“A la muerte se le toma de frente con valor y después se le invita una copa…"
S A M
Dudo de tocar esa puerta. Mi mano se detiene al último momento. Una parte de mi quiere irse y otra hablar con ella, mi amiga, resolver esto, todo por esos malditos vampiros.
Dejo salir una profunda exhalación y golpeo la puerta con mi puño dos veces. Bajo mi brazo y observo alrededor. Estos días he estado muy alerta, muy paranoica, siento que me vigilan, tengo miedo y más al saber que todos esos vampiros están aquí. Fuera de ese Castillo causando caos, siendo nosotros su alimento y diversión. Que estén aquí solo ocasionarán más muertes. Un peligro para mi, para nosotras.
Suspiro y fijo mi vista al frente al escuchar su voz y segundos después ver la puerta ser abierta.
—Hola Lin.
Ella la abre por completo y me sonríe.
—Hola Sam.
Muevo mis manos nerviosa.
—¿Puedo pasar?
—Sam siempre seras bien recibida. Entra.
Ella me permite el paso, me adentro mientras observo alrededor.
—Dime por favor que esos vampiros no están aquí.
—Estoy sola Sam. No los he visto desde hace dos días, Ana Liz se fue al instituto y Carlos a su trabajo.
Un alivio me invade al escuchar eso.
Me doy la vuelta y asiento.
—Lamento si no te avise que vendría. La verdad no estaba segura sin responderías mis llamadas, verías mis mensajes o me aceptarías en tu casa.
Aylin se detiene y frunce el ceño.
—¿Por qué haría eso?
—Creí que seguirías enojada conmigo.
Ella se acerca a mi.
—Sam ya no estoy molesta contigo. Admito que en ese momento si lo estaba pero ya no más. De hecho te extrañé, a pesar de que fueron pocos días aquí en la casa, en estos momentos de soledad eres mi única compañera.
Finjo una sonrisa.
—Yo lo siento Lin. Siento todo lo que te dije, me deje llevar por el coraje a esos malditos vampiros. —hago una corta pausa—. De hecho creo que esa Sam no a cambiado en nada, sigo siendo esa amiga traicionera, la que no te apoya como en el pasado y en vez de hacerlo, te deja sola contra ellos.
—Sam no digas eso. Eso ya fue parte del pasado, un pasado que quiero olvidar, ya no me importa recordarlo o estar aferrada a el, solo quiero vivir el presente con mi hija, con mi única amiga y con Carlos. Con tranquilidad a menos hasta que ellos se vayan.
—Pues aún no los acepto del todo. —me encojo de hombros— pero olvidando eso, ¿me perdonas?
Extiendo mis brazos.
—No puedo estar enojada contigo Sam.
Aylin acepta mi abrazo, terminando abrazadas varios segundos hasta alejarme.
—Ay Lin, siempre eres tan buena. Todo perdonas, supongo que eso atrae a esos monstruos.
Río.
Ella se mantiene con la cara seria.
Carraspeo.
—Lo siento, no quise decir eso. Era una broma.
Aylin niega y suspira.
—Ignorare que dijiste eso, ¿quieres algo de beber?
—Que eso sea pretexto para hablar.
Ambas reímos.
Aylin se dirige a la cocina. Me dedico a seguirla hasta ambas llegar y entrar. Permanezco de pie en el marco de la puerta.
—Tal vez podrías considerar regresar a vivir aquí Sam. —la oigo decir mientras se ocupa de servir dos vasos de limonada.
—No es que no acepte Lin pero prefiero que no. A tu hija no le caigo bien, no quiero ser un estorbo y siendo sincera estoy más tranquila en mi casa, no quiero que se repita lo mismo de antes con ese vampiro.
Aylin termina de llenar los dos vasos.
—Darren no va hacerte daño Sam, tenemos un trato y…
—¿Hiciste un trato con él? ¿Qué clase de trato Lin? —le pregunto curiosa.
Ella guarda silencio.
Avanzo hasta ella y tomo asiento en la silla.
—Entiendo que desconfíes de mi y…
—No es eso Sam. —me interrumpe—. Es solo que no quiero involucrarte en esto.
Suelto una risa burlona.
—Oh vamos Lin, estoy involucrada en esto desde hace 17 años. Desde que esos vampiros aparecieron en nuestra vida.
Ella levanta su vaso, le da un trago y lo baja. Sin insistir, la dejo y le doy tiempo para hablar aunque esté apunto de explotar con miles de preguntas para ella.
—Hay tantas cosas que debes saber Sam. De cierta forma también estás en peligro.
—Lo dices porque esos vampiros están aquí.
—Lo digo por Victoria, ella no va a descansar hasta ver a Darren… —Lin suspira—. Esa venganza aun sigue y ellos van a vigilarnos, no dejaran que se nos acerquen. Esos vampiros están de nuestro lado.
—Lo de vigilar sería solo a ti y a tu hija, es obvio que ni yo, ni Carlos les importamos.
—Pero lo son para mi y ellos deben aceptarlo.
Niego y tomo mi vaso.
—Debo admitir que a pesar de todo, que no me caen bien, los prefiero que a esa maldita loca vampiresa.
La recuerdo perfectamente en el pasado.
Le doy un trago a mi vaso.
—Ahora más que nunca debemos estar juntas Sam. Alertas de cualquier cosa.
Bajo el vaso y asiento.
—Bien, pero te confieso que todo esto me tiene muy alterada, ni siquiera puedo dormir bien por el miedo a que su enemigo nos encuentre, es obvio que para ellos solo somos su carnada. Y para evitar que ellos lleguen a nosotros, por eso van a vigilarnos. Tal vez por protección pero creo que solo lo hacen en beneficio, para salvarse ellos. —bebo de nuevo de mi limonada— por cierto, no me has dicho que trato hiciste con él.
Aylin toma asiento en la silla y apoya su mano en su barbilla.
—Creo que no te gustará escucharlo pero lo hice por el bien de todos. —dice.
—Ahora te sacrificas por nosotros. —inquiero con burla—. Solo cuéntame Lin.
Me dedico a escucharla, evitando decir mis malos comentarios de lo que pienso al respecto. Mi desacuerdo, con tal de evitar una discusión más entre nosotras.
—… y eso es todo. —finaliza Aylin—. Por tu cara no estás de acuerdo ¿verdad?
—No creo que te importe mi opinión Lin. —suspiro—. Ya aprendí a no meterse en tus decisiones, después de todo, tu serás la donante de ese vampiro, ambos van a proteger a su hija, ellos a nosotros. Al menos hasta que su guerra termine y se larguen para no volver y nos dejen en paz de una maldita vez.
Aylin niega y sonríe.
—Sólo hay que soportar eso.
—Soportarlos, eso incluye a todos esos vampiros cerca. Mientras estemos seguras, no tenemos opción. —me sirvo otro vaso de limonada—. Crees que ellos nos estén vigilando ahora, tal vez están escuchando lo que hablamos. —observo alrededor— ¡hola malditos vampiros! —inquiero en voz alta.
Lin ríe.
—Sam, Sam no están aquí. Te digo que no los he visto. Aunque no dudo que Darren nos esté vigilando.
—Que mejor que no me escucharan, van a matarme.
Ambas reimos.
—Por cierto, ¿realmente le darás tu sangre?
Lin guarda silencio. Evita mi mirada.
—No sé, tal vez. —se encoje de hombros— no tengo opción y de cierta forma Darren la necesita.
—¿Y qué hay de ti? Que te pida algo así es obvio que no le importas en lo absoluto. Tu salud Lin es primero que fortalecer un vampiro. —noto su molestia. Es algo que no la haré cambiar de opinión. Le molesta que la contradigan —pero ya no voy a hablar de lo mismo, ignora eso que dije, no quiero que te enojes conmigo.
—Será lo mejor. —se limita a decir.
Ambas guardamos silencio.
—Y a todo esto, ¿cómo lo toma tu hija? —termino con el silencio.
—Pues Ana Liz… Le gusta que Darren este aqui, no a dejado de preguntarme cosas del pasado y esta vez le soy sincera. No quiero involucrarla pero ya es imposible. Solo me queda ocultarla de esos antiguos vampiros, que nadie más sepa que Ana Liz es hija mía y de Darren. Incluso aveces creo que ella se lleva mucho mejor con él aunque Darren la rechaza.
—Llego a pensar que a ese vampiro no le importa nada.
Aylin se encoje de hombros.
—Y bueno, con respecto a Carlos ¿cómo va el divorcio? —cambio de tema.
—No hemos hablado de eso.
—Lo están evitando.
—No, no es eso Sam, es solo que por todo esto, no hay tiempo. Son tantas cosas que…
—Pretexto. —la interrumpo—. Es obvio que Carlos no quiere tocar el tema porque él no quiere divorciarse de ti, se aferra a su fallida relación, pero tu Lin, ese día te escuché muy segura o es que ya te estas arrepintiendo.
—Mi divorcio si se llevará acabo Sam. Solo esperaré el mejor momento para hacerlo. Realmente quiero a Carlos lejos de mi, del peligro que ambos están al estar cerca de mi, tanto yo como mi hija estamos vinculadas con vampiros. Nunca debí exponerlos, Carlos se merece a alguien mejor y que viva sin peligro a ser atacado.
—¿Y tu? Piensas en los demás, pero tu Lin. Te condenas a estar con vampiros.
—Solo será un tiempo Sam. Ya sabes lo que pasará después.
Ella se levanta y lleva su vaso al fregadero.
—Lin, quiero que seas sincera conmigo.
—Siempre lo he sido Sam. —se voltea y se cruza de brazos.
—¿Sigues sintiendo lo mismo por Darren?
—De nuevo esa pregunta. —bufa y desvía la vista.
—Soy tu amiga Lin, no me engañes. Es hora de que las dos seamos sinceras. Yo también te he ocultado cosas.
Capto su atención.
—¿A qué te refieres Sam?
Tomo una profunda respiración y me levanto. Rodeo la mesa y me empiezo acercar a ella.
—Todo este tiempo me he engañado a mi misma. Quiero odiar a esos vampiros, los culpo de todas nuestras desgracias pero no puedo. Cuando se fueron, me afectó y más al saber que él también se iría. —me detengo frente a ella y agacho la vista—. Quiero odiarlo pero no puedo, de hecho quiero fingir, lo hago cuando lo tengo cerca pero es que ese maldito rubio. —alzo la vista y resoplo—. Estoy tan jodida como tu Lin, te juzgo cuando te entiendo perfectamente. Me moleste de lo que Darren te hizo, de lo que ese rubio hizo, que se fueran y no les importara dejarnos y ahora vuelven… agh.
—Sam no te estoy entendiendo nada.
Bufo.
—Que te mentí amiga, cuando te dije que ese rubio me había besado bajo hipnosis fue mentira. Lo hizo a la fuerza, me tomó desprevenida pero al final acepté. Me gustó. Confieso que estuve celosa de ti, de tu hija al verlo cerca de ustedes. Quiero solo llamar su atención.
—Sam te la pasaste discutiendo con Esteban.
—Ni pronuncies su nombre. —le apunto con mi dedo, ella levanta ambas manos y ambas las bajamos al mismo tiempo—. Solo estaba fingiendo.
—Sam que es lo que no quieres aceptar, ¿qué te gusta… —la fulmino con la mirada— el innombrable? —inquiere con burla.
—Lin no te burles que estas igual o peor con Darren.
Borra su sonrisa y se vuelve seria.
—Ambas negamos esa atracción a esos monstruos. —agrego—. Y me rehuso a aceptarlo. —me doy la vuelta— yo no puedo sentir algo por él, desde que lo conocí. —suspiro y apoyo mis manos sobre la mesa—. Maldita seas rubio.
—Sam…
—No, ya no quiero hablar de eso.
—Entiendo, solo iba a decirte que estas loca.
Me doy la vuelta viéndola.
—Fue tu culpa. —le digo fingiendo molestia mientras se me escapa una risilla. —tu me presentates a esos vampiros y mira los resultados. Estamos condenadas Lin y sabes cual es lo peor. —hago una corta pausa—. Que si estaría dispuesta a dejar mi mortalidad por él.
—Samantha no… No puedes hacer eso.
Me encojo de hombros.
—Estoy harta Lin. Pero solo es una estúpida idea que no se llevará acabo, ¿tu serias capaz de dejar tu mortalidad por él, por Darren?
Niega.
—No, no quiero ser como ellos. No quiero matar a humanos inocentes aunque sea para sobrevivir, después de todo es su único alimento pero no estoy segura de volverme tan despiadada como ellos.
Ambas guardamos silencio.
—Tienes razón, no sé porque pensé eso. Solo olvidalo. Yo tampoco lo sería. —miento de nuevo.
Confusa, dudosa de este riego, de la idea que tengo en mente.
(...)
Horas después...
Terminé por despedírme de Aylin y su hija. Tras pasar un largo rato con ambas, entre platicas. No volvió a hablarse del mismo tema y más con la presencia de Ana Liz al llegar del instituto. Me despedí de ambas para regresar a mi casa antes de que sea más noche. Poco tiempo me demoré en llegar.
Apenas entro a mi casa y cierro la puerta con seguro, dejo salir una profunda exhalación. No me gusta esta rara sensación de sentirme vigilada, ver a todos lados y no ver nada. Evite contárselo a Aylin, no quiero preocuparla más.
—Tranquila Sam, son solo tus nervios. —me digo a mi misma y me aparto de la puerta.
Avanzo varios pasos y me quito los zapatos. Me agacho sacando la daga que siempre llevo oculta en mi pie derecho. Me enderezco y descalza me dirijo a mi habitación con el arma en mis manos. Lo único que puede protegerme de uno de ellos sin piensa atacarme.
Plata, su debilidad.
Empujo la puerta apenas llego a mi habitación, entro y cierro la puerta detrás de mi. Mi mano va al interruptor de luz y prendo las luces, mi habítacion siendo iluminada.
Dejo salir un suspiro y avanzo hasta la cama dejando la daga sobre ella. La observo con detenimiento largos segundos hasta negar y darme la vuelta. Sin embargo, me paralizo al verlo aqui, frente a mi, en mi habítacion.
—Hola belleza. —su sonrisa se amplia. Sin fingir esa maldita apariencia. Sin ocultar sus colmillos visibles.
—¿Cómo? ¿Qué haces aquí? —rápido reacciono y tomo el arma mientras le apunto— largate de aquí maldito rubio.
Él se acerca, tan pronto retrocedo.
—No soy tu enemigo belleza, baja eso.
Niego.
—¿Cómo entraste? Yo entré y no te vi. —enarco una ceja ¿por qué carajos no lo vi? ¿Tan alterada estoy? —no eres bien recibido aquí maldito vampiro. —me detengo, él imita mi acción y sujeto con fuerza la daga alerta—. No te invite a entrar.
—Y no la necesito. Pero admito que entrar sin permiso me causa cierto ardor por todo mi bello cuerpo. Es doloroso.
—Vete de aquí. —mascullo con irritación.
—Me eres aburrida, ya me esta hartando esto. —tan pronto lo tengo frente a mi y me arrebata la daga hasta lanzarla a una esquina de la habitación sin verle una mueca de dolor al tocarla — yo no voy a permitir que una maldita mortal me ataque con eso. —atrapa mis mejillas con sus manos, suelto un quejido de dolor al usar fuerza en dicho lugar— no era la bienvenida que me esperaba viniendo de ti hermosa. —me suelta y acerca sus labios a los míos. Presiono mis labios solo sintiendo su tacto frío. —que grosera.
Se aleja riendo.
Puedo sentir la molestia en mi.
Rápido lo enfrento viéndolo sentado en mi cama.
—Dije que te largarás.
—Deja tu humor belleza, no vine a discutir esta vez. Solo me sentía solo, necesitaba la compañía de una hermosa humana.
—Entonces largate con Aylin. —me cruzo de brazos.
Su risa burlona resuena.
—Nah, a ella no puedo hacerle lo que quiero hacerte a ti. —lame sus labios, sus colmillos se ocultan. A simple vista parece un humano más, normal como yo. Un idiota y sexy humano. Sin embargo esta lejos de serlo. — podemos divertirnos y recordar viejos tiempos.
—Dejame pensarlo. —finjo pensar—. ¡Nunca! ¡Dije que te largues!
Lo escucho gruñir.
Sin moverse se dispone a ponerse cómodo en mi cama.
—¡Largate!
—Termina tu drama, me avisas para comenzar a lo que vine.
Hago mis manos puños.
—Esteban. —pronuncio su nombre entredientes.
—Repite mi nombre, con tu voz se escucha glorioso.
Ensancha su sonrisa.
—¡Suficiente! ¡Te vas por las buenas y como llegaste o me encargo de correrte de la peor forma!
Busco con mi mirada el arma. La encuentro en la esquina de la pared. Le doy una última mirada, a él sin importarle mi amenaza y avanzo hasta ella.
—Belleza vuelve.
A pasos rápido llego, estoy por agacharme cuando siento dos brazos rodear mi cintura y cargarme.
—¡Sueltame! ¡Que me bajes maldito vampiro!
Trato de soltarme sin tener éxito hasta aterrizar sobre la cama. Rápido me acomodo y lo veo de pie frente a mi.
—Largate.
—Que escándalosa.
Noto sus intenciones.
—¡No! ¡Ni te atrevas!
Rápido llega hasta mi. Se coloca sobre mi evitando moverme con su agarre en mis manos.
—Apartate. —le digo sin poder controlar los latidos desenfrenados de mi corazón.
—No lo haré Samantha, por el infierno, deja de resistirte tanto.
Resoplo.
—Sueltame.
—No hasta que te controles.
Bufo.
Desvío la vista.
—¿Qué carajos quieres?
—Debo repetirlo. —sujeta mis manos con una sola mano y la otra me obliga a girar la cabeza con su agarre en mi barbilla—. No estaba bromeando cuando te dije que te necesito.
—No te daré mi sangre.
—¿Y quien dijo que quiero tu sangre? Sé que soy un vampiro, no puedo resistirme a ella pero en este momento prefiero otra cosa. —noto esa mirada descarada, esa mirada lujuriosa al verme—. Tal vez quiero ambas cosas, sabes de lo que hablo.
Lamo mis labios.
—De verdad sueltame, me estas lastimando. —me limito a responder ignorando aquello.
—¿Harás justo lo que te diga?
Asiento.
Apenas me suelta y trato de escaparme. Sin embargo fallo al él jalarme con rapidez, facilidad y inmovilizarme en la cama.
—Eres una tramposa belleza.
Apoya sus manos de cada lado de mi cabeza.
—Será mejor que no acabes con mi paciencia y esta vez deje que mi lado vampiro lleve el control.
Paso saliva mientras veo sus ojos teñirse de rojo.
—Solo quiero que te largues.
—Y solo quiero que me complazcas como sabes hacerlo.
Lo miro con recelo.
—No volveré a cometer el mismo error dos veces.
Él sonríe y se acerca más a mi rostro.
—Yo no lo veo de esa forma. Vamos belleza se que lo anhelas.
Me queda quieta al sentir sus comillos rozar mi piel expuesta de mi cuello.
—No sabes cuanto lo deseo. Será nuestro secreto. —se aleja y junta su frente con la mía —¿aceptas?
Guardo silencio.
Musita.
—Tomaré eso como un si. —esta apunto de besarme cuando giro la cabeza—. Vamos Samatha, admite lo que sientes.
Regreso la vista en él al escucharlo. En su rostro siendo esa sonrisa burlona presente.
—No sé de qué hablas.
—No volveré a repetir lo que le dijiste a pequeña. —abro los ojos sorprendida y paso saliva—. Si, antes de que preguntes, las escuché, las he estado vigilando sin que Darren se de cuenta y por error entré a la casa justo en ese momento. Me considero culpable al no respetar su privacidad pero la tentación de escuchar mi nombre en su platica, fue demasiado. Gracias por maldecirme.
Abro la boca para hablar, sin embargo, sin ninguna excusa o reclamo la cierro de nuevo.
Tan solo pensar que lo escuchó todo… Pánico y él se aprovecha de ello.
—Era mentira. —hablo después de un rato.
—Tan mentira como no deseo hacerte mía en este momento. —su mano va hasta me mejilla sintiendo lo filoso de sus uñas tocar mi mejilla— seamos dos locos belleza y solo disfrutemos el momento.
—¿Nadie se enterará?
Mi comentario lo hace sonreír ampliamente.
—Será nuestro secreto. —murmura.
Maldigo a mis adentros sin embargo es tarde para retractarse. Sin ser consciente, sin ver las consecuencias acepto su propuesta.
—Solo una cosa te advierto. —espeto evitando ese beso. Lo escucho gruñir y asiente —que no se te olvide que soy humana.
—Trataré pero será difícil. No me culpes si pierdo el control.
Ríe y entierra su rostro en mi cuello sintiendo sus fríos labios dejar cortos besos. Sus manos empiezan recorrer mi cuerpo, hasta deshacerse de mi ropa de mala forma. Basta un solo jalón para dejar mi blusa rota y expuesta con solo el sujetador ante él.
—Eres un imbécil. —susurro.
Se aleja, se deshace de mi blusa con rapidez y va hasta mi boca sintiendo sus fríos labios al hacer contacto con los míos. Sentir sus colmillos rozarlos. Trato de seguirle el ritmo ignorando esas mordidas que deja en mis labios.
—No vas a arrepentirte belleza. —espeta al alejarse. Rápido se baja de la cama para comenzar a deshacerse de su camisa. Desvío la vista.
—Me ignoras y después aceptas. Estas loca belleza. —lo escucho decir en mi oído.
Regreso la vista en él. Siendo su apariencia de vampiro evidente. Esa palidez notoria. Ese peligroso atractivo…
No pienses en eso Samantha.
—¿Seguimos? —se amocoda en una mejor posición.
En respuesta soy yo quien actúa y lo beso desesperada.
Ese maldito rubio corta el beso y se aleja de mi. Lamo mis labios, pruebo mi propia sangre.
No obstante, siento un jalón. Él arrodillado en la cama guía mis piernas hasta enrrederlas en su cintura. Colocarse sobre y mi y volver a besarme estando segura que quiero que siga, entregarme de nuevo a ese maldito vampiro.
…
—¿Quieres mantener tus manos quietas? —mascullo con irritación mientras me cubro con la sabana.
—No puedo, la tentación es tanta.
Esteban besa mi cuello.
Ladeo un poco la cabeza dándole más acceso.
—No, ya basta. Ya fue suficiente con lo que pasó
Me remuevo en la cama un poco lejos de él.
—Aún no estoy del todo satisfecho.
—Entonces busca una maldita vampiresa.
Él ríe y se incorpora en la cama. Por suerte la sábana lo cubre a la mitad.
—Pero yo quiero a esta mortal.
Gira a verme.
—¿Qué tengo de especial? Debes preferir a alguien como tú que una débil y simple humana como yo.
—Si digo que eres bella es porque lo eres. Me sorprende que símples humanos posean tal atractivo. Si te prefiero a ti es por algo. Eres mejor. —regresa la vista al frente—. Pero no deseo hablar en este momento, prefiero hacer otra cosa.
Regresa a acostarse conmigo. Sujeto las sábanas con fuerza notando su perversa intención de quitarla. Se coloca sobre mi volviendo a besarme. Cortar el beso segundos después y baja hasta mi cuello.
—Belleza. —de pronto se aleja. Noto sus ojos rojos—. Realmente no creo soportar más, ¿me obsequia tu sangre?
—Vaya forma de pedirla.
Se encoje de hombros sonriendo.
—¿Qué obtendré yo a cambio?
—El mejor placer de tu vida. Verás, es tan safisfatorio mezclar ambas cosas. Para eso necesito tu sangre ahora.
No accedas Sam.
No lo hagas...
—Que sean solo unas gotas.
Esa sonrisa malvada aparece en su rostro al escucharme. Sin preámbulos regresa hasta mi cuello. Tomo una profunda respiración al sentir el tacto de sus colmillos y tan pronto esas cosas filosas clavarse en mi piel. Escucharlo succionar con desesperación siendo un fuerte dolor presente. Muerdo mi labio, soporto el dolor sin él estar satisfecho.
—Auch. —me quejo al sentir que vuelve a morderme—. Rubio ya es suficiente. —lo escucho gruñir.
De pronto el dolor desaparece al alejarse. Evito verlo sintiendo la pesadez en mis ojos.
—Esteban, hace rato, cuando lo estábamos haciendo. —giro a verlo. Pestañeo varias veces. Él sentado en la cama me observa mientras limpia todo rastro de sangre de su boca. —me llamaste Nohemi.
—No recuerdo.
Desvia la vista al frente.
Ruedo los ojos y empiezo a levantarme de la cama haciendo una mueca al sentir dolor.
—Lo hiciste. —permanezco sentada—. Pensabas que era ella ¿no? Tu alma.
—¿Qué sabes de ella? —lo escucho decir en tono serio.
—Aylin me habló sobre esa vampiresa importante para ti.
—Pequeña tan chismosa. No me extraña.
—Esteban.
Él musita.
—No me importa que lo hayas hecho. —miento con facilidad—. ¿Por qué no me hablas de ella? Nunca me contaste nada y aseguro que ese collar que llevas puesto era de ella, antes se lo llegué a ver a Aylin.
—No preguntes cosas que no querrás saber belleza.
Gira a verme.
—Mejor no lo hagas. —agrega.
—Solo quiero saber…
—¡¿De qué?! ¿De cómo carajos la perdí? —se acerca, sus colmillos comienzan a crecer más —la mataron, frente a mi, por culpa de un maldito cazador, no hice nada. Ya pequeña debió decirte.
—No es para que te molestes.
Gruñe y desvía la vista.
—Solo no preguntes.
Guardo silencio un momento.
—Yo también perdí a mi madre.
Él ríe.
—Ella era mi alma. No es lo mismo —resopla— ni nosotros somos realmente eternos. Existen armas o nuestros propios enemigos que pueden eliminarnos de distintas formas y mandarnos al maldito infierno.
Me acerco más a él, apoyo mi mano sobre su pálida y fría mano.
—Pero a pesar de todo, tienes muchas ventajas de ser vampiro. Sigues siendo igual como antes, mientras que yo, mírame. Siendo humana, tarde o temprano voy a morir.
—Lo malo de ser mortal. —inquiere y aparta su mano bruscamente—. Sabes belleza, hay vampiros que no les gusta ser como son. Un ejemplo seria Darren, creo que cuando esta con pequeña prefiere no serlo, en cambio yo, me gusta ser inmortal, tener este poder pero seguir esta rutina aveces es aburrido y más solo. Sin tu alma de compañía.
Suspiro.
—Hay humanos que no aceptamos nuestro destino. Envejecer. —capto su atención justo como quería lograrlo—. Esteban, estoy harta de esto. De vivir con miedo, de tener miedo a la muerte. Quiero ser como tu, pertenecer a tu mundo. —tomo una profunda respiración— quiero que me conviertas. —lamo mis labios—. Lo he estado pensando tanto y quiero que lo hagas.
Guarda silencio que para mí es eterno. Se limita a verme inexpresivo.
—¿Es una broma?
—¡No lo es Esteban! —exploto—. Quiero que lo hagas.
—No sabes lo que dices.
Esta por bajarse de la cama cuando rápido lo detengo sujetandolo del brazo.
—Solo escuchame. —me observa y asiente. Lo suelto y me arrodillo en la cama— hazlo por favor.
—Ser esto significa muchos sacrificios, riesgos belleza. Que dejes tu mortalidad seria aceptar tu nueva vida, alejarte de pequeña, de esos mortales que estimas. De matar, beber sangre, ser despiadada, ser un monstruo como tu misma nos has llamado. Posiblemente, a estas alturas estar en el Castillo, convivir con miles de nosotros y presentarse frente a la Corte Real. Sin contar que será doloroso la transformación. Llevar un control. No estas preparada para eso.
—Pruebame. —susurro.
Él niega.
—No estás segura. Y siendo sincero, sería aburrido verte como yo.
—Estaríamos siempre juntos, eternos.
—No voy atarte a mi. Además que acepte convertirte seria yo volverme tu creador y estos siglos que llevo, nunca lo he hecho. Ningún mortal es el indicado para llevar mi sangre, ser mi creación y mucho menos tu Belleza. A parte, desprecio a los convertidos, son débiles, no cambiará mi forma de pensar por ti, no los acepto. Eso va en contra de lo que pienso. Otra cosa, la peor es que siendo tu creador, ya no podría verte de esta forma, pasar esto.
—¿Por qué no?
—De cierta forma, esto te convertía en mi… hija. Sería aprovecharme de ti. Es enfermizo.
Suelto una risilla burlona al escucharlo.
—Por favor Esteban, a ti te vale eso. Eres capaz de hacerlo.
—Belleza no voy a convertirte. Es mi última palabra. —finaliza terminando con sus patéticas excusas.
—Haré lo que sea. Seré tu esclava, tu donante. Haré lo que sea. Por favor hazlo. —niega. Bufo molesta. —bien, no lo hagas. Si te elegí a ti es porque te tengo confianza pero ya que no quieres ayudarme, buscaré a otro vampiro que lo haga. De todas formas, ya son libres y puedo encontrar a varios afuera.
—Cualquier vampiro lo primero que haría sería matarte primero antes de aceptar. Para nosotros eres nuestro alimento.
—Entonces busco a un vampiro que conozca.
Se burla de mi con esa risa burlona.
—No creo que Darren acepte, para él le eres insignificante. Si no convierte a pequeña, dudo que lo haga contigo.
—Él no era una opción. Ese vampiro queda descartado.
Lo primero que haría sería matarme, pienso.
—Pero puedo decirle a ese otro vampiro. —recuerdo su nombre— el tal Owen. Lo busco y listo.
—Ni te atrevas. —su semblante se vuelve serio—. Sería aceptar ser igual de débil. Que te dejes convertir por un vampiro convertido, débil sería caer tan bajo Belleza.
Resoplo.
—Entonces. —duro pensando— le pediré de favor a esa vampiresa, Ashley.
—¡Ya es suficiente Samantha! —me asusto al sentir su mano rodear mi cuello, sin ejercer fuerza. —no dejaré que nadie te convierta, me perteneces, en todo caso, sería yo el único.
Sonrio victoriosa al lograr mi objetivo.
—Entonces hazlo.
Gruñe y me suelta. Lo veo acomodarse en la cama y hacer sus manos puños.
—¿Estas segura?
—Completamente.
Vuelve a gruñir.
—Bien Belleza, estoy decidido a hacerlo. —mi sonrisa se amplia al escucharlo. —escúchame bien. —gira a verme, se acerca y rápido me toma de la nuca—. Quiero que lo pienses muy bien, me iré, te daré tiempo para decidir y aceptar el gran riesgo. Dejaré varias horas pasar y después regresaré y si sigues muy segura, ambos corremos el riesgo y serás mi primera creación.
Esteban me suelta.
—Acepto.
—Perfecto. —hace una corta pausa—. Tal vez seas mi nueva compañera. Tu patético sueño se haga realidad, recibir lo mismo que sientes por mi —siento sus fríos dedos acariciar mi mejilla y bajar hasta mi cuello. Su vista puesta en el.
—Rubio.
Reacciona al escucharme.
Conecta sus ojos con los míos.
—Pero antes, quiero disfrutar de la humana que tengo aquí. Quiero que me complazcas, disfrutar tu lado mortal, el tiempo que te queda de vida.
Noto esa sonrisa maliciosa presente.
—Yo pacto mis tratos de esta forma. —agrega.
Me empuja hasta caer sobre la cama. Rápido se sube arriba de mi apartando la sabana, quedando expuesta ante él para sellar nuestros labios y caer bajo su encanto, bajo sus garras. Me dejo convencer por un vampiro.
Nerviosa, cuento las horas para mi nueva vida en la eternidad.
+++
D A R R E N
Me extraña al no ver al desgraciado de Esteban aqui. En esta maldita casa. Hace horas que salí a alimentarme, dejé de vigilar esa casa como lo he estado haciendo todo este tiempo, oculto. Sin embargo al ser la sed presente me fui a cazar. Sintiendo el descontrol y safisfaccion al beber de una nueva víctima.
Teniendo a mi donante cerca, preferí buscar a alguien más. Simplemente, aún no quiero beber de su sangre.
No volví a esa casa. Al contrario, regresé al escondite. Lo prefiero a estar en ese maldito Castillo, llevando ese cargo que desprecio. Soportando a miles de vampiros, a ella. Una excusa para estar lejos de Blareli, estoy consciente del trato con la Corte, sin embargo aún no quiero llevarlo acabo.
No soportaría tener más descendencia mia, suficiente tengo con esa niña, viniendo de Ayline, aunque lo prefiero a tener descendencia con esa vampiresa, con un monstruo igual que yo.
Mientras lo evada, más podré evitarlo.
Ambulo por la casa, salgo de la cocina sin ver ningún rastro de ese desgraciado.
Gruño.
Me fustra esta maldita situación. En este tiempo, no tener nada de Victoria. Los días que llevo vigilandolas, no a atacado. No he visto a ninguno vampiro cerca y menos a un convertido de Victoria. Sin notar la presencia de sus maditas creaciones, sin atraverse a dar la cara y acabar de una vez por todas con esto. Y para empeorar, la visión de Ashley y Dominik me sigue preocupando. Sin ellos tener otra mejorada visión. Sin embargo, esta vez cumplire esa promesa, no pienso ver a ninguna de esas dos humanas siendo como nosotros. Tal visión no se llevará acabo así tenga que impedirlo.
Me detengo en la sala y me dejo caer sobre el sillón.
No obstante, escucho ruido que me hace estar alerta, sin embargo, me relajo al solo verlo a él entrar.
—¿Dónde carajos estabas?
—No tengo porque darte explicaciones Darren. Aquí no eres mi rey.
Gruño y niego.
—Vete al infierno Esteban.
—Tal vez pronto lo haga. —lo escucho decir y lo veo subir las escaleras. — Estaba con belleza, no te diré detalles y es lo único que puedo decirte, —sonríe—. si me necesitas, estaré en mi habítacion pensando. —ríe.
—Prefiero no verte. —le respondo ignorando aquello con esa maldita mortal.
Por mi, no salgas.
—Me aprecias, admitelo.
Evito responderle.
Lo pierdo de vista quedando solo en esa maldita casa.
(...)
Al día siguiente.
—Estas escuchando lo que te estoy diciendo. —gruño y golpeo la mesa— ¡Esteban!
—Si, de acuerdo.
Frunzo el ceño.
Él toma su copa y bebe de ella.
—¿Qué carajos pasa contigo?
—Nada. —dice al bajar su copa—. No deberías ir a vigilar a tus humanas.
—De eso te estaba hablando. Te decía que habrán ciertas ocasiones que tendré que ir al Castillo y quiero que… —vuelve a ignorarme—. Que te vayas al infierno.
Gruño.
—¿Qué… qué decías?
Fija la vista en mi mientras mueve su copa entre su mano.
—Estas raro. —murmuro.
—Solo admiraba a Nohemi.
Apunta en un punto fijo de la cocina.
Musito sin creerle.
—Me voy, estaré vigilandolas. —espeto y me doy la vuelta. Antes de salir de la cocina, lo observo. —Más te vale que no cometas una estupidez Esteban.
—No sé de qué me hablas. —ríe.
—Te conozco, actúas raro. Demasiado callado, raro de ti. Pensativo, se diferenciarte en todos estos siglos.
—No me pasa nada. Solo…analizaba esta situación con Victoria, la Corte, el Castillo, mi eternidad bla bla bla. —bebe de su copa—. Sera mejor que te vayas, no escondo nada Darren. Anda, nuestras amadas mortales pueden estar en peligro. —sonríe siendo visibles sus colmillos—. Yo iré al Castillo, tal vez dures días sin verme.
—Haz lo que quieras. —me limito a decir y termino por salir de la cocina aun desconfiando de él.
…
El tiempo me es insignificante aquí, mientras las vigilo sin notar nada extraño. Más fácil para mi al ambas estar dentro de la casa mientras me encuentro de pie sobre el techo.
No obstante, logro sentir ese aroma, la presencia de ella fuera de la casa. Rápido llego a la orilla del techo viendo esa niña de pie observando alrededor.
—Darren ¿Ey estas aquí?
Gruño al escucharla.
Me dedico a bajar del techo aterrizando de pie en el suelo.
—Regresa adentro niña.
De inmediato se voltea al escucharme.
—Oh, ahí estas. —frunce el ceño—. ¿Acaso estabas en el techo?
—Dije regresa adentro. No es seguro que estés aquí afuera.
—Cerca de un vampiro. —bufa y se cruza de brazos—. Por favor Darren, tu no seas como mi madre, quieren encerrarme todo el tiempo.
—Que no se te olvide el maldito peligro que estas. No me hagas repetirlo de nuevo niña. —mascullo con irritación.
Su rostro muestra molestia.
—Yo solo venía a hablar contigo, ya veo que alguien no está de humor. Estaré adentro en esa prisión, si deseas entrar hazlo. Eres bien recibido, puedes vigilarnos desde más cerca.
Dicho esto y avanza. La veo pasar por mi lado hasta azotar esa puerta y entrar.
—Maldita niña. —murmuro.
…
No debería aceptar su patética invitación. Sin embargo, aquí estoy. Entrando de forma sigilosa a esa maldita casa. Entre más avanzo, más siento su presencia cerca, sus voces. Sin dudar, avanzo hasta dicha dirección y detenerme hasta llegar en el marco de la puerta. Lograr verlas, para mala suerte con ese maldito mortal despreciable.
Ladeo la cabeza.
Aylin discute con esa niña, un tema irrevelante para mi. No paso desapercibido la cercanía de ese mortal con ella, aprovechándose de la situación.
—Tu madre tiene razón Ana Liz.
—No te metas Carlos.
—Basta hija, no desquites tu mal humor con Carlos.
Ella bufa.
—Sé que no debería meterme, pero solo quiero protegerlas a ambas. Las dos cuentan conmigo.
Odio su existencia.
Hago una mueca al escucharlos, verlos. Una patética escena de familia reunida. Tan normales…
No obstante, él nota mi presencia.
—¿Qué haces aquí? No eres bienvenido.
Se levanta con exageración solo logrando captar la atención de ellas.
—Te equivocas Carlos, él es bien recibido. Te recuerdo que esta casa sigue siendo de mi madre también y yo vivo aquí. —Ana Liz se levanta y se recarga en la mesa— no le hagas caso—. Se dirige a mi.
—Realmente me importa muy poco lo que piense. —inquiero recibiendo él esa mirada de desprecio de mi.
—Entonces largate, es obvio que ninguno se soporta y no tengo porque batallar contigo en mi propia casa ¿O vienes de nuevo a atacarme?
—No gastare mi fuerza en alguien tan insignificante como tu. Tengo prioridades más importantes, pero si sigues, me tomaré la molestia de eliminarte. —me adentro a la cocina—. Esta vez si voy a destrozarte la maldita garganta.
—¡Basta Darren! No vengas aquí a iniciar otra pelea. —interviene ella y se levanta.
—Carlos inició mamá. —Ana Liz lo apunta— además, yo invité a Darren a entrar. Debemos ser agradecidos por estar vigilando.
—Puede hacerlo desde afuera. —habla ese desgraciado.
—Tu puedes irte a tu habitación si no te parece.
—Ana Liz. —recibe el regaño de ella. Aylin interviene entre los dos. Dada esa mirada a esa niña para que la susodicha se cruce de brazos.
Poso mi vista en los tres.
De cierta forma, me orgullece su comportamiento. Coincidir ambos en no soportar a ese mortal, justo como yo.
—No vengo a hablar contigo maldito mortal. —poso la vista en Aylin—. Ni contigo. —hago una corta pausa—. Ana Liz, necesito hablar contigo.
—Lo que tengas que hablar con ella será con mi presencia cerca.
—No exageres Aylin, no es que vaya hacerle daño. Nosotros nos vamos y te dejo a solas con tu maldito mortal.
—Me parece bien. —lo oigo decir a él.
—Vamos no inicien otra discusión. —está vez Ana Liz interviene entre ambos—. Mamá dejame hablar con Darren, por favor.
Ella aparta la vista y la concentra en Ana Liz.
—No lo sé hija, aún desconfío de él.
—Ignorare eso. —murmuro— no pienso seguir soportandolos, vamos Ana Liz.
Me doy la vuelta en dirección a la salida.
—Hija.
—Descuida mamá, estaremos en mi habítacion.
Me detengo antes de salir, la espero ella llegando hasta mi.
—Por cierto, quiero enseñarte varios trucos que he practicado con Darki. —me dice— últimamente esta muy dócil. Ya casi no lo dejo en la jaula.
Asiento como si realmente me importara y le hago una ademán con la cabeza sin antes darle una última mirada a esos dos mortales.
Gruño mientras salgo de la cocina.
—No lo soporto.
—Carlos es irritante.
Me detengo al escucharla.
—Estamos de acuerdo en algo. —ella sonríe—. Sigamos.
Avanzo en dirección a las escaleras. Sin embargo, me detengo de pronto al ver a Esteban entrar a la casa. Él sin ocultar su aspecto viéndose realmente mal.
—Maldita sea, sabía que seguías aqui. —se acerca.
—¿Qué carajos haces aquí Esteban?
Le doy un rápido vistazo a Ana Liz que se haya detrás de mi.
—Necesito de tu maldita ayuda, estoy apunto de perder el control.
Se detiene frente a mi. Jala su cabello con frustración.
—Ocupo de esa maldita inyección Darren. La estuve buscando en la casa y no sé donde carajos la dejaste. —agrega moviéndose de un lado a otro.
—No la iba a dejar a simple vista Esteban y en este momento no la tengo conmigo.
—¡La necesito ahora Darren!
Gruño al sentir su mano sujetar mi cuello de forma rápida.
—¡Darren! —grita ella.
—Sueltame. —espeto entredientes. Sin evitar mi transformación evidente. Dejo salir mis largas uñas, en defensa contra él haciéndole lo mismo ejerciendo fuerza.
—¿Qué pasa aqui?
Logro escuchar la voz de Aylin.
Una mirada desafiante entre ambos y Esteban baja su mano.
—¿Esteban qué haces aquí?
La veo de reojo avanzar hasta nosotros.
—No te acerques. —le digo rápidamente a Aylin. Ella se detiene, les doy una última mirada a las dos. —Ana Liz ve con tu madre.
—Pero… ¿Tú estas bien? ¿Él está bien?
—Niña que te alejes.
Ella levanta ambas manos y se dirige hasta Aylin.
Gruño y concentro mi vista en Esteban.
—Tienes que largarte.
—Tienes que controlarme. —apoya sus manos sobre en el respaldo de sillón.
—¿Darren qué tiene?
—No debería importarte Aylin.
—Te recuerdo que están en nuestra casa y Esteban me… preocupa.
—No es la primera vez que se descontrola, yo voy a solucionarlo. —le respondo y me acerco a él— maldita la hora. —murmuro entre dientes.
Sin embargo, él se endereza y retrocede.
—Esteban maldita sea, nos vamos. No es seguro que estés aquí, menos con mortales cerca. —las observo de reojo.
—Si salgo será peor, te espero aquí. Allá afuera hay muchos mortales. Ve por esa maldita inyección.
—Me importa un carajo que hagas con todos esos mortales, mientras a ellas no… —guardo silencio.
—No les haré daño. —menciona con voz extraña, terminando por una risa siniestra.
Giro a verlas.
—Me lo llevaré, no es seguro que este aquí.
Ambas asienten.
—Pero Esteban estará bien ¿no? ¿Por qué esta así?
—Mi pequeña, lo único que necesito es tu compañia.
Sin responderle a ella, regreso la vista en él tan pronto perdiendolo de vista. Reacciono corriendo con velocidad logrando llegar antes que él hasta ellas. Me detengo al frente de ellas siendo una patética barrera.
—Ni te atrevas Esteban, retrocede y largate.
Él niega y retrocede.
—¿Hay algo que podamos hacer?
—Dudo que quieras ser su alimento Aylin. —le respondo al escucharla.
"Y dudo que lo deje"
Esteban toma asiento en el sillón. Lleva sus manos a su cabeza siendo su apariencia más evidente.
—Necesita esa inyección, mucha sangre. —menciono.
—Entonces será mejor que se vayan los dos. —oigo decir a Aylin.
Asiento y me acerco a Esteban.
—Levántate que nos vamos.
Él alza la vista.
—No voy a salir al exterior, prefiero quedarme. Solo mantengan alejado a ese mortal de mi, no soporto su sangre. —posa la vista en él.
—Esteban dije que nos vamos.
Él regresa la vista en mi y niega.
—¿Acaso me vio a mí? —logro escuchar su fastidiosa voz.
—Si Carlos, serás su próximo alimento.
Ana Liz ríe burlona.
—Hija no empieces. —recibe el regaño de Aylin.
Ella tan pronto se acerca a mi. Se coloca a mi lado, marcando distancia con él, con su vista puesta en Esteban.
—¿Desde cuándo actúa así?
—Supongo que siempre a sido inestable y más al creer verla.
Gruño con molestia al verlo.
No obstante, un fastidioso ruido se escucha.
—Yo contesto. —dice Ana Liz y la veo acercarse con cautela a ese maldito aparato. Rápido lo toma y se aleja de Esteban. —Alo...
—¿Darren qué vas a hacer con él?
—Posiblemente lo encierre. Ya me a causado muchos problemas. Que este descontrolado, es peligroso incluso para ustedes, no les importara atacarlas. —giro a verla— te dije que te alejaras de él, Esteban puede perder el control en cualquier momento como justo ahora.
—Mamá, es para ti. —ella nos interrumpe.
Aylin desvía la vista en ella al escucharla.
Ana Liz se acerca, le entrega ese maldito aparato y se coloca a lado de ella.
—Lo siento. —susurra inaudible para ella. Perfectamente la escuché.
Aylin atiende esa maldita llamada.
—Si… Si soy yo… ah si soy su amiga… ¿cómo dice?... —hace una larga pausa— no, no es cierto. —su voz sale débil— díganme que no es cierto.
Ladeo la cabeza. La observo en este momento luciendo su rostro lo bastante mal. Sus ojos con lágrimas, tiembla, se ve pálida, raro de ella.
—¿Aylin qué pasa?
Ese maldito mortal corre hasta ella. Ana Liz le permite el paso, ocupando su lugar cerca de ella.
—Si… gracias por… avisar. —solloza y baja el celular.
—Aylin.
Lágrimas bajan de sus mejillas.
—Lo siento mamá. —inquiere ella desde su lugar.
—¿Quién era? ¿Qué está pasando?
Ese maldito mortal no recibe respuesta.
—Es.. Sam. —balbucea Aylin continuando llorando.
—¿Qué pasa con belleza?
Silencio de su parte.
—Mi tía Sam esta muerta. —habla Ana Liz por ella.
Tan pronto reina el silencio. Nadie dice nada tan solo se escucha el sollozo de ella.
Giro a ver a Esteban.
Inexpresivo.
Realmente me importa muy poco la noticia. No hay afectación siendo esa mortal insignificante para mi. Sin embargo, no puedo decir lo mismo por ella. Realmente le afectó.
—No, eso no puede ser cierto. —inquiere ese mortal y lo veo avanzar hasta el sillón tomando asiento junto a Esteban.
Desvio la vista en ella. La analizo siendo evidente su mal estado. La veo cerrar los ojos, reaccióno y con velocidad llego hasta ella impidiendo que caiga al suelo. Logro sujetarla cayendo ella inconsciente.
—¡Mamá!
—¡Aylin!
Ignoro sus gritos de preocupación por ella.
Permanece entre mis brazos, tan frágil mientras la observo.
—Maldita sea. —la sostengo con facilidad, llevo una mano a su mejilla. —Despierta Ayline.
Me dedico a verla ella sin reaccionar. Desvio la vista en Esteban, recuerdo su extraño comportamiento. Cortos segundos lo miro y regreso mi vista en ella.
Aunque no quiera aceptarlo. Somos un peligro cerca de ella. Esto es muestra de ello, no dudo que esa inesperada muerte fue ocasionada, sin saber el responsable, teniendo varios sospechosos. Aseguro vampiros. Alguno de nosotros.
Me hace sospechar de Esteban o Victoria.
Debo admitir que estas mortales me preocupan y más Aylin, más de lo que me gustaría admitir.
.
.
.
.
N/A:
RIP ✝️ por Sam, lo siento tenía que hacerlo y aunque no lo crean, si me afectó. Llegué a tomarle cariño tanto como a Aylin y seamos sinceros, nuestra Aylin va a extrañarla mucho, si a pesar de todo.
Tal vez un poco impactante. Solo puedo decir que es la primera muerte. Estén preparadas para lo que se viene 🤫
¿Teorías?
¿Culpable?
En fin, gracias por leer, no olviden dejar su apoyo, su voto. Me motiva a seguir. Únanse al grupo de Facebook , para estar al pendiente de todo. Nos vemos en el siguiente capítulo 🖤🖤
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro