29. Miedos, segunda parte.
Tres cositas antes de empezar:
Uno: tengo pc de nuevo, así que voy a publicar más rápido a partir de ahora.
Dos: gané el Watty a FANTASÍA por mi historia Iruya, léanla.
Tres: estoy empezando a vender mis libros originales (no fanfics), así que si quieren leerlos, aprovechen ahora porque en breve me veré en la necesidad de retirar sus capítulos finales de Wattpad.
Ahora sí, disculpen la tardanza y comencemos con los nuevos capítulos.
«Si debes hacerlo, hazlo; y si te da miedo, hazlo con miedo».
¿Qué había ocurrido con el mundo del otro lado del espejo? A su al rededor un caos sin igual se levantaba, como si en aquellos cuatro años un meteorito hubiera impactado contra la tierra, y los pocos supervivientes hubieran competido por quedarse con los mejores recursos hasta volverlo todo cenizas.
—Señor Satoshi Ketchum, en nombre del Equipo Rocket y de la policía internacional, queda arrestado bajo los cargos de terrorismo, intento de homicidio y por haber iniciado La Guerra de los Esclavos —bramó el soldado a su izquierda irguiendo un arma de fuego hacia su rostro—. Tiene derecho a guardar silencio. Todo lo que diga puede ser usado en su contra.
El joven observó a su al rededor para comprender mejor el panorama, pero no lo consiguió. Giovanni sonreía con malicia siendo asistido por sus secuaces de esa dimensión; él debió haberlos engañado para que creyeran que él... no, que su yo de esa dimensión, había provocado todos esos perjuicios que probablemente el mismo Giovanni había causado.
—Ya veo lo que sucede —se adelantó a decir, levantándose del piso—, pero se están confundiendo de hombre: él es el culpable. —Señaló al tipo del smoking rojo, recibiendo por esa acción una serie de amenazas de sus potenciales captores.
Asustado por lo que podía pasarle a su entrenador si no entraba en acción de inmediato, Pikachu hizo brillar su energía eléctrica hasta sosegar al hombre frente al azabache para así permitirle escapar corriendo en medio del sorprendido grupo, quienes no dudaron en salir a perseguirlo, pero sin lograr cumplir su objetivo.
Salieron de la cueva seguidos de lejos por las tropas enemigas para así poder escabullirse entre la hierba y los árboles, rechazando a los pokémon salvajes que venían buscando roña, hasta lograr encontrarse en una zona segura nuevamente, momento en el que Pikachu recibió una enorme baya como recompensa por parte del azabache a causa de su heroica acción.
—No puedo dejar esto así como está, necesito hacer algo —meditó en voz alta el siempre bondadoso entrenador de la gorra roja recibiendo una fuerte aprobación de su pokémon—. Tengo que ayudar a la gente de esta dimensión a librarse de Giovanni, pero para eso primero debo encontrar a Satoshi. A ver: si yo fuera yo, y quisiera esconderme de hombres malos que me acusan de haber hecho algo terrible, ¿a dónde lo haría? —Pikachu hizo un gesto deformando su rostro, como hacía cada vez que intentaba comunicarse con humanos hasta que, tras varios intentos fallidos, El mostaza logró comprenderlo—. ¡Ah, dices que fue con mi mamá! —La ratita amarilla asintió, mientras que su responsable lo meditaba con detenimiento—. No, no vuelvo con ella a menos que termine con todo lo que tenía por hacer en una región, mucho menos lo haría en un caso como este. Yo creo que iría a algún lugar alejado, pero con personas ahí; algo así como... ¡Lo tengo!
—¿Pi?
—Iremos a la Aldea Ninja. Tal vez no encontremos a Satoshi, pero sí a alguien que nos acerque a él. Debemos caracterizarnos de tal manera que nadie nos reconozca durante el camino, por suerte he aprendido de los mejores maestros del disfraz —dijo el muchachos para luego cambiarse de campera, ponerse un bigote falso, guardar su gorra y salir a caminar como si nada por el medio de los soldados de esa dimensión, quienes por provenir del mundo Pokémon ni notaron las similitudes.
