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Capitulo 25: ❝Planes malvados❞ [Parte 2]

— ¿¡Qué!? —Dijo la chica de la Isla, shockeada por la noticia, entonces abrazó a la prima de Alex Russo. —Pero ¿cómo? ¿Por qué? No... No puede ser verdad, yo no quiero perderte, Carter. —Añadió, negando con la cabeza, la morocha le correspondió el abrazo con fuerza.

  Maléfica sonrió diabólicamente al escuchar la desesperación con la que hablaba su hija.

—Calma, dragoncita. —Murmuró la joven hechicera, quien suspiró hondo. —Cuando usé el ámbar de tu padre en Auradon, mis poderes mágicos se debilitaron mucho, esa piedra tiene un efecto negativo en mí... Yen Sid me dijo que sí salía de esta Isla moriría... De hecho no estoy muerta porque estoy encerrada dentro de esta barrera mágica... Pero si salgo... El ámbar volverá a hacer efecto sobre mí. —Explicó mientras se aferraba a la dueña de la habitación.

— ¡No puedo calmarme! —Masculló Mal, indignada, pero de todas maneras la escuchó hablar; mientras su corazón se rompía en mil pedazos. —No, no, no; esto no puede ser. Esto es mi culpa, lo siento tanto, si yo no hubiera perdido la cabeza nada de esto habría pasado. Tiene que haber una manera de solucionar esto, quiero que seas libre y feliz, no quiero que mueras.

—Mal, tranquilízate, tu madre puede despertar... —Insistió la chica de Luisiana, tomando las manos de la VK. —Estoy bien, seguro que habrá una solución. Yen Sid me dijo que si usaban el ámbar otra vez sobre mí, puede que el efecto desapareciera, por lo tanto no todo está perdido; dragoncita. —Dijo, mirándola a los ojos.

— ¿¡Y qué ruecas endemoniadas me importa si se despierta!? ¡No te va a poner un dedo encima, te lo prometo! —Aseguró la chica de cabello morado, entrelazando sus dedos y observándola. —Así que la piedra mágica puede salvarte, sé lo que tengo que hacer entonces... —Añadió, pensando en que debía recuperar el ámbar para salvarla.

 La emperatriz del mal gruñó tras la puerta y sus ojos brillaron intensamente ante aquel reto, no le gustaba que su propia hija la desafiara y definitivamente no le agradaba la idea de que ella estuviera enamorada.

— ¡Mal, no quiero tener que callarte yo! —Gruñó  Carter, mirándola a los ojos para luego señalarse a sí misma. —Nada me va a pasar, dragoncita gruñona, ¿puedes darte cuenta de que estoy bien? Estoy vivita y coliando, mi amor, y estoy segura de que no voy a morir. No olvides que vamos a tener un final feliz. —Le recordó, tratando de transmitirle esperanza.

—Yo sí quiero que me calles como solo tú lo haces. —Dijo Mal, se mordió el labio inferior al verla con atención. —Estas bien por ahora, me aseguraré de que nada te pase, me salvaste más de una vez así que déjame rescatarte ahora. —Suplicó, mirándola a los ojos.

  La villana puso los ojos en blanco al escuchar la indirecta de su descendiente y se dio la vuelta para dirigirse hacia su cuarto, harta de oír tantas porquerías nefastas.

—Sí, dragoncita. Tú me vas a salvar. —Accedió la morocha, acercándose un poco más a la dueña del cuarto, mirando sus ojos. — ¿Quieres que te calle? ¿O prefieres que te haga gritar? ¿Cuál prefieres? —La interrogó, pues la deseaba, entonces se sentó encima de ella.

—Así se habla, mi hechicerita. —Dijo la villana, sonriendo aliviada y mirándola con deseo y anhelo. —Quiero que me hagas gritar, mi madre creerá que me estoy tocando así que... no tenemos de qué preocuparnos.

[...]

 —Me encantaría que te quedaras a dormir aquí porque quiero que seas la primera persona que vea al despertar, pero mi madre quiere que vayamos a ver a papá mañana a primera hora y nos meteríamos en problemas si ella te encuentra durmiendo conmigo. —Murmuró Mal, e hizo pucheros.

