Capítulo 2: ❝Bienvenidos al PPP❞ [Parte 1]
Luego de un par de horas de viaje, el helicóptero aterrizó en una pequeña isla en el medio del mar, en donde los VKs junto a Carter y Rosie descendieron.
— ¿Nos sacaron de nuestra miseria solo para traernos a un lugar que es bastante más solitario que nuestro verdadero hogar? —Preguntó el ladrón del grupo, frunciendo su ceño. — ¿Por qué confiamos en ustedes?
—No te dejes engañar por las apariencias y camina. —Sugirió la chica que solía vender cebo, colocándose su mochila en su espalda. —Honestamente, yo me pregunto lo mismo. —Admitió, recibiendo una mirada desaprobatoria de su mejor amiga.
—No creo que quieran ir a Auradon estando en pijamas. —Masculló la gobernante de Costa Luna, avanzando hacia donde estaba la mayor parte de la vegetación. —Vengan, sé que todos querrán conocerlos. —Añadió, por lo tanto los demás la siguieron.
Resulta que las enormes hojas y árboles camuflaban una puerta gigante de metal que se abrió al detectar el movimiento en el terreno.
— ¿Dónde estamos? —Cuestionó Mal, extrañada.
—Ya lo verás. —Respondió Carter, ingresando hacia esa habitación, le hizo una seña con la cabeza para que los siguieran y los demás la obedecieron. La puerta de metal se cerró nuevamente.
— ¿A dónde nos trajeron? —Interrogó la princesa malvada, observando a su alrededor con desconfianza. — ¿Es algún tipo de prisión?
— ¡Esto es una trampa! —Gritó el pecoso, horrorizado.
Una pantalla que abarcaba una de las cuatro paredes se encendió, dejando ver a una mujer, quien frunció su ceño al ver tanta gente allí.
—No es una trampa ni tampoco es una prisión, es para protección. —Intervino ella, por lo tanto los VKs se giraron para quedar frente a quien acababa de hablar. —Princesa Evie Grimhilde Mills, ahora está bajo la custodia del Programa Internacional de Protección a Princesas, el PPP.
—Nunca lo escuché antes. —Murmuró la chica de cabello azul.
—Nadie sabe de nosotros hasta que nos necesitan. —Respondió la mujer, entonces miró a sus empleadas. —Buen trabajo, agentes, pero el general Mason necesita discutir un par de reglas sobre el protocolo de extracción con ustedes.
—Gracias, directora. —Dijeron las mejores amigas.
—Nivel tres. Seguridad. —Comentó una voz robótica dentro de aquel ascensor, la puerta se abrió.
—Estas metida en un gran problema. —Murmuró la chica que solía vencer cebo, dirigiéndose hacia la futura reina de Auradon.
—No es así. —La tranquilizó la última, quien miró a la única joven que había sido seleccionada por el Programa para ser rescatada y tomó sus manos. —Estarán a salvo aquí, si nos necesitan pueden pedir que nos llamen. —Dicho esto, ambas jóvenes se retiraron, la puerta se cerró nuevamente y el elevador continuó ascendiendo.
— ¿Cuánto tiempo me quedaré aquí? —Dudó Evie, jugando con sus manos, nerviosa.
—Hasta que esté lista para la cuarta fase. —Respondió la directora del PPP.
— ¿Cuarta fase? —Repitió la descendiente de Regina. — ¿Y cuál es la fase uno?
—La extracción, la fase que la trajo hasta aquí. —Contestó la mujer en la pantalla.
— ¿Y la segunda fase? —Cuestionó la chica de cabello morado.
—La transición. —Exclamó la directora, sonriendo con amabilidad.
— ¿Transición a qué? —Interrogó Carlos, rascando su nuca.
—La tercera fase. —Contestó la mujer, comenzando a cansarse tener que responder tantas preguntas. —Entren y les explicaré todo. —Pidió, entonces la puerta volvió a abrirse, mostrando un cuarto lleno de gente que caminaba de un lado a otro.
