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Capítulo 15: ❝Maltratos❞ [Parte 1]

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 Mientras tanto, en la Isla de los Perdidos, había más rencor y decepción que antes.

  Todos los villanos habían visto como Mal, Jay, Evie y Carlos aparecieron en Auradon y no tardaron demasiado tiempo en apoderarse del reino. Al principio, festejaron, creyendo que por fin tendrían la libertad que necesitaban para llevar a cabo sus planes de venganza; pero con el transcurso del tiempo –y los miles de avisos estúpidos repletos de promesas falsas que la nueva autoproclamada reina Evie en los que la chica de cabello azul decía que liberaría a la Isla cuando localizaran a Jane, Lonnie y Audrey– los VKs que continuaban encerrados comenzaron a perder las esperanzas y a odiarlos por ser unos bastardos traidores.

 Si los core four le habían dado la espalda a su propia gente, entonces la Isla de los Perdidos no les debía nada.

  Maléfica, Hades, Regina; Jafar & Cruella estaban furiosos.

 Y toda la Isla estaba segura de que las almas de los descendientes de los cinco villanos más peligrosos nunca descansarían en paz luego de todo lo que iban a sufrir esas cuatro ratas si algún día se atrevían a poner un pie de regreso en su hogar.

  Aún así, el resto de los VKs continuaron con sus vidas, pues debían sobrevivir.

 A plena luz del día, Dizzy Tremaine aprovechaba su tiempo libre –ya que la peluquería estaba cerrada– para realizar su actividad favorita: sentarse en su mesa de trabajo para hacer accesorios que, tal vez –si Evie recordaba su existencia– algún día muy lejano, podría vender en Auradon.

  Sus auriculares verdes con la música a todo volumen, además de su concentración para no quemarse con la pistola de pegamento que utilizaba, le impidieron darse cuenta de que dos piratas acababan de ingresar al salón de belleza que aún no estaba abierto al público.

 Los recién llegados no venían por un corte de cabello.

— ¡Vaya, vaya, vaya! —Exclamó Harry en voz alta, pasando por al lado de la descendiente de Drizella, quien lo ignoró al no escucharlo debido al volumen altísimo en el que oía una de sus canciones favoritas. — ¿Qué tenemos aquí? —Continuó hablando con su tono cínico, acercando su garfio al cuello de la pequeña, quien se paralizó al sentir el frío metal en su piel.

—Por todas las tinturas. —Murmuró la niña pelirroja, quitándose los auriculares y dejándolos en su mesa de trabajo, al igual que la pistola de pegamento; entonces miró de reojo al chico que la estaba amenazando por detrás. — ¡No me asustes así! —Chilló, asustada.

  Mientras tanto, el hijo de Gastón caminó por todo el lugar hasta que llegó a una de las estanterías y tomó una peluca, se la colocó y caminó hacia el espejo más cercano que tenía para admirar como se vería si tuviera el cabello verde; comenzó a hacer varias poses, ignorando las acciones de su acompañante.

— ¡Deja eso antes de que la despeines o la destruyas! —Exclamó Dizzy al darse cuenta de lo que hacía Gil, entonces observó nuevamente al chico del abrigo rojo y se cruzó de brazos, molesta. — ¿Qué quieren ahora? —Los interrogó, pues mientras más pronto consiguieran lo que necesitaban, más pronto se irían.

— ¡Queremos dinero! ¡Ahora mismo, mocosa! —Ordenó Harry, acercando más el garfio a su cuello. —No querrás una paliza... ¿O si?

— ¡Ya te llevaste todo el dinero! —Dijo la pelirroja, sintiéndose más nerviosa cuando volvió a sentir el objeto sobre su piel. — ¡No me hagas daño, por favor! ¡Yo te daré otra cosa! —Intentó negociar.

— ¿¡Me puedo llevar esto!? —Sugirió el hijo de Gastón, tomando el diario de diseños de Evie, que la chica de cabello azul le había prestado hace mucho tiempo.

