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Capitulo 30: ❝Muestrate❞ [Parte 2]

Las dos atravesaron el Inframundo hasta que llegaron a la guarida de Hades.

—Así que durante todo este tiempo, me estuviste guiando hasta aquí. —Le dijo la menor, pasando por detrás del sofá en el que el Dios del Inframundo estaba durmiendo. —Querías que te encontrara.

—Sí, sabía que entenderías las señales, mi amor. Siempre fuiste muy inteligente. —Exclamó su madre, quien se veía igual que la última vez que su descendiente la había visto, cuando era tan solo una niña. —Tú necesitabas encontrarme.

—Nunca sabrás lo mucho que te extraño. —Dijo la joven hechicera, quien suspiró hondo. —Cuando él te llevó, desearía que me hubiera llevado a mí. —Confesó la joven hechicera, mirando de reojo a su suegro, pasó una mano por su cabello.

—No digas eso. —Pidió su progenitora antas de rodearla con sus brazos, abrazándola con fuerza. —Todo sucede por una razón, y aunque detesto el hecho de que hayas tenido que crecer sin que yo pudiera estar presente físicamente en tu vida, te has convertido en todo lo que siempre he anhelado que fueras.

—Fue muy difícil vivir sin ti. —Dijo la prima de Alex Russo, aferrándose a ella y cerrando los ojos por unos instantes. —He intentado sobrevivir, pero sin ti a mi lado... es una tortura.

—Y lo seguirá siendo, no voy a mentirte, pero cariño... Todos nos vamos y lo que dejamos atrás debe ser mucho más grande que nosotros. —Le aconsejó la adulta, mientras se apartaba y comenzaba a subir las escaleras hacia la salida de aquel lugar, pues había mucho que debía mostrarle a su descendiente. —No te rindas, puedes hacerlo día a día.

—No sé cómo hacerlo ya, te perdí a ti, perdí a Rosie y luego a Mal... —Se lamentó la chica de Luisiana, siguiendo a su progenitora, juntas abrieron la puerta de la mina y comenzaron a caminar por las calles de la Isla. Carter volvió a sentirse desesperada cuando vio niños luchando por comida, gente mayor tratando de robar, adolescentes luchando por algo de ropa; etc. Aceleró el paso, aunque no sabía a dónde se dirigían. —Y mí magia solo me ha metido en problemas, madre.

—Cuando yo me fui, sabía que necesitarías a alguien que te acompañara mientras crecías, por eso cuando cumpliste dieciséis y Rosie apareció en tu vida; me puse feliz porque tuviste a alguien a tu lado a quien pudiste ayudar. Ustedes dos tienen algo especial. —Habló su progenitora.

—Nos salvamos la una a la otra. Eso es lo que hacen las princesas. —Susurró Carter, presionó los labios pues la extrañaba. —Mi magia no pudo salvarla, es inútil tener poderes mágicos si soy incapaz de usarlos de manera responsable.

—Eso es lo que siempre hicieron, desde el momento en el que se conocieron. —Concordó su madre, sonriendo de lado, para luego negar con la cabeza. —Eso no es cierto, casi te mueres cuando saliste de la Isla, eso no fue tu culpa. Y nadie nace sabiendo todo sobre cómo controlar su magia, eso es algo que se aprende a lo largo de los años, yo era un desastre con mis poderes mágicos cuando tenía tu edad hasta que –luego de cometer muchos errores– aprendí a usarlos para ayudar a los demás. —La consoló la mujer.

—Por eso tengo que ir por ella, mamá, Rosie merece tener un final feliz. —Le dijo la prima de Alex Russo, mientras caminaban. —Bueno, creo que tienes razón, además... nunca he dejado de tenerte en mi corazón. Te mantendré conmigo, durante el día y durante la noche, viviré una vida por las dos. Seré la mejor versión de mí, te mantendré cerca de mí para siempre. Aún cuando esté por mí cuenta, sé que no estaré sola.

En ese momento ambas se detuvieron en un callejón, en donde había un cartel que indicaba que se hacían lecturas de tarot, y una niña acababa de recibir unas monedas luego de haberle brindado sus servicios a una VK.