La mujer que habían visto en la pantalla se volteó para enfrentarlos, entonces los cuatro hijos de villanos abandonaron el ascensor para luego empezar a avanzar hacia ella.
—Bienvenida, Evie y gente de la Isla de los Perdidos, al centro operativo del Programa de Protección a Princesas, una agencia ultra secreta financiada por las familias reales del mundo. Nosotros les damos protección activa a 550 princesas que han sido amenazadas de una manera u otra. —Empezó a hablar la directora del PPP mientras caminaba por el lugar, los VKs la siguieron, deteniéndose junto a un tablero lleno de computadoras y gente que las monitoreaba. —Scarlett, ¿me permites? —Cuestionó, dirigiéndose hacia una chica pelirroja que lucía bastante concentrada en su trabajo.
—Por supuesto, directora. —Contestó la chica, presionando un botón y haciendo que una ventana se abriera en la pantalla, mostrando a una joven tan pálida como la nieve quien se encontraba sentada en un trono; oyendo como sus súbditos le rogaban por piedad a la reina de aquella tierra. —Ella es la princesa Winter. En enero pasado, las agentes Mason y Fiore la rescataron de un golpe de estado que fue planeado por su madrastra, la reina de la Luna. Tuvimos que llevarla a un lugar en donde nadie la encontraría.
Dicho esto, la imagen cambió, ahora la chica se encontraba en una casa en el bosque; siendo cuidada por siete guardias de baja estatura.
—Digamos que está un poco fuera de órbita. —Bromeó Scarlett antes de reírse, pero al ver que nadie había entendido su chiste, se calló.
—Pero de esa manera está segura. —Afirmó la mujer que dirigía el PPP. —Será mejor que demos un paseo. —Propuso antes de continuar guiándolos por la sede.
Mal, Jay, Evie y Carlos intercambiaron miradas antes de ir tras la directora.
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Por otro lado, en el nivel tres de aquel centro operativo, dos agentes estaban siendo severamente reprendidas por sus acciones irresponsables.
— ¿Pueden explicarme en qué estaban pensando cuando tomaron decisiones que no les corresponden a ustedes? —Pidió con seriedad el mayor Mason, quien ahora había sido ascendido luego de haberle ofrecido al Programa muchos años de esfuerzo y dedicación.
—Pensábamos en que... no debemos acudir a misiones a las tres de la mañana, papá, porque no somos conscientes de lo que hacemos. —Habló Carter, quien mantenía las manos detrás de su espalda y se atrevió a levantar la mirada para demostrar una seguridad que realmente no tenía.
— ¡Habla por ti, tú eres la que se durmió en el helicóptero! —Exclamó la futura heredera al trono de Auradon, observándola de reojo. —No le haga caso, mayor Mason, ella no sabe lo que dice. Yo hice lo que es mejor para mi pueblo, vi una oportunidad de darles una vida mejor y la aproveché.
—El problema, Rosalinda, es que no puedes hacer ese tipo de cosas aún. Como todavía no has contraído matrimonio con el príncipe Benjamín, tus malas decisiones pueden provocar una guerra civil si él se entera de que liberaste a esta gente sin su consentimiento. —Comentó el progenitor de la chica que solía vencer cebo en Luisiana, cruzándose de brazos. —Fuiste cómplice del escape de los cuatro descendientes de villanos más peligrosos.
—Y solo teníamos permiso para sacar a Evie, no a los demás. —Añadió su mejor amiga, haciendo una mueca. —No sabemos de lo que son capaces de hacer, ellos pueden poner el futuro de esta misión en peligro.
—Pero ellos dijeron que formaban parte de la realeza...—Susurró la descendiente de la ex reina Sophia, luego suspiró, no quería admitir en voz alta que se había dejado engañar por tres desconocidos. —..., y tengan títulos nobles o no, ellos no merecen ser condenados por los errores que cometieron sus padres; tampoco sabemos si quieren ser como ellos.
—Esos chicos les mintieron en sus propias caras, no podemos arriesgarnos a que nos expongan. —Intervino el mayor Mason. —Lo lamento, Rosie, pero ellos tendrán que volver a la Isla de los Perdidos.
