37. Ideales.
—¿Y estaba buena?
—¿Qué tiene que ver eso?
—Contesta la maldita pregunta.
—¡Estamos hablando de mi esposa! —le grité al teléfono para que Gary no perdiera detalle. Él, con la parsimonia de quien no está pidiendo información ilegal, respondió:
—¿Cómo sabes que era ella?
—Solo lo sé, ¿de acuerdo? ¡Es que son idénticas!
—Satoshi... —Escuché como si su voz se quebrara, pero lejos de convertir el tono en uno más condescendiente, rápidamente regresó a su habitual burla al completar—, ¿cuántas veces has encontrado a chicas idénticas a Serena este año?
—No muchas.
—¿No muchas?
—Solo alguna que otra...
—Yo diría que mucho más.
—¡Pero esta vez es diferente! Estoy seguro que...
—Tres veces has estado completamente seguro que. —Me quedé en silencio después de que me cortara la frase a la mitad sintiendo como si aquella más que una conversación de colegas y amigos fuera una especie de intervención de su parte para que yo dejara de imaginar encontrar a mi esposa desaparecida en la cara de cualquier muchacha bonita. Él continuó—. ¿Tienes fotos?
—¡¿Por qué tendría fotos?!
—Porque eres tú.
—¿Tan pervertido me crees?
—¿Las tienes o no?
—...
—¡Lo sabía! Manda.
—No es una foto, es el dibujo que hizo el policía de los identikits.
—¿Por qué demonios tienes eso?
—... Es linda. Se parece mucho a ella.
—¡Ya, manda! Solo quiero ver si es ardiente o no.
Indignado, busqué la fotografía que le había sacado al dibujo que habían realizado con la información recabado sobre los soldados Rocket y le envié el detalle a color que habían trabajado sobre la descripción de aquella muchacha de cabello rojo. Segundos después, Gary enmudeció.
—Idéntica, ¿no? Por eso te quedaste callado. ¡Es preciosa!
—Éntrale tranquilo. Tienes mi bendición.
—¡¿Qué?!
—Y no finjas que no la necesitas porque eso sería mentir, y muy feo. No será Serena, pero si es como el dibujo, es muy hot.
Ofuscado por la rabia por lo que este idiota estaba diciendo, soplé contra el teléfono para que el ruido le hiciera doler los oídos, pero no me funcionó. Solo conseguí que se riera por lo infantil de mi intento.
—Satoshi —Su voz había cambiado de tono y yo sabía bien por qué era—, los esclavos liberados y los miembros capturados han dado toneladas de información que nos están acercando a las cabezas de los equipos malignos de todas las regiones de un modo jamás antes visto. ¿Entiendes lo grande que es esto?
—Sí, lo sé, y también sé adónde vas con todo esto: no debo perder el tiempo cazando a una chica que me recuerda a Serena. Tal vez tengas razón; es linda, pero no es ella.
—Si te la quieres agarrar para sacarte las ganas, por mí está bien. Te mereces un poco de diversión, y esta chica tiene con qué dártela; pero, si prefieres salvar al mundo, esta es la mejor oportunidad de consentir a la verdadera Serena consiguiendo lo único que puedes ofrecerle: venganza.
—El soldado de alto nivel dijo que ella había escapado con vida. Debe estar afuera sin saber quién es. No me digas que intente algo con otra chica cuando mi esposa aún sigue con vida.
—Por lo que sabemos, tu esposa tranquilamente podría tener un nuevo marido e incluso estar esperando un hijo. ¿Qué harías si así fuera?
Callé por unos instantes antes de contestar.
—La amo, Gary. Si ella aún me recibe, ahí estaré.
—Entiendo. Bien, pues imagínate que esa linda pelirroja es Serena cuando le estés quitando la ropa para...
Corté el teléfono a media frase y avancé decidido hacia donde Jenny estaba reuniendo a los campeones que nos habíamos quedado en las cercanías. La oficial nos observó con gravedad y entre palabras comedidas nos informó que todas las fuerzas a nivel mundial se estaban movilizando para corroborar la información brindada por los hombres y mujeres liberados ya que, aunque cuidar el tiempo resultaba primordial debido a que ahora que el Team Rocket sabía que poseíamos esa información podría actuar previniendo cualquiera de nuestras iniciativas, no había manera de confiar en los esclavos. Cualquiera de ellos bien podía ser un infiltrado que nos hiciera caer en una trampa.