— ¡Hasta luego, Harper! ¡Regresa cuando tengas más que unos centavos de porquería! —La despidió Celia, frustrada, mientras la descendiente de Hans echaba su cabello hacia atrás y se levantaba de su asiento para entonces retirarse; pasando por al lado de Carter y su madre. La pequeña estafadora dejó sus cartas sobre la mesa y tomó una fotografía que se había sacado con una de sus personas favoritas, la abrazó. —Te extraño, Dizzy. Pero... estaré viviendo una vida de miseria por las dos.

—No hay nadie aquí que sea capaz de cuidarla o hacerle saber que no está sola. —Murmuró la adulta, observando la escena con lástima y pena. — ¿Te recuerda a alguien? —Le preguntó a su descendiente.

—Me recuerda a mí cuando te fuiste, me sentía tan perdida. —Confesó la mejor amiga de Rosie, apenada. —Tal vez debería...

— ¿Ayudarla? Mi amor, estas soñando, aquí no puedes hacer nada por ella. —Aclaró su progenitora, para luego suspirar. —Si quieres hacer algo por ella, tendrás que esperar hasta que despiertes, pero aún no es el momento.

— ¿Y cuándo será el momento indicado? —Cuestionó su hija, confundida.

—Luego de que veas la realidad de los demás, pequeña. —Respondió la mujer, ofreciéndole su mano a su descendiente, quien la tomó e inmediatamente las dos desaparecieron de aquel callejón; materializándose en un lugar en el que Carter ya había estado.

—La casa de la familia de Jane, ¿qué hacemos aquí? —Preguntó la joven hechicera, frunciendo su ceño.

—Tienes que ver que no eres la única que se siente perdida cuando sus seres queridos no están cerca. —Dijo su madre, acercándose hasta una de las ventanas abiertas de aquella casa, junto a la menor.

—Se fue sin siquiera despedirse de nosotros. —Se lamentó Sabrina, dejándose caer en el sofá de la sala de estar.

—Sabíamos que se marcharía tarde o temprano, Auradon es su hogar. —Le recordó Valentina, sentándose a su lado y dejando que la otra rubia se acurrucara junto a ella. —Tiene una responsabilidad con su gente.

—La mitad de su gente está muerta, Val, nadie la está esperando en Auradon. —Gruñó la descendiente de Yzma, frustrada y dolida.

— ¡Sabrina! ¡No seas cruel con tu hermana! —La regañó su padre, entrando a la sala de estar con una taza de café en sus manos. —Aquí tiene a la única familia que le queda, eso es cierto, pero su reino la necesita.  Ella ha tomado su decisión, y aunque te duela, tienes que aceptarla.

—Estoy harta de ser la segunda opción de todo el mundo. —Protestó Sabrina.

—No la veas como una traidora porque ella no es así, lo sabes. —Le aconsejó su hermana. —Se fue para hacer lo correcto, se fue para salvar el mundo. Y, cuando lo logre, volverá para sacarnos de aquí. Ella siempre regresa.

Imagine having everything we ever dreamed. —Murmuró Sabrina, mirando a la chica que estaba a su lado en el sofá. —Don't you want it?

Maybe. —Dijo Valentina, encogiéndose de hombros.

Can't you see it? —Preguntó su hermana.

Kinda. —Exclamó la otra rubia, sin estar del todo convencida.

Carter soltó un suspiro al ver eso y comenzó a alejarse, no iba a soportar escuchar una canción en la Isla, especialmente ahora que Rosie no estaba para cantarle una.

—Jane siempre quiso lo mejor para Auradon. —Admitió la joven hechicera. —Ella no tiene miedo de usar su magia para defender a sus seres queridos, igual que Mal.

—La extrañas mucho, puedo verlo en tus ojos. —Habló su madre.

—Solo desearía saber si está bien, si está... con vida. —Exclamó la prima de Alex, nerviosa.

—Esa chica es una guerrera, seguro está bien. —Opinó su progenitora, elevando una ceja. —Ella no se rinde jamás... Y quiere lo mejor para ti, al igual que yo.

— ¿Estas diciendo que la apruebas, mamá? —Cuestionó la chica de Luisiana, shockeada. —Mi dragoncita sabe dar una buena pelea, pero también es capaz de hacerme sentir segura, no es un monstruo.

