Capítulo 18: De la sartén al fuego
Transcurrieron los días, y las heridas de Jeremías fueron mejorando. Encerrados y pasando tanto tiempo juntos, se fue creando un mayor vínculo entre Jeremías y Rafaela. La tensión se había ido relajando entre bromas y sonrisas, y cuando se quedaban largos ratos hablando, comentando cualquier cosa o metiéndose el uno con el otro riendo, parecían algo más que viejos amigos, aunque no se dieran cuenta de ello. Había una especie de química impalpable, algo especial en las miradas que cruzaban sin darse cuenta y sin admitirlo. El que peor llevaba el encierro era Thor, que daba interminables vueltas por el patio y el interior de la casa, necesitando hacer ejercicio.
Aquellos días fueron como un sueño con un filtro dorado. Y como tal, pasaron sin sentirlo. Se habían relajado con todo, pues la organización no daba ninguna señal de vida; ni siquiera vieron agentes vigilando la casa y no parecía haber ningún peligro. Así que cuando Jeremías estuvo mejor y ya podía andar empezaron a salir normalmente.
—Creo que debería pasarme por la Agencia —dijo.
Rafaela asintió con la cabeza sin decir nada.
—Hay muchas cosas que mirar y organizar, además de que tengo que hablar con el jefe.
—Sí, claro. Yo también tengo cosas que hacer.
—Posiblemente me pase por aquí mañana, dormiré en mi apartamento. Disfruta de que te has librado de los agentes alimaña —bromeó, y Rafaela se rio inevitablemente con él. Aunque también pensó que iba a estar bastante sola sin la compañía del chico, a la que había terminado por acostumbrarse.
Jeremías recogió algunas de sus cosas y ropa, que estaban desperdigadas por todas partes, metiéndolas en su bolsa. Se la colgó al hombro y fue hacia la puerta.
—Hasta mañana entonces. No hagas ninguna barbaridad —dijo.
—Suerte, soldado, que no te coja el enemigo —respondió Rafaela en el mismo tono.
Y tras mirarse sonriendo, Jeremías salió por la puerta y Rafaela quedó sola en el salón. Estuvo un momento mirando por la ventana, como abstraída, hasta que se levantó y puso música. Moviéndose al ritmo de las canciones se dispuso a limpiar la casa, mientras Fabi observaba sus movimientos atentamente.
***
Jeremías volvía a caminar por las mismas calles, rumbo a la Agencia Punto Azul. Caminaba más despacio que de costumbre, ya que apenas se había recuperado de su lesión, y aún conservaba marcas por todo el cuerpo, incluyendo un corte en la cara. Los días de septiembre empezaban a asomar, con ese ambiente especial del final del verano, en el que todo parece plácido y tranquilamente perfecto. Se había permitido olvidar la misión por unos instantes. Simplemente disfrutar como si nada pasara, mientras estaba en casa de Rafaela, contagiándose de la alegría innata de la chica. Y ahora, mientras caminaba por una alameda al resol que se colaba por las hojas, repasaba mentalmente eso.
Le vino el recuerdo de estar cerca de ella, tan cerca que se perdía en su mirada, tan cerca que en un instante sus labios se tocaron. «¿Qué carajo te pasa?», pensó de pronto, interrumpiendo sus recuerdos. Se encontraba en medio de una misión difícil, y en vez de estar pensando en todo lo que tenía que hacer en la agencia estaba recordando los ojos y la boca de Rafaela. Apartó esos pensamientos de su cabeza, para centrarse en otras cosas. Iba mirando al suelo y a sus deportivas, y sin darse cuenta pronto estuvo en la calle que le era tan familiar.
Le resultó muy tentador pasar a la cafetería a por un buen café, pero pensó que ya tendría tiempo para eso. Llamó a la puerta pequeña y cochambrosa, dando tres toques cortos y dos largos. Se abrió la ventanilla.
—Jaque mate —dijo él automáticamente.
—Te has quedado atrasado, ahora es enroque —masculló la voz al otro lado, mientras se descorrían los cerrojos y abría la puerta, dejando ver al celador menudo y moreno.
—Buenos días, Juan —saludó Jeremías.
—¡Jesús María y José! Te han jodido a base de bien, chico —exclamó este al verle la cara.
—Bah, no es para tanto —replicó Jeremías entrando a la sala principal.
—Si buscas a la Norita se ha ido hace un rato a no sé qué cosa, puedes preguntarle a Larussa.
Así que dejando al celador en su sitio, Jeremías fue a la oficina donde estaba Larussa.
—Vaya, Jeremías. Es una alegría volver a verte entero —saludó afablemente la mujer.
—Lo mismo digo. ¿Está Jef?
—Sí, creo que le va a gustar verte. Últimamente estaba dando vueltas como animal enjaulado.
—Vale, gracias.
Jeremías llamó al despacho, y abrió la puerta sin esperar respuesta, sacándole una expresión de sorpresa a su jefe. «Como diga otro Jesús, María y José...» pensó Jeremías. Pero no dijo nada de eso.
—Jeremías. Qué sorpresa.
—Buenos días. He pensado que quizá debería pasarme por aquí.
—Has hecho bien, siéntate. Me alegro de verte.
Jeremías tomó asiento en una de las sillas frente al escritorio, y echó un rápido vistazo a la estancia, llena de archivadores, carpetas y montones de papeles.
—¿Hay algo nuevo? —preguntó el agente.
El jefe se pasó una mano por la cabeza, en la que el pelo brillaba por su ausencia, gesto que repetía siempre que tenía algún asunto que tratar.
—Me temo que nos hemos metido en una ciénaga con los ojos vendados —dijo.
Jeremías pensó que no podía haber mejores palabras para describirlo.
—Como sabes, hice que Nora se metiera en la misión de investigar, y desde lo que te pasó, creo que las cosas pueden complicarse. Así que creo que tendríamos que ocuparnos más en esto. Pondremos otros agentes en la tarea y vigilaremos más, por si acaso.
El agente asentía y escuchaba en silencio.
—Claro que no sabemos nada. No sé si es algo real y más grande y peligroso de lo que podemos imaginar, o algo que puede quedar en simple humo. Quizás algo que deberíamos dejar ir.
—Hay que conseguir cabos de los que poder tirar.
***
Rafaela había salido de su casa, después de haberlo dejado todo organizado, para ir a comprar. Después de cerrar la puerta con dos vueltas de llave, echó una mirada a cada lado de la calle. No había nadie, salvo una vieja con su perro de lanas doblando la esquina. Echó a andar a pasos largos y seguros con sus zapatillas de lona, llevando su bolso de tela colgado del hombro y el largo pelo castaño rojizo en una trenza. Todo iba bien, no había habido señales de peligro en los últimos días, y Jeremías y ella habían estado maravillosamente. Ojalá siguiera así.
Con esos pensamientos iba cuando una furgoneta giró en la esquina que ella iba a cruzar, tan rápido que apenas le dio tiempo a subir a la acera. Ir abstraída en sus cosas un día iba a costarle caro, así que se puso alerta. Cuando cruzó la calle sintió, más que vio, movimiento de alguien que iba detrás de ella. Aceleró el paso. Llegó rápidamente a la siguiente esquina, y al doblarla, vio la furgoneta que casi la atropella. Automáticamente sintió que algo no iba bien, y se dispararon todas sus alarmas cuando tres hombres de negro se bajaron del vehículo y le cortaron el paso. Se giró y detrás de ella había otro.
—Mierda —murmuró.
Sin pensarlo, saltó sobre el capó de un coche que había aparcado y echó a correr. Corrió con toda la velocidad que podía, que no era poca; sus piernas siempre habían sido buenas para moverse. El corazón le latía a cien por hora y sintió la adrenalina por todo el cuerpo cuando vio que la perseguían de cerca. Pero le volvieron a cerrar el paso, y antes de poder escapar dos de ellos se le tiraron encima. Se revolvió y consiguió que uno de ellos perdiera el equilibrio, pero el otro la agarró por detrás con demasiada fuerza. Con un grito de furia contenida, le lanzó una patada por detrás directa a la entrepierna; el hombre soltó un gemido de dolor y aflojó un poco el agarre. Rafaela le soltó un codazo debajo del esternón antes de escapar; pero para ese entonces los otros tres ya estaban allí lanzándose a por ella. Rápidamente intentó pensar en algo. En el bolso no llevaba nada útil; ni siquiera una navaja. Solo el dinero, el móvil, unas cuantas cosas más, y unos tacones que se quitó aquella vez...; sin pensarlo, los cogió, diciéndose que por fin aquél calzado endemoniadamente inútil iba a servir de algo, y se lo lanzó al primero. Con tan buena puntería, que el tacón le dio en todo el ojo, sacándole un grito dolorido. Los otros se lanzaron a la vez a por ella.
Se revolvía desesperadamente, repartiendo patadas furiosas y certeras, que ya habían jodido a sus atacantes. Cuando uno de ellos le puso una mano en la boca, ella lo mordió con tanta fuerza que la tuvo que soltar sangrando y maldiciendo.
Pero al final, de un segundo a otro, la tuvieron inmovilizada; uno le sujetaba las manos por detrás y otro la tenía cogida del pelo, mientras el tercero la amordazaba. Le pusieron un pañuelo tapándole la boca y la nariz, y Rafaela sintió un olor penetrante. Pensó que era cloroformo, o quizás sería otra droga o sedante, porque tras un par de minutos inhalando el maldito olor, sintió mareos y se le nubló la vista, hasta que todo se hizo negro y cayó como un fardo en los brazos de los hombres. Fue arrastrada hasta la furgoneta, donde la dejaron en el suelo fuertemente atada, sin quitarle el pañuelo de la boca para mantenerla dormida.
No pudo sentir nada; de cómo iba la furgoneta entre las calles, sorteando coches, alejándose cada vez más y más, yendo hacia lo desconocido, abandonando su casa, a Thor, a Jeremías. Estaba totalmente a merced de sus captores.
Durante la lucha a Rafaela se le había caído el móvil al borde de la acera, y nadie pudo oírlo ni responder cuando el timbre de llamada empezó a sonar mientras el nombre de Jeremías aparecía en la pantalla.
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
HAN SIDO SIGLOS, LO SÉ. Pero ya ha pasado mi descanso de... eh ¿cinco meses? Y tamoh de vueltaaaa. He aprovechado mi convalecencia de enferma para ponerme a escribir, y me he superado a mí misma, mucho. EL HYPE AAAAAA.
Venga esos comentarios, ¿qué os ha parecido el capítulo? ¿Qué creéis que va a pasaaar?
Nuestra Rafaela, wey ;-;
Comentario que tengo que añadir: Lyra, lo de tirarles el tacón es por ti AJAJSJJ.
Como nunca recuerdo qué tenía que decir en la nota, es mejor que me vaya antes de que empiece a decir cosas sin sentido o a convulsionar por la que se viene. Porque si este capítulo es de la sartén al fuego, ¿lo siguiente es el infierno? Ok no. (pero oksí jaja).
Muchas gracias por leer, votar, comentar, y seguir ahí :D. Os amooo <3
¡Nos vemos en el siguiente capítulo!
(que será más pronto que tarde)
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