Capítulo 16: ❝Curando heridas del corazón❞ [Parte 2]
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Carlos estaba sentado en la cama de su habitación, mirando la computadora, mientras temblaba y abrazaba sus piernas luego de haber visto aquella masacre.
— ¡El rostro de Chad cuando lo hiciste pagar por morder a Carlos fue muy épico! —Se oyó la voz de Evie desde el pasillo, quien ingresó al cuarto de los chicos junto a Jay, con quien había estado torturando a Chad y a Doug en los calabozos. — ¡Carlitos, no sabes el fantástico espectáculo que te perdiste! —Exclamó, teniendo una sonrisa que desapareció al verlo así.
El menor de los VKs apenas levantó la mirada cuando la escuchó y negó con la cabeza.
— ¿Está... M-muerto? —Balbuceó él con mucha dificultad. —No quiero más muerte, no lo soporto.
—No, Jay lo convirtió en pez y lo trajimos aquí en esta pecera. —Dijo la chica de cabello azul, caminando hacia la cama de su mejor amigo y depositando la pecera en la mesa de luz, estando confundida por el comportamiento del villano.
Jay parpadeó varias veces antes de correr hacia él, sentándose a su lado en la cama.
— ¡Amor! —Lo llamó el descendiente de Jafar, su novio lo miró con los ojos llenos de lágrimas. — ¿¡Quién te hizo algo!?
—M-Mal... —Susurró el pecoso, temiendo invocarla. —... los mató, cariño. —Finalizó, sin dejar de temblar.
— ¿A quién, pequeño? —Dudó la hija de Regina, sentándose a su otro lado, luego lo rodeó con sus brazos.
—Stefan... Y Leah. —Admitió el hijo de Cruella, entre sollozos, mientras continuaba mirando la pantalla de la computadora. Su compañero de habitación se percató de eso y puso la última grabación que habían captado las cámaras, pero no quiso reproducirla hasta escuchar las explicaciones de su pareja. —Fue mi culpa, chicos. Audrey estaba intentando comunicarse con sus abuelos, hoy pudo hacerlo así que yo le hice oír la conversación que tuvo con Leah... Su sangre está en mis manos, no lo soporto, esto tiene que parar. —Pidió, sintiéndose tan culpable como aterrado.
— ¿Qué serpientes malvadas hiciste ahora, Mal? —Cuestionó Jay antes de darle 'play' al video, que comenzó a reproducirse.
— ¡No quiero verlo de nuevo! —Dijo el chico de cabello blanco y negro, escondiendo su cabeza en el pecho de Evie, quien acarició su cabello para tranquilizarlo. —Ella nos hará daño a nosotros si lo vemos.
—No seas paranoico, De Vil. —Le advirtió la descendiente de Regina en voz baja, observando la pantalla con mucha atención. —Oh no, M. —Dijo al ver como dejaba de ser Audrey para transformarse en ella misma.
— ¡Por Alah! —Gritó el descendiente de Jafar cuando vio como su mejor amiga se transformó en un dragón y carbonizó a Stefan y a Leah de una vez por todas. —E-ella n-no es M-Mal, chicos, e-ella e-es Male-Maléfica. —Tartamudeó, nervioso y shockeado.
—Ay, por todas las manzanas envenenadas, esto no puede ser verdad. —Alzó la voz Evie al observar aquella secuencia. —No... No puede ser... Porque s-si es ella eso significa que vendrá por n-nosotros en cualquier momento. —Balbuceó, asustada y nerviosa.
—Y es-esto solo s-se pone m-muchísimo peor. —Les advirtió el pecoso, sin atreverse a mirar la pantalla. —Tengo miedo.
Cuando la grabación mostró como la chica de cabello morado escondió los cadáveres junto a la corona de Aurora en el cuarto de Audrey, Jay sudaba y Evie no tardaría en tener un ataque de nervios, ella abrazó con fuerza al menor de los VKs.
—Esto e-es horrible. —Habló el joven ladrón del grupo, cubriéndose la boca con la mano, para luego escuchar como la hija de Maléfica parecía estar bastante arrepentida; frunció su ceño, sintiendo lástima por ella. —Mal jamás debió... —Añadió, pero no se atrevió a terminar la frase, así que abrazó a su novio; quien le correspondió el gesto, nervioso.