—No sabes cuanto daría por pasar una noche a tu lado. —Habló la joven hechicera, luego le besó la frente con todo el amor que tenía. — ¿Irán a ver a tu padre? —Cuestionó curiosa, abrazando a su novia, viendo como ella trataba de no quedarse dormida solo para poder pasar más tiempo junto a ella.

—Quisiera que pudiéramos pasar una noche juntas, pero es muy peligroso y no quiero arriesgarte. —Exclamó la descendiente de Maléfica mientras que se acomodaba mejor en su cama. —Sí, no sé por qué pero quiere que lo veamos. —Mintió, pues no podía ser sincera con ella, quien le acarició la mejilla.

—Cuando ambas estemos muy lejos de todo esto, dormiremos juntas y te llevaré el desayuno a la cama... Te abrazaré todas las noches para sentir tu calor corporal y tu amor, mi dragoncita... —Afirmó la mejor amiga de Rosie. —Algún día seremos felices... Te lo juro, Mal... —Prometió, le dio un beso en la boca para luego levantarse de la cama.

—Me agrada esa idea... Y adoro tus abrazos. —Dijo la chica de cabello morado, sonriendo mientras veía como la chica recogía su ropa del suelo y se la colocaba para entonces voltearse para ver a la dueña del cuarto. —Sí, algún día seremos muy felices juntas.

—Te voy a extrañar... Ahora déjame taparte. —Comentó la prima de Alex Russo, cubriéndola hasta el cuello con las cobijas moradas, le acarició la mejilla. —Que duermas bien, amor de mi vida... Buenas noches, dragoncita... ¡Te amo! —Murmuró y besó sus labios para luego caminar hacia el balcón, esquivando la ropa de Mal que aún estaba en el suelo -pero a la villana no le importo pues solía ser muy desordenada-, la miró nuevamente con una sonrisa en el rostro.

—Yo también te extrañaré, mí hechicerita. —Confesó la Princesa del Inframundo, permitiendo que la chica la cubriera con sus cobijas. —Duerme bien tu también, preciosa... Buenas noches, yo te amo más. —Añadió, entonces la morocha se dispuso a dejar la habitación y descender por el balcón, la chica de la Isla cerró los ojos y no tardó en quedarse dormida.

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  Mientras tanto, en el hogar de Yen Sid, tres VKs no podían conciliar el sueño, por lo tanto intentaban hacer algo útil: Carlos usaba una de las computadoras que el profesor de Dragon Hall le había prestado -porque eran las únicas que tenían señal en la Isla, esa era una de las ventajas que tenía el hombre por ser el Guardián de la Isla de los Perdidos- y Evie depilaba las cejas de Jay, quien no llevaba camisa; pues Valentina y Sabrina habían cambiado los vendajes de sus heridas hace unos pocos minutos -bueno, prácticamente Jane las había sobornado para que lo hicieran, porque la relación que tenían las rubias con esos traidores no era muy amistosa- y se habían ido para que tuvieran un poco de privacidad.

—Y... ¡entré en la red oscura! —Comentó el pecoso, feliz, la hija de Regina solo aplaudió un par de veces, el joven ladrón sonrió. —Pero saben que la señal no dura mucho así que denme un celular y los comunicaré con Dizzy.

— ¡Toma! —Dijo la chica de cabello azul, entregándole su celular y ladeando la cabeza para mirar al chico de cabello largo, mientras que el menor de los VKs tomaba el teléfono y lo conectaba en la computadora con un cable USB. — ¡Rápido, Carlos! —Lo alentó antes de seguir depilando al mayor con su pinza azul.

—Muévanse, no podemos estar mucho tiempo aquí. —Añadió Jay, quien gimió de dolor y le dirigió una mirada seria a su mejor amiga. — ¡Por todas las serpientes malvadas, E, me dolió!

—La belleza es dolor. —Se defendió la princesa malvada. —Quédate quieto y no actúes como un niño pequeño inmaduro.

—No desesperen, yo puedo hacer esto, tranquilos. —Los tranquilizó el chico de cabello blanco y negro, mientras tecleaba unos códigos velozmente, luego sonrió como no lo había hecho en mucho tiempo. —Y... Hay señal... E, llama a Dizzy ahora. —Le indicó, señalándola con un dedo, la muchacha tomó su celular y marcó el número de la pelirroja; el cual comenzó a dar timbre.

