Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 02

Aún desde la lejanía, unos ojos heterocromáticos que se mantenían observando con calma el lago, daban la orden para que aquella ventana no volviera a abrirse. Movió levemente su rostro con neutralidad y acuclillandose frente al lago, sus manos se deslizaron sobre el agua fresca de aquel pequeño lago de pétalos sakura.

Y entonces, el cascabel volvió a sonar.

_______________________________________________

¿Nuevo lugar, nuevo empleo?

El té verde, que había sido servido con cuidado por las manos del anciano Torino, había desaparecido totalmente luego de unas cuantas horas.

Fue en ese momento, en el que Izuku se preguntó el qué hacía ahí, el cómo había acabado envuelto en aquella situación. Pero, aún si en su mente no se encontraban más que preguntas, de sus labios solo salió una sola respuesta.

Sí, está bien.

Hyakku saltaba de alegría a su lado apenas había escuchado las palabras del pecoso.

Torino sonrió satisfecho y de sus bolsillos extrajo un llavero en particular. Llavero que en cuanto se cruzó en la mirada zafira de Hyakku, éste no hizo más que coger las llaves de una vez, quitándoselas de las manos de Torino. 

Y exclamó emocionado, girando las llaves alrededor de su dedo índice mientras se elevaba levemente.

— ¡La dejaremos reluciente, tan reluciente que será la envidia del sector! ¡Se llenará de tanta gente que mi hermanito no podrá descansar un solo segundo! ¡Lo prometemo—

Izuku abrió sus jades sorprendido y le tapó la boca en menos de un segundo, para entonces susurrarle en su oreja. —Hyakku, no está bien prometer cosas de esa manera, además, se consciente conmigo por favor… —murmuró cansado, soltandolo y observando la luna, que estaba radiante en plena noche iluminando las calles de aquel excéntrico lugar.

Ahora mismo estaban a las afueras de aquella tienda.

Fue entonces que, mientras sus jades continuaban clavadas sobre la luna, un par de palmaditas nacieron en su hombro derecho. Izuku bajo su mirada de inmediato ante ello, encontrándose con el anciano Torino frente a él, sonriéndole con calma.

—Tranquilo muchacho, seguro lo harás bien. Confío en Hyakku, si te ha traído hasta aquí es por algo. —habló Torino ayudándose de su bastón, para entonces dar la vuelta y adentrarse hasta su tienda. —Cuando estén listos, me llaman. Y no olviden hacerlo, seguro y para mañana se me olvidara que tú, mocoso, estuviste aquí. —explicó neutral para entonces detenerse frente a la puerta y mirarle por el rabillo del ojo, en cuanto el bastón se había plantado contra el suelo. —Ah, no se asombren si algún extraño cliente se aparece por ahí, incluso si tienen la tienda cerrada. —advirtió para entonces sonreír levemente. —Suerte.

Y como si se tratase de algún tipo de sueño o fantasía, las puertas de su tienda se cerraron y con ello, Izuku fue arrojado a las afueras del callejón principal de donde en un inicio había entrado.

Había abierto sus ojos, notándose esta vez en el suelo del lugar. Sus esmeraldas se adaptaron rápidamente en el sitio, observando a su alrededor esta vez calles conocidas.

Muy diferente a las calles excéntricas recientemente vistas.

Trago saliva, no entendía del todo lo que había sucedido, y justamente por eso le pediría explicaciones a la única persona que tenía a su lado. Por eso, mientras se levantaba y sacudía sus ropas, observó al pequeño a su lado suspirar satisfecho mientras abría un pequeño chicle y lo arrojaba hasta su boca de un salto.

—Hyakku, explicame qué fue lo que ha sucedido. —pidió el pecoso, retomando su caminata a la salida del callejón.

Hyakku, quien se mantenía neutral masticando su chicle, le miró para continuar su vuelo a su lado. — ¿Hm? ¿Explicarte qué?

Izuku le miró por un segundo para luego negar con su cabellera aceitunada. En respuesta, formularía mejor su pregunta, ya que quizá había sido muy ambiguo.

Posó su mano sobre el mentón. —Bueno, uhm, primeramente… ¿cómo fue posible que pudiésemos atravesar aquella pared? —inquirió pensativo y curioso, desplazándose por las calles.

—Hmm… Siguiente pregunta. —respondió Hyakku de inmediato, con sus manos tras su nuca.

Izuku frunció levemente el ceño ante ello, entonces pensó en preguntar algo más. — ¿Quién era ese anciano? Entiendo lo que necesita, pero, ¿es algún familiar tuyo?

—Siguiente pregunta. —repitió Hyakku con desinterés.

El pecoso parpadeó por unos segundos, para entonces cesar su caminata. — ¿Qué era ese lugar exactamente? —inquirió clavando sus jades serias sobre el castaño.

—Siguiente pregunta.

Izuku frunció sus cejas aceitunadas. — ¡Hyakku, estoy hablando en serio! —exclamó molesto, dando una pisada más fuerte que las anteriores ante el juego del menor.

El pequeño castaño sonrió divertido para elevarse sobre la cabeza del pecoso y aparecer frente a él de manera juguetona. — ¡Y yo estoy jugando contigo, tonto! —exclamó sonriendo de manera burlona, para entonces elevarse por los cielos.

Izuku no pudo evitar seguirle con la mirada, notando como la silueta del pequeño se cruzaba con la misma luna. — ¡Hyakku, regresa aquí! —exclamó el pecoso, observando como el pequeño se perdía por los cielos nocturnos.

Fue entonces que escuchó su respuesta desde la lejanía.

— ¡Lo haría, pero hay algo que debo hacer antes, mañana te iré a recoger al trabajo, yo tengo las llaves! —exclamó el de mirada zafira, perdiéndose entre las nubes.

Izuku lanzó un suspiro cansado y azotó su frente en contra la pared más cercana. Ignoró por completo el cómo la gente le trataba de loco por gritar en medio de la calle y hablarle a alguien que no podían ver.
El pecoso le restó importancia a lo ya rutinario y se preguntaba lo que le afligía precisamente en esos instantes.

¿En que se había metido, exactamente?

Ni siquiera se había dado cuenta para cuando había aceptado las palabras de aquel anciano. Su petición había sido tan triste que no había podido negarse…

Y las personas que caminaban a su alrededor le continuaban mirando extraño mientras permanecía con su frente chocando en contra la pared, por lo que optó por continuar su caminata hasta su apartamento. De todas maneras, ya pasaban de las doce y mañana debía trabajar temprano.

──────⊱◈◈◈⊰──────

—Entonces una promoción muy feliz con extra de papas y refresco especial. —repetía el pecoso mecánicamente, con sus jades centradas en la pantalla y con su gorra roja descansando sobre su cabellera.

—Ah, y que sea sin azúcar. —pidió el joven, segundos después.

Izuku parpadeó un segundo, deteniendo los tecleos. —Lo siento, pero el refresco especial no está en versión sin azúcar. ¿Quisiera reemplazarlo por agua, un té o un jugo natural?

El joven de cabellos negros frunció el ceño. — ¿Cómo es eso de que no tienes el refresco sin azúcar?

Izuku le miró con preocupación por un instante. —Lo siento, pero no contamos con eso aún. —respondió de inmediato, preparando su rostro y llenando sus pulmones de aire porque seguramente…

— ¡No quiero nada de las otras opciones, quiero mi refresco sin azúcar!

Sí, ahí iba de nuevo.

Cerró sus ojos por un par de segundos y contó hasta cinco, para luego sonreír. —Lamento informarle que eso no será posible, pero hay agua, té o jugo natural. —repitió.

El cliente no pareció querer calmarse, por lo que se ensimismo sobre el mesón. —Y yo lamento informarte que no me iré de aquí hasta tener mi maldito refresco sin azúcar.

De Izuku pareció continuar una sonrisa forzada, llenándose de paciencia. Quiso pedirle ayuda a alguno de sus colegas, pero como siempre, ellos simplemente pasaron de él.

Fue entonces que Izuku extendió sus brazos a sus lados, rendido e inclinándose levemente de hombros. — ¿Entonces qué hacemos? ¿Qué cree que sería la mejor solución? No puedo facilitarle lo que necesita, usted como cliente siempre tiene la razón, por lo que, si la pizzeria feliz no alcanza sus expectativas, usted es libre de ir a las pizzerías que se encuentran alrededor del sector en busca de su refresco sin azúcar, así yo tendré la facilidad de seguir atendiendo al resto de los clientes sin perder más el tiempo. —dijo de manera rápida pero, aún manteniendo su sonrisa forzada sobre su rostro y hablando de manera calmada.

Los clientes que permanecían esperando tras la fila aclararon su garganta y permanecieron de brazos cruzados, observando de manera impaciente al de cabellos negros delante de ellos.

El cliente le miró por unos segundos de manera reprobatoria, para entonces bajar su mirada, siendo consciente de la impaciencia del resto de las personas tras él. —Un jugo de naranja estará bien. —soltó.

Izuku asintió de inmediato. — ¡Entonces una promoción muy feliz con extra de papas y jugo de naranja! Gracias por preferirnos, en veinticinco minutos estará su pedido listo para llevar, puede tomar asiento. —respondió el pecoso, agradeciendo internamente de que el cliente no había resultado ser tan conflictivo y que simplemente había acabado cediendo ante la presión social.

Había cosas que a Izuku Midoriya le cansaban, y una de ellas era esa, los clientes conflictivos. Aunque para ser honesto, ya estaba acostumbrado. Era pan de cada día y realmente necesitaba el trabajo.

— ¡Buen trabajo, Midoriya-kun! ¡Te veo mañana! —Se despedía Ojiro sonriente, sobre su bicicleta rumbo a su descanso.

Izuku sonrió al instante, con felicidad ante aquella despedida alegre de su compañero. — ¡Sí, nos vemos Ojiro-san! —Se despidió el pecoso de inmediato, quitándose la gorra y guardandola en su mochila para salir de aquella pizzería, no sin antes lanzar un suspiro cansado.

En cuanto salió del lugar, un sobresalto invadió su cuerpo al instante.

— ¡Bu! —exclamó Hyakku apareciendo sobre su campo de visión de manera sorpresiva.

— ¡Hyakku! Me asustaste… —murmuró el pecoso con su mano sobre su pecho, esta vez respirando aliviado. Su corazón por poco y se escapaba de su cuerpo.

Pero el castaño pasó de ello.
— ¡Has tardado quince minutos extra, hermanito! —exclamó. Fue entonces que se cruzó de brazos y clavó sus zafiros en él con molestia. —No me digas que el estúpido de tu jefe de nuevo te envío a limpiar los baños en el último minuto.

Izuku lanzó una risilla nerviosa mientras rascó su mejilla pecosa. — ¿Cómo estás? —inquirió, desviando el tema de manera veloz.

—Ahh… Lo hiciste otra vez… —soltó el pequeño con su mano sobre su sien. — ¿¡Cuando será el día en que aprendas a decir que no!? ¡¡Ese trabajo a ti no te corresponde, Izuku!!

Izuku retrocedió levemente su rostro al observar la mirada reprobatoria de Hyakku sobre él.

—Sí, lo sé, pero son monedas extra. —Se excusó.

— ¡Pero ni siquiera te paga lo que debería, esas monedas extra apenas y alcanza para comprar uno de mis chicles! —exclamó el castaño en respuesta.

—Pero—

— ¡Nada! Es por eso que busqué este trabajo para ti, ¡estoy seguro que sí te gustará y acabarás dejando ese feo trabajo que tienes ahora! ¡Incluso podrías hacer un curso de esos de los que me hablabas hace un tiempo, hermanito! —añadió emocionado.

El pecoso sonrió a su lado, desplazándose por las calles con su mochila tras su espalda. —Me hace feliz que te preocupes por mi, Hyakku. Pero estoy bien, no debes preocuparte por la vida de un adulto, es así como deben ser las cosas. —respondió mirándole con ternura.

Hyakku le miró por un segundo para entonces descender de su vuelo y caminar a su lado, con su mano en sus bolsillos. —Sabes, si yo siguiera vivo y hubiese tenido la oportunidad de crecer y ser un adulto, hubiese hecho hasta lo imposible para seguir mi felicidad ante cualquier cosa. —murmuró, con sus ojos zafiros profundos pensativos.

Izuku cesó su caminata de inmediato al oír aquello.

Y Hyakku pareció querer cesar su caminata, por lo que comenzó a caminar más lento mientras le observaba por el rabillo del ojo.

—Hyakku… Yo no quise decir eso, es solo que a veces la vida no va del ritmo que uno quisiera, y uno acaba adaptándose a ello. Además, estoy seguro que aún si sigues siendo un pequeño, eres y serás feliz. Somos familia, ¿lo recuerdas?

El castaño sonrió alegre ante esa respuesta, era justamente lo que esperaba y de lo que ya estaba acostumbrado. — ¡Lo sé! Pero nunca es tarde, es por eso que ahora mismo nos dirigimos a tu nueva oportunidad. Y como recompensa, ¡deberás hacerme muchos dulces! —exclamó Hyakku divertido, enseñándole las llaves entre sus manos.

Izuku sonrió por un segundo retomando la caminata, para entonces centrar sus esmeraldas serias sobre el pequeño.

—Hyakku, ¿a dónde fue que fuiste anoche?

El castaño pareció fruncir levemente el ceño ante ello. — ¡Dios, Izuku! ¡Últimamente has estado haciendo muchas preguntas, ¿sabes?! —exclamó.

— ¡Y tú no me respondes ninguna! ¿Qué está sucediendo? —inquirió para esta vez tocarle de uno de sus hombros y mirarle con sus jades serias. —Me preocupas, Hyakku.

El pequeño le observó para entonces soltar un suspiro. —Solo quería volar un rato, me gusta volar de noche. —respondió con sus mejillas infladas.

— ¿Y porqué no regresaste a casa como siempre lo haces?

— ¡Estaba emocionado, sabes! —exclamó. —Bueno, ya lo entenderás. Igual ya casi llegamos, de todas maneras.

Izuku le miró por unos segundos para entonces, observar una tienda deshabitada a unos cuantos pasos.

—Es aquí, toma las llaves. —habló el pequeño, extendiendole las llaves.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro