Capítulo 7: ❝Inconvenientes familiares❞ [Parte 2]
—No creo que sea bueno que ella esté sola después de lo que acaba de suceder, sus amigos están muy ocupados... —Habló la princesa de Auroria, mirándola de reojo.
—Tal vez necesita a alguien que le haga compañía, por lo menos hasta que sus amigos puedan brindarle el apoyo que ella merece. —Exclamó la Bella Durmiente, observándola de reojo.
—Pero madre, descubrí que Mal podría ser... —Comenzó a decir la joven, algo nerviosa.
—Cariño, lo único que importa es que ella está sufriendo y no tiene a nadie que le asegure que superará lo que sea por lo que está pasando. —Intervino Aurora, tratando de hacerla entrar en razón. — ¿Por qué no vas a hacerle compañía, preciosa? —Sugirió la mujer de manera dulce.
—Ok, puedo hacerlo. Gracias, mami, por tu sabio consejo. Con permiso. —Murmuró antes de suspirar hondo y caminar con seguridad hacia donde se encontraba la villana, la tomó de la mano. —Vendrás conmigo. —Exigió antes de arrastrarla hacia un lugar alejado de toda la gente para que pudieran conversar tranquilas.
— ¿Qué carajo significa esto? —Masculló la chica de cabello morado, sin oponer ningún tipo de resistencia, pero no conocía las intenciones de la princesa de Auroria y eso la ponía muy nerviosa. — ¿Por qué me trajiste aquí?
—Cierra la boca que solo trato de ayudarte, así que siéntate en el suelo en donde mi perfecto vestido se manchará con la suciedad y mi abuela me regañará. —Le indicó antes de tomar asiento en el césped y no pudo evitar hacer una mueca de asco. —Te traje aquí para que tengas un poco de paz y puedas desahogarte.
—Ay pobre princesita, uno de sus perfectos atuendos se va a ensuciar, es el fin del maldito mundo. —Mencionó la ojiverde con sarcasmo para luego hacerle caso y abrir el diario de Carter para entonces comenzar a escribir, la rubia se acercó para leer y Mal hizo una mueca. —Esto es personal.
—Tan personal como la pelea de hace unos minutos, ¿qué hiciste para que él se enojara? —Preguntó Audrey, a pesar de que aquel tema no era de su incumbencia.
—Para ser alguien de la realeza, no eres muy educada. —Dijo la villana, pues no quería hablar de lo que había sucedido, así que se limitó a seguir escribiendo en aquel diario.
—Para ser una Dama de Compañía, tú tampoco lo eres. —Replicó la hija de Aurora, logrando echar un vistazo a la hoja en la que la chica estaba escribiendo, alcanzando a leer una parte: "Querido diario, no puedo esperar a que comencemos con la fase uno de la operación EVIE durante esta misma noche, me agota fingir que..." pero la hija de Maléfica se apresuró a cerrar el libro antes de que la otra joven pudiera seguir leyendo algo más comprometedor. — ¿Qué es la operación EVIE?
—Eso es porque no quiero serlo contigo. —Se limitó a responder la ojiverde, luego arrugó la nariz mientras pensaba en una excusa rápida. —Ehm, uhm... e-es u-una clase de peluquería y manicura que siempre da Evie. —Mintió, diciendo lo primero que se le ocurrió.
—Quiero participar en esa operación urgentemente. —Exigió la princesa de Auroria, visiblemente emocionada.
— ¡No puedes! —Se opuso inmediatamente la villana, logrando sobresaltar a la joven que la acompañaba. —Es solo para gente interesante, quiero decir, para personas de Costa Luna. Es una tradición exclusiva que solo celebramos nosotros y nadie más puede participar.
—Eso es lo más estúpido que he oído en toda mi vida. —Protestó la descendiente de la Bella Durmiente, cruzándose de brazos.
—Entonces no me molestes más. —Masculló la chica de cabello morado, ofendida.
— ¿Así me agradeces haberte salvado, bestia de dudosa procedencia? —Se quejó la princesa de vestido rosado, al oír ese apodo Mal gritó cuando recordó que su madre siempre la llamaba así cuando estaba en la Isla, Audrey frunció su ceño. — ¿Qué mierda te pasa, loca?
—Nada, es que... recordé algo que sucedió en mi casa... con mi mamá. —Susurró la villana, quien sabía que Maléfica solía llamar así a Aurora hace bastante tiempo atrás.
