27. Rituales
Admito que me sorprendió la cantidad de votos que tuvo el capítulo anterior; no me la esperaba, y me haría muy feliz que se repitiera en éste, así que –aunque tardé un poco en terminar de escribirlo– acá les traigo el nuevo capítulo. ¡Que lo disfruten!
«El querer lo exige todo, el amar lo entrega todo»
Hay un universo visible y uno invisible el cual se materializa ante nosotros por medio de señales. A veces esas señales son difíciles de comprender, a veces no podemos percibir aquello que está más allá de nosotros si no es por una sutil señal, y a veces –cuando necesitamos demostrar un cambio interno– somos nosotros quienes generamos nuestras propias señales y las llamamos ritos.
Es un rito, por ejemplo, el decir «gracias» cuando algo nos hizo bien. Es un rito de saludarnos, el expresar nuestras emociones... nada de esto es necesario, pero sí es necesario para todos nosotros transformar en físico aquello que pasa dentro de nuestro corazón; y por ello, por la necesidad de comunicarnos, es que los ritos cobran importancia.
Satoshi estaba apunto de encarar el rito más importante de su vida: su matrimonio con Serena, pero antes existían otras señales a las que debía recurrir a fin de materializar algo que estaba sucediendo en su interior.
En un claro de la densa selva que rodeaba aquel el pueblo escondido, el brillo de unas pokebolas iluminó la penumbra permitiendo que seis pokémon rodearan al entrenador. El Azabache los miró con ternura y explicó de la manera más rápida que le fue posible.
—Muchachos, hoy me caso. —Un barullo de voces asustó a los habitantes de la arboleda provocando que una parvada de aves elevara su vuelo—. Sé que es repentino para ustedes, en parte también lo es para mí, pero quiero que sepan que hoy ustedes serán mis únicos chaperones. Ni mi familia, ni tampoco otros amigos, ni nadie más fuera de ustedes seis estarán conmigo y con Serena para acompañarnos en este momento. —Charizard protestó, aunque Satoshi no lo pudo entender en su propio idioma. Él, a pesar de los años, seguía shippeándolo con Gary-— No hago diferencias, no tengo Pokémon favorito, pero elegí que fueran ustedes los que estuvieran hoy aquí porque tenemos los vínculos más fuertes. Sé que todos me dieron su corazón, y hoy quiero que formen parte del momento en el que uno el mío al de la persona que amo.
Elevando una pandereta, comenzó a tocar un ritmo lento que todos sus compañeros ya conocían, y el equipo se puso de pie acompasando su respiración al sonido de aquel instrumento cuando el Azabache, de pronto, exclamó a viva voz:
—Greninja.
Un halo de agua cubrió a la rana mutante permitiéndole expresar no sólo un cambio de imagen, sino también su estado más poderoso. Satoshi, por su parte, sintió como el corazón de su amigo latía junto al suyo. El ritmo de la pandereta aumentó.
—Pidgeot.
Un tornado de colores brotó desde el suelo ascendiendo fervoroso, permitiendo ver tras su partida la imagen de un pidgeot cuya apariencia semejaba a la del chico que lo capturara. El Azabache continuó.
—Meganium.
Pareciera que toda la luz del sol se condensó en un sólo lugar formando una brillante flor que diera lugar a la metamorfosis de aquel bello Pokémon. La flor vuelta azul, los cuernos con forma de Z que nacieron bajo sus mejillas y el poder inigualable del fenómeno lazo: todo hablaba de Satoshi. Ambos eran uno.
Sentía pena por haber reducido el enorme mundo de amistad que poseía con todos sus Pokémon a simplemente seis, mas no era momento para grupos grandes. Su viaje exigía llevar la menor cantidad de recursos posible, y por eso tener consigo al menos uno de cada elemento le pareció lo más sensato, si bien seguir la tabla de tipos nunca fue su prioridad. La música seguía acelerando.
—Charizard.
El rugido dracónido que inundó el ambiente acompañó un despliegue de energía negra como el humo, la cual cubrió a su compañero criado desde pequeño para luego dejar ver un dragón atemorizante y enorme, quien infundía un gran respeto. La música cobró matices melifluos ante la mención del siguiente nombre.
—Xerneas.
El Pokémon legendario absorbió la magia que lo rodeaba, débiles destellos rosa se alejaban de él transformando su tono en una iridiscencia espectacular justo antes de desaparecer para luego permitir al ciervo dar pie a una nueva apariencia más similar a la del Mostaza, quien observaba a todos complacido.
