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Capítulo 10: El comienzo de un día agitado


Cuando vio la hora al despertar, Rafaela saltó de la cama sobresaltada. En seguida sintió como cien taladros dentro de su cabeza, y se pasó la mano por el pelo mientras emitía un sordo gruñido. Por la noche apenas había acertado a quitarse el vestido y caer en la cama, de lo dormida que estaba. Se puso apresuradamente unas chanclas y fue hacia el patio, a ver a Thor. El pobre animal llevaba sin saber de ella desde la tarde anterior, y hacía tiempo que quería su desayuno.

—Buenos días, ¿qué tal has estado, grandullón? —lo saludó la chica, poniéndole una mano sobre el lomo. El toro la miraba como si de verdad entendiera lo que le decía, y disfrutaba de sus caricias cariñosas. Acercó su cabeza hacia ella, dándole un empujón. —¡Ey! Yo también te quiero —dijo riendo, y cogiéndolo suavemente por los cuernos para que no le dieran.

Entonces la chica retrocedió, y el toro avanzó hacia ella, comenzando a jugar. Ella lo esquivaba, él la buscaba y le daba con el hocico mientras lanzaba pequeños resoplidos y ella reía. Aunque era una bestia de quinientos kilos y de ciento treinta centímetros, con unos cuernos que fácilmente atravesarían cualquier cosa, tanto la chica como el animal se comportaban como cachorros. Algo que a cualquier persona le habría parecido una locura.

—¿Quieres desayunar? ¿Sí? Yo también —dijo entonces Rafaela—. No te quejes, que anoche te dejé cena especial. Bueno, sí, ya voy, pero quítate de en medio que pueda coger el saco. —Mientras seguía hablando iba haciendo cosas, como abrir el sitio donde guardaba las cosas del toro y sacar el saco de pienso, que le echó en el comedero. El animal se dirigió a comer, y entretanto ella le añadió más cosas como verduras frescas o legumbres.

Después de haber servido a Thor, Rafaela entró de nuevo en su casa. Se lavó las manos, que siempre terminaban sucias de tocar al animal, y sacó un tazón, la leche y los cereales. Luego, abasteció a la gallina Fabi con su pequeño bol de comida. Ya todos desayunando, Rafaela divagaba entre cucharada y cucharada de cereales, recordando la noche anterior.

—¿Sabes qué? —le dijo a la nada, o a la gallina que picoteaba desde su nido en el frigorífico—. Si toda esta historia sigue así, podría sacar una película o un libro y hacerme rica. La chica perseguida por los mafiosos, aparece un espía de la nada que va contra ellos y evita que la rapten y roben al toro; yo creo que todo es un sueño, o la invención de un loco. ¿Y si Jeremías está loco? Aunque no lo creo, pero todo esto es raro.

Algo interrumpió sus sinsentidos y divagues matutinos: el timbre de su teléfono móvil. Pensando un: «¿quién carajos llamará?», se levantó a buscarlo. Cosa que fue difícil, pues estaba enterrado entre los cojines del sofá. El sonido estaba a punto de apagarse cuando por fin lo tuvo entre sus manos, viendo un número desconocido; de pronto una duda apareció por su mente. ¿Debería cogerlo? Con gesto inconsciente se mordió el labio inferior, y terminó deslizando su dedo para aceptar la llamada.

Antes de que dijera nada, escuchó una voz al otro lado:

—¿Rafaela?

La voz de Jeremías, con timbres de barítono, fue reconocida en seguida por ella.

—¡Jeremías! ¿Pero qué mierda...? ¿Cómo tienes mi número?

—Eso ahora da igual —respondió él al otro lado. Como siempre, omitía las respuestas a ese tipo de preguntas—. Es posible que no vaya hoy por ahí, he encontrado algo importante y tengo que averiguar cosas desde la Agencia. No salgas de casa.

—¡Pero Thor tiene que dar un paseo!

—¡Que dé vueltas por el salón! ¿No te das cuenta de que os pueden raptar a ambos?

—¿Pero y a qué tanto drama ahora? ¿Qué has encontrado?

—Luego hablaremos. Ten cuidado, Rafaela, y no hagas estupideces.

Un pitido indicó que había colgado.

—¡Estupideces! ¿Quién se cree que soy? —refunfuñó Rafaela.


***

Esa mañana Jeremías había despertado con una llamada. Era de Nora, diciéndole que fuese a la Agencia. Rápidamente se puso unos pantalones vaqueros, sus deportivas y una camisa cualquiera, informal. En diez minutos estaba en la calle de la cafetería acogedora, llena de bombillas antiguas, libros y olor a café. Nora lo esperaba ahí. Se sentaron en una mesa, él con un café oscuro como desayuno y ella con otro que era más leche y azúcar que otra cosa.

—Tienes cara de sueño —comentó la mujer. Hoy iba con un mono vaquero y una blusa blanca, que le quedaban bien, junto a su pelo negro recogido en una trenza. Su piel oscura contrastaba con los dientes blancos que asomaban tras su sonrisa.

—Ayer llegué a casa a las cuatro y media de la madrugada —replicó él, encogiéndose de hombros. Estaba acostumbrado a horarios irregulares, sobre todo en medio de una misión.

—Bueno, 007, de eso venimos a tratar —le dijo ella, llamándolo 007 como broma cariñosa que tenían.

—¿Qué tienes para mí, agente 008? —replicó Jeremías, sin poder evitar una pequeña sonrisa de medio lado.

Jef me mandó un trabajo relacionado con el tuyo. Averiguar cosas de esa organización. Así que te voy ayudar. —Muchas veces llamaban "Jef" al jefe, de confianza.

—Lo estaba necesitando.

—Lo sé, Kere, siempre necesitas a quien está sacando información mientras tú haces de James Bond. ¡Así que vengo a salvarte la vida!

Kere hizo gesto de rodar los ojos, negando divertido.

—Siempre igual, lorita parlanchina. ¿Has encontrado algo?

—Claro que sí, yo siempre encuentro cosas —respondió ella. Y dejándolo en suspenso, se dedicó a sacar un portátil con el símbolo de la Agencia Punto Azul, en el cual comenzó a buscar ciertas cosas.

Jeremías le dejó hacer, paseando la mirada por el local. No era muy grande, tenía en cada pared estanterías de madera vieja llenas de libros. La mayoría de ellos los traía la gente, iban y venían, y eran parte de la esencia de ese sitio. Eso y la luz de las bombillas, con ese tinte amarillento y cálido y ese aspecto vintage encantador. Otra cosa que encantaba a Jeremías era el olor a café que flotaba constantemente en el ambiente, de cuando molían los granos directamente, los pasaban por cafeteras y hacían la bebida. Dio un trago a su taza, el café negro inundando sus sentidos.

Nora levantó la mirada, de ojos traviesos.

—¿Sabes que hace como un año hubo un caso de gran escándalo? Un señor famoso trajo un rinoceronte para un zoológico, y lo robaron. Nadie supo cómo, y eso que no fue algo discreto, sino que se encargaron de dejar bien patente que lo habían robado, incluso se comunicaron con el dueño del rinoceronte y el zoológico. Pero no hubo rastros y jamás encontraron al ladrón ni al rinoceronte.

—Algo me suena. ¿Qué tiene eso que ver?

—Seguro fue la organización que buscamos la que hizo eso.

—Sí, posiblemente, ¿pero a dónde quieres ir? ¿Qué importa lo que hicieran hace casi dos años?

—Vamos a ver, Kere, ¿es que no has visto películas ni leído a Sherlock Holmes? ¡Se trata de saber cómo actúan! Averiguando cómo hicieron otras cosas, podemos adivinar qué métodos seguirán. El que trajo el rinoceronte que fue robado se llama Vicente Vilaró. Es un tipo que anda trapicheando con animales exóticos.

—¡Espera! —saltó Jeremías, recordando—. Vicente Vilaró estaba en la cena de anoche, en casa del señor Gorrender.

Nora asintió lentamente.

—En la cena del señor Gorrender. Ahí había mucha gente propietaria de animales medio raros, desde aficionados a las cacatúas del trópico o dueños de zoológicos privados, hasta algunos casuales que tienen un animal rescatado... como Rafaela Cabreras y su toro.

—Entonces... —Jeremías procesaba la información, y trataba de encajar piezas de un rompecabezas—. ¿Qué relación existe en todo eso?

—No sé nada de Elías Gorrender, qué hace o si oculta algo, ni si tiene relación alguna con la Organización. Lo que sí sé es que muchas víctimas de tal organización encuentran un nexo de unión en Gorrender, en sus fiestas y en su Asociación, la AMAP.

Ambos quedaron en silencio, reflexionando sobre aquello. Los ojos verdes de Jeremías vagaban por el cielo a través de la ventana, mientras pensaba en la organización. En cómo habían metido a Rafaela Cabreras en eso, y en las muchas otras personas que habrían acosado. Podría ser que Elías Gorrender tuviera que ver con aquella Organización, algo muy probable. Le vino a la mente la conversación de aquellos hombres que escuchó la noche anterior, el cómo querían acercarse a Rafaela para amenazarla. Seguramente, después de eso no estarían mucho tiempo parados.

Se dio cuenta de que ellos tendrían que actuar con rapidez, y averiguar todo lo posible respecto a la organización, sus intenciones y movimientos. Y cada vez Rafaela estaba más al borde del peligro. 


BOOM.
Porque se viene un boom. 

¿Qué os ha parecidooo?
Quiero esos comentarios y chismorreos; porque este es el comienzo de un día agitado que va a durar varios capítulos ÑIAJASJASJ.

Aquí hemos pasado desde una tranquila mañana con Rafaela, Thor y Fabi, a Jeremías con Nora... sacando informasión y teorisando. Tengo que decir que la ✨ cafetería ✨ es una fantasía. Y si sigo auto comentando mis capítulos no acabo, así que hacedlo vosotros.

¿Qué puede ocurriiir? 

Lo averiguaremos en los próximos capítulos >:3.

Os adoroooooooo <3


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