Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

30. Miedos, tercera parte

—Yo tampoco lo puedo creer —dijo Serena—, ¿cómo es posible que alguien tan egoísta como la señorita Fennel haya venido?

—¡Yo no soy egoísta! —recriminó la dama en tono altanero—, sólo no quiero involucrarme con este tipo de revueltas.

Decepcionado, Satoshi la miró y poco a poco fue asumiendo que aquella mujer tampoco sería como la que conoció en su dimensión. La Fennel con la que él había compartido era capaz de dejar todo de lado por ayudar al más necesitado.

—¿Si no quieres involucrarte, por qué viniste? —estalló la pelimiel.

—Porque tampoco podía dejarlos morir sin hacer algo al respecto.

—¿Vienes a frenar nuestro avance contra el Equipo Rocket?

—¡Vengo a estar presente para que al menos sus muertes no sean olvidadas!

El clima, de por sí bastante tenso, pareció empeorar de un momento al otro, como si el universo entero temblara de miedo.

—Ya no podemos seguir esperando —intervino El mostaza ignorando las disidencias—. Es hora de irnos.

LA CUEVA DE LOS ESPEJOS se veía irradiar una luz escarlata a la lejanía, algo que habría sido un deleite a la vista, un espectáculo casi mágico, pero su periplo se encontraba plenamente militarizado, volviendo el cuadro en un espantoso revoltijo de armas y rostros enojados.

La luz de la luna se escondía entre el borde de las nubes anunciando una pronta tormenta, mas eso no era nada en comparación al monstruo que rugía en el pecho del entrenador del Pikachu. Satoshi sabía que debía apurarse o no podría regresar a su dimensión jamás, pero cualquier acción precipitada pondría en riesgo no sólo la misión, sino también la vida de las personas que se habían confiado a él para encabezarla.

—No hay manera de acercarnos sin ser descubiertos, son demasiados —se quejó en voz alta.

—Quizás yo pueda hacer algo al respecto —insinuó Fennel—. Munna, hipnosis.

El tapir de colores extravagantes se ocultó bajo el manto oscuro de la noche para así tomar altura y luego expeler ondas de sueño a todos los moradores de la montaña que llevaba por objetivo. Su alcance no fue perfecto, mas eso bastó al grupo de entrenadores para poder escabullirse sigilosos entre las filas enemigas y llegar así impolutos hasta la entrada a la primera cueva, donde un comité de unos cinco soldados vestidos de blanco los aguardaban.

—¡¡¡Sakaki Sama, los hemos localizado!!! —gritó el más próximo sujetando trémolo su comunicador.

Las sirenas comenzaron a sonar y el grupo de Satoshi se separó de inmediato, dispersando a su vez los esfuerzos de sus enemigos por contenerlos. Cabelleras rojas, negras, miel, rubias y castañas salieron disparadas en duetos hacia diferentes puntos, según el plan que ellos mismos habían trazado, para pronto ser perseguidas por los uniformados quienes se encontraron con equipos pokémon de lo más variado.

Por un borde repleto de maleza, El mostaza y la señorita Fennel se habían escondido a fin de evaluar mejor las cosas mientras que cinco miembros del Equipo Rocket paseaban las luces de sus linternas a fin de hallarlos.

—Gracias por permitirme quedarme contigo —susurró esta cuando supo que las tropas no podían oírla—. Pese a que eres uno de los más fuertes, sé que eres al que están buscando; y el hecho de que confiaras en que no te delataría en la primera oportunidad me hace sentir honrada.

Satoshi dudó un momento. Ni se le había cruzado por la cabeza dudar de Fennel, sólo había pedido estar con ella por la nostalgia y porque sabía que no podría valerse por sí misma, pero ahora mismo se sentía arrepentido de no haber ido con Citron.

—No lo harías. Las personas aquí son diferentes a las de mi dimensión, pero sólo en algunas cosas. Sé que tu corazón es bueno.

—¿En verdad? —se burló sin desearlo—, eres el primero que lo cree. —Avanzaron agazapados hasta la entrada donde Pikachu se unió al mightyena de Magno para derrotar a un enorme grupo de golbats y luego volver a desaparecer en la oscuridad, justo donde lo esperaba su entrenador—. Yo no soy la persona egoísta que tu esposa dijo, ¿sabes?, solamente tengo miedo.

—¡Ella no es mi esposa! ¿Quién te dijo eso?

—Serena me advirtió que no te acosara sexualmente porque tú le pertenecías en otra cosa... no entendí muy bien en qué.

—Está bien, tampoco te estaba mintiendo. —La mirada de Fennel demostraba desconfianza—. Oye, ¿miedo de qué?

—De morir, de que alguien muera, a que la vida sea una muerte inevitable y sin propósito...

—Por como yo lo veo —dijo Satoshi—, tienes razón en temer eso. Tal vez no te extrañe, pero todos lo tenemos. El asunto es que mientras que estas cuestiones nos frenan, la vida sigue, y no la podemos evitar. Debemos vivir.

—Sé que alejarme de la gente y no hacer nada no es la mejor manera de llevar mi vida, pero ¿qué más haría? Yo no podría ni que me lo propusiera con todas mis fuerzas hacer algo.

—Todos podemos hacer algo más.

La tomó de la ropa y tiró de ella para que corrieran juntos hacia la pared del lado opuesto, dado que los soldados se dirigían hacia donde estaban ellos, contando con no haber sido descubiertos.

—¿La yo de tu dimensión hizo algo más que sólo quedarse oculta?

—Oh, ella... —suspiró tragándose la saliva y los recuerdos— de hecho, ella también vivía oculta, pero en el lugar que habitara hacía lo posible por ayudar a los demás.

—¡¿En serio?! ¿Y cómo le fue? Debe ser una heroína si es todo lo contrario a mí.

—Sí que lo es...

—¿Vive en una casa linda con mucha gente que la quiere, verdad?

—Yo no diría eso.

—¿Entonces?

No era cómodo compartir lo que estaba a punto de decir. Satoshi tuvo que seleccionar cuidadosamente las palabras y se sintió algo frustrado al entender que no podía con tal tarea.

—Ella no vive en una casa grande. Murió hace cuatro años, defendiendo todo un pueblo. —Supo de inmediato que había fallado porque la Fennel de esa dimensión se crispó con lo que le acababa de revelar. Debía agregar algo—. Sí, es una heroína; pero a decir verdad, preferiría que no lo fuera. Haces bien en no apoyar esta clase de locuras, los héroes mueren jóvenes.

—Esperaba que me dijeras todo lo contrario. Algo más inspirador, no lo sé...

Volvió a suspirar.

—Y sin embargo, haces mal en encerrarte por miedo a vivir. Salgas o no salgas, la muerte, tal como dijiste, es inevitable. Te toca vivir sin pensar tanto en eso.

—¿Te estoy notando algo arrepentido de venir, puede ser?

—Yo no tenía opción, esta es la única manera de regresar con mi esposa. Sólo lo lamento por ustedes.

Llegaron a una esquina donde a lo lejos divisaron a Serena encabezando un trío de entrenadores que avasallaba en poder a las tropas del Equipo Rocket hasta obligarlos a huir por el flanco opuesto. Unieron ambas agrupaciones y la Pelimiel increpó al muchacho.

—Tú nos metiste en esto, ahora debes sacarnos de aquí. Satoshi, ellos capturaron a varios de los nuestros, nos están acorralando. Son demasiados. ¿Qué deberíamos hacer?

—¿Por qué me lo preguntas a mí?

—¡Estamos aquí por ti, imbécil! Tú debes encontrar a tu yo de esta dimensión. Debes saber dónde está.

—No es que tengamos una conexión o algo.

—¿Entonces hicimos todo esto para nada? ¡Creí que tenías un plan!

—¡Por supuesto que lo tengo! —Bajó al Pikachu que viajaba sobre su hombro—. Muy bien, amigo, hora de olfatear.

Diestro en reconocer el aroma de su entrenador, Pikachu olisqueó el suelo unas cuantas veces hasta encontrar el olor deseado, y luego saltó de alegría indicando a todos que sabía dónde podían encontrarlo.

—¡Vamos!

Corrieron por los pasillos atacando cuanto ente produjera sombra a su paso, cuidándose de no hacer daño a los temerosos pokémon salvajes hasta que casi sin darse cuenta del momento, llegaron a una cámara amplia donde el sonido de las peleas que acontecían afuera se fue apagando hasta brindarles cierta protección acústica bastante acogedora, aunque tenebrosa.

—Por fin están aquí. —Del otro lado de la sala, Satoshi y Giovanni los observaban con desprecio.

—Esta vez no te escaparás —desafió El azabache. Su interlocutor echó a reír.

—Estás acorralado, Ketchum. ¿No lo ves?, la victoria ya es mía.

El joven corrió hacia el centro de la habitación en dirección a los sujetos que había estado buscando, pero un gran shuriken de agua estalló frente a él, cortándole el paso.

—¿Greninja? —El pokémon del trémulo Satoshi imitaba su estado de ánimo desde el otro lado de la habitación, tratando de camuflar su presencia entre los recovecos trazados en las rocas por el paso de los años—. Satoshi, esto no tiene sentido. Sé que el mundo es duro, y que eso te dio miedo. Sé que quieres cambiarlo para mejor, y que crees que ese canalla te va a ayudar a hacerlo, pero eso jamás sucederá. ¿Qué no ves que te está utilizando?

Greninja intentó volver a atacarlo, mas el Satoshi original lo esquivó dando un gran salto.

—¡¡Tú no lo entiendes!! —chilló la voz del Satoshi Espejo—. Giovanni me contó sobre ti: eres un ganador. Has vencido en la Liga Pokémon de Kanto, triunfaste en la Batalla de La Frontera, saliste segundo en Kalos, eres el campeón de Las Islas Naranja; ¿cómo podrían los vencedores entender las inquietudes de aquellos que jamás en la vida ganamos nada? —El shuriken de agua salpicó los pies del azabache, y este insistió en su voz de alto al fuego, pero nadie le hizo caso—. Has vencido al Equipo Rocket despreciando su visión del mundo porque crees que la tuya es superior, ¡pero te equivocas! Sólo eres un títere del Alto Mando, quienes manejan las injusticias y las legitimizan en su ley absolutista.

—No sabes lo que estás diciendo. Ese hombre al que apoyas no quiere un mundo mejor para nadie más que para él, ¿qué no lo ves? Durante años robó los pokémon más fuertes separándolos de sus entrenadores, de sus amigos, sólo para formar un ejército con el cual dominar al mundo. Él no es bueno, Satoshi, entiéndolo.

—¡¡¡Calla!!! —La rana mutante fue alcanzada por los sentimientos de su entrenador y su figura se cubrió de agua, permitiéndole cambiar de forma a la de Satoshi Greninja. El azabache lo observaba anonadado—. Las personas fuertes son los avaros que forzaban a sus pokémon a superarse a costa de entrenamientos inhumanos y viajes a todos lados, sin preguntarles sobre sus verdaderos deseos. ¿Por qué piensas que Giovanni los separaba? Era porque no se merecían a esas nobles criaturas. Ellos merecen un mundo sin entrenadores, sin ligas, sin gente ambiciosa como tú en el poder. El Alto Mando hace sus competencias donde los entrenadores más desalmados con sus pokémon los obligan a enfrentarse unos a otros para así demostrar su poder al mundo. Generan campeones a sus servicios e imponen por el miedo su poder al mundo, pero ya no más. Desde que Giovanni tomó el control del Equipo Rocket de esta dimensión y con mi ayuda desbarató a los pusilánimes de los que te mofas, el mundo que creamos es un lugar mejor.

—¡Él te está usando!

—Él es un revolucionario que permitió una nueva era de paz a las personas y los pokémon. Si vieras el mundo que hemos creado, verías que ahora todos tenemos las mismas posibilidades  y son más felices.

—Pues no es lo que tu gente me ha contado. No vine solo, muchas personas y pokémon me respaldan.

—Entrenadores. Ellos no merecen la paz que ofrecemos. A nuestros amigos, todo; a nuestros enemigos, ni piedad.

Uno de los golpes de Satoshi-Greninja logró acertar en el estómago del Azabache, cayendo este de espalda al suelo, sin aire ni fuerzas para levantarse. Su contra parte espejo continuó.

—Hemos creado una utopía de paz donde no importa quién es mejor o peor entrenador porque nosotros somos los dueños de todo, y lo repartiremos por igual. Ya nadie volverá a pasar necesidades ni tampoco tendrá que sufrir por lo que por derecho propio le pertenece; pero para que nuestro sueño sea realidad y tu dimensión pueda disfrutar lo mismo que la mía, tú debes morir.

El muchacho Espejo se acercó a Satoshi con su pokémon acompañándolo, y al estar sobre él, lo miró sin permitirse atisbos de compasión en tanto Greninja elevaba el poder del movimiento «corte» con el que planeaba darle a la vida de Satoshi un punto final.

—Satoshi... —masculló el azabache—, el vínculo que une a los entrenadores a sus pokémon es algo hermoso que nos permite fortalecernos viajando y luchando juntos para así poder evolucionar. Por eso los pokémon desean viajar con nosotros; ellos no quieren vivir en un mundo sin entrenadores, quieren compartir con nosotros y desafiarse hasta ser cada día su mejor versión. Nuestras competencias nos enseñan sobre nuestro propio poder, pero también sobre nuestras limitaciones humanizándonos y enseñándonos a no olvidar a aquellos que quedaron atrás, tal como yo lo hice hace cuatro años, cuando te conocí.

—¡Mientes!

—Te estoy diciendo la verdad. Humanos y pokémon queremos entrenar juntos, crecer juntos, mejorar juntos. Queremos un mundo de paz donde a nadie le falte nada, pero también queremos superar nuestros límites para así poder brindarles a las futuras generaciones un mejor mañana.

—¡¡Mientes!!

—Yo no sé si los del Alto Mando sean las personas adecuadas para gobernar, pero estoy seguro de que Giovanni es un tipo egoísta que no piensa en los pokémon, en las personas ni tampoco en la paz. Tú no eres como él, Satoshi, tú puedes hacer algo bueno por el mundo sin hundirte en el miedo por las cosas que no puedes controlar.

—¡Deja de insultar a Giovanni! Tú no sabes nada. Si tu visión fuera la correcta, si los pokémon quisieran lo mismo que tú, no sería yo quien logró que Greninja superara a causa del vínculo superar su mayor poder y volver a evolucionar.

—¿Eso crees?

—Te lo aseguro.

Ante los ojos atónitos del Satoshi Espejo, Pikachu destelló en energía eléctrica y su forma cambió asemejándose a la de su entrenador para luego acercarse a paso calmo y recibir las caricias del mismo.

—Tú no eres el único que se puede sincronizar.

Repentinamente, Greninja S atacó a Pikachu enviándolo de un golpe a estrellarse contra la pared de la cuava. Rápidamente este se re integró y devlvió la agresión con un poderoso ataque eléctrico que dejara al batracio fuera de combate de un sólo golpe. Satoshi Espejo se estremeció.

—Imposible... ¿De dónde viene todo ese poder?

—Del vínculo que tengo con mi pokémon. Ven a descubrirlo junto a mí, creemos un mundo más humanitario entre los dos.

El muchacho sorprendido abandonó lentamente sus dudas y tomó la mano del azabache que lo observaba aún desde el suelo.

—Si tu tienes un vínculo tan profundo con tu Pikachu, entonces quizás yo me estaba equivocando. Quizás los pokémon sí quieran tener un entrenador y el mundo que soñamos deba replantearse después de todo.

—¡Satoshi! —protestó Giovanni—. ¿Vas a ponerte a dudar justo ahora que estábamos tan cerca de conseguir nuestro objetivo? ¿Te olvidas de toda la frustración que sentiste por haber fallado una y otra vez y del desprecio de tus amigos?

—¡Lo sé!, pero... Es que tal vez era yo el que me negaba a crecer y a mejorar. Sólo piénselo, señor Giovanni, por algo tantos entrenadores se unieron contra nosotros esta noche. Si el vínculo que tienen con sus pokémon es algo sano, entonces no es raro que lo estén defendiendo a costa de su vida. Debemos detenernos a considerarlo un poco más.

—¡Tonto! Los humanos y los pokémon no deben relacionarse más que dentro del Equipo Rocket. De otro modo, su poder será algo que rompa con las normas del mundo de paz que estamos creando.

—¡No lo escuches, Satoshi! Él sólo quiere ser el único entrenador pokémon para así quedarse con todo el poder, tal como siempre quiso hacer en mi dimensión. ¡No te dejes engañar por Giovanni!

—¡Mocoso! ¿Echarás a la basura todos estos años de compromiso y laborioso cambio? ¡Eres un revolucionario! Los libros de historia llevarán tu nombre.

—No sirve de nada iniciar una revolución si es por la causa equivocada —dijo el Azabache.

—Señor Giovanni, por favor, piénselo. Nos hemos estado equivocando.

Sorprendido, el líder del Equipo Rocket observó al par de ojos café que lo observaban entre el desafío y la súplica. Sabiédose vencido, no pudo más que suspirar con pesadez.

—Así que esta es tu decisión: harás lo que te diga él.

—Haré lo que crea mejor para los humanos y para los pokémon.

—Entonces te enfrentarás a mí. —Las miradas se tensaron volviendo el clima algo tan denso que costaba mucho respirar—. Esperaba mucho más de ti, mocoso insolente. ¡Soldados, arréstenlo!

Ambos Satoshis elevaron la guardia, preparados para lo peor, pero para su sorpresa, el Equipo Rocket no obedeció la órden de su líder.

—¿Qué les sucede?, lo tienen frente a ustedes, ¡atrápenlo!

Uno de los reclutas, auspiciando de líder del pelotón, se adelantó a decir.

—Nosotros no obedecemos las órdenes del extranjero de otra dimensión, sino del entrenador que hizo evolucionar a su pokémon más allá de los límites imaginados. la verdadera fuerza del Equipo Rocket está con él.

Pasmado, Giovanni tardó varios segundos en reaccionar.

—De manera que todos ustedes se están amotinando contra mí.

—¿Un Satoshi ha pasado a ser el líder del Equipo Rocket? —mencionó el héroe de nuestra dimensión—, qué inesperado.

—¡¡¡Todo esto es culpa tuya!!! —bramó el adulto iracundo—, si no fuera por tu intromisión, mi plan habría sido un éxito.

—Tu plan fracasó antes de iniciar. Ríndete, giovanni. Esto ya está decidido.

—Nada en la vida está decidido, mocoso —gritó el hombre de voz ronca y luego echó a correr hacia unos pasillos poco iluminados.

Satoshi partió presuroso tras él junto a Pikachu y seguido de lejos por Serena y los demás, pero las bifurcaciones de los túneles de La Cueva de los Reflejos hacía que seguir el rastro de una persona fuera realmente complicado.

—¡¿Dónde estás?! —berreó sabiendo que no le iban a contestar. Era tonto, pero no sabía cómo reaccionar.

De pronto, una sensación de pesadez lo tomó por la cintura haciendo que perdiera el equilibrio y que su cuerpo cayera de lado hasta atravesar un nuevo espejo. Observó a Giovani mirarlo con un gesto villano y victorioso, y al observar un túnel de luz a su al rededor con cientos de portales que se abrían entorno a ellos para quedar inmediatamente por detrás debido a su interminable caída, enseguida comprendió que aquello no era un intento de victoria por parte del malvado.

—¡¿Qué haces?! Si no atravesamos uno de los portales quedaremos perdidos en este espacio hasta morir.

—No puedo volver a mi dimensión, no puedo volver a la dimensión espejada. Ya no tengo donde ir, pero te llevaré conmigo hacia la nada.

Satoshi intentó safarse, pero el agarre de Giovanni era más poderoso. No podía evitarlo, de seguir así, su final sería inevitable.




*****

Hola, a todos los que tengan cuenta en Amazon los invito a apoyar mis libros buscando «Huéspedes de los libros» y «Mírame como te miro», las dos historias que estoy vendiendo en formato KDP. Saludos y espero me dejen sus tan queridos votos y comentarios.

Nos encontramos en las letras.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro