11. Violencia
Al ver tu soledad me sentí invitada a cruzar los umbrales que nos separaban; quise comprender tu dolor. Una parte de mí ser pretendía conocerte.
Y conocerte fue mi ruina.
El Yveltal dorado surcó los cielos mientras sus alas brillantes desprendían esferas de poder capaces de causar mucho dolor con un simple roce. No mataban, es cierto, al menos no por ahora, pero no por eso la magnificencia de esa bestia podría dejar de ser considerada la más destructiva que un entrenador Pokémon pudiera apreciar jamás. El binomio constituido entre El Cuervo del Caos y la artista comprendía un complemento temerario.
Lejos de ti mi vida era perfecta: tenía un sueño y lo estaba siguiendo, tenía un amor y lo estaba disfrutando, tenía mucho para dar y por eso me creía fuerte, y creía también que todos corríamos hacia el mismo lugar apoyándonos en la perseverancia. Pero luego llegaste tú y todo fue distinto.
Creía conocer el mundo y ser alguien insertado en la realidad, pero terminé por comprender que no era más que una soñadora, aquella que intenta cumplir sus anhelos siendo indiferente al mal que me rodea. No sabía cuánto desamor podía albergar mi corazón hasta que supe de todo el odio que se gestaba en el tuyo.
Mewthree intentó controlarlo, pero dos mentes con ese nivel de conexión eran demasiado para él y el poder oscuro del cuervo alcanzó a su entrenadora convirtiéndola en alguien invulnerable a la potencia psíquica del clon. Un rayo negro proveniente de Yveltal avasalló al Pokémon de Giovanni y éste cayó herido luchando contra la petrificación de sus miembros.
«Basta» ordenó Serena y el avance de la roca cesó. El Equipo Rocket temblaba presenciando nuevamente a aquel ser de descomunal poder liberando su ira contenida de millones de años sobre la pequeña arena de combate.
Adentrarme en tu intimidad significa inmiscuirse una manera casi violenta en la historia de por sí ya violentada de miles de víctimas de un sistema explotador. Comprender que el ladrón también fue un niño a quien de alguna manera la realidad abusó.
Encontrarlo pequeño sintiendo el desprecio de los otros por no poseer lo que se suponía que debía poseer: unas zapatillas enteras, ropa de marcas conocidas, algún artefacto, una familia unida.
Encontrarlo en la riqueza obsesionado con empatar la historia de sus padres, la fortuna de quienes admiraba, encomendando su propia conciencia a la voracidad fatal de un mundo de ambiciones que le decían desde pequeño y hasta siempre que no importan las personas sino las cosas.
El pobre portaba el arma y salía a matar.
El rico portaba el poder y salía a matar.
Y no importaban los intermediarios sino únicamente los beneficios que pudieran suplir la deuda transfigurada en avaricia que había gestado una sociedad enferma y delincuente.
Pero todo eso tú lo veías...
—Serena, por favor, ¡despierta! —La voz de Satoshi le llegaba desde lejos—. Corta el vínculo ahora antes de que te consuma.
Pero era demasiado tarde. Ni los constantes zamarreos del adolescente lograban alcanzar la conciencia dormida de su novia. Pikachu reaccionó gritando la última sílaba de su nombre mientras descargaba la poca energía que aún le quedaba sobre Serena, pero está permaneció inmutable.
—Déjame intentar —reclamó Luna empujando al desesperado Azabache por considerar que ya se estaba excediendo a las agresiones—. Serena... ¡Serena!
—¡Estás haciendo lo mismo que yo!
—Tienes razón, debo hacer algo que tú no puedas... ¡Ya sé!
Y ante la mirada atónita de Satoshi, Luna besó a su novia. El Mostaza quiso explotar, ¡eso no se hace!, pero para su sorpresa, Serena reaccionó al beso casi al instante abriendo los ojos y empujando con fuerza a la muchacha.
—¡¡¡Qué demo...!!!
—¡Funcionó! —gritó el pierde ligas olvidándose de la ofensa—. Estaba tan preocupado por ti...
—De nada —recriminó Luna algo molesta después de que la empujaron tras haberle salvado la vida—. Y bien, ya que te deshiciste de esa molestia, los Ultra Guardianes se encargarán del resto. Creo que lo mejor es que ustedes dos huyan de aquí lo antes posible.
El de los ojos café miró a su alrededor descubriendo que los susodichos habían usado bayas y pociones para restaurar sus Pokémon debilitados y volvían a arremeter con fuerza contra el equipo Rocket. No estaban en igualdad de condiciones, es cierto, pero los maleantes habían venido sólo por él. No tenía sentido quedarse y seguir arriesgando a más personas.
—Está bien, montaremos sobre Charizard y nos iremos de aquí volando.
—¿Estás loco? Cuando vuelas eres un blanco fácil. ¿No tienen ningún Pokémon psíquico en sus equipos para teletransportarse?
—No..., al menos no alguno que pueda realizar ese movimiento —admitió la artista algo avergonzada. La campeona tenía razón, aún con Charizard como vehículo volar era una mala idea.
—Deberemos pelear hasta formar una abertura en las filas del equipo Rocket.
—No hará falta Satoshi, déjalo en mis manos —La aloliana corrió hasta donde sus amigos para tomar a Lillie del brazo y traerla hasta junto la pareja con una enorme e inexplicable sonrisa—. Quiero que Satoshi toque el bolso de Lillie y todos lo tomemos a él de la mano.
A Serena no le hizo gracia que es dos chicas desconocidas quisieran tocar a su novio, pero lo aceptó por esta vez y aunque ninguno había comprendido del todo las intenciones de la pequeña morena, cuando ésta le pidió a Satoshi pensar en algún lugar todos sintieron una fuerza que los arrancada del suelo y los hacía aparecer junto a Erika y su novio.
—¡Teletransportación! Pero ¿cómo? —exclamó Gary al verlos llegar sin un Pokémon.
—Es nuestro pequeño secreto. —La respuesta de Luna fue tajante. No estaba interesada en hablar sobre ese tema. De pronto un chillido vino a rescatarla para cambiar el curso de la conversación.
—¡Yveltal! —Serena casi lloraba intentando regresar hacia el lejano estadio—. Debo volver. Él está solo.
—¡Serena, no! —Erika la sujetó por detrás impidiéndole ejecutar el retorno.
—No podemos volver es muy peligroso —apoyó Gary.
—Deja esto en las manos de los Ultra Guardianes, ellos saben que hacer —dijo Luna tratando de calmarla.
De pronto pudieron ver la figura del Rey del Caos abandonando el estadio en dirección a unas montañas cercanas. Algunos miembros del equipo Rocket volaron detrás de él, pero rápidamente un grupo de dragones montado por los alolianos los persiguió y se convirtió en una verdadera barrera de ataques que los contuvo hasta que El Cuervo se perdiera de vista. Los ojos de Serena parpadearon de negro por unos segundos y ella cayó arrodillada musitando una y otra vez.
—Me está llamando... Tiene miedo... Debo buscarlo.
—Serena, no te sincronices; podríamos perderte. Por favor... —La voz de satoshi se oía cargada de culpa a causa de los últimos acontecimientos—. Si es necesario buscaremos a Yurika; ella y su Puni Chan nos ayudarán y encontraremos a tu Pokémon, pero no actúes tan precipitada. ¡Yo no te puedo perder!
Él era el menos indicado para pedir templanza a alguien, no obstante, su corazón sabía el dolor que le causaba estar lejos de su amada. Ella sabía que las personas somos espejos y cuando algo nos duele solemos lastimar. Porque cuando algo nos hiere hondo pretendemos que otros puedan entenderlo.
Muchas veces para que puedan entender nuestras dolencias podemos llegar a lastimar a los que amamos ya sea voluntaria o involuntariamente, y el lastimar también nos duele. No somos ajenos al sufrimiento de los demás, pero eso sólo nos lleva a un círculo donde sentimos dolor y causamos dolor para sentirnos comprendidos.
Ella sabía que si lo abandonaba de una manera tan cruel y egoísta dañaría irreparablemente a su entrenador. El dolor causa violencia y la violencia atrae a más dolor retroalimentandose. No lo podía permitir.
—Por mucho que lo deseo, sé que ésta no es la forma. No te preocupes amor, no haré ninguna locura.
—¡Muy bien! Pero por si acaso, me quedaré con ustedes por si hiciera falta que alguien te besara —afirmó Luna llena de energía.
—¡¡Eh!!
—¡Sí! Esa banda de maleantes todavía está cerca. Mientras más seamos, mejor —correspondió Lillie alzando sus puños como si la simple propuesta ya fuera una victoria.
—Sí, y además así podré aprender un poco sobre ustedes; todos son geniales. —Los ojos de la campeona brillaban haciéndole honor a su nombre.
—Muy bien, está decidido: tú serás mi aprendiz. —Se regocijó Gary sujetando por el hombro a la pequeña morena.
—¿De verdad? ¡Bravo! Haré todo lo que me pidas. Si quietes que mate a alguien sólo dilo.
A todos se les hizo un muro la cara al oír las palabras de la más pequeña.
—No hará falta sólo quiero que cumplas con una consigna.
—¡Lo que pidas!
—Jamás, ni aunque ellos te lo supliquen de rodillas o te extorsionen, dejes que Satoshi y Serena estén ni un segundo solos.
—¡Lo haré! —gritó inocente la entrenadora de Alola.
—¡No! —chilló Serena estirando la última letra.
Y así, con dos nuevas compañeras y una misión importante por delante, el grupo partió tras la huella de Yveltal.
—Por cierto Serena, una cosa más —exclamó Luna llena de energía cuando comenzaban a marchar—: Mayla me pidió que te entregara esto.
E irradiando esa inmensa alegría que la caracteriza, extendió sus manos sosteniendo una pequeña caja de la cual la artista extrajo algo realmente valioso.
—Tengo todo... —La voz de la pelimiel se pobló de paz cuando por fin algo de lo que trataba salía como lo había deseado—. Con esto al fin podré realizar movimientos Z.
—Te felicito amor. Y no te preocupes por Yveltal, volveremos a encontrarlo en muy poco tiempo. Ya lo verás.
No le contestó con palabras; tan sólo esbozo una de sus tiernas sonrisas, lo tomó de la mano, y con una Luna que intentaba separarlos a orden de su nuevo mentor, todos juntos siguieron caminando.
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