Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

28. Miedos, primera parte.

Perdón por haber tardado tanto en actualizar un nuevo capítulo. La verdad, fue bastante largo y difícil describir, incluso tuve que cortarlo por la mitad, lo admito; y todo este tiempo que no actualicé lo estuve modificando porque no me convencía. No es que haya terminado de hacerlo, pero creo haber cumplido el objetivo principal: la idea está acá. Ojalá la alcancen.

«¿Cuántas veces perdiste por miedo a perder

La sal que se elevaba desde el mar parecía quemarle los ojos, y el reflejo del sol sobre las aguas avivaban aquella sensación complicando aún más el cuadro para ese entrenador. Tanto viento chocando contra su rostro lo estaba encegueciendo, y probablemente su Mega Aerodactyl tampoco pudiera soportarlo por mucho tiempo más. De seguir así, irremediablemente acabaría por caer, y los entrenadores que lo perseguían montando a aquel bestial charizard no parecían dispuestos a dar marcha atrás.

Giovanni intentó evaluar la situación pero las ideas se le arremolinaban en los pensamientos impidiéndole concretar algún concepto claro. Una secuencia de fotografías como aquellos rollos de películas antiguos se disparaban una tras otra en un orden anárquico impulsadas por las explosiones y el enorme poder que había demostrado su adversario: En primera instancia estaba la boda, por supuesto que estaba, porque después de ella lograron tenderles una emboscada tanto al muchachito Ketchum como a la bonita mujer con la que se acababa de casar, para poder así atrapar en sus redes a todo su equipo Pokémon dejándolos completamente vulnerables. Jamás se esperó que reaccionaran de esa forma.

—No quería interrumpir tan meloso momento —mintió su voz jocosa en medio de sus recuerdos—, pero ahora que todo concluyó, muchachita, te tengo malas noticias: el mismo día que te convertiste en la esposa de ese sinvergüenza te convertirás también en su viuda.

Cientos de soldados vestidos de negro exhibiendo el glorioso estandarte del equipo Rocket lo acompañaban en el ápice triunfal de su carrera por destruir a aquel entrenador, cuando de pronto, Satoshi echó a reír causando el desconcierto de todos los allí presentes.

—Estoy harto de estar huyendo de ti, de tus secuaces y de sus malévolos planes, así que créeme cuando te lo digo: esta misma noche terminaré con todo, y no serás tú el que ría al final.

Una sensación extraña anidó en su pecho, pero su mente no supo comprender a aquel anómalo huésped: ¿era ansiedad, ira, discordia...? No, definitivamente aquello era nuevo para él, algo que regresaba a tomar un lugar en su interior por primera vez después de mucho tiempo: lo que comenzaba a sentir era miedo. ¿Y por qué no estar aterrado? Frente a él tenía al mejor entrenador Pokémon visto en décadas. La última vez que un entrenador lo miró de esa manera, todo el Equipo Rocket cayó, permaneciendo inactivo por varios años hasta que su corazón le recordó porqué había decidido alguna vez continuar con la obra de Lady Boss, su admirable madre.

—Creíste tener a todos nuestros Pokémon atrapados, pero te faltó uno —bramó la voz del mostaza, y los ojos del jefe del equipo malhechor se hicieron eco del vacío al notar como éste arrojaba una pokebola hacia atrás y su esposa elevaba su ramo con ambas manos para golpear el botón de la esfera al grito de:

—¡Liberate!

Pero como si la sola referencia a Sakura Card Captor no bastara, un enorme monstruo parecido a los que en aquel drama televisivo cobraban protagonismo hizo acto de presencia atemorizando a su equipo en tanto ráfagas de poder brotaban de sus oscuras alas hasta destrozar las redes con las que habían capturado a los demás Pokémon enemigos.

—Yveltal, regresa —exclamó la pelimiel—. Por ahora no es necesario que sigas peleando por nosotros.

Dos equipos de seis contra un centenar de soldados elite de la mejor agrupación de villanos de todos los tiempos, portadores de armamento de última generación, Pokémon robados de gran poder, tecnología arcana mejorada por sus investigadores y un sinfín de elementos más hacían que el equilibrio de la batalla estuviera claramente apuntando a su favor; pero el evento que estaba a punto de presenciar definiría un cambio de roles completamente inesperado: ante la mirada atónita de Giovanni, todos los Pokémon del equipo del nuevo matrimonio cambiaron su forma alcanzando niveles evolutivos impensados.

Primero los seis de Satoshi alteraron su forma para parecerse más a él, luego los de Serena coincidieron en algunos detalles con el aspecto de la perfourmer, y finalmente varios de esos Pokémon sufrieron una nueva transformación cobrando así características de ambos entrenadores, y una luz blanquecina rodeó a los jóvenes brindándoles un aspecto extraño, como si su cuerpo se estuviera transformando en energía pura.

Se habían sincronizado, sin dudas se habían sincronizado, pero... ¿tantos corazones latiendo en los pechos de esos entrenadores no era peligroso para ellos?, ¿cuánto tiempo podrían soportar esa nueva evolución?, y lo que era más importante; si los vínculos se dan entre un entrenador y su Pokémon potenciando sus estadísticas, cuando el entrenador se vincula a muchos Pokémon eso quiere decir que los vínculos se acrecientan... Entonces, ¿hasta que límite podría llegar ese poder?

No era momento de especular respuestas, era tiempo para probarlas.

Los soldados de su equipo comenzaron a atacar, y un destello de desesperación lo invadió al notar que esos Pokémon y sus entrenadores diferían significativamente con todo ente compuesto de materia; se estaban transformando en energía. Sus cuerpos casi etéreos transitaban a una velocidad descomunal a través del ejército golpeando con una fuerza incalculable y una precisión anonadante a quien tuvieran a su alcance, devolviendo a las megaevoluciones a su estado base en cuestión de segundos, y recuperando parte del balance de la pelea a su favor.

Tenía que hacer algo rápido o su intento de revancha acabaría en fracaso.

—Mewthree, haz que se arrepientan —exclamó el líder del equipo Rocket dando entrada a su as más poderoso, aunque todo aquello fuera sólo parte de su memoria.

Satoshi sostenía con fuerza el cuello del dragón viendo a lo lejos la imagen del Mega aerodactyl perderse por unos instantes para luego reaparecer de entre el vapor que emergía de la superficie del agua. No tenía ninguna intención de permitir que se le escapara otra vez. Tantas veces había permitido que Jessie, James y Meowth se le escaparon y ahora que por fin podía dar un punto final a esto... no, no podía rendirse; no era el momento ni era la circunstancia para que el equipo Rocket tuviera una nueva oportunidad.

Serena junto a él le daba la confianza de saber que todo estaría bien, y entonces, como si un rayo de luz se apareciera en su camino, pudo notar como el azul del agua era reemplazado por los colores grisaceos y verduzcos del suelo continental.

Recorrieron un corto trecho antes de aterrizar en la base de una montaña dónde vieron al hombre mayor vestido de traje regresar a su Pokémon e ingresar corriendo a una cueva.

Aterrizaron en la entrada donde resolvieron que lo mejor sería que Serena y Charizard esperaran afuera por si aquel magnate intentaba escapar; y tras un breve beso de despedida, el Azabache prometió volver pronto y emprendió la marcha hacia el oscuro y desconocido destino que guardaba por él en el interior de la caverna.

—Aquí te espero, mi amado esposo —susurró en su oído la dulce jovencita del gorro rosa, haciendo que el aderezo se volviera ketchup de un sonrojo. Serena era preciosa, y al regresar contaría con el amor de una buena persona que suspiraba pir él. Este sería el último esfuerzo.

Aquel lugar, lejos de ser una inhóspita cueva como las que solía encontrar en su viaje por Kanto, era un sitio de una belleza natural atrapante, con el aditivo ornamental de enormes cristales verdes formando estructuras irreales repletas de aristas o planos perfectos que reflejaban su rostro en cada pared. Y entonces, cuando alguna de las pocas neuronas que aún le quedaban en la cabeza hizo click, un recuerdo furtivo lo invadió permitiéndole comprender en qué lugar se encontraba: aquella era la Cueva de los Espejos.

Apoyo su mano derecha contra la pared; sabía que de ese modo si se perdía lo único que debía hacer era seguir caminando y hallaría la salida. Se encontró a los pocos metros con una bifurcación que lo hizo dudar; no tenía idea de qué dirección había tomado el líder del equipo Rocket. Avanzó dejándose llevar por el instinto y el olfato de su Pikachu cuando a lo lejos pudo notar la silueta de Giovanni atravesando uno de los pasillos.

Estaba feliz de encontrarse allí; sabía que habían logrado sobrevivir por muy poco a su enfrentamiento. Sincronizar tantos corazones era una locura, aunque francamente seguía siendo poca cosa comparado con lo que venían planteando su flamante esposa y él.

Entonces, los pasos tamborileando frente a él, o quizás la luz reflejada por los cristales, o tal vez la emoción de esa persecución, o sea lo que fuere, no lo sabía, pero algo hizo que su mente activara un recuerdo cercano.

En el momento en el que el dolor en su pecho comenzaba a superar los límites de su tolerancia, la voz de Serena, siempre tranquila y dulce, lo hizo comprender que era el momento de parar un poco y recuperando sus fuerzas. Lentamente pudo ver como los Pokémon enemigos volvían a tomar ventaja de su intervalo, entonces, sintiéndose rodeados, tomaron un pequeño respiro para acusar en voz alta.

—Si ustedes están aquí, eso significa que alguien nos traicionó y les reveló a nuestra ubicación —Las miradas se apuraron al encuentro entre los tres sacerdotes que se mantenían al margen de todo, intentando no ser heridos por los ataques desviados—, pero nadie en el pueblo sabía que éramos nosotros, por lo cual las opciones se reducen a sólo esos tres religiosos de ahí.

—¡Imposible! —bramó el mayor de los aludidos—, nosotros somos hombres al servicio del pueblo de Dios, no se nos ocurriría jamás hacer algo para traicionan a uno de nuestros hermanos.

—Es verdad, no se les ocurriría; a menos, claro, que haciendo eso pudieran ayudar a aún más hermanos —opinó Serena—. ¿No es así, padre Ulises?

En medio de la despiadada batalla, los rivales se tomaron un momento para apreciar el rostro consternado del joven sacerdote que luchaba por mantener oculta su verdad, en tanto Giovanni echó a reír con la burla escrita entre los labios puesto que sabía la confesión que se avecinaba.

—Yo... sólo...., yo sólo... —masculló el padre Ulises—. Ellos amenazaron con destruir el pueblo, las islas cercanas, la obra de la iglesia; yo sólo...

Los estruendos se reanudaron ensordeciendo el ambiente.

—Creyó que era mejor sacrificar a unos pocos para la salvación de muchos —interpretó satoshi al instante, sintiendo como la conexión con sus Pokemon poco a poco se debilitaba.

—Está bien. Nosotros también lo hubiéramos preferido de ese modo si nos lo hubiera preguntado —repuso Serena. Su Mawile golpeó tan fuerte el piso que por poco provocan un temblor ocasionando que más de uno de los Pokémon adversarios retrocedieran.

—Por favor perdónenme. Él amenazó a todos en la isla y yo entendí que si ponía la cámara para que transmitieran directo hacia Poke-Visión podría salvar a los hijos de la iglesia.

De pronto y para sorpresa de todos, el cansancio pudo más, y Satoshi cayó sentado, regresando sus Pokémon a su forma base. El corazón dentro de su pecho palpitaba a mil revoluciones por minuto, causando que los brazos le dolieran una causa del correr pulsátil de su propia sangre. Pronto Serena se acercó a socorrerlo, pero la presión fue demasiada haciendo que ella también cayera en sus brazos, debilitada por tanto pelear. Sus Pokémon, aun sin fuerzas, continuaron resistiendo.

—Una cámara prendida nos apunta haciendo que entrenadores de todo Kalos vean lo hermoso de su caída —bramó Giovanni—, interesante... Entonces ustedes que alguna vez se impusieron frente a las cámaras de televisión derrotando al equipo Rocket hoy sucumben de la misma forma ante nosotros. Su ejecución pública será una señal de alerta para que la gente sepa que estamos por sobre todo poder.

Impotentes y viendo como sus compañeros Pokémon daban hasta el último esfuerzo con tal de defenderlos, la pareja se aferró mutuamente el uno al otro para no darle el gusto a Giovanni de verlos abatidos.

—Si ese era tu plan desde el principio —recriminó Serena ofendida, viendo como los secuaces del equipo Rocket zarandeaban a golpes a su pobre Sylveon y éste se los quitaba de encima con su viento rosáceo—, ¿por qué no actuaste de inmediato interrumpiendo incluso la boda? ¿Qué es todo este juego de darnos la felicidad y quitárnosla al instante?

