Capítulo 19: ❝La única manera de salvarla❞ [Parte 1]
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En Auradon, Evie salió de la habitación que compartía con su mejor amiga y cerró la puerta con cautela, los muchachos la estaban esperando en el pasillo. Los tres llevaban ropa de cuero –la hija de Regina había hecho la suya mientras que Carlos había confeccionado su atuendo y el de su novio– y mochilas, aunque estaban muy nerviosos.
—Ya está, hechicé a Mal y ella no despertará por unas horas, así que vamos a la Isla de una vez. Tenemos que encontrar a Hades. —Murmuró la chica de cabello azul.
— ¿Estas segura de que la hechizaste, E? —La interrogó el joven ladrón. —Si despierta, estaremos jodidos.
— ¡No dudes de mi magia, sé lo que hago! —Afirmó su mejor amiga. — ¡Si quieres la encierro como a Rapunzel!
—Eso no será necesario, E. —Intervino el más pequeño del grupo, quien rascó su nuca, muy nervioso. —No hay que perder tiempo, cada minuto cuenta.
Los tres estaban tan inmersos en su conversación, que ni siquiera se dieron cuenta de que dos personas los estaban espiando a través de la ventana.
— ¿Oíste eso? ¡Van a volver a la Isla! —Murmuró Celia, mirando a su acompañante con una sonrisa. —Si quieren hablar con Hades, yo soy la única que los puede guiar porque soy la sirvienta del Dios del Inframundo, no pueden saber que no estoy, eso sería sospechoso. Tienes que llevarme a la Isla.
— ¿Irán a ver a Hades? Ese hombre es muy perverso, existen muchos rumores sobre él. —Habló la hija del hada madrina en voz baja, observando a la menor, muy horrorizada. —No sé si mandarte a la Isla sea buena idea. —Exclamó, insegura.
—Sé que hay rumores acerca de él pero Hades confía en mí y detesta a Mal con todo su ser, no hay peligro para mí. —Insistió la pequeña estafadora, segura. —Vamos, acepta. Es mi oportunidad de averiguar más sobre cómo hacerlos caer, ¿no quieres saber por qué hechizaron a Mal? Además es la oportunidad perfecta para que los piratas entren en acción. —Puntualizó, alzando una ceja.
—Está bien, pero promete que no te harán daño y que te vas a cuidar porque no quiero que la pases mal con esos degenerados. Y será mejor que averigües lo que le sucede a Mal, creo que a la jefa Carter le gustará tener información sobre ella. —Dijo la chica de ojos celestes, sacando la varita del bolsillo de su chaqueta, le sonrió. — ¿Te envío ahora a la Isla?
—Nadie me va a hacer daño, sé cuidarme sola. Sí, planeo averiguarlo, tal vez así ella me dé una recompensa por esto. —Exclamó la descendiente menor de Facilier. —Y sí, envíame a la Isla de nuevo, pero ¿me sacarás cuando le grite a una estrella que quiero salir de la Isla o como funciona esto de las hadas madrinas? —Cuestionó, ladeando la cabeza.
—Tú sólo pide el deseo desde el fondo de tu ser. Pídelo con mucho amor y paciencia, así te escucharé y vendrás aquí. —Contestó Jane, colocándose una mano en el corazón, sin dejar de sonreír. —Ahora, ¿estas lista? —La interrogó.
—Eso suena fácil... Y un poco estúpido y sentimental. —Masculló la niña, arrugando la nariz mientras observaba el objeto mágico de la novia de Lonnie. —Cariño, nací lista.
—Entonces lo haré. Cuídate mucho. —Dicho esto, la pequeña hada tocó a la VK con su varita mágica. —Noble corcel, fuerte y capaz, a la Isla de los Perdidos la llevarás y cuando escuches su honesto deseo, de aquella prisión la sacarás. —Conjuró el encantamiento y una nube de humo celeste rodeó a la menor, quien desapareció cuando el humo se disipó.
Espero que no pase nada malo, pensó Jane.
Mientras tanto, los VKs aún seguían discutiendo en medio del pasillo.
—Yo creo que si la encierras como a Rapunzel se hará dragón y nos matará a todos además de que destruirá el castillo. —Murmuró Jay, recibiendo inmediatamente un codazo por parte de su novio. — ¡Es la verdad, amor!
—Ugh, no quería admitirlo pero probablemente tengas razón, sin embargo ella está hechizada. No sabrá que nos fuimos. —Replicó la chica de cabello azul, cruzándose de brazos. —Estamos perdiendo el tiempo, Jay, tenemos que irnos. —Dijo, impaciente.
