Prólogo
Llegamos a mi departamento cerca de las 3:00 a.m., desde que cruzamos esa puerta de ese dichoso salón de fiestas no hemos hecho nada más que pelear y gritar como si estuviéramos solos.
La última pelea antes de subir al auto fue porque le dije — Ya deberíamos irnos, ya es tarde.
Durante todo el camino, la tensión en el aire era palpable y el silencio un acompañante incómodo.
— ¡Alexis, escuchame! — le grite por enésima vez ésta noche,mientras cerraba la puerta principal de mi departamento.
— ¡No!, no quiero escuchar las mentiras que van a salir de tu boca. — Contraatacó con un tono más elevado.
— ¡Alexis, basta! — hice una pausa mientras me acercaba en su dirección — Mira lo mejor es que descansemos un poco y en la mañana hablamos, ¿Te parece?.
Ni siquiera lo pensó un momento de inmediato respondió — No, ya no hay nada de que hablar esto se acabo.
— Pero... ¿Nuestros planes, las promesas?
— Olvidalo, desde hoy los dos somos libres.— Dijo al tiempo que caminaba en dirección a la habitación.
—¿Alexis? — se detuvo antes de cruzar la puerta, pero no me miró. — Cuando juramos estar siempre juntos y que te amaria hasta la muerte, hablaba en serio.
Se quedo inmóvil en el umbral de la puerta por un momento y al final añadió — Yo también... — dijo en un susurro apenas audible — Pero hoy creo que esto se acabo.
Sin decir más entró y cerró la puerta de la habitación dejándome en medio de la oscuridad que reinaba en esas cuatro paredes.
Años atrás.
— Te amo — dije después de darle un corto beso en los labios.
—Y yo a tí. — Respondió con una gran sonrisa.
— Tengo algo que decirte — hice una pausa para que respondiera algo, pero no lo hizo así que continúe hablando — Hoy quiero hacer un juramento. Hoy juro por mi vida que te amo y quiero que sepas que siempre vamos a estar juntos y te seguiré amando hasta la muerte.
— Yo también juro por mi vida que nunca me voy a ir de tu lado, te amo tanto.— Dicho esto se acercó para sellar nuestro juramento con un beso.
Porque cuando construyes un muro de felicidad que crees que nadie podrá derribar, llega el egoísmo, para derribarlo desde los cimientos.
—Yo nunca rompere un promesa.
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