Tras los eventos conocidos como la caída del Equipo Rocket, y el ataque a la base del Team Storm, el mundo vivió momentos de incertidumbre y terrorismo que rápidamente alzaron todas las alarmas internacionales.

Los rezagados de ambas agrupaciones fueron cazados sistemáticamente por las fuerzas de la policía internacional, y aunque se los interrogó hasta el hartazgo, los pocos miembros que pudieron capturar no hacían más que vanagloriarse de sus fechorías y anunciar un nuevo régimen mundial basado en todas las regiones que cada equipo había logrado conquistar para sí.

Se lograron descubrir integrantes del equipo Rocket, hábiles maestros del disfraz, invadiendo y corrompiendo el sistema desde la dirección de numerosas empresas, puestos importantes en gobiernos de toda índole, incluso liderando escuadrones de ejércitos y gendarmería con honores militares. El Team Storm, por su lado, tampoco parecía quedarse atrás: había invadido con sus redes de tráfico de drogas, armas y pokémon raros todos los ambientes que un ser humano pudiera imaginar. Detenerlos no era tarea fácil, no había nadie en quien se pudiera confiar.

En Kanto, el campeón Satoshi defendió su título desde el anonimato por dos años tras los cuales decidió ausentarse a la contienda contra el último ganador de la Liga Pokémon, perdiendo así la corona por abandono. Nunca más se supo nada de él, ni de la chica que lo acompañaba. Sus anteriores acompañantes, doctos en diferentes áreas en lo referido a los pokémon, poco a poco comenzaron a cubrir los baches que su amigo había dejado convirtiéndose en Rangers al servicio de los legendarios en amenaza, recaudando con presentaciones espectaculares fondos para la preservación y el cuidado de las especies raras, cuidando de los pokémon en bosques, selvas, sabanas, desiertos y ciudades a fin de que la mecha del mundo en amenaza no se encendiera permitiéndole estallar como una bomba imposible de frenar.

Cuatro años habían transcurrido, y por más que lo buscaron, después de que la policía decidiera ocultar el paradero de Satoshi por su seguridad, ni sus amigos sabían algo sobre él. Era como si la tierra se lo hubiera tragado. Muchas hipótesis lo vinculaban con el inicio de la cacería hacia ambos bandos, hecho que devino en que su vida corriera un riesgo magro.

Cuatro años habían transcurrido, y de Satoshi y Serena aún no se sabía nada.