—N-no de-debimos forzarla a con-convertirse en es-esto. —Se lamentó su mejor amiga, suspiró al darse cuenta de lo vulnerable que se veía la Princesa del Inframundo luego de haber cometido aquel acto tan despiadado y cruel. —Esa es nuestra Mal, e-ella nunca quiso hacer esto.
—Tienes razón E, pero... ¿qué hacemos? —Inquirió Carlos. —Ella jamás nos escuchará. —Dijo, haciendo una mueca.
—Y-Yo creo que Mal necesita ayuda, ella es nuestra mejor amiga y tenemos que salvarla. —Opinó el hijo de Jafar, quien cerró la computadora portátil y se la dio a su pareja, quien la guardó dentro del cajón de su mesa de luz.
—C-claro que ella n-necesita nuestra ayuda, pero ni siquiera sabemos que le sucede exactamente. —Masculló la princesa malvada, colocando un mechón de su cabello detrás de su oreja. — ¿Y a quién le preguntamos? A Maléfica no, claramente.
—N-no sé, t-tal vez tu espejo mágico tenga la respuesta que necesitamos, ¿tú qué crees; amor mío? —Preguntó el menor de los VKs, mirando expectante al chico de cabello largo.
—Yo creo que nos conviene preguntarle al espejo antes de que Mal llegue, deberíamos ir a buscarlo antes de que Mal regre... —Habló su pareja, quien fue interrumpido por un fuerte rugido que los tres reconocieron. —...regrese. —Finalizó, tragó saliva con dificultad. Evie levantó la mano, indicando que ninguno de los dos hiciera cualquier movimiento brusco.
—Te ordeno, demando, espejo mágico a mí mano. —Recitó el encantamiento la chica de cabello azul, unos rayos azules aparecieron en su mano y el objeto se materializó, así que ella lo acercó a su rostro para que la oyera claramente. —Espejito, espejito en mi poder, la razón por la que Mal actúa tan raro es lo que deseo conocer. —Exigió, luego colocó el artefacto sobre la cama, esperando para saber que sucedía.
Y entonces todas las lámparas que iluminaban la habitación explotaron, provocando que los tres gritaran, pero las lámparas fueron reemplazadas por luces verdes intensas y fuegos fatuos azules; el espejo tembló justo antes de que mostrara un holograma de la chica de cabello morado, cuya alma se veía cubierta –mayormente– por color verde, aunque había una parte que tenía un color azul.
—Mal, ya no te resistas... No puedes negar quien eres, Mal... Sabes que eres un monstruo, Mal... Cede ya, Mal... No puedes luchar contra mí... Voy a destrozarte desde adentro, Mal, hasta que ya no quede nada de ti... Vas a caer, Mal... —Se oyó la voz de Maléfica, proveniente del espejo, o mejor dicho; de la mente de la figura que proyectaba el artefacto mágico.
— ¿Qué dálmatas rabiosos está pasando, chicos? —Masculló De Vil, tomando el objeto para revisarlo más de cerca.
— ¿¡Qué mierdas es eso!? —Gritó el descendiente de Jafar, quitándole el artefacto a su novio. — ¿Qué serpientes endemoniadas significa esto? —Cuestionó, agitando el objeto.
—Esa maldita voz... ¿es de quien yo creo que es? —Susurró la chica de cabello azul, en ese momento la voz comenzó a repetir las mismas frases, en voz más alta. — ¡Jay! ¿¡Qué manzanas envenenadas hiciste!? —Le recriminó, creyendo que aquello era su culpa, se cubrió los oídos ya que no soportaba escuchar eso.
— ¡Apaga esa porquería de una vez por todas, por favor! —Suplicó el hijo de Cruella, imitando la acción de su mejor amiga.
— ¡Espejo del demonio, cállate ya, nos estás asustando! —Exigió Jay, pero el objeto no le hizo caso, logrando que los tres se desesperaran. — ¡He dicho que te calles! —Gritó, sacudiendo el espejo, pero no sucedió nada.
— ¡No insultes a mi precioso bebé, idiota! —Alzó la voz la hija de Regina, indignada, mientras veía como él seguía sacudiendo el artefacto mágico que le pertenecía. — ¡El espejo solo me obedece a mí así que yo seré la única que...!
Jay arrojó el objeto mágico contra la pared, usando toda su fuerza, y todo volvió a la normalidad. Las lámparas se repararon como si nada hubiera sucedido.
— ¿¡Qué hiciste, imbécil!? —Le gritó Evie, levantándose de la cama para ir a buscarlo, cuando lo tomó se dio cuenta de que el mismo estaba completamente roto. — ¡Yo te mato! ¡Eres ladrón muerto, bastardo inútil y estúpido! —Gruñó, queriendo abalanzarse sobre el joven, pero De Vil fue más rápido y se incorporó de la cama para tomarla de la cintura; impidiendo que la villana lo atacara.
— ¡E, no! ¡Buscaremos otra manera de castigar a Jay! —Intentó consolarla el menor del grupo, quien observó a su pareja, furioso. — ¡Te quedarás sin sexo por un mes por ser tan idiota e impulsivo!
— ¡Ustedes me dijeron que lo callara! ¡Yo lo hice! ¡No me culpen porque yo no tengo la culpa que esa mierda estuviera hablando como Maléfica! —Alzó la voz el hijo de Jafar, defendiéndose.
— ¡Asesinaste brutalmente a mi precioso y amado espejo, claro que tienes toda la maldita culpa! —Le recriminó Evie, indignada y dolida por lo que había pasado. — ¡No tenías derecho a hacer eso cuando escuchaste su voz, mi espejo tuvo que pagar las consecuencias de que seas un cobarde!
La manija de la puerta fue girada y la misma se abrió, entonces la ojiverde ingresó por la misma, tambaleándose. Lo único que pudo hacer fue cerrar la puerta y recostarse contra la misma.
— ¿Qué ruecas endemoniadas es este escándalo, trío de locos? —Preguntó la recién llegada, observando la escena mientras las gotas de sudor caían por su rostro.
— ¡M! ¡Ya volviste! —Dijo el chico de cabello blanco y negro, soltando a la princesa malvada para caminar hacia su otra mejor amiga. —No te ves muy bien, ¿quieres recostarte en mi cama?
—Este imbécil rompió mi adorado espejo mágico, es por eso que nosotros hacemos tanto escándalo. —Explicó Evie, señalando al joven ladrón para luego desaparecer los pedazos de vidrio del espejo al igual que aquel artefacto mágico con un gesto de su mano, se cruzó de brazos y luego miró a la hija de Maléfica. —M, por favor no me digas que tu ansiedad regresó. —Pidió al ver su estado.
— ¡Ya dije que no tengo la culpa que de ese espejo haya salido la voz de esa mujer endemoniada! —Protestó Jay, mirando a las dos chicas.
— ¡Eso sí que no es tu culpa pero no debías romperlo, se podía apagar, grandísimo idiota! —Alzó la voz la hija de Regina, frustrada.
—Cállense de una puta vez... —Dijo la Princesa del Inframundo en voz baja mientras todavía sudaba, cerró los ojos.
— ¡Y tú también estabas asustada, Evie Grimhilde Mills! ¡No lo niegues porque el único que no se cubrió las orejas fui yo! —Masculló el chico de cabello largo, cruzándose de brazos para luego dirigir su mirada hacia la ojiverde. — ¡No me callaré una puta mierda! —Gritó, apretando los dientes.
— ¡Cierra la maldita boca, Jay, o te convertiré en cen...! —Lo amenazó Mal, pero nuevamente fue interrumpida por una punzada en el pecho que la hizo golpearse contra la puerta, entonces abrió los ojos, cuyos orbes verdes oscuros brillaban de manera intimidante.
— ¡No niego que yo también me asusté pero esa voz era insoportable y mis oídos sensibles no la toleraban ni un minuto más! —Gritó la chica de cabello azul.
—Chicos... —Murmuró Carlos, intentando llamar la atención de los VKs al ver el comportamiento de la Princesa del Inframundo. Evie y Jay dirigieron sus miradas hacia su mejor amiga, la primera retrocedió al ver sus ojos oscuros.
— ¿M? —La llamó la princesa malvada, sin moverse de su lugar, pues tenía mucho miedo. — ¿Te vas a deshacer de nosotros?
—N-no le des ideas, E. —Pidió el pecoso, aterrado.
— ¡Mal! —Gritó el joven ladrón al verla.
—Los voy a incin... —Prosiguió la chica de cabello morado, sacudiendo la cabeza pues no quería hacerle daño a sus mejores amigos. —...No... —Se opuso, no tardó en oír la voz de su madre en su cabeza: «Sí lo harás, Bestia, lo merecen».
—Mal, no, por favor. —Suplicó Evie, asustada, pero se sorprendió cuando la escuchó oponerse. —M, tranquila, vuelve a nosotros. —La alentó.
—Oh no, yo no... No lo haré... yo no puedo incinerarlos... —Murmuró la villana, negando con la cabeza y cerrando los ojos de nuevo. —...No puedo... —Dijo, a pesar de que esa voz continuaba molestándola: «Sí puedes y si lo harás, deja de negarte, Bestia. No podrás impedirlo».
El descendiente de Jafar se acercó a ella por impulso, pues la necesidad de ayudarla era más fuerte que el miedo que sentía. Él siempre intentaría protegerla, incluso de sí misma.
— ¡Mal, mírame a los ojos! —Le pidió el chico de cabello largo.
—Yo... —Susurró Mal, abriendo los ojos, que ahora brillaban más intensamente que antes. —...yo voy a... Yo voy a incinerar. —Le dijo al joven ladrón, sonriendo de manera perversa.
—Amor, ten cuidado. —Le advirtió su pareja cuando lo vio caminar hacia ella, pues tenía miedo. —M, por favor resiste, si nos dañas jamás te lo perdonarás. Somos tu familia. Vuelve con nosotros. —Rogó, asustado.
—Te voy a inci... —Masculló la ojiverde, pero al sentir otra punzada en su pecho, soltó un grito de dolor y se apoyó en el VK. — ¡Golpéame, Jay!
—Mal, no. —Intervino la princesa malvada, sintiendo muchísimo miedo al verla intentando luchar contra sí misma, temía que se hiciera a sí misma involuntariamente o –peor aún– que le hiciera daño a su mejor amigo. — ¡Mal, no le pidas eso! —Dijo, dolida.
— ¡Pégame ya o no me voy a controlar! —Alzó la voz la ojiverde, muy desesperada, cerró los ojos con fuerza mientras intentaba contenerse; sacudiéndose. — ¡Hazlo, por favor, ya! ¡Tienes que golpearme para detenerme!
— ¡No, M! —Gruñó el hijo de Jafar, pero al verla sufrir tanto, no tuvo más opción que darle un puñetazo demasiado fuerte en el estómago; sacándole el aire y haciéndola caer de rodillas al suelo. —Mal, perdóname, por favor. —Rogó, con todo el dolor de su alma.
— ¡Jay! —Gritó Carlos al verlo golpearla, se acercó a él y lo hizo retroceder. —No tenías otra opción, amor.
— ¿M? ¿Estás bien? —Dudó la chica de cabello azul, acercándose a ella y agachándose a su lado hasta quedar a su altura. — ¿Mal? —La llamó, la susodicha tomó el brazo de su mejor amiga y no se atrevió a abrir los ojos, pero la reconoció por su perfume.
—E... A-Aléjate por fa-favor. —Gruñó la hija de Maléfica. —Tienes q-que hacerlo p-porque soy peligrosa.
—No, no me voy a alejar, la última vez que lo hice... perdí a mi verdadera mejor amiga y no voy a dejar que eso vuelva a suceder. —Se opuso la princesa malvada, negando con la cabeza. —Y, para serte sincera, eres mi peligro favorito.
—E, ya te dije que... —Insistió su mejor amiga, respirando de manera agitada, mientras comenzaba a sentir como el calor la invadía así que apartó su mano de ella y fue entonces cuando una llama de fuego verde apareció en su mano. Evie chilló y se subió a la cama, al igual que Jay, tratando desesperadamente de ponerse a salvo. —...incinerar, yo debo quemarlo todo y no dejar absolutamente nada... yo voy a incinerar... —Murmuró y apoyó las manos en el piso, intentando controlarse, pero comenzó a quemar la alfombra.
— ¿¡Qué dálmatas es esto!? —Dudó el pecoso, viendo como la alfombra empezaba a incendiarse.
—Por Alah, ¿qué serpientes perversas y malvadas está sucediendo ahora mismo? —Preguntó el hijo de Jafar, impávido, sacudió la cabeza y sacó la Vara de la Serpiente de su cinturón para entonces apuntar con el objeto hacia su mejor amiga. — ¡Hipnotiza ahora mismo! —Demandó, intentando hacerla ceder.
