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Capítulo 18: ❝Estrategias & regresos❞ [Parte 3]

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  Mal caminó por el pasillo, silbando hasta que se detuvo frente a la puerta de la habitación que compartía con Evie, giró la manija de la puerta y entró al cuarto sin pedir permiso, encontrándose con su mejor amiga quien se estaba vistiendo.


We're wicked by the book and class is back in session! —Tarareó la descendiente de Regina, quien estaba colocándose su ropa de la Isla, estaba descalza y estaba acomodándose la blusa que acababa de ponerse.


—Parece que interrumpí los momentos de gala de la "gran reina Evie". —Exclamó la chica de cabello morado, captando la atención de la otra VK, quien se sobresaltó.


— ¡Por todos los espejos mágicos, M, casi me matas del susto! —Se quejó la joven diseñadora, indignada. —Uff, por cierto, ¿has visto mi chaqueta de la Isla? No la encuentro. —Cambió de tema, haciendo pucheros. La recién llegada la observó de arriba hacia abajo, con su ceño fruncido, antes de señalar hacia el gran armario de su mejor amiga.


—En el armario, no creo que haya mucho que sacar de allí pero debe estar ahí. —Dijo la ojiverde.


— ¿Y eso qué manzanas envenenadas significa? —Dudó la princesa malvada, arrugando la nariz mientras observaba el clóset de reojo. — ¿Puedes buscarla por mí? Es la roja, negra y azul. —Suplicó, volviendo a hacer pucheros, mientras se acercaba al espejo de cuerpo completo y se ataba el cabello en una cola de caballo para luego colocarse una bandana negra.


—Nada, Evie. —Replicó Mal, poniendo los ojos en blanco y mirando como ella se ataba el cabello, después caminó hacia el armario y se metió dentro del mismo para buscar aquella prenda; la cual no tardó en localizar pues su compañera de habitación era más organizada que ella. La tomó. —Este armario apesta a ti. ¿Es esta? —Gruñó, sacando la mano en la que tenía aquella chaqueta, se asomó solo para poder espiar a la chica de cabello azul un poco más.


—Antes te gustaba mi perfume. —Masculló la dueña de Evie's 4 Hearts, haciendo una mueca, dirigió su mirada hacia ella cuando sacó la mano y la cabeza del armario y sonrió victoriosa. — ¡Sí! ¡Es esa! Pero ahora, ¿debería ponerme pantalones debajo de la falda? ¿Qué opinas? Es que no quiero que ningún degenerado me toque aunque no estaré sola allá pero no estarás tú para cuidarme la espalda... —Comenzó a hablar rápido debido a los nervios que la carcomían, mientras que su mejor amiga salió del armario y caminó hacia ella, teniendo la chaqueta en su mano.


— ¿Degenerado que te meta la mano en la falda? —Repitió la hija de Maléfica, frunciendo el ceño, mientras la miraba de arriba hacia abajo y luego observaba sus ojos marrones. —Estás más loca que antes. Jay y Carlos no pueden ser más gays de lo que ya son. Quizás existe la posibilidad de que alguna degenerada te toquetee, pero no degenerado.


—Gracias, M. —Gruñó Evie, algo ofendida, tomó la chaqueta para entonces colocársela y quiso cerrarla pero el cierre no cooperaba; trató de subir y bajar el cierre de nuevo pero no pudo. —Eso no me tranquiliza, pero... ¡Ay, esta puta mierda no cierra! Ayúdame, M. —Pidió, moviendo las pestañas y acercándose más a ella, quedando a centímetros de su rostro.


 La susodicha exhaló un poco de aire lentamente y tomó el cierre con su mano derecha mientras que con la izquierda tomó a la joven princesa por la cintura, pegándola a ella.


—Deja de provocarme. —Susurró Mal, cerca de sus labios, para luego subirle el cierre lentamente; logrando cerrar la chaqueta.


—No puedo, los nervios no me dejan, o te provoco o enloquezco. —Dijo su mejor amiga, quien se relamió los labios lentamente, sintiéndose tan nerviosa que sus piernas temblaban; eso le recordó algo importante—: ¿Debería ponerme mis tacones azules favoritos? Es que sabes que mamá me va a matar si me la encuentro y no uso tacones aunque no quiero verla pero existe la posibilidad de que me la encuentre... —Cambió de tema, estando bastante nerviosa y preocupada.


  Y en ese momento, la ojiverde comprendió todo a la perfección, pero decidió hacerse la estúpida.


—Sí, deberías hacerlo. —Contestó la chica de cabello morado. —De hecho, iré por tus tacones como el fiel dragón que soy. —Añadió antes de darse la vuelta para meterse en el clóset de su compañera de habitación de nuevo.


— ¡Te amo! —Afirmó la descendiente de Regina, sintiéndose un poco más aliviada, se mordió el labio inferior cuando la vio girar enseñándole ese trasero que tanto le encantaba y cuando ella se metió en su gran armario, la chica de cabello azul se acercó a su cama en donde estaba su mochila y se sentó sobre el colchón para revisar que no olvidara nada importante.


 Mal tomó los tacones apenas los encontró y salió del armario, cerrando la puerta para luego caminar hacia la cama y pararse frente a Evie.


— ¿El dragón también tiene que ponerle los zapatitos a la princesita? —Dudó la primer VK, alzando una ceja, la otra cerró la mochila cuando la oyó y suspiró hondo; tratando de calmarse.


—Si quieres... —Respondió la joven diseñadora, su mejor amiga gruñó bajo como respuesta. —...O primero puedes calmarme porque no puedo irme tan... así como estoy en este preciso momento. —Prosiguió, señalándose a sí misma con una mano, luego se mordió el labio inferior con fuerza. La ojiverde, quien estaba fascinada con ella, no pudo negarse.


—Estira el pie. —Demandó Mal, su mejor amiga estiró el pie izquierdo mientras jugaba con sus muñecas, estando nerviosa. La hija de Maléfica tomó el tacón azul izquierdo y comenzó a colocárselo mientras observaba la pálida y atrayente piel de la otra VK, que tanto le encantaba.


— ¿Qué haría yo sin ti? —Murmuró Evie, quien tomó la mochila y la dejó al costado de la cama para entonces recostarse sobre el colchón, frustrada.


  La chica de cabello morado levantó la vista y observó por debajo de la falda de su mejor amiga, estando totalmente tentada por lo que veía.


—Nada. No eres princesa sin tu dragón. —Contestó la ojiverde, quien acarició lentamente las piernas de la villana, acercó sus labios al pie descalzo de Evie para entonces besarlo suavemente. Su mejor amiga separó un poco más las piernas inconscientemente al sentir sus caricias. — ¿Verdad?


—Verdad, M. —Afirmó la dueña de Evie's 4 Hearts, aún estando nerviosa. —Y tú perdonarías cualquier cosa que yo hiciera, ¿no es así? —Dudó, sintiéndose algo insegura, mientras que su compañera de cuarto besó suavemente su empeine mientras miraba entre sus piernas y luego le acarició ambas pantorrillas.


— ¿Perdonarte? ¿Cómo qué debería perdonar, Evie? —La interrogó Mal, quien continuó subiendo sus besos por su pierna hasta llegar a sus muslos.


—Eso no importa ahora. —Exclamó la chica de cabello azul, quien olvidó sus nervios por unos segundos y jadeó al sentir sus besos. —M... No te detengas. —Suplicó, desesperada.


—No lo voy a hacer... —Habló la ojiverde en voz baja, quien usó la punta de su lengua para lamer una de sus piernas hasta que llegó a su falda, la cual alzó para poder ver sus bragas azules. — ¿Por qué tiemblas tanto? —Preguntó antes de acercar sus dientes hacia los encajes azules, los cuales mordió para poder bajarlos.


—M... —Gimió la descendiente de Regina, excitada. La miró cuando escuchó aquella pregunta que la desconcertó. —Y-yo... N-no sé si es por... por los n-nervios o la e-exci... excitación... —Balbuceó, Mal la miró desde su posición y frunció su ceño antes de apoyar su mentón sobre el vientre de su mejor amiga.


—Ya dime qué rayos te pasa. —Exigió la Princesa del Inframundo. —Estás temblando de miedo cuando te toco, lo huelo en ti. —Insistió, mirando sus ojos con atención, la otra VK tragó saliva con dificultad y suspiró hondo.


—No tengo miedo de ti, yo solo tengo miedo de perderte cuando... —Murmuró la princesa malvada, pero negó con la cabeza. —...no puedo M, no puedo decírtelo. —Se opuso, bastante nerviosa.


—Evie, somos mejores amigas. —Le recordó la chica de cabello morado, acariciándole los muslos con sus manos, ya sabía la verdad pero quería escucharla salir de sus labios para saber si de verdad ella seguía siendo su mejor amiga; su hermana, su E. —Dime qué pasa.


—Sí lo somos pero temo que ya no lo seamos si te digo la verdad. —Susurró la hija de Regina y se cubrió el rostro con ambas manos, sintiéndose avergonzada. —Me odiaras y no quiero eso, así que... No me hagas decírtelo, por favor, M. —Pidió, entonces el semblante de la chica de cabello morado se transformó en uno serio y levantó las manos de los muslos de su mejor amiga.


—Es por esto que nunca pasamos de follar. —Dijo la ojiverde, fingiendo una sonrisa para luego levantarse de la cama. Evie se quitó las manos del rostro. —Uno cosecha lo que siembra, Evie. —Le recriminó antes de darse la vuelta para dirigirse hacia la salida.


— ¡M, espera! ¡Te lo diré! —Exclamó la chica de cabello azul, angustiada, se impulsó para sentarse en la cama y con un rápido movimiento de su brazo; logró cerrar la puerta con su magia para evitar que la otra joven se marchara. — ¡Vamos a ir a la Isla a buscar a Hades para que te salve! —Confesó y bajó la mirada, muy nerviosa y asustada por su reacción, la Princesa del Inframundo solo suspiró y se giró para observarla; pues ella ya lo sabía.


 Y entonces la joven diseñadora también comprendió que Mal ya lo sabía.


  La última se llevó una mano al rostro, suspiró hondo y se volteó nuevamente hacia la puerta, furiosa.


—Déjame salir de aquí, Evie. —Demandó la descendiente de Maléfica. —Estoy a nada de matarte. —Le advirtió, impaciente, intentando controlarse.


—No puedo hacer eso, M. No quiero que intentes impedirlo. —Replicó la princesa malvada, negando con la cabeza. —Lo siento, no quería mentirte, pero sabía que te enojarías... y no quiero que me odies por esto. No tenemos elección, M. —Se disculpó, apenada. Su mejor amiga se volteó y caminó hacia ella, y cuando estuvo lo suficientemente cerca, se le lanzó encima y sujetó sus brazos.


— ¿Te crees que soy lo suficientemente ingenua como para no darme cuenta de que te ibas a la Isla? —Le preguntó la ojiverde, observándola a los ojos, su compañera de habitación ni siquiera intentó defenderse porque sabía que se merecía esto. —Sólo quería que fueras sincera; pero viniste a contarme cuando te viste jodida Evie, en ti nunca habrá honestidad. —Le recriminó, decepcionada.


—No eres ingenua, M, yo solo... No quería decepcionarte. Odio mentirte, pero temía perderte, supongo que te perdí de todas maneras... —Susurró la hija de Regina, quien estaba avergonzada por su comportamiento. —La última vez que fui sincera contigo, te convertiste en un dragón, yo solo... no quería que nuestra relación empeorara. Pero lo arruiné. Y tienes razón, no sé cómo ser honesta, mamá jamás me lo enseñó. —Dijo, entonces Mal la soltó y tomó asiento sobre ella para entonces llevarse las manos hacia su rostro.


—Odio sentirme así. —Gruñó la Princesa del Inframundo. —Quiero matarte y me estoy controlando, no sabes la rabia que tengo acumulada ahora. —Continuó hablando y respiró hondo para intentar calmarse, pues no podía perder la poca paciencia que tenía.


—Yo puedo calmarte... —Se ofreció Evie, a pesar de que su compañera de habitación la estaba aplastando. —...pero no te va a gustar cómo. Pero antes quiero que sepas que detesto herirte, aunque sé que probablemente te importe una mierda lo que te diga ahora. —Dicho esto, hizo una mueca, odiándose a sí misma por todo el dolor que le había causado.


—Ven. Dame un beso. —Ordenó la chica de cabello morado. —Solucionemos esta mierda como lo hacíamos en la Isla. —Propuso.


—Lo haría, pero me estás aplastando y es difícil llegar a tu boca. —Murmuró la princesa malvada, luego bufó, pues todo le salía mal. Ella hacía todo mal. —Me gusta que solucionemos esta mierda como solíamos hacerlo en la Isla. —Confesó, entonces Mal se sentó en la cama y la tomó de las manos para hacer que ella se levantara.


— ¿Su majestad ya está en condiciones de besarme antes de que yo la mate? —Inquirió la ojiverde para luego apretar los dientes, sintiendo como la furia corría por sus venas, Evie hizo pucheros.


—Lo siento por ser tan complicada. —Se disculpó antes de sentarse sobre las piernas de Mal para unir sus labios de manera desesperada y también apasionada, mientras que la Princesa del Inframundo deslizó sus manos por debajo de la falda de Evie, acariciando la prenda que aún seguía en sus muslos y dejó de besarla.


—Ni siquiera te subiste las bragas. —Dijo Mal, observando los ojos marrones de la otra VK, que expresaban deseo y lujuria. La última soltó un jadeo al oír eso. —Eres una zorra, Evie. —Admitió y le apretó las nalgas para luego separar sus piernas.


—No pensé en eso, pensaba en ti. Y sí, soy una zorra por ti. —Murmuró la chica de cabello azul antes de volver a gemir.


—Me gusta escucharlo. —Gruñó la hija de Maléfica, le dio una nalgada para entonces hundir la nariz en el cuello de su mejor amiga para morder su pálida piel. Evie jadeó y echó su cabeza hacia atrás al sentir aquellas mordidas en su cuello. —Te vas a correr encima de mí hoy. —Comentó, le dio una nalgada más y deslizó su mano derecha entre sus piernas.


—Y a mí me gusta decírtelo. —Confesó la joven diseñadora, quien volvió a jadear al sentir la mano de su chica entre sus piernas. — ¡Mal! S-sí, lo haré. —Accedió entre gemidos.


— ¿Cuántos minutos me vas a durar así? —Dudó la chica de cabello morado antes de meter un dedo en su interior lentamente. — ¿Dos? —Sugirió antes de morderle el cuello, dejando más mordidas siguiendo el ritmo ligero con el que la penetraba.


—Los que quieras. —Exclamó Evie, sin dejar de gemir. —Mierda, M, así...


—Extrañé tu vagina... ¿Sabes? —Preguntó la Princesa del Inframundo, mientras la penetraba lentamente para luego hundir un segundo dedo en ella. —Siempre fuiste muy estrecha... ¿Me dejas ser la primera que te deje ancha? —Cuestionó entre gruñidos para entonces comenzar a mover sus dedos lentamente, penetrándola.


—Yo extrañé que me tocaras. —Murmuró la chica de cabello azul, quien volvió a gemir mucho más alto. —Sí, te dejo ser la primera... —Accedió entre jadeos, excitada, entonces Mal se mordió el labio inferior y la penetró con un tercer dedo, metiéndoselo hasta no dar más.


—Voy a hacer que cuando camines, sientas la follada que te daré ahora. —Gruñó la ojiverde y siguió penetrándola con un ritmo intenso, clavándole los dedos hasta el fondo mientras que la sujetaba de la cintura con su otra mano. —Eso te lo mereces por ser una zorra. —Susurró y presionó su cintura para que se sentara sobre sus dedos, abriéndole más las piernas.


— ¡M! —Jadeó la descendiente de Regina, excitada cuando le dio más fuerte con tres dedos, lo estaba disfrutando. —Sí, me lo merezco. —Chilló y se sentó sobre los dedos de su mejor amiga.


— ¿Te dije que te ves hermosa siendo una pasiva total para mí? —Masculló Mal, sonriendo perversa, le dio una nalgada fuerte al ritmo de sus penetraciones que la hizo jadear alto. La primera se acercó a su oído para seguir hablando—: Porque realmente sentir como te mojas de esta forma es... Único.


—No, pero me encanta saberlo. —Susurró Evie entre gemidos. —Me vuelves loca, no quiero que esto termine. —Admitió, jadeando sin parar, así que la hija de Maléfica la besó sin dejar de penetrarla.


—Tú me vuelves loca a mí... Siempre me gustaste mucho... —Confesó la ojiverde, metiéndole un cuarto dedo mientras le mordía el labio inferior con fuerza, debido a la excitación; pero luego se lo soltó rápidamente. —Te voy a abrir como nadie lo hará en toda tu vida... —Prometió y la sujetó con fuerza de la cintura mientras que con su otra mano seguía penetrándola de manera ruda, provocando que la joven diseñadora gimiera con fuerza.


—Lo sé, M, lo supe desde que nos conocimos... —Habló la chica de cabello azul en voz baja para luego soltar un pequeño grito por impulso. —Sí, hazlo M, no puedo esperar para correrme... —Jadeó ella, cerca de su oído.


—Siempre me traías babeando con esas falditas cortas... Y también están todas las calenturas que me provocabas con esos besos descarados que me dabas aprovechándote de lo estúpida que estaba detrás de ti... —Murmuró Mal en el oído de su chica, sin dejar de mover los dedos en su interior, luego le mordió el cuello con fuerza. —Maldita Evie Grimhilde Mills, me hiciste lesbiana. —Gruñó y la penetró aún más fuerte, tocándole las entrañas con sus dedos mientras aumentaba el ritmo de sus movimientos a una velocidad frenética. 


—Al menos esas faldas sirvieron de algo. —Gimió la hija de Regina, entre gemidos descontrolados que salían de su garganta. Se mordió el labio inferior con fuerza y echó la cabeza hacia atrás, disfrutando del placer que recorría su cuerpo. —Claro que te hice lesbiana. ¡Santa mierda, M! Ya casi llego... Susurró cuando sintió que sus piernas empezaron a temblar.


—Vamos, princesa. —La alentó la Princesa del Inframundo, mirando los ojos marrones de su compañera de habitación, mientras que tenía la respiración bastante agitada por lo que estaba haciendo con ella. —Córrete por tu dragón... Vamos... Anda, princesa, vamos, E... Murmuró, estando completamente excitada mientras la penetraba descontroladamente al verla en ese estado.


—Sí, sí, por mi dragón... —Susurró Evie, asintiendo con la cabeza. — ¡M! —Alzó la voz mientras llegaba al orgasmo, teniendo la respiración agitada y el cuerpo exhausto.


 La chica de cabello morado sacó sus dedos del interior de la otra VK y acarició sus muslos que aún temblaban, mientras que su pecho subía y bajaba a un ritmo acelerado.


— ¿Todo bien? —Dudó la descendiente de Maléfica, mirándola a los ojos, su mejor amiga suspiró.


—S-sí, s-solo... Necesito un momento para re... r-recuperarme. —Balbuceó la joven diseñadora, mientras aún temblaba, no sabía si aquello se debía al miedo que la invadía o a lo que acababa de hacer con su compañera de habitación. —M... Tengo miedo de ir a casa y no regresar. —Admitió, nerviosa, entonces la otra VK le acarició la mejilla.

—No tengas miedo. —Le aconsejó la ojiverde en voz baja para luego robarle un beso que fue correspondido, se apartó de sus labios apenas unos centímetros para poder continuar—: Todo estará bien... Ya verás...

—Lamento tanto haberte mentido... —Susurró la chica de cabello azul, estando avergonzada. —Si no vuelvo, no quiero irme sabiendo que me detestas. —Prosiguió, Mal le mordió los labios suavemente a modo de respuesta.

—Evie, no se por que infiernos sigues temblando. —Habló Mal en voz baja, su mejor amiga se encogió de hombros y la primera la rodeó con sus brazos, transmitiéndole confianza.

—Yo tampoco... —Murmuró la hija de Regina, quien no tardó en corresponderle el abrazo, no recordaba la última vez que se habían abrazado. —Te quiero, M. —Dijo en su oído.


—Deja de temerme... Ahora soy Mal... Tu Mal, E. —Insistió la Princesa del Inframundo, sin soltarla, le dejó un beso en el hombro. —Todo está bien... Te lo aseguro...


—Ya te dije que no tengo miedo de ti, M. —Replicó Evie, quien no deseaba soltarla jamás, pero sabía que tendría que marcharse. —Siempre serás mi Mal, y yo siempre seré tu Evie, M. —Afirmó.


—Sé que tienes miedo de lo que pase cuando y-yo... Cuando vuelva a ser la "Mal oscura"... —Susurró la ojiverde, luego depositó un beso más sobre el hombro de su chica. —Pero no olvides que en el fondo sigo siendo tu M, E...


—No tengo miedo porque sé que volverás a mí tarde o temprano. —Aseguró la chica de cabello azul, mirándola con atención, entonces se apartó de la seguridad que le brindaban sus brazos; pues debía irse. —Y es por eso que confío en que... Te quedarás aquí tranquila, pero les dije a los chicos que debías dormir... —Añadió e hizo una mueca.


—Está bien. Ponme a dormir... —Accedió la descendiente de Maléfica, sonriendo falsamente, mientras la miraba a los ojos.


—Lo siento, M. —Susurró la dueña de Evie's 4 Hearts, apenada. —Recuéstate, quiero que estés cómoda... —Propuso antes de acariciarle la mejilla lentamente, su compañera de cuarto le hizo caso y se dejó caer en la cama de Evie, abriendo los brazos y mirando a la otra VK.


—Cuídate en la Isla, y dame un beso antes de irte. —Habló Mal, entonces le guiñó el ojo.


—Lo haré, M, te adoro. Tú descansa, volveremos pronto. —Aseguró la joven diseñadora, quien gateó hasta llegar hacia ella y le proporcionó un beso en los labios antes de acariciar su mejilla lentamente. —Regresa, revierte, ahora dormirás pero tu sueño no será permanente... —Murmuró el encantamiento mientras continuaba acariciando su mejilla, luego acarició el puente de su nariz lentamente, al mismo tiempo en que pequeños rayos azules hacían contacto con la suave piel de la Princesa del Inframundo; quien bostezó y parpadeó varias veces antes de finalmente cerrar los ojos y quedarse dormida, respirando calmadamente.


—Te quiero, M. —Exclamó Evie, sintiéndose en paz al verla dormida, se subió las bragas y chasqueó sus dedos para ponerse pantalones debajo de la falda con magia; bajó de la cama y buscó el tacón que le faltaba para entonces colocárselo. Tomó su mochila del suelo y se la colocó, se acercó al espejo de cuerpo completo para verificar que su peinado seguía intacto, sonrió victoriosa al confirmar aquello. —Estoy tan fabulosa como siempre. —Dijo antes de dar una pequeña vuelta para apreciar su atuendo, le arrojó un beso a su reflejo y entonces abandonó la habitación, cerrando la puerta lentamente.


  Y entonces Mal abrió los ojos de repente, sus orbes verdes oscuros brillaban, ella sonrió con malicia.


—Es hora de que el dragón vaya de cacería.

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