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Capítulo 16 ✗ Blood

"A veces es mejor vivir en la ignorancia
a escuchar una verdad que hubiéramos preferido no descubrir"

✨✨✨

×Una hora antes...×

D A R R E N
—¿En verdad hizo eso pequeña? —me pregunta Esteban con burla— vaya, creí que se alegría de verte, incluso con beso o con un abrazo te recibiría.

Le doy una mala mirada, él deja de reír aunque para él es inevitable hacerlo.

—Era de esperarse su forma de actuar. —me limito a decir.

—Esta en su derecho, después de todo la dejaste y ahora vuelves. Es comprensible el odio y desprecio que te tenga.

Apoyo mis manos en el respaldo del sillón.

—Callate Esteban —espeto entredientes.

Ambos nos encontramos en una patética casa que Esteban "encontró sin dueño" durante mi ausencia cerca de él. Se aprovechó al estar yo en ese maldito infierno de instituto.

Él se incorpora en el sillón y sube los pies sobre la mesa.

—¿Te gusta la casa?

—Es una perdida de tiempo Esteban, sabes perfectamente que no nos quedaremos.

Él me ignora

—No puedo creer que pequeña haya actuado así como me cuentas. —habla de pronto entre risas.

Aprieto la mandíbula.

—Pues lo hizo, fue obvio su sorpresa. No esperaba verme y menos cerca de su despreciable hija. Aunque se haya atrevido a enfrentarme con ese patético cuchillo podía sentir su miedo y para acabar, su exagerada dramatización. Prácticamente me terminó corriendo.

—Y tú eres tan obediente —se burla Esteban, lo miro fijamente.

—No me convenía hablar con ella en ese momento. Tengo la certeza de que esa maldita niña no sabe nada de nosotros, de mi.

—Entonces pequeña no le a contado nada sobre su historia, ¿por qué crees?

Me encojo de hombros.

—No me interesa saber el porque

Esteban baja los pies rápidamente y se inclina.

—Ahora que ya viste a pequeña, vamos a regresar a esa prisión de Castillo ¿verdad?

Duro en responder

—Aun no, antes necesito hablar con ella, sin esa maldita niña presente —lamo mis labios— aclarar mis dudas.

Evito contarle a Esteban sobre ella. Antes debo tener la certeza aunque exista una probabilidad y ese tema no logro sacarlo de mi cabeza.

—Perfecto, te acompaño a ver a pequeña.

Él se levanta rápidamente.

—¡Esteban te quedas! —tan pronto llego frente a él— es mi problema, yo lo soluciono, no te metas.

—Tengo derecho a ver a pequeña, que ella decida si quiere verme, no tú.

Gruño

Dejo mis largas uñas salir y lo jalo bruscamente de su camisa acercándolo hasta mí.

—Te quiero lejos de ella

Su aspecto cambia, se safa de mi agarre y dejo de verlo frente a mi. Me doy la vuelta viendolo en una esquina de la casa.

—Aunque quieras evitarlo no pienso regresar al Castillo sin antes ver a mi pequeña. —demanda y se cruza de brazos.

—Mas te vale que me hagas caso Esteban.

Él niega, sus colmillos sobresalen de su boca.

—Ya no pienso seguir soportandote, —agrega y llega velozmente al sillón tomando asiento— ve a ver a pequeña, no te sorprenda que después vaya. Vamos Darren, vete y déjame disfrutar mí poca estadía aquí sin tu presencia cerca que me vuelve de mal humor.

Hago mis manos puños, trato de controlarme.

—Antes iré a ver a esa maldita niña. —me limito a decir.

—¿Para qué?

—No es de tu incumbencia

Lo escucho gruñir

—Haz lo que quieras.

Oculto mis colmillos, mis uñas y me doy la vuelta avanzando a la salida.

—Por cierto, en el fondo te pareces a Salvatore, solo quieres mandar.

Me detengo al escucharlo.

—No perderé mi tiempo contigo —le respondo— pero si aprecias tu cabeza guarda tu opinión.

Dicho esto y corro velozmente hasta lograr salir de la casa. Dando un azote en la puerta continúo mi camino rumbo a ese maldito instituto.

...

Fue fácil llegar, estoy oculto entre los mortales hasta que logré encontrar a esa mortal, que mejor acompañada por ella. La vi entrar al instituto, permanecí viendo desde la distancia a ella dentro de ese maldito auto.

No es tonta y es obvio que no quiere que me le acerque a su bastarda. Que mal que mis planes son distintos. Justo lo que haré.

Varios minutos después y ella se marcha.

La pierdo de vista y me dirijo caminando tranquilamente a la entrada. Me fustra relacionarme con torpez mortales, fingir y no mostrarme como tal soy ante ellos.

Rápidamente la encuentro, la veo caminar por el pasillo y tan pronto empiezo a seguirla a una distancia prudente.

A una cierta distancia, ella se detiene frente a un mortal. Sin detenerme me acerco más mientras agudizo mi audición.

—¿Entonces Ana, saldrás conmigo esta noche?

La escucho bufar

—Ya te dije que no acepto salir contigo Zedd.

—Vamos hermosa no te resistas.

Él la toma de los hombros, disminuyo mis pasos.

—¡Sueltame Zedd! —ella trata de safarse— ¡Que me sueltes te digo!

Me detengo y ladeo un poco la cabeza viendo a ese maldito mortal agachado con sus manos en el estómago.

—¡Estas loca!

—¡Que sea la última vez que me tratas así!

Recibe otro golpe en la cara por parte de ella con su pie hasta lograr derivarlo al suelo. Ese bastardo se arrastra en el suelo hasta lograr levantarse y salir corriendo.

—¡Imbécil! —le grita ella y se da la vuelta.

Está por avanzar cuando se detiene al verme frente a ella.

—¡Darren!

—Veo que no necesitas ayuda para defenderte, en eso eres distinta a ella.

Me cruzo de brazos.

—¿Por qué siempre tienes que ver esto? No creas que soy violenta o chica problemática, lo que pasa es que...

—No te estoy pidiendo una explicación —la interrumpo.

Ella asiente y sujeta las correas de su mochila. Bajo la vista viendo esa asquerosa cadena que lleva puesta en su cuello.

—¿Por qué carajos llevas puesto eso?

Ella frunce el ceño y posa la vista en la cadena hasta tocarla con sus dedos.

—O esto, me lo regaló mi madre está mañana. Ella cree mucho en esto, la verdad yo no pero para complacerla acepté usarla.

—Se te ve horrible

Fijo la vista en ella dejando de ver esa maldita cadena. Puedo percibir la plata, aquel material que logra dañarnos severamente porque ni el objeto religioso lo logra. Solo nos provoca dolores de cabeza al estar en su presencia o tener contacto con ellos. Es una ingenua idea de los mortales que creen que con eso logran matarnos, protegerse o alejarnos.

—Ignorare eso —se limita a decir y suelta la cadena— Lamento lo que pasó ayer en mi casa, mi madre raras veces actúa así, no entiendo que le alteró —hace una corta pausa— ya está mejor aunque discutimos pero... —guarda silencio— no te interesa saberlo. Con respecto al trabajo, tal vez hoy podemos empezarlo en...

Gruño

—No haré un patético trabajo contigo. —digo serio— será mejor que busques a alguien más. No pienso volver a este maldito instituto —fijo la vista en ella— me voy, mi estadía aquí terminó.

—¿Cómo que te vas? ¿Por qué? ¿A dónde?

Aprieto la mandíbula.

"CONTROL DARREN"

—No es de tu incumbencia.

Ella agacha la vista.

—Entonces, no volveré a verte.

—Tendrias mucha suerte si no.

Levanta la vista

—Viniste a despedirte —la escucho decir en voz baja, perfectamente la escuché.

Niego

—No es lo que crees, mi motivo es para...

—No te vayas, voy a extrañarte.

Hago una mueca

"Maldición"

Ella da un paso adelante.

—Te parecerá extraño pero me caes bien,  me siento rara contigo. No sé, es algo distinto, tu presencia... ¿es necesario que te vayas?

—¿Es necesario tu adsurdo show? Ni siquiera me conoces niña.

Su rostro muestra molestia.

—Tienes razón, entonces si no volveré a verte, debo hacer esto. Lo siento Darren.

Frunzo el ceño

Sin lograr actuar, ella corta la distancia y con rapidez acerca su asquerosa boca a la mía. Hago mis manos puños, me quedo estático ella al apartarse lentamente al no recibir lo esperado.

Trato de controlarme, con rapidez la tomo de la nuca y la acerco a mi quedando a una nula distancia de su rostro.

—Que sea la última vez que se te ocurra hacer eso, la próxima disfrutaré destrozarte la maldita garganta.

Aprieto la mandíbula obligándome a mi mismo en ocultar mis colmillos que desean salir.

Ella abre los ojos y la veo pasar saliva.

La suelto y la empujo. Sin disminuir mi fuerza ella cae al suelo sentada. La observo con desprecio y me doy la vuelta.

Fue una maldita idea venir con ella.

(...)

Tan pronto llego a esa maldita casa donde ella se encuentra. Con facilidad entro, al obtener con anterioridad una invitación logro entrar sin problemas, sin sufrir ese ardor en mi piel. Puedo hacerlo las veces que quiera.

La busco en la sala, sin rastro de ella tan pronto corro a las escaleras y me detengo en medio de pasillo. Me doy la vuelta mientras avanzo a esa habitación donde la presiento. Logro sentir su presencia cerca, su aroma y esa sangre que me enloquece, altera en todo los sentidos a medida que llego a esa habitación. Me detengo en el marco de la puerta, por suerte para mí abierta.

La veo de espaldas, ella sin notar mi presencia. La analizo rápidamente viendo esas maletas sobre la cama.

Sonrío con malicia

—Tan pronto se vas —hablo y meto mis manos en mis bolsillos.

Capto su atención logrando que se de la vuelta rápidamente siendo notorio de nuevo la sorpresa y miedo en ella.

—¿Qué haces aquí? Vete Darren, largate no debiste regresar. Tú ya eres mi pasado, ya no te quiero en mí vida.

Ladeo la cabeza, me extraña esa valentía. Me adentro a la habitación, la observo alrededor ignorando el llamado de su exquisita sangre y los latidos de su corazón acelerado.

Mientras más avanzo, ella retrocede. Fijo la vista en ella y me detengo quedando a una  corta distancia.

—Largate —pronuncia con un hilo de voz.

—Me iré, mi estancia aquí no es duradera. Regresaré al lugar donde pertenezco —me cruzo de brazos— en cuanto me aclares mis dudas y me escuches —escucho como su corazón se acelera cada vez más— dudas con respecto a Ana Lizbeth.

Ella niega rápidamente.

No evito sonreír, disfrutar esto. Verla débil ante mi. Llena de miedo como hace años atrás. Sigue como la recuerdo, no aparenta su edad aunque sea un cambio en su tono y largo de cabello.

—Vamos Ayline, deja de ocultar lo que es obvio. He descubierto tu secreto.

Mi instinto vampírico sale a flote, mis colmillos crecen hasta sobresalir de mi boca hasta mis ojos puedo jurar haberse teñido de rojo.

Aylin pasa saliva.

—No se de que me hablas.

—Deja de mentir, es raro que está vez yo he descubierto tu secreto, se te hace conocido esto.

Me acerco a ella, empieza a retroceder hasta tocar la pared con su espalda.

—Largate Darren, no tiene que estar aquí.

Lamo mis labios.

Tan pronto llego frente a ella ocasionándole un pequeño brinco. Apoyo mis manos de cada lado de su cabeza quedando atrapada por mi.

—Deja de mentir y habla de una vez por todas Aylin.

—No tengo nada de que hablar. No deberías estar aquí. Después de 17 años te atreves a regresar. No seas cínico Darren, venir hasta ahora y pedir que te escuche. Me dejaste sin importar nada.

Aprieto la mandíbula

—No tuve opción, lo hice para progerte.

—Protegerme de ti —hace una corta pausa— te agradezco que me hayas alejado de tu maldito mundo, ya no quiero más vampiros en mi vida.

—¡Cállate Ayline!

Con mis largas uñas araño la pared. Trato de no concentrar mi vista en su cuello. De no encajar mis colmillos en su piel, ignorando esa sed presente.

Definitivamente su sangre no me ayuda mucho.

—La Corte me obligó a hacerlo. Fue la única solución que encontré. Era dejarte o verte muerta.

—Excusas —gruño y me inclino más quedando cerca de su rostro— no hay necesidad de esto Darren. Lo hecho hecho está, me dejaste sin importar nada... Vete de aquí, ya eres parte de ese pasado que quiero olvidar. Me dejaste sin importar que... —guarda silencio y ladea la cabeza apartando la vista— no te importó nada, todo lo que sufrí y pasé por tu miserable culpa.

—No fuiste la única que lo hizo —me limito a responder.

Ella voltea, su rostro muestra molestia.

—Mentiroso —trata de empujarme— es lo que eres, vete...

—¡Ya basta Ayline! —la sujeto de las muñecas con una mano, mis largas uñas no evitan herir un poco su piel— a estas alturas no vamos a discutir quien sufrió más. Es obvio que fue distinto, tu aquí en tu patético mundo y yo siendo el maldito rey en ese Castillo siendo una marioneta más de la Corte —veo sus lágrimas bajar de sus mejillas, la suelto— tienes que escucharme.

Niega

—Te odio —masculla entredientes.

—No me importa —paso mi lengua por mis colmillos— el tema primordial es otro. Mi motivo de mi presencia es para hablar de tu despreciable hija.

—No le digas así

Sonrío ampliamente.

—Ella no tiene nada que ver en esto. —agrega.

—Te equivocas —me alejo de ella— tiene todo que ver.

Con velocidad me alejo de ella y me doy la vuelta manteniendo mi control. Evitando probar su sangre.

—Vas a...

Me doy la vuelta cortos segundos después. Logro verla correr a la salida hasta perderla de vista.

Gruño

—¿De verdad?, no seas patética Aylin. Sabes que te alcanzaré más pronto de lo que crees. —añado.

Con irritacion avanzo hasta la salida. Salgo de la habitación y camino tranquilamente por el pasillo. La veo a ella bajar las escaleras con rapidez, con agitación y desespero. Le doy ventaja, meto mis manos en mis bolsillos y sigo caminando hasta correr con velocidad y alcanzarla.

Tan pronto llego frente a ella. A logrado bajar los escalones sin embargo al verme se resbala y cae sentada en el escalón sujetandose del barandal.

—¿En verdad pensabas lograr huir de mí? —sonrio mostrando mis colmillos, apoyo mi mano en el barandal y me inclino cerca de su rostro.— no puedes hacerlo.

Cada vez su corazón late con desenfreno.

—¿Interrumpo algo?

Rápidamente me alejo de ella y giro la cabeza viendo al desgraciado de Esteban a una cierta distancia.

—¿Qué carajos haces aquí?

—No vine a verte a ti —con rapidez llega hasta nosotros, se coloca a mi lado y concentra la vista en ella. Puedo notar en su rostro un tono rojizo, marcas que sanan al no ser invitado— es buen verte de nuevo pequeña— le sonríe.

Ella nos observa a ambos, hace el esfuerzo de levantarse y se pone de pie.

—Mirate tan cambiada aunque no aparentas la edad que tienes. Tan joven, tan hermosa —agrega él.

—Vayanse de mi casa —masculla entredientes— ¡Ahora! —señala la puerta— no quiero verlos, a ninguno.

—Tranquilizate pequeña, no te alteres.

—No me llames así, perdiste ese derecho —se dirige a Esteban, niego. Ella fija la vista en mi— ambos son monstruos, váyanse.

Esteban retrocede.

—Mira lo que has provocado —me da un golpe en el estómago.

Gruño y tan pronto lo tomo del brazo hasta lanzarlo a la pared y su cuerpo impacta contra ella. Ignoro el grito de ella y llego rápidamente hasta él.

—Te dije que no vinieras —llevo mi mano a su cuello ejerciendo fuerza.

—Y yo te dije... que no iba a hacerte caso.

—¡Ya basta los dos!

Lo suelto al escuchar su grito.

Gruño y me doy la vuelta. La veo lejos de las escaleras, de nosotros con una fotografía en defensa.

Ladeo la cabeza y me acerco a ella.

—Retrocede Darren —dice temblorosa.

La ignoro y sigo avanzando hasta que soy detenido por Esteban.

—Darren cálmate —le doy una mala mirada,  me suelta y ambos nos detenemos— hay que esperar a que pequeña se tranquilice. Baja eso —se dirige a ella que tan pronto niega— no es por preocuparte pero no creo que con una fotografía puedas defenderte, dañarnos— Esteban observa la foto— que por cierto, sales hermosa en ella con tu pequeña criaturita.

—Largo los dos

Aylin baja la foto.

—Pequeña...

—¡No! ¡Váyanse los dos! ¡A ninguno quiero ver!

—Okey entiendo que odies a este imbécil, pero a mí, recuerda que soy tú padre, tu hermano, amigo; tu confidente. No puedes hacerlo.

—Los dos me mintieron.

Gruño fustrado

—No tuve opción, tampoco estuve de acuerdo en esa estupidez pero fue por ti. Tuve que calmarme, esforzarme para no decirte. Créeme que a sido un infierno desde ese día en ese Castillo, para todos.

—¡Me lo ocultaste Esteban al igual que él! —me señala y baja su mano— los dos me dejaron, huyeron —limpia sus lágrimas de sus mejillas con brusquedad— ahora no vengan a pedir perdón porque no lo merecen. Dejen de atormentar ya mí vida.

—Por un momento iba a decirte todo, créeme pequeña pero... —pausa— sería traicionar a Darren.

—No quiero escucharte, a ninguno. Largo, ustedes... Los odio a los dos, a todos los malditos vampiros.

—Okey, lo entiendo —dice Esteban— no volverás a verme. Cuídate pequeña.

Se da la vuelta tan pronto abandonando la casa con rapidez.

Fijo la vista en ella

—Vete Darren

—Sabes que me importa muy poco lo que quieras. No soy tan dramático como él.

Avanzo hasta ella  y con facilidad la cargo sobre mi hombro tan pronto recibiendo sus gritos y golpes en mi espalda que no ocasiona ni una pizca de dolor. Corro velozmente y llego hasta la sala, la bajo con cuidado dejandolola sentada en el sillón.

—¡Eres un maldito!

—Vas a escucharme —la sostengo de las manos y me inclino— dime Aylin, ya estoy harto de esto. Se sincera conmigo, Ana Lizbeth es mí... hija ¿verdad?

Ella abre los ojos sorprendida.

—Que... que estupidez dices. —balbucea.

Gruño

—Responde —hablo entredientes sin soltarla— la edad coincide. Esa maldita niña tiene 17 años justo el tiempo que te dejé, existe una posibilidad al tú y yo... —la miro a los ojos— lo es, mis sospechas son ciertas.

Niega varías veces

—No, ella no es nada tuyo. Ana Liz es mí hija, tú no eres su padre.

—¿Entonces quien carajos es? —la zarandeo— ni ese maldito mortal es, ni yo. Dime el maldito nombre.

—Sueltame —dice entredientes mientras llora— ¡no te lo diré!

La suelto y rápidamente la tomo del cuello sin ejercer fuerza.

—No acabes con mi poca paciencia Aylín.

La suelto y me alejo de ella. Evito verla, mis uñas se alargan más. La sed incrementa y pierdo mi control.

—Vete por favor —pronuncia en un hilo de voz.

Niego y me doy la vuelta dejando una cierta distancia que nos separe.

—No me has respondido —hablo con dificultad.

Ella dura en contestar.

Deja de llorar y limpia sus mejillas.

—Bien, quieres saber la verdad, ya no puedo más —se levanta— tienes razón. Ana Liz es tu hija, el padre de ella eres tú Darren.

Evito verla

—No es posible —empiezo a reír siniestramente hasta lanzar un objeto a la pared y dejar de reír— ¡Eso no es posible! —fijo la vista en ella— tú... Si así fuera, te hubieras muerto o ella, además esa maldita niña es... humana como tú.

—Yo tampoco me lo explico Darren. Esa es la única verdad, Ana Lizbeth es ... nuestra hija. Por suerte ella nació siendo como yo pero la verdad es que desde pequeña ella es ... rara. Por más que quiera evadirlo. Ella se parece a ti porque lleva tu sangre.

Niego

—Te das cuenta del maldito problema. Con esto lo cambia todo. La Corte si se entera... —gruño— la existencia de Ana Lizbeth está prohibida, esto no debió pasar. Ella es un peligro para ellos, ahora tú estás en riesgo, ella, todos. —llego tan pronto hasta Aylin y la tomo de los hombros— ella es un híbrido— la suelto lentamente —no, no es cierto. Tú vas a mostrarmelo— fijo la vista en su cuello— tengo que hacerlo Ayline.

Tan pronto corto la distancia, la detengo clavandos mis largas uñas en su piel. La sostengo y me acerco a su cuello.

—¡No Darren... no te atrevas...!

Sin preámbulos abro mi boca y clavo los colmillos en su cuello. Sin poder evitar beber de esa exquisita sangre que tanto me prohibi por años. Aquella que me enloquece con la que pierdo el control y calma mi sed. Cierro los ojos embriagandome con ese líquido espeso carmesí.

En el trascurso, una lluvia de recuerdos logro ver dentro de mi cabeza. Soporto el dolor, continúo bebiendo de ella sin importar el dolor presente en ambos. Varias imágenes son reproducidas con rapidez, una y otra vez. Lo veo todo al punto de abrir los ojos y alejarme de ella.

Su cuerpo débil pierde fuerza, tengo que sostenerla impidiendo que caiga al suelo. Aylin con los ojos cerrados, la contemplo. Sin apartar la vista de su cuello viendo esos dos puntos rojos donde bajan dos hilos de su sangre. Una lucha conmigo mismo, sin poder controlar al monstruo que soy, mi instinto vampírico vuelve a morderla exactamente en el mismo lugar, robándole su sangre hasta satisfacerme.

Apesar de todo no me arrepiento.

Era inevitable, incontrolable no hacerlo.

Trato de despertarla, mi aspecto de vampiro permanece oculto por beber su sangre sin control. Controló esta sed.

La veo donde la dejé, acostada sobre el sillón, me acerco a ella y la empiezo a mover con brusquedad.

—Maldita sea Ayline, despierta.

Gruño y la suelto.

Me alejo y paso mis manos por mi cabello frustrado.

No obstante, ella empieza a moverse. A despertar. La observo sin hacer ruido. Ella mira alrededor.

—Fue una pesadilla —murmura.

—Ya quisieras que lo fuera —hablo y me coloco rápidamente a un lado de ella.

—¡Darren! ¿Tú...? —toca su cuello— me... —se incorpora en el sillón rápidamente— ¡Eres un maldito, me mordiste! —sus dedos buscan la herida sin dejar de verme con una mirada asesina.

—Si tanto te preocupa ya borré la marca.

—¿Y es lo único que te atreves a decir?

—¿Qué esperas? ¿Qué me disculpe? —gruño—eso nunca. Además necesitaba ver tus recuerdos para creerte.

Ella niega y baja sus pies.

—Esa maldita niña no lo sabe ¿verdad? —agrego.

—Y te prohibo que no se lo digas. —espeta ella rápidamente.— Ana Liz no tiene porque enterarse.

Sonrío con malicia

—Se lo dirás —sentencio.

—¡No! —se levanta, levanta la cabeza un poco para enfrentarme— no vengas ahora a reclamar ese derecho de padre porque no lo mereces.

—Me importa muy poco ella.

Ella coloca sus manos en su cintura.

—No sabés cuanto te desprecio, por un momento creí que...

Pasa saliva

—Escuchame bien Ayline, más te vale que le digas la verdad a ella. Tienes dos días para hacerlo, a mi regreso espero que ella esté enterada —me inclino— si no se lo dices tú, lo haré yo a mi manera. Deja de ocultarselo, tarde o temprano esto pasará. Tiene que saberlo.

—No me amaneces Darren, no lo haré.

Aprieto la mandíbula y mis puños.

—¿Qué está pasando aquí?

Ambos desviamos la vista en dirección a la puerta al ser interrumpidos y reconocer esa voz. Ella se encuentra observandonos.

—¡Ana Liz! —exclama ella.

Dejo de verla, escucho sus pasos al acercarse. Ni siquiera me atrevo a verla.

—¿Darren qué hacés aquí? —me pregunta.

—Él solo vino a despedirse porque se irá para jamás volver, ¿verdad Darren? —le responde Aylin por mí.

La observo con desprecio.

—¿De verdad? También se fue a despedir de mi.

Ignoro su voz

Me concentro solo en Ayline sin dejar de verla.

—Dos días —le susurro al oído.

Ella se tensa, me alejo de ella y le doy la vuelta. Antes de irme, le doy una última mirada a esa niña.

"Maldita sea"

Sin mencionar nada continúo mi camino hasta la salida terminando por salir de esa casa.

—¿Qué haces aquí Ana Liz? Deberías estar en el instituto. —escucho su voz al estar del otro lado de la puerta.

—Lo sé pero me suspendieron.

—¡¿De nuevo hija?!

—Lo siento mamá

Dejo de escucharlas y corro velozmente de regreso con el desgraciado de mi estorboso compañero.

...

Entro de regreso a la casa, con rapidez llego hasta la sala y veo a Esteban sentado en el sillón. Al notar mi presencia levanta la mirada.

—No voy a preguntarte como te fue, por tu cara lo deduzco. —me dice— mal ¿verdad? Era de esperarse, ahora por tu culpa también pequeña me odia, me dolió lo que me dijo.

—No seas exagerado —me acerco a él.

Gruñe

—Supongo que ahora que ya hablaste con pequeña, es hora de regresar a ese Castillo ¿no?

Asiento

—Regresaremos pero está vez volveremos.

Esteban se levanta de inmediato.

—¿Por qué? No hay nada que nos vincule aquí, te recuerdo que pequeña... Ana Aylin nos desprecia. Nos quiere pero lejos de su vida, no hay motivos para quedarnos. Además pertenecemos a allá. Lo admito, fue mala idea regresar. Me equivoqué.

Lo observo, duro en responder.

—Lo hay —lamo mis labios— está vez regresaremos por esa maldita niña.

—¿Qué tiene que ver la hija de pequeña? —me cuestiona Esteban y se cruza de brazos.

Gruño, tomo asiento en el sillón y me recargo en el respaldo.

—Porque esa maldita niña es.. mi hija. Tengo una hija con Aylin y es Ana Lizbeth, mis sospechas eran ciertas y hoy lo comprobé.

Nos miramos fijamente.

—No, no es cierto. Tú y pequeña no... ¿Es verdad?

Asiento

—¡Jodida mierda Darren que estupidez hiciste!

—¡Cállate Esteban! En mis planes no era tener descendencia y menos con una mortal.

—Estamos en problemas, lo estás.

Esteban camina de un lado a otro desesperado.

Gruño

—Ahora entiendo todo —se detiene y gira a verme— ¿su hija está enterada de esto?

Niego

—Ella no lo sabe, sentencie a Aylin a que se lo diga sino lo haré yo. Nos iremos al Castillo y después regresaremos, ya está decidido. Necesito volver para acabar con Owen.

—¿Owen? ¿Qué tiene que ver el convertido en esto?

—Que él lo sabía y nos lo oculto.

Mis uñas crecen hasta clavarse en el sillón.

—¡Es verdad! El maldito convertido tuvo que ver a pequeña cuando... ¡Tenía razón!

Esteban lanza un objeto a la pared, este haciéndose añicos.

—Voy a solucionar esto Esteban —paso mi lengua por mis colmillos —empezando por Owen, su eternidad llegó a su fin.

Él asiente

—Lo merece —recibo en respuestas de Esteban con un tono malvado.

"Maldita sea"

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