—Idiota... Soy inmune a eso, maldita rata callejera. —Exclamó Mal, elevando su mano en dirección a él con la intención de hacerlo cenizas, pero movió la cabeza y tocó la puerta que no tardó en arder por todo el fuego verde. —Te-Tengo que irme de a-aquí... D-debo irme ahora mismo... —Susurró, temblando, comenzando a inhalar y exhalar fuego por la boca.
— ¡No Mal, no puedes irte así! —Trató de hacerla entrar en razón Evie, aterrada cuando la vio soltar fuego por la boca. —M, por favor, encontraremos una manera de salvarte. Vamos a solucionar esto. M, vamos a ayudarte, ¿me oíste? Te lo debemos por todo lo que causamos.
—T-Tengo que ir-irme a-ahora o yo... O yo voy a... —Balbuceó la chica de cabello morado, la alfombra se encendió por completo pero la villana no sufrió ningún daño pues aquel fuego no podía herirla ya que ella misma lo había convocado. La hija de Regina dejó escapar un fuerte grito lleno de terror. —...O lo incineraré todo. —Se lamentó, levantando la vista, sus ojos apenas brillaron así que giró sobre sí misma y se cubrió en el fuego, desapareciendo al instante.
— ¡Mal! —Alzó la voz Evie al verla huir.
— ¡No, Mal! —Gritó el descendiente de Jafar, estirando su brazo para evitar que se marchara, pero las llamas verdes lo alcanzaron velozmente y comenzaron a quemar su extremidad. — ¡Mierda! ¡Esto no es fuego normal! —Chilló, adolorido.
— ¡Jay, no! —Le advirtió su novio, aunque lamentablemente ya era demasiado tarde. — ¡Mete el brazo aquí rápido! —Dijo, señalando la pecera que estaba sobre su mesa de luz. El villano corrió hacia ahí para obedecerlo, pero nada sucedió.
— ¡Tranquilícense los dos, yo sé que hacer! —Afirmó la chica de cabello azul, estirando sus brazos en dirección a la puerta. —Carne de res, espada oxidada de hierro, que todo este maldito fuego infernal se apague a la cuenta de tres. ¡A la cuenta de uno, a la cuenta de dos, a la cuenta de tres! —Recitó un encantamiento que logró apagar el fuego de la puerta.
— ¡No se apaga! —Dijo Jay, el menor de los VKs tomó la pecera y le tiró toda el agua encima de su brazo sin dudar ni un segundo más. — ¡Por Alah! ¿¡Qué mierda es este fuego!?
— ¡Cálmate estúpido, yo te voy a socorrer! —Exclamó Evie, dirigiendo sus brazos en dirección a la extremidad del joven ladrón. —Carne de res, espada oxidada de hierro, que todo este maldito fuego infernal que lastima tu brazo se apague a la cuenta de tres. ¡Uno, dos, tres! —Volvió a conjurar el hechizo.
— ¡Arde! —Gritó Jay, resistiendo el dolor hasta que el encantamiento le hizo efecto y apagó el fuego, sacudiendo el brazo para aliviar su dolor. — ¡Mierda! ¡Ese fuego es la peor cosa que existe! ¡Esos viejos debieron tener una muerte dolorosa!
— ¡Claro que arde, es fuego mágico malvado, imbécil! —Masculló la hija de Regina, como si fuera lo más obvio del mundo, saltó de la cama y empezó a caminar por todo el cuarto; colocando las manos en sus caderas.
—Estás bien, ya pasó cariño. -Dijo Carlos, abrazándolo. —No vuelvas a arriesgarte así, y deja de hablar de muertes que me dan ganas de vomitar.
—Esto fue demasiado lejos, tenemos que descubrir una manera de rescatar a Mal antes de que sea demasiado tarde. —Habló la chica de cabello azul.
— ¡Mal casi nos mata! —Chilló Jay, alterado. —Bueno, honestamente yo no sé si esa era Mal. —Exclamó, mirando a la VK.
— ¿¡No la viste!? —Dijo Evie, caminando hacia él, decidida. — ¡No se comportaba como ella! —Añadió, tomando asiento en la cama, frustrada.
— ¡Cálmense los dos! —Intervino el chico de cabello blanco y negro. —Ya se nos ocurrirá algo, porque somos malos...
—De corazón. —Respondió la princesa malvada.
—De quemadura. —Contestó el hijo de Jafar, observando su brazo.
Los tres eran conscientes de que debían salvarla, costara lo que costara.
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Mientras tanto, en Lady Tremaine's: Curl Up's & Dye, Dizzy estaba parada en una silla, colocando unas pelucas nuevas en uno de los estantes más altos; mientras escuchaba música a través de sus auriculares. Era consciente de que ya era hora de que los piratas llegaran para robarle, ya que siempre lo hacían a la misma hora, por lo tanto ya tenía listo el dinero que les daría esta vez.
Y justo en ese momento, el descendiente de James Hook ingresó al salón de belleza, observó a su alrededor hasta que localizó a la pequeña y se acercó sigilosamente a la silla en donde ella estaba subida, colocándole el garfio en el cuello. La pelirroja se tensó y se quitó los auriculares para colocárselos alrededor del cuello.
—Vaya, vaya, vaya; llegué yo. —Anunció el recién llegado, con una sonrisa victoriosa.
—Hola Harry, deberías dejar de asustarme así cada vez que nos vemos, y sé por qué viniste; así que ya lo tengo listo. —Dijo la hija de Drizella, quien se bajó de la silla y caminó hacia el mostrador para abrir la caja registradora, sacó el dinero y estuvo a punto de darle los billetes pero fue más rápida que él y apartó el dinero velozmente. — ¡No me mates todavía! Tengo una pregunta para ti y luego te daré el dinero. —Exclamó, el pirata la observaba expectante, con el ceño fruncido.
—Habla ya mocosa, pero guarda ese dinero ahora mismo. —Demandó el chico del abrigo rojo, mirando su garfio y luego desviando su vista hacia ella.
—Ok. —Mencionó la niña, extrañada, sin embargo guardó el dinero en la caja registradora de nuevo. — ¿Dónde está Gil? Creí que vendría contigo. ¡Ah, tengo una pregunta más! ¿Viste a Celia? Porque habíamos acordado que nos encontraríamos en el arcade ayer pero estaba cerrado... y ella nunca lo cierra de noche. —Lo interrogó, curiosa.
—Gil está con Uma. —Respondió Harry, con algo de tristeza. —Y Celia está con ellos. Hubo un pequeño incidente y tuve que llevarla al barco, pero no le hicimos nada malo, no te preocupes por ella.
— ¿Incidente? —Repitió Dizzy, llevándose la mano al pecho, asustada. — ¡Es mi mejor amiga, tengo que ir a verla! ¡Llévame al barco por favor! Y, si no viniste a robarme, ¿qué haces aquí? —Habló, uniendo sus manos en señal de suplica.
—Vine a comprarte la peluca verde que Gil tenía el otro día. Y no preguntes la razón por la que te la compro en lugar de hurtarla. —Dijo Harry, sacando varios billetes de su abrigo y entregándoselos, luego avanzó hacia el estante en donde estaba la peluca para tomarla. —Y bueno, te llevaré al barco en cambio de que me la vendas... Y te di el dinero por todo el que te he robado, así que muévete ya, que no tenemos todo el día.
— ¿En serio? —Exclamó la menor, muy sorprendida por la actitud del pirata, tomó el dinero y lo guardó en la caja registradora. — ¡Mamá, me voy a la mierda, no sé cuando vuelvo! —Gritó, aunque sabía que a su familia no le importaría si se iba por unas horas.
—Vamos ya, mocosa. —Dijo Harry, quitándose su sombrero de pirata y colocándoselo a la muchacha en su cabeza pelirroja, luego empezó a caminar hacia la salida de la peluquería. — ¡Ahora sí podrás entrar al barco de Uma!
—Creo que tengo que pensar en un nombre pirata. —Bromeó la pelirroja, saliendo del salón de belleza junto a él, entonces lo miró. — ¿Te parece bien si hacemos una carrera hasta tu barco? —Sugirió, divertida.
— ¡Perfecto, piratilla! —Dijo Harry, emocionado, se detuvo para colocarse en una mejor posición. — ¡1... 2... 3...! —Contó y los dos empezaron a correr hacia el muelle, aunque él le dio ventaja a la pequeña.
— ¡Te voy a ganar y me quedaré con tu sombrero pirata! —Le advirtió la descendiente de Drizella mientras corría por las calles de la Isla.
— ¡No me vas a vencer, chiquilla traviesa! —Replicó el pirata mientras corría y saltaba un barril, acercándose a ella muy rápido. — ¡Ya verás!
— ¡Lo dudo mucho, pirata! —Alzó la voz la pelirroja, mientras corría y esquivaba a la gente que se interponía en su camino. — ¡Te voy a ganar y también me quedaré con tu preciado garfio! —Bromeó.
— ¡Ah no, mocosa! ¡Con mi garfio nadie se mete! —Intervino el pirata, soltando una carcajada y corriendo hasta alcanzarla y subirla a sus hombros. — ¡A Harry Hook nadie, absolutamente nadie, le gana! —Dijo, divertido, corriendo para cruzar el túnel que los comunicaba con el muelle y el navío.
— ¡Hey! —Exclamó Dizzy, riendo cuando él la cargó sobre sus hombros, no dudó en aferrarse a él con fuerza cuando cruzaron el túnel para llegar al barco, Harry corrió por todo el muelle mientras la pelirroja observaba a su alrededor. —Creo que esto es lo más divertido que hice en toda la semana. —Confesó, feliz.
— ¡Espera hasta que pruebes las galletas de Gil! —Comentó el chico del garfio, se metió al barco y avanzó velozmente hacia el camarote de su mejor amiga, le dio una patada a la puerta y se agachó para que la niña no se golpeara con la puerta; entró a la habitación y logró captar la atención de los presentes. — ¡Llegué!
—Si lo dices así, deben ser muy buenas. —Admitió Dizzy, quien sonrió al ver a la hija de Úrsula, Gil y Celia comiendo galletas. — ¡Hey! —Dijo, feliz, Hook la dejó en el suelo.
— ¡Dizzy! —Exclamó la pequeña estafadora, dejando de leerle la fortuna al rubio, para acercarse a los recién llegados y abrazar a la descendiente de Drizella. —Te extrañé.
—Yo también, estaba preocupada por ti, ¿qué te sucedió? —Cuestionó la pelirroja, correspondiendo a su abrazo para luego separarse, mirándola con una ceja alzada.
—No quiero hablar de eso, ya no es importante, además no fue gran cosa. Solo es lo típico que sucede siempre aquí. —Respondió Celia, encogiéndose de hombros.
—Ok. —Dijo su mejor amiga, sin estar completamente convencida, le devolvió el sombrero a Harry quien lo tomó y se lo colocó.
—Al fin volviste, ¡Celia estaba leyendo mi fortuna! —Exclamó el hijo de Gastón, mirando a su compañero.
— ¿Qué dice tu fortuna? ¿Ella predijo que te pondrás la peluca que te compré? —Dudó Hook antes de arrojarse la peluca verde, sonriendo con picardía.
—No porque no la ten... —Replicó Gil, quien se quedó callado al verla y la atrapó velozmente. — ¡Te amo! ¡Eres el mejor! —Dicho esto, se incorporó de su asiento para besarlo, siendo correspondido por el pirata inmediatamente.
—Si Gil es Algagil, entonces Harry es Niñerry. —Bromeó la chica de cabello turquesa, soltando una carcajada, pues adoraba hacer bromas sobre su tripulación. — ¿Cierto, niñas? —Dijo entre risas mientras se comía una galleta. Harry la apuntó con el garfio, sin dejar de besar al rubio.
—Esa es muy buena. —Concordó la hija del Hombre Sombra, divertida.
—Estas galletas están muy buenas, pequeña Dizzy. —Cambió de tema la capitana del Lost Revenge, teniendo la boca llena y tomando el plato de su cama para extenderlo hacia ella, incitándola a comer. — ¿Quieres galletas? Aprovecha que Niñerry está ocupado. —Se volvió a burlar, justo cuando los piratas dejaron de besarse, Gil se colocó la peluca y se miró en el espejo.
— ¡Me queda fantástica! —Exclamó el descendiente de Gastón, feliz. Harry sonrió y lo abrazó por detrás.
La pelirroja tomó varias galletas y se metió una en la boca.
—Mh, esto está riquísimo. —Dijo con la boca llena.
— ¡Ven aquí, tengo que leer tu fortuna ya mismo! —Chilló Celia, guiándola hacia la cama de Uma, en donde tenía sus cartas. La dueña del camarote tomó asiento junto a ellas, divertida, pues adoraba esos momentos. —Elige una.
Podría acostumbrarme a esto, pensó la hija de Úrsula, tal vez solo necesito estar junto a las personas correctas para curar las heridas de mi corazón.
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