—Tu madre debe tener mucha paciencia con una hija tan... "extraña" como tú. —Dijo la chica de Auradon, quien ahora miraba sus uñas para estar segura de que su manicura no se había arruinado.
— ¿Tú crees? —Inquirió Mal para luego soltar una risa sin gracia. —Esa mujer no es exactamente la persona más paciente del mundo.
— ¿Y dónde está ella? —Preguntó la rubia, comenzando a interesarse por el pasado de la joven a quien trataba de ayudar.
—En mis pensamientos. —Contestó la villana sin siquiera dudar, logrando captar la atención de la princesa, quien dirigió su mirada hacia ella.
— ¿Ella está bien? —Dudó la hija de la Bella Durmiente.
Está genial, loca por hacer que tu madre y tú se pinchen con mil ruecas, pensó Mal.
—Tan bien al estar encerrada en un lugar en el que pierde la cordura a medida que pasan los días. —Respondió la ojiverde, encogiéndose de hombros.
— ¿Y dónde está ella? ¿Muy lejos? —Prosiguió Audrey.
En la isla que está en medio del mar que rodea este reino, pensó la chica de la Isla.
—Está en mi casa pero a veces la siento demasiado cerca de mí... —Habló la chica de cabello morado, logrando asustar a la princesa, quien supo disimular sus emociones bastante bien.
— ¿Dices que vienes de Costa Luna? —Cambió de tema la joven de Auradon.
Deja de preguntar o te carbonizo ahora mismo, pensó la VK, comenzando a hartarse.
—Sí, ¿por qué? —Cuestionó el hada malvada, ladeando la cabeza.
—Tu mirada me resulta conocida, creo haberte visto en algún lado antes. —Dijo la princesa de Auroria, logrando que a Mal se le ocurriera una idea para sacársela de encima.
—Tal vez me viste en tus sueños, preciosa. —Sugirió la villana, inspeccionándola de arriba hacia abajo y viceversa.
— ¿Estás coqueteándome? —Dudó la rubia.
—Estoy apreciando tu anatomía femenina, ¿te importa? —Exclamó la ojiverde, alzando una ceja, sin dejar de observarla.
—Para nada, sentir esa mirada intensa es muy agradable. —Habló la chica de vestido rosado, quien adoraba ser el centro de atención.
—Tus piernas me recuerdan a las galletas oreos...—Continuó Mal, relamiéndose los labios.
— ¿Podría saber a qué te refieres? —Pidió la descendiente de Aurora, intrigada.
—Quiero separarlas y comerme todo lo que hay entre ellas. —Explicó la chica de la Isla, volviendo a mirarla a la cara para darse cuenta de que la chica se había sonrojado.
—Eres muy intensa. —Dijo Audrey, quien aún seguía un poco impactada pues no había pensado en que recibiría ese tipo de respuesta.
—Bueno, cuando tienes una madre como la mía, terminas siendo así... —Murmuró la ojiverde, haciendo un gesto con su mano para restarle importancia a ese tema. —Tal vez podría faltar a la tradición de esta noche y esperarte en mi habitación, ¿o acaso la princesita tiene toque de queda?
— ¿Toque de queda? —Repitió la rubia, incrédula. —Creo que deberías preocuparte más por el señor que te ofendió delante de todos y no por los horarios de una princesa, querida.
Tenías que volver a sacar el tema, desgraciada, pensó Mal.
—Ese idiota no sabe lo que dice, hasta le molesta que esté cerca de su hija. —Se quejó la villana, frustrada. —Deberían encerrarlo a él en lugar de a ma...má. —Prosiguió, pero al decir la última palabra perdió la concentración por un instante.
— ¿Estás bien? —Preguntó la princesa, quien creía que era muy interesante que la madre de la extranjera estuviera encerrada, pero no iba a confesarlo.
—S-sí, es que recordé que ella... me llamaba Bestia cuando era pequeña. —Murmuró Mal, quien también se había acordado de que el padre de Carter la había llamado monstruo.
¿Te vas a ir o te voy a tener que poner a dormir? Pensó la VK.
—Supongo que no tuviste la mejor infancia, que una madre llame bestia a su hija quiere decir muchas cosas. —Contestó Audrey, quien se atrevió a acariciar la mejilla de la chica de cabello morado, logrando que la última creyera que era una descarada.
