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ASFIXIOFILIA.

004.


Por tercera vez, Vim intentó meter su pene en el orificio de Jungkook con fuerza, sin lubricante y con una preparación muy breve. Entretanto, el pelinegro se había apoyado en sus codos, queriendo tener un mejor panorama. La simple presión que el otro hacía al intentar meter su miembro dolía. Si eso dolía, no quería imaginarse cómo iba a ser la penetración. Inconscientemente, su entrada se contraía, ocasionando que fuera más difícil el acceso.

El quinto intento dio frutos. Vim logró meter la punta, mientras que Jungkook soltaba un alarido de dolor. Sus ojos se llenaron de lágrimas, su respiración se tornó aun más pesada y sus manos apretaron firmemente las sábanas bajo su cuerpo. Presionó sus labios, reprimiéndose los ruidos extraños que querían salir de ellos. También el grito que quiso dar cuando, sin delicadeza alguna, Vim tomó sus caderas con dureza y empujó mitad de su pene dentro.

Jungkook se estaba muriendo del dolor. Vim, en cambio, estaba disfrutando de aquella mueca de calvario en ese pequeño y estúpido riquillo arrogante.

Sin pensárselo demasiado, hundió lo que restaba de su extensión violentamente en Kook, quien no pudo evitar derramar unas cuantas lágrimas. Sus labios se entreabrieron, soltando uno que otro jadeo abarrotado de desconsuelo.

Separando más esas preciosas piernas, Vim las abrió y las echó un poco más hacia atrás, anhelando disfrutar de ese culo como ningún otro podría hacerlo, pues, ciertamente, Jungkook se casaría con una hermosa chica, aunque eso de ser "heterosexual" tal vez no era lo suyo. Ningún heterosexual habría aceptado el trato de un principio, de hecho. Eso había sido plan del pelirrojo para obtener el dinero; no obstante, tampoco se echaría para atrás si Jeon Jungkook se estaba ofreciendo en bandeja de plata únicamente para no pagar.

—No me niegues que te encanta que te esté rompiendo el culo, pequeño tacaño de mierda —susurró en el oído adverso tras inclinar su torso. Las mejillas del menor se hallaban empapadas, cosa que el mayor aprovechó para brindar una rápida y vigorosa embestida. Kook chilló—. ¿Qué pensaría tu prometida? ¿Mh?

—Cierra la-la puta boca y fóllame de una vez.

Y Vim no se hizo del rogar. Sin embargo, sus estocadas fueron salvajes, por poco bestiales. Bastaba con decir que el cuerpo de Jungkook subía y bajaba frenéticamente en la cama, y que esta a su vez chocaba con la pared como si se tratara de un martillo o algo por el estilo. Jeon en ningún momento se quejó, mas permanecía con los labios apretados y los ojos nublados convenientemente por el llanto que no cesaba. Le estaba doliendo como el infierno, pero no le daría el gusto a ese odioso pelirrojo de saberlo.

—¿Aún planeas casarte? —Provocó, incrementando la velocidad en sus movimiento. Jungkook lloriqueó un poco más—. ¿Qué vas a pensar en la noche de bodas, cariño? Tal vez recuerdes esta noche y las que se vienen, entonces llegarás a la conclusión de que ser adicto y tacaño no es una buena combinación —ambos cuerpos se encontraban repletos de sudor. Vim por su ajetreo y el azabache por su esfuerzo de no dejarse ir. Todo fue en vano en cuanto la diestra del mayor sujetó su miembro, masturbándolo al ritmo de las embestidas: rápido y escabroso.

—N-no... ah... ah... ah... —inevitablemente, abrió su boca y soltó todo lo que se estaba guardando. Fuertes gemidos inundaron el cuarto; a su vez, provocando superior satisfacción para ambos—. Ah... joder... no... sí... ah...

A pesar de que seguía doliendo, auténtico placer se hallaba escondido por ahí. Sus piernas se abrieron otro tanto. Sintió la mano libre de Vim acariciar su muslo, apretándolo de vez en cuándo. Por último, dio una palmada que Jungkook adoró.

—Más... más... —suplicó, sacudiendo vagamente sus caderas—. Dame más duro, joder.

El vaivén en su miembro junto a esas brutas penetraciones, daban la sensación de un infierno paradisíaco. Placer mezclado con dolor; una composición deliciosa. Peligrosa, sin embargo.

Apresuradamente sintió el cosquilleo en la parte baja de su vientre y entonces se corrió, manchando su estómago y fracción de la mano de Vim, quien lamió el residuo. Este último se vino minutos después en su interior; empero, Jungkook jamás se esperó que siguiera embistiéndolo y, sumándole a ello, tomara su cuello con ambas manos y comenzara a asfixiarlo.

—¿Qué-qué ah... ha-haces? —Cuestionó, básicamente sin aire. Su cuerpo seguía siendo sacudido, mientras que su vista se tornaba borrosa y oxígeno empezaba a faltarle. Pataleó, tomando las muñecas de Vim entre sus manos, en espera de que con eso lo soltase, pero no pasó.

Cada nueva estocada era como un poco menos de aire. Fue así hasta que todo se volvió negro y él cayó íntegramente desvanecido.

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