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Capítulo 24: "El dolor de confiar"

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  Jay cayó al suelo de la sala de estar de su hogar, en donde Jafar lo había estado golpeando desde que había regresado, pues no tenía otro lugar a dónde ir.

— ¡Papá, ya basta! —Pidió el adolescente, aterrado. —Robaré más o lo que quieras pero detente ya... —Suplicó, más adolorido que antes.

—Cállate, rata de alcantarilla... Masculló el ex visir, furioso, luego le pegó una patada. —No quiero escuchar tus súplicas.

— ¡Mierda! —Gritó el chico de cabello largo al recibir aquella patada, maldijo entre dientes y negó con la cabeza. —Haré lo que sea pero... —Jadeó de dolor y ni siquiera se atrevió a terminar esa frase.

— ¡Cállate Jay! —Alzó la voz su progenitor, quien estiró su brazo hacia atrás, tomando impulso para volver a golpearlo si se atrevía a seguir hablando. El joven ladrón se cubrió el rostro con sus brazos para intentar evitar ser golpeado de nuevo. — ¡Ni una palabra más!

— ¡Aladdin y Jasmine están muertos! ¡Me encargué de ellos con tu cetro! —Admitió el VK, deseando que aquella confesión lo salvara de aquella tortura, Jafar se sorprendió y lo tomó por la camisa; levantándolo del suelo.

— ¿¡Eso es verdad, maldita rata!? —Gruñó el hombre, sin poder creer lo que acababa de oír.

— ¡Sí lo es! —Aseguró su descendiente. —Y sufrieron mucho porque realmente se lo merecían... —Añadió, logrando que su padre sonriera con malicia y le diera un ligero puñetazo al chico, él gimió de dolor y el villano lo soltó.

— ¡Al menos de algo serviste, maldita rata! —Exclamó el ex visir, sonriendo y dándose la vuelta para buscar algo en los estantes.

—Robé tu cetro, y sí que tiene demasiado poder... tenía que aprovechar la oportunidad para hacerte sentir orgulloso. —Susurró Jay, pensando en que debía huir de allí para salvar a su novio y a su mejor amiga, pues era consciente de que los dos estaban en peligro.

— ¡Vaya! —Dijo su padre, tomando una botella de vodka robada de uno de los estantes. — ¡Al parecer por lo menos puedes usar mi cetro! —Gritó mientras abría la botella y luego bebía un poco de la misma.

—Sí, y fue muy útil para nuestros planes... —Confesó el joven ladrón, quien intentó levantarse pero le costó ya que aún seguía estando adolorido, por lo tanto se quedó sentado en el suelo. —En fin, ellos están muertos por fin así que hice bien mi trabajo...

— ¡Fuera de aquí, sabandija! ¡Lárgate ya antes de que me arrepienta de permitirte huir, mocoso! —Alzó la voz Jafar antes de tomar otro largo sorbo de la botella. El menor lo miró, incrédulo. — ¡Disfruta tus últimos momentos antes de ser golpeado otra vez!

Cuando el joven ladrón comprendió que el villano hablaba en serio, asintió con la cabeza y se sostuvo de la pared para levantarse y salir de ahí lo más rápido que su cuerpo adolorido le permitía.

  Resiste De Vil, pensó el moreno, ya voy a salvarte de las garras de Cruella. Pero primero... tengo que ir a buscar a Evie.

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Por otro lado, en Hell Hall, Cruella estaba cómodamente sentada en uno de los sillones de la sala de estar; con las piernas cruzadas y un cigarrillo encendido en cada mano.

— ¿¡Cómo te atreves a engañarme, mocoso ingrato!? —Le recriminó la villana, mientras quemaba los brazos de su descendiente con cada uno de sus cigarrillos, el menor solo chillaba de dolor; siendo consciente que suplicar que se detuviera no serviría de nada.

—Maldición... —Gritó el pecoso, adolorido.

— ¡Ya cállate inútil! —Masculló la mujer, de mal humor, le arrojó el humo en la cara y él tosió. — ¿¡Qué mierda estabas haciendo en Auradon que era más importante que conseguirme un dálmata!? —Protestó para luego apagar uno de sus cigarrillos en el brazo izquierdo de su hijo.

  Rompiendo bastantes camas con Jay, pensó el chico, pero no lo diría en voz alta.

— ¡Matando a todos los héroes! —Chilló el VK, quien se arrastró por el suelo con el objetivo de llegar hacia el otro sofá, para poner algo de distancia entre él y su alocada madre. — ¡Estaba asesinando a todos!

— ¡Eso no es una excusa válida! —Se quejó Cruella, indignada, viendo con desprecio como su descendiente se arrastraba por el suelo; tal y como el perro que ella consideraba que él era. — ¡Estuviste fuera por más de seis meses, mocoso! ¿¡Y no fuiste capaz de cazar uno en todo ese tiempo!?

— ¡De hecho, madre, yo maté a muchos perros sarnosos; incluso convertí a un príncipe vanidoso en uno y lo pateé! —Replicó el chico de cabello blanco y negro, sosteniéndose del apoya brazos del sofá justo cuando visualizó a su novio en la ventana, quien le estaba haciendo señas para que inventara una excusa y se marchara. El menor se levantó y caminó lentamente hacia la ventana. — ¡Pero ahora mismo sé donde hay un perro que está bien escondido, pero lo atraparé! ¡Iré por él ya! —Se excusó.

— ¡Sin pruebas no te creo una mierda! —Gruñó la villana. — ¡Desaparece de mi vista y no regreses hasta que encuentres uno! —Demandó, así que su hijo abrió la ventana y se lanzó por la misma, logrando cortarse el brazo al saltar mal para escapar velozmente.

— ¡Amor! ¿Estás bien? —Murmuró el joven ladrón, quien no tuvo fuerzas para intentar atraparlo, el pecoso se encogió de hombros cuando aterrizó en el suelo y comenzó a caminar para alejarse lo más rápido posible de su hogar; el chico de cabello largo fue tras él. —T-tenemos que irnos de aquí, Evie no quiere acompañarnos, no sé que hacer para convencerla...

— ¿Evie? —Repitió el pecoso, mientras miraba todas las quemaduras que había en sus brazos, bufó pues le dolía como el infierno y además; hacía frío –que en circunstancias normales soportaría, pero esta vez estaba herido– y eso lo irritaba muchísimo. — ¿Fuiste a verla? —Dudó, aunque no le sorprendía. Jay siempre había querido proteger a su pandilla.

—Sí, por eso tardé en venir a buscarte, pero desafortunadamente ella no quiso ni verme. —Contestó el descendiente de Jafar, quien hizo una mueca y luego gimió, tocándose el estómago que le dolía pues allí había recibido bastantes patadas y latigazos. —Ni siquiera se asomó al balcón pero me ha gritado que me largara, que la olvide, sin embargo no quiero hacerlo... Tenemos que sacarla del castillo pero estoy tan lastimado que cuando intenté subir por el balcón mis heridas se abrieron y no pude hacerlo.

—Pero ¿cómo la sacamos de ahí? —Inquirió De Vil, rascándose la cabeza mientras temblaba levemente por el frío de la Isla. —Sabemos que Evie es muy testaruda... Y si su madre la hizo sufrir, ella se cerrará más aún. —Exclamó, pensando en una solución para su problema, si podían hacer que ella dejara su hogar... ¿a dónde irían los tres? No tenían un lugar en donde podrían estar a salvo de sus padres y buscar uno en las condiciones en las que se encontraban no era una opción.

—Ten... —Exclamó Jay, quitándose la chaqueta que cubría la mayoría de sus heridas y colocándosela al otro VK para que no tuviera frío, pues no era conveniente que se enfermara. El menor se cubrió con aquella prenda y se sostuvo de uno de los brazos de su novio, sonriéndole en agradecimiento. —No lo sé, pero debe haber alguien a quien quiera escuchar... —Dijo, arrugando la nariz mientras aceleraba el paso, pues él también tenía frío.

—Sí... Tenemos que pensar en alguien que la haga entrar en razón... Debe ser alguien a quien Evie quiera mucho... —Murmuró el pecoso, quien suspiró hondo, mientras pensaba hasta que una persona llegó a su mente. — ¿Rosie? —Sugirió.

— ¡Sí! ¡Eres un genio, De Vil! —Le dio la razón el joven ladrón, quien lo besó y luego de unos segundos se apartó, mirándolo. —Tenemos que ir a buscarla, si tenemos suerte ella no estará lejos, vamos.

— ¡Lo soy! —Exclamó el pecoso, feliz, quien comenzó a caminar apresuradamente junto a su pareja. —Ella podría estar en cualquier parte, crees que Rosie nos ayude ¿verdad? —Preguntó, intrigado.

—Eso espero, ella es nuestra única esperanza, y tiene un corazón enorme así que seguro aceptará... a pesar de todo lo que hicimos. —Habló Jay en voz baja, mientras aceleraba el paso, mirando a su alrededor para ver si ella estaba en algún lado.