Tardó un tiempo en decidirse sobre qué debía hacer, concluyendo que si no capturaba a un pokémon volador estaría perdido, y fue así que los rayos de Pikachu le permitieron capturar a un chatot, que seguramente habría migrado desde la Ruta 12, y con él emprender el viaje hacia la impredecible aldea. (NA: sí, ya sé que chatot es una porquería más chiquita que el amor que ella siente por ustedes, pero en Wikidex dice que puede usar vuelo y con eso alcanza).
No estaba seguro de cómo lo fueran a recibir, después de todo, nada le garantizaba que su yo de aquella dimensión realmente conociera el lugar. Era una misión sin pies ni cabeza, mas volver por el espejo sin haber capturado a Giovanni no estaba entre sus planes. El tiempo apuraba.
Llegó en instantes, como siempre que uno vuela, y ya de lejos pudo ver la aldea con letreros de luces de neón que anunciaban su ubicación.
—¡Demonios! Esto no es como lo esperaba.
No hubo un comité de bienvenida. Evidentemente los ninjas no habían notado su presencia, y como tampoco habían dejado trampas, llegar a la casa del líder fue pan comido. Ingresó por la puerta sin llaves y vio a un joven sentado frente al televisor.
—Ippei. —Fue necesario repetir su saludo para que el mismo le prestara atención.
—¡Ah, nos atacan! —gritó el ninja más poderoso antes de esconderse detrás del sillón—. Por favor, toma nuestros tesoros, las reliquias y a los niños; pero a mí no me hagas nada.
—No he venido por sus niños, busco a alguien.
—Quien sea, tómalo. Mientras no sea yo, no me interesa.
—Eso está mal en más de un nivel, pero haré de cuenta que no lo dijiste porque llevo prisa. Busco a la extranjera.
—¿Extranjera? ¡Ah, sí! Está restableciendo las defensas en el lado sur. Le dije que no era necesario, que mi tribu jamás tuvo enemigos de los cuales defenderse, pero ella no me creyó.
Ignorando el resto de la historia, Satoshi salió corriendo de ahí y pronto llegó al lugar mencionado por el ninja cobarde para hallar a una muchacha que lo recibió con el terror tatuado en el rostro.
—¡¡¡¿Cómo mierda nos encontraste?!!! —bramó ella envalentonada.
—Serena, necesito tu ayuda para encontrar a Satoshi.
—Tú eres Satoshi.
—Yo soy Satoshi, pero no el Satoshi de aquí; soy el del otro lugar, y también me llamo Satoshi, sí, pero no tu Satoshi, sino el de la Serena que no es de este lugar, es del otro.
—No entiendo nada de lo que dices, pero si vienes buscando problemas otra vez, créeme que ya los has encontrado. —Su pokeball rodó por el aire permitiendo ver a un brillante Umbreon aterrizar—. Nunca me venciste y nunca lo harás. Esta vez no tendrás escapatoria.
—¿Conque así están las cosas, eh? Bien, Pikachu, haz tu trabajo.
El roedor corrió en dirección al zorro oscuro quien de inmediato comenzó a lanzar bolas negras, las cuales fueron esquivadas para luego recibir de lleno un ataque rápido que lo pusiera en mal estado, seguido de una descarga de energía que diera fin al asunto.
—¡Hijo de puta!
—¡Mi mamá es santa!
—Se encama con el abuelo de Gary Oak mientras tú viajas, ¿cómo nunca te diste cuenta?
—¡¿Qué?! Ellos sólo son amigos, ¡retira lo dicho!
—¡Obligame, perro! ¡Delphox, hazlo mierda!
—Ahora sí te descalabro los cachetes. Pikachu, muéstrale que a la madre se la respeta.