—Y lo dice una princesita primorosa que durmió en cuna de oro desde siempre mientras mí gente ni siquiera tenía un puto lugar donde dormir durante las noches frías y oscuras por culpa de un estúpido rey que se creía mejor que todos. —Exclamó la hija de Maléfica, sus ojos comenzaron a brillar debido al enojo que sentía por esa injusticia.
—Así es, jamás me faltó nada. —Afirmó la rubia, quien ahora no podía –ni quería– dejar de observar los ojos de la chica que tenía en frente, sin siquiera sospechar que estaba siendo manipulada. —Tus ojos son... Hipnotizantes. —Murmuró y por impulso se acercó peligrosamente al rostro de Mal, teniendo en claro cuales eran sus intenciones.
—Me voy a divertir mucho jugando contigo, ¿sabes? —Aseguró Mal, quien ahora tenía una sonrisa perversa en su rostro, sintiéndose satisfecha pues finalmente podía usar sus poderes sin que nadie la molestara por ser indiscreta; por esa razón no dudó en acercarse aún más a su víctima. —Y lo mejor de todo es que vas a caer y cuando menos te lo esperes vas a estar a mi disposición.
— ¿Cómo es que quieres jugar conmigo? —Dudó la princesa, sin apartar la mirada de los ojos de la villana, entonces rodeó su cuello con sus brazos mientras la observaba con deseo y admiración.
—Lo averiguarás pronto, por ahora solo te diré... que vas a ser mía y no te importará nada más que estar conmigo, no te interesará si algo terrible le vuelve a suceder a Aurora. —Continuó la chica de cabello morado, quien observó los labios de la rubia y perdió la concentración, sus ojos dejaron de brillar pero ella no se dio cuenta porque estaba concentrada pensando en lo mucho que deseaba besarla. —Y tu único interés será complacerme y serme fiel por el resto de tus días, una vez que pruebes mis labios... me pertenecerás y esa será tu perdición. —Finalizó y vio como Audrey frunció su ceño y se quedó callada durante unos segundos, analizando sus palabras.
—Claro que no me importará nada, de hecho ahora mismo no me importa nada de lo que le suceda a mi madre o a cualquiera. —Habló la chica de Auradon, quien lamió sus labios, estaba mintiendo ya que consideraba que la situación lo ameritaba. —Solo me importas tú. —Añadió para luego morder su labio inferior, Mal no pudo evitar soltar una risita cuando la vio hacer aquel gesto.
En ese momento, Evie –quien había estado buscando a su mejor amiga por todo el jardín– las vio a lo lejos y se llevó los dedos a la boca para silbar y llamar la atención de los muchachos, entonces los tres comenzaron a acercarse; sin darse cuenta de que la Consejera Real de Rosie se dispuso a seguirlos, dejando a la ex reina Sophia junto a su padre.
—Así se habla, eres una chica muy buena. —La felicitó Mal para luego acariciar su mejilla suavemente. —Ni siquiera sospechas que vas a perderlo todo, pero este no es un cuento de hadas, afortunadamente vas a tener un final feliz a mí lado... por ahora, princesa.
—Creo que mi final será en tus brazos, perdida en tu mirada. —Exclamó la rubia, quien estaba fingiendo que seguía estando hipnotizada, sonrió con inocencia mientras no deja de observar los ojos de la villana. — ¿De quién sacaste esos ojos tan hipnotizantes? —Se atrevió a preguntar, acercándose hacia ella hasta que sus respiraciones comenzaron a mezclarse.
—Vas a estar en mis brazos, entre mis piernas y cuando decida prescindir de ti, terminarás descansando en un sueño eterno al igual que tu madre. —Le advirtió la chica de cabello morado, creyendo que la tenía controlada. —Sé que olvidarás esto apenas deje de tocarte así que te lo diré: heredé estos ojos de la mismísima Emperatriz del Mal, cariño.
—Vamos a mi cuarto para que hagas olvidarme de todos estos príncipes estúpidos y me enseñes de lo que eres capaz, y también del por que tu madre te decía "Bestia". —Pidió la hija de Aurora, quien se cansó de mantener la compostura y unió sus labios con los de la chica de la Isla, siendo correspondida inmediatamente.
— ¡Mal Igna! —Gritó la princesa malvada cuando llegó a su lado junto a los demás.
—Al fin te encontramos, veo que estás ocupada pero... —Empezó a hablar Jay, rascando su nuca, incómodo.