—Por otra parte —agregó una vez nos hicimos a la idea de que atrapar a Silver sería mucho más difícil de lo que habíamos esperado—, quiero anunciarles que durante el ataque a la fábrica del Equipo Rocket hubo una deserción.
Nos miramos sorprendidos y, ante la insistencia de Lance quien no toleraba este tipo de deslealtades, ella afirmó:
—Se trata del ex campeón Red.
Perplejos, todos aventuraron sus propias hipótesis, pero tras un rato de cavitaciones creo que finalmente fui yo quien comprendió a la perfección sus motivos, aunque no me atreví a enunciarlos en voz alta y dejé que todos se marcharan antes de sentarme con Pikachu sobre mis piernas y dejar que la tristeza me nublara las ideas. Red siempre combatió al Team Rocket porque los veía como los villanos que, lejos de querer cambiar el mundo para bien, pretendían tomar el control de los pokémon para así dominar a los hombres, y lo hacían únicamente por ambición. Con la llegada de Silver como nuevo líder, las cosas habían cambiado. A Red nunca le gustó el poder que ejercía la Elite Cuatro para controlar a la población; decía que humanos y pokémon debían vivir en una anarquía pacifista sin que nadie les impusiera qué estaba permitido y qué no. Curiosamente, casarse con esos ideales lo llevó a unirse a su peor enemigo: el equipo de malvados que arruinó su vida.
¿Qué si lo entendía? En lo más mínimo. No soy un hombre de pensamientos profundos, sé que las cosas ocurren y sé que las personas y los pokémon deben estar bien, pero no tengo ideas que puedan mejorarlo todo, y si las tuviera no me gustaría imponerlas como lo hacen los que lideran los equipos a los que combato. Es cierto que ellos son grandes hombres con grandes pensamientos los cuales, aunque altruistas, suelen involucrar mucha miseria a algún grupo de personas e incluso pokémon para poder ser realizados. Entiendo que hoy el sufrimiento es una realidad, pero reemplazarlo por otro tipo de sufrimiento no me parece que haga sentido. Yo solo creo que si todos trabajamos unidos, cosas grandes ocurrirán.
Ese es mi ideal: la unión entre humanos y pokémon. El vínculo.
Sabiendo que la noche pronto caería, me alejé aun más del grupo adentrándome en el desierto una distancia considerable y me dispuse a preparar mi carpa en soledad en el lugar adonde esperaría a Gary para partir al siguiente día. Ya no quería seguir rodeado de tanto barullo; el lío en el que me estaba metiendo sin habérmelo planteado definitivamente me estaba haciendo mal, y Píkachu lo notaba porque no paraba de acariciarme el rostro como diciendo «tranquilo, tonto; todo saldrá bien», o al menos así lo interpretaba yo.
De pronto, al sacar la bolsa de dormir de mi interminable mochila, una nota escrita sobre un grueso pergamino lila con letra de mujer cayó a mi lado y el viento lo hizo temblar. Dubitativo, levanté la hoja y me dispuse a leer algo que inmediatamente heló mi sangre haciéndome girar en gesto desesperado para notar que a mi al rededor no había nadie. Estaba solo.
La nota decía:
«Buen trabajo rastreándonos, pequeño campeón de Kanto; pero de ahora en más nosotros tomaremos el control de las cosas, y haremos que te arrepientas de haber terminado con nuestra fábrica. Nadie le toma el pelo así al nuevo Equipo Rocket.
PD: Gracias por decirme preciosa mientras conversabas con tu amigo, hoy.»
Continuará...
*****
NA: Espero que perdonen mi pésima habilidad para el dibujo, pero no tenía manera de encontrar una imagen que se le pareciera en algo a la chica en cuestión ya que es un nuevo personaje, y como sé que a ustedes les gustan más los fanarts que las descripciones me tomé la libertad de dibujarla así, como me salió. Sean amables con la crítica aunque yo no me lo merezca 😂
Le puse continuará porque le daba más misterio, no porque vaya a hacer algo diferente. El libro sigue como vino hasta ahora jaja.
Un abrazo para todos. Andy fuera.
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