21. Ciclos
NA: ¡No se olviden de comentar mucho! Así esta historia sube en los rankings y la conoce más gente :)
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—Satoshi tiene a Xerneas, Serena a Yveltal. La creación y el caos, los pokémon opuestos. Qué curioso —planteó Lillie por sexta vez mientras caminaban hacia un centro pokémon por el camino principal.
—Me pueden recordar por qué ya no iremos escondidos en el bosque —suplicó la otra aloliana.
—Porque haciéndolo somos presa fácil. Nuestra mejor opción es disfrazarnos y mimetizarnos entre las multitudes para que el Equipo Rocket no nos encuentre —respondió su maestro, y los demás asintieron.
—Este color no pega conmigo. —Se quejó Satoshi estirando su nueva camisa roja.
—A mí me parece que te queda fenomenal —opinó su novia. Ambos sonrieron.
—Gracias, tú también te ves espléndida.
—Pareces una colegiala —dijo Luna y Lillie le tapó los ojos provocando risas en el castaño que observaba sin opinar.
La noche los encontró compartiendo una habitación enorme en el centro pokémon de la ciudad, y conversando mediante códigos de todo lo sucedido hasta ahora. De pronto, la charla se desvió hacia saber más el uno del otro y Satoshi no pudo ignorar que el par de chicas que los acompañaban eran unas completas desconocidas para él.
—¿Mi sueño? —contestó Luna cuando éste le planteó esa pregunta—. Yo quiero ser una leyenda que enorgullezca a Alola.
—Eso ya lo eres. —Lillie miraba a su amiga con tanta ternura que a Serena le pareció que la iba a hechizar—. Eres la primera en ganar la liga pokémon de nuestra región, ¿qué más «legendaria» puedes llegar a ser?
—Si logro derrotar a todas las ligas el nombre de Alola será reconocido por todo el mundo. Quiero que la gente crea en nosotros como algo más que una simple región de paseo.
—Ese es un buen sueño —dijo Gary con una sonrisa en sus labios—, el que quiere cosas para sí es respetable, pero si un entrenador se hace fuerte por los demás, entonces es algo loable. Muy bien, Luna.
La aludida se sonrojó al sonreirle a quien estaba dedicando ya una gran parte de su tiempo libre para enseñarle más sobre entrenadores y pokémon de las regiones que había visitado. Gary para ella era alguien fenomenal.
—Serena, tu sueño es ser una artista, ¿no?
—Desde que me enteré que la profesión existía. Aunque ahora, viendo lo difícil que es la vida sin tanta exposición mediática, creo que empiezo a dudar si es lo que realmente deseo o no...
Una mirada del Azabache alcanzó cruzar los ojos de la pelimiel, y en ese encuentro se supieron mutuamente identificados. Él le decía que no tuviera miedo, que todo estaría bien. Ella se sentía confortada por esa mirada, por esas ganas de acompañar, por ese amor inconmensurable. Prisioneros de esos ojos, ambos entendían con tan poco que mientras estuvieran juntos, nada podía salir mal.
—Pero valdrá la pena intentarlo. —Cerró al fin sin intenciones de pensar las cosas de más. Después de todo, ¿quién de nosotros tiene el futuro asegurado?—. Y tú, Lillie, ¿qué planes tienes para tu vida?
—Yo... —La aloliana se aferró más a su bolso—. Todos esperan que me convierta en una investigadora y trabaje en la fundación de mi madre, aunque lo que realmente deseo es aprender más sobre las dietas pokémon y su nutrición. No sé si ya les había mencionado algo sobre esto, pero me gustaría ser una nutricionista pokémon.
—¡Súper! —dijeron todos, aunque Gary inmediatamente después miró hacia un costado.
Quedarse en ese lugar era cómodo. Llevaban tantos días en la intemperie que volver a dormir en cómodas camas les pareció una sensación alucinante. Era momento de dedicar unos días a moverse de un centro a otro, acampar lo menos posible, y al final llegarían al próximo concurso donde competiera Serena. En el camino Gary pudo seguir combatiendo contra Luna, Satoshi pudo conocer nuevos entrenadores e intentar hacer evolucionar a su Caterpie, Serena pudo practicar hasta altas horas.
Las chicas se juntaron a hacer un video para Pokevisión y esperaron a cambiar de ciudad para publicarlo. En él dijeron públicamente quiénes eran a fin de que el Equipo Rocket las buscara en la ciudad donde habían grabado y no siguiera sus pasos donde realmente se localizaban ahora. Lo que jamás hubieran esperado era que, al ser las personas más buscadas por una poderosa agrupación criminal la cual ya las había atacado en un evento público tras el cual el groso de la población de Kalos las creía muertas, las visitas a su simple video de bailes y juegos entre amigos acabaron por llegar hasta las nubes. En pocas horas su fama ascendió a los cielos y todos se vieron sorprendidos porque, si esto se salía de control, probablemente la gente las reconocería por las calles y esconderse sería imposible.
—Aún así pienso que hacer estos videos sigue siendo una gran idea —opinó Gary cuando el tema fue tratado en conjunto—. Podemos hacer que el Equipo Rocket se despiste, y los trajes que estamos usando fueron diseñados por Jessie y James. Es imposible que fallen.
—Sí, lo sé —alegó Satoshi—. Yo jamás pude reconocerlos.
Los demás no le quisieron decir nada.
Iban en dirección opuesta hacia donde se celebraría el siguiente concurso, mas un día antes de que diera inicio el evento Serena, Satoshi y Lillie montaron a Charizard mientras que Gary llevaba a su pupila sobre Fearrow a fin de recorrer dicha distancia en pocas horas y estar descansados para el evento próximo a ocurrir.
La noche antes de la exhibición Serena y Satoshi salieron al balcón del centro pokémon, té en mano para cada uno, y se dedicaron a mirar al infinito sin la necesidad de buscar una charla forzada.
—Cuando era niña peleé por mis sueños y perdí —comenzó Serena después de vaciar media taza—, ahora de grande ¿tú no crees que sea una locura el estar aquí intentándolo de nuevo?
—Yo creo que sería una locura el no intentarlo de nuevo. Tienes todo lo que necesitas para triunfar, sólo no te rindas.
—Gracias, aunque hay algo que me molesta. —Retiró un mechón que le tapaba la vista y contempló al entrenador expectante de sus palabras—. Si lo consigo, ¿entonces qué haré? No sé si podremos llevar adelante la vida de una reina de los performances con el Equipo Rocket detrás de nosotros.
Satoshi bebió un sorbo largo sintiendo que el calor le hacía cosquillas en la garganta, miró hacia el cielo buscando no decir una estupidez de esas a las que ya tenía a todos acostumbrados y luego suspiró antes de contestar.
—Entonces habrá que terminar con esos rufianes antes de que te coronen.
Ella lo observó incrédula y luego echó a reír.
—¡Ni siquiera sabemos dónde tienen su base!
—Pero sabemos la forma de hacerlos salir de su escondite. Podremos con ellos, nos volvimos fuertes.
—Pero no lo suficiente.
—Serena... no te menosprecies.
Suspiraron otra vez y ella se acercó para recostar su cabeza sobre su hombro. Algo en aquella acción la hizo sentir menos vulnerable, un poquito invencible, quizás.
—Todos los pokémon legendarios están siendo protegidos, y aún así esos desalmados se las arreglaron para hacerse con unos cuantos de ellos. ¿Qué debemos hacer para debilitarlos?
—Su fuerza son los pokémon, y el poder de los pokémon depende del corazón de su entrenador. Conoces las bases del fenómeno vínculo, sabes que lo que los debilita es precisamente su débil corazón incapaz de amar sin restricciones.
—Pero no veo cómo podamos usar eso a nuestro favor.
Satoshi lo meditó un momento luego de lo cual contestó.
—Cuando eramos niños tú y yo eramos iguales —La performer se inclinó hacia su novio bastante interesada por lo que acababa de escuchar—: dispersos, valientes, algo torpes y aventureros.
—Tú representabas mucho mejor esas cualidades, según recuerdo.
—¿Y tú no? Tuviste el valor de salir de tu casa y reencontrarme, tuviste la osadía de partir a una aventura pokémon a buscar tu Fennekin, casi te mueres atacada por algún bicho del camino, ¡y eras torpe!, no me pongas esa cara, que bastante atrevida tienes que ser para negarlo. Eso también me atrajo de ti.
—¿En serio?
—No te quería porque fueras perfecta, ¡lo eres!, pero no de ese tipo de perfección. Conforme fuimos madurando te convertiste en una chica más decidida, meticulosa, y, tristemente, reservada.
—¿Por qué me estás diciendo esto?
—Porque la vida es una rueda. A veces parece que subes, pero es sólo un círculo que en algún momento nos va a devolver al suelo. —Satoshi abraza a Serena por sobre sus hombros para protegerla del frío y ésta se acomoda recostando la cabeza contra su pecho, absorbiendo al instante la nueva colonia del entrenador, mucho menos varonil que ese aroma a polvo y pasto recién cortado que lo acompañaba eternamente, pero definitivamente mucho más atractivo—. Hoy te veo distinta: más valiente, más aventurera, un poquito más dispersa por el enorme abanico de posibilidades, y, ¿por qué negarlo?, nuevamente demuestras esas torpezas que antes hicieron que me fijara en ti.
—¡Más torpe serás tú! —bromeó Serena atinando un sutil golpecito en el hombro de su entrenador. Satoshi rió.
—Los ciclos de la vida nos hacen ser, dejar de ser, volver a ser. Nos hacen aprender nuevas cosas en cada vuelta que nos sirvan en la siguiente. A veces vuelve gente, a veces llegan nuevas personas que según nuestras nuevas necesidades las dejaremos entrar o no, o ser eternas o no; lo importante es que no frenes este ciclo porque eso es parte de vivir.
—¿Frenar el ciclo?... Oh, te refieres a que no debo estancarme.
Él asintió.
—Fui feliz contigo viviendo en la Isla Canela por unos años sin pensar en todos los problemas que habíamos dejado atrás, pero al hacerlo, al encerrarnos en nuestra zona segura, el ciclo se frenó, y las consecuencias fueron esa austeridad huraña que te estaba poseyendo. Nunca dejaste de gustarme, pero por culpa del encierro te estabas convirtiendo en alguien que no eras, y no es lo que deseo para ti.
—Tampoco deseo eso para ti —dijo Serena con seguridad en la voz—. Debo admitir que también comencé a ver como esa chispa que te enciende la aventura se apagaba día a día y con eso no podía ser feliz. Eres tan libre, tan abierto y lanzado que me daba pena disfrutar el encierro porque sabía que te tenía a mi lado a la vez que te estaba perdiendo. Me perdía a mí también, según parece.
Se abrazaron bajo la luz de la luna y la noche les pareció menos fría al tenerse mutuamente.
—Serena —urgió Satoshi—, vence mañana y no te preocupes por el Equipo Rocket. Todo saldrá bien si sigues tu corazón.
—Satoshi —respondió ésta—, ¿te has fijado en que hace como media hora que Gary nos está filmando, no?
—Sí, probablemente esté esperando a encontrar algo pervertido para poder mandárselo a mi mamá.
—Sí, y aunque darle el gusto suena tentador, lo mejor será que vayamos a la cama. Mañana tengo que dar lo mejor de mí en esa presentación.
—Y sé que lo harás. —Elevó su dedo medio en dirección hacia donde Gary permanecía oculto y en silencio—. Yo sé que lo harás...
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