Capítulo 05. Un Plan Simple
VIKTOR
Por
WingzemonX & Denisse-chan
Capítulo 05.
Un Plan Simple
Cuando el Detective Romani le planteó su plan al Jefe Strauss, éste se mostró algo dudoso. No por el mismo tipo de dudas que carcomían a Cedric desde que escuchó con lujo de detalle lo que su nuevo compañero tenía en mente, pero definitivamente eran lo suficientemente fuertes como para que pidiera la intervención de Bertold, el Fiscal del Distrito Once. Deseaba que revisaran en conjunto todas las implicaciones y legalidades que algo así tendría de por medio. El capitán estaba seguro de que no estaría de acuerdo, pero Klauss Romani solía ser convincente.
Bertold llegó a la jefatura tres horas después, ya en la tarde. Era un Spekerus alto, de hombros anchos, y piel verdosa con lunares azules. Su cabello era rubio platinado, corto, muy bien peinado e impecable. La gente lo describía como alguien serio y calculador, pero justo. Y en efecto esa impresión daba desde un inicio.
En cuanto llegó y se sentó en una de las sillas frente al escritorio de Strauss, lo primero que pidió fue ver el reporte completo del interrogatorio de la testigo, además del reporte de los forenses, antes de escuchar cualquier otra cosa. Strauss había predicho eso mismo con exactitud, por lo que le solicitó a Cedric que transcribiera a limpio lo más rápido que le era posible todo lo que Melissa le había dicho, además de sus observaciones de la escena del crimen. No había en realidad mucho que decir, por lo que no tardó tanto en realizar dicha tarea.
Bertold se colocó sus delgados anteojos de arnés plateado, y le echó una rápida leída a todo el papeleo. Su expresión era fría, y se mantuvo inmutable durante todo el rato que pasaba de una página a otra. Cedric y Klauss, por su parte, esperaban pacientes de pie a un lado del escritorio. Una pequeña parte de Cedric pedía que la resolución final fuera que el testimonio de Melissa era suficiente para proceder, que viera algo que él no, y por lo tanto recurrir al plan de Klauss era además de arriesgado, innecesario. Sin embargo, aunque aún no descartaba que pudiera decir lo primero, lo segundo lo veía bastante improbable.
Y en efecto, lo fue.
—No sirve —fue lo primero que surgió de los labios de Bertold una vez que terminó de leer. Cerró entonces todo el expediente, y lo dejó sobre el escritorio de Strauss de una forma un tanto despectiva—. Los forenses no encontraron ninguna prueba física contundente, y la testigo sólo vio a un hombre alto, con una máscara de cráneo, al cual ni siquiera pudo identificar como Lycanis, Nosferatis, o lo que sea. Además es una sierva; con o sin nueva ley, si su testimonio no es conciso y claro, el Consejo de Justicia no lo tomará en serio. Daría lo mismo que no hubiera visto nada.
—No lo sé —intervino Strauss con reflexión—. Pudo escuchar con claridad su voz y ver su complexión. Además está esa cicatriz en su nuca —señaló entonces a su propia nuca—. Es una cicatriz muy rara, no muy común. Si lográramos atrapar a un sospechoso, estos puntos podrían ser cruciales para identificarlo.
—Si obtienen un sospechoso, tú lo has dicho, Harold —señaló Bertold tajantemente—. Pero es poco probable que esta declaración tan vaga los lleve a un sospechoso. Si tan sólo hubiera visto su rostro o identificado su raza. Pero, ¿de esta forma? No pondrás a tus detectives a buscar bajo las piedras a todos los tipos con cicatrices raras en su nuca, ¿o sí? Y aun así no es una prueba contundente que pueda usar frente a la corte; especialmente, repito, viniendo de una sierva.
Bertold descruzó sus piernas, y luego las volvió a cruzar, colocando ahora la otra arriba.
—La ley habrá cambiado, pero éste sería apenas el primer juicio en el que se usaría algo como esto. Si quieren que funcione, necesito un nombre, una raza, un sospechoso y un motivo; algo mejor que una risa perturbadora, y una cicatriz en la nuca.
Harold suspiró con cansancio, y pasó su mano por su calva. Toda su expresión reflejaba de manera poco sutil su sentir, que se podía traducir como un: "temía que dijeras eso".
Antes de que Klauss o Harold tomaran la palabra, Cedric dio un paso al frente e intervino rápidamente, en un último intento de darle la vuelta a esa situación.
—Señor Fiscal —pronunció de pronto con algo de fuerza—. Con todo respeto, pero como pudo ver en la declaración que le dimos, Melissa vio...
—¿Melissa? —interrumpió el fiscal, confundido.
—La testigo... la sierva.
—Ah, claro —exclamó indiferente, y luego le hizo el ademán con su mano de que prosiguiera.
—Melissa vio detalles específicos del atacante que, de acuerdo a lo que nos dijo el Detective Romani, encajan con la descripción que se ha dado de un asesino a sueldo al servicio del Jefe Criminal Serge Karllone. Quizás no sepamos quien fue el ejecutor, pero sería obvio pensar que fuera precisamente Karllone quien lo mandó a asesinar. ¿No se podría hacer nada al respecto con esa información? ¿Vigilarlo o interrogarlo al respecto?
Una pequeña risilla surgió de los labios de Bertold.
—Hablas del Cráneo, ¿cierto? Qué dulce de tu parte, novato —murmuró con total indolencia, acomodándose sus lentes con un dedo—. Pero creo que el Detective Romani también debió de haberte informado de las complicaciones de hacer eso.
—Sí señor, sí lo hice —respondió Klauss con orgullo.
—Nadie sabe quién es este misterioso asesino, o si existe siquiera. Que los datos que esta sierva nos da encajen casualmente con la descripción de alguien, que cae casi en la categoría de mito urbano, es casi lo mismo que decir que no encajan con absolutamente nadie. Así que mejor olvide esa idea, Detective... Helsung, ¿cierto?
Cedric ya no dijo nada; sólo bajó la mirada, con mucha frustración en su rostro. Con ese sólo acto le daba la palabra a Klauss, quien gustoso la tomó.
—Bueno, por suerte para todos yo pensé en una alternativa para poder usar esto a nuestro favor.
—¿Cree que ese es el uso de palabras adecuado, detective? —intervino Bertold, tomándolo por sorpresa.
—¿Disculpe?
—"Usar esto a nuestro favor" —repitió—. ¿Habla del cruel asesinato de un Barón? ¿Cree que sea prudente "usar esto a nuestro favor"?
Klauss vaciló dudoso, y de nuevo esto le causó una singular satisfacción a Cedric. Por segunda vez en el día, su manera de expresarse lo metía en una situación incómoda; evidentemente no era su fuerte, una mala característica para alguien que aspiraba a ser Juez de la Corte de Justicia, si es que algo de eso era verdad.
—Sí, claro... fue sólo un decir —se aclaró entonces su garganta—. Como sea, sé que este testimonio es basura o menos que eso. Sin embargo, yo estoy convencido de que el Cráneo es bastante real, y este testimonio lo confirma. No es un rumor, o algo que vio el amigo de un amigo, si no la declaración de un testigo de primera mano. Hemos intentado dar con algo sobre ese sujeto por años, y esto es lo más cercano que hemos estado a una pista real.
—Pues sigue siendo una pista bastante pobre —concluyó Bertold, encogiéndose de hombros—. No tienen ni un indicio por el cual empezar a buscar.
—Eso no lo discuto. Pero, ¿qué tal le suena esto? —Sonrió ampliamente con satisfacción—. Tenemos una testigo del delito, eso es un hecho que no podemos negar. Su testimonio no sirve, sí, pero sólo nosotros sabemos realmente lo que dicho testimonio dice. —Bertold pareció intrigado, y eso era decir mucho considerando su perpetua expresión estoica. Cedric se cruzó de brazos y miró en otra dirección—. Eso se traduce a que tenemos un factor sorpresa importante que podemos aprovechar. Hasta ahora nadie nunca había visto al Cráneo cometer alguno de sus asesinatos, o alguien que pudiera colocarlo sin duda alguna en una escena del crimen. Pero ahora sabemos que estuvo en esa casa, esa noche. No estaría mal exagerar un poquito lo que la sierva realmente vio, ¿o no?
—¿Qué tan "poquito"?
—Casi nada. Solamente corremos el rumor de que en efecto tenemos una testigo del asesinato, que pudo ver el rostro del Cráneo y que lo podría identificar en cuanto hagamos un arresto, lo cual podría ser posible pronto gracias a la información que nos dio esta testigo.
—Entiendo —añadió Bertold, apoyando su brazo en respaldo de la silla, y su cabeza contra su mano—. ¿Y qué ganaríamos con eso?
—Es muy simple, en realidad: el rumor se esparce, e inevitablemente llegará a oídos de Serge Karllone. Éste, al enterarse de que su asesino más conocido y escurridizo podría haber sido reconocido al fin, de inmediato intentará actuar, y de seguro querrá hacer algo contra nuestra testigo. La desesperación es la madre de los descuidos, y cuando cometa ese descuido, ¡pum! —Chocó en ese momento su puño derecho contra su palma izquierda—. Es casi seguro de que mandaría al propio Cráneo a encargarse de ello. En el peor de los casos atrapamos al hombre responsable de al menos quince asesinatos comprobables, y en el mejor hacemos un trato con él para que nos confirme la implicación de Karllone en estos, y los tenemos a ambos en una sola jugada. ¿Lo ven?, es un plan simple.
Bertold se le quedó viendo fijamente en silencio por largo rato. Giraba un poco sus dedos contra su sien, como si intentara apaciguar algún dolor, o sencillamente concentrarse.
—¿Simple? Yo lo llamaría estúpido... pero con cierta lógica —concluyó sorpresivamente, aunque con casi nada de emoción—. Obligar a Karllone a actuar rápido, podría orillarlo a cometer algún error inesperado.
—Yo no estoy de acuerdo con el plan del detective Romani —intervino Cedric de pronto, de nuevo dando un paso al frente, y haciendo que todas las miradas se centraran sobre él—. Es muy peligroso; estaríamos exponiéndola a un gran peligro, ¡no es correcto!
—¿Exponiendo a quién? —inquirió Bertold, confundido.
—¡A Melissa! ¡A la testigo!
—Ah, claro —exclamó, otra vez indiferente—. Bueno, mientras su dueño actual, que supongo que ahora sería la Baronesa... —echó un vistazo rápido al expediente en el escritorio para recordar su nombre—. Illia Montallo, está de acuerdo en "exponer" su propiedad en favor de atrapar al asesino de su padre, todo estará bien. Pero requeriríamos que firmara una responsiva.
—¿Responsiva? —masculló Cedric, atragantándose con su enojo. Técnicamente no había nada incorrecto con referirse a Melissa, o a cualquier otro siervo como ella, como una "propiedad". Sin embargo, a Cedric siempre le había resultado de alguna forma algo... incorrecto.
—¿Cómo ha pensado proseguir con este plan exactamente, detective? —cuestionó Bertold, curioso.
—Lo primero sería dar una declaración oficial en la que digamos directamente que tenemos a una testigo y que pudo identificar al asesino del Barón. Lo segundo consistiría en usar a algunos de mis informantes para que esparzan la noticia en las calles de que pensamos sin lugar a duda que el asesino es el Cráneo. Con el tiempo adecuado, el rumor llegará a oídos de Karllone. El último paso sería sólo cuestión de mover a la sierva a una casa de seguridad, cuya ubicación también sería filtrada de manera sutil en las calles. Le ponemos bastante vigilancia, y esperamos a que alguien dé un paso en falso. De nuevo, bastante simple.
—¿Crees que debamos contactar al Comisionado Williams para saber su opinión? —cuestionó Strauss de pronto, más curioso que preocupado.
—No creo que sea necesario molestar el Comisionado Distrital con este asunto. Me parece que entra a la perfección en la jurisdicción de su oficina, capitán. Sólo habría que coordinarse con las autoridades locales del sitio al que la quieren mover, si es fuera de este distrito. —Volvió a descruzarse de piernas, y volverlas a cruzar casi inmediatamente después—. Y supongo que desean que Harold y yo hagamos dicha declaración, ¿o no?
—Tú tienes contacto con la prensa —aclaró Strauss—. Podrías organizarnos una entrevista que salga en todas las estaciones de radio a la hora pico. Sin mencionar lo carismático que eres siempre con los reporteros...
—No tienes que adularme. Lo haré; es mi trabajo después de todo. Pero no hay que ser tan obvios con la intención de hacer que esto se sepa tan desesperadamente.
La suerte parecía echada. Todos parecían estar de acuerdo, y no había nada más que discutir. Todos, a excepción de Cedric, a quien la idea seguía provocándole un desagradable nudo en la garganta.
—Por ello debemos actuar lo más pronto posible, fiscal —señaló Klauss en tono bromista—. Y recuerde actuar normal; sólo decir que tenemos una testigo, pero sin dar muchos detalles; que a Karllone le carcoma la duda...
—Romani, yo siempre estoy normal —le respondió con frialdad en su tono, mientras organizaba su maletín. Unos segundos después lo cerró, y se puso de pie, para dirigirse a la puerta—. Trabajaré en citar a una rueda de prensa a más tardar mañana, Harold. Vístete con tus mejores trapos, y ustedes intenten obtener el permiso de la Baronesa antes de eso. Si no, todo esto será inútil.
Sin más, se dirigió a la puerta, saliendo del despacho con suma tranquilidad.
—Siempre es un placer saludarlo... —exclamó Klauss con fuerza, justo un instante antes de que cerrara la puerta detrás de él—. Cara de sapo desabrido. Bueno, da igual. Entonces, ¿jefe? ¿Ya se siente más tranquilo?
Harold se recargó hacia atrás por completo en su silla, entrecruzando sus dedos sobre su barriga. Tenía una mueca reflexiva en su boca, que hacía que su bigote tomara una forma inusual. Entre su silencio, extendió su mano a su caja de puros, sacando uno, para encenderlo un instante después con un cerillo.
—Sigo pensando que es un plan demasiado rebuscado —expresó el Jefe Strauss, soltando el humo del puro al hablar—. Además de que depende mucho de que podamos predecir exactamente cómo es que Karllone reaccionará. Aunque es cierto que es lo más cerca que hemos estado de tener a esos malditos entre nuestras manos. No sé qué pensar, pero supongo que estoy emocionado. —Una amplia sonrisa se dibujó en sus labios—. No hay que cantar victoria todavía, pero si esto funciona y llegásemos a atraparlos a ambos, sería el logro más grande de mi carrera, y de la tuya de paso, Romani.
Klauss sonrió complacido; era bastante evidente que estaba consciente de ello, sin necesidad de que alguien más se lo dijera.
—Quiero ofrecerme para ser parte de la protección de la testigo, señor —intervino Cedric de pronto, con bastante firmeza en su voz, tomando un poco por sorpresa a ambos.
—Vaya, cuanta determinación, flacucho —comentó divertido el Lycanis alto y fornido—. Pero mejor guárdatela para cuando conozcas a una chica de verdad, ¿quieres?
Cedric lo miró de reojo, molesto por su comentario tan impertinente.
—Con todo respeto muchacho, pero tú no te ves muy apto para el programa de protección a testigos —contestó Strauss, mirándolo de arriba abajo—. Además es tu primer día. Pensé en un inicio que éste sería un primer caso sencillo, además de interesante, para ti. Sin embargo, se ha complicado un poco más de lo que tenía previsto. Quizás sea mejor que dejemos que Romani se encargue de esto por su cuenta.
—Tengo más habilidades de lo que mi... apariencia pudiera dar a entender, jefe —acentuó Cedric sin disminuir su "determinación"—. Todo está en mi expediente, si gusta revisar. Además, creía que era el nuevo compañero del Detective Romani; sea donde sea, es mi responsabilidad apoyarlo y cubrirlo.
—Ah, no me hagas llorar —exclamó Klauss, con el mismo tono de antes, pero Cedric intentó no reaccionar a ello.
—Por último, señor, creo que Melissa...
—O sea, la sierva, ¿no? —interrumpió Strauss con el puro entre sus dedos. Cedric hizo una pequeña pausa, aspirando aire por su nariz, y luego prosiguió sin responder directamente tan innecesaria pregunta.
—Creo que se sentiría más en confianza con alguien conocido, y creo que conmigo se sintió más cómoda que con el Detective Romani; sin ofender.
—¿Por qué eso habría de ofenderme? —comentó Klauss, encogiéndose de hombros.
—No aspiro a ser el único que la cuide, pero quisiera estar involucrado en dicha tarea de tiempo completo.
—Por mí no hay problema, jefe —añadió Romani, sorprendiendo un poco al Nosferatis a su lado—. Con gusto lo supervisaré yo mismo, junto con el resto del equipo que ya tengo en mente para apoyarme.
Una sonrisa más que maliciosa se dibujó en sus labios, y esto a Cedric no le dio para nada buena espina.
—Vaya, vaya; ¿qué puedo hacer? —exclamó Strauss a modo de rendición—. Parece que están muy decididos en lo que quieren hacer. Está bien, ambos estarán asignados al equipo que protegerá a la sierva. Tanto esfuerzo en una sierva, no puedo creerlo... —se percibía en efecto incredulidad en su voz—. Romani, tú estás a cargo. Forma tu equipo, y encárgate de recibir el permiso de la Baronesa. Ya oíste a Bertold, la rueda de prensa es mañana. Asegúrate de tener todo listo a más tardar pasado mañana muy temprano. A más tardar pasado mañana muy temprano, ¿oíste?
—Puede contar conmigo, jefe —le respondió el Lycanis, haciendo un saludo un tanto cómico con su mano—. Bueno, andando novato. Tenemos mucho que preparar.
Ambos salieron del despacho, y se notaba que Klauss se cargaba encima un ferviente buen humor; demasiado ferviente, y demasiado bueno, desde la perspectiva de Cedric.
—Esto será divertido, novato —comentó Klauss con ánimo, una vez que estuvieron afuera de la oficina—. Ya lo tengo todo pensado. Usaremos una bonita casa de campo en la zona rural del Distrito Cuatro. Elegiré a tres lindas y sexys oficiales como compañeras, y pasaremos todo el día y noche con ellas. Solos en el campo, muchas cosas pueden pasar...
—Está bromeando, ¿verdad? —espetó Cedric con fuerza, casi ofendido, parándose en seco en su lugar—. Esto es cosa seria, ¡muy muy seria! Hablamos de la vida de una...
Sus palabras se cortaron de golpe, sin concluir lo que deseaba decir. El Detective de Primer Grado lo miró sobre su hombro.
—¿La vida de una qué? —Inquirió, despectivo—. ¿De una sierva? Oye, ¿cuál es tu asunto con ella? En serio no eres de esos raros a los que les gusta acostarse con siervas, ¿o sí? —Su mirada se cubrió de reproche—. Si encima de flacucho y santurrón eres un degenerado, tendremos un problema para ser compañeros. ¿Tendremos un problema, Helsung?
Cedric bajó su mirada, con algo de inconsciente sumisión. Para bien o para mal, ese sujeto, por más desesperante que fuera, era su superior, y él era sólo un novato que no había completado aún ni veinticuatro horas en ese puesto. Debía ser cuidadoso con las cosas que decía y hacía...
—No, claro que no —rechazó tajantemente—. Pero usted además de todo está comprometido con una maravillosa mujer. No debería estar planeando... ese tipo de cosas, ni siquiera como una broma.
Klauss bufó con fastidio, impasible ante su queja.
—Si vas a ser mi compañero, tendrás que aprender a no tomarte las cosas tan en serio. ¿Quieres intentarlo?
Cedric miró en silencio como aquel individuo se alejaba, indiferente ante la situación que había hecho que se pusiera en camino. ¿Valía realmente la pena poner la vida de alguien en riesgo por una posibilidad remota de atrapar a un escurridizo asesino? ¿Qué es lo que Melissa pensaría de eso? Aunque, siendo justos, eso poco importaría. No era como si en su papel de sierva perteneciente a una casa noble, tuviera voz o voto en eso. Si la Baronesa aceptaba ese loco plan, ella no tendría más que agachar la cabeza, asentir, y obedecer. Si algo salía mal, "sólo perderían una sierva". Ni siquiera era una testigo de verdad, sólo era una carnada cualquiera. Tendrían una responsiva, después de todo. No importaría nada más, y la Baronesa podría conseguirse una nueva.
Así siempre habían sido las cosas desde que tenía memoria.
Pero no tenía sentido pensar en ello en esos momentos. Tenía un caso, y por ende una misión. Mientras Klauss Romani se enfocaba en atrapar a ese asesino, y a divertirse aparentemente, él se encargaría de proteger a Melissa. Ese era su único fin.
Pero debía de dejar de ser tan obvio, o terminaría por meterse de nuevo en problemas.
"¿Cuál es tu asunto con ella? En serio no eres de esos raros a los que les gusta acostarse con siervas, ¿o sí?"
Recordó las palabras que el Detective Romani le dijo hace poco. Si tan sólo lo supiera, si tan sólo hubiera oído todas las habladurías que su propia familia se dedicaba a esparcir. Había tenido suerte de mudarse a ese sitio, bastante lejos de esos rumores maliciosos. Pero tarde o temprano lo alcanzarían, especialmente si seguía comportándose de esa manera.
¿Era eso lo que lo tenía así? ¿Algún tipo de interés morboso por Melissa? No, claro que no. Él lo sabía bien, pero muchas veces era difícil evitar que todas esas palabras, todos esos murmullos bajos a sus espaldas, se metieran a su cabeza e hicieran sus estragos en ella. Cedric Helsung no era un degenerado, como el Detective Romani tan despectivamente había expresado. Pero sí era muchas otras cosas, y en esos momentos, era un detective de la Policía Civil.
— — — —
Y el plan se ejecutó tal y como lo acordaron. Klauss habló con la Baronesa sobre los detalles del plan, y ésta, según sus palabras, aceptó gustosa. Cedric tuvo sus dudas sobre qué tan cierto podía ser eso, partiendo del hecho de que el detective Lycanis no le había dejado una buena impresión cuando estuvieron en su casa. Se preguntó si acaso había omitido algunos de los detalles más escabrosos, a favor de que tomara una posición más abierta a la idea. Se preguntó además el qué habría opinado Melissa de todo ello, pues era probable que no se le hubiera cuestionado al respecto. Aunque la Baronesa parecía algo más afable en su trato hacia ella; quizás sí le había preguntado al respecto, y ella había aceptado colocarse en tal posición. Melissa parecía muy decidida en querer ayudar a atrapar al asesino de su señor, y si no podía hacerlo con su testimonio, podría hacerlo siendo un señuelo.
Cedric tuvo que convencerse a sí mismo de que las cosas eran así.
