31. Maldad
¿Cómo había llegado a esa situación? Primero, el ataque del Equipo Rocket lo separó de los demás, encontrándose él junto a Serena en una isla pintoresca donde decidieron unir sus vidas parra siempre según las tradiciones que Fennel les había regalado. Entonces, nuevamente el mismo equipo de malhechores los interrumpió sobre el cierre de la ceremonia para invadir la isla y aterrorizar a sus habitantes.
Habían sido traicionados por alguien del mismo credo que su amiga; pero eso no los detendría, lucharían hasta el final para derrotar de una sola vez y por todas a Giovanni y los suyos.
En medio de la contienda, muchos amigos los vinieron a ayudar porque el suceso estaba siendo transmitido: la derrota del Equipo Rocket sería un evento televisivo de visibilidad masiva.
Todo estaba perdido para los portadores del escudo de la R roja en el pecho mas, al momento de hundirse con su barco, su líder huyó volando sobre su pokémon hasta ingresar a la Cueva de los Espejos, donde Satoshi lo persiguió dispuesto a capturarlo y darle un fin a la institución maligna, cortando su cabeza para que así todos los que integraban el cuerpo se disiparan.
Fuera de la cueva, Serena lo esperaba, pero dentro, Giovanni lo arrastró hacia el mundo espejo, donde pudo comprobar que la paz que reinaba en su dimensión era una idea utópica y difícilmente realizable. Su yo de ese lugar había abusado de los dones del vínculo con su Greninja para convertirse en un pirata de la información que realizara ataques cibernéticos a fin de desestabilizar el sistema y, de ese modo, el líder del equipo Rocket de su propia dimensión tomó el control de todo.
Organizaron un frente y contra atacaron. Numéricamente fueron ampliamente superados, y aun así avanzaron. Dieron con el hombre que movía las redes de las peores líneas de tráfico pokémon en dos dimensiones y lograron, nuevamente, acorralarlo; o al menos eso creían, porque cuando estaba apunto de ser vencidos, Giovanni volvió a recurrir a la huida, obligando a Satoshi a perseguirlo para acabar ambos forcejeando y cayendo hacia el vacío infinito ubicado en medio de las dos dimensiones.
Entonces, todo se enrareció. A su al rededor, un túnel de luces y colores se abría desperdigando un sin fin de sonidos como si un concierto de flautas desafinadas estallara contra sus tímpanos. Podía ver también miles de portales abrirse y cerrarse constantemente, pero el agarre de Giovanni no le permitiría alcanzar ninguno a tiempo.
—¡Si no me sueltas y atravesamos algún portal ahora, nos desintegraremos! —advirtió Ketchum, aunque al mayor esto poco parecía importarle.
—¡Ya no volveré a ser derrotado por ti! Te llevaré hasta la tumba, maldito gusano, aunque sea lo último que haga —gritó iracundo.
Para Giovanni, esto podría significar la muerte más digna a manos del adversario más despreciable, pero cargándose con él; no obstante, para el Azabache no era así. Para Satoshi esto significaba la separación definitiva, lo cual, bajo su mirada de vinculación constante, representaba el mayor de los fracasos. Si bien sí habría logrado su objetivo de derrotar al Equipo Rocket, él nunca fue el héroe que tantas veces se había profetizado. Necesitaba, por regla, compartir su vida con las personas y los pokémon que amaba. Necesitaba de Serena, de su mamá, de Greninja, de Charizard, de su Totodile, de Monferno, de Bulbasaur, de su adorado Pikachu... ¡Pikachu!
Había olvidado ese secreto que en medio de las adversidades más profundas todos solemos olvidar: no estaba solo. La cola resplandeciente del roedor amarillo impactó contra Giovanni, aflojando su agarre y permitiéndole al Mostaza impulsarse juntos, los tres, hacia uno de los portales más cercanos hasta atravesarlo.
Porque aunque atravesar una puerta sin saber qué hay del otro lado es un riesgo enorme, nada peor que, por miedo, seguir donde estamos sabiendo que ese no es nuestro lugar.
Llegaron a una dimensión oscura, como si la luna se hubiera tragado al sol. A su al rededor, las ruinas lo cubrían todo, y una atmósfera de pesadumbre los abordó ni bien alcanzaron la tierra.
—¿El Mundo Distorsión? ¿Giratina?... No —Satoshi intentaba dar pie con el sitio en cuestión, pero no lo lograba—, parece ser un lugar diferente. Nunca antes había estado aquí, ¿o sí, Pikachu?
La ardilla negó con la cabeza visiblemente preocupada. En ese momento, una voz lo alcanzó desde la lejanía.
—¿Un humano aquí? Pero eso es imposible... a no ser... —Miró hacia su izquierda encontrándose a lo lejos con una figura extraña, similar a un motociclista de competencia o una especie de Power Ranger con su traje color gris oscuro—. No, esto debe ser una ilusión creada por ellos.
—¡¿Quién eres tú?! —cuestionó Giovanni con su brazo lastimado por el pokémon eléctrico del rival de su misma dimensión. El extraño permanecía expectante, pero al ver que el líder perdía la paciencia y enviaba a su Aerodactil a combatirlo, por fin demostró algo de sí mismo y envió a un pokémon de los más raro para luego insertar una especie de disco en su cabeza.
—Silvally, garra de choque.
Un golpe fulminante vino a bajar al ya debilitado líder del Equipo Rocket, sorprendiendo al par de Kanto.
—¿Quién eres? —No contestó—. ¿Dónde estamos? —Viendo que aquel sujeto dirigía a ellos un nuevo ataque, Satoshi no tuvo otra opción que reaccionar—. No me place defender a Giovanni, pero si dejo que lo haga, lo siguiente será acabar con nosotros... no lo permitiré. ¡Pikachu, ataque rápido!
—¡Esquívalo!
Los intentos de la quimera fueron en vano y el roedor impactó con enorme potencia su cabeza hundiendo el abdomen de su rival.
—No le des tiempo de ordenar un nuevo ataque, corte aéreo.
—Cola de acero.
El choque de golpes resultó en un empate, situación que incomodó al entrenador desconocido hasta hacerlo entrar en cólera.
—No podrás detener esto: ¡Silvally, multiataque!
La bestia se alejó un poco más para así intentar embestir al pequeño pokémon con cu cuerpo cubierto en una energía carmesí, mas el Azabache no tenía tiempo de jugar con ese tipo de estrategias infantiles.
—Mostrémosle todo nuestro poder —Sus corazónes latieron al mismo ritmo, un solo sentir, un mismo espíritu. La fisionomía de Pikachu cambió, revelando el poder más grandioso de un pokémon junto a su entrenador—. Trueno.
Una columna de electricidad aventajó la marcha de la quimera enseñándole al extraño Power Ranger por qué ese pikachu se había hecho con el título de matalegendarios. Quiso sacar a su segundo pokémon, un Lycanrock nocturno con los ojos rojos más terroríficos que pudiera existir, pero una voz lo vino a detener portando una melena rubia que el azabache reconoció de inmediato.
—Hermano, ¿qué haces aquí? Esto es una misión de reconocimiento, no de combate... ¡Por Dios!, ¿ese no es Satoshi?
—¡Lillie!
Absorto, el Mostaza meditó un momento sobre las posibilidades.
—Si ese es tu hermano, ¿entonces él es Gladion?
El aludido removió su casco dejando ver una brillante cabellera ambarina.
—¡Oh, por Arceus, el escritor transexual! —exclamó Giovanni admirado.
—¡¡Pero qué mier...!! —El rubio estalló iracundo.
—Lillie, ¿tu hermano es un transexual?
—¿Qué dices? ¡Pero claro que no!... ¿O sí?
—¡No lo soy!
—¿Entonces por qué él dice que eres un escritor trans?
—Es que... eso es solo una confusión. —Si lo mirábamos desde arriba hacia abajo, había una secuencia muy interesante de colores en Gladion: Amarillo pálido, rojo brillante y luego la ropa negra. El muchacho se vio forzado a continuar su explicación porque las miradas pendían sobre él de un modo que lo llegaba a intimidar—. Verán, escribí romance gótico... vampiros y mujeres de pechos grandes con escotes ajustados, ya saben, lo que nos gusta a todos; en fin, nadie lee a hombres en ese tipo de novelas, de manera que mi editorial me recomendó usar un seudónimo de mujer para mejorar mis ventas, y lo hice. Me puse Gladiola Negra, pero parece que la gente se creyó de verdad que era mujer, comenzaron los rumores, y bueno... ¡pero no soy trans!
—¡Oh! —exclamaron todos en general, aunque Satoshi agregó—. Para ser franco, Giovanni, no esperaba que usted leyera ese tipo de novelas.
El hombre mayor escondió la vergüenza detrás de un rostro enojado que de nada le sirvió.
—Es que son muy buenas —defendió Gladion, y Lillie afirmó—. Como sea, al verte, Satoshi, acabo de recordarlos a ambos: él fue quien atacó el estadio el día que nos conocimos.
El líder de tipo tierra sonrió.
—Me alegra que me reconozca una celebridad de su estilo, y aunque desearía que fuera en otros términos, me temo que deberemos dejar las formalidades para otra... —Pero no pudo terminar la frase porque, para sorpresa de todos, Satoshi lo pateó entre las piernas—. ¡¿Qué demo...?!