Satoshi se sentía vulnerable; seis corazones latían en su interior, y era turno de que el séptimo se les uniera. Alcanzando el ritmo de la pandereta su máximo esplendor, su voz pronunció con infinita ternura.
—Pikachu.
La energía eléctrica que revoloteaba alrededor del rededor cobró forma permitiendo a todos ver pequeños seres flotar a su alrededor y unirse a su cuerpo hasta transformarlo en una versión más similar a su mejor amigo.
Un momento de paz colmó el interior de los que se encontraban en ronda en aquel claro de la selva, permitiéndose sentir mutuamente hasta volverse uno con las emociones de los demás. Fuego, agua, aire, eléctrico, hada, hoja; todo significaba nada porque estaban unificados en el único elemento del amor fraterno e inmarcesible, la fuerza que todo lo une.
Ya caía la tarde y el astro rey arrebolaba las nubes haciendo que el mundo se convirtiera en oro y bañando a su vez al humilde altar que los monjes habían preparado al pie del faro que hospiciaba de iglesia. Un centenar de flores blancas decoraban el lugar mientras que la pequeña multitud esperaba por la llegada de la novia, y un Satoshi confiado vestido con traje blanco abandonaba voluntariamente su gorra entregándosela a su pokémon eléctrico, quien cumpliría su rol de padrino para esa ceremonia.
El sacerdote más viejo vestía en consonancia con el calendario litúrgico en tanto los otros dos religiosos, portando una guitarra y una flauta, embelecían el ambiente con la música más meliflua que pudieran imaginar. Todo estaba preparado para la llegada de la novia, pero Serena se hacía esperar y las tonalidades oscuras comenzaron a aflorar en el firmamento inquietando a todos los espectadores. Entonces, justo en el momento en el que el primer lucero iluminó una ajena penumbra, la peli miel apareció.
Su vestido albino, las flores coronando su cabello y una mirada tierna iluminada por el rubicundo color de su rostro repleto de esplendor dirigieron su marcha hacia el entrenador que la aguardaba con la mano tendida, esperando algo impaciente a ser correspondido.
Y lo fue.
Posicionados uno al lado del otro, Satoshi creyó que aquella no sería la ceremonia idealizada por su hermosa Serena; tal vez ella prefiriera un espectáculo enorme repleto de brillos, con bailes y mucho glamour, y se sentía feliz por ser agasajado con una sonrisa por parte de la perfourmer a pesar de no poder ofrecerle tanto lujo.
Serena, por su parte, también intentó visualizar una ceremonia ideal a los ojos de su enamorado y se rió sola imaginándose a Satoshi arrojándole una pokebola para capturarla. Sí, definitivamente ese era el signo más indicado para la unión a la mirada de su querido entrenador.
La marcha nupcial que acompañó su huella andariega a través del camino de pétalos que los monjes le habían preparado cesó sus notas permitiendo al mayor de los sacerdotes alzar su voz.
—Nos hemos reunido aquí para celebrar las nupcias de estos dos jóvenes, quienes decidieron celebrar su amor y devoción mediante el sagrado sacramento del matrimonio —comenzó en anciano—; y es que el amor y la devoción recíproca son dos valores a los que nuestra sociedad ha marginado. Se nos enseña a no dar nada por los demás. Se nos enseña que debemos esperar que alguien nos acepte sin querer cambiarnos en aquellas asperezas que lastiman, y el amor es justamente la fuente de toda cambio por ser la cosa más creativa en el mundo. Dios es amor, y Dios es el creador justamente porque el amor crea, el amor nos cambia, nos transforma, nos resignifica devolviéndonos a nuestra esencia primera y enseñándonos cómo dejar de lado el egoísmo para poder ser felices y hacer felices a los demás.
Tomó un viejo libro de páginas amarillas y en él leyó algunos versos donde hablaba de un sembrador arrojando sus semillas al voleo y encontrándose con que la mayoría de ellas cayó en terreno donde le sería imposible crecer por diferentes causas, pero un pequeño grupo logró llegar a tierra buena y dar frutos a más no poder, y luego de dar una charla religiosa al respecto aclaró a los novios.
—Serena, Satoshi, no todo lo que hagan a partir de ahora va a dar buenos frutos. No todos los momentos que pasen juntos serán gratos ni tampoco el paso que decidieron dar será mantenido únicamente con un sentimiento de amor. Su amor debe madurar hasta dejar de ser un simple sentimiento y convertirse en una decisión que puedan volver a tomar todos los días. El día que decidan dejar de pelear contra todo por estar juntos, ese día se habrán perdido mutuamente. —Ambos asintieron con seriedad—. ¿Trajeron los anillos?
Respondiendo el gesto de su entrenador, el Pikachu vestido con un gracioso moño blanco le hizo entrega de una pequeña caja, la cual al ser abierta reveló en su interior dos insignias de plata en cuyos centros se podía apreciar un par de pequeños zafiros azules, símbolo inequívoco del lazo que los había unido.
Serena tomó la mano de su entrenador preferido y con gran delicadeza colocó en su dedo anular el anillo diciendo.
—Antes de comenzar nuestro viaje no tenía un objetivo. Luego caminamos juntos y me enseñaste a amar todas las aventuras que este mundo nos ofrecía, y poco a poco tú te transformaste en mi objetivo. Entonces aprendí que amar no era reescribir un cuento de hadas; el amor es una opción que nos espera detrás de la mirada de todas las personas que nos rodean, y aunque a cada uno: hermanos, amigos, padres, mascotas; todos se llevarán una forma diferente de amor; la verdad es que lo que siento por ti ha revolucionado mi mundo. Me enseñaste a creer en un sueño, a perseguirlo, a valorarme, y no podría estar más feliz no sólo de la mujer en la que me he convertido, sino también de la historia que construimos juntos. Por eso, hoy te tomo como esposo para el resto de nuestras vidas, y juro honrar el vínculo que nos une hasta el último de mis suspiros, porque desde que te conocí supe que esos suspiros serían sólo para ti.
Emocionado y algo trémulo por primera vez en su vida, Satoshi clavó su mirada en el mar azul de los orbes de Serena y comprendió que cualquier cosa que pudiera decir sobraría, no obstante tomó la mano de su enamorada y depósito en ella el anillo diciendo.
—Sabes que no soy tan bueno como tú para esto de dar discursos, pero hay algo de lo que estoy seguro: si debo pelear contra mi egoísmo, mis indecisiones o contra cualquier cosa que venga a separarnos, daré mi mejor esfuerzo y no voy a rendirme nunca hasta el final porque tú no vales la pena, vales la vida.
Aquella frase, por pobre que sonara, funcionó a la perfección arrancando un par de lágrimas en el rostro conmovido de su amada.
Los anillos en sus lugares, las miradas de los Pokémon del público clavadas en ellos dos y, tras cerrar el discurso con elocuencia, el sacerdote anunció las palabras que toda su vida habían esperado escuchar:
—Yo los declaro marido y mujer. Puede besar a la novia.
La tomó de las manos, la miró con los ojos canela cargados de ilusión, acercaron sus rostros y lentamente un casto beso se produjo entre los dos, cobrando una fuerza impactante la cual se realzó gracias a los vítores y aplausos de sus Pokémon y la música sonando en las hábiles manos de los religiosos.
Estaba hecho. Ya eran esposos. Sus mamás los iban a matar por no haberles avisado, pero estaba bien así. Habían cumplido un nuevo sueño.
Tomándose de la mano quisieron correr del lugar sintiendo caer los pétalos rojos que les arrojaron sus Pokémon cuando de pronto, algo explotó justo frente a ellos transformando la euforia en un estado de alerta que arruinara todo lo anterior. Varias redes de electricidad cayeron sobre sus Pokémon causando pánico en todos los allí presentes al mismo tiempo que personas desconocidas salían de entre la maleza, y una de ellas, montando una plataforma voladora, anunciaba a viva voz.
—No quería interrumpir tan meloso momento, pero ahora que todo concluyó, muchachita, te tengo malas noticias: el mismo día que te convertiste en la esposa de ese sinvergüenza te convertirás también en su viuda.
Cientos de soldados vestidos de negro exhibían una R bermellón brillando en su pecho en tanto Giovanni, el líder del equipo Rocket, sonreía con malicia a los entrenadores anonadados por su repentina aparición. De pronto, Satoshi echó a reír causando el desconcierto de todos los allí presentes.
—Estoy harto de estar huyendo de ti, de tus secuaces y de sus malévolos planes, así que créeme cuando te digo esto: esta misma noche terminaré con todo, y no serás tú el que ría al final.
Continuará.
(Nota: Otra vez, diez votos y me apuro con el siguiente).
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