—Contesta, Dizzy... —Murmuró la chica de cabello azul, nerviosa, pues la pequeña tardaba en atender y no tenían mucho tiempo antes de que la señal muriera.

— ¿Hola? ¿Quién es? —Se oyó la voz de la hija de Drizella, quien bostezó, pues ahora que vivía con Audrey; la Reina del Mal la hacía acostarse temprano por lo tanto ella tenía el sueño cambiado.

— ¡Dizzy! ¿¡Cómo estas!? —Preguntó la princesa malvada, dejando la pinza a un lado y bajándose de la cama de Jay para comenzar a caminar por toda la habitación, estando nerviosa, preocupada y emocionada por volver a oír la voz de aquella niña. — ¿Audrey está allí contigo?

— ¿Evie? —Murmuró la pelirroja, quien seguía estando media dormida, pero entonces reaccionó. — ¡Evie! Creí que ya no volvería a escuchar tu voz. Estaba durmiendo, Audrey me hace acostarme temprano, pero no estoy con ella. Estoy en mi cuarto y ella está en la planta baja, haciendo quien sabe que. —Respondió en voz baja.

— ¡Oh por todos los dioses de la moda, aléjate de esa loca, Dizzy! —Chilló la adolescente, quien suspiró hondo para poder calmarse. — ¿Estás segura de que esa maldita no está merodeando cerca de ti? Debo hablar contigo de algo muy importante que ella no puede saber ni sospechar. —Volvió a preguntar.

—E, no puedo hacer eso. Además, a mí me trata muy bien, aunque a veces discutimos pero ella no me hace daño. —Replicó la nieta de Lady Tremaine y se removió más en su cómoda cama de dos plazas. —Sí, no está aquí, así que no te preocupes y habla ya que tengo sueño.

—Dizzy, debes ayudarnos a Jay, Carlos y a mí a salir de esta Isla. —Exclamó la princesa malvada, hablando bastante rápido debido a los nervios pero aún así la pequeña pudo comprender sus palabras. —Debes robar el control remoto que abre la barrera y abrir una pequeña parte, Dizzy, tienes que ayudarnos a salir de este lugar porque debemos acabar con el odioso reinado de Audrey. —Añadió, segura.

— ¿Solo a ustedes tres? ¿Y qué hay de Mal? —Inquirió la niña, preocupada, entonces abrazó su almohada. —Uhm, sé dónde está el control remoto, los ayudaré a salir pero tienes que prometerme que no le harán daño porque esto no es culpa de Audrey. Hay algo en el cetro que la está haciendo comportarse como una perra, yo lo sé, lo siento en mí corazón. De todas maneras, ¿cuándo quieren que los saque de ahí? Solo dime... Pero tengo que advertirles que deben ser muy cuidadosos porque Audrey vigila todo Auradon. —Puntualizó, nerviosa.

—No hables de los muertos, Dizzy. —Gruño la chica de cabello azul, refiriéndose a la descendiente de Maléfica. —Tendremos cuidado Dizzy, sácanos en tres días a las 23:00 p.m. Y por favor, que sea lejos del frente de la Isla, te esperaremos en la bahía pirata, cerca del barco de Uma. —Informó, justo en ese momento la llamada comenzó a entrecortarse.

—Tendrás que contarme qué pasó entre ustedes cuando los vea. —Exigió la hija de Drizella, quien hizo una mueca. —Bien, lo haré, los veo en tres días.

—Te amo, hermanita. —Murmuró Evie, desesperándose al darse cuenta de que la comunicación se estaba cortando.

—Te amo mucho hermana mayor, nos veremos pronto, E. —Dijo Dizzy, en ese instante la línea se cortó y la llamada finalizó, rompiendo los corazones de ambas chicas en mil pedazos.

— ¿Crees que sobreviviremos tres días más? —Preguntó el hijo de Cruella, sintiendo temor.

—Claro que lo haremos. Debemos esperar unos días hasta que Jay mejore. —Afirmó la descendiente de Regina, volviendo a tomar asiento en la cama del joven ladrón, recordó a la chica de cabello morado y sacudió la cabeza; debía concentrarse. —Después de todo ya hemos sobrevivido a cosas mucho peores.

—Evie tiene razón. —Concordó el chico de cabello largo, mirando a su novio. —No puedo salir de aquí tan herido, sino Audrey nos ganará con facilidad. —Exclamó, esa idea no le gustaba para nada.

