si intenta atacarme con esa maldita arma, no lo pensaré dos veces y le arrancaré la cabeza.
Frunzo el ceño y giro a ver a Carlos.
—Crei que quería morderme. Se acercó demasiado a mí. Yo no confío en ellos. Solo me defendí con ésto Aylin.
Bajo mi vista notando una pequeña espada en su mano que indentifico que contiene plata.
—Carlos...
—¿Tu desdé cuándo vas con una arma así? —le pregunta mi hija.
—No es la primera vez que soy atacado por vampiros Ana Liz. Tengo que hacerlo para no dejar que lo hagan o vuelvan a secuestrarme como en el pasado. No pienso ser su rehén de nuevo. —pausa—. Suelo tenerla bajo llave, escondida en la casa. Tenia que defenderme, defenderte a ti Aylin, incluso de ellos.
Carlos gira a verme y me sonríe.
—Que romántico. Nah, no es cierto mortal. Es repugnante verlos así ¿verdad Darren?
Ambos desviamos la vista en Esteban al escucharlo. Miro a Darren, él sin responderle, sin dejar de vernos con esa indescifrable mirada.
—Como sea, Aylin tenemos que irnos de aquí.
—Carlos no podemos. —regreso la vista en él— la casa está destruida, no tenemos a dónde ir y esos vampiros saben de nosotros y donde encontrarnos.
—Entonces vámonos a la casa de mis padres.
—No quiero involucrar a más personas Carlos, ellos no deben estar en peligro.
—Tienen razón, ellos ni siquiera saben de la existencia de estos monstruos. —Carlos carraspea— digo... vampiros.
—Ellas no van a ir a ningún lado y mucho menos contigo. —la voz de Darren resuena en la sala.
—Yo me encargo de Aylin, nadie te necesita vampiro.
—Carlos basta —lo hago retroceder y regresa a mi lado—. Aunque no quiera, el único lugar seguro es aquí, con ellos.
—No Aylin, no vamos a estar cerca de ellos. —se acerca más a mí— Recuerda lo despiadados que son— murmura en mi oído y se aleja— No es seguro para ninguna de las dos. Apuesto que no somos recibidos aquí, ¿dónde queda la seguridad si ellos se van a ese Castillo?
—Por ahora, ninguno se irá al Castillo, mortal, nos vamos a turnar. Ellas van a seguir estando bajo nuestra vigilancia.—le responde Esteban— Y para tu información, aquí el que no es bien recibido eres tú, sin embargo estamos obligados a dejarte quedar solo por ellas.
—Aun así Aylin. No es seguro —Carlos lo ignora y se dirige a mí.
—Ninguna se irá. —interviene Darren—. Ahora, si tanto quieres largarte con él puedes hacerlo Aylin —dirijo mi vista en Darren al escucharlo— Te puedes ir pero Ana Liz se queda ¿verdad? —él dirige su vista en ella en espera de su respuesta.
Ana Liz muerde su labio inferior dudando. Deja de verlo y me observa.
—Asi es mamá, yo sí quiero quedarme.
—Ya la escuchaste. —concentro de nuevo mi vista en Darren— Decide, ¿te vas con ese maldito mortal o te quedas con tú hija?
Dejo de verlo, observo a Esteban, le doy una última mirada a Ana Liz y termino en Carlos.
—Lo siento Carlos, no voy a dejar a mi hija aquí. Tengo que quedarme. —tomo su mano— tenemos que quedarnos. Ellos te aceptan al igual que a nosotras —los observo—¿verdad?
—No tenemos opcion pequeña. Que él maldito mortal se quede.
Fijo mí vista en Darren, en él siendo notorio la molestia al hacer sus manos puños sin dejar de ver a Carlos con esa mirada asesina.
—Mientras esté contigo Aylin, aceptaré quedarme aunque sea aquí.
Suelto la mano de Carlos y dirijo mi vista en el sonriéndole.