—Sí... De seguro ella nos ayuda a sacar a Evie de ese castillo de una vez... —Le dio la razón el menor de los VKs, quien intentaba ser positivo, aunque tenía un mal presentimiento. Su consciencia le repetía que ninguno de ellos merecía recibir la ayuda de la reina de Costa Luna.

—Sí, espero que esté dispuesta a hacerlo, Evie la necesita. —Murmuró el joven ladrón, mientras caminaban por la calle. — ¡Ahí están! —Dijo, señalándolas al ver que la susodicha junto a sus amigas estaban en la esquina.

—Y entonces Carter me gritó "Te odio" y yo le dije "¿En serio?" y ella me miró con tristeza y me contestó "No, no lo dije en serio. Te odio significa que eres mi mejor amiga y te amo", luego me besó. —Habló Rosie, quien les estaba contando a Jane y a Lonnie una anécdota que había vivido con su Consejera Real en Luisiana hace bastante tiempo atrás, mientras ellas caminaban por la Isla. —Y comenzamos una relación que terminó cuando nos enteramos de mi matrimonio forzado, pero ella sigue amándome en secreto. —Soltó una carcajada al decir lo último.

— ¡Yo no te amo, Rosalinda! —Mintió la prima de Alex Russo, haciéndose la desentendida e intentando contener la risa. — ¡Ya no soy tu chica cebo! —Añadió, las AKs rieron al escuchar aquel apodo.

—Claro que me amas y por supuesto que sigues siendo mi chica cebo, que quieras ser mi novia es otra cosa. —Replicó la reina de Costa Luna, vio como Carter se sonrojó y las risas de las tres chicas que la acompañaban aumentaron, pero solo una de ellas se percató de dos personas que corrieron hasta quedar frente a las chicas.

—Ho-Hola... —Las interrumpió Carlos, nervioso, la pequeña hada sacó un cuchillo de su chaqueta y lo acercó al cuello del menor de los VKs; quien levantó las manos en señal de rendición. — ¡...No me hagas daño, soy muy joven para ser herido! —Suplicó aterrado, Rosie se cruzó de brazos y la expresión de la descendiente del mayor Mason se transformó en una seria, Lonnie apretó los puños.

—Jane, te recomiendo que bajes eso o me lo entregues. —Masculló la castaña, seria, la chica de ojos azules gruñó y se guardó el cuchillo nuevamente; mirándolos con desconfianza. Sin embargo, la chica de Costa Luna los observaba con pena, porque esos dos ya no eran los amantes de sexo desenfrenado que había conocido; eran dos pobres traidores cuyo aspecto era horrible. — ¿Qué mierda les pasó a ustedes dos? —Dudó.

—Eso no importa, chicas. Murmuró el hijo de Jafar, quien observó a su novio, que estaba demasiado asustado. —Necesitamos su ayuda. —Suplicó.

La prima de Alex Russo los miraba con desconfianza, preguntándose en dónde demonios estaría Mal, pero alzó las cejas cuando escuchó las últimas palabras del joven ladrón.

—Vinimos porque necesitamos tu ayuda... —Prosiguió De Vil en voz baja, tomando del brazo a su novio para que lo protegiera. —Evie está muy mal y no quiere salir de su casa... Jay y yo sospechamos que su madre le ha pegado mucho...

—Sí, necesitamos tu ayuda, por favor... —Insistió el chico de cabello largo, dirigiéndose a la reina de Costa Luna.

—Ah, así que ¿Evie está mal? —Repitió la joven gobernante, quien hizo una mueca de disgusto. — ¿Y qué hay de lo mal que la pasé encerrada durante seis meses en una celda por su culpa? —Replicó, molesta, entonces el pecoso bajó la vista; pues ella tenía un buen punto.

—Tienes razón... No tenemos nada que pedirte después de todo lo que sufriste... —Concordó el menor, quien soltó un suspiró y tiró suavemente del brazo de su novio para marcharse, pues no quería oír nada más; pero Jay no se movió.

—Lo sabemos, pero no te volveremos a pedir nada más si nos ayudas esta vez. —Dijo el joven ladrón, quien gimió de dolor al darse cuenta de que su abdomen había comenzado a sangrar de nuevo.

—Rosie cálmate, no te estreses, por favor. —Habló Carter, tomando del brazo a su mejor amiga para impedir que hiciera algo incorrecto.

—No Car, no me voy a calmar porque después de todo el infierno que me hicieron pasar son ustedes los que merecen estar aquí, no nosotras. —Replicó la castaña, molesta.

—Ro, se equivocaron y lo saben, ya debe ser suficiente castigo estar aquí; no los tortures más... —Intervino la descendiente del hada madrina, entonces notó la mancha de sangre en el abdomen de Jay, le dio un codazo a su novia. —Lo... —Murmuró señalando el abdomen del villano.

— ¿Te lastimaron? —Preguntó la joven guerrera, dirigiéndose hacia el chico de cabello largo, ella observó su herida con una expresión horrorizada. —Rosie, no les hagas esto, tú no eres así. —Trató de hacerla entrar en razón, pues aún estaba enojada con los VKs, pero... las necesitaban.

  Carlos tragó saliva con dificultad, preparándose mentalmente para huir, creyendo que la reina de Costa Luna era capaz de hacerle daño.

—Sí, fue mi padre, pero... ya estoy acostumbrado. —Admitió el joven ladrón, quien se encogió de hombros y gimió de dolor. —Mierda, duele. —Masculló y se sostuvo del brazo de su novio.

—Así que fue Jafar... —Repitió Jane, algo asustada, pero a pesar de todo lo que había sufrido por culpa de ellos; quería hacer lo correcto. Se lo debía a su madre. —Pues no podemos dejarte aquí desangrándote, ¿verdad? —Añadió, mirando a su pareja, quien asintió con la cabeza; dándole la razón.

—Ro... ¿Dónde está la reina magnífica y perfecta que eres? —Preguntó la prima de Alex Russo, colocándose frente a su mejor amiga y frunciendo el ceño con tristeza al pensar en la posibilidad de que ella no cambiara de opinión. —No te dejes llevar por el rencor, si ellos vinieron a buscarte es porque Evie lo necesita...

—Car, esa reina murió cuando Evie... Cuando ella me vi... —Susurró la reina de Costa Luna, pero sus ojos se llenaron de lágrimas y ella los cerró, suspiró hondo para calmarse. No podía volver a hablar sobre eso, no en ese momento, no cuando estaban acompañadas. —Bien, iré a verla, pero ¿qué necesitan que le diga? —Accedió, solo porque aprovecharía la oportunidad para poder desahogarse con ella.

—Ro... No discutas con ella... Por favor... —Le advirtió su Consejera Real, quien la conocía perfectamente y sabía que podía hacer tal cosa en el castillo de Regina.

—Eso no importa, solo necesitamos que la saques de ahí... —Suplicó el pecoso, quien temblaba, pero sostuvo a su novio para acercarlo a las AKs y les dedicó una sonrisa sincera.

—Bien, lo haré, pero esto no me gusta nada. —Accedió Rosie, luego miró a su mejor amiga, nerviosa. —Car, no lo haré.

—Cariño... —Murmuró Jay, llamando a su novio al ver que sangraba demasiado, se soltó de su agarre para cubrirse la herida con ambas manos y se tambaleó levemente; pero el otro VK lo sostuvo por la cintura.

—Tenemos que llevarlo a mi casa antes de que empeore. —Sentenció la pequeña hada, preocupada. —Lo, ayúdalo, ¿vienes con nosotras; Car?

—Espérenme allá, debo hablar con Rosie y luego iré... —Dijo la morocha, tomando a la joven gobernante del brazo para apartarse de su camino.

—Vamos... —Dijo la hija de Mulán, pasando un brazo por sobre los hombros del moreno, le sonrió con timidez. —Ya casi llegamos...

—Espero que de verdad no estemos lejos... —Murmuró el descendiente de Jafar, mirando a la hermana de Shang.

—Gracias. —Habló Carlos en voz baja, dirigiéndose a Jane.

—De nada, De Vil. —Contestó la pequeña hada para luego darse la vuelta, comenzando a caminar hacia su hogar para guiarlos, entonces los demás la siguieron; dejando solas a las agentes del PPP.

—Nada de hacer escándalo, Rosalinda. —La amenazó la joven hechicera, señalándola con el dedo y mirándola seriamente. —Vas a salvar a Evie aunque ella no lo merezca... Procura que no te descubran porque no voy a ir a rescatarte... —Gruñó y arrugó la nariz, claro que la salvaría si tenía que hacerlo.

— ¿Me crees capaz de hacer escándalo? —Dudó la castaña, fingiendo inocencia, luego hizo una mueca. —Ugh, no tengo ganas de ser atrapada por Regina así que tendré cuidado, pero no me gusta la idea de estar cerca de su hija después de todo lo que me hizo, especialmente porque no sabes el infierno que me hizo vivir. —Bufó y se cruzó de brazos.

—Rosie... Sé que eres capaz de formarle una guerra a Evie sin importar en donde estén... —Aseguró Carter, seria. —Así que contrólate, por favor...

—Es que sí se lo merece... —Murmuró la descendiente de la ex reina Sophia, suspiró hondo para poder calmarse. —Bien, me controlaré pero lo haré por ti, ¿ok? Y nos veremos en la casa de Jane aunque tenga que sacarla del castillo arrastrándola del cabello. —Exclamó, logrando hacer que su mejor amiga soltara una pequeña risa.

—Está bien, Ro... —Habló su Consejera Real, sonriéndole. —Tráela...

—Lo haré, pero si no vuelvo en media hora ve a buscarme o lo lamentarás. —Le advirtió la castaña y se acomodó el cabello, nerviosa. —Deséame suerte, Car... —Pidió.

—La suerte es para los perdedores. —Replicó la chica de Luisiana, quien le dio un beso en la mejilla para darle seguridad. —Éxito. —Murmuró sonriéndole y se retiró por el mismo camino por el que habían venido.

—Si supieras todo lo que perdí... —Susurró la reina de Costa Luna, sin embargo comenzó a caminar hacia su nuevo destino, pues –otra vez– tenía que salvar a una princesa malvada.

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  Evie estaba recostada en la cama de su habitación en su hogar, perdida en sus pensamientos, y aprovechando la paz que ahora tenía ya que su madre se había ido a la peluquería de los Tremaine con Cruella. Normalmente, ella las habría acompañado solo para poder ver a Dizzy, pero ahora nada de eso tenía sentido.

Su hermanita menor ya no estaba en la Isla de los Perdidos.

  Y la descendiente de Regina sabía que eso era su culpa, por no haber tenido la valentía para sacarla de su miseria cuando tuvo la oportunidad, porque estaba demasiado asustada de la posibilidad de volver a ver a su madre si regresaba para buscar a la hija de Drizella.

Ahora que ella estaba en casa, su pequeña pelirroja estaba libre, en Auradon.

  Y Evie realmente estaría feliz por ella, porque realmente merecía ser libre, si las circunstancias fueran diferentes.

Pero Dizzy estaba del otro lado de la barrera, estaba en el reino con Audrey, estaba en peligro.

  Y la chica de cabello azul no podía dejar de culparse por eso.

Rosie le había dicho que liberaría a la Isla, pero ella había tenido que intervenir en sus planes. Había matado a Ben, la había secuestrado, había dejado que la oscuridad la consumiera y había arruinado su vida para siempre. Se merecía que Rosie la odiara, la entendía y también era justo que ella no quisiera volver a verla, era justo que sus caminos no volvieran a juntarse jamás.

  Su sed de venganza y su necesidad de no estar sola habían logrado alejarla de la única reina a la que había sido capaz de amar, Evie sabía que Rosie se merecía a alguien mejor, merecía estar lejos de una cruel villana como ella. Y, tal vez era demasiado tarde, pero finalmente estaba comenzando a aceptarlo.

—Evie... —Se oyó la voz de la castaña, quien había trepado hasta el balcón que se conectaba con su habitación y ahora golpeaba las enormes ventanas de vidrio que conectaban el balcón con el cuarto de la princesa malvada, quien ignoró esa llamada pues estaba ida de sí misma y no se atrevió a ponerse de pie por miedo a que su madre volviera mucho antes de lo previsto y las encontrara juntas en su propia casa. — ¡Evie! —Grito para llamar su atención.

—Ábreme que hace frío, no te atrevas a ignorarme, que yo ni siquiera deseaba venir aquí en primer lugar. —Bufó la reina de Costa Luna, quien volvió a golpear el vidrio. — ¡Evie! —Insistió, finalmente la villana levantó la vista, dirigiendola hacia las ventanas; en su mirada había temor.

—No... No quiero... —Murmuró la chica de cabello azul, asustada de tan solo pensar en que Regina podría regresar en cualquier momento. —No.

— ¡Evie, ábreme la maldita ventana y déjame entrar, porque no me iré de aquí hasta que lo hagas! —Demandó la chica del PPP, impaciente. —-Deberías valorar que estoy arriesgando mi vida al venir a buscarte solo porque Carlos y Jay están preocupados por ti, ¿sabes? —Masculló, indignada. La dueña de la habitación se incorporó de la cama, temblando, y se acercó a las puertas del balcón para abrirlas.

