Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

42. Abandono.

«Ven...»

Una vez, hace más de diez años, abandoné mi casa dejando a mi madre sola para enfrentar aquello que yo mismo había decidido sería mi destino. Deformé el futuro para tomarlo entre mis dedos y estrujarlo hasta moldearlo a mi gusto y voluntad.

«Ven».

Entonces, dejé atrás familia y amigos, Gary inclusive. Ya era momento de repetir  aquella hazaña y olvidarme del castaño de una vez por todas. Todos los que me circundan se someten voluntariamente al peligro, pero ¿estoy dispuesto a jugarme junto a ellos el terrorífico riesgo de perderlos?

«Ven».

Porque una vez perdí a Serena. Una vez perdí al amor de mi vida, y no quiero que esa horrenda sensación de vacío y añoranza me acompañe de nuevo. No quiero volver a arriesgar a nadie. Soy un peligro en el camino de los que quiero, mi vacuidad urge por su propio bien.

«Espérame, pronto estaremos juntos».

Se me ha criticado mucho por abandonar a muchos pokémon, pero ¿no es eso también un acto de amor? El que ama no pide nada, y en cambio lo da todo. No pido ni siquiera la presencia, el cariño o la comprensión de mis adorados pokémon, solo quiero lo mejor para ellos. Ahí radica el amor. Son los que me critican los que tienen que aprender a amar, no yo.

«Pronto estaremos juntos».

Mi camino es el camino del maestro: forjar un lazo, fortalecerlo y respetarlo. Existe en todo vínculo el riesgo del abandono, y si ese abandono es por el bien del ser amado, ¿no sería egoísta el no dejarlo ir?

He visto butterfrees volar, pidgeots surcar el cielo, primeapes crecer para buscar ser el mejor, lapras volver junto a su familia, un goodra cuidar de toda una reserva, mi Greninja convertirse en el mejor jardinero.

«Deja todo, solo ven».

La voz lo colma todo y mi ansiedad crece en la medida que atravieso el camino que me aleja de la ciudad donde despido mentalmente a quien antaño fuera mi rival y mi mejor amigo. Puede que ya no nos volvamos a ver. Y, después de todo, es mejor así: sin palabras tontas ni abrazos forzados, sin excusas ni expectativas a futuro..., sin clichés. Seremos dos reconocidos entrenadores pokémon que sigan sus ideales de continuar entrenando. Lo demás es solo una floritura innecesaria.

«Pronto estaremos juntos. Solo espera».

Te esperaré.

La zona montañosa comenzó hace veinte minutos y mis pasos vacilan al borde del abismo. De pronto, un recuerdo viene a mi cabeza: se trata de los vestigios de un sueño donde veo a serena en medio de un estacionamiento y ella, coqueta, me besa en la mejilla. Ante la imitación de su acto por parte mía, Serena gira el rostro rápidamente para hacer que mi beso amistoso desemboque entre sus labios en un ósculo fugaz y cargado de miradas pícaras. Entonces, mi mente falla, y la chica del cabello color miel es reemplazada por una pelirroja de mirada maligna. Tiemblo frente a la nada y siento que mis piernas flaquean incitándome a precipitar, pero a último momento un destello de energía eléctrica me hace reaccionar.

—Gracias, Pikachu. No sé qué sería de mí sin ti a mi lado.

Realmente no lo sé. Ni siquiera me lo imagino. No podría, yo realmente no podría... bueno, no vale la pena intentarlo. De todas las personas que por afecto podría dejar de lado, Pikachu es el único de quien no podría, aunque quisiera, separarme ni por un momento. El asunto es que nos necesitamos, y sé reconocerlo. Él es una parte de mí convertida en un pikachu.

Las manos me duelen al escalar, el cuerpo me pesa porque aún no me he curado, pero la llamada que vuela en mi cabeza no sabe cesar, no quiere ni tampoco le hace gracia intentarlo. Aquella voz urge por mí, mi acosa. Siento el deseo de corresponderle y el temor de estar perfectamente al tanto de quién se trata, de no estar a la altura y de tener que hacerlo de todas maneras porque ese es el motivo por el que he pasado por todo esto. De pronto, el haberme despertado tarde hace diez años, los spearrows, la bicicleta quemada, el trueno de mi pikachu... la amistad, el equipo Rocket, el cariño de mi madre siempre alentándome, los tauros atropellando mi cuerpo y muk aplastándolo, las regiones, las ligas perdidas, el amor de Serena y el mío hacia ella; todo carece de sentido si no se mira como un camino para llegar a este momento, tan solo un preámbulo por el cual debía de pasar hasta alcanzar el destino que yo mismo me impuse el día en que salí de Pueblo Paleta, cargué con un ratón amarillo, corrí peligro de perder la vida y recogí una pluma de los colores del pokémon que ahora yace frente a mí, agitando con fuerza sus alas, clampeando el aire con su enorme pico.

—No traje pokebolas ocupadas conmigo, por eso, sabes que eres al único a quien podría elegir para este enfrentamiento —le susurro al pokémon eléctrico que salta desde mi hombro al suelo, a enfrentar al ave legendaria que me estuvo llamando desde el principio. La pluma arcoiris brilla, y Ho-oh brama enfurecido—. Ahora, amigo, ¡mil rayos!


El trueno y el fuego se chocan con bestialidad a metros de mi piel permitiéndome gozar del calor de su embate. Veo a Ho-oh volar creyendo que así nos evitará, pero nuestra furia lo alcanza y sus alas tiemblan ante el poder de nuestro rayo, algo que debería haberlo hecho precipitar, pero su poder de pelea no mengua en lo más mínimo.

Ayer, en aquel lugar donde te vi por primera vez, tú me eras indiferente. Yo te era indiferente, y tú sabías que los humanos no merecíamos ser iluminados por la estática de tus mofletes, pero aun así me abriste tu corazón. Hemos amado por igual, Pikachu. Tú también la adoraste con la misma devoción.

Las estadísticas del legendario se alteran con su último movimiento y nosotros nos jactamos de aprovechar el espacio en que decidió no atacar para fortalecerse y nos valemos del mismo a fin de llenar de electricidad sus plumas, mas no conseguimos provocar el suficiente daño como para marcar una diferencia, y optamos sin decirlo por una estrategia defensiva que nos permita analizar los alcances de la resistencia de nuestro rival antes de decidirnos por un punto donde soltar nuestro poder, pretendiendo alcanzar el desenlace.

A Serena también la vi por vez primera en algo relacionado al profesor Oak, aunque en ese caso era solo un campamento infantil. Me contaron que supuestamente un niño había visto a Mew, en tanto yo llegaba tarde por irla a buscar allá, donde un peligroso poliwag la hacía berrear. Tú, mi querido Pikachu, creciste en ese mismo bosque. Quizás alguna vez nos hayamos visto pasar.

El caos se expande al rededor de mi pokémon en tanto un tornado de fuego lo rodea, pero un golpe de su poderosísima cola de hierro levanta suficiente arena para alterar la base del vórtice ígneo y este desaparece bajo nuestra última estrategia dejando agotado a mi roedor, el cual, sin embargo, no se deja amedrentar.

Su sonrisa en el sueño lo colmaba todo. Hacía rato no la veía con tanta claridad. En el fondo temía que llegara el momento en que supiera que la había olvidado...

Un hilo de fuego se transforma en llamarada a la vez que impacta contra mi mejor amigo y me descubro hundido en el aluvión abrasador por haber saltado sin pensar en lo que hacía, todo a cambio de defenderlo. Mi dorso arde con un candor indescriptible, insoportable; pero yo estoy feliz. Jamás hubiera querido que fuera Pikachu quien recibiera quemaduras de ese tipo. En ese momento, la ratita cuqui reacciona a mi cariño y urjo en calmarlo porque sé que le importo tanto como él a mí. Su lenguita roza mi mejilla, tal como lo hizo luego de haber derrotado a la parvada de pajarracos que nos habían increpado la primera vez. El ave que ahora nos violenta brama convencido de su propia victoria.

Y yo perdí, ya lo sé. Perdí cuando la perdí a ella. Detengan al equipo Rocket, ya no tiene caso tratar de asesinarme; una parte de mí murió hace tiempo. Yo te perdí, Serena, pero no perdí mi capacidad de amar. No dejé de querer a Pikachu, del mismo modo que tú lo hacías.

Repentinamente, como si un sentimiento dormido acabara de despertar y lograra embebernos a los dos, el vínculo que me une a mi pokémon se vuelve una fuerza imparable elevando sus poderes hasta límites nuevos, aquellos que nos tuvieran en vela tras largas noches de estudio plagadas de combates y comprensión. La electricidad nos rodea, nos transforma: él más como yo, yo más como él. El aspecto de mi Pikachu va cambiando rápidamente hasta elongar sus mejillas rojas formando zetas, cargando de azul las manchas de su espalda y afilando los rasgos de su cuerpo ocasionando que se pareciera mucho más a mí. El vínculo que nos había abandonado hace casi un año, cuando perdí a mi esposa, ahora volvía fortalecido por el sentimiento de extrañarla y se expresaba ante nosotros y desde nosotros hasta avasallar a Ho-oh con un poder que lo superaba.

Truenos, fuego, estrategias, encuentro. Pikachu impactó sobre el ave legendaria, esta arrolló con todo su poder buscando destrozarnos. La pluma arcoíris insistía en refulgir llenándonos de expectativas. Era un cruce de voluntades entre lo legendario y el cariño descomunal en el que nos habíamos identificado el uno con el otro hasta volvernos indestructibles.

Las alas de Ho-oh chocan y brasas de fuego descienden como meteoritos, pero una lluvia de bolas de electricidad parten en dirección opuesta a la lluvia habitual haciendo que surcar el cielo sin riesgos fuera una misión imposible para nuestros plumífero amigo. Su cuerpo recibe todo el daño, trata de soportarlo, lo intenta de verdad, pero es alcanzado por un nuevo y poderoso rayo y rápidamente desciende acercándose peligrosamente al suelo, en estado de inconsciencia. Corro para atraparlo, pero su tamaño es colosal, moriríamos ambos. Entonces, la solución más simple se hace evidente y lo recibe el mecanismo de una de mis pokebolas vacías para atraparlo en un brillo rojo que apenas pudiera temblequear tres veces antes de revelarme que aquel imponente pokémon pasaría a ser parte de mi equipo.



El vínculo cesa lentamente, permitiéndonos mirarnos una última vez, felices y orgullosos por haberlo conseguido otra vez, juntos.

—Ya hemos llegado hasta aquí —puntualizo observando el paisaje de aquella cima escambrosa—. Creo que es momento de terminar lo que empezamos. Ho-oh, yo te elijo.

Rocío con un máximo revivir las plumas del pokémon debilitado y este me observa con gesto señorial. Acerco mi rostro al suyo y chocamos las frentes como símbolo de reconocimiento de su parte a mi persona. Lo he logrado. El pokémon que nos llevará a una era de paz donde el vínculo entre los humanos y los pokémon pueda ser venerado con el cariño y homenaje que se merece por fin está en mis manos. Pero antes, aquellos que con su ambición sistémica vuelven este sueño imposible deben desaparecer.

—Tengo mucho que aprender de ti, pero mi cuerpo está débil, y tal vez sea el momento de que te vuelvas a presentar ante el mundo de los humanos y les des tu mensaje de paz y unión. Vayamos hacia allí. ¡Vuelo!

El cielo a nuestro al rededor se convirtió en una inmensa totalidad.



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro