Capítulo 32: ❝Dragón, ven a mí❞ [Parte 1]
Al ver eso, todos dejaron caer sus espadas.
— ¡Mal! —Gritó Uma, pensando en una forma de ayudarla.
— ¡M! —Alzó la voz Evie, asustada, pues no quería perderla cuando ni siquiera había podido disculparse con ella. — ¡No!
— ¡Dragoncita! —Chilló Carter, aterrada, entonces miró a Audrey; furiosa mientras comenzaba a correr para ayudar a Mal. — ¡Oye! ¡Te estás metiendo con mi chica! —Le recriminó antes de extender los brazos para detener los pedazos del techo, haciéndolos levitar antes de que aplastaran a su novia; los hizo desaparecer justo cuando llegó junto a su pareja y la abrazó con fuerza.
—Cariño, esto tiene que terminar ya, por favor. —Dijo la chica de cabello turquesa, comenzando a caminar hacia la Reina del Mal para intentar hacerla entrar en razón. —Tú no vas a poder detenernos, deja de ceder ante la oscuridad, no quiero que termines herida. —Añadió, recordando la conversación que había tenido con Evie.
—Cállate traidora. —Masculló Audrey antes de lanzarle un rayo rosado que la hizo rodar a cuatro metros de distancia de los demás. — ¡Estoy harta de todas ustedes! ¡Sufrirán eternamente! —Habló alto, estando tan descontrolada y furiosa que comenzó a lanzar rayos con el Ojo de Dragón hacia todas las direcciones.
— ¡No soy una traidora! —Se defendió la pirata, quien gimió de dolor cuando el rayo de magia la hizo rodar cuatro metros de distancia. — ¡Ugh, Audrey, perdiste la cabeza! ¡Cuidado!
— ¡Uma, ya voy! —Afirmó la princesa malvada, haciendo una barrera mágica a su alrededor y comenzando a correr con la intención de socorrerla. Cuando llegó a su lado, la ayudó a incorporarse.
— ¡Ya fue suficiente, Audrey! —Se quejó Jane, formando un campo de fuerza mágico para proteger a todos los demás.
De pronto unas llamas verdes aparecieron alrededor de Mal y Carter para protegerlas, mientras los ojos de la primera brillaban.
—Te v-voy a in-incinerar... —Masculló la Princesa del Inframundo, mientras se aferraba a su novia.
—No, Mal. —Susurró la chica de Luisiana, pero la verdad era que no tenían muchas opciones, así que suspiró hondo mientras se apartaba de ella. — ¿Puedes controlar a tu dragón sin perderte a ti misma de nuevo? Porque si es así, entonces no voy a detenerte. Confío en ti porque te amo. —Añadió, acariciando su mejilla.
— ¡Mal, no le hagas daño, usa el ámbar! —Le gritó la hija de Úrsula, cuyo collar brilló para proteger a la prima de Carter con su magia hasta que la anciana pudo hacer un hechizo que la mantuviera a salvo de aquellos rayos. — ¡Haz lo que tengas que hacer!
— ¡Mal, haz algo de una vez antes de que nos maten! —Gritó Jay, siendo protegido por la magia de la pequeña hada.
— ¡Acaba con esto de una vez! ¡Nosotros confiamos en ti, M! —Alzó la voz la descendiente de Regina.
— ¡Ten cuidado, Mal! —Gritó el pecoso.
La chica de cabello morado apretó los dientes y sus ojos brillaron aún más intensamente, las llamas verdes fueron reemplazadas por un poco de humo púrpura, que se esfumó apenas la VK gruñó y sacó la piedra mágica de su bolsillo para apuntar a la hija de Aurora y lanzarle un rayo de magia azul inmediatamente.
— ¡Audrey, basta ya! ¡No quiero matarte! —Chilló la Princesa del Inframundo, enojada, poniendo más magia en su ataque.
— ¡Conviértete en un dragón! ¡Quiero pelear contra quien mató a mis abuelos! —Alzó la voz la hija de Aurora, estando fuera de sí mientras apretaba más el Ojo de Dragón con la intención de contrarrestar el ataque de la ojiverde. — ¡Vamos, Mal! ¡Esto se decide ahora mismo! —Gritó, enojada, aumentando la fuerza del ataque.