—No me pegues... —Suplico Evie, asustada. —Por favor, no... —Rogo.

—Por más que me encantaría hacerlo porque sin duda te lo mereces, no puedo. —Replicó la mejor amiga de Carter, quien se apresuró a entrar al cuarto, la VK retrocedió por impulso. — ¿Qué mierda te sucedió en la cara? —Dudó al ver lo herida que estaba.

—Mi ma-madre me golpeó c-con el espejo... —Tartamudeo en voz baja la princesa malvada, quien se abrazó a sí misma. Rosie suspiro hondo al escuchar aquello.

—Bueno, es por esa razón que tienes que venir conmigo. —Exclamó la reina de Costa Luna, sintiéndose algo incómoda. —Jay y Carlos están preocupados, ambos están heridos y ese ladronzuelo está desangrándose por ahí así que si te importan ellos, vámonos de aquí. —Dijo, intentando concentrarse en su objetivo. Evie frunció su ceño, pero no se movió de su lugar.

—No me iré... No quiero morir... —Se opuso la joven de la Isla, sabiendo que no se salvaría si su madre se daba cuenta de que se había ido de nuevo.

—Ah, perfecto, entonces arriesgué mi vida por nada. —Comentó Rosie, indignada. —Jay se va a morir si no te llevo con él, pero claramente no te importa. No te importa nadie que no seas ti misma, no te importé yo cuando me secuestraste, no te importan tus amigos... —Le recrimino mientras negaba con la cabeza, frustrada por su comportamiento.

Al oír aquello, la dueña del cuarto se llevó las manos a la cabeza y se dirigió hacia su cama, en donde tomó asiento para tratar de calmarse; ya estaba empezando a enloquecer de nuevo y no podía permitir que eso sucediera de nuevo, especialmente porque la chica a la que le había arruinado la vida estaba presente y porque estaban en la Isla.

—Ya detente... —Suplicó la VK, con los ojos llenos de lágrimas. —Me dañas más.

— ¿Y por qué debería parar, Evie? Tú no paraste cuando me pusiste las manos encima en esa celda, ni siquiera me permitiste rogarte que te detuvieras porque me hipnotizaste. —Le echó en cara la castaña, abrazándose a sí misma. — ¿¡Yo te daño más!? ¿¡Y qué hay de todo lo que me hiciste cada día que estaba encerrada!? ¿¡Qué hay de mi dolor!? —Le recriminó con los ojos llenos de lágrimas.

—Yo estaba fuera de mí... Nunca debí lastimarte... Nunca debí tocarte... ¡Me arrepiento y sé que soy un monstruo por lo que hice! —Habló la chica de cabello azul, llorando. — ¡Sé que no merezco ni una palabra tuya pero no puedo hacer nada! ¡No puedo revertir el tiempo! ¡No puedo volver al momento en que todo empezó! ¡No puedo regresar al día en que te conocí y negarme a salir de esta Isla! ¡No puedo evitar haberme enamorado de ti! —Gritó destrozada, para luego dejarse caer de espaldas en su cama, llorando desconsoladamente.

—Sé que estabas fuera de ti, lo supe desde la primera vez que comenzaste a hablar sola en mi celda... —Murmuró la agente del PPP, quien bajó la mirada. —Evie, lo único que no mereces es lo que tú madre te hace, y esa es la razón por la que nos conocimos... No es momento de que pensemos en lo que sucede entre nosotras, es momento de que te salve de Regina de nuevo, así que por favor levántate y sígueme.

— ¡Déjame! —Gritó Evie entre sollozos, clavó sus uñas en las sabanas. — ¡Que me mate! ¡Morir es lo que deseo! —Añadió sin dejar de llorar.

—Quise dejarte hace tiempo y eso fue lo peor que intenté hacer, Evie. —Murmuró la castaña, comenzó a acercarse lentamente hacia su cama, se sentó en el colchón, manteniendo cierta distancia con la VK. —Yo... yo no deseo que mueras, Evie, y tampoco tus amigos lo hacen; así que por favor... no hagas esto. —Pidió con temor.

—Déjame, Rosie. —Insistió la chica de cabello azul, sin siquiera moverse. —Déjame quebrarme de una vez por todas y vete... —Sollozó.

—No, no me iré de aquí sin ti. —Afirmó la gobernante de Costa Luna. —No te voy a dejar, sé que te asusta estar sola. —Prometió, al oír aquello la descendiente de Regina levantó la cabeza para mirar a la chica que había venido a buscarla, por impulso se lanzó a sus brazos; buscando consuelo.