Los ataques de Serena eran tan directos que difícilmente podría hacer frente a las estrategias evasivas basadas en ataques rápidos de Pikachu, haciendo que por más poder ígneo con que contara su zorra, el resultado nunca fuera favorable a ella. La ratita Cuqui calcinó con mil voltios de electricidad a Delphox haciendo que el encuentro fuera breve e intenso. Serena estaba consternara.
—Aún no estoy vencida. ¡Pangoro, no podemos perder contra un bastardo!
—¿Bastardo? ¡¿Y ahora te metes con mi papá que nunca conocí?! Ya verás.
—¿Cómo que no lo conociste? Tu padre es un Maestro Pokémon muy famoso.
—¡¿Tú lo conoces?!
—Todos lo conocen.
—¿Me lo presentas? —suplicó anhelante. La pelimiel supo leer algo extraño en los gestos de aquel entrenador y pidió a su pokémon un alto al fuego.
—Jamás habías vencido a ninguno de mis pokémon, ¿cómo es que...?
—Mientes. Vencí a ese Delphox con mi Keromatsu hace años, cuando sólo era un Fokko.
—Entonces tú...
El azabache sonrió.
—Así es.
Serena regresó al enorme panda, quien observaba todo con gesto indeciso, para así acercarse a Satoshi llenando de soberbia su mirada.
—Tú no deberías estar aquí.
—Nada en este lugar debería estar así. Necesito tu ayuda, Serena.
—¿Quieres volver a tu dimensión?
—No. Quiero atrapar al que le hizo esto a la tuya.
—Eso sería muy noble de tu parte, pero francamente no podrías. No sé si eres chistoso o estúpido, quizás las dos.
—Sé que suena difícil, pero estuve a punto de vencer al líder del equipo Rocket hace unos momentos, sé que puedo capturarlo.
—¿A Giovanni? ¿Para qué peleaste contra Giovanni?
Sorprendido, Satoshi respondió.
—Para frenar el caos en tu dimensión y la mía.
—Ya veo, sí eres estúpido. Él no es el culpable de todo este desmadre, Mostaza.
—¡No me llames así! —El azabache meditó un momento extrañado por la respuesta de esa versión ruda y grosera de Serena—. Pero si no fue Giovanni, ¿entonces quién?
—Los hechos no mienten, Mostaza. Fuiste tú.
Las palabras cayeron sobre él como un palacio desmoronándose sobre sus cienes.
—¡Yo? ¿Mi yo de esta dimensión? Pero si es un chico tierno y tímido.
—Lo era, sí, y también un miedoso. Y el miedo lo hizo hacer locuras. —Serena se sentó sobre una roca e invitó a Satoshi a hacer lo mismo; pero en el piso, en una zona mucho más incómoda que donde estaba ella, para luego explayarse en el relato de lo sucedido—. Todo comenzó hace unos años, después de que ganara la liga pokémon de Kalos.
—¡En esta dimensión gané la liga?
—Tú no, idiota, yo. Como te decía, gané la liga venciendo a la poderosa Mairin...
—¡¡Eso no tiene ningún sentido!! ¡¡Toda esta dimensión está mal!!
—¡Ya cállate, imberbe! Ella dio una buena pelea, pero la vencí; y entonces nuestro grupo se separó. —Sacó su tablet para pasear por diferentes fotografías de cenas, presentaciones, batallas y demás recuerdos de esa época—. En cierta forma fue mi culpa, ¿sabes? He sido una tonta. Yo sabía que él sentía cosas por mí. Siempre lo demostró con su tonta forma de ser, y yo me sentía halagada por ello. Fui una vanidosa, debí hablar con él, quizás de ese modo le habría ahorrado la humillación de quedar poco a poco hundido bajo el fulgor de mi persona.
El muchacho se sintió un poco mal por aquellas palabras. Algo en él se revolvía cada vez que la veía asumir sus propios demonios por saberse culpable de los mismos crímenes. En el fondo, él también era consciente de los sentimientos de Serena durante su travesía por Kalos, cuando eran adolescentes; pero algo no le permitía darle crédito a aquellas suposiciones. Más de una vez se preguntó si aquello que no le permitía aceptarlo no sería que prefería tenerla como una admiradora por la cual vanagloriarse que como una novia que pudiera plantearle algunas exigencias, y que fue precisamente el perderla lo que lo motivó a aceptar sus verdaderos sentimientos por ella. La pelimiel de esa dimensión continuó.
—Pero ya no tiene caso culparme por lo que le hice a Satoshi. Él tampoco supo hablar. Es una persona de esas que le aterran los cambios, de los que jamás podría viajar a una región diferente, por eso volvió a su casa y se ocultó a intentar mejorar en la cocina. Siempre fue un excelente cocinero.
—Por supuesto —aceptó El azabache con ironía. Ella lo ignoró.
—Con el tiempo volví a escuchar su nombre y tuve que forzar la memoria para recordarlo. No me culpes por eso, no es que hubiera sido muy importante en mi vida tampoco. El asunto es que sus miedos lo fueron encerrando cada vez más y más, y su madre, quien siempre fue una mujer muy preocupada por el bienestar de su hijo, me llamó para ver si podía ayudarlo a abrirse un poco.
» Satoshi odiaba los cambios, y por eso el mundo le dolía más de lo habitual. Llegó a un punto en el que se veía a sí mismo más viejo en el espejo y lloraba por horas. Para ser justos, él envejeció demasiado rápido para la edad que tiene. —La chica prendió un cigarrillo y comenzó a pitar pasible, a pesar de que el moreno no paraba de apurarla. Intentó convidarle una calada, pero él se negó respetuosamente—. Fui a ver a Satoshi dejando de lado mi apretada agenda, y él me recibió con un gesto nervioso. Estaba feliz de veme, sí, pero a su vez no parecía estarlo. Era como si hubiera enloquecido: hablaba raro, se movía raro, tenía pensamientos raros. Me dijo que había hecho contacto con un hombre que planeaba un mundo hermoso, donde las ligas pokémon y el avance de los hombres se convertiría en un mal recuerdo para que la humanidad avance hacia un destino más equitativo.
—Giovanni...
—¿Tú dices? —cuestionó sorprendida—. Nunca supe de quién hablaba. Le dije que era una idiotez, que la liga pokémon y el progreso eran cosas positivas, pero él insistía en que necesitábamos un cambio radical donde el estado velara porque a nadie le faltara nada, quitándoles a los ricos una parte de su fortuna para dársela a los más pobres, y todos nos empatáramos en derechos y posibilidades; y que él conocía al hombre perfecto para hacer de ese sueño una realidad.
» Me dijo que yo podía ayudar a derrocar al gobierno actual con el poder de mis pokémon, pero lo rechacé con fuerza. Yo creo que el estado debe velar por las personas y los pokémon, pero sin meterse demasiado en la vida de cada uno. Ya sabes, si después de esforzarme por años empiezo a amasar una fortuna y viene el estado a quitármelo para dárselo a alguien que nunca trabajó lo mismo, yo me iría del país. Si todos los que trabajan se van del país, nos quedamos sin producción ni inversiones y el estado entraría en quiebra, pudiendo caer en una dictadura o siendo devorados por gobiernos menos imbéciles.
—Tiene lógica. —mintió el moreno, quien no había entendido absolutamente nada de lo que la muchacha le acababa de decir, pero no se animaba a decirlo en voz alta porque no quería quedar como más estúpido que él mismo, pero en otra dimensión porque eso ya sería el colmo—. ¿Me contarás dónde puedo encontrar a Satoshi o quién es mi papá?
—Ya sabes dónde puedes encontrarlo.
—Si supiera, no te habría venido a ver. Créeme —enfatizó.
—Lo que tienes de lindo te sobra de tarado. Está en la Cueva de los Reflejos por la que tú viniste. De otro modo no habrías podido atravesar hacia aquí. ¿Qué no sabes que esa cosa sigue los principios de la alquimia?
—¿Cuáles? ¿El intercambio equivalente?
