32. Nostalgia.
Así que este es el lugar donde finalmente te perderé...
En una dimensión monstruosa donde los Ultra Entes reinaban en caos y la oscuridad se hacía sentir, Satoshi luchaba junto a Gladion, Lillie, Lana, Christian y Mao contra un acorralado Giovanni y su tenebroso Mewthree unidos por un vínculo enfermizo y sin emociones. Su aspecto repleto de heridas abiertas y de ojos vacíos hizo que Lillie echara atrás soltando un pequeño gritito involuntario.
—¡Oye, tarado, deja de asustar a mi hermana!
—¡Mewthree, legeremancia!
Todos sintieron cómo el monstruo invadía sus mentes nublándoles la visión y, de pronto, cualquier intento de ataque se sintió absurdo puesto que la quimera reaccionaba con antelación dejando al grupo de entrenadores en ridículo. Incluso Satoshi comenzaba a pensar que no estaba a la altura.
—¡Shiron, Granizo!
Antes de que el zorro de las nieves pudiera aplicar su estrategia de cambiar el clima para luego usar un velo aurora que protegiera al grupo reduciendo el daño en un tercio durante cinco turnos, mewthree lo señaló con un dedo y este, en lugar de usar el movimiento indicado por su entrenadora, destrozó las hojas de Steenee con un brutal ataque de granizos.
—¡Oye, qué te pasa, rubia loca? —chilló Mao apuntando a Lillie con un dedo totalmente fuera de sí.
—¡No fui yo! Tú oíste mi orden, ella hizo lo que quiso.
—Controla a tu pokémon.
De pronto, Togedemaru asestó una Electropuntada que amedrentó a Brione, haciendo que Lana estallara contra un confundido Chris.
—¡Vuelves a hacer que tu pokémon ataque al mío y te dejo la panzota de sombrero de la patada que te daré!
—¡Cálmate, esclava! ¿Qué no están viendo lo que él hace? Está controlando a nuestros pokémon para que se ataquen entre sí, y de ese modo no tiene que desgastarse en tanto peleamos entre nosotros.
Inesperadamente, Roca Afilada de Lycanroc debilitó de un solo impacto al pobre Shiron, pero Mao en lugar de lamentarlo se mofó de ello felicitando al semi albino.
—¡Deja de burlarte, tarada! —gritó Lillie.
—No me digas tarada; mejor dime cuñada.
Las chicas se lanzaron a agarrarse de los pelos, pero Lana las separó. Mientras tanto, Satoshi no acababa de comprender cómo un grupo tan infantil se había hecho con el título de Ultra Guardianes de una región.
—¡Rayo!
Pikachu-S descargó una cantidad masiva de energía sobre Mewthree-G, y este la esquivó teletransportándose al tiempo que provocaba que las hojas de Steenee atacaran por montones al roedor eléctrico, quien al retroceder para esquivarlas se chocó casi de lleno con el movimiento Triturar de Licanroc. El pokémon amarillo lanzó una Cola de Acero al piso provocando que los ojos rojos del licántropo se llenaran de polvo, favoreciendo que liberara su agarre justo a tiempo para esquivar el Aqua Jet de Brione, el cual impactó de lleno contra el pokémon roca dejándolo al borde del debilitamiento.
Algunas veces la melancolía me sedujo a pensar qué sería de mí cuando este momento llegara... Hoy lo veo claro: sin ti no sirvo.
Mewthree trató de poseer la mente del roedor eléctrico, pero este le rehuía sin esfuerzos dado que su alma y la de Satoshi eran una, y controlarlas era imposible. Por eso, su intento le valió un ataque eléctrico tan descomunal que por poco lo derrota. Mientras tanto, Giovanni no terminaba de comprender cómo era posible que un ser de esa talla pudiera liberar semejante poder. Su quimera debería ser infinitamente superior, para eso la había diseñado, pero ni con el fenómeno lazo por fin alcanzado lograba hacer frente a un pequeño pikachu criado a base de croquetas y bayas silvestres.
«Finalmente las emociones que lo vinculan a su entrenador sí le dan poder», aceptó analizando todas las posibilidades. Si Pikachu-S no se rendiría hasta el final, entonces para derrotarlo solo debería hacer que ese final llegue.
Todos los pokémon frenaron en seco rodeando al mejor amigo de Satoshi y un halo de energía zeta los rodeó sin que sus entrenadores intervinieran en el asunto, provocando que los mismos desesperaran llamándolos no solo por la rareza del acontecimiento, sino también porque sabían que usar ese tipo de poder tantas veces de seguido indudablemente llegaría a dañarlos. Los ataques más poderosos de Alola avasallaron al oriundo de Kanto, pero este los repelió con su propio poder eléctroco hasta provocar que les estallaran los movimientos en sus caras, dejando a todo el grupo, Pikachu incluído, en pésimo estado.
«Él dijo que si me elimina, el Equipo Rocket desaparecerá conmigo porque la cabeza mueve al cuerpo; pero si logro eliminar a su Pikachu habré terminado con su resistencia, y de ese modo ya no volverá a interferir en nuestros planes. Lo debo asesinar».
El enfermizo pokémon creado en un laboratorio unió sus muñecas elevando las manos por sobre su cabeza y el universo entero se fisuró colapsando por una energía psíquica capaz de demoler todo a su paso, para así lanzarse de lleno contra el pobre Pikachu-S, quien lo esquivó tanto como pudo, demostrando los progresos en su de por sí ya descomunal velocidad potenciada ahora por el vínculo que lo unía a su entrenador, pero luchar contra ese monstruo era demasiado aun para el poderoso matalegendarios.
Cuando te vi caer, finalmente comprendí todo el miedo que llevabas en tu corazón y adiviné sin que me lo dijeras que yo te lo había hecho más difícil.. pero ya es demasiado tarde. Déjame llorarte en silencio.
El aluvión se condensó en un halo de poder, se amontonó en un solo destello, una lágrima en la historia de la unión entre el entrenador y su pokémon cayendo sobre su espalda. Y Satoshi corre, y Pikachu tropieza, y la energía precipita como precipitaban las hojas en el otoño en que unos Spearrows salvajes les enseñaban que protegerse mutuamente era el primer paso hacia un amor descomunal, el mismo sentimiento que ahora hacía que el entrenador saltara sobre su pokémon y la maraña de energía cayera contra su cuerpo destrozándolo en ese mismo instante más allá de los límites de la vida, pero permitiendo que su mejor amigo saliera intacto.
La sangre del borde de Satoshi brotaba incontenible, un grito puebla el ambiente y el mismo Giovanni se anonada por el acto de altruismo inesperado cometido por el joven entrenador.
—Idiota —musitó sintiendo su estómago efervescer—, ¿por qué te sacrificas así por un pokémon?
Lillie, que fue la única que viajó con él, corrió a su encuentro e intentó frenar la hemorragia, pero esta no cedía.
—No... Satoshi, se fuerte, tú solo... ¡no! —Su grito embravecido surcó los cielos y alcanzó la mirada vacía del líder del Equipo Rocket haciendo que hasta el mismísimo Giovanni vacilara—. Eres cruel... ¡Él no merecía esto, tú sí!
—No era la forma en la que esperaba que todo terminara, pero está bien para mí.
—... Debes pagar.
—¡Lillie! —Su hermano quiso consolarla, pero no sabía cómo. La vio llorar con la cabeza gacha y los puños apretados, con las piernas tensas pero temblando.
—¡Debes pagarlo! —chilló nuevamente para luego tomar el bolso que todo este tiempo había estado cargando y abrirlo, permitiendo que de él una criatura extraña hiciera acto de presencia.
Un pokémon pequeño y de aspecto extraño, mezclando una coraza amarillenta y un cuerpo de mil estrellas emergió de su interior, un ser al cual la rubia dio el nombre de Nebby, y que rápidamente desapareció de la escena dejando a todos perplejos.
—Pero qué ra...
La frase de Chris quedó por la mitad ya que antes de que tuviera tiempo de pronunciarla un destello de luz anunció que Nebby había regresado, y junto a él se había teletransportado un pokémon enorme y majestuoso, algo similar a un murciélago con los bordes de las alas y la parte inferior del cráneo parecidos a la luna, y que miraba con desprecio a Giovanni y a su creación.
—Lunala... —susurró Kiawe en un tono tan bajo que apenas algunos pocos lo lograron escuchar.
El pokémon alado recorrió el espacio que lo separaba de Lillie y le hizo entrega de un cristal al cual ella recibió dudosa para luego asentir con la cabeza, como si las palabras sobraran y tuviera bien en claro lo que debía de hacer con aquel pequeño artefacto, situación que compartió con Gladio, el cual rápidamente ordenó a los demás.
—¡Detengan a esa cosa hasta que Lillie lo derrote!
—¡¿Esa niña?! ¡Jamás podrá! —exclamó Giovani y un feroz combate entre los Ultra Guardianes y su Mewthree se estableción en tanto la albina marcaba violentas posiciones con las manos a imagen de Lunala.
—Esto es por Satoshi —gimoteó Lillie—, por Alola y por todas las regiones a las que has acosado con tu estúpido ideal comunista. —Un halo de poder embebió la figura de la niña y del murciélago acrecentando su potestad hasta niveles insospechados en tanto Mewthree se deshacía del último pokémon en pie para volver a condensar su inmenso poder directamente hacia ella—. Ya no importa lo que hagas, nada será suficiente. ¡Lunala, Mūnraito burasutā!