— ¡Yo te amo! —Dijo la villana, dolida y arrepentida. — ¡Me odio por haberte hecho tanto daño! —Le habló llorando y aferrándose a ella porque la había necesitado todo ese tiempo, aunque sabía que no debía necesitarla, pero no podía evitarlo.

—E-Evie, t-tenemos que irnos... —Tartamudeó Rosie, sollozando con dificultad, asustada. Ni siquiera había sido consciente de cuándo había comenzado a llorar. La dueña del cuarto se aferró a ella con fuerza, pero luego se apartó lentamente, secándose las lágrimas. La castaña suspiro hondo y se abrazó a sí misma para luego incorporarse de la cama.

—Sí. —Dijo la VK, alejándose lentamente y evitando el contacto visual. —Será mejor que me largue de aquí. —Masculló, levantandose de la cama y tomando uno de los trozos rotos del espejo que se encontraba en el suelo, se inspeccionó el rostro y las marcas que tenía en el mismo; hizo una mueca para luego caminar hacia su cómoda, busco su maquillaje y se pintó los labios para guardar aquel labial y demás elementos en su bolso.

—S-sí, va... vámonos. —Murmuró la agente del PPP, caminando hacia el balcón para abrir la ventana cuando ella terminó de arreglarse. —Ve tú primero, yo iré detrás de ti. —Pidió y se mordió el labio inferior, nerviosa. La dueña del cuarto se dirigió hacia allí, pero se detuvo delante de ella, para mirarla con dolor.

—Te amo, nada va a cambiar eso, Rosie... —Exclamó Evie, luego relamió sus labios lentamente, tal vez debería haberse quedado callada. —Vamos... —Dicho esto, comenzó a descender por el balcón, la mejor amiga de Carter la siguió hasta que ambas estuvieron en la calle; la última metió las manos en los bolsillos de su chaqueta.

—Sígueme. —Murmuró la castaña, entonces comenzó a caminar hacia el hogar de Jane mientras estaba perdida en sus pensamientos, luego de unos minutos llegaron a su destino y ella golpeó la puerta varias veces. —Abran, soy yo. —Pidió, fue la descendiente del mayor Mason quien abrió la puerta.

— ¡Llegaste al fin! —Grito la morocha con alegría pero frunció su ceño al ver la expresión de su compañera. —Oye, ¿por qué tienes esta carita triste? —Inquirio, inmediatamente la rodeo con sus brazos para consolarla.

—Nada, Car. —Se limitó a contestar Rosie, separándose de ella rápidamente. —Si no les importa, necesito irme a mi cuarto, con permiso. —Dicho esto, ingresó a la casa y subió las escaleras velozmente.

— ¡Rosie! —Grito Carter al verla correr, se giró para ver a la VK. — ¿Qué le hiciste, zorra mal teñida?

—Nada. —Respondió la chica de cabello azul, seca, hasta que vio como Carlos apareció e inmediatamente corrió hacia ella.

— ¡E! —Grito el pecoso, lanzándose sobre ella y tumbandola al suelo, en donde la rodeo con sus brazos en un cálido abrazo; gesto que su mejor amiga correspondió con torpeza. —- ¡Viniste! ¡No puedo creerlo! —Exclamó, feliz, pero la chica del PPP decidió intervenir, apartando al menor de los VKs y tomando a la descendiente de Regina por el cuello de su chaqueta.

— ¡Esto es tu culpa Evie! —La acuso la morocha, sacudiendola. — ¡Tú la destruiste! ¡Acabaste con ella!

—Lo sé... —Concordo la princesa malvada. —Y es por eso que yo tengo que arreglarla... Ella no puede desmoronarse... —Dijo, al oír aquello la prima de Alex Russo la soltó, analizando sus palabras. La villana la apartó de su camino y comenzó a subir las escaleras.

— ¡No se te ocurra acercarte a mi mejor amiga, Evie! —Le advirtió Carter y quiso ir a detenerla, pero el pecoso la tomó de la cintura para impedirlo. — ¡Suéltame, De Vil!

—Déjala intentarlo... Es la única que puede hacer algo. —Murmuró el menor de los VKs en su oído, aunque tenía miedo de que la chica lo golpeara por eso cuando tuviera la oportunidad. —Si no confias en Evie, confía en Rosie. —Dijo en voz baja, tratando de calmarla, la joven hechicera solo bufo.

—15 minutos, luego voy a subir. —Accedió de mala gana la morocha, entonces el hijo de Cruella se atrevió a soltarla.

Mientras tanto, Evie llegó a la habitación de Rosie y golpeó la puerta levemente.

—Voy a entrar. —Comentó la chica de cabello azul, entonces giró la manija e ingresó a la habitación, localizando a Rosie sentada en una de las esquinas del cuarto. —No te haré daño, Rosie.

—No, no, no... —Murmuró la reina de Costa Luna, la VK elevó sus manos en símbolo de paz y avanzó hacia ella.

—No voy a hacerte nada... Tranquilízate... —Afirmó la princesa malvada, agachándose delante de ella y ladrando la cabeza. —Tienes que respirar. —Le indicó, la castaña comenzó a inhalar y exhalar varias veces hasta que finalmente se calmó y entonces se secó las lágrimas.

— ¿Qué haces aquí? D-deberías estar con Jay... Él te necesita más que yo, él necesita saber que estas bien. —Murmuró la agente del PPP, mirando hacia el suelo. —Ya me destrozaste, no creo que puedas hacerme nada peor, a menos que vengas para acabar conmigo.

—No Rosie... —Se opuso la descendiente de Regina, tomó asiento a su lado, nerviosa. —Sé que te hice daño... Y no tengo derecho ni de hablarte porque fui un monstruo contigo... Abusé de ti y nunca me lo voy a perdonar... Sé que lo que sientes es horrible y yo no tengo perdón. —Prosiguió entre sollozos.

—Soy una imbécil. —Exclamó la reina de Costa Luna. —Me haces daño pero aún así mi corazón me dice que aún hay algo bueno en ti, algo que hace que diga enamorada de ti a pesar de todo lo que me dañaste.

—Por favor... No su-sufras... No sufras porque no lo mereces. —Habló Evie, atreviéndose a mirarla a los ojos. —Te juro que nunca más me acercaré a ti, Rosie... Pero por favor ya no sufras por mi culpa... —Suplicó, cada palabra dolía, pero estaba siendo sincera.

—Evie, estamos encerradas en tu hogar, ¿cómo quieres que no sufra? Eso es imposible. Y si no merezco sufrir tanto, ¿por qué fuiste la primera persona que me traicionó, Evie? —Le recriminó la castaña, negando con la cabeza y mirándola con decepción. —A pesar de lo que pase entre nosotras, siempre voy a querer tu bienestar, Evie. Así que si no quieres estar cerca de mí, al menos aférrate a tus amigos, que te necesitan. Y quieren salir de aquí tanto como nosotras.

— ¡Yo te amo Rosie! —Admitió Evie antes de rodearla con sus brazos por impulso, sabía que era incorrecto pero la necesitaba. — ¡Nunca me perdonaré esto que te hago sentir! ¡No te merezco! —Añadió.

—Evie... Si Audrey no hubiese aparecido, ahora mismo tú estarías aquí y yo estaría en cualquier otra parte del mundo, con el corazón completamente roto. —Susurró la agente del PPP, quien tardó unos segundos en alejar los malos recuerdos de su mente para entonces corresponderle el abrazo. —Y a pesar de que todo lo que me hiciste duele, sé que estar lejos de ti sería todavía más insoportable y doloroso, así que... al menos ahora estamos juntas, rotas, pero juntas.

—Soy una estúpida que no supo valorar a la mujer perfecta en el momento indicado. —Exclamó la chica de cabello azul, quien se apartó de ella para darle su espacio y la miró a los ojos.

—Pues no voy a negar que eres una estúpida. —Le dio la razón la reina de Costa Luna, siendo honesta.

—Te amo, Rosie. —Dijo Evie de repente. —Los pedazos rotos de mi corazón son tuyos. —Confesó con lágrimas en sus ojos.

—Yo también te amo, a pesar de todo, creo que nunca seré capaz de dejar de amarte. —Admitió Rosie, luego suspiró hondo. —Sin embargo, si quieres que vuelva a confiar en ti, debemos ir despacio.

—Te amo, eres lo mejor que me ha pasado, haré todo por ti. —Habló la princesa malvada, le besó la mejilla y luego tomó sus manos, mirándola a los ojos. —Gracias Rosie... Gracias por escucharme aunque yo no tengo el derecho de hablarte... Gracias por ser perfecta... —Exclamó, agradecida con la chica.

—De nada, es mí deber como reina escuchar a todos. —Masculló la mejor amiga de Carter, entrelazando sus dedos, luego negó con la cabeza. —No soy perfecta, Evie, soy humana y he cometido muchos errores. He confiado en hombres y casi termino muerta de no ser por ti.

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