— ¡No voy a permitirlo! —Se opuso la futura heredera al trono de Auradon, alzando su tono de voz. —Ellos pueden ser los peores, pero no se merecen regresar allí, nadie debe vivir en esas condiciones tan terribles. —Añadió, hablando un poco más bajo esta vez.
—En eso debo apoyarla, papá, yo misma vi a muchos niños durmiendo en las calles... y no podemos darles la espalda. —Exclamó Carter, segura. —Ro, tú dijiste que es un trabajo de princesas ayudar a otros.
—Así es. —Concordó la reina de Costa Luna. —Quiero marcar la diferencia y...
—... hacer algo más importante con tu vida. —Finalizó la joven que solía vender cebo, recordando las palabras que ella le había dicho hace tiempo, su mejor amiga asintió con la cabeza para darle la razón. —Hay algunas personas a las que podemos ayudar, y me refiero a ellos, pero si tratan de hacer algo indebido entonces habrá consecuencias.
—Chicas, ¿están seguras de lo que van a hacer? —Preguntó el padre de la chica cebo, alzando una ceja. —Aún tienen que descifrar cómo lograrán que esto funcione.
—No te preocupes por nosotras, te prometo que algo se nos ocurrirá. —Afirmó su hija, sonriendo victoriosa. —Estaremos bien.
—Yo logré pasar desapercibida en Luisiana, estoy segura de que ellos sabrán como mantener un perfil bajo. —Dijo Rosie, ideando una estrategia en su mente. —Y tengo el plan perfecto.
—Hagan lo que hagan, tengan mucho cuidado. —Suplicó el mayor Mason, observando a ambas jóvenes con orgullo pues sabía que eran capaces de lograr cualquier cosa cuando se lo proponían. —Tienen una misión que cumplir.
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Las puertas del ascensor se abrieron y las seis personas que se encontraban dentro de él salieron del mismo y se dirigieron hacia las escaleras mecánicas.
—Scarlett, el informe. —Pidió la directora del PPP.
—La princesa 383 fue extraída de manera exitosa, arribó a las 23:00 horas. —Habló la joven, leyendo la lista que sostenía en sus manos. —La princesa 299 continúa rechazando todo intento de transformación y la princesa 101 requiere nuestros servicios.
Los seis continuaron caminando hasta llegar a un cuarto en el que estaba lleno de chicas junto a diseñadores que les tomaban medidas y les enseñaban ropa.
— ¿Y qué hay de mí? ¿A dónde me enviarán? —Cuestionó la princesa malvada, mirando todo con fascinación.
—A ningún lado aún. —Respondió con seriedad la mujer que dirigía la sede, generando que los VKs tuvieran un mal presentimiento. —Falta la tercera fase, transformación.
—Primero, comenzaremos con el cabello y el vestuario, hasta que ya nadie te reconozca ni pueda relacionarte con tu verdadera familia. —Mencionó Scarlett, mirándola de arriba hacia abajo, entonces observó a sus mejores amigos. —Y de ustedes también nos encargaremos, no se preocupen.
[...]
Media hora más tarde, Mal, Carlos, Evie y Jay se encontraban sentados en la sección de peluquería de la sede; ya que afortunadamente les habían permitido cambiarse de ropa y ponerse algo más cómodo: unas batas que les habían prestado.
La descendiente de Regina sintió una fuerte presión en su pecho al mirarse en el espejo y recordar que la única persona que la peinaba en la Isla era una pequeña pelirroja, a quien consideraba como su hermanita menor.
La extrañaba demasiado, y ni siquiera había pensado en ella cuando le propusieron irse.
— ¡Alto! ¡Aleja esas tijeras de mí o te las voy a clavar en el ojo! —Chilló la ojiverde, dirigiéndose al peluquero que estaba a punto de cortarle el cabello. — ¡No confío en ustedes, ni siquiera los conozco! ¡Quiero hablar con las chicas que nos trajeron aquí, como sea que se llamen!
—M, tranquilízate, honestamente no creo que estas personas quieran dañarnos. —Murmuró su mejor amiga, tomando su mano. —Solo quieren cambiar nuestros looks para que nadie nos relacione con nuestros padres.
— ¿Y quién haría tal cosa, E? —Cuestionó la descendiente de Maléfica, mirándola con una ceja alzada. —Ni siquiera sabemos a dónde iremos.
—No exageres, es solo un corte de cabello... que te vendrá muy bien porque tienes las puntas bastante abiertas. —Añadió el pecoso del grupo, tomando un mechón de su cabello y haciendo una mueca.
—Además, en la Isla disfrutabas muchísimo de las tijeras, ¿o ya olvidaste todas las veces que nos contaste que después de acostarte con cualquiera; las echabas para que tu madre no las destruyera? —Prosiguió el hijo de Jafar, sonriéndole con picardía.
— ¡Cierra la maldita boca o te corto las...! —Le advirtió la líder de la pandilla, dándole un golpe en el hombro mientras que sus ojos comenzaban a brillar.
— ¡Mal! —La interrumpió la princesa malvada, presionando su mano para que no armara una escena, la chica se giró para observarla y sus ojos dejaron de brillar. Solamente ella podía calmarla cuando perdía el control. — ¿Podríamos tener una conversación privada con Carter y Rosie, por favor? —Suplicó Evie, dirigiéndose hacia la directora del PPP, quien miró a la chica pelirroja que rápidamente se dispuso a marcharse para buscar a sus compañeras de trabajo pero se detuvo al ver que las chicas acababan de entrar a la habitación.
— ¿Acaso nos llamaron? —Exclamó la gobernante de Costa Luna, entonces la directora del PPP, Scarlett y el peluquero se retiraron para darles algo de espacio.
—Incluso aparecen cuando las nombramos, ¡realmente son hadas madrinas! —Dijo el chico de cabello blanco y negro, asombrado.
— ¿Cuántas veces tengo que negar eso? —Lo interrogó la chica que solía vender cebo en Luisiana. —Como sea, ¿para qué nos necesitan?
—Cuando nos sacaron de la Isla, no nos advirtieron que tendríamos que cambiar nuestro estilo de vida, ¿¡cómo pueden ser tan crueles al mentirnos en nuestras propias caras!? —Se quejó Mal, indignada.
—Si quieren estar a salvo por el resto de sus vidas entonces tendrán que hacer lo que les pidamos, les guste o no. —Habló Rosie, cruzándose de brazos ante la osadía de la joven villana. —No deberías llamarnos así, sobre todo cuando descubrimos que nos mintieron y aún así decidimos confiar en ustedes, les vamos a dar una oportunidad de vivir en Auradon pero deben cooperar con nosotras.
—No teníamos permitido sacarlos a los cuatro, solo teníamos autorización para liberar a Evie, pero nos arriesgamos. Ahora estamos juntos en esto. —Prosiguió su mejor amiga, seria. —No podemos dejar que el futuro rey Ben sepa sobre el PPP ni sobre quienes son ustedes realmente, porque si eso sucede... probablemente nos desterraría.
— ¿Y si él nos quiere perjudicar de esa manera tan despiadada, no puedes hacerlo desaparecer con tu varita mágica? —Preguntó el menor de los VKs, mirando a la chica que acababa de hablar. —Quiero decir, ustedes nos sacaron con ella, debe servir para lastimar a la gente también. —Sugirió, encogiéndose de hombros.
— ¡Baja la voz! —Exigió la descendiente del mayor Mason, poniéndose alerta. —Nadie puede saber sobre eso.
—Eso quiere decir que hiciste algo prohibido...—Empezó la chica de cabello morado, inspeccionando a la chica con la mirada, luego se mordió el labio inferior. —...y a pesar de que me encanta eso, ¿qué te hace pensar que no hablaremos?
—Y te recomiendo no amenazarla, eso la pone... muy caliente, si sabes a lo que me refiero; preciosa. —Comentó Jay, logrando que la mencionada se sonrojara y le diera un golpe en el hombro. —Tal vez, si quieren que guardemos su secreto, podrían contarnos su plan.
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