— ¡No seas pesimista! —Le recriminó el hijo de Cruella, proporcionándole otro codazo, pues honestamente se lo merecía. —Evie tiene razón, debemos apresurarnos así que deja de dudar y vámonos.
— ¡Como digan pero si Mal se despierta y hace desmadre, yo escaparé! —Masculló el descendiente de Jafar.
—No seas miedoso, Jay. —Se quejó Evie, quien hizo una seña con la cabeza para que salieran del palacio de una vez por todas. —Andando, cobarde. —Se burló ella.
—Es genial no ser el más asustadizo por una vez. —Opinó el pecoso, sin poder evitar soltar una risita, los tres continuaron caminando hasta que salieron del castillo y se colocaron los cascos para entonces subirse a las motos y comenzar a conducir hacia la frontera.
Una vez que llegaron a su destino, detuvieron las motos y observaron su hogar, a pocos metros de ellos.
—Jay, tienes el control remoto que abre y cierra la barrera, ¿no? —Dudó la hija de Regina, solo para asegurarse de que él no se lo había olvidado, pues dependían de eso para salir de la Isla de los Perdidos. Él asintió con la cabeza y lo sacó del bolsillo de su pantalón, mostrándoselo, luego volvió a guardarlo. —Noble corcel, fuerte y capaz, a nuestra casa nos llevarás. —Recitó el encantamiento.
—Vamos de una puta vez. —Masculló el joven ladrón, pisando el acelerador y conduciendo por el agua junto a los dos VKs, una vez que atravesaron la barrera él presionó el control para cerrar la misma y siguieron conduciendo por la Isla hasta que llegaron al viejo garaje; en donde estacionaron las motos. Él se bajó de la suya y se quitó el casco, sacudiendo su cabeza para acomodar su cabello, los otros dos lo imitaron. —Mientras más rápido nos movamos, más rápido saldremos.
—Más vale que esto sirva para ayudar a Mal. —Susurró la princesa malvada, sacando las cadenas de su mochila para colocarlas en las motos, evitando que las mismas fueran robadas por cualquier bandido. Cerró su mochila nuevamente y suspiró. —Vamos, tenemos que ir a buscar a Celia, ella es la única que conoce el camino hacia la guarida de Hades. —Dijo entonces.
—Bien, mantengámonos juntos. —Pidió el chico de cabello blanco y negro antes de meterse en el túnel que los llevaba hacia el lado sur de la Isla.
—Espero que sirva, porque ver a ese tipo me estresa, Evie. —Se quejó Jay, yendo tras su novio.
—Ya sé que te estresa, y a mí me asusta, pero no podemos demostrarle nuestros verdaderos sentimientos. —Dijo la villana, caminando con elegancia, mientras los nervios la invadían; así que hizo lo único que podría tranquilizarla—: Let me tell you something you can really trust, everybody's got a wicked side.
—Tiene que servir, es la única manera. —Exclamó Carlos, saliendo del túnel y comenzando a caminar por las calles oscuras.
—Si Mal no se recupera... Presiento que un día nos matará, chicos. —Admitió el joven ladrón del grupo, haciendo una mueca, se hizo a un lado para permitir que su mejor amiga se le adelantara porque no quería perderla de vista; cuando ella lo hizo él siguió sus pasos.
—Tiene que recuperarse, es fuerte. —Intervino la chica de cabello azul, intentando convencerse a sí misma de ello, pues no estaba segura de nada en ese preciso momento. Volver a casa significaba ser aquella VK insegura y rota en la que su madre la había convertido. —I know you think that you could never be like us, watch and learn so you can get it right. You need to drag your feet, you need to nod your head, you need to lean back, slip through the cracks, you need to not care. —Tarareó, asustada y algo paranoica, fijando su vista en unos niños que estaban robando a pocos metros de ellos.
—N-no, dijo que jamás nos dañaría. Lo prometió. —Masculló el pecoso, nervioso, dándose cuenta de lo que Evie observaba y suspiró hondo; la tomó de la barbilla delicadamente y la hizo mirarlo a los ojos. —Uh, you need to not stare. —Le recordó, pues pensar en quienes habían dejado atrás les dolía –y probablemente los metería en problemas si se distraían– y ya tenían suficientes problemas de los que encargarse.
— ¿¡Qué haremos si ella no se recupera!? —Preguntó el descendiente de Jafar, nervioso y eufórico por su imprevisto regreso a ese pedazo de tierra en medio del mar. — ¡Mal nos hará mierda! ¡Tiene que recuperarse sí o sí!