—Solo hay una habitación disponible y es la mía. Aunque, no me importaría compartirla contigo mortal, mientras tengas alejada tú arma lejos de mi. —emite el rubio— Realmente, no la necesito tanto.
—No es necesario Esteban.—respondo yo por él— Carlos se quedará con nosotras. La cama es grande para dormir los tres juntos.
—¿Tengo que compartir el mismo espacio con él? ¡No, mamá!
—Hija, no empieces. —le digo viéndola—. Ya lo decidí, Carlos se queda con nosotras y punto.
—Mmm, ya qué. —inquiere ella haciendo su berrinche. —aunque a Darki no le agrada la idea.
—Sera como prefieras pequeña.
—Gracias Esteban. —me dirijo solo a él— será mejor que subamos a la habitación. Hija vamos.—me dirijo a Carlos— te cuento todo allá arriba ¿de acuerdo?
—Bien, entonces ya después voy por mi ropa si estaremos aquí.
Asiento y entrelazo mi mano con la suya. Poso la vista en mi hija esperándola.
—No quiero subir mientras ustedes hablan.
—Ana Liz, por favor, vamos a la habitación ahora. —ella niega. Resoplo—. Ana Lizbeth...
—Niña, sube con ella. —la voz de Darren me sorprende. —es una orden.
Ana Liz fija la vista en él y asiente. Se pone de pie y empieza avanzar mientras habla con su cuervo.
Les doy una última mirada a ambos y empiezo a seguir a mi hija llevando a Carlos conmigo.
D A R R E N
—Se nota el desagrado que le tienes. —escucho decir a Esteban al quedarnos solos, sin su presencia.
—Lo desprecio tanto. —dejo de ver las escaleras y me doy la vuelta soltando un gruñido.
—Tendras que soportarlo. Al menos hazlo por pequeña.
Él enseguida aparece sentado en el sillón.
—Sera difícil, créeme. —corro con velocidad y me coloco detrás del sillón. Apoyando mis manos en el respaldo—. Si lo tengo cerca, lo único que quiero es matarlo.
—Me sucede lo mismo. —lo veo recargarse en el sillón—. Solo ignoralo Darren, finge que no existe. Eres bueno fingiendo. No demuestres que te molesta que esté cerca de pequeña.
Le doy una mirada fulminante.
Aunque sus palabras son ciertas.
Gruño y bajo la vista en mis manos.
—Crei que las llevarías al Castillo.
—Ese es el último lugar al que pienso llevarlas. Será un gran riesgo con la Corte cerca.
—Igual sabes que no podemos quedarnos mucho tiempo aquí Darren. Tarde o temprano, van a dar con nosotros como lo hicieron con ellas, van a descubrir nuestro escondite aquí.
Alzo la vista.
—Lo sé Esteban y haremos lo que siempre hemos hecho, huir. Cambiar de escondite con tal de tenerlas al salvo.
Él asiente sin ninguno de los dos, agregar algo más.
Pasan pocos segundos para mí mala suerte y Esteban comienza a reír.
—Me di cuenta de lo que hiciste —dice al dejar de reír—. Utilizar a tu hija solo para lograr que pequeña se quedará aquí. Sabés que ella no es capaz de separarse de ella y eso lo utilizaste a tu favor.
—Al menos que me sea de utilidad esa niña en mi beneficio.
—Eres un maldito Darren. —Esteban niega— Aún así, estás en desventaja con ese mortal, pequeña lo prefiere.
Me encojo de hombros.
—Me da igual. Lo que no es que tendré que soportar ahora a tres malditos mortales, con dos y contigo era ya demasiado. Van acabar con mi paciencia enseguida.
—De acuerdo, ignoré que dijiste eso de mí. Digamos que aprecias que esté yo aquí. —Esteban se inclina un poco— y sí no te gusta, puedes regresar al Castillo, con Blareli.
Gruño al escucharlo.