— ¡Detente, Audrey! —Exigió la descendiente de Maléfica, retrocediendo ante la fuerza del cetro, se vio en un aprieto por lo que giró la cabeza para observar a la chica de cabello turquesa. — ¡Su magia es cada vez más fuerte! ¡No podré ganarle sola!
— ¡Mal, si quieres ganarle, conviértete ya! —Le gritó Uma, segura. — ¡Yo estoy aquí! ¡Somos más fuertes juntas! ¡Estoy aquí, Mal! ¡Yo estoy aquí! ¡Somos más fuertes juntas! —Alzó la voz.
—Dragoncita, tienes que hacerla ceder. No nos vas a dañar de nuevo, yo lo sé, así que hazlo; cariño. —Le aconsejó la joven de Luisiana.
La chica de cabello morado retrocedió un par de pasos y presionó sus dientes mientras sus ojos brillaban.
—Voy a intentarlo, pero si fracaso, trabajaremos juntas y acabaremos con esto de una vez por todas. —Dijo la ojiverde, preparándose mental y físicamente para todo lo que implicaba esa transformación: el final de una era de maldad. —Dragón ven a...
—El cetro, ahora. —La interrumpió una voz familiar, entonces Maléfica abrió la puerta de la sala del trono y el Ojo de Dragón se dirigió hacia su mano derecha inmediatamente, la recién llegada sonrió victoriosa para luego apuntarle con el mismo a la chica de Auroria; quien estaba paralizada del miedo al ver a su peor enemiga a unos metros de distancia de ella. —Vaya, vaya, vaya; es hora de tu velorio, infeliz. —Dicho esto, el Ojo de Dragón lanzó una ráfaga morada que logró golpear el pecho de Audrey, haciéndola caer al suelo para luego convertir su atuendo en el vestido rosado clásico; provocando también que su cabello regresara al color rubio. La corona que usaba cayó al suelo.
Ella había recuperado su aspecto de princesa rota, y ahora debía pagar el precio por todo lo que había hecho.
Pero eso no fue lo único que el cetro revirtió, pues el hechizo de envejecimiento se rompió, transformando a la prima de Carter en la bella adolescente poderosa y sensacional que ella siempre había sido. La joven unió sus manos y luego miró sus brazos, dándose cuenta de que eran tan fabulosos como antes, por lo tanto sonrió y observó las palmas de sus manos.
— ¡Hey! ¡Soy yo de nuevo! —Dijo la hechicera, feliz, entonces comenzó a bailar para festejar que había regresado a la normalidad. — ¡Uh, uh, no hay poder malvado que me saque mi belleza, uh-uh! Ok… tal vez no es el momento adecuado para eso. —Se retractó, deteniéndose al reconocer a la villana, pues tenía miedo.
—Por los siete mares, ahora sí estamos muertos. —Susurró Uma al ver a Maléfica. — ¡Audrey, no! —Gritó aterrada cuando esa ráfaga morada golpeó a su novia y la hizo caer al suelo, no le importó nada y corrió hacia la hija de Aurora para verificar que estaba viva, tenía que estarlo. Llegó junto a ella y suspiró aliviada al verla usando su ropa habitual, buscó su pulso y se relajó al darse cuenta de que aún respiraba, pero sabía que no había manera de despertarla y no sé arriesgaría a perder su tiempo cuando Maléfica estaba presente.
—Ma-Madre. —Balbuceó su hija, temblando, retrocedió un paso cuando su progenitora la observó con aquellos ojos verdes tan intensos y aterradores. — ¿Cómo llegaste a a-aquí? —Tartamudeó y apretó el ámbar con fuerza.
—Tú y la estúpida hija de Aurora me sacaron sin darse cuenta. —Gruñó la Emperatriz del Mal. — ¿No estás feliz de ver a mami, Mal? —Preguntó, caminando lentamente hacia donde se encontraba ella junto a Carter, la última se colocó detrás de su novia por puro instinto.
Evie, asustada, tomó la mano de Carlos y la presionó suavemente; pues esta vez intervendría si tenía que hacerlo.
—Pe-Pero ¿cómo lo hiciste? —Dudó la chica de cabello morado, sin dejar de temblar, pero aún protegía a la chica de Luisiana.
— ¿No te diste cuenta? Tú estuviste ahí todo el tiempo, Mal Igna, me resulta ilógico que tu mente no pueda deducir mi plan. —Habló la adulta con firmeza, cuando estuvo frente a su hija, uso su mano izquierda para levantarle el mentón. — ¿Recuerdas cuando convencimos a tu padre de darte esa piedra mágica con la que ahora estás pensando en atacarme pero no te dejaré? —Dudó.
—Sí, madre. —Respondió su descendiente, asintiendo con la cabeza y tragando saliva con dificultad.
—Eso nada más fue la primera parte de mi plan, te usé sabiendo que saldrías de esa maldita Isla y también que esa rubia que no se va a levantar hasta que yo decida aparecería y pelearía contra ti, mi pequeño dragón malvado. —Continuó hablando la villana, quien le sonrió a la menor con superioridad. —Ahora puedes dejar de intentar revivir a esa estúpida hija de Aurora que en lo único que intenta parecerse a su madre es en el cabello, aunque ni eso logró esta imbécil porque el suyo es teñido. —Añadió, refiriéndose a la brujita del mar, pero sin siquiera girarse para verla; pues aún estaba concentrada en la cara de espanto de su hija.
—Yo no soy tan idiota como para tratar de salvarla en este preciso momento, solo quiero mantenerla a salvo. —Replicó la chica de cabello turquesa, quien se cruzó de brazos, tratando de no demostrar miedo.
—Era obvio que tenía un plan, esa es la única razón por la que ella no mato a Mal en la Isla. —Le murmuró el pecoso a Jay, quien lo sostenía del brazo para evitar que hiciera cualquier estupidez.
—No ma-madre, eso n-no no pue-puede ser. —Tartamudeó la Princesa del Inframundo. —Tú seguías dentro d-de la Isla en ese momento. —Habló segura, haciendo contacto visual con ella.
—Sí, tienes razón, yo seguía dentro. Y por eso es que tú y estas chiquillas están aquí. —Concordó su progenitora con tranquilidad. —Tú muy bien sabes que el Ojo de Dragón responde a mi llamado y en cierto grado al tuyo, entonces dime pequeño dragón... ¿Qué pasaría si yo llamara al Ojo de Dragón desde la Isla mientras todas ustedes peleaban con la chiquilla?
—Se descontrolaría al sentir tu llamado y no poder obedecerlo, madre. —Murmuró su hija, quien estaba totalmente en shock por no haberse dado cuenta antes.
—Exacto. —La adulta volvió a darle la razón antes de soltarla para girarse, caminando lentamente hacia donde se encontraba Audrey junto a Uma, quitando de su camino los escombros del candelabro que la nieta de Leah había destrozado. —Antes de que esa mocosa hija del Hada Madrina cerrara la barrera, llamé a mi cetro, pero por desgracia no pude abrir totalmente la barrera. —Prosiguió, apretó los dientes y se detuvo, hizo un movimiento con su mano para mandar a rodar a la descendiente de Úrsula lejos de la chica que de encontraba inconsciente.
Jane se ocultó detrás de su pareja y de Shang cuando la villana la nombró, mientras veían como la morena rodaba por el suelo durante varios metros.
— ¡Demonios! —Protestó la pirata cuando se golpeó contra una de las paredes, viendo como sus mejores amigos corrían hacia ella para ayudarla, tratando de no llamar la atención de la Emperatriz del Mal pues no querían terminar siendo sus esclavos. — ¿¡Cuántas veces me van a hacer rodar por el piso hoy!?
—Me tuve que conformar con algunos pequeños orificios que quedaron como consecuencia de las miles de ráfagas mágicas que mi cetro hizo, sin embargo así fue mejor, ¿quién diría que el Ojo de Dragón sería tan obediente a mí? —Exclamó Maléfica, quien agitó su artefacto mágico para que la hija de Aurora comenzara a levitar, entonces la miró a la cara con una sonrisa perversa. —Finalmente ayer por la noche pude llamar a mi cetro sin tener ningún problema, pequeño dragón malvado. Tú lo moviste al principio, pero fui yo quien lo sacó del castillo y lo hice abrir la barrera temporalmente para poder huir, y aquí estoy ahora; Mal. Vine para acabar con este mundo de escorias y alzarme con lo que es mío de una vez por todas. —Dicho esto, hizo que la hija de Aurora cayera al suelo como si fuera un pedazo de carne, luego se volteó para volver a ver a su descendiente a los ojos.
—Resulta que este mundo de escorias es nuestro, nosotros lo tuvimos primero. —Habló la princesa malvada, caminando hacia Mal junto a Jay, la primera estaba decidida a actuar y el moreno solo quería protegerlas. —Y no sé cuántas veces tendremos que luchar para recuperarlo, pero lo haremos.
La líder de los core four apretó los dientes al escuchar aquella intervención y dio un paso más hacia atrás, teniendo miedo.
—E, no... —Rogó Mal, mirando a su mejor amiga a los ojos, en los cuales había una cosa que la primera pudo descifrar a la perfección: arrepentimiento por todos sus errores. —Cállate por favor. —Le insistió, justo cuando su madre se volteó lentamente para ver a la chica de cabello azul, los ojos de la adulta empezaron a brillar.
—Esas son las palabras más estúpidas que he escuchado en mucho tiempo, estúpida. —Dijo la villana, quien extendió su mano hacia la princesa malvada. —Ven, ahora. —Exigió, entonces la muchacha voló hacia ella, quien la sostuvo del cuello con fuerza.
Mal palideció, igual que Carlos y Jay, temiendo lo peor.
— ¿Regina no te enseñó que las princesas estúpidas se callan cuando la emperatriz dueña de todo está hablando? —Le recriminó la Emperatriz del Mal antes de lanzar a la adolescente hacia la puerta principal con toda la potencia de su magia oscura. —Patético.
— ¡E! —Dijo la chica de cabello morado, asustada.
—Estoy bien, M. —Afirmó la otra VK, soltando un gruñido de dolor al caer al suelo, pero no tuvo fuerzas para levantarse; pues cuanto más lejos estuviera de Maléfica, sería mejor para todos. —Y lo siento, por todo.
—Hablaremos de eso más tarde. —Le prometió su mejor amiga, para luego mirar a su progenitora. — ¡Basta mamá! ¡No les hagas daño! ¡No es lo que tú deseas! —Gritó con valentía, señalando a todos los demás, la mujer parpadeó lentamente al escuchar eso.
— ¿Y tú sabes qué es lo que yo quiero, Mal? —Preguntó la adulta, observándola a los ojos de la manera más terrorífica posible, su descendiente no pudo evitar temblar pero apretó los dientes.
—Quieres el mundo. Quieres todo para ti. —Afirmó la menor con seguridad. —Pero eso no implica que mates a gente que no tiene nada que ver...
— ¿Te estás escuchando? Lo que dices es inaudito. —Dijo Maléfica, tomando la corona de la reina de Auradon y mirándola. —Es patético luchar por una corona o un trono. Son cosas insignificantes, Mal. —Le recordó antes de lanzar la tiara lejos de ella.
La chica de cabello azul observó la diadema que se encontraba a unos metros de ella, pensando en todo lo que había hecho para obtenerla, nada de eso había valido la pena.
—Las verdaderas ambiciones fueron lo que nunca tuviste. Eso es lo único que te falta para ser tan cruel y déspota como yo. —Habló la Emperatriz del Mal, caminando hacia su descendiente. — ¿Sabes por qué nunca podrás tener esas ambiciones, Mal? —La interrogó con rabia, alzando una ceja.
La chica de cabello morado ladeó la cabeza, pensando en una respuesta.
—Porque tienes otra prioridad en tu mente que no es la maldad, ¿sabes cuál es su nombre? —La interrogó la villana, pero la menor temía que su respuesta empeorara la situación, así que permaneció en silencio. Su madre apretó los dientes y entonces un poco de fuego verde surgió del centro de su cetro. —Amor. —Reveló con remordimiento antes de alejarse de su hija.
Eso era lo que todo el mundo había descubierto en Auradon. Sin el amor, tal vez los planes de los core four no hubieran sido tan difíciles de concretar, pero vamos; ¿quién quiere una típica historia de amor sin un poco de tragedia?
Si tú la quieres, ¿qué haces aquí todavía?
—Nunca podrás ser como yo porque tú amas, y no hay lugar para el amor en un alma podrida y negra como la de una reina del mal. —Prosiguió la adulta, volviendo a observar a su hija, expectante.
Carter tragó saliva con dificultad al escuchar aquel reclamo, tenía más miedo que cuando había visto a Hades personalmente.
—Tú amaste una vez en un sueño. —Le recordó la menor. —Y no te funcionó con Aurora, ni con papá, pero eso no significa que el amor sea una mierda. Tal vez para ti lo sea, pero el amor no es débil, ni ridículo, el amor es realmente increíble.
—Y tú me arrebataste a la única persona que amé. —Exclamó su madre, apretando el Ojo de Dragón, para luego negar con la cabeza. —Usé a Hades, ya te lo he dicho, pero yo sé una cosa; jovencita: no hay lugar para el amor en tu vida porque ese estúpido sentimiento ya te ha hecho sufrir bastante. Pero, podemos solucionar eso. ¿No lo crees, mi pequeño dragón malvado?
Mal se quedó callada, pues su madre tenía razón, tragó saliva con dificultad, observando a la villana.
—Ven conmigo Mal. —Propuso la mujer, extendiendo su artefacto mágico hacia la ojiverde. —Sólo debes tocar mi cetro y ese maldito sentimiento desaparecerá para siempre de tu corazón. Ven y recuperemos lo que es nuestro, ven y seremos únicamente tú y yo, ven y demostrémosle a Auradon; a la Isla y a todo el mundo que somos imparables, ven Mal. Tú y yo hija. Tú y yo destruiremos todo. Ven y acabemos de una vez por todas con este antiguo debate. —La alentó, mientras sus ojos comenzaban a brillar.
—Yo... —Empezó a hablar la chica de cabello morado, sin saber qué hacer. Su cuerpo temblaba y en sus ojos había lágrimas rebeldes que ella trataba de contener. Bajó la mirada, pensando en qué hacer, para luego volver a observar a la villana. Tenía una decisión que tomar. —Yo...
—M, no. —Le advirtió Evie, a pesar de estar lejos.
—Mal, no lo hagas. —Pidió De Vil, asustado.
—Ella te está usando, Mal, es una trampa. —Aseguró la chica de cabello turquesa. —No la escuches.
—Mal, escúchanos. —Rogó el hijo de Jafar. —Nos equivocamos un montón con respecto a ti, y tomamos decisiones de las que no estamos orgullosos, te alejamos cuando más nos necesitabas. Somos unos terribles mejores amigos, ahora lo sabemos, no tienes que perdonarnos porque no lo merecemos pero no permitas que los errores que cometimos te hagan tomar una decisión incorrecta.
—Dragoncita, no la sigas, no quieres ser como ella. —Habló Carter, quien tenía los ojos llenos de lágrimas, estando detrás de ella. —Mal, si vas con ella, lo perderás todo. No abandones de nuevo a tus amigos, no le des la espalda a Uma, no me dejes.
—Yo... —Habló Mal, teniendo muchísimo miedo. —Yo quiero seguir amando, madre. —Confesó, aún temblando.
La chica de Luisiana suspiró aliviada cuando escuchó aquello y sonrió, igual que los demás.
—El amor no es débil ni ridículo, mamá, el amor es la cosa más linda que existe. —Prosiguió la Princesa del Inframundo, girándose para observar a su novia y luego volvió a mirar a la villana, para entonces comenzar a caminar hacia ella lentamente. —Por favor madre, entiéndeme. Yo no soy como tú. No puedo hechizar a Audrey con una rueca porque no la odio, no puedo odiarla. Enamorarse no es un delito, mamá, enamorarse es sentirse la persona más feliz del mundo.
—Tienes razón. —Concordó Maléfica, entonces hizo resonar su cetro contra el suelo, por lo que Mal se detuvo; poniéndose alerta. —Tú no eres, ni fuiste, ni mucho menos serás como yo; Mal. ¡Y ahora tú y todos los que osaron retarme tendrán que pagar las consecuencias! —Alzó la voz, mientras su cuerpo se llenaba de llamas.
— ¡Huyan ahora! ¡Ella no tendrá piedad! —Les gritó Mal a los demás antes de que el humo púrpura la rodeara, se transformó en dragón y tomó a su novia con una de sus patas para luego hacer lo mismo con su pariente, alzó el vuelo hacia la ventana y rompió la pared; saliendo al exterior.
— ¡Un infierno de llamas verdes quemará el piso! ¡A todos los rostizo! ¡Conviértelos en cenizas, ese es mi maleficio! —La voz de la Emperatriz del Mal se oyó por todo el lugar y todo el castillo comenzó a temblar mientras las llamas verdes comenzaban a aparecer.
— ¡Nos vamos a morir! —Chilló Jane, aterrada al ver el fuego.
—Calma amor... —Murmuró la descendiente de Mulán, tomándola de la mano y temblando. —Tenemos q-que huir, ni mamá podría en-enfrentar a esa cosa. —Dijo, entonces ambas junto a su hermano comenzaron a correr hacia la salida que la chica de cabello morado les había facilitado.
— ¡Mierda, todos afuera ya mismo, vamos! —Ordenó la brujita del mar, tomando las manos de sus piratas y corriendo hacia el agujero que Mal había hecho, le dolía dejar a Audrey pero valoraba su vida.
— ¡Chicos, vámonos ya! —Dijo Evie, tomando a Jay y Carlos de las manos, el humo azul los rodeó y ellos aparecieron fuera del palacio; lejos del mismo junto a todos los demás. Mal aterrizó en el suelo, depositando a las primas en el suelo y volviendo a hacerse humana. — ¿Están todos bien? —Cuestionó, todos asintieron.
— ¡Salgan de aquí! ¡Huyan! —Exigió la ojiverde, alterada, justo cuando un gran estruendo sonó en el castillo; aquello solo la preocupó muchísimo más. —Mierda, chicos huyan. Yo puedo pelear con ella mientras ustedes escapan, por favor váyanse ahora.
—No M, no voy a dejarte sola, cuando lo hice por última vez te perdí y no quiero que eso vuelva a suceder. —Se opuso la princesa malvada, asustada.
—Evie, si te quedas, serás ceniza. Rosie aún nos necesita, en donde sea que esté, al igual que Audrey. —La hizo entrar en razón Uma, caminando hacia ellas. —Mal puede hacerlo. Todos lo sabemos.
—M... No quiero abandonarte pero Uma tiene razón, no tenemos elección. —Susurró la descendiente de Regina, entonces la abrazó con fuerza, preocupada; la otra VK le correspondió el gesto y le besó la mejilla. —Lo siento por todo, de verdad, pero si te pierdes a ti misma de nuevo voy a electrocutar tu endragonado trasero hasta que vuelvas a la normalidad. —Le dijo en su oído.
—No voy a perder a mí misma, E... Te lo prometo. —Aseguró su mejor amiga, le dio unas palmadas en la espalda y las dos se apartaron. Miró a Carter, pero al no encontrar las palabras correctas para expresarse, simplemente bajo la cabeza. —Huyan.
—Más te vale, M. —Dijo Evie, entonces todos comenzaron a correr, alejándose de ahí hasta que se ocultaron en el bosque que se encontraba detrás del castillo.
—Dragón, ven a mi. —Habló Mal en voz baja, el humo púrpura la rodeó mientras ella volvía a transformarse lentamente.
Su madre se asomó por el hueco de la pared, con su cetro en la mano, totalmente furiosa con todos.
— ¡Ahora tendrán que vérselas conmigo, ineptos! ¡Y con todos los poderes de Lucifer! —Gritó la villana, el fuego verde la rodeó completamente, haciéndose un dragón gigantesco y volando en dirección hacia sus presas.