—Jay... —Evie soltó un suspiro, no sabía qué decir para consolarlo ni tranquilizarlo, así que hizo lo que mejor sabía hacer: cantar. —...You need a whole lotta help, you need to not be yourself. —Lo aconsejó, uniendo sus manos en señal de súplica.
Aquí no eran los tres valientes dueños de todo que aparentaban ser en Auradon, aquí eran los pobres VKs que debían fingir que no eran unos miserables niños que le temían a sus propios padres. Eran inseguros, miedosos y rotos, pero no podían demostrarlo en público.
—Ok, amor, mírame a los ojos. —Ordenó Carlos, deteniéndose y caminando hacia él para colocar ambas manos sobre sus hombros. —Respira hondo y repite después de mí: Mal va a recuperarse porque si no lo hace, va a perder todo lo que le importa. —Le dijo.
— ¡Mal no perderá nada! —Gritó su novio, logrando sobresaltar a los VKs, el primero sacudió la cabeza y se mordió el labio inferior con fuerza. —Ella volverá... Confío en ella... Pero... Ella se recuperará... Sigamos.
—Así se habla. —Exclamó el menor del grupo, quien por más que deseaba tomar la mano de su pareja para darle fuerza, no podía –porque si alguien los veía les daría una buena paliza–; por lo tanto se dio vuelta y continuó caminando por las calles oscuras que estaban casi vacías. —Es raro volver. —Murmuró, mirando a su alrededor.
—Claro que sí lo es, enano. —Le dio la razón Evie, observando a la izquierda y a la derecha con mucha desconfianza, luego miró hacia atrás para asegurarse de que nadie los estaba siguiendo. —No venimos aquí hace tanto tiempo. —Habló en voz baja, dándose cuenta de que ya estaban en la esquina del arcade.
—Aún así nadie se atreverá a meterse con nosotros. —Habló Jay, observó a su izquierda y notó que el hijo de Morgana –Kheaden Le Fay– estaba apoyado contra la pared, mirándolos con una sonrisa perversa. Le guiñó el ojo a la princesa malvada y quiso acercarse, pero el joven ladrón le gruñó alzando su puño para advertirle que ni siquiera se le ocurriera, luego los tres VKs que eran considerados traidores aceleraron el paso. —Pero esperemos no encontrarnos con Maléfica y compañía.
—Espero que no porque no puedo arrancar corazones aquí. —Susurró la chica de cabello azul, mirando a la derecha y dándose cuenta de que Ariana –la hija adoptiva del Dr F y Madre Gothel– estaba barriendo la entrada del arcade, a menos de un metro de ellos. La castaña la saludó con la mano y la hija de Regina se estremeció, aferrándose al brazo del pecoso. — ¡Ni siquiera los menciones! Ya casi llegamos, vamos antes de que llamemos más la atención. —Pidió, aterrada.
—E, tranquila, estamos contigo. No te sucederá nada. —Murmuró Carlos en voz baja, usando un tono tranquilizador. — ¡No quiero ver a mi madre, Jay!
— ¡Y yo no quiero ver a mi padre! —Le recriminó el chico del cabello largo, asustado de solo pensar en Jafar. —Vamos rápido de una vez antes de que nos encuentren. —Dijo, percatándose de la presencia de la castaña a menos de un metro de ellos, ¿acaso tenían tanta mala suerte que tendrían que lidiar con ella? Probablemente sí.
—Al menos él estaría orgulloso de ti por lo que hicimos. —Exclamó Evie, recordando que habían hurtado su báculo, los tres siguieron caminando hasta que llegaron a la entrada del arcade; intentando ignorar que sabían que Ariana los estaba observando. La castaña comenzó a caminar lentamente hacia ellos. —Uff, eso estuvo cerca. —Dijo, aliviada.
—Lo último que necesitamos es que nuestros padres sepan que estamos aquí. —Les recordó el menor de los VKs. — ¿Dónde está esa brujita perversa cuando la necesitamos? —Murmuró, arrugando la nariz.
—Detrás de ti, tarado. —Respondió Celia, sonriendo detrás de él, el pecoso gritó y saltó a los brazos de su pareja; temblando de miedo. Ariana soltó una carcajada perversa, esa es mi hermanita cruel, pensó la villana antes de oír que Freddie la llamaba a los gritos así que de mala gana se volteó y fue a buscar a su otra hermana. — ¿Para qué me necesitan? Y... ¿por qué volvieron?
— ¡Hey, loca! ¡No asustes a mi novio! —Gruñó Jay, sosteniendo al pecoso, a quien miró atentamente. —Amor, baja ya o no me voy a contener mucho. —Le aconsejó, mordiéndose el labio inferior.
—Normalmente te diría que no lo hicieras, pero... —Murmuró el hijo de Cruella, bajándose de sus brazos. —... tenemos una emergencia. —Sentenció, intentando recuperar la compostura.
—No me digas así, rata traidora. —Dijo la mejor amiga de Dizzy, caminando hacia su puesto de trabajo y siendo seguida por los VKs. — ¿Me van a contestar, trío de maleducados bastardos y estúpidos? —Inquirió. La chica de cabello azul miró a los muchachos, pues no sabía si contarle todo sería una buena idea.
—Anda Evie, cuéntale tú lo que sucede a la loca, porque si yo lo hago; posiblemente la mate. —Murmuró el joven ladrón del grupo.
— ¡Vuelve a llamarme así y te mato! —Le advirtió la pequeña VK, mirándolo con desprecio.
—Ok, yo lo haré. —Accedió la descendiente de Regina, haciendo una mueca, soltó un suspiro antes de comenzar a hablar. —Vinimos aquí porque algo muy extraño está sucediendo con Mal, creemos que una parte de Maléfica la poseyó o algo así, por eso necesitamos que nos lleves a ver a Hades.
— ¿A Hades? —Repitió Celia, confundida. — ¿Y qué demonios del más allá tiene que ver él con Mal? —Cuestionó, frunciendo su ceño.
—Eso no es de tu incumbencia, solo llévanos con él. —Exigió el pecoso, cruzándose de brazos, serio.
—Páguenme primero. —Exigió la menor, extendiendo su mano. Evie y Carlos observaron a Jay, expectantes.
— ¡Santo cetro de mi padre! —Protestó el hijo de Jafar, sacando su billetera del bolsillo de su chaqueta y entregándosela a esa ratita de mala gana. —Eso será suficiente, ¿no? Allí hay mucho más de todo lo que tienes en tu vida así que no pidas tanto y camina, pero ni se te ocurra pedir más detalles, loca. —Dijo, señalándole la salida con su brazo para indicarle que caminara.
—Siempre es un placer hacer negocios contigo, rata callejera. —Afirmó la menor, sonriendo satisfecha antes de guardarse la billetera dentro del bolsillo de su chaqueta, caminando hacia un perchero y tomando una llave maestra.
—Hey, hey, hey; sinvergüenza. —Le llamó la atención Freddie al ver lo que su hermanita menor estaba haciendo. —Mi turno terminó, pero ¿se puede saber a dónde vas con eso? —Le recriminó, alzando una ceja.
— ¿Qué clase de estafa usaras con estos tres infelices traidores? —Añadió Ariana en voz baja, apareciendo de repente detrás de la pequeña, logrando sobresaltarla; pero ella se acercó a su oído.
—Ninguna estafa... que ellos conozcan. —Murmuró Celia en su oído, con un tono pícaro y divertido. —Tengo amigos del otro lado. —Añadió antes de apartarse de la castaña, quien le sonrió.
—Ah, ¡esa es mi hermanita cruel! —Dijo la hija adoptiva del Dr F, revolviéndole el cabello a la menor, quien soltó una risita mientras que Freddie se les acercaba y las tres se apartaban más de los VKs para evitar que las escucharan; aunque los muchachos jugaban al billar mientras que Evie intentaba ver algo en la televisión.
—Estoy en una misión. —Explicó la mejor amiga de Dizzy, sosteniendo la llave maestra en su mano, mientras que sus hermanas la observaban con atención. —Y soy una parte importante, así que no puedo quedarme por aquí por mucho tiempo. —Dijo, colgándose la llave en el cuello, sonriendo victoriosa.
—Ya sabes lo que dice papá. —Le recordó Freddie, sonriendo con picardía. —Si no genera dinero, no tiene sentido. —Dicho esto, le guiñó el ojo.
—Y... asegúrate de que te den tu recompensa. —Añadió Ariana, la pequeña VK asintió con la cabeza. —Ten cuidado, no debes confiar en ellos, ya nos dieron la espalda una vez. No les debemos nada, de hecho, ellos nos deben a nosotros.
—Soy consciente de eso, no te preocupes Ari, porque no soy tan ingenua. —La tranquilizó la descendiente menor del Dr F.
—Claro que no lo eres. —Aseguró Freddie, Celia las abrazó y ellas le correspondieron, pero luego se apartaron.
—Oigan, trío de tarados. —Gritó Ariana, llamando la atención de Carlos, Evie y Jay; quienes la miraron con odio. —Si le hacen daño a mi hermana, los voy a meter a los tres en el Upside Down, imbéciles. —Les advirtió, señalándolos con el dedo, pero los tres alzaron los hombros y continuaron con lo que estaban haciendo antes de ser interrumpidos.
—Ari y yo nos vamos ya. —Dijo Freddie, mirando a su hermana menor, quien asintió con la cabeza. —Ah, y CeCe...
— ¡Asegúrate de que te den tu recompensa! —Repitieron Freddie y Ariana antes de entrelazar sus brazos y retirarse por la puerta trasera del arcade, así que la menor se acercó a los VKs.
—Me aseguraré de que me den mi recompensa. —Susurró la pequeña estafadora, deteniéndose frente a Jay, luego alzó una ceja. —Estuvieron lejos de casa por mucho tiempo... Así que me van a dar más detalles o no los voy a llevar con él y sus padres serán los primeros en enterarse que están aquí, al igual que el resto de la Isla. —Los amenazó, cruzándose de brazos.
Fue entonces cuando el joven ladrón levantó a Celia por el cabello y movió la cabeza, indicándole a Evie que lo ayudara.
—Escúchame bien, enana, sabes quien manda aquí ¿no? —Le preguntó el hijo de Jafar, ya harto, mientras la arrastraba bruscamente contra una pared y la acorralaba entre la misma y su cuerpo. —Mandamos nosotros. Ahora, o nos guías... O te mataré. —La amenazó, con un semblante perverso que le trajo muy malos recuerdos a la pequeña estafadora.
—No queríamos recurrir a la violencia... Pero veo que no nos dejas otra opción, chiquita estúpida. —Exclamó la princesa malvada, sacando una navaja del bolsillo de su chaqueta y entregándosela al chico de cabello largo. — ¿Vas a colaborar o te vas a desangrar? —Dudó, sonriéndole con malicia y acariciando su mejilla.
—Chicos, apresúrense con la extorsión que si el Hombre Sombra nos encuentra nos matará sin piedad. —Murmuró De Vil, quien ahora vigilaba el perímetro.
— ¡Suéltame o le diré a mi papi que te mate, bastardo! —Chilló Celia, asustada, tragó saliva con dificultad. — ¡No me hagan daño, los guiaré pero no me lastimen! —Suplicó, aterrada y nerviosa, pero Jay solo acercó la navaja a su cuello.
—Muy bien chiquita... Ahora dime por donde ir porque no te voy a soltar. —Exigió el joven ladrón, impaciente. —Estoy esperando.
—Puedo caminar sola, ¿sabes? —Gruñó la mejor amiga de Dizzy, mirándolo con desprecio.
—Jay, enséñale a no contradecirte. —Sugirió la hija de Regina, observando sus uñas, desinteresada.
— ¡No, no, no, no me lastimes! —Masculló la menor, aterrada. —Salimos de aquí, caminamos dos cuadras, nos metemos por un túnel y llegamos a la guarida. —Le indicó, asustada.
—Perfecto, ratita. —Exclamó Jay, en un rápido movimiento la colocó delante de él y sin dejar de amenazarla con la navaja en su cuello, comenzó a empujarla para caminar hacia la salida junto a los demás. —Espero que no sea ningún tipo de trampa o la pagarás, mocosa. Y de esta no te salvará ni Mal que te tenía aprecio, lo sabes, ¿no?
—Me estás lastimando. —Se quejó Celia, mientras avanzaba de mala gana debido al peligro que corría. —No es una trampa, ¿ya no confían en su propia gente? —Murmuró, haciendo pucheros.
—Eres VK, así que claramente no confiamos en ti. —Replicó la princesa malvada, mientras iba tras ellos.
— ¡Eso... Tiene mucho sentido! —Concordó la pequeña estafadora, quien soltó un suspiro al escuchar aquel comentario sobre la hija de Maléfica. — ¿Dónde está Mal, por cierto? ¿La dejaron en Auradon sola? Que pésimos amigos son.
— ¡Ya cállenla de una vez! —Alzó la voz el pecoso, caminando detrás de su mejor amiga.
—Deja a Mal, ella está... Ella está bien. —Dijo Jay, tragó saliva con dificultad y luego movió la cabeza para alejar sus pensamientos pesimistas. —Ella está bien. Ahora ya no digas nada más y sigue moviéndote. —Gruñó, acelerando el paso, sin soltar a la chica que ahora era su guía; quien se quedó callada durante el resto del camino hasta que finalmente llegaron a su destino.
Los cuatro se detuvieron cuando llegaron a la entrada de la guarida de Hades y Carlos intentó abrir las puertas, pero no pudo. Miró a su alrededor y vio un cartel que decía «cuidado con el perro», entonces se estremeció.
— ¿Y ahora qué hacemos? —Dudó él, observando a los demás.
— ¿Celia? —La llamó Evie, mirándola expectante.
—Está cerrado con llave, idiota. —Exclamó la pequeña VK, como si no fuera lo más obvio del mundo, luego miró a Jay de reojo. —Yo tengo la llave y soy la única que la puede abrir, así que ¿puedes soltarme? Porque van a seguir necesitándome.
—Muy bien. —Accedió el hijo de Jafar, sacando la navaja de su cuello y empujándola hacia delante, él se guardó la navaja en el bolsillo y miró a su alrededor hasta que oyó un fuerte ladrido. — ¿Qué serpientes malvadas es eso? —Cuestionó, frunciendo su ceño.
—E-es un p-perro g-grande de tres cabezas. —Informó Carlos, señalando el cartel que había a un lado de la entrada. —Mi mamá me decía que dejaría que ese perro me comiera si no le hacía caso. —Dijo, aterrado.
—Se llama Cerbero. —Exclamó la hija menor del Dr F, sacudiéndose la ropa y acercándose a la puerta, se quitó la llave maestra del cuello. —No entiendo como un miedoso como tú pudo escapar de la Isla y yo no. —Dijo antes de meter la llave maestra en la cerradura y hacerla girar dos veces, logrando abrirla. Entonces guardó el objeto en su pequeño bolso.
— ¿Qué tan enorme es ese perro? —Dudó la chica de cabello azul, asustada. La niña observó el cartel y sonrió con malicia, volteándose para ver a la villana.
—Ya lo verás. —Dijo la mejor amiga de Dizzy antes de abrir las puertas, haciendo que Carlos se golpeara con las mismas y los otros VKs retrocedieran unos pasos, la pequeña ingresó a la guarida. —Vengan en silencio y manténganse callados, aquí hay muchísimo eco. —Murmuró.
Jay rugió para asustar a su pareja.
— ¡No me comas, perro enorme, feo y peludo! —Chilló el chico de cabello blanco y negro, asustado, corrió a esconderse detrás de Evie; temblando. El hijo de Jafar comenzó a reírse a carcajadas de su reacción y fue entonces cuando el menor se dio cuenta de que era una maldita broma pesada. — ¡Eres el peor novio del mundo, te detesto! —Se quejó, indignado.
— ¡Jay! Vas a matarlo de miedo, pobrecito. —Lo regañó la hija de Regina, negando con la cabeza.
— ¡Eres un miedoso, amor! —Se burló el chico de cabello largo, entre risas, tomó a su pareja de la mano y se metió dentro de la mina; yendo tras la pequeña estafadora. Evie suspiró y dio una última mirada a la calle antes de seguirlos. —Cariño, verás como le pateo el culo al perro y te hago una almohada con él. —Presumió, mientras que el eco se oía en la cueva.
— ¡Les dije que se callen! —Gruñó Celia, quien continuó avanzando hasta que vio su bicicleta en la que normalmente conducía para ir a la guarida del Dios del Inframundo, pero esta vez eran demasiados para usarla; además prefería caminar. Unos largos minutos después, llegaron a su destino, en donde la persona que vivía en aquel sombrío y solitario lugar estaba parado en medio de la habitación, dándoles la espalda. —Hades, tienes visitas inesperadas. —Exclamó, sonriendo con malicia, haciéndose a un lado para permitirle ver a los VKs.
Evie colocó una mano en su cadera mientras que Carlos y Jay se quedaron quietos, algo sorprendidos y shockeados al estar frente al villano por primera vez, sin embargo ninguno de los tres fue capaz de romper el silencio.
Ay, por el amor a las estafas, pensó la hermana menor de Freddie; ahora implementan el gay silence.
—Agh, mocosa impertinente, ¿quién infiernos está molestando a un Dios? —Protestó Hades, moviendo su cuello para hacerlo sonar, luego se volteó para observar a los recién llegados y frunció su ceño; enojado. —Oh, no deberían haber venido aquí.
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