prologue
Lorelei termino de arrullar a su hijo: Evan Black, dejándolo en su cuna completamente dormido.
La casa de lo Garroway se encontraba protegida por hechizos de magia oscura y líneas ley que fueron puestas por su padre, si alguien enemigo intentaba traspasar aquellas barreras terminaría con cierto grado de calcinación.
Escucho un ruido en el piso de abajo al igual que unas pisadas apresuradas. Hizo un hechizo de ocultamiento sobre la cuna de su hijo para protegerlo.
La puerta de la habitación del menor se abrió dejando ver a Leonard acompañado de Sirius Black.
— Tengo información acerca de que Peter Pettigrew entregará a los Potter esta noche a Quien No Debe Ser Nombrado — habló Leonard mirando a su hermana.
Ella entendió ese mensaje, las palabras clave siempre fueron parte de su vida.
Se acercó a Sirius tomándolo del rostro, la preocupación inundaba sus ojos.
Él era amigo de James, su mejor amigo casi hermano.
Dejó un beso en los labios de Black antes de poder marcharse.
— Cuida de Evan.
— Lorelei...
Lorelei fue más rápida que Black. Corrió a la puerta cerrándola dejando una runa en el exterior evitando que alguien se atreviera a abrirla, solo un contra hechizo podía hacerlo, para mala suerte de Leonard y Sirius, ella tenía sus varitas.
— ¡Lorelei!
— ¡Tienes que hacer un corte en tu palma para que la cuna vuelva a aparecer, cuídalo por mi!
Lorelei bajo las escaleras de la mansión Garroway, tomó su capa negra que descansaba en un perchero ocultando su rostro bajo esta.
Sus pisadas eran firmes y seguras, estaba consciente de a quien se enfrentaría esa noche, pero siendo sinceros, no era la primera vez que se enfrentaba a Lord Voldemort.
Estuvo en sus filas desde quinto año, ganándose su confianza, siendo la mejor en todo incluso mejor que la propia Bellatrix Lestrange.
Cuando se escucharon los rumores de su relación con Sirius Black, la tacharon de una traidora, pero nuevamente Lorelei logró ganarse la confianza de Tom. Argumentó que sería la ocasión perfecta para conseguir información de Dumbledore y sus movimientos algo que uso a su favor en más de una ocasión.
Ahora estaba allí, en Godric Hollow, a punto de convertirse en la traidora que siempre vieron.
Espero hasta ver cómo James y Lily salían de la casa con un pequeño Harry en brazos.
Tomó una gran bocanada de aire esperando su muerte.
Estaba sentada en la habitación de Harry, con el pequeño de juguete que había modificado.
Escucho como la puerta de abajo se abría. Canto levemente una canción de cuna atrayendo consigo al monstruo debajo de la cama.
La puerta se abrió dejando ver al hombre que la torturo durante días en sus sueños, aquel que esperaba que fuera igual a todos sus discípulos.
— Entrégame al niño y nadie morirá esta noche. — ordenó Lord Voldemort.
— Nadie ha excepción de mi hijo ¿verdad? — preguntó Lorelei con un chillido en su voz.
— ¡Entrégalo!
Lorelei se levantó de la silla, dejando que su capa negra cayera al suelo revelando su cabellera rubia y esbelta figura.
Vestía un vestido en color verde esmeralda, algo bastante teatral a decir verdad. Pero siendo sinceros, Lorelei Garroway no se iría de este mundo sin vestir se manera extravagante.
— Lorelei.
— En carne y hueso, mi señor — mintió haciendo un reverencia. — Engañe a los Potter diciéndoles que cuidaría al niño esta noche, Peter me dijo que le daría la dirección.
El hombre bajo su varita con una sonrisa triunfante. Aquella chiquilla en apuros, aquella chiquilla que todos pensaban era un dolor de cabeza. Una traidora.
Es en realidad su más fiel sirviente.
— Entrégamelo, Lorelei.
Voldemort mantenía sus brazos extendidos esperando al niño prometido.
Al niño maldito.
Lorelei mantenía una sonrisa en su rostro. Cualquiera que viera aquella escena creería en realidad que ella es una traidora, que se ha convertido en la traidora numero uno de la Orden del Fenix.
Al estar a escasos centímetros de Voldemort. Soltó al bebé haciéndolo caer al suelo, el chillido dentro del bebé se escuchó.
Voldemort miró a Lorelei al descubrir la traición.
— Mentiste.
— Está noche es tu última, Tom.
La varita de Lorelei fue más rápida, atacó a Voldemort con un crucio primero causando que uno de sus mechones de cabello se volviera platinado completamente.
Era la oscuridad dentro de ella apoderándose de su cuerpo.
Voldemort al recomponerse, levantó su varita dispuesto a atacarla, al igual que ella.
Los hechizos se fusionaron causando un colapso en ambos.
Lorelei sentía un millón de cortes en su cuerpo, la sangre manchaba el suelo de madera de la casa. Sus párpados pesaban y sentir un frío recorrer su cuerpo.
Antes de cerrar los ojos pensó en su hijo, Evan. La luz de sus ojos no lo vería a crecer, tampoco lo vería caminar.
Pensó en su hermano, aquel hombre valiente que se dedicó fielmente a cuidarla y ver que nada le faltara, ahora él podía seguir con su vida.
En su padre, el hombre que protegió su hogar, que luchó hasta el final. Saludaría a sus madre por él en la tierra de la Paz.
Y pensó en su gran amor, Sirius Black. El amor de su vida, esperaba que él llorara su muerte, que gritara y dejara salir su dolor, pero después se recompusiera y siguiera adelante por el pequeño fruto de su amor que aún les quedaba.
Lorelei cerró sus ojos para nunca más abrirlos aquella noche.
Aquella noche el mundo conocería a Lorelei Garroway de Black como la salvadora del mundo mágico. Tuvo que morir para que fuera absuelta de los pecados que no cometió.
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