—Lo voy a detener a como dé lugar, y ya que no le quedan pokémon, lo justo es que sea mano a mano. —Y le lanzó un puñetazo, pero este lo detuvo con lo más inesperado que un ser humano pueda usar para defender un golpe: una pokebola.
—Pero si aún me queda un pokémon, niño ingenuo. Uno que me sacará de esta dimensión ni bien te haya liquidado.
—¡Miente! Dijo que pretendía eliminarme y morir junto a mí.
—Dije que te llevaría a la tumba aunque fuera lo último que hiciera, pero no será así. Mewthree, acaba con estos niños.
Una sola impresión surcó la mente del azabache: imposible. Es que simplemente no era de creer que aún le quedara ese recurso. Se lo había guardado hasta ahora después de caer en la isla, luego en la cueva, tantas oportunidades para liberar el poder de la quimera, pero ¿por qué? había sido derrotado en ambos sitios, en todos asediado por un ejército y ambas veces huyó. ¿Será que esta vez estaba acorralado o que realmente ya no estaba dispuesto a aceptar la derrota? Porque algo en el rostro de Giovanni demostraba una fiereza y resolución impropia. Había otra persona ahí adelante.
—¿Por qué haces todo esto? —quiso saber el muchacho.
—Eso ya lo sabes, te lo hemos estado repitiendo durante muchos años, pero nunca nos escuchas: para proteger al mundo de la devastación y unir a los pueblos dentro de una sola nación. Para denunciar los males guiados por la verdad y el amor, y extendernos bajo un mismo reino hasta las estrellas.
—¡Solo falta que grites tu nombre!
—¡¡¡Giovanni!!!
—¡Ah, rayos!
—El Alto Mando controla el mundo imponiendo una autoridad débil que admite la miseria a cambio de respetar las libertades individuales. Yo solo quiero tomar el control para darles a todos un mundo mejor donde vivir, y tomaré a los pokémon más poderosos para formar un ejército que me lo facilite. Ese es el objetivo del Equipo Rocket.
Vistos de ese modo, las intenciones de Giovanni podían incluso sonar humanitarias. ¿Qué es aquello que hace que un ser con buenos deseos acabe transtornándolos en algo perverso que traiga distanciamiento, dolor y odio?
A lo lejos, Satoshi vio llegar a los ultra Guardianes y supo que todo estaría bien. Otra vez lo tenían completamente rodeado en un grupo de siete entrenadores contra uno. Las pokebolas se sumaron mostrando a un Brionne, Turtonator, Vulpix de Alola, Steenee, Togedemaru y un Eevee con un corte de pelo horripilante quienes se unieron a Lycanrock y Umbreon de Gladion y al Pikachu del Azabache para enfrentar al poderoso Mewthree que Giovanni exponía como último pokémon, pero ¿sería suficiente?
Porque el líder del Equipo Rocket había querido ser bueno, pero jamás aprendió a ser bondadoso dado que su madre, Lady Boss, lo llevó por el camino del mal. Satoshi no lo sabía, pero lo intuía: no existe la maldad, así como tampoco existe la oscuridad o el frío. Todas son carencias; la oscuridad es lo que nuestros ojos captan cuando falta la luz, el frío es lo que nuestro cuerpo percibe cuando falta el calor, la maldad es lo que nuestro corazón encuentra cuando falta la bondad.
Vislumbró en Giovanni al niño idealista que también había sido él, pero con una peor madre que no le enseñó a amar y a respetar la vida ajena. Podía sentirse en las obras del malvado, mas no por las mismas consecuencias, sino por la misma fuerza que las impulsara.
Casi inesperadamente, una onda de poder psíquico derribó a la mayoría de los pokémon de Alola en una demostración descomunal de energía, infundiendo temor entre los afectados. La mitad de ellos no se levantó.
—Pulso umbrío —ordenó Gladion y se sorprendió a sobremanera al ver que el control psicoquinético del clon era tal que le permitió levantar un muro de tierra antes de recibir el impacto, para luego arrojárselo y tener que recurrir a Lycanrock para destrozarlo sin que su Umbreon recibiera daño.
—Los ataques comunes no funcionan, pero no son todo lo que tenemos. —la niña de cabello azul comenzó su danza sincronizando su poder con el de su pokémon foca gai, al igual que lo hicieron sus compañeros—. ¡Brionne, hidrovortice!
—¡Shiron, crioaliento despiadado!
—¡Explosión cataclísmica!
—Umbreon, Agujero negro aniquilador.
—¡Pikachu, Tondorvolto!
—¿Qué rayos significa eso? —cuestionó Kiawe.
—No lo sé, ellos dos se entienden —afirmó Lillie con toda la razón del pokemundo, y el pikachu supo que tenía que tirar un atactrueno, algo con una potencia base de 90, muy bajo en comparación a los más de 160 que estaban usando todos los demás en promedio, pero eso a Satoshi mucho no le importaba.
—Patético —suspiró Giovanni mientras observaba como los poderosos ataques impactaban de lleno sobre su estático pokémon para al final o conseguir que se debilitara—. Recuperación.
Atónitos, observaron a Mewthree volver a la normalidad después de recibir una descarga de poder imposible de soportar y acabar en mejor forma que todos sus contrincantes, quienes ya habían agotado con esos golpes sus mejores reservas de energía.
—¿Por qué no me muestras tu poder, muchacho? —inquirió con cierta urgencia imposible de comprender—, muéstrame por qué eres el único digno de pelear contra mí hoy.
—Ya sobreexigí mucho a mi píkachu, pero si con esto restauro la paz, entonces, amigo, te pido que compartas tu fuerza conmigo una vez más. —Las mejillas se extendieron con la forma sinuosa del dibujo que se formaba debajo de las de Satoshi, su cola, su cuerpo, todo cambió y fue acompañado de un poder absoluto que cubrió todo el campo y alcanzó a reflejar en todos los compañeros del azabache—. Otra vez, Pikachu, ¡cien mil voltios!
La energía que manaba de ese pokémon era abrumadora, como si un verdadero rayo surgiera de su pequeño cuerpo e impactara de lleno contra Mewthree, dejándolo en muy mal estado, pero siendo curiosamente acompañado por una carcajada por parte de Giovanni.
—¡Eso! ¡Esto es lo que quería! Déjame mostrarte todo lo que aprendí de ti después de nuestra primera batalla en el gimnasio de Ciudad Verde. Porque tu energía y tu potencial, ¡Oh, tu potencial Tajiri! Eso nadie más lo volvió a mostrar.
—¡Ataque rápido!
Mewthree se teletransportó varias veces, pero al final fue alcanzado por la enorme velocidad de Pikachu, desequilibrándolo un poco y empeorando su condición.
—Tú me mostraste cómo los vínculos con un pokémon pueden formar lazos capaces de fortalecerlos, pero yo, lo sabes bien, no tengo tiempo para esas nimiedades.
El clon se recuperó e inmediatamente necesitó abusar de los límites de su propio poder psíquico en la medida que una nueva descarga eléctrica avanzaba en su dirección sin lograr impactar de lleno a causa del control psicoquinético, pero provocando un daño significativo por segunda vez.
—Entonces entendí que los sentimientos de Mewtwo jamás serían alcanzados por los míos. Me serví una vez de la mentira para hacerme con su fuerza, pero sus emociones me estorbaban, y decidí reiniciar los experimentos deshaciéndome del factor que complicó todo en el intento anterior. Es así que di con esta preciosidad.
—¡No hables así de un pokémon! Él no es un intento de nada, ni tampoco son sus emociones una carga si las sabes acompañar.
Las esferas de poder psíquico impactaron contra los golpes de los pokémon Ultra Guardianes haciéndolos retroceder, momento en el que el roedor amarillo avanzó con más fuerza para cortar el aire con su cola de acero, la cual Mewthree evadió por poco.
—Si las emociones son un inconveniente, un pokémon sin emociones sería lo ideal, pero ¿cómo fusionarme con alguien sin emociones? —La tierra tembló, haciendo que Lycanrock y Turtonator cayeran debilitados. Solo quedaban Brionne, Umbreon, Vulpix y Pikachu—. La respuesta es muy simple: siendoyo mismo. Jamás necesité emociones.
Un halo de poder psíquico brotó de algún lugar, no se sabía bien dónde, cubrió a Mewthree y a su entrenador. El cielo oscuro se tiñó de rojo, las emociones violentas lo colmaron todo. Algunas cosas comenzaron a levitar, como si el universo entero presintiera que algo andaba mal, que todo podía ser consumido, y, entonces, como si de un sueño terrorífico se tratara, la fogura hialina de Mewthree se tiñó de heridas sangrantes y su forma comenzó a mutar rápidamente hasta parecerse a la de Giovanni, pero mil veces más enfermizo y desgarbado. Como sii hubiera muerto y se mantuviera en pie por alguna fuerza malévola, G-Mewthree se alzaba frente a ellos con un aura espectral y un poder capaz de hacer al firmamento temblar.
Y Satoshi, sorprendiéndose a sí mismo, no podía contener la emoción por la batalla que estaba a punto de ocurrir.
***
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