— ¡No! ¡Eso no es tuyo! —Se opuso la pequeña, desde su asiento.

— ¿Y eso cuándo me importó? —Replicó el rubio, alzando una ceja, abriendo el libro y comenzando a revisarlo vagamente. —Harry, esta mocosa debe estar mintiendo, creo que tienes que darle una buena lección. —Propuso, esbozando una sonrisa maliciosa.

— ¡Silencio, rata! —Le gritó el primer oficial, empujando a la pequeña de manera brusca, haciéndola caer al suelo inmediatamente. — ¡Dame más dinero o te golpearé y destrozaré este lugar para que tu abuela y tu madre te maten a golpes! —La amenazó, furioso.

— ¡No, no me golpees, te daré lo que me queda si Gil deja el diario de Evie donde lo encontró; yo tengo que devolvérselo a ella! —Puntualizó Dizzy, nerviosa.

—Pero si esa perra no va a volver jamás, ya olvídate de ella. —Se quejó el rubio, cerrando el libro y arrojándolo a donde estaba de mala gana.

 La niña se levantó del suelo, temblando del miedo, y caminó hacia la caja registradora para entonces abrirla y sacar el único dólar que había dentro del aparato.

—T-tengo m-más dinero en mi cuarto pero no pueden subir porque si mi familia los ve me matarán. —Murmuró la pelirroja, temiendo que eso no fuera suficiente para ellos.

— ¡Pero yo quiero ver a Anastasia y decirle que mi peluca es mejor que la suya! —Se quejó el rubio, quien miró a su compañero. — ¡Harry, dile que tenemos que subir también o la cortarás en pedacitos con tu espada!

— ¡Quiero más dinero! —Alzó la voz Hook, arrojando al suelo unas latas de pintura que se encontraban encima de una mesa. — ¡Sube ahora! ¡Ve con ella, Gil!

— ¡Hey, no hagas eso! —Protestó Dizzy al ver el desastre que estaba haciendo, bufó, frustrada pues era ella quien debería limpiar eso. — ¡Bien, subiremos! —Accedió a regañadientes.

—Si subo me vas a dar una recompensa en el barco. —Exigió el otro pirata, señalándolo con el dedo y guiñándole el ojo de forma cómplice.

—Ven por aquí. —Le indicó la pequeña pelirroja, dirigiéndose hacia las escaleras y subiéndolas, teniendo al pirata detrás de ella. Una vez que llegaron al segundo piso, se encontraron con Drizella y Anastasia en la sala de estar, quienes estaban discutiendo a los gritos como siempre lo hacían. — ¡Mamá! ¡Tía! ¡Ya paren de pelear, tenemos visitas! —Suplicó.

— ¡Ya te dije que es tu turno de bañar al gato, estúpida! —Le recriminó la adulta morocha a su hermana, sin prestarle atención a su descendiente.

— ¡No voy a bañar a nadie! —Alzó la voz Anastasia, indignada.—  ¡La que se tiene que duchar eres tú! ¡Así que aprovecha y báñate junto a Lucifer!

— ¿¡Cómo te atreves a insultarme así, descarada!? —Chilló Drizella, ofendida, no dudó en empujar a su odiosa pariente. — ¡Oh no, tú te vas a bañar y cuando lo hagas te voy a ahogar en el baño! —Le gritó.

— ¡Yo soy la hija preferida y tú no, mugre estúpida! —Alzó la voz Anastasia, tirando del cabello de su hermana.

—Ok, ignórenme como siempre, qué linda familia. —Dijo Dizzy, quien continuó caminando hasta su habitación con Gil detrás de ella, una vez que llegó a su cuarto se acercó a su cama y levantó la almohada para sacar el dinero que guardaba ahí, se dio vuelta y se retiró de su habitación para bajar nuevamente a la peluquería, en donde Hook los estaba esperando. Una vez que estuvo delante de él, le mostró todos los billetes y monedas que había estado guardando. — ¿Esto es suficiente para ustedes? —Dudó, insegura. El chico de abrigo rojo tomó el dinero y se lo guardó en el bolsillo de su chaqueta.

—Así me gusta, enana. —Comentó Harry, pasándole el garfio por el cabello antes de dirigirse hacia la salida, derribando todo lo que encontraba en su camino; sin tener ningún tipo de remordimiento por ser tan desordenado. — ¡Vámonos ya de este basurero, Gil! —Ordenó, viendo como el rubio caminaba hacia donde estaba su compañero, tirando todas las cosas que veía; por último se quitó la peluca y la arrojó al suelo antes de escupirla y pisarla con su pie.

—A mi abuela no le va a gustar esto y cuando le diga que fueron ustedes los que me robaron, los va a ir a buscar y les va a dar su merecido. —Les advirtió la niña, cruzándose de brazos y soltando un suspiro mientras los veía causando un desastre, caminó hacia el mostrador y se sentó allí, negando con la cabeza pues era consciente de que Lady Tremaine no le creería ni una sola palabra, sin embargo los piratas no sabían eso.

— ¡Que venga la vieja! ¡Me la desayuno viva! —Gritó Harry, arrojando las cosas que estaban encima del mostrador.

—Por cierto, limpia todo esto, Dizzycienta. O mejor no lo hagas, así tú familia se deshará de ti de una vez por todas. —Exclamó el hijo de Gastón, tomando un dibujo de Evie y Dizzy que se encontraba en el mostrador y rompiéndolo antes de arrojarlo al suelo.

  Los piratas chocaron los cinco y luego se retiraron, soltando carcajadas malvadas, la pelirroja hizo una mueca.

—Genial, más para barrer.

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 En Ursula's: Fish & Chips, una fuerte pelea se estaba llevando a cabo entre la temible bruja del mar y su descendiente.

— ¡Mira todo este lugar, es un maldito desastre! —Le recriminó la villana a Uma, cuando vio todo el suelo del restaurante repleto de alcohol y botellas rotas debido a las discusiones causadas por los clientes borrachos que frecuentaban el bar, que ahora estaba vacío. — ¡Ponte a limpiarlo ya mismo! —Ordenó antes de golpearla con uno de sus tentáculos, con el otro la sujetó con fuerza para luego arrojarla violentamente contra las mesas, ella cayó de espaldas contra esos muebles.

— ¡Y ni se te ocurra dejar que nadie entre hasta que esto esté completamente impecable! ¡Luego ve a buscar los suministros para que todos los clientes coman! —Demandó la bruja del mar, furiosa. — ¿¡Entendiste, mocosa ingrata!? —Dicho esto, volvió a tomarla con uno de sus tentáculos para acercarla a ella, le proporcionó una bofetada que le dejó su mano marcada y la tomó del cuello con ambas manos; la adolescente sujetó las manos de su madre y gruñó bajo, pues le costaba respirar.

  Uma ya estaba acostumbrada a todos los maltratos que recibía, sin embargo jamás se resistía, ya que solo empeoraría su situación.

—S-sí, entendí. —Balbuceó la capitana del Lost Revenge.

—Perfecto. —Dijo su progenitora, la soltó bruscamente y la menor jadeó en busca de aire, mientras que la adulta tomaba asiento en la mesa más cercana para observarla trabajar como la esclava que la obligaba a ser; Uma se arrastró hasta la cocina para buscar los elementos de limpieza que necesitaba y regresó gateando para comenzar a limpiar sin protestar ya que tenía muchísimo miedo de la mujer que una vez logró engañar a la estúpida de Ariel. —Empiezo a creer que tú no mereces tener mi hermoso y poderoso collar. —Añadió con cinismo y miró sus uñas.

 Su descendiente no emitió palabra alguna, continuó limpiando el suelo con un trapo.

—Y tampoco mereces el barco que tienes, ni tu tripulación. —Prosiguió la villana, mirándola y disfrutando de verla sufrir, pues adoraba hacer su vida miserable; creyendo que esa bastarda se lo merecía. — ¡Eres una bruja del mar, no necesitas de ellos, es hora de que empieces a actuar como tal! —Añadió, tomando un plato sucio lleno de restos de comida que había quedado encima de la mesa y arrojándoselo para herirla, pero afortunadamente la pirata logró esquivarlo y continuó limpiando rápidamente sin mirar a su madre. Al dejar el suelo limpio –tan limpio como podía estar algo en la Isla– se incorporó para caminar hacia las mesas y empezar a limpiarlas.

  Úrsula dirigió su vista hacia la televisión que estaba encendida, en donde pasaban el mismo anuncio de siempre en el que Evie decía que liberarían a la Isla cuando localizaran a las AKs que se habían escapado.

— ¿Cómo es que esa bruja con mal gusto pudo escaparse de aquí con las ratas de sus amigos y tú no? —Se quejó la dueña del restaurante. — ¡Es que tienes que ser más inteligente y más estratega, mocosa estúpida! Que deshonra llamarte mi hija, no puedo ni verte a la cara, por eso me iré. Pero cuando regrese, más te vale que hayas seguido mis órdenes. —Dicho esto, le arrojó un vaso que logró hacer que su brazo sangrara, la mujer se levantó de su asiento y se retiró hacia su habitación sin siquiera mirar atrás.

—Mierda. —Susurró Uma, viendo como la sangre corría por su brazo, dejó el trapo con el que limpiaba las mesas; frustrada y cansada. —Odio estar aquí... Lo odio demasiado... —Exclamó con los ojos llenos de lágrimas, se sentó en el suelo, sollozando.

 Estoy perdida y me está matando por dentro, pensó la chica de cabello turquesa, justo cuando sus dos piratas favoritos ingresaron al restaurante.

—Ah, este bar está completamente hecho mierda. —Habló Gil, frunciendo su ceño mientras inspeccionaba a su alrededor y dejaba su espada en la entrada como siempre hacía por costumbre, hasta que vio a la adolescente que lloraba en el suelo mientras sangraba. — ¡Uma! ¿Qué te pasó? —Dudó, corriendo hacia ella junto a su compañero, ambos estaban preocupados por ella.

— ¿¡Qué garfios le pasó a mi adorada capitana!? —Gritó el chico del abrigo rojo, cuando llegaron a su lado él observó su brazo lleno de sangre y se preocupó todavía más por la muchacha. — ¿¡Quién hizo esto!?

—No sucedió nada. —Contestó la hija de Úrsula, quien se mordió el labio inferior, estando muy adolorida. —No fue nadie, de verdad. —Mintió.

—Uma, no tienes que fingir con nosotros, somos tus mejores amigos. —Murmuró el rubio, agachándose para quedar a su altura, acarició su mejilla con dulzura y luego miró su brazo herido; percatándose de los pedazos de vidrio que había en su piel y alrededor de ella. —Estás perdiendo mucha sangre... Harry, cuidado en donde pisas, no quiero que te cortes un pie. Levántala y siéntala sobre la barra, ahí la curaré ahora mismo, está perdiendo mucha sangre muy rápido. —Indicó, así que el chico del abrigo rojo la cargó en sus brazos y la hizo sentarse encima de la barra.

—Tranquila Uma, somos tu tripulación, no dejaremos a nuestra capitana. —Afirmó Hook, mirando la herida en su brazo. — ¿Acaso fue tu madre? —Se atrevió a preguntar.

—No fue nadie. —Replicó la chica de cabello turquesa, secándose las lágrimas.

—Uma, no dejas que nadie te toque jamás, dinos quien fue. —Insistió el descendiente de Gastón, tomando una servilleta y abriendo una botella de ron para colocar un poco de alcohol sobre la misma. —Esto va a doler, pero no me golpees. —Le advirtió y comenzó a quitar con cuidado los trozos de vidrio que estaban incrustados en su brazo, lamentablemente eran demasiados y algunos estaban muy clavados en su piel, así que claramente la joven sentiría dolor; ella cerró los ojos con fuerza y apretó los dientes para aguantar el dolor.

—Dejen de interrogarme, no quiero hablar de eso. —Masculló la capitana del Lost Revenge.

— ¡Parece que tendré que poner a caminar a alguien por la tabla! —Alzó la voz el chico del abrigo rojo, desenvainando su espada y observando a su alrededor con desconfianza. — ¡Nadie le hace daño a mi capitana! —Prosiguió, furioso.

—Tarde o temprano lo sabremos, Uma, la Isla es demasiado pequeña y los rumores corren muy rápido por aquí. —Habló Gil en voz baja, mientras continuaba sacando los pedazos de vidrio de su brazo, miró de reojo a su compañero cuando lo oyó causar tanto escándalo con su arma. —Calla Hook, aquí no hay nadie más que nosotros, guarda eso porque sabes que a nuestra capitana no le gusta que las usemos aquí dentro. —Lo regañó, tomando la servilleta con ron para pasarla por el brazo de la chica, pues debía desinfectar su herida; el chico del garfio frunció su ceño y se le acercó peligrosamente.

—No me des órdenes, maldito loco, ¡nadie toca a mi Uma! —Se quejó el pirata, volviendo a mirar todo el lugar. — ¡Prepárese quien fue!

— ¡Cállense ya, piratas inútiles de cuarta! —Gritó la chica de cabello turquesa, quien luego hizo un gesto de dolor. —Llegan a joderme después de lo que me ha pasado... Los odio, malditos bacalaos imbéciles. —Refunfuñó, indignada, pero no lo decía en serio. Necesitaba desquitarse con alguien y ellos eran los únicos con los que podría hacerlo sin salir más herida.

— ¡Mientes, Uma! —Alzó la voz Harry, sonriéndole con timidez. —Sé que nos amas.

— ¡Ya dejen de gritar los dos que no puedo concentrarme y no quiero lastimarla más! —Gritó Gil, comenzando a perder la paciencia mientras pasaba nuevamente la servilleta por el brazo de Uma, miró al pirata de reojo cuando una idea brillante apareció en su mente. —Harry, quítate la camisa ahora mismo. —Pidió, serio.

— ¡Por todos los mares, Uma! ¡Cállate de una vez, molusco insoportable! —Gritó Úrsula desde su habitación, uno de sus tentáculos se dirigió hacia la barra, el hijo de Gastón se arrojó al suelo para evitar ser golpeado; pero la villana logró derribar a Harry para luego arrojar a su descendiente sobre una mesa, rompiendo la misma inmediatamente. — ¿¡Otra vez metiste al bastardo de Hook aquí para revolcarte con él como la zorra que eres!? —Se quejó, alterada.

— ¡Bruja descerebrada! ¡Te haré caminar por la plancha! —Alzó la voz el chico del abrigo rojo, levantándose del suelo y estando dispuesto a enfrentarla.

— ¡Harry, no! —Le gritó Gil, incorporándose justo en el momento en el que lo vio tan decidido a cometer una estupidez tan grande como la de enfrentarse a la bruja del mar.

—Vámonos de aquí ahora. —Pidió Uma, destrozada, logrando que su primer oficial se detuviera; perplejo al oírla tan rota. —No puedo estar aquí ni un segundo más, Harry, no te atrevas a hacerme suplicar porque te mataré. —Sollozó, intentando sonar amenazante.

  El chico de abrigo rojo se agachó para cargar a su capitana en sus brazos y movió su cabeza, señalándole la salida al otro pirata, quien comprendió su intención y corrió hacia la puerta para tomar su espada y abandonar el restaurante; siendo seguido por el primer oficial y la muchacha que cargaba en sus brazos.

—Vamos al barco, ahí estaremos a salvo. —Sugirió el rubio, quien se percató de las marcas de estrangulamiento en el cuello de la hija de Úrsula, pero decidió quedarse callado hasta que estuvieran lejos de aquel lugar.

—Al barco, entonces. —Accedió el chico de abrigo rojo, comenzando a caminar por la calle repleta de gente. —Esa bruja me las pagará muy caro, yo no soy Tritón así que no puedo meterle el tridente en el culo, pero puedo introducirle mi garfio. —Gruñó furioso, acelerando el paso, mientras que Uma sollozaba en sus brazos.

—Harry, cállate, no la estás haciendo sentir mejor. —Le recriminó el hijo de Gastón, caminando a su lado, viendo como la chica de cabello turquesa lloraba; apretó los puños pues lo destrozaba verla así ya que ella no se lo merecía. —Tranquila, estas a salvo, ya estas fuera de peligro.

— ¡Es la verdad! ¡Si esa se cree que puede tocar a mi Uma esta equivocada! ¡Nadie tiene derecho a tocar a mi capitana! ¡Nadie! —Gritó Hook, enojado, mientras caminaba. Uma se quedó callada.

— ¡Ya sé que es la verdad y sé que tienes ganas de regresar al restaurante a darle su merecido pero nuestra capitana nos necesita! ¡Uma es nuestra prioridad siempre! —Le recriminó el rubio, avanzando más rápido hacia su navío, ya que afortunadamente estaban cerca del muelle y no tardarían mucho en llegar.

— ¡Claro que Uma es la prioridad! ¡Pero esa bruja patética y desquiciada no se librara de mí! ¡No lo hará jamás! —Insistió el chico del abrigo rojo, entrando al túnel que los llevaba hacia el muelle. —Odio que te lastimen Uma, no lo mereces. —Dijo, mirándola con amor, ella pasó las manos alrededor de su cuello.

—Deja de decir tonterías o me harás llorar de nuevo y no te lo voy a perdonar. —Le advirtió la capitana del Lost Revenge.

—Hook, sabes que Úrsula te destrozaría con un solo tentáculo, no le des la ventaja de ser lo suficientemente idiota como para volver ahí. —Exclamó el descendiente de Gastón, intentando hacerlo entrar en razón, entró al túnel. —No la hagas llorar o te arrojaré a los tiburones hambrientos de bacalaos. —Quiso bromear.

—Gil, tú eres un tarado. —Se burló Uma, sonriendo de lado, estaba acompañada de dos locos y lo disfrutaba.

—Estoy de acuerdo, Gil es un tarado. —Concordó Harry, quien sonrió aliviado cuando llegaron al barco. — ¡Finalmente llegamos! ¡Ahora vamos al camarote de la capitana! —Ordenó, atrayendo la atención de los miembros de su tripulación.

—Eso lo sé pero así me adoran. —Alardeó el rubio antes de reírse a carcajadas cuando llegaron al barco. — ¡Abran paso, tripulación de curiosos, la capitana va a pasar! —Habló, empujando a sus colegas que se interponían en su camino hasta que llegaron a la habitación de Uma, el descendiente de Hook abrió la puerta de una patada. Gil entró y cerró la puerta detrás de él.

— ¡Hora de curar a nuestra hermosa capitana! —Aseguró él antes de recostarla delicadamente sobre su cama.

—Hook... ¿Tú crees que yo soy una niña pequeña? —Dudó la chica de cabello turquesa, haciendo una mueca para luego reírse.

— ¿Perdón? Yo la voy a curar, tú solo eres un espectador. —Lo corrigió el descendiente de Gastón, alzando una ceja y luego volviendo a ver el brazo de la muchacha que todavía estaba sangrando. —Harry, quítate la camisa.

—No te hagas el salvavidas, Gil, déjame ayudar. —Habló el chico del abrigo rojo, quitándose la camisa y entregándosela a su compañero, quien silbó al verlo así.

—Ahora que tengo una mejor vista, sí puedo trabajar. —Exclamó el rubio, mirándolo de arriba hacia abajo, luego se rió de su propia broma. — ¿Y qué más te duele? Debes estar más herida porque te caíste encima de una mesa, así que no te hagas la fuerte y cuéntamelo. —Añadió, dirigiéndose a su mejor amiga.

— ¡Con cuidado, Gil! ¡No te vayas a pasar de loco o te tiro a los tiburones ahorita mismo, pirata de cuarta! —Le dijo Uma, cerrando los ojos y dándole una mano a su primer oficial. —Me duele toda la espalda. —Hizo una mueca de dolor, notando que el hijo de Gastón observaba su cuello.

—Tranquila, sé lo que hago. Me voy a encargar de sanarte. —Habló el susodicho con un tono de voz tranquilo, dicho esto comenzó a vendar el brazo herido de la joven con la camisa de su compañero, la ató a su extremidad y luego miró atentamente al dueño de la prenda. —Hook, ¿puedes ir a buscar una botella de alcohol? La necesito para vendar sus heridas así que no te la bebas. —Dudó, aunque solo era una excusa para que él se marchara, pues debía tener una conversación privada con su capitana y no deseaba que el otro pirata se alterara.

—Vuelvo rápido. —Accedió el chico del garfio antes de retirarse.

—Deja de mirarme el cuello, es muy obvio que ya notaste que probablemente tengo marcas de estrangulamiento. —Habló la hija de Úrsula, bajando la mirada, sintiendo vergüenza.

—Sí, las tienes, pero afortunadamente Harry no se dio cuenta todavía. —Le dio la razón el rubio para luego suspirar. —Sé que fue ella quien te lastimó, Uma, no tienes que fingir que estás bien cuando estás rota. —Murmuró.

—No quiero hablar de mi madre ahora, Gil. —Replicó la capitana del Lost Revenge, soltó un suspiro. —Ella solo me hace daño.

—Entendido, no volveré a sacar el tema, lo lamento mucho. —Se disculpó el pirata, quien se apresuró a cambiar el tema de la conversación—: Necesito revisarte, ¿puedo ayudarte a desvestirte? —Dudó.

—Sí, hazlo. —Accedió la chica de cabello turquesa, respiró hondo y alzó los brazos para que él le quitara la blusa.

—Bien, te la quitaré despacio. —Le avisó él antes de sacarle la prenda lentamente para que no le doliera tanto, la dejó a un lado en la cama y la ayudó a recostarse boca abajo para poder revisar su espalda. —Tienes varios cortes pero algunos no son profundos, te duele por el impacto, se te pasará cuando desinfecte tus heridas; las vende y te ponga hielo. Pero no puedes hacer ningún tipo de esfuerzos, ¿ok? —Le explicó, la chica asintió con la cabeza.

—Sí, haz lo que debas hacer. —Dijo la descendiente de Úrsula, cerrando los ojos para no llorar de nuevo. —No haré esfuerzo físico en un buen tiempo. —Murmuró, el rubio tomó la servilleta con ron que se había guardado y empezó a desinfectar sus heridas con cuidado, provocando que ella gimiera de dolor; pero aún así Gil tomó unos pañuelos y los ató a su espalda como si fueran vendas para entonces colocarle la blusa nuevamente.

—Listo, pronto estarás mejor, debemos cambiarte las vendas cada cierto tiempo pero yo controlaré eso; no te preocupes. —Dijo el descendiente de Gastón cuando ella se recostó boca arriba de nuevo. —Algún día seremos libres, Uma, y cuando eso pase... Dejarás de sufrir y todo será mucho mejor. —Prometió y besó su frente, la muchacha lo abrazó a pesar del dolor que sentía en su brazo, aferrándose a él.

—Sí... Tenemos que ser libres... Me cansé de soportar esto. —Habló la villana, dolida y harta de ser infeliz. —Tenemos que ser libres y felices. —Murmuró, mientras Gil correspondió a su abrazo con cuidado y acarició su cabello.

—Sé que lo seremos, nos lo merecemos. —Afirmó el rubio, sin separarse de ella, pues era consciente de que ella lo necesitaba. —Seremos libres y todo el mundo conocerá tu nombre, Uma.

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