—...Tenemos una reunión de Damas & Caballeros de Compañía a la que debemos asistir. —Se excusó su pareja, pero la única respuesta que obtuvieron de su mejor amiga fue el dedo del medio que ella les mostró, en una clara petición de que no la molestaran. Sin embargo, Audrey se separó de ella y se incorporó mientras se sacudía el vestido, luego miró a los recién llegados con rencor.
— ¿Vienes conmigo o te vas con ellos? —Preguntó la princesa de Auroria, ofreciéndole la mano a Mal para ayudarla a levantarse, quien la tomó y se incorporó.
—Le recuerdo que tiene que cumplir con sus obligaciones como Dama de Compañía, señorita Mal... —Intervino Carter cuando vio que la ojiverde abría la boca para contestar, apretó los puños y miró con desprecio a la rubia. —... en lugar de perder el tiempo con una princesa cualquiera.
—Lamentablemente debo trabajar... —Mintió la villana, luego se mordió el labio al notar los celos de la morocha, por lo tanto se sacudió la falda de su traje. —... pero mi propuesta sigue vigente para ti, rubia. —Añadió, guiñándole un ojo a la chica de Auradon.
—Entonces nos vemos esta noche en mi habitación, bestia. —Exclamó Audrey antes de hacer una reverencia con elegancia hacia Mal para luego mirar a la Consejera Real de Rosie con una sonrisa perversa. —Con su permiso. —Dicho esto, se acomodó el cabello y se dio media vuelta para marcharse, feliz porque había conseguido lo que necesitaba.
—También me verás en tus sueños. —Comentó la chica de cabello morado, sin perder la oportunidad de mirarle el trasero mientras la princesa se alejaba, pero Evie le dio un codazo para que se callara.
— ¿Escuché mal o ella te llamó...? —Empezó a preguntar el chico de cabello largo.
—Cierra la boca, tarado. —Intervino Carter para luego mirar a la descendiente de Maléfica y empujarla. — ¿¡Qué mierda te pasa!? —Le recriminó, indignada, por lo tanto la villana caminó lentamente hacia la chica del PPP; logrando ponerla incómoda.
— ¿Estás celosa o es idea mía? —Dudó, arqueando una ceja mientras fingía inocencia.
—No te traje aquí para que arruines así un evento tan importante, Mal. —Sentenció la morocha, acercándose más a ella y cruzándose de brazos.
— ¿Ahora soy yo la culpable que tu estúpido padre me ofendiera delante de todo Auradon? —Preguntó la ojiverde, exaltada, entonces apretó los dientes. — ¿Ahora fui yo quien arruinó el evento?
—Estúpido es una mala palabra y las Damas de Compañía no insultan, Mal, pero sí tienes la culpa de provocarlo diciéndole que él es peor que Hades. —Aseguró la mejor amiga de Rosie, la observó con enojo, celos y decepción. —Arruinaste mucho más que este evento, dragoncita.
—Un momento, ¿acaso dijo...? —Murmuró el menor de los VKs, tratando de asimilar las palabras de Carter.
— ¿Esto significa lo que yo creo que significa...? —Lo interrumpió su novio, shockeado.
—Cállense los dos. —Pidió la chica de cabello azul, entonces dirigió su mirada hacia su compañera de habitación. —M...
—Evie, déjame hablar. Le aclararé unas cosas: primero, yo no tengo la culpa de la actitud desagradable de tu padre hacia mí en un momento de crisis, segundo; estúpido se queda corto cuando alguien te llama monstruo delante de todos, tercero, ¿se puede saber exactamente qué fue lo que arruiné? Que yo sepa entre nosotras nunca hubo nada más que no fuera sexo. —Se defendió la hija de Maléfica, tan dolida como furiosa, luego sonrió cínicamente. —Parece que el monstruo te ilusionó.
—No te preocupes por mi desagradable padre porque él y yo nos iremos de aquí en dos semanas, además papá no suele comportarse así, pero seré muy clara... —Prosiguió Carter, acortando aún más la poca distancia que las separaba, entonces murmuró en su oído —: ...tú arruinaste todo lo que teníamos, dragoncita.
La morocha se alejó de la villana mientras negaba con la cabeza, no le iba a dar la satisfacción de verla destrozada.
—No me ilusionaste, dragoncita, te hice creer que me tenías a tu disposición pero en realidad te usé; así que ahora estamos a mano. —Replicó la agente del PPP. —Me iré y no volverás a saber de mí, pero deberías agradecerme porque no voy a dejar que mi padre te envíe de regreso a donde perteneces. —Añadió mirándola con dolor, ignorando que su mejor amiga estaba detrás de ella ya que se había acercado a ver qué estaba sucediendo y acababa de oír sus palabras.
Mal rió de manera cínica, pero lo cierto era que todo lo que estaba sucediendo realmente le dolía, sin embargo seguía procesando lo que acababa de oír.
—Muchísimas gracias por dejarme estar aquí, te aseguro que no te arrepentirás de haberlo hecho. —Mintió la chica de cabello morado, apretó la mandíbula y sus ojos comenzaron a brillar. —Sin rencores, Carter. —Murmuró y cerró los ojos con fuerza para evitar llorar o hacer algo de lo que probablemente se arrepentiría, porque jamás se perdonaría a sí misma si la hipnotizaba.
— ¿Qué ibas a esperar de un monstruo sin corazón como yo? —Prosiguió la villana, dándole una palmada en el hombro, luego le hizo una seña con la cabeza a Evie para que se vayan de una vez por todas ya que debían encargarse de muchas cosas.
—No me arrepiento de nada de lo que hice por ti... —Dijo en voz baja la chica que solía vender cebo en Luisiana. —... digo, por ustedes. —Se corrigió a sí misma inmediatamente, suspiró hondo, intentando no perder la compostura.
—Sin rencores, Mal. —Susurró la agente del PPP, quien aún trataba de procesar todo lo que había pasado a lo largo del día, mientras que la princesa malvada ladeó su cabeza para indicarle a los chicos que debían irse; así que los cuatro comenzaron a caminar lejos de allí sin siquiera mirar atrás. —Esperaba que no me decepcionaras, dragoncita.
—Car...—Habló la futura reina de Auradon, logrando que su mejor amiga se volteara, entonces la morocha no pudo seguir fingiendo que era fuerte y se permitió comenzar a llorar. —... ¿No pensabas decirme que te irás?
Mientras tanto, los VKs caminaban en silencio, hasta que se alejaron varios metros de las chicas que los habían sacado de la Isla.
— ¡¿Podrías explicarme qué demonios acaba de pasar aquí, Mal Igna?! —Alzó la voz Evie, tomando del hombro a su mejor amiga y haciéndola detenerse.
— ¿Te refieres a lo que estaba haciendo con Audrey, a lo que acaba de suceder con Carter o a las dos cosas? —Preguntó la chica de cabello morado, confundida.
— ¡No te hagas la estúpida Mal! —Le advirtió la descendiente de Regina, comenzando a hartarse. — ¡Sabes muy bien que hablo de las dos cosas! —Prosiguió, en ese momento Jay la tomó del brazo y llevó su dedo a sus labios para indicarle que se callara.
—E, no grites, así solo llamarás más la atención. —Intervino Carlos, mirándola con desaprobación.
— ¡Sabes perfectamente que soy estúpida! —Exclamó la ojiverde, como si no fuera lo más obvio del mundo. —Yo no quería irme con Audrey pero ella me arrastró por todo el jardín, comenzó a interrogarme, quiso seducirme... y tal vez me aproveché un poquito.
— ¡Y tú caíste como siempre en las garras de la primera que te coquetee! ¿Dónde tienes la cabeza, Mal? —Le recriminó la princesa malvada, llevándose las manos a la cabeza para luego comenzar a caminar en círculos, estaba entrando en crisis y sus mejores amigos lo sabían. — ¡Fuiste muy obvia! ¡Solo te faltó decir que estábamos planeando algo!
— ¡E! ¡Baja la voz mujer! —Exclamó el chico de cabello largo.
— ¡Yo no fui la única que cayó en las garras de cualquiera! —Prosiguió Mal, señalándola. —No es mi culpa que esa insoportable sea una entrometida que no sabe que no debe meterse en donde no le incumbe, pero puedo encargarme de ella.
— ¡Alguien puede oírnos! —Insistió el pecoso, aunque claramente las villanas no estaban prestándole atención.
— ¡Rosie no es una cualquiera! —Gritó Evie, seria. —Más te vale que la tengas controlada, porque si Audrey descubre algo, la voy a enterrar viva.
— ¡Claro que sí lo es! —Dijo la descendiente de Maléfica. —Comencemos con la operación EVIE y destrocemos Auradon de una vez por todas.
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