—Por supuesto, así funciona: si yo te doy una mitad de mi vida, tú me tienes que dar una mitad de la tuya.
—¡Tonta! Yo en mi dimensión ya te he dado toda mi vida —respondió El Mostaza enseñándole el anillo de matrimonio que portaba en su índice izquierdo.
A todos los machos alfa, pecho peludo, voz de leñador, lomo plateado que entendieron la referencia; repórtense con su like sobre el capítulo y comenten un corazón ♥.
https://youtu.be/wPAaZq54RS8
—Satoshi estaba obsesionado con la idea de construir un nuevo mundo donde todos tuvieran las mismas posibilidades y nadie pudiera crecer ni decrecer. Básicamente, un mundo donde el gobierno asegurara que no hubiera cambios. Su hombre elegido para gobernar lo visitaba constantemente, y durante el tiempo que viví con él y su madre, quien insistía constantemente en dejarnos en casa solos y con muchos profilácticos, jamás me permitió que lo acompañara a hablar con ese sujeto. Decía que no lo entendería, y tenía razón, por eso no me molesté.
» Entonces, un nuevo poder afloró en él. Un poder que ni yo, ni nadie supo predecir: había aprendido a transformar el vínculo que lo unía a su Greninja en una energía que le permitiera llegar a una nueva etapa evolutiva, y eso hizo que se volviera imposible de detener. No en el combate, claro está, sino en el hurto de información y en ciertos crímenes que él decía eran para la construcción de un mundo más humano.
» Con el tiempo formó una legión de seguidores hackeando las redes informáticas y demostrando con gran elegancia lo fácil que era hacer que nuestro «frágil» sistema colapsara al borrar todos los datos de los bancos, o resetear la programación de nuestras empresas más importantes, hospitales y centros pokémon.
» Por algún motivo que aún hoy desconozco, el Equipo Rocket, esos paladines de la justicia, lo siguió; y con ellos se armó de un ejército imparable que le permitiera derribar en un sólo golpe al Alto Mando, haciéndose de una vez y para siempre con el poder de Kalos; pero su idea no salió como él lo esperaba: los que lo siguen están embobados con adorarlo como su líder, los que se oponen son bestialmente reprimidos. No acepta voces en contra. En lugar de hacerle un bien a la sociedad, se ha convertido en un dictador, y planea expandir su dominio a otras regiones convenciendo a los ciudadanos de que nos está yendo mal económica y socialmente porque nos oprimen otras naciones, que somos sus esclavos, pero la realidad es que su régimen es insostenible. Nos va como nos va porque Kalos está paralizado.
NA: el régimen del que habla Serena no es el socialismo ni tampoco el comunismo. Lo que instaló Satoshi es lo que siempre quiso imponer Giovanni en el animé y los juegos de pokémon: un gobierno autoritario donde humanos y pokémon sean usados para su propio beneficio lavándoles las cabezas para que lo apoyen sin rechistar, e imponiendo su dominio por la fuerza mediante el uso de sus tropas.
—Ah... —balbuceó Satoshi, todavía sin entender la gran cosa—. ¿Entonces si nos dirigimos de inmediato a La cueva de los Reflejos podremos detener a Satoshi y a Giovanni al mismo tiempo y solucionaremos todos nuestros problemas?
—¿Por qué demonios estarían ahí los dos?
—Giovani planeó tenerme en la cueva desde un principio, por eso sé que él llevó a Satoshi allí, y no lo hará salir porque quiere que yo vuelva. Por esa misma causa él no se irá: me está esperando.
—¡Sí piensas! Ya veo por qué la Serena quiso tus aceitunas. Pero no podemos ir de inmediato, primero tenemos que pasar por un centro pokémon y buscar refuerzos mientras nuestros pokémon se curan.
Aceptando las indicaciones, Satoshi la siguió hasta escuchando como llamaba a diferentes entrenadores conocidos y desconocidos. Su atención estaba puesta en esa muchacha: le gustaba ver a Serena así; pero al mismo tiempo el descubrirla tan familiar y a la vez tan rara hizo que extrañara poderosamente a la Serena de su dimensión, la Serena real. De pronto, el miedo a no llegar, a no cumplir con la cuota del intercambio que exigía ese viaje dimensional y quedarse atrapado para siempre ahí hizo que su corazón temblara y el miedo obnubiló sus sentidos.
«Tranquilo, no te rindas hasta el final», se dijo a sí mismo. El pikachu en su hombro acarició su rostro para darle ánimo.
Al entrar al centro pokémon, Joy clavó su mirada en él y exclamó.
—En esa sí me siento.
—¿Cómo dices?
—No, nada; sólo que me encantaría que fuéramos Donphan para andar agarrando esa trompita con mi cola.
—¡Joy, él es un hombre casado! —exclamó Serena enfurecida—, y además conmigo; así que deja de acosarlo como haces con todos tus clientes.
—Ay, pero no seas así. ¡Comparte, comparte!, que si así está el Bunnelby, cómo estará la zanahoria.
—Disculpa, ¿la salud pokémon también es gratuita aquí? —cuestionó el azabache haciendo caso omiso a los celos de la pelimiel, aunque bien su instinto le decía que ya se acercaba peligrosamente la hora de friendzonear.
—Para ti, hasta mi ropa es gratis. Sácamela cuando quieras. —En lugar de eso, el muchacho le entregó a su Pikachu solicitando encarecidamente que lo cuidara, mientras que la chica ruda le entregaba a su vez sus pokebolas solicitando que no hiciera comentarios alusivos a agarrar la rata de Satoshi y llenarla de cuidados especiales sobre la camilla puesto que la haría vomitar—. Está bien. Voy a estar en el cuarto vacío y sin cámaras del fondo por si se te ofrece algo más —dijo mirando directamente a Satoshi mientras se desabrochaba el escote y luego se retiró marcando exageradamente el movimiento de sus caderas.
—¡¡¡Ni se te ocurra mirarle el culo!!! —gritó Serena. Todo el centro pokémon se volteó a mirar—. Eres mi marido, y te ordeno que no mires a otras.
—No lo soy, y no la estaba mirando.
—Lo eres en otra dimensión, y quiero que le seas fiel a esa Serena. Odio a los infieles.
Sin permitirle una defensa mejor argumentada que esa, Serena se alejó dando pisotones hasta posicionarse frente al computador y retomar la tarea de llamar amigos para que los asistan en su emprendimiento. Satoshi miró la hora y su pulso volvió a temblar. Miró a Serena por detrás, sintiendo como un abrazo pendiente comenzaba a pesar sobre su conciencia.
—Te prometo regresar pronto, mi amor —dijo al vacío—. Yo te juro no rendirme hasta el final.
¿Podrá Satoshi detener a Giovanni y a él mismo a tiempo para regresar a su dimensión o tendrá que conformarse con amar a la Serena equivocada? ¿Cuál es el plan de Giovanni al traerlo a este mundo? ¡No se pierdan las respuestas a estas preguntas en el próximo episodio!
—Muy bien, ya estamos casi todos —mencionó Serena tras casi una hora de esperar a los que había llamado.
—Conozco a varios —dijo El mostaza—: Misty, Brock, Trip, Korrina, Citron, Paul, ¿ese hijo de puta de ahí no es Tobias?
—Oye, será débil, pero es un entrenador muy honesto. No podía decirle que no si realmente quería ayudar.
—Como sea, hay gente de la cual dudo mucho: Magno, Aquiles, Lysson, y... No puede ser.
Su sangre se heló, sus pupilas se dilataron, su corazón comenzó a latir con una potencia jamás experimentada ni con la mejor de las fusiones al tiempo que El azabache comenzaba a dar pasos torpes llorando como un niño pequeño al ver por primera vez a alguien que amó después de una eternidad.
—Satoshi, ¿qué pasa? ¿A quién viste?
—Yo no puedo creer que estés aquí... Fennel.
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