Pero Mal, una vez transformada en dragón, rugió y emprendió el vuelo hacia las torres más altas del palacio; siendo seguida por su progenitora, quien le lanzó una llamarada de fuego verde que la menor apenas pudo esquivar al dar un giro.
Una vez que ambas criaturas llegaron a su nuevo destino, Mal rugió alto antes de lanzarse sobre su madre, tratando de morder una de sus alas; pero Maléfica golpeó su cuello con una de sus garras y la dragona más clara comenzó a retroceder, adolorido, mientras que su progenitora le rugía, pero su descendiente volvió a lanzarse sobre ella; esta vez usando el ámbar de su padre para derribarla con una ráfaga de la magia azul de aquella piedra mágica.
Mal se arrojó encima de la villana e intentó morderla, pero Maléfica le lanzó una llamarada en el rostro, logrando distraerla para entonces invertir posiciones. Una vez que estuvo sobre la dragona menor, le mordió la garra en la que ella sostenía el ámbar, tratando de quitárselo.
Los demás observaban aquella batalla desde lejos, aterrados.
Mal apretó la piedra mágica, lanzándole un rayo de magia azul a su madre, logrando que el dragón más oscuro retrocediera; posándose en una torre. Su descendiente hizo lo mismo, recuperándose del ataque mientras observaba a su progenitora, quien parecía más enojada que nunca.
Ambas dragonas rugieron y la adulta no dudó en lanzarse sobre la menor de nuevo.
Entre feroces mordidas y potentes llamaradas, Mal fue capaz de voltear a su madre, cayendo sobre ella e intentando apuntarle con el ámbar; pero su progenitora no iba a tener piedad así que mordió con fuerza la garra con la que la menor sostenía la piedra mágica, haciendo que deba soltar el objeto mágico mientras la intenta retener con sus patas.
La dragona menor solo pudo rugir, tratando de llamar la atención de alguien, debían atacar ahora o perderían la oportunidad para siempre.
— ¡Déjala en paz, bruja horrible! ¡Es mí mejor amiga y no la voy a perder de nuevo! —Gritó la princesa malvada, furiosa, entonces lanzó un rayo azul hacia ambas.
Maléfica rugió alto y aleteó un poco para disminuir el dolor que le había producido aquel rayo, el cual afectó más a su hija, perjudicando su transformación y volviendo a hacerse humana, su madre aprovechó la oportunidad para darle una patada; empujándola del borde de la torre, pero su descendiente logró sostenerse del borde mientras intentaba alcanzar el ámbar que estaba a pocos centímetros de ella.
— ¿¡Qué hiciste, estúpida buena para nada!? —Le recriminó la chica de Luisiana a la descendiente de Regina, entonces la empujó, indignada.
— ¡Hice más que tú, idiota! —Gruñó Evie, quien la volvió a empujar, pero Jay corrió a separarla y Shang tomó del brazo a Carter mientras que la hija de Úrsula se interponía entre ambas.
— ¡No es momento, taradas! —Las regañó la morena, justo cuando vio como Maléfica lanzó una bola de fuego verde por todo el suelo, con la intención de que su descendiente ya no pudiera sostenerse y cayera de una vez por todas.
—Mierda... —Susurró Mal, tratando de estirarse un poco más para tomar aquel objeto mágico, tratando de hacerlo antes de quemarse la mano con la que se sostenía. —Ya casi la tengo.
— ¡Carbonizada no quedarás, pues con la fuerza del mar te levantarás! —Uma conjuró un hechizo, haciendo brillar su collar, para invocar un remolino de agua que la ayudara a subirse al techo.
— ¡Maldición! —Gritó la chica de cabello morado, comenzando a quemarse la mano, hasta que aquel remolino apareció de repente; llevándola hasta la torre nuevamente, sonrió aliviada. — ¡Pon una fecha para la boda, Uma! ¡Nos casaremos cuando tú quieras! —Le gritó y se apresuró a rodar por el suelo para evitar una bola de fuego que su madre le había arrojado.
— ¡30 de febrero, lo he pensado desde hace meses! —Bromeó la chica de cabello turquesa, mirándola con diversión.
— ¡Oye! ¡Si alguien se va a casar contigo, seré yo! —Protestó Carter, haciendo pucheros.
Maléfica le rugió a su descendiente y le arrojó otra bola de fuego, la menor rodó por el suelo, pudiendo tomar el ámbar, pero el agua del remolino lo había salpicado.
— ¡Úsala ya, Mal! —Gritó Carlos.
— ¡No puedo! —Contestó la VK, quien bufó mientras corría, tratando de alejarse de su madre. — ¡Está mojada!
— ¡Distraéla, nosotras nos encargamos de encenderla! —Alzó la voz la mejor amiga de Rosie, miró a Uma y le ofreció su mano. —Es nuestra única oportunidad.
— ¡Mal, resiste, aquí estamos! —La alentó la brujita del mar, tomando la mano de Carter y haciendo brillar más su collar.
— ¡Recupera tu poder potente y enciéndete! —Gritaron ambas rápidamente. — ¡Mal, aquí estamos! ¡Tú puedes! ¡Mal, aquí estamos! ¡Recupera tu poder potente y enciéndete!
— ¡Vamos, M! —Alzó la voz Evie, corriendo hacia la descendiente del mayor Mason y tomando su mano sin dudarlo. — ¡Recupera tu poder potente y enciéndete!
Alex y Jane se miraron y se acercaron a las VKs, tomando sus manos.
— ¡Recupera tu poder potente y enciéndete! —Gritaron las cinco, sosteniendo sus manos con fuerza, logrando que la piedra mágica volviera a encenderse.
Maléfica rugió alto y encaró a Mal, mientras le lanzaba fuego verde.
— ¡Basta madre! —Se quejó la menor, lanzando un rayo azul con el ámbar, logrando alejar las llamas verdes de ella, entonces lanzó otro rayo de magia azul. — ¡Deja de luchar por maldad!
— ¡Tú puedes, dragoncita! —La alentó Carter.
Maléfica no se rindió, lanzó otra vez fuego sobre Mal, quien chilló mientras usaba todo su poder para defenderse de aquel ataque.
Los ojos de ambas comenzaron a brillar.
Déjame salir de verdad y te aseguro que ganarás, oyó Mal en su cabeza.
—No... Ya no me dejaré llevar por la oscuridad... —Se opuso Mal, negando con la cabeza mientras apretaba más el ámbar, sus ojos adquirieron un brillo más claro mientras ella se concentraba para hacer que las llamas verdes retrocedieran. Miró a su progenitora a los ojos, mientras usaba toda su magia. —Yo elijo quien ser... No tú... Y no me voy a rendir, madre, ¡no lo haré! —Gritó, entonces el potente rayo azul terminó atravesando el fuego verde y golpeando con fuerza el pecho de Maléfica, quien gimió de dolor y luego se formó una enorme explosión de fuego verde y rayos azules; que no tardó mucho en desaparecer y la menor suspiró aliviada, estando sola en la torre.
— ¡Eso es, M! —Dijo la chica de cabello azul, orgullosa. — ¡Esa es mi chica!
— ¿Tu chica? No, cariño, es mía. —Le aclaró Carter, negando con la cabeza y sonriéndole a la VK que aún se encontraba en lo alto de la torre del castillo. — ¡Así se hace, dragoncita! ¡Me llenas de orgullo! —Gritó.
— ¡Y así se salva al mundo! —Alzó la voz Lonnie, quien miró hacia el cielo por unos instantes. —Espero que mamá esté orgullosa.
—Lo está, y yo también. —Afirmó la pequeña hadita antes de besarla.
—Se terminó... —Murmuró Uma, shockeada, pero también estaba aliviada.— ¡Lo hicimos! ¡Ahora vamos a salvar a Rosie y Audrey! —Dijo, emocionada.
—Y así es como la dragoncita venció al dragón... —Habló De Vil, orgulloso.
—Mierda... —Gruñó la chica de cabello morado, miró el ámbar, luego a los demás y sonrió victoriosa. —Lo hicimos... —Dicho esto, cerró los ojos.
Justo en ese instante, las llamas verdes volvieron a aparecer en el suelo, Mal abrió los ojos y observó cómo la silueta gótica de su madre se formaba delante de ella.
Maléfica había regresado.
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