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SEGUNDO DÍA; ALTOCALCIFILIA.

003.


Vim trabajaba hasta muy tarde en la noche. Jungkook no sabía en qué y tampoco se tomaba la molestia de preguntar. En el casino el pelirrojo era conocido por ser demasiado discreto con su vida y todo lo que lo rodeaba. La prueba de ello era que nadie, absolutamente nadie, sabía su nombre real. Ni siquiera los amigos cercanos que había hecho, sus empleados o sus guardaespaldas.

El aburrimiento y la curiosidad eran una mala combinación. Kook lo supo en cuanto comenzó a revisar cajón por cajón de aquella habitación, esperando encontrar algo interesante; sin embargo, lo único que halló fue el irritante sonido de una alarma, cosa que le perjudicó de cierta manera. Obtuvo diversos regaños por parte de los fortachones y amenazas de otros tantos. Alegaban que le dirían a "su jefe" y que le iría realmente mal. Jungkook sólo pudo reírse de tal ridiculez.

No se le podía culpar. Era él el que estaba encerrado todo el día, en una casa que no era la suya y que, para ser sinceros, no era su estilo. Se sentía ahogado, extrañaba a Jieun pero tenía que soportar. Él fue el que se metió en apuestas estúpidas; él era quien no quería perder dinero. Después de todo, una semana no parecía ser un largo tiempo.

Esa noche debía hacer algo simple, mas igual de vergonzoso que lo del día anterior. Debía ponerse unas botas de tacón negras y largas, lo suficiente como para llegarle hasta más arriba de la rodilla, desnudarse y esperar a Vim en la cama. El pelinegro resopló, sentándose en uno de los extremos de la superficie acolchada. Vim llegaría en unos cuantos minutos, seguramente enojado por las quejas de sus putos y cizañeros guardaespaldas.

En cuanto la puerta se abrió, el pulso de Jungkook se aceleró. No era como si no tuviera en cuenta la situación: se estaba dejando tocar por otro hombre igual a él, estando comprometido y todo por una ruleta de mierda que no estuvo de su lado una noche. ¡Una maldita noche! Definitivamente era un guerrero digno de orgullo por soportar aquello.

—Buenas noches, cariño —saludó Vim, desprendiéndose de la chaqueta de cuero que portaba. Cerró la puerta a sus espaldas con seguro e inmediatamente observó al chico en su cama, lamiéndose los labios sin disimulo alguno al pensar en todas las cosas que podría hacerle, y que le haría—. Bastante buenas diría yo...

Prontamente, sintió la molestia en sus pantalones. Jungkook se veía precioso. Su cintura era pequeña y bastante curvilínea como para tratarse de un chico, sus muslos eran gruesos y largos, viéndose incluso más hermosos con esas botas. Su piel era blanca, haciendo perfecto contraste con su cabello negro -igual que sus cejas y pestañas-.

Era tan hermoso como sólo él podría serlo.

—Hola —saludó segundos después, mostrando una pequeña sonrisita coqueta. Vim se sorprendió ante su proceder. Ciertamente, Kook no siempre se mostraba tan accesible.

—Ponte en cuatro sobre la cama, cariño —ordenó después de echar su cabello hacia atrás. Jungkook obedeció y gateó hasta situarse en medio, en donde abrió sus piernas y, tal y como se lo habían ordenado, se puso en cuatro—. Hazlo bien, mh... —acercándose, llevó sus manos hasta la espalda baja del azabache, presionando hacia abajo con el propósito de que el torso se recostara en la cama, y así fue; esas caderas se alzaron en el proceso, dándole un mejor acceso—. Bien —halagó, dando una breve -pero sólida- nalgada en el glúteo izquierdo. Jeon gimió—. Tienes un culo precioso, cariño —con la misma mano, apretujó la carne. Las yemas de sus dedos pasaron fugazmente por esa entrada pequeña y rosa, acariciándola. El efecto en Kook fue inmediato—. Cuánta sensibilidad...

—A-ah... —gimió al momento en el que su ano fue manoseado con más ímpetu. Su cintura se retorció, obligando a Vim a sostenerla para que el movimiento fuera mínimo—. N-no... no... ah... —su dentadura tomó con indudable fuerza su labio inferior, mientras que el pelirrojo adentraba muy lentamente su dedo medio a la estrecha cavidad—. Duele... arde... —Susurró entre suspiros y jadeos.

—Pues que duela y arda, cariño —burló, llevando su falange a profundidad. Considerando el largor, era lógico que Jungkook prácticamente hubiese gritado—. Me encanta que sean ruidosos en la cama. Sigue gimiendo, jadeando y gritando para mí —y con el fin de conseguirlo, adentró el índice, en seguida hundiéndolo—. Excelente...

—Mh... Ah... ¡Ah! —Gimió tras ser penetrado fuerte y rápidamente, enterrando sus rodillas en las sábanas necesariamente por la fuerza empleada—. Duele, jo-joder...

—Imagínate cuánto te va a doler con mi pene —regodeó, volteando al pelinegro en un ligero movimiento. Kook estaba con la respiración acelerada y los ojos vagamente aguados. Vim tomó aquellos muslos por la parte inferior, los abrió y encogió con el objetivo de poder penetrarlo mejor—. Estas piernas abiertas con estas botas son armonía pura, cariño.

Incapacitado a decir algo, el menor calló. Vim desabrochó su pantalón y lo bajó junto al bóxer, liberando su animal. Literal.

Había llegado el maldito momento de sufrir.

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