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PRIMER DÍA; LÁTEX.

002.


Como era de esperarse, no todo fue tan fácil como Jungkook lo deseaba. Para su mala suerte, tuvo que firmar un puto contrato del que no tenía mínima idea; sin embargo, ahí decía que "nada de dinero", lo cual calmaba su preocupación de ser utilizado y luego estafado.

Las cláusulas eran simples. Se quedaría en casa de Vim por toda la semana pactada, permitiría que su cuerpo fuese utilizado -sin posibilidades de rechistar- y adiós deuda, adiós Vim, adiós casino, adiós al temor de ser un idiota nuevamente. ¡Libertad sin dar ni un solo céntimo!

Definitivamente era un hombre responsable y de negocios. Sus futuros comisionistas temblarían al ver sus habilidades al operar.

Viéndose al espejo, se mentalizó en que no se veía tan mal. Un ajustado conjunto de látex adornaba su cuerpo, el cual era considerablemente corto y ceñido. Era negro, dejaba parte de su pecho al descubierto y sus muslos completamente expuestos. No le quedaba taaaan fatal; no obstante, Jungkook se sintió ridículo. Sin mencionar la máscara de gato que tapaba sus ojos, dejando el resto de la cara exhibida. Y las botas negras -masculinas- que combinaban con la particular "vestimenta".

Era humillante, pero era preferible eso a perder dinero.

La casa de Vim no estaba mal. Como lo predijo, era tal y como su estilo. Extravagante, un tanto sombría; el color oscuro reinando en casi todos los rincones. Era grande y la mayoría de decoración parecía ser de oro y diamante. Lo usual, gustos raros de un tipo raro.

—¿Jungkook? —Llamó el pelirrojo, tocando suavemente la puerta del baño. El aludido resopló.

—¡Que ya voy! —Exclamó irritado por cuarta vez. Ojeando su reflejo una vez más, suspiró y entonces salió, sintiendo su rostro arder en vergüenza e indignación. Incluso más en cuanto aquella mirada lo recorrió de arriba a abajo, deteniéndose prontamente en sus piernas. Su pulso se aceleró tras notar a Vim acercarse, dejándolo acorralado contra la pared. Sus labios se entreabrieron con la intención de hablar, pero ningún ruido salió de allí—. Yo...

—Tienes unos labios preciosos, cariño —interrumpió—. Realmente preciosos... —Musitó ronco, aventurándose a acariciar esos belfos con el pulgar de su diestra. Kook se tensó al instante—. Quisiera saber qué tal... —sonrió con burla antes de reanudar—. Trabajan... —se mofó, logrando que el sonrojo en el azabache incrementara—. Deben ser inexpertos, ¿no es así? Jamás han chupado un pene grande y grueso, pero para todo hay una primera vez.

Incapaz de decir algo, Jungkook se dejó arrastrar a uno de los extremos de la cama que yacía en la habitación. Vim presionó sus hombros, haciendo que más tarde que temprano sus rodillas tocaran el piso. Posteriormente, tomó asiento en la superficie acolchada, se desprendió de su cinturón renegrido de calavera, bajó su cremallera y finalmente sus prendas inferiores, dejando a la vista -y por primera vez- su descomunal erección. El menor ojeó la extensión, por poco atragantándose sin habérsela metido a la boca. De verdad era grande y grueso.

—Chupa, cariño —ordenó con un tono diverso. Era diverso porque contenía pitorreo, superioridad y excitación—. Desde que te conocí estoy anhelando una mamada de esa boca.

Tragando en seco, Jeon se negó a hablar de nueva cuenta. Pensó en que era mejor terminar con todo de una buena vez; pensamiento que le obligó a acatar las órdenes. Sus labios se abrieron y no demoraron en dirigirse al pene ajeno, que se metió a la cavidad bucal paso a paso, sin prisas y con innegable "asco". Suponía que tenía que hacer lo mismo que hacía Jieun con su miembro al momento de tener sexo. Ella no hacía buenas mamadas, pero algo era algo.

Tras sentir el roce en su úvula, se delimitó a subir y bajar su cabeza mientras cerraba sus ojos para evitarse más vergüenzas. No podía creer que estuviera mamando un pene. En serio no podía creerlo.

Continuó así alrededor de dos minutos. Sus orbes se entreabrieron y dirigieron hacia arriba luego de no sentir una reacción por parte del otro, encontrándolo con una mueca de confusión.

¿Tan mal estaba haciéndolo?

—De verdad tienes que ser nuevo en esto —suspiró, tomando los cabellos oscuros del menor entre su mano—. Aprieta los labios y cierra los ojos. Yo te voy a guiar.

Dicho y hecho. Kook obedeció; entretanto, Vim haló de su pelo con cierta brusquedad, yendo rápidamente de arriba hacia abajo. Jungkook sentía que en cualquier momento iba a vomitar. El glande iba más allá de su úvula, dándole una sensación de arcada.

Los "gemidos" del mayor fueron pocos. Kook se vio en la obligación de lamer y chupar la punta para hacerlo llegar a su tan esperado orgasmo, el cual cayó en su cara y parte de su pecho.

—Lo tuyo no es hacer mamadas, cariño —informó, burlón como siempre. Su mano derecha descendió por aquel hombro hasta llegar al pezón, que apretó entre su índice y pulgar. Jungkook gimió—. Pero aún nos quedan bastantes días.

Porque sí. Ese sólo había sido el comienzo.

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