El Fiscal Bertold y el Jefe Strauss dieron su conferencia de prensa al día siguiente. Todo lo que dijeron fue exacto, tal y como lo hablaron, dando sólo la información necesaria para hacer que los interesados por lo menos voltearan a verlos sobre sus hombros con interés. La declaración fue justo en el recibidor de la jefatura, por lo que el novato Nosferatis pudo escuchar con suma claridad todo lo que dijeron. Parecían actores de teatro recitando con puntos y comas precisos el guión que les habían suministrado, pero a oídos comunes sonaron convincentes.
No tuvo mucho contacto con Klauss durante ese día. Él al parecer estaba muy ocupado encargándose de esparcir el resto de la información pertinente en las calles, de manera paralela a la declaración, y de organizar al "equipo" que los apoyaría en la casa de seguridad a la que irían. No le informó en lo absoluto quién más los acompañaría, lo que le hizo suponer que las intenciones que había expresado el día anterior, podrían ser verídicas.
Por su parte, lo pusieron a hacer papeleo, más burocrático que otra cosa, quizás en un intento de mantenerlo ocupado. Cedric por suerte era bastante rápido con ese tipo de trabajos, por lo que pudo darse el tiempo de realizar su propia investigación con respecto al caso... y también sobre otro par de temas de su interés.
Casi terminado el día, su nuevo compañero se presentó en su escritorio, sólo para informarle que debía presentarse al día siguiente a las 500 horas, y que se reuniría todo el equipo frente a la cochera de la jefatura. De ahí pasarían a recoger a Melissa, aunque él no se refirió a ella por su nombre obviamente, y luego directo a la casa de campo que había conseguido en el Distrito Cuatro. No le dijo nada más, y de momento no lo ocupaba.
Dentro de lo que cabía, debía de aceptar que el Detective de Primer Grado era bastante eficiente cuando se lo proponía, logrando planear toda esa operación él solo, y en veinticuatro horas. Esperaba que en efecto se hubiera encargado de todos los detalles, incluyendo coordinarse con las autoridades del Distrito Cuatro. Fuera como fuera, el día siguiente empezaría todo.
El sol aún no salía cuando Cedric se levantó, se bañó, vistió y arregló. Ese día optaría por cubrirse con un abrigo café, además de su sombrero marrón oscuro; éste también le quedaba algo chico. Había preparado una maleta de viaje para cinco días. Según le dijeron, les habían autorizado la operación y vigilancia por siete días, con la excusa de que luego de ese tiempo su testigo declararía ante el Consejo de Justicia. No era cierto, pero así se había esparcido el rumor. Esto era obviamente para obligar a su objetivo a actuar de inmediato antes de que dicha declaración ocurriese. Sin embargo, ni Klauss ni el Jefe Strauss le aclararon qué pasaría si luego de esos siete días no ocurría nada, y su objetivo no se presentaba en la casa de seguridad. ¿Melissa volvería a la mansión y la dejarían a su suerte? Era difícil determinar cuál escenario era el mejor para Melissa: que el tal Cráneo en efecto se presentara, o no.
Con maleta en mano, sombrero en su cabeza y revolver en su funda en el interior de su saco, el nuevo Detective salió de su departamento y se dirigió a pie hacia la estación. Las calles estaban desiertas, y una gruesa niebla se alzaba por el camino, dándole a todo el recorrido un aspecto bastante lúgubre, pero que al Nosferatis le resultaba mucho más agradable.
Al llegar a la Jefatura, se dirigió al portón abierto del garaje. En el interior, pudo ver a unos pocos encargados comenzando con su trabajo diario en el mantenimiento de los vehículos, o quizás más bien eran aún los del turno de la madrugada. Cedric se paró delante del portón, dejando suficiente espacio por si algún vehículo quería salir. Miró a su alrededor; a excepción de los encargados, no se veía ni una sola alma en la redonda. Dejó su maleta en el suelo, y echó un vistazo a su reloj de bolsillo. Faltaban aún unos cuantos minutos para que dieran las cinco.
—Quizás llegué muy temprano —murmuró para sí mismo.
Guardó de nuevo su reloj y aguardó. Esperaba no haberse confundido, y cuando le dijeron que se verían ahí mismo a las 500 horas, no habrían querido decir algo distinto a las cinco de la mañana. Incluso consideró la posibilidad de que hubiera sido algún tipo de broma; a esas alturas, ya no sabía ni qué pensar.
—Cedric Helsung, supongo —escuchó que una voz femenina se hacía escuchar de pronto justo detrás de él, tomándolo totalmente desprevenido. Quien quiera que fuera, se trataba de alguien que tenía la pisada tan suave y sigilosa como para que un Nosferatis como él, con la oscuridad aún reinante como ventaja, no la hubiera notado. Al oírla se giró de inmediato, casi alarmado, encontrándose casi de frente con dicha persona—. Según tu carta de recomendación, eres un detective muy puntual y dedicado. Por lo pronto, sólo he podido confirmar lo primero; ¿me mostrarás que también es cierto lo segundo en esta misión?
Era una mujer Lycanis, más alta que él o tal vez daba esa impresión por sus orejas de lobo de pelaje negro que se alzaban encima de su cabeza. Tenía el cabello negro, del mismo tono que sus orejas, corto hasta la mitad del cuello, algo despeinado, y de su parte trasera se asomaba una afelpada cola ondeante, del mismo color. Usaba un bombín que combinaba con su vestido largo color azul. De debajo de su falda, se asomaban dos botas largas de tacones altos. Sus ojos esmeraldas lo miraban fijamente, mientras posaba una mano en su cintura, adoptando una postura bastante confiada.
A Cedric no le pareció en lo absoluto conocida, y no supo bien cómo reaccionar en un inicio o cómo responder.
—Ah, ¿disculpe? —exclamó confundido, sobre todo por la mención de su "carta de recomendación"—. ¿Nos conocemos, señorita?
—Claro que no, jamás nos hemos dirigido la palabra —le respondió la extraña casi indiferente, centrando su mirada por encima de su hombro hacia la calle; parecía estar buscando algo o a alguien entre la niebla—. Pero suelo revisar los antecedentes de los detectives nuevos que llegan a la oficina. Me gusta saber con quién estoy trabajando y si son capaces de tal labor.
—Entiendo... —murmuró algo asombrado, no tanto por lo que había dicho sino más bien por la forma tan directa y honesta con la que lo había hecho. Aunque ciertamente él había hecho algo bastante parecido antes de entrar ahí, leyendo todos los archivos y artículos referentes a ese distrito y a la Jefatura a la que ingresaría.
La mujer de azul se tomó una breve pausa, mirando aún con detenimiento a la calle. Al aparentemente no visualizar lo que esperaba, se viró una vez más a Cedric, y le extendió su mano derecha en ademán de saludo.
—Suzane Constantine, Detective de Primer Grado.
—¿Detective de Primer Grado? —masculló Cedric como un pequeño pensamiento en voz alta, e instintivamente alzó su mano para tomar la de ella en un amistoso apretón. ¿Era otra Detective de Primer Grado? Al igual que en el caso de Klauss, le pareció interesante ver lo joven que se veía para ostentar ya tal grado; aunque muchos dirían que las apariencias pueden engañar.
El Nosferatis había leído tantos archivos y casos anteriores, que no tardó mucho en venírsele a la mente un recuerdo que venía relacionado con ese preciso nombre que acababa de darle.
—Suzane Constantine... ¿De casualidad no fue usted quien atrapó el año pasado al Gran Ladrón Maximilian Migall que robó más de diez millones de Uprias en joyas valiosas?
Al fin una pequeña sonrisa apareció en los delgados labios de la Lycanis.
—La misma. Veo que también te gusta estar preparado antes de pisar territorio nuevo. Ese es un buen indicio, pero no será suficiente para hacerme un buen juicio de ti. Soy algo... exigente.
—¡No era esa mi... intención! —murmuró rápidamente por reflejo—. Lo siento...
En realidad ni siquiera sabía por qué se disculpaba. Pero fuera como fuera, esa mujer era también un Detective de Primer Grado, igual que Klauss Romani. E igual que él, su nombre aparecía en varios casos que tuvo la oportunidad de leer, siendo precisamente el de Maximilian Migall uno de los más sonados. Además de eso, si no recordaba mal, su nombre se encontraba también en algunos casos ligados a Armin Viniani, otro importante Jefe Criminal con operaciones en diferentes distritos, pero que al igual que Serge Karllone se las había arreglado para mantener sus manos limpias.
¿Sería acaso la Detective Constantine del mismo tipo de persona que Klauss Romani?; realmente esperaba que no. Se veía mucho más seria, y eso ya era ventaja.
Una vez que logró salir de la primera impresión, comenzó cavilar un poco sobre su presencia en ese lugar, y a esa hora. Notó que miraba de nuevo hacia la calle, con algo de insistencia. ¿Sería acaso uno de los elementos que iban a acompañarlos a la misión? Fue imposible no recordar lo que Klauss había comentado el día anterior, sobre elegir a "tres lindas y sexys oficiales como compañeras". Casi por mero reflejo, echó un vistazo rápido al cuerpo de la detective ante él, mientras ella seguía mirando hacia afuera. Era una mujer atractiva, sin duda; pero le era difícil determinar si era del tipo de mujer a la cual el Detective Romani llamaría "sexy", y tampoco es que estuviera muy interesado en saberlo.
Al ser completamente consciente de lo que estaba haciendo, reaccionó apenado, volteándose de inmediato hacia otro lado. Suzane aparentemente no se mantuvo ignorante de su accionar, pues casi al mismo tiempo lo volteó a ver de reojo, intrigada.
—¿De... casualidad usted está esperando al Detective Klauss Romani? —susurró Cedric dudoso, quizás en un intento de desviar su atención.
Suzane logró disimular, pero en realidad sí había notado la forma en la que la estaba viendo. Y eso, ligado a la pregunta que le acababa de hacer, le ayudó a darse una buena idea de la parvada de tonterías que de seguro le había dicho el "respetable" detective Romani.
—Me pidió ayuda con este caso, sí —respondió secamente—. Aunque si piensas que él va a llegar temprano, estás en un grave error. Lo que tiene de brillante, lo tiene de impuntual.
—Brillante, ¿eh? —murmuró Cedric, no muy convencido ante tal afirmación.
—Lo que estoy esperando es mi desayuno, que no ha de tardar mucho —le aclaró Suzane, justo antes de echarle un ojo a su reloj de bolsillo. Ya eran más de la cinco.
—¿Su desayuno? —Cedric colocó instintivamente su mano sobre su abdomen. Ahora que lo mencionaba, no había desayunado nada antes de ir ahí, aunque aún era algo temprano—. Entiendo, ¿entonces ya está enterada de los detalles de la misión?
—Por supuesto —respondió la Lycanis con absoluta tranquilidad—. Me proporcionaron una copia de los archivos del caso de homicidio y un resumen de lo más importante de la misión de señuelo. Los estudié junto con las demás declaraciones que me facilitó Romani. —Se cruzó entonces de brazos, mirando pensativa hacia el techo—. Debo decir que esto es una jugada muy arriesgada de su parte, y típica de él. Pero si llegara a salir bien...
—¡Detective Constantine! —Se escuchó de pronto que resonaba un grito entre la oscuridad y la neblina. Un instante después, pudieron notar una figura larguirucha abriéndose paso hacia ellos, agitando algo sobre su cabeza con una mano. La imagen poco a poco se fue aclarando conforme se les acercaba—. ¡Disculpe la tardanza!, ¡ya llegue!
Dicha persona se detuvo delante de ellos, respirando con agitación para intentar recuperar el aliento tras su aparente largo trote. Se trataba de un chico Spekerus de cabello rubio corto; piel verdosa y con lunares verdes más oscuros en diferentes partes de su rostro, y ojos color dorado con las pupilas horizontales y alargadas que eran comunes en algunos Spekerus, al igual que las orejas con apariencia de aletas a los costados de su cabeza.
Una vez que ya pudo respirar normal, se paró derecho, y Cedric pudo notar que era bastante alto, incluso más que la Detective Constantine, pero quizás no tanto como Romani.
—Le traje su favorito, detective —declaró el recién llegado, y entonces le extendió un objeto alargado envuelto en papel blanco y rojo—. Roast beef marinado, con queso extra —puso principal énfasis en esa última parte.
—Justo a tiempo —indicó Suzane, tomando el paquete que le extendía, y de inmediato comenzando a abrirlo con ligera desesperación en sus dedos—. Me muero de hambre; no puedo comenzar tan temprano mi rutina sin las proteínas adecuadas. Gracias, Luke.
—¡De nada, detective! —respondió el Spekerus con entusiasmo en su voz, y colocó sus manos atrás de su cabeza de forma relajada. Suzane, por su lado, le daba una primera mordida a lo que parecía ser un emparedado con bastante carne y queso en su interior. Al hacerlo, una pequeña expresión de gusto se asomó en su rostro mientras saboreaba el caliente bocado—. La señora del restaurante dijo que estaba loco por ir a molestarla tan temprano en la madrugada, pero le dije que era un asunto oficial muy importante de vida o muerte. No me hizo caso con eso, pero lo hizo cuando le dije que era para usted. Al parecer su nombre la intimidó.
—No es eso, sólo sabe quién es un buen cliente —aclaró Suzane entre mordida y mordida—. ¿No compraste para ti?
—Sí, detective, pero me lo comí de camino acá para tener energías para correr. —Tras decir eso, se dio un par de palmadas en su propio abdomen.
Ese chico se veía realmente animado. Su voz era algo aniñada, casi caricaturesca, y su sonrisa parecía inmutable. No traía uniforme de oficial, sino que usaba vestimenta formal como la de Cedric, aunque no traía saco, ni corbata, ni chaleco... ni sombrero; básicamente su atuendo se componía de un una camisa azul verdoso con el primer botón superior desabrochado, pantalones formales negros y zapatos del mismo color. A sus costados colgaban dos fundas, cada una con su respectivo revólver en ella. ¿Sería acaso otro detective?
Suzane, con toda su perspicacia, notó de inmediato la duda latente en el rostro de Cedric, y se apresuró a apaciguarla.
—Él es Luke Stillion, mi compañero —mencionó Suzane, una vez que tragó por completo lo que tenía en la boca—. Luke, él es el nuevo detective, Cedric Helsung.
—¡Claro! —exclamó el Spekerus, con más fuerza de la debida—. El nuevo compañero del detective Romani, ¿no? —Le echó entonces una mirada nada discreta y completa al Nosferatis de arriba abajo—. Ese sombrero le queda un poco chico.
—Ah... lo sé... —murmuró apenado, y rápidamente se retiró el sombrero con una mano—. Mucho gusto, soy Cedric Helsung, Detective de Tercer Grado.
—¡¿En serio?! —volvió a expresar Luke con demasiada fuerza—. ¡Yo también lo soy! Llevo ya casi un año como compañero de la Detective Constantine. Cielos, un año; cómo pasa el tiempo. Pero eso significa que ya no soy el novato, ¿verdad?
Sus ojos dorados de anfibio se posaron en Suzane, quien seguía más concentrada en su emparedado que en su charla. Realmente se veía que lo estaba disfrutando en silencio. No por nada era ese su restaurante favorito.
—Técnicamente los dos son novatos —puntualizó—, pero tú eres el novato con mayor experiencia, si eso te hace sentir mejor. A partir de ahora se les va a evaluar más rigurosamente a ambos, así que no bajes tu desempeño, Luke. No quiero que te conviertas en el peor novato.
Dicho eso, continuó comiendo. Cedric miró con curiosidad a ambos de manera fugaz. Entonces, ¿ese chico era su compañero? ¿Y llevaba no mucho tiempo más que él? Eso significaba entonces que en esa jefatura había dos Detectives de Primer Grado, a cargo de dos Detectives de Tercer Grado novatos.
Pasó rápido de ese pensamiento a uno más importante. ¿Estaba Luke Stillon ahí porque los iba a acompañar? Parecía lógico, siendo el compañero de la Detective Constantine, y además considerando que estaba presente ahí y a esa hora. Definitivamente él no era ni de cerca una chica sexy como las que Romani había mencionado. ¿Sería posible que realmente estuviera bromeando cuando hizo aquel comentario?
De pronto, mientras estaba sumido en sus cavilaciones, algo en el joven Spekerus llamó su atención. O no era precisamente él... sino algo que se movía debajo de su camisa. Y en ese momento sólo lo podía describir como "algo", pues no tenía ni idea qué pudiera ser, pero lo que fuera parecía ser como una protuberancia ovalada que se movía por su abdomen, haciendo que su camisa se agitara. Cedric, sin darse cuenta, se quedó viendo aquello, totalmente confundido.
—¿Algo así como una guerra de Novatos por la supervivencia del más fuerte? —cuestionó Luke, sonriente, aún sin notar lo incómodo y confundido que su nuevo compañero se veía—. ¡Eso sería divertido! ¿No lo cree, Detective Halsong?
Cedric seguía tan sumido en eso que se movía bajo su camisa, que no captó en un inicio que le hablaban a él.
"La anatomía Spekerus no es mi especialidad", se dijo a sí mismo en su mente. "¿Estará bien si pregunto? Tal vez sea demasiado inapropiado..."
—¿Le sucede algo, Detective Halsong? —insistió Luke con ímpetu, obligándolo a reaccionar.
—¿Eh? Ah... es Helsung... Perdón, ¿qué estaban diciendo?
Suzane le dio otra mordida al emparedado, siguiendo la mirada de Cedric hasta el estómago de Luke. Lo que había estado en su abdomen moviéndose, había bajado ahora hasta sus pantalones, comenzando a moverse debajo de estos, y esto no hizo más que dejar más atónito aún al Nosferatis.
—No seas grosero con Helsung —sentenció la Lycanis—, enséñale lo que ocultas en tus pantalones.
—¡¿Qué?! —exclamó Cedric asustado al escuchar tal petición, poniéndose casi más pálido de lo que ya estaba.
Luke al principio pareció no entender, hasta bajar su mirada hacia sus pantalones y él mismo ver aquella protuberancia moviéndose debajo de estos.
—¡Ah!, ¡por supuesto! ¿Dónde están mis modales? Déjeme presentarle a mi amiguita, Detective Helsung... —Y dicho eso, introdujo como si nada su mano en sus pantalones, dejando pasmado al nuevo novato.
—¡¡No!!, ¡no!, ¡no!, ¡no!, ¡no es necesario! —dijo rápidamente nervioso, retrocediendo un par de pasos.
—¡No sea tímido! ¡Ella es... Chica!
Y de golpe, sacó su mano de sus pantalones y la extendió hacia él. Sobre su palma, había una pequeña criatura gelatinosa, de un color verde transparente y con ojos rojizos que lo miraba atentamente, con una pequeña sonrisita en lo que parecía ser su boca.
—¡Chica! —escuchó cómo surgía ese sonido de aquella criatura con total claridad, y al hacerlo su cuerpo tembló ligeramente.
Cedric no tuvo tiempo de sentirse aliviado, pues pasó de estar asustado a completamente confundido de un segundo a otro. Miró fijamente a la extraña criatura en la mano de Luke, y ésta, aparentemente, lo miraba a él. Parecía una esfera hecha de gelatina verde, y se movía por sí sola, eso era claro. ¿Era acaso un ser vivo? ¿Algún tipo de animal?
—¿Chica? —susurró despacio—. Pero... ¿Qué es...?
—Es Chica —respondió Luke con total tranquilidad, y con su sonrisa aún más extensa de lo que era en un inicio.
—Sí, pero... me refiero a qué es en sí, qué tipo de especie. Nunca había visto una criatura como esa antes.
—Oh, pues ella es...
—¡Lamento la demora! —se oyó de pronto un pequeño grito desde lo lejos, interrumpiendo de nuevo a la mitad la explicación. Una nueva recién llegada se acercó corriendo con rapidez hacia ellos, aunque ella lo hacía desde el interior de la jefatura. Y a diferencia de los otros dos, ella resultó conocida para Cedric.
—¿Oficial Williams? —exclamó sorprendido al ver a aquella atractiva oficial Nosferatis de cabello castaño que lo había escoltado a la Jefatura hace dos días. Se le veía bastante apurada y algo diferente a como la había visto por primera vez, ya que se encontraba usando un vestido con estampado floral de color verde claro y no su uniforme de oficial. Adicional a ello, cargaba una canasta en una mano, y con la otra sostenía la correa de un artefacto alargado que le colgaba de la espalda. Dicho artefacto, no le fue del todo claro al Detective, hasta que se acercó lo suficiente; parecía... ¿un cañón?
—¡Me tardé un poco haciendo el desayuno para todos! —se disculpó Jolly con apuro—. Y... me quedé un poco dormida, ¡pero no llegué tan tarde...! ¿Verdad?
—En lo absoluto, Oficial Williams —le respondió Suzane con normalidad—. Romani aún no aparece siquiera. Y su llegada acaba de confirmar mi teoría de que sería el último en llegar.
Esa información la hizo soltar un profundo suspiro de alivio.
—¡Jolly, Molly, Solly! —exclamó Luke con mucho ímpetu al verla ahí y ya reunida con ellos. Tenía a Chica aún en su palma, mientras con los dedos de su otra mano la acariciaba un poco—. ¿Tú también nos vas a acompañar a esta importante, importante misión? Te ves hermosa, ¿por qué no usas vestidos como ese más seguido en la oficina...? Ah sí, el uniforme...
—¡Gracias Luke! —le contestó con alegría, y con una sonrisita en los labios—. Y sí, me asignaron a esta misión como oficial de apoyo, Klauss me recomendó que usara vestimenta de civil para no llamar la atención.
Miró entonces a su propio vestido, tomándolo de la orilla y moviéndolo un poquito para lucirlo.
—Él sugirió eso, ¿eh? —murmuró Cedric con seriedad, y sus ojos se achicaron con desaprobación. Al parecer Romani no había estado bromeando tanto como creía. No tenía ni idea de qué pasaba por su cabeza, pero más le valía que no pensara en sobrepasarse...
No, eso era poco probable; ni siquiera él se atrevería a algo como eso. Después de todo, ella...
Miró de reojo a Jolly disimuladamente. No lo diría abiertamente, pero se había dado tiempo de investigar un par de cosas sobre ella en específico. No sabía con seguridad por qué, simplemente le había nacido la curiosidad apremiante. Quizás también le gustaba investigar a la gente con la que trabajaría, así como la Detective Constantine dijo que solía hacer, aunque no se había tomado el mismo tiempo para investigar a su nuevo compañero. ¿Cuál era su opinión con respecto a lo que había descubierto? Bueno... no estaba seguro todavía.
De pronto, la atención de Jolly se centró en él, y le sonrió de manera amistosa tomando por sorpresa al chico Nosferatis. ¿Se había dado cuenta de que la miraba? ¿O acaso había leído su mente? Ese último pensamiento le pareció absurdo casi de inmediato.
—Hola, Cedric, buenos días —le saludó con un tono dulce—. ¿Cómo te ha ido en tus primeros días? ¿Te has adaptado bien?
—Sí, muy bien, gracias —le respondió con cautela.
—Me alegra escuchar eso. ¡Hice el desayuno! Emparedados de jamón y tomate. ¿Quieren uno?
—Eres muy amable —comentó Suzane—, pero Luke y yo acabamos de desayunar.
—Oh... entiendo —susurró con pesar la Nosferatis, agachando la cabeza. Al parecer no se esperaba eso, y eso la desanimaba un poco—. Es una lástima...
—Pero creo que el nuevo novato, que no soy yo, no ha comido, Jolly —añadió Luke, mientras seguía acariciando a Chica.
—No, descuiden —contestó Cedric apresuradamente, agitando sus manos—. No es necesario, no quiero ser una molestia...
Él decía eso, pero lo cierto es que el rostro de Jolly casi se iluminó al oírlo.
—¡No eres para nada una molestia, Cedric! —Se acercó, buscando dentro de la canasta uno de los emparedados, para luego extendérselo—. Fui yo quien me entusiasmé de más haciendo sándwiches en la mañana, después de todo es la primera vez que me asignan a algo así y... por favor, tómalo.
Cedric observó el emparedado que le extendía. Estaba delicadamente envuelto en una servilleta color azul con flores rosadas. ¿Se había levantado temprano a preparar todo eso? Desde su atuendo hasta esa canasta, parecía más como si fuera a ir a un día de campo. Pero eso no tenía por qué ser algo incorrecto; sencillamente la oficial era de una personalidad bastante amable, como no él estaba acostumbrado a conocer.
—Gracias —susurró despacio, y tomó el emparedado con cuidado, para luego desenvolverlo. Sin embargo, antes de morderlo, echó un vistazo a eso que traía consigo la Nosferatis en su espalda—. Disculpe, Oficial Williams, pero, ¿ese es acaso el cañón portátil del que hablaba el señor Wallace el otro día?
Señaló entonces con un dedo a tan singular objeto que traía consigo.
—Ah, sí —contestó la oficial, mirando sobre su hombro a lo que él señalaba—. Ésta es en efecto Holy Molly. No, no se llama así, es sólo el nombre que le puse, porque "cañón portable" es demasiado frívolo para mí. De todas formas mi hermano aún no le pone un nombre fijo. —La hizo entonces hacia adelante, enseñando los detalles de dicha arma. Viéndolo bien, más que un cañón asemejaba más a un rifle de gran tamaño en su forma y proporciones, a excepción del cañón que era más ancho incluso en lo proporcional—. No es algo que pueda usar con ligereza. Debe ser sólo cuando sea necesario.
Le creía, sin duda. Wallace había mencionado el otro día su potencia... ¿qué había dicho?, ¿tan fuerte como veinte escopetas? Quizás era una exageración, pero sí que se veía pesada y difícil de manejar. Incluso para la fuerza de un Nosferatis, le sorprendía lo fácil que la movía.
—No lo tomes a mal, pero aun no entiendo cómo un cañón portátil como ese puede ser funcional en una misión como ésta —comentó Suzane, reflexiva—. Siempre me ha parecido algo intimidante; espero que no tengamos que usarlo.
—Sí, yo también lo espero —murmuró Jolly, tomando un semblante bastante serio, considerando que se trataba de ella.
—¡Chica! —se escuchó como sonaba de nuevo el extraño ser en las manos de Luke, rompiendo ese aire denso que se había formado. Jolly volvió a sonreír como antes.
—¿Tú también quieres un emparedado, Chica? —murmuró la oficial, y entonces sacó otro de la canasta y se lo extendió—. Toma.
—¡Chiiii...! —El ser gelatinoso comenzó a temblar, y de la nada se escapó de los dedos de Luke y se lanzó directo hacia Jolly—. ¡Ca!
Chica cruzó el aire en un parpadeo, cayendo directo en el escote del vestido de Jolly, e introduciéndose en él de manera escurridiza.
—¡KYAAH! —lanzó la víctima de tan repentino y escabroso acto. Comenzó a agitarse, haciendo ademanes de querer quitársela, pero tenía las manos ocupadas con la canasta y su arma, por lo que le era imposible oponer mucha resistencia.
Por su lado, tanto Luke como Cedric se sobresaltaron alterados ante tal escena.
—¡Oficial Williams! —soltó Cedric, incrédulo, viendo como la criatura se movía por debajo de su vestido por el área de su busto, lo que terminaba haciendo una escena bastante difícil de ver... y de ignorar.
—¡Chica!, ¡no! —exclamó Luke alarmado, y de inmediato se le aproximó a Jolly, con la clara intención de sacarla.
—¡Oye!, ¡espera! —soltó Cedric de forma aprehensiva, y rápidamente lo tomó de las manos, antes de que se atreviera siquiera a ponerle una encima a la Nosferatis—. ¡¿Qué crees que haces?!
—Es que Chica es muy escurridiza, y le gustan los sitios cálidos y suaves. Pero le he dicho que no acose a la gente de esta forma, ¡Lo siento, Jolly!
Luke hizo de nuevo el ademán de volver a querer tomarla, pero Cedric lo detuvo de nuevo.
—¡¿Qué piensa hacer acaso?!
—Tengo que sacarla de alguna forma, ¿no?
Bien, en la teoría tenía razón... pero eso implicaba...
Jolly seguía estremeciéndose, totalmente roja. Su escote se movía de un lado a otro, y ella intentaba quitársela, pero seguía siéndole imposible por su situación. El rostro de Cedric también había tomado un intenso tono rojo. Suzane, por su lado, miraba todo desde lejos, sin aparente intención de intervenir.
—¡Q-qué inquieta! ¡Por favor sal de ahí, Chica! —suplicaba Jolly, algo desesperada.
—Permítanme —intervino de pronto Klauss, que se había acercado de la nada al grupo, parándose justo detrás de Jolly sin que ninguno se percatara de su presencia. Antes de que cualquiera pudiera reaccionar o darse cuenta de esto, el detective, con total normalidad, introdujo su mano derecha en el escote de Jolly, abriéndose paso y moviéndose por un par de segundos por él, hasta tomar a la extraña criatura entre sus dedos y sacarla de un fuerte tirón—. Listo, toda tuya, chico.
Arrojó entonces la criatura hacia Luke como una pelota, misma que éste atrapó con sus manos de la misma forma.
—Gracias, Detective Romani. Chica, eres terrible...
—¡Aaah! —exclamó Jolly sorprendida una vez que Chica estuvo afuera y fue consciente de lo ocurrido. Se puso incluso aún más roja de lo que ya estaba, y rápidamente se alejó de Klauss varios pasos, cubriéndose con sus manos de manera instintiva; tal fue su impresión, que no le importó soltar la canasta, e incluso a Holy Molly, que hizo un sonido estridente al caer al suelo—. ¡G-gracias...! Creo...
—De nada, pequeña Jolly —le respondió el Lycanis rubio, guiñándole un ojo.
—¡Detective Romani! —exclamó Cedric de golpe, entre sorprendido y horrorizado—. ¡¿Cómo se atreve?! Eso fue totalmente... ¡Inapropiado!
Klauss bufó con fastidio.
—Oh, vamos, no exageren. Ninguno de ustedes, par de vírgenes, iba a hacerlo, así que alguien tenía que tomar el control de la situación.
—Bueno... quizás... pero...
—Descuida, Cedric —escuchó a Jolly murmurar con voz temblorosa, y sin duda afectada—. Me encuentro bien, no pasó nada...
Se veía que intentaba sonreír como antes, y de seguro dentro de poco podría hacerlo con total naturalidad. Pero mientras eso ocurría, se notaba que tenía que aplicarle un mayor esfuerzo para que sus labios formaran dicho gesto.
—Justo en el momento preciso, ¿no, Romani? —masculló Suzane, acusadora—. Llegas tarde para la misión, pero temprano para meter la mano en un escote.
—Llegué en el momento en el que tenía que llegar, Suzane —señaló Klauss, burlón—. Ni un segundo antes. Buenos días, por cierto, querida compañera; tan hermosa como siempre. ¿Te dije ya el enorme gusto que es tenerte con nosotros?
Suzane se mantuvo estoica ante sus comentarios bulones.
—En fin, ya que todos estamos aquí, creo que es un buen momento para tocar el tema sobre la misión, y... empezarla, si no le molesta, Detective Romani. Digo, siendo usted el oficial a cargo, y teniendo en cuenta que nos ha tenido aquí parados algo de tiempo sin hacer nada de provecho...
—¿Cuál es la prisa, Suzane? Si es tan temprano... —Soltó entonces un fuerte bostezo—. Bueno, ya todos saben los detalles, espero. Hice que nos asignaran dos vehículos; yo llevaré uno y Suzane el otro. Llevamos bastante armamento nuevo que el Señor Wallace nos proporcionó de primera mano, y algunas provisiones. Nuestro primer objetivo es la casa de la Baronesa para recoger a la sierva. Luego de eso nos dirigiremos a una casa de campo en el Distrito Cuatro, la misma donde protegimos a Chad el Soplón cuando éramos novatos, ¿recuerdas Suzane?
—¿Cómo olvidarlo? —murmuró Suzane, con algo de fastidio—. Fueron las 16 horas más insufribles de toda mi carrera.
Klauss continuó.
—Las autoridades locales del Distrito Cuatro ya saben de nuestra presencia, y nos apoyaran con elementos suficientes para la vigilancia y el apoyo. Una vez ahí nos coordinaremos mejor con ellos. Los rumores sobre la testigo, y la ubicación de la casa en la que la tendremos, ya se han esparcido, así que la posibilidad de que recibamos visitas es más que posible.
—¡Todo suena súper divertido! —exclamó Luke con entusiasmo—. ¿No crees Jolly?
—¡Ah! —exclamó Jolly, con una sonrisita de emoción en el rostro; ya se veía más recuperada de la impresión anterior—. Bueno, la verdad...
—Esto no es un juego —soltó Cedric, volteando a ver a Luke con desaprobación, provocando que Jolly cortara lo que fuera que estuviera a punto de responder.
—Cierto, cierto... es una misión importante.
Suzane se acomodó su sombrero, haciéndolo un poco hacia atrás con un dedo.
—Parece ser que ya te hiciste cargo de que las partes cruciales estén enteradas de todo. No tardará en llegar a oídos de la mafia, y por eso tenemos el tiempo contado. Insisto en que deberíamos de apresurarnos.
—Ya, ya, entendido —secundó Romani—. Si nadie tiene más que agregar, vámonos entonces. Suzane, tu novato se va contigo, Jolly y mi novato conmigo. Andando...
Sin más, comenzaron a andar a los vehículos asignados, que ya estaban listos. Jolly se tardó un poco más, ya que tuvo que levantar apresurada su canasta y su arma, pero de inmediato se apuró para alcanzarlos. Una vez que se dividieron en los dos grupos, Cedric se aproximó a Klauss, teniendo ambos a Jolly a sus espaldas; ésta parecía querer deliberadamente mantenerse aún alejada de Klauss.
—Quería comentarles que estuve haciendo un poco de investigación adicional. —Sacó entonces de su abrigo una pequeña libreta con sus anotaciones—. Intenté buscar un motivo por el cual un jefe de la mafia como Serge Karllone, podría querer muerto al Barón...
—¿No te dije el otro día que sólo podría ser por un motivo? —interrumpió Klauss, aparentemente sin interés en lo que le decía.
—Sí, lo sé, pero el perfil del Barón Montallo no concuerda con el tipo de noble que estaría involucrado en negocios de ese tipo. Busqué si había alguna otra conexión entre Karllone y él, y encontré que ambos estudiaron juntos en la misma escuela, compartiendo varias clases. Me atrevería a decir que incluso podrían haber sido amigos de la infancia.
—Bien, felicidades —le contestó, sarcástico—. Descubriste algo que ya todos sabíamos. Suzane me lo informó ayer, y ciertamente no significa nada por sí solo. El que hayan sido amigos o lo que sea, no es motivo para que lo haya asesinado. Sin embargo, sí hace más probable que en efecto hayan trabajado juntos, como bien he dicho repetidas veces.
Cedric se desanimó un poco al escucharlo decir eso. Pensaba haber descubierto algo importante, pero al parecer le había ganado un poco su ego al suponer que podría saber más que Detectives de Primer Grado; especialmente considerando que era nuevo en ese distrito.
—Ya no te rompas la cabeza —prosiguió Klauss—. La explicación lógica casi siempre es la correcta. No todo es una complicada conspiración. ¿Cierto, Jolly? Dile, tú lo sabes bien. Serás Detective muy pronto, y de seguro serás mejor que éste flacucho.
Jolly miró con detenimiento a Cedric, que ahora se encontraba cabizbajo, guardando de nuevo su libreta en su abrigo. Klauss a veces era demasiado directo al decir las cosas, incluso aquellas que podrían llegar a lastimar a otros.
—Claro, casi siempre —respondió sonriente—. Aunque muchas veces hay explicaciones lógicas en las que uno no piensa, tan lógicas como la más fácil. Yo pienso que no hay que descartar ninguna posibilidad, por más loca que sea, mientras las pruebas no la contradigan.
Klauss la miró sobre su hombro, aparentemente algo dudoso de cómo tomar dicho comentario.
—Sí... como sea, si Karllone lo mandó a matar, les aseguro que no fue por una rencilla de preparatoria. Además, da igual. Cuando atrapemos al Cráneo, él nos dirá todo lo que queremos saber.
Klauss se subió al asiento del piloto de un salto, y encendió el vehículo justo después. Antes de subirse, Cedric se dirigió a la parte trasera, para abrirle la puerta a Jolly.
—Gracias por apoyarme, oficial Williams —murmuró despacio, sin voltear a verla. Ella le sonrió de nuevo.
—Por nada Cedric, ¡sólo dije lo que pensaba!
Jolly subió primero a Holy Molly en la parte trasera, y luego su canasta. Antes de subirse ella, sin embargo, vio por el rabillo del ojo un costado del vehículo, en el frente de éste, y notó unas letras metálicas que sobresalían de la carrocería.
—Mira, ¿viste? —señaló hacia las letras con un dedo, obligando a Cedric a mirar en esa dirección. Entendió de inmediato qué era lo que quería que viera; las letras mostraban en puras mayúsculas una sola palabra: HELSUNG—. Qué coincidencia, ¿no crees?
Cedric guardó silencio unos momentos, algo dudoso sobre cómo responderle.
—Sí... coincidencia...
Cerró con delicadeza la puerta detrás de ella, una vez que se subió. Sin embargo, luego de hacerlo se quedó unos momentos ahí, con sus manos aún contra la puerta. La miró de reojo, y por un instante a Jolly le pareció percibir que tenía la intención de decirle o preguntarle algo, pero al final no dijo nada, y en su lugar se dirigió al asiento del copiloto en la parte de enfrente. Jolly lo miró confundida, preguntándose si acaso se había sobrepasado con su pequeño comentario.
Ambos vehículos salieron del garaje un rato después, dirigiéndose a la par a la Mansión de los Montallo.
Y así comenzaba esa simple, pero importante misión...
FIN DEL CAPÍTULO 05
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