—¿Interrumpir una boda? ¡Eso es de villanos sin categoría, puercos en su chiquero! Yo soy un cerdo decente —contestó el iracundo castaño.

Porque sí, había calculado todo: el momento para atacar, el mejor lugar para hacerlo, la hora exacta, el público adecuado, la cámara a mano... la cámara... ¡pero claro! Había algo, un pequeño detalle que se le había escapado: si la cámara permitía que los entrenadores vieran lo que estaba ocurriendo en tiempo real, permitiría a su vez que en tiempo real otros entrenadores pudieran llegar ayudarlos. Y fue así como cuando creían que por fin podrían derrotar al equipo del Mostaza, un enorme fearow aterrizó del cielo, desplegando ataques increíbles sobre los más cercanos, y de él, un entrenador Pokémon de igual poder al Azabache bajó acompañado de la maestra proveniente de Alola.

Ese fue el momento para Satoshi: cuando supo que iba a ganar al abrazo de sus compañeros de viaje y de vida, cuando vio que su amigo de la infancia desplegaba todo su equipo para salvarlo, cuando la vida le contó que no estaba solo, que pronto vendrían más grandes entrenadores a darle una mano, cuando vio que las fuerzas policiales hacían acto de presencia y el equipo Rocket abandonaba a su propio líder, el momento en el que sintió la ira de Giovanni atacándolo con todo el poder de Mewthree, pero sin conectar un solo golpe a causa del ejército que había hecho acto de presencia a fin de defenderlo.

Notó de pronto que el líder del equipo malvado emprendía acto de retirada y montó a Charizard junto a su nueva esposa para darle cacería, dejando atrás toda la madeja de ataques que se desplegaban por parte de ambos bandos oponentes.

Llegar a tierra, entrar a la cueva, dejar al amor de su vida atrás y perseguir al bandido que durante tantos años lo había obligado a marginarse a una isla tropical donde debió perder su identidad, su nombre y su mérito a fin de proteger a quienes más quería hizo que su corazón y sus nervios estallaran. Lo vio correr delante de él, girar en un pasillo, trastabillar intentando no caer golpearse contra una pared avanzar empujando su propio peso a través de las bifurcaciones de la caverna y finalmente, ser alcanzado.

Giovanni y Satoshi se miran frente a frente a escasos tres metros de distancia; miraron lo que tenían ante sus ojos, las expresiones del adversario, el gesto nervioso de sus inquietas manos, el primer paso que avanza hacia el otro, el segundo que lo precede, y un momento después se encuentran sorpresivamente corriendo mutuamente hacia el encuentro, buscando por fin chocar sus brazos y su historia para dar un punto final a esta tensión infinita que alguna vez nació entre los dos hace varios años en Ciudad Verde.

Aun trémulo, Satoshi creía que podría atrapar al mayor villano de la historia de Kanto, a la persona que lo había acechado como un depredador fiero a su presa y, cegado por la idea, avanzó abusando de las fuerzas de sus agotados músculos.

Corrieron a paso torpe los dos, Satoshi saltó con sus manos extendidas hacia la cintura del adulto, Giovanni se agachó. Entonces, todo ocurrió tan de prisa que el entrenador del pikachu apenas pudo notarlo: a menos de un metro, y cuando por fin sentía que lo podría tomar de las solapas de la camisa y decirle a todo pulmón «estás acabado, esto llegó hasta aquí», Giovanni se adelantó al movimiento de su joven adversario, los sujetó del cuello y juntos cayeron por el espejo de la pared de al lado, atravesando el espacio y envolviéndose con un remolino de luces.

Cegó su mirada justo antes de caer al áspero suelo de otra dimensión, donde una horda de entrenadores portando Pokémon con un aura oscuro lo esperaban pacientementes, y sonríen complacidos al notar el regreso de su adorado líder junto a la presa que había salido a cazar.



NA: ¡Gracias a todos! Los votos subieron, y con ellos llegaron muchos más lectores porque se le dio visibilidad al fanfic. Supongo que, ya que ahora tengo 19 estrellas por capítulo, si pido un mínimo de quince para apurarme a subir el próximo cap no sería exigir mucho. ¡Vamos por ello! 💪💕

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro