5. Familia
«Un hombre se mide por qué tan lejos es capaz de llegar con tal de hacer feliz a su mujer. Si por ella puede sacrificar su propia felicidad, entonces es un gran hombre».
Satoshi había querido ser ese gran hombre para Serena desde el momento en que comprendió que ella era el motivo de su felicidad: no necesitaba nada cuando la tenía a su lado. La veía emocionarse por cosas pequeñas y le embriagaba el alma, la veía florecer cada vez que sus ojos se posaban en aquellos detalles que él antes hubiera creído un sinsentido: la perfección de un ocaso, la elegancia de un postre al acompañar un café, la música, el baile, ¡todo tenía un motivo de ser diferente cuando lo miraba a través del prisma de las actitudes aniñadas de Serena!
Él había querido ser un gran hombre, pero... ¿qué significaba eso? Sólo tenía una idea de lo que quería decir ser un hombre: su padre, que desapareció cuando todavía era un niño. Jamás lo conoció. Entonces, sin nunca haber visto uno, ¿cómo podría ser el gran hombre que tanto merecía su amada?
—¿Cómo haremos para conseguir una entrevista con Mayla? —cuestionó la pelimiel mientras deshacía los últimos vestigios del campamento y se disponía a guardar todo para emprender nuevamente la marcha hacia el encuentro con sus más antiguos sueños.
—Yo me encargaré —respondió Gary—, como campeón de Kanto aún me quedan muchas influencias por mover —Los chicos lo observaron sin comprender su plan, por lo cual el castaño se dispuso a informar—. Mayla no está aquí por casualidad: en Alola, su región natal, acaban de inaugurar la Liga Pokémon. Ella vino a hacer un viaje de promoción para sus nuevas actividades, y dudo mucho que tenga algún inconveniente en planear un encuentro contra un campeón de ese evento de otra región.
Casi sin poder contener la emoción, la pequeña perfourmer salió disparada al encuentro de un abrazo de su compañero, y aunque esté pareció asustarse dirigiendo una mirada rápida a su novia, Erika rió por lo bajo para luego afirmar.
—No te preocupes Serena, Satoshi no es el único; todos en este grupo estamos aquí por ti y por tu sueño.
Sabía, desde luego, que la chica estaba mintiendo, que al final de cuentas tanto Gary como ella habían empezado ese viaje con la idea de aprender sobre los poderes de los vínculos y la forma en la que al sincronizarse con los Pokémon podían generar una nueva evolución aún más poderosa que las anteriores. Sin embargo, el saberse apoyada —pese a que no era ese el objetivo principal de los jóvenes— la hizo olvidarse de todo y reconfortarse en aquel dulce pensamiento por un rato.
Al igual que Satoshi, Serena nunca había conocido a su padre. Toda imagen de fortaleza y consuelo provenía de Grace, quien siempre la había cuidado con cariño y una extraña severidad que sin embargo la terminó convirtiendo en la persona fuerte que ahora reconocían al encontrarse con ella. Pero… ¿realmente ella era esa persona fuerte?, ¿no había, detrás de la imagen de una entrenadora capaz de seguirle el curso al mejor Maestro Pokémon del mundo una niña atemorizada, aquella que alguna vez se había perdido en un campamento y había temblado de miedo ante la presencia inofensiva de un poliwag pululando entre las hojas?
Serena siempre se había considerado una persona débil. En el fondo, ella esperaba encontrar en su viaje el consuelo que nunca tuvo: aquel que ese padre ausente no le supo dar, que esa madre ocupada, fuerte y luchadora debió sacar de algún modo sin estar segura de cuál. El vacío de un inconcluso había crecido en ella, y no había manera de llenarlo porque se puede reemplazar cosas, pero no personas. Se puede reemplazar las ideas equivocadas, pero el concepto de un padre no lo puede reemplazar nada. Al igual que había ocurrido con su entrenador favorito, una parte de su pasado y de su presente aún no lograban conciliarse.
Retomaron el camino atravesando el bosque según la disposición del río hasta llegar a un poblado el cual decidieron atravesar por las zonas menos transitadas portando atuendos que alteraran sus imágenes para volverlos irreconocibles, cortesía de la pelimiel. Esa noche dormirían en una posada usando identidades falsas, y al registrarse descubrieron en el televisor del living del lugar que la policía internacional ya los estaba buscando.
—Estúpidos —opinó Gary—, no deberían mostrar nuestros rostros como desaparecidos, el equipo Rocket podría mover sus influencias al ver esta noticia.
—Pero eso es precisamente lo que nosotros queremos que ocurra —contestó su novia divertida—. Además, Serena y tu amigo ya estaban desaparecidos hace rato. Para ellos no cambió nada.
—En eso tienes razón... ¡Oye, dónde se metieron?
—¿Qué no fueron a registrarse? —Erika volteó para buscarlos con la vista— Rayos, no están en la recepción.
—Eso quiere decir que...
—Sí: fallaste en tu promesa y se fueron a la pieza solos.
—¡Sobre mi cadáver!
El nieto del Profesor Oak corrió escalera arriba salteándose varios escalones pero la voz de la líder de tipo hoja lo detuvo antes de llegar.
—Mira —dijo ella casi en un susurro indicándole la ventana—, están haciendo meditación en el patio.
—¿Satoshi meditando? Necesito ver eso —Se acercó a la ventana achinando los ojos, pero tan pronto entendió lo que ocurría resopló apesadumbrado—. Eso no es meditación, es sincronización y nos la perdimos.
Reevaluando la situación la chica le dio la razón a Gary. Tanto Serena como Satoshi estaban sentados uno frente al otro con los ojos cerrados, sujetando sus manos y sin mediar palabra alguna. En sus mentes un sin fin de imágenes se apilaban revelándose los rostros de sus madres en el rancho de Kalos y en la Isla Canela.