Un grupo de esferas de luz rodearon al pokémon legendario y este las canalizó en un solo rayo que fue directo a impactar contra el que Mewthree había provocado. Sus fuerzas chocaron y se mantenían en un embate estable hasta que Nebby se teletransportó cerca de la quimera y lo golpeó con todo su peso para así regresar al lado de su entrenadora antes de que el potente ataque de Lunala viniera a fulminarlo.
—¡Recuperación, recuperación! —repetía incipiente la voz de Giovanni, pero ya era demasiado tarde; su pokémon había perdido la forma zombificada que le había brindado el vínculo regresando a su imagen habitual de un ser humanoide y enfermizo, pero ahora completamente debilitado.
El lugar adonde tú estás no me pertenece. Recuérdame de vez en cuando, mi amor. Ya no puedo alcanzarte.
El anochecido cielo brindó destellos de pálidos rostros, quizás medusas o quizás quimeras, no podían saberlo. Aquellos seres vinieron alertados por el barullo de la pelea y al ver a un entrenador debilitado ser amenazado por uno de los suyos, decidieron tomarlo. Nadie pudo impedir que el grupo de los nihilegos rodeara a Giovanni, que lo capturaran como él anhelaba hacer con todos los pokémon fuertes del mundo y que, finalmente, se lo llevaran a gran velocidad.
—¡Debemos recuperarlo o lo devorarán! —advirtió Gladio, pero tanto Lillie como los demás tenían su atención puesta en un pequeño roedor amarillo que intentaba inútilmente con sus descargas eléctricas hacer que su mejor amigo reaccione.
—Está muerto... —dijo Lana, pero nadie se atrevió a creerlo. De pronto, una de sus pokebolas se separó del resto como si su inquilino luchara por liberarse, consiguiendo salir de ella un enorme ciervo de cuernos gigantes y rostro afable.
Los ojos de la multitud quedaron atónitos observando como el pokémon legendario se acercaba a su entrenador, lo empujaba con su hocico y, finalmente, vertía lágrimas silentes sobre él en la medida que una luz azul se proyectaba calmando los aguerridos ímpetus. Las heridas de Satoshi, sus profundas y sangrantes heridas, poco a poco se fueron cerrando para que el color volviera a su rostro y, tras varios minutos expectantes y llenos de tensión, el morenito volvió a abrir los ojos y sonrió agradecido.
Se acercaron a él, pero su Pikachu se mostró más arisco de lo esperado, impidiendo que nadie lo tocara. Pronto comprendieron que nuevamente lo estaba protegiendo, tal como había pasado el día en que esos dos se habían conocido.
Lunala bramó, un portal de luz se abrió frente a ella y habló con el roedor para indicarle que era el momento de marcharse.
—Los llevará a su dimensión —explicó Lillie—. Déjanos ayudarte a cargarlo.
La ardilla eléctrica aceptó y todos subieron a Satoshi al lomo de Xerneas para que así este pudiera agradecerles y retirarse cabalgando. Él no lo sabía, pero el desastre que habían prevenido jamás nadie podría compensarlos.
Al otro lado del portal no los esperaba Alola, sino la salida de la Cueva de los Reflejos, donde Gary se hallaba rodeado de policías e inmediatamente unas enfermeras lo tomaron.
—He perdido mucha sangre, pero ¿qué crees? Vencimos a Giovanni.
—Tú uno y nosotros cien. Capturamos a muchos miembros del Equipo Rocket a lo largo de esta tarde, mientras tú jugabas con tus amiguitos de otra dimensión.
El azabache rió porque su amigo seguía burlándose de él a pesar de verlo completamente devastado. Todo había salido de mil maravillas, ya solo le restaba descansar.
—¿Dónde está Serena? Acabamos de casarnos y aún no tuvimos tiempo ni siquiera de conversar.
—Creí que estaba contigo.
—No, la dejé afuera de la cueva, esperando.
—Yo no la vi al llegar, y eso que lo hice apenas una hora después de que ustedes se fueran de la isla.
El maestro pokémon abandonó la ambulancia donde lo estaban colocando y echó a andar preocupado por el bosque, perseguido por varias Joys que le insistían en que no se esforzara tanto.
—¡Serena! —gritó con las últimas fuerzas que le quedaban, pero nadie respondió—. Serena... —El mundo entero se tiñó de blanco.
Voten, comenten y sobre todo lean las otras historias de mi perfil. Nos vemos pronto en el próximo capítulo.
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