—Tienes un buen punto, E. —Admitió el menor de los VKs, acariciando el cabello de su pareja y luego besó su frente. —Ahora que ya no tienes el cetro, tienes que ponerte fuerte para luchar contra ella. Te recuperarás, amor, te cuidaremos.

—Voy a mejorar, luego recuperaré el cetro y le patearé el trasero a Audrey. —Murmuró Jay, apretó los puños con rencor.

—Ya dejen la charlita, hay que planear muy bien lo que vamos a hacer cuando salgamos de aquí, ¿verdad? —Intervino la joven diseñadora, llamando la atención de los chicos.

—Precioso, ni siquiera sabemos dónde está el cetro de tu padre. —Le recordó De Vil, haciendo una mueca, luego ambos miraron a su mejor amiga. —Pues cuéntanos tu plan, E.

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 Al día siguiente, Mal seguía estando profundamente dormida en su cama, abrazando una almohada; creyendo que era Carter ya que la extrañaba muchísimo.

  Maléfica ingreso a la habitación de su descendiente sin hacer ruido y miró la ropa de la VK en el suelo, también observó a la joven quien abrazaba una almohada y varias cobijas la cubrían, se sentó en la cama para inspeccionar con atención el cuello de la chica, viendo algunas marcas de mordidas, labial y estrangulamiento; supuso que había más ya que claramente la joven estaba desnuda, pero permaneció en silencio mirándola durante un rato.

—Mal, despiértate. —Dijo la villana, poniendo la mano en su hombro y tocándola suavemente para que ella reaccionara.

—Mh, no... Evie ya te dije que odio que me despiertes para maquillarme. —Gruñó la dueña del cuarto, sin siquiera abrir los ojos, abrazó más la almohada; ya que estaba soñando con su mejor amiga. — ¿Por qué no te vas al demonio y me dejas en paz, princesita insoportable? ¿O quieres que te destierre de aquí como lo hice cuando éramos niñas? —Le advirtió, aún dormida, balbuceando entre sueños. Su madre gruñó enojada y zarandeó a Mal con un poco más de fuerza.

— ¡Despiértate, bestia! —Alzó la voz la emperatriz del mal, moviendola para que se despertara.

—Evie, ¿¡qué mierda qui...!? —Se quejó la menor y abrió los ojos de repente, dándose cuenta de que no era la chica de cabello azul la que la estaba molestando. —Oh... Hola mamá, lo siento, no me di cuenta de que eras tú... ¿Ya tenemos que irnos? —Murmuró, nerviosa.

—Terribles días, Mal. —Masculló la adulta, la miró de arriba hacia abajo y la chica solo se aferró mas a una de las cobijas que cubrían su cuerpo desnudo. —Vístete, bestia. No tenemos tiempo que perder. —Dijo, levantándose de la cama.

—Terribles días a ti también, madre. —Susurró la chica de cabello morado, algo incómoda y confundida, ya que generalmente su progenitora solo le gritaba que se despertara. —Pero si tenemos todo el día... literalmente. —Se quejó, frunciendo su ceño, pero se cubrió el cuerpo con la cobija para incorporarse de la cama. Caminó hacia el armario para buscar ropa, tomó lo primero que encontró y se metió al baño para vestirse allí.

 La villana aprovechó la oportunidad para inspeccionar la habitación con la mirada, se dio cuenta de que el ventanal del balcón estaba abierto y eso no era normal, así que salió al exterior del mismo; comenzando a olfatear, buscando rastro de la presencia de la persona que había estado con su hija durante la noche, pero al no encontrar nada volvió a meterse en el cuarto de su hija para seguir buscando alguna pista.

  Unos minutos después, la descendiente de Maléfica salió del baño, luciendo su blusa morada con dos dragones verdes y un chaleco desabrochado que ella terminó de cerrarse mientras caminaba, llevaba pantalones largos morados, sus botas púrpuras con detalles verdes y sus guantes extra largos con franjas verdes y su cabello suelto, su cara estaba mojada pues acababa de limpiarsela para quitarse los rastros de labial de Carter, evadiendo así las posibles molestias que sus padres podrían ocasionarle.

—Ya pareces Regina de tanto que demoras arreglándote. —Gruñó la adulta, indignada al no encontrar nada útil que le sirviera para identificar a la misteriosa intrusa de la que su hija estaba enamorada, decidió quedarse con los recuerdos de su voz y miró de reojo a su hija, puso los ojos en blanco antes de salir de su habitación, esperando a que aquella incompetente fuera tras ella. — ¡Mal! —La reprendió al darse cuenta de que no la muchacha no estaba junto a ella.

—Ay madre, no exageres, no demoré tanto. —Replicó la joven, tomó su mochila, se la colocó y siguió a su madre fuera de su habitación para luego cerrar la puerta y caminar hasta que las dos abandonaron su hogar. — ¿Estás segura de que el incompetente al que iremos a visitar está despierto a esta hora?

—Si no está despierto, ya lo despertaré yo a golpes. —Dijo la villana, comenzó a caminar junto a su hija mientras la gente se apartaba de su camino, todos les temían. Y por un instante, para Mal, todo volvió a ser como era antes; cuando ella hacía hasta lo imposible para enorgullecer a la adulta. —Voy a conseguir esa basura de ámbar sí o sí. —Afirmó.

—Sí extrañaba esto. —Murmuró la chica de cabello morado al escuchar a su madre, mientras caminaba a su lado con orgullo, viendo como todos los demás se alejaban gritando; pues nadie quería meterse en su camino. —Él no puede negarse... si estas conmigo.

—Claro que no se negará, pero siempre está la posibilidad de que nos chantajee... —Habló la emperatriz del mal, mirándola de reojo mientras caminaba con su característica presencia imponente y aterradora. —Aunque no te creas que te lo haré todo tan fácil, bestia, tienes que aprender a dejar de vivir en mi sombra y hacer algo por tu cuenta.

—Yo no me voy a dejar chantajear por él. —Aseguró la VK, negando con la cabeza mientras la seguía y la miró de reojo, bastante ofendida. —Escapé de aquí por mi cuenta, por si no lo recuerdas. —Exclamó, indignada, entonces la mujer se detuvo; se volteó hacia ella y la miró con desaprobación.

— ¿Sola? ¿Qué puedes hacer tú sola? —Preguntó su progenitora, quien se le acercó lentamente de forma intimidante, la menor tragó saliva con dificultad. —Nada Mal, no puedes hacer nada sola. —Le reprochó.

—No estaba sola, me fui con los chicos... y Evie. —Murmuró su hija, sabía que en cierta parte ella tenía razón así que no dijo nada y apretó los puños, sintiéndose furiosa e impotente.

—Abre los puños, bestia estúpida. —Demandó Maléfica, acercándose más a ella y mirándola fijo a los ojos, la joven le hizo caso. —No quieres que te arrastre por toda la Isla hasta la guarida de tu padre... ¿Verdad?

—No quiero eso. —Concordó la chica de cabello morado, entonces la mujer la tomó de la mano y la hizo caminar más rápido, ya que estaba desesperada por llevar a cabo su plan.

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 Cuando ambas llegaron a la mina, Mal notó que la puerta no estaba cerrada con llave, así que supuso que su progenitor tenía compañía.

  Espero que este bastardo este con Freddie o Celia, no quiero soportar como mis padres se llevan mejor con Ariana, pensó la VK mientras abria la puerta y entraba a la mina junto a su madre.

 Inmediatamente los ladridos de Cerberus comenzaron a escucharse por todo el lugar, provocando que la joven se sobresaltara.

—Estúpida grabación del demonio que no engaña a nadie. —Masculló la muchacha, caminando más rápido por la mina mientras oía el eco de sus propias palabras, se dio cuenta de que la bicicleta que usaban las Facilier no estaba en la entrada así que supuso que alguna de ellas estaba con el dios del inframundo; aceleró el paso junto a su madre hasta que llegó al final de la mina, encontrándose con que su padre estaba a punto de desayunar, ya que la descendiente menor del Hombre Sombra le estaba entregando su comida, dándoles la espalda a las recién llegadas.

—Aquí tienes unas tostadas robadas del restaurante de Úrsula, están un poco quemadas como a ti te gustan y un café tan negro como tu alma, y si tienes mucha hambre puedo ir a conseguir algo más. —Dijo la pequeña estafadora, sacando lo que nombraba del interior de su mochila y colocando todo en una pequeña mesa delante del villano.

—Así está bien, mocosa. —Masculló el dueño del lugar, tomando una tostada y comiéndola rápidamente.

— ¡Genial! —Dijo la pequeña y cerró su mochila.

  Maléfica apretó los dientes y gruñó al ver eso, su descendiente solo se cruzó de brazos.

—Horrendos días, maldita sabandija. —Saludó la adulta, bajando por la escalera con sus ojos brillantes, junto a su hija. La primera ignoró a la esclava del dios hasta que llegó hacia donde estaban ambos y la observó con desprecio. La niña chilló de miedo y se colocó su mochila, lista para huir. —Fuera de mi vista, ahora.

—Hola papá. —Murmuró la Princesa del Inframundo, seria, sin embargo le sonrió victoriosa a Celia. —Hey, ¡miren quien madrugó! —Comentó, feliz, abriendo los brazos hacia ella.

—Hola, par de dragones de Lucifer. —Las saludo Hades con la mano, siguió comiendo su tostada y luego estiró el brazo para buscar su café.

—Horrendos días para usted también, emperatriz del mal, maldita señora de la oscuridad a quien respeto mucho. —Susurró la pequeña estafadora, asustada y corrió a abrazar a la VK, quien le revolvió el cabello. —Que bueno verte, Mal. —Dijo, aliviada de que ella estuviera bien, o al menos físicamente bien.

—Ve afuera, ¿si? Y nada de espiar esta vez. —Murmuró la Princesa del Inframundo en su oído y la niña asintió antes de salir corriendo de la guarida, entonces la adolescente se acercó a su progenitor y le arrebató el café que él estaba a punto de beber para darle un largo trago del cual se arrepintió cuando se dio cuenta del sabor amargo del mismo. —Tenemos que hablar, padre... sobre tu gusto horrendo de café y otras cosas. —Prosiguió, haciendo una mueca de asco y devolviéndole la bebida, el dios le sonrió; su hija solo volvió a cruzarse de brazos.

— ¿Qué te trae por aquí, mocosa? —La interrogó el villano, luego le dio un sorbo a su café, ignorando que su ex esposa observaba todo a su alrededor, buscando el ámbar hasta que lo encontró y sonrió malévolamente.

—Habla Igna, dile a tu padre que es lo que vinimos a hacer aquí. —Gruñó Maléfica, mirando a su descendiente de reojo y acercándose a Hades, los tres estaban tan ocupados en sus propios asuntos que ninguno se dio cuenta de que Celia estaba espiando todo desde una distancia prudente en la que podía escuchar todo sin ser vista.

—No vinimos aquí porque te extrañamos, no te hagas ilusiones. —Comenzó a hablar Mal, sonriendo falsamente, pero luego su semblante se transformó en uno serio. —Tú me abandonaste cuando era una bebe. —Le recriminó, indignada.

—No. No, yo dejé a tu madre. —La corrigió el dios, apuntando a su hija con el dedo y mirándola con seriedad. —Ella... no es una persona fácil de soportar. —Se justificó, la adolescente observó de reojo a su madre y luego al bastardo que tenía en frente.

— ¿Tú crees? —Masculló la chica de cabello morado, seria.

—Los dos odiamos a tu madre. —Dijo Hades, esbozando una sonrisa victoriosa, mientras que su ex esposa estaba presente; pero a él no le importaba ese insignificante detalle. La VK se apresuró a cambiar de posición, usando su dedo índice para señalarlo mientras negaba.

—No. —Se apresuró a desmentir su hija. —Yo no odio a mi madre. —Admitió, logrando que la villana la observara con una expresión indescifrable, pero le hizo una seña para que continuara distrayéndolo. Su padre la miraba, serio.

—Tal vez ella sea una lunática malvada, pero al menos, ella se quedó conmigo. —Le echó en cara la adolescente, la emperatriz del mal sonrió y le hizo otra seña a la muchacha para que finalmente sea directa, pues se estaba hartando; la VK extendió su mano hacia su insoportable progenitor. —Resulta que mamá y yo estuvimos hablando mucho anoche y llegamos a una conclusión: Audrey se robó lo que me corresponde así que voy a recuperar el Ojo de Dragón sea como sea, pero para eso necesitamos salir de aquí y queremos tu ámbar. Dámelo.

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