«Perdóname por no decirte que desaparecería, pero estoy bien» musitó Serena con la voz entrecortada y un surco de lágrimas cayendo desde sus ojos. El azabache rompió el lazo que lo unía a su pokémon para mirarla con el semblante preocupado.
—¿Estás bien? Si quieres podemos ir a verla tan pronto solucionemos tus asuntos pendientes con Mayla.
—No, está bien, déjalo así. Si nos acercamos mi madre correrá peligro. Seguramente la tienen vigilada esos desgraciados.
—Lamento que hayas tenido que irte sin decir adónde por mi culpa.
—No vuelvas a pedir perdón por eso, soy responsable de mis decisiones. Es sólo que...
El entrenador del Pikachu se acercó para poder abrazarla y permitirle acurrucar su cabeza contra su pecho. —Te duele saber que está sola, ¿verdad?
—Papá se fue cuando era muy pequeña, pero mamá nunca estuvo del todo sola: siempre me tuvo a mí. Debe odiarme por haberla dejado.
—No creo que eso sea posible. No me puedo ni imaginar que alguien sea capaz de odiarte, Serena, y mucho menos por algo como eso. Todos los padres se preparan consciente o inconscientemente para que los hijos se vayan del hogar algún día... La mía lo tuvo que vivir demasiado pronto, me fui a los diez años.
La risa del azabache logró levantarle el humor, pero había algo en su pecho que no dejaba de doler porque ella sabía que la familia es el alimento de las personas. Todos volvemos a nuestra familia cuando necesitamos crecer, cuando necesitamos sanar, cuando necesitamos encontrarnos con nosotros mismos. A veces era difícil entenderse con Grace ya que ellas dos pretendía cosas diferentes para el futuro de la muchacha. Tuvo que aprender a perdonar a su mamá porque cuando era pequeña la veía tan fuerte que había creado el concepto erróneo de que era todo poderosa, que no poseía defectos, que siempre la iba a guiar. Con el tiempo descubrió que Grace fallaba: era testaruda (a veces incluso más que la misma Serena), se enojaba muy rápido, podía ser una experta manipuladora... Sin embargo, había tantas cosas buenas en su mamá que aunque no fuera perfecta la hacían ser una gran mujer, y la más importante era que aunque ella misma estaba llena de defectos, su madre jamás había dejado de amarla, y de creer que era capaz de hacer cosas increíbles. Grace estaba segura que lograría montar sobre esas enormes y nobles bestias, confió en ella cuando quiso ir a buscar al azabache, la apoyó en cada una de sus presentaciones, incluso fue a verla cuando se enteró del desastre que había ocurrido con el equipo Flare después de la Liga Pokémon.
Esperar mucho de su madre, destruir su imagen humana para convertirla en una super heroína o siquiera creer que sería capaz de cumplir con su rol de mamá tal como estaba estipulado por la sociedad era poner sobre ella una carga que muy pocas personas son capaces de llevar. No existen escuelas para ser papás, Grace estaba haciendo lo que podía, y estaba sola. Serena, aún con sus defectos, la amaba incondicionalmente y le dolía en el alma el no poder decirle dónde estaba.
—¿Sabes?, cuando me enteré que papá había muerto no sentí nada realmente. Lloré, sí, pero no por él, sino por lo que siempre necesité y ese hombre no me supo dar.
Un nudo en la garganta causado por las preguntas que venían acosando a Satoshi lo hizo aumentar la fuerza con la que abrazaba a su amada.
—Yo creía que papá había muerto —admitió—, el saber que está peleando contra los malos en América me hizo sentir un poco raro. No lo siento como debería sentir a un papá.
—Sí, es eso lo que me pasó. —Giró su cuerpo para poder acostar su cabeza sobre las piernas del entrenador y sin pedir permiso Pikachu saltó para subirse arriba de ella.
—El concepto que tienes de hombre... —Satoshi titubeó antes de continuar. Había comenzado a hablar sin pensar en las palabras. Acarició el rostro de Serena acomodando los cabellos que caía sobre sus mejillas y viendo la mirada de curiosidad que se plasmaba en esos hermosos orbes azulados se dispuso a completar la frase con lo primero que se le vino a la cabeza— He abandonado a tantas personas que podría decir que nunca fui un buen hijo, un buen amigo, ¡nada!, pero sin importar lo que eso implique, mientras quieras estar conmigo, yo nunca te abandonaré.
La perfourmer lo miró mordiéndose el labio inferior, le robó la gorra levantándose del sitio que había ocupado y lo encaró para decirle.
—Pues más te vale, porque voy a guardar esa promesa y te la voy a echar en cara si se te ocurre hacerlo.
El chico intentó recuperar su gorra sin éxito, riendo y persiguiendo a su novia en el proceso. —No me pienso rendir contigo nunca, hasta el final.
El clima abruptamente había cambiado; las heridas seguían abiertas, pero sabían que tenían en el otro el remedio justo para curar los males que las ausencias habían dejado. Jugaron y disfrutaron el tenerse mutuamente, el sentir su vínculo crecer hasta volverse eterno.
—Tal vez al terminar con todo esto podamos ir a América a buscar a tu padre.
—¿Eso no es soñar muy lejos?
—Tal vez sí, pero valdría la pena intentarlo —El chico la abrazó con fuerza elevando a su novia por los aires—. ¿Crees que Gary nos permita esta noche compartir cuarto?
—Serena...
—¿Sí?
—Ya no sueñes tanto.
***
Hola, no se olviden de votar. ¡Diganme lo que les pareció!
Y de mi parte, le deseo un muy feliz cumpleaños a una gran escritora y amiga: virgifedeli. Lean sus fics, lo valen.
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