—Estoy diciendo que es la persona que mereces tener a tu lado, pero no necesitas mi aprobación y tampoco la de tu padre para estar con ella, es tu vida y tú decides cómo vivirla. Y Joe debería apreciarte por lo que eres, no por lo que él cree que debes ser. —Le dijo su madre. —Por supuesto que no es un monstruo, Mal es una chica que ha tenido una vida difícil, ha encontrado el amor; ha tomado malas decisiones y tiene la voluntad para redimirse. —Añadió.

—Papá me odia por lo que soy. —Le recriminó su descendiente para luego soltar un suspiro mientras se cruzaba de brazos. —Sí, eso es cierto.

—Eso no es verdad, tu padre solo tiene mucho miedo de perderte, aunque irónicamente sus acciones lograrán que te alejes de él si no cambia su actitud. No es correcto que no te haya dejado usar tu magia, no es correcto que viva con el miedo de que la historia familiar se repita, pero debe dejar de mirar hacia el pasado y comenzar a observar hacia el futuro... porque si no hace lo que debe hacer, su futuro será muy solitario. —Habló su madre. —Tengo algo para ti, mi pequeña valiente. —Exclamó y miró los anillos que tenía en sus manos.

Tenía tres, uno bastante simple con una corona y un corazón, otro en el que se leía su nombre: «Issa» y uno que tenía un diamante morado diminuto. Se quitó el último y se lo entregó a su hija.

— ¿Por qué me lo das? —Dudó la joven hechicera, confundida. — ¿Tú quieres que...?

—Que seas feliz, Carter. Eso es todo lo que siempre he querido para ti. —La interrumpió su madre. —Y que hagas lo que dicte tu corazón, hoy y siempre.  Y que nunca dejes de luchar por lo que deseas obtener, mi niña. Tú naciste para hacer grandes cosas, es hora de que las lleves a cabo. —Le aconsejó.

La adolescente observó el anillo.

  Soy una en un millón, cariño, ¿no estas de acuerdo? Obviamente ya lo sabes, soy consciente de eso, te tengo enamorada; envuelta alrededor de mí dedo como un anillo.

Fue entonces cuando el cielo comenzó a llenarse de nubes rojas.

—Te amo, mamá. —Dijo Carter, luego elevó la vista hacia el cielo. — ¿Qué mierda significa eso?

—Eso significa que se nos acabó el tiempo, hija mía. —Le explicó su progenitora. —Tienes que despertar, mi amor.

¡No quiero despertar! ¡Quiero quedarme aquí contigo! —Protestó la joven hechicera, como si fuera una niña pequeña. —No puedo volver a perderte.

—Es muy arriesgado que te quedes aquí, mi pequeña valiente. —Replicó su madre, acariciando la mejilla de su descendiente. —No me volverás a perder, yo siempre estaré contigo, pero tienes que vivir una vida por las dos. Y ahora mismo, tienes que despertar.

Todo comenzó a desvanecerse, Carter se aferró a la adulta, cerrando los ojos con fuerza.

Tienes que despertar, Alex. —Oyó de repente. —Tienes que despertar, Carter.

— ¿Alex? —Susurró la chica de Luisiana, abriendo los ojos y encontrándose con su pariente, quien había regresado para despertarla.

—Duermes demasiado. —Se burló su prima. —Levántate, debemos irnos.

— ¿Irnos? ¿A dónde? —La interrogó la joven que acababa de despertarse, tomando asiento en su cama. Tenía los puños cerrados, así que los abrió, sorprendiéndose al encontrar el anillo de su madre en su mano derecha. Parpadeó varias veces. — ¿Fue real?

—Mientras tú dormías, Shangcito y yo comenzamos a preparar todo lo que necesitábamos para nuestra nueva misión, apresúrate; nos están esperando. —Exclamó Alex, incorporándose de la cama y dándole la mochila que siempre tenía lista para cada rescate. Su prima se guardó el anillo y se colocó la mochila velozmente. — ¿De qué hablas?

— ¿Cuál es nuestra nueva misión? —Dudó su pariente, confundida, mientras se incorporaba de su cama y bostezaba para luego estirarse. —Soñé con mamá, Alex. —Le confesó.

—Tú sí que sigues dormida, nena. Ya me contarás sobre el sueño durante el viaje. —Afirmó la hechicera de la familia Russo, caminando junto a ella hacia la salida del cuarto. —Vamos a regresar a Auradon para salvar a Rosie, vamos a terminar con la operación AUDREY.

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