—Y dejarte a cargo solo a ti, no lo creo. Prefiero estar yo a cargo de ellas, solo de ellas que ese mortal no tendrá mi protección— recalco. Por mí que deje de existir.— me quedaré días aquí, después regreso al Castillo.
—Como prefieras pero créeme, lo digo más por ti. Te será difícil convivir con humanos.—lo escucho decir y desgraciadamente, le doy toda la maldita razón.
Dos días después...
No a sido fácil. Nada fácil al tener que soportar a cada uno. Comenzando por el entrometido, irritable de Esteban hasta batallar con esos mortales. A él lo ignoro, trato de no darle importancia cuando está cerca de Aylin. Tuve que aceptarlo aquí por obligación y esa niña, es un estorbo, con sus preguntas, siempre tratando de hablar conmigo como pretexto mío al tener que vigilar ahora está casa afuera.
Utilizando eso como escape.
Aún sigo pensando en lo ocurrido. En lo que Ashley me contó mientras las esperamos a ellas. En esas malditas creaciones que estuvieron tan cerca de ellas y me culpo por no estar ahí. Reconozco que todo ellos, hicieron un buen equipo al protegerlas, cosa que no pienso reconocer en voz alta frente a ellos.
Solo por eso, tanto Dean y Esteban se libran de castigo. Un castigo que no puedo pensar en este momento en darles. Ellas son mi prioridad ahora. Prefiero tener a Esteban aquí, que me ayude a protegerlas, siendo tan importantes para los dos. En cuanto a Dean, aunque me molesté en ese momento, reconozco que no es su culpa. No del todo al no lograr un control que ningun vampiro puede lograr tener.
Convencí a Ashley a regresar al Castillo con Dominik. Me son más útiles allá.
Tantas cosas que tengo que conllevar. Siendo estas veces que me arrepiento de ser rey y tener a dos humanas bajo mi cuidado.
Sin notar nada raro desde hace dos días. Desde el día que fue el ataque entro a la casa. Logro escuchar sus voces y sentir su presencia en la cocina.
Gruño y con velocidad llego hasta la cocina y veo a cada uno sentado en la mesa, listos para comer esa asquerosa comida mortal.
Avanzo tres pasos sin ellos notar mi presencia. Los observo a cada uno. Para mala suerte, veo a ese maldito mortal cerca de ella.
—¿Han visto a Esteban? —les pregunto logrando su atención y causar el silencio.
—Dijo que iría a cazar, quiso llevarme pero mi madre no me dejó. —me responde Ana Liz terminando con una risa.
—Hija, no es divertido.
—Solo bromeaba mamá. —le dice ella y regresa la atención en mi—. Se fue hace rato.
Lo sé, me di cuenta de eso, más era un pretexto para captar su atención.
Guardo silencio y me limito asentir.
Les doy una última mirada y regreso mí vista en ella.
—Estare afuera, vigilando. —inquiero y me doy la vuelta.
—Espera Darren. —apenas he dado tres pasos y me detengo al escuchar de nuevo su molesta voz. Me giro enfocando mi vista en ella.
—¿Qué quieres?
—¿No prefieres quedarte? Sobra un lugar. —señala la silla a su lado—. Ven, a nadie le molesta que te quedes. Estamos por desayunar.
—Te repito, mi alimentación es distinta a la tuya. Solo es sangre.
—Bueno, puedes quedarte sin comer nada.
Niego.
—¿Quieres otra cosa de beber? Ese rubio si bebe otras cosas, yo lo he visto.
—No soy igual a él Ana Liz.—le respondo y me medio giro.
—No, no te vayas. —emite rápido ella—. Quédate aunque no comas o bebas nada. —recorre la silla— por favor. —dirige la vista en Aylin— mamá, dile que se quede.
Rápido ella niega.
—Hija, Darren tiene otras cosas que hacer. Solo desayunemos en paz.
Ana Liz bufa y regresa la atención en mi.
—Puedes beber sangre si te quedas.
—Pierdes el tiempo Ana Liz en querer convencerlo, él es distinto a nosotros. No soporta convivir con humanos cuando a nosotros tres nos mira como su alimento. Que decepcion de padre tienes, que no se te olvide lo que es y siempre será. No encaja en nuestro mundo.
Ignoro la maldita voz de ese miserable mortal. Ignoro su existencia aunque en mi mente cree una escena de como eliminarlo.
—Carlos, no empieces. —le pide Aylin.
Noto a Ana Liz rodar los ojos al escucharlo. Sorpresa para mí que no le responde.
—Darren, no quiero incomodarte si no quieres quedarte.
La miro segundos a ella, desvío mi vista en Aylin y termino en ese maldito mortal.
—Me quedo, no me importa que a muchos no le agrade mi presencia aquí cuando es mutua. —respondo sin dejar de verlo.
Él agacha la vista en su plato.
—Genial, te sientas aquí.
Asiento y avanzo hasta llegar a la mesa. Bajo la atenta mirada de esa niña tomo asiento en la silla quedando a su lado, frente a Aylin que evita mi mirada.
—Bueno, te decía Aylin. —escucho hablar a ese mortal, sin embargo evito verlos— deberíamos ir a visitar a mis padres.
—Carlos no es el mejor momento.
—Lo sé pero ellos de verdad quieren hablar contigo. Ya te aceptan Aylin. De hecho, ya hablé con ellos y ya no van a insistir con eso de que tengamos un bebé o adoptemos uno.
—Ese tema ya lo habían resuelto. Mi madre no quiere tener más hijos Carlos. Tanto tú como tus padres, respeten su desicion. — escucho decir a Ana Liz—. Además, yo no quiero tener hermanos o alguna hermana y mucho menos viniendo de ti. —hace una pausa— Ay mamá, solo decía. No es necesario que me pegues por debajo de la mesa.
Concentro mi vista en ella.
—No intervengas en esto hija, okey.
Niego y desvío la vista en otro sitio de la cocina, menos en ellos.
Descendencia.
Me guardo mi comentario para mí mismo.
Tan solo, esa niña tendrá que soportarlo viniendo de mi. Descendencia mía. Aunque no estoy de acuerdo, más estoy obligado a hacer.
—Estoy consciente de eso Aylin, solo prometeme que cuando esto acabe, iremos juntos a ver a mis padres.
—Esta bien Carlos. Después seguimos hablando de esto.
Coloco mi mano en la mesa mientras muevo mis dedos impaciente. Poso la vista en cada uno, haciendo una mueca de desagrado al verlos comer. Termino por concentrar mi vista en Ana Liz al verla comer y duro segundos viendo su plato sin poder apartar la vista.
—Intentalo Darren. —me pide Estefan al estar frente a mí. Incado hasta mi pequeña altura.
—No puedo, esto es asqueroso. Prefiero la sangre.
En un arrebato lanzo ese plato al suelo. Haciendo mis manos puños.
—Puedes beber sangre hijo, pero esto te ayudará a tener un control. Es lo que comen todos los humanos, tal vez podrás lograr entenderlos.
Niego varías veces.
—No, no lo haré. No me obligues padre. Ellos son nuestro alimento —digo con seguridad. Me a quedado claro al haberlo escuchado decir de varios vampiros a nuestros alrededor— No soy igual que ellos ¡yo solo quiero sangre! —salgo huyendo con velocidad lejos de mi progenitor.
—Darren. Ey Darren.
Reacciono al escuchar ruido. Dirijo mí vista viendo a Ana Liz, noto su mano sobre la mesa y vuelve a repetir acción.
—¿Estás bien? Te quedaste muy pensativo.
Ladea la cabeza y baja su mano de la mesa.
Asiento.
—Recorde algo. No le des importancia.—espeto y dejo de verla. Me recargo en la silla sin ver a nadie. Y coloco mis manos en mis rodillas.
Aveces suelo tener vagos recuerdos sin poder evitarlos y está vez, recordé ese día con Estefan, cuando solía ser un niño, cuando aún creía que era mi creador.
—Bueno, será mejor que me vaya a trabajar. No puedo faltar más días. Nos vemos después Aylin.
—Con mucho cuidado Carlos.
Fijo mí vista en ellos.
Ese maldito mortal se levanta y notando mi mirada la besa. Desvío la vista mientras hago mis manos sintiendo mis uñas al querer crecer.
Poco tiempo después, él por fin se marcha.
—Espero que Carlos este bien —dirijo mi vista en Aylin al escucharla—. Por cierto hija, no se me olvida que tenemos que hablar sobre tu regreso a la escuela, ya no puedes seguir faltando.
—Ay mamá no quiero ir, prefiero quedarme aquí. Además, es peligroso si voy ¿verdad Darren?
Dos pares de ojos son puestos en mi.
—Sera mejor que se quede, ambas aquí.
—No Darren, nosotras no vamos a vivir encerradas. Tenemos que seguir con nuestra rutina.
—Tú rutina a cambiado Aylin, que no se te olvide que las dos están bajo vigilancia por vampiros.
—Ana Liz no puede perder su año en el instituto.
La observo fijamente.
—Si tanto te importa, entonces que vaya. Esteban quedará a cargo a qué la vigile allá y yo a ti.
Mi respuesta causa un bufido en Ana Liz. Ninguna vuelve a hablar. Y el silencio es invadido mientras ellas se dedican a comer.
—Oye Darren. —veo a ella alejar su plato vacío— ¿y no has intentado alimentarte de otra cosa que no sea la sangre?
—Me es complicado. No lo he logrado, ni en el pasado, ni ahora. —le respondo a esa niña sin dejar de ver a Aylin.
—¿Ni con otro tipo de bebida? —insite ella— ¿Has probado el vino? Yo ví botellas aquí.
Capta mi atención al verla levantarse. Se aleja, dejo de prestarle atención y la vuelvo a ver a ella.
No obstante, una botella es colocada frente a mí con dos copas.
—¿Gustas?
Ana Liz vuelve a tomar asiento.
Miro esa botella con desagrado. Mi vista puesta solo en ese líquido parecido a la sangre.
—Puedo... —paso saliva—. Puedo intentarlo.
—Darren no tienes que hacerlo.
—Lo haré Aylin. —dirijo mi vista en ella—. Sirve.
Ana Liz enseguida toma la botella y la abre mientras ingiere líquido en la copa. Notando un extraño olor para mí.
—Puedo ayudarte.
—Hija, no vas a beber. Aún eres menor de edad.
—Mamá solo será una copa.
—Dije que no.
Aylin le arrebata la segunda copa causando un bufido por parte de ella.
Sin darle importancia tomo la maldita copa frente a mí. La contemplo mientras muevo ese líquido dentro de la copa. Bajo la atenta mirada de ambas, la llevo a mi boca dudando.
Puedes hacerlo. Puedo hacerlo.
Alejo la copa enseguida.
Sin embargo, por un momento creo ver sangre en ella y sin dudar está vez, la llevo a mi boca dándole un corto trago.
—¿Y bien?
Pestañeo varías veces mientras la alejo de mi boca y lamo mis labios.
—No sabe a nada. —la dejo sobre la mesa— Pero no está mal siendo bebida de mortales.
—Bienvenido a nuestro mundo Darren. —inquiere Ana Liz terminando con una risa.
Niego y observo a Aylin, por un instante, creo ver una leve sonrisa en su rostro.
Estoy lejos de poder aparentar ser como ellos.
Lejos de ser normal...
CONTINUARÁ...
Siga leyendo. Doble capítulo. 🦇🖤✨
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro