Off topic
El fragor de la batalla iba en aumento, cualquiera podía ser el resultado, pero yo sabía que sin importar lo que me costase debía dar todo de mí para ser el vencedor.
—¡Alakasam, psíquico!
La voz de Luana se oía autoritaria y alegre por igual, típica característica de una isleña. Lo sabía muy bien pues yo también era uno.
Mi Charizard perdió estabilidad cayendo de bruces al suelo, momento en que su Marowak quiso golpearlo con un ataque de hueso boomerang, pero rápidamente el mío vino al rescate.
—Marowak, tú centra tus ataques de fuego en Alakazam. ¡Charizard, vuela hacia el sol!
—Dejar abandonado a uno de tus pokemón en un combate doble te costará muy caro. —La advertencia de la líder de gimnasio hizo que titubeara, pero mi plan no involucraba tiempo a la duda o fracasaría, de manera que debí proseguir.
—¡Ánimo Kiawe, tú puedes! —gritaron Satoshi y Mao desde las gradas.
Observé por el vértice del ojo a los muchachos: el oriundo de Kanto y la morenota sensualona eran los únicos que no habían entrado en pánico al ver el poder de mi adversario, Lana abrazaba firmemente a su Eevee, se la veía muy tensa; Chris y Lillie se sostenían de las manos y gimoteaban ante cada embate recibido por mis pokémon preocupados en tanto que el profesor Kukui, nuestro mentor y quien me permitiera este enorme privilegio de venir a competir en una liga extranjera pese a haber perdido en la que él mismo instauró en nuestra amada Alola, mantenía su gesto sereno y sensualón. Por Tapu Pollo, cómo envidio esos abdominales de acero.
—Marowak, sosten a ese espécimen extraño con tus manos, Alakazam, termínalo con hiper rayo.
¿Piensa sacrificar a su Lagartija de tierra para atinar un golpe fulminante a la mía? Gran estrategia, aunque ella desconocía el poder del que yo era capaz. Si Liana puede, yo también debo...
Uní mis muñecas en el aire sabiendo que Charizard desde el cielo acompañaba mis movimientos durante su ascenso, dancé como el anillo Z me lo exigía y poco a poco mi espíritu y el de mi dragón fueron uno hasta que un halo de energía Z nos cubrió justo a tiempo para que nuestro Supersonic Skystrike alcanzara su máximo esplendor y avasallara a nuestros rivales dejando sobre el arena a un sólo pokémon en pié. Había sido un combate difícil, pero todo había acabado.
—Lo siento Marowak —susurré a la pokebola donde lo acababa de guardar—, no había otra manera.
Sentí tristeza al recibir aquel aplauso por mi victoria. Marowak estaba condenado, sea de un modo o de otro, pero no me hacía feliz ser yo quien acatara aquella orden; no obstante la líder Luana reconoció mi firmeza al entender que no podía ganar salvándolos a todos y dijo que esa habilidad de tomar decisiones difíciles me convertían en un gran estratega capacitado para liderar, idea que me hizo cuestionarme seriamente si sería bueno en mi labor en caso de cumplir mi sueño.
Esa noche no dormí bien. Aunque Marowak se recuperó a la perfección y su única reacción haya sido darnos a Charizard y a mí un cabezado a cada uno, creo que ese tipo de situaciones me revelan que aún no estoy listo para ser el gran hombre que quiero ser. Como sea, al día siguiente debería enfrentar al campeón y no tenía idea de con qué me enfrentaría. Debía descansar, no quería estar fuera de forma.
La mañana me recibió junto con las olas del mar, las mismas olas que bañan las costas de Alola, por lo que ese espíritu primitivo y poderoso que embebe las playas de Akala y aflora por la boca de su majestuoso volcán hizo hervor en mi interior llenándome de emoción para afrontar el desafío que me aguardaba. Los chicos conversaban animosamente detrás de mí y yo encabezaba la peregrinación hacia el recinto del campeón, con el pecho desnudo y pétreo al igual que mi templanza. Sabía que hacía muchos años que nadie lograba superar los cuatro desafíos, y que el título que estaba a punto de ostentar llevaba demasiado tiempo sin ser defendido; pero, según los relatos, quien lo portaba lo tenía muy bien merecido y bajo ningún pretexto podría confiarme. Yo iba por todo. Iba a ganar.
Entré a la sala donde habían construido un trono para el rey de su liga y exclamé a viva voz.
—¿Dónde estás, campeón? Yo, Kiawe de la isla de Akala he venido a desafiarte por tu corona.
Hubo un silencio a mi al rededor el cual sólo fue interrumpido unos instantes después, cuando los cuatro líderes de gimnasio de las Islas Naranja entraron al recinto, se posicionaron a nuestro al rededor e inclinaron la cabeza en señal de respeto. Ni yo ni ninguno de los míos entendía nada. De pronto, Satoshi comenzó a reír para luego caminar tranquilo y regio como un león frente a su manada hasta tomar posesión del trono. Estaba atónito, pero él, observándome con cierto aire de soberbia burlona, osó preguntar.
—Y bien..., ¿empezamos?...
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NA: Hola, les dejé un pequeño one shot para compensar todo el tiempo de espera desde el último capítulo. Ya terminé con mis exámenes de verano, así que pienso ponerme a actualizar historias pronto, ¡no se desesperen!
Ojalá les haya gustado este microrelato. Sería amable de su parte hacérmelo saber. Recuerden que cada comentario que dejan en una historia, así sea un simple XD, ayuda a su autor a subir en los rankings y a conseguir más lectores, pero eso les agradezco mucho cada voto, comentario o lectura.
Sin más que decir, les dejo un saludo.
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