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Capítulo 19

Lucien levantó la mirada cuando sintió las puertas del ascensor abrirse. Allí estaba ella. Se levantó del suelo como impulsado por un resorte y se acercó a Meg, intentando encontrar las palabras correctas y mirándola a los ojos como quien intenta leer en ellos la razón de su extraño comportamiento. Le sorprendió cuando ella lo abrazó con lágrimas en los ojos… Estaba preparado para sus recriminaciones, pero no para su amor sin que mediaran explicaciones.

―Lo siento ―susurró ella contra su pecho.

―¿Sucedió algo con los bebés? ―Estaba asustado ante su reacción y tenía miedo.

―No, no. ―Ella se enjugó las lágrimas e intentó sonreír para quitarle esa idea de la cabeza―. Todo está bien con ellos. Mejor entremos, por favor.

Lucien se sintió más a gusto dentro del departamento, pero aún no sabía qué pensar. Se acercó a ella y la tomó por lo hombros para mirarla a los ojos.

―Siento lo que sucedió con la premier. Fui un completo estúpido al no responder a la pregunta de la manera que merecías, pero eso no significa que no te considere la madre de mis hijos ―expresó con voz ahogada.

―Lo sé, Lucien.

―¿Y por qué te fuiste de casa? ―Aquello todavía no lo comprendía.

―Perdóname ―murmuró ella―. Me fui porque desconfié de ti. Me equivoqué mucho cuando creí que no pensabas en mi felicidad.

―Tú eres mi felicidad, así que es imposible que no piense en ti ―le confesó él, todavía sin besarla.

Meg se apartó un poco de él para encontrar valor y confesarle lo que había sucedido: el desafortunado hallazgo que la llevó a una conclusión completamente errada.

―Cuando vi esos documentos ―le explicó―, creí que me habías estado engañado todo este tiempo.

Lágrimas bajaban por sus mejillas y Lucien volvió a aproximarse para enjugarlas y confesarle la verdad.

―¡Oh, Meg, es todo lo contrario! ―exclamó―. El abogado redactó por su cuenta esos documentos que viste en mi despacho, pero cuando me los entregó los rechacé. Debí haberlos destruido pero no imaginé que los encontraras. Me hablaste de adoptar a los bebés, pero yo quería algo distinto para nosotros: que se te reconociera como madre de ellos desde antes de su nacimiento. El abogado ha redactado otro documento, que era una sorpresa para ti —le contó—. Se va a solicitar la rescisión del contrato con lo cual, cuando nazcan los niños, serán inscritos como hijos biológicos de ambos.

―Ya me lo explicaron ―volvió a sonreír, aunque continuaba emocionada―. Mi abogado me llamó esta mañana y tuve una cita con él. ¡Me explicó todo! Espero que el juez lo apruebe.

―Así será. Quería darte la noticia yo, pero no sabía que serían tan ágiles en el proceso. De cualquier forma me alegra que haya sido así: te quitaron una preocupación cuando más lo necesitabas y además, dentro de poco, tendremos la resolución judicial. De haber sabido que estabas pasando por tanta angustia te lo hubiese dicho esa misma noche ―se lamentó―, pero quería que todo estuviera listo y darte la sorpresa. Perdóname.

―No tengo nada que perdonarte, Lucien. Lo has hecho todo bien, fui yo quien no confió en tu amor y me arrepiento de eso.

―Tenías motivos para dudar. En mi afán de ocuparme solo de este asunto te oculté los pasos que estaba dando a favor de nuestra familia. La paternidad en solitario no es lo que deseo. Te amo, Meg, y no concibo mi hogar sin ustedes.

Lucien le enmarcó el rostro con sus manos y le dio un largo beso. Ella lo abrazó, seducida por su embriagador cariño, y por esa sensación de paz que tanto precisaba. Los bebés comenzaron a dar pataditas en su barriga y Meg se separó un poco con una sonrisa.

―Parece que tienen una fiesta dentro ―le dijo a Lucien mientras colocaba su mano sobre el vientre.

―Están felices por nosotros ―apuntó él riendo―. Muy felices al parecer. Eso me recuerda que ya falta menos para la próxima ecografía. Pronto sabremos el sexo de nuestros bebés.

―Dos niños o dos niñas. ¡Tengo mucha curiosidad!

―Yo también. Sé de personas que seleccionan previamente el sexo de los bebés. Para mí no hay preferencia alguna. Lo único que deseo es que sean sanos.

―Para mí tampoco lo hay ―reconoció ella.

―Pidamos algo de comida, no he probado un bocado desde el desayuno y muero de hambre.

―¿Cómo está Verónica?

―Mamá está bien, aunque un poco preocupada por nosotros. Tendré que llamarla para que sepa que todo se solucionó.

―Solo hay algo que me preocupa ―susurró Meg tomando asiento en el sofá―. Es la prensa. El hecho de que se haya filtrado la noticia nos acompañará toda la vida.

Lucien negó con la cabeza.

―La noticia no se filtró. Las personas que lo saben son muy discretas y de nuestra absoluta confianza. Lo que sucedió el día de la premier fue solo una suposición con algo de cierto.

―No comprendo…

―La periodista habló de vientre de alquiler ―le recordó él―, lo cual es totalmente falso. Eso me dio la idea de que no sabía bien de lo que estaba hablando. Si alguno de nuestros amigos hubiese cometido una indiscreción, habría hablado de vientre solidario, no de un negocio entre los dos.

―En eso tienes razón.

―Obviamente a raíz de la fotografía se suscitaron muchas teorías sobre mi paternidad. Hay incluso personas que han dicho que eres una madre soltera y que yo solo me haré cargo de los bebés.

―¡Qué tontería!

―Por experiencia te digo que cuando nazcan los niños y nos vean juntos, todo esto irá pasando.

―Sin embargo, Lucien. ¿Por qué a la periodista se le ocurrió hablar de vientre de alquiler? ¿No era más fácil suponer que habíamos engendrado a los niños por una vía tradicional?

―Por supuesto, e hice mis averiguaciones al respecto. La periodista tuvo una informante, pero se trata de alguien que no sabe realmente lo que sucedió entre nosotros. Solo fue una especulación.

―¿De qué informante hablas? ―Meg necesitaba saber quién había sido tan indiscreto como para hablar de ese asunto sin tener la certeza.

―Fue Tina, mi exnovia ―le confesó―. Un amigo en Nueva York me lo contó.

―¿Tina? ¡Dios mío! ¡La odio! ―exclamó molesta―. ¡Nunca me agradó!

Lucien se echó a reír al apreciarla un tanto disgustada, pero también celosa. Le dio un breve beso en los labios antes de continuar con la seriedad que el asunto merecía.

―Cuando rompimos, Tina sabía de mis planes de buscar un vientre de alquiler para tener un hijo ―le explicó―. Supuso que habías sido tú esa mujer y que nuestra relación era solo una fachada hasta que nacieran los bebés. Obviamente no está informada de lo que sucedió en realidad entre nosotros y yo no pienso decírselo. El tiempo le mostrará cuán equivocada estuvo. Somos una familia, y el mundo lo sabrá muy pronto.

Meg se abrazó a él y descansó la cabeza en su pecho. La dicha inundaba su corazón y estar a su lado se sentía como el paraíso.

Estuvieron juntos toda la tarde: comieron, descansaron un rato en el lecho donde consumaron su amor por primera vez, y se besaron lentamente recuperando el tiempo perdido.

―Volverán a casa, ¿verdad? ―Todavía tenía miedo que le dijera que no.

―Por supuesto que sí ―le contestó ella estrechándolo contra su cuerpo―. Solo tendremos que inventar una excusa para Jude. Le dije que haríamos unas obras en la casa y que por eso nos marchábamos. No tenía corazón para decirle que…

―Nunca nos separaremos ―le interrumpió él con el corazón―. Te lo prometo. Respecto a las reformas, le diremos que están pospuestas.

―Gran idea ―susurró Meg contra sus labios.

Lucien acarició su mejilla, besó el cuello y levantó el vestido para acariciar su ya pronunciado vientre. Le dio un beso en él, que era para sus hijos, y subió por todo su pecho hasta llegar a su boca y apoderarse de ella…

Se separó un poco para recuperar el aliento. Meg pensó que continuarían por ese seductor camino que los llevaba siempre al éxtasis más supremo, pero una pregunta de sus labios la tomó desprevenida:

―¿Vemos una película? ―dijo entre jadeos.

―¿Ahora? ―Meg no creía que fuera el mejor momento.

―Sí, estoy seguro de que te encantará. ―Con una pícara sonrisa la tomó de la mano y la ayudó a incorporar. Salieron al salón y Lucien extrajo de su bolsillo una USB para reproducir la película.

―Espero realmente que esté buena ―lo amenazó ella.

―¡Por supuesto que está buena! ―exclamó―. ¡Aparezco yo!

―Lucien, pero a ti no te gusta ver tus pelis y… ―Un suave beso de él la silenció.

―Espera a ver ―le dijo mirándola a los ojos.

En pantalla apareció la imagen de un Lucien muy joven, en su primer papel para televisión en la serie High School Tears. El personaje dijo un parlamento:

“¡Cielos, necesito una novia! ¿Por qué será tan difícil encontrar a una novia?” ―Meg se rio, porque estaba delgado y parecía casi un niño.

La imagen cambió. Al parecer, se trataba de un collage de varios trabajos del actor. En esta película ya era un hombre, aunque todavía muy joven:

“Brad, estoy enamorado de ella, amigo. Necesito un consejo. Creo que he encontrado a la indicada. Sin embargo, he sido un tonto. No sé cómo decírselo, tal vez es mejor que sigamos solo como amigos. Así no pierdo nada, ¿verdad?” / The hardest game, 2010.

Meg no pudo evitar pensar en los paralelismos entre el cine y su propia vida.

Un nuevo fragmento apareció en pantalla:

“Hay momentos en la vida en la que debes pensar en las cosas importantes, una de esas cosas es formar una familia” / The day I met you, 2015

El corazón de Meg comenzó a latir aprisa, ¿qué estaba planeando Lucien?

“Pensé que solo éramos amigos, pero lo cierto es que estoy enamorado de ti y quiero que seas la madre de mis hijos” / When I found out, 2017.

“Estoy a punto de arriesgar mi vida. ¡Deseánme suerte! / North and South, 2018. Era su última película.

En pantalla apareció Lucien, era un video casero:

“Meg, amor mío. Te he estado buscando toda mi vida, sin darme cuenta de que hacía seis años que te había encontrado ―se notaba nervioso―. Sé que no fui lo suficientemente inteligente para hacerte mi mujer y luego tener hijos, pero la fórmula de la felicidad no es exacta, y nosotros hemos encontrado la nuestra, tan maravillosa como cualquier otra. No pude haber escogido a nadie mejor para formar una familia y lo que más deseo es pasar el resto de mi vida a tu lado. ―El Lucien de la pantalla sacó algo del bolsillo de su chaqueta y lo puso en primer plano. Era una caja roja que albergaba dentro un anillo de compromiso―. ¿Quieres casarte conmigo?”.

Meg se volteó hacia el Lucien real, con lágrimas en sus ojos. Él se había arrodillado y tenía en su mano la misma cajita que aparecía en el video.

―¿Quieres casarte conmigo? ―repitió con una sonrisa y muy emocionado.

Meg asintió, y luego dijo que sí. Las palabras apenas salían de sus labios.

―No te escucho bien, Meg. ―Rio él.

―¡Sí! ―exclamó ella con voz más fuerte.

Lucien se incorporó, colocó el anillo en su dedo con manos temblorosas, y le dio un beso para sellar el compromiso.

―Te amo, Meg ―le confesó cobijándola en sus brazos.

Ella tembló por el cúmulo de sentimientos que se reunían en su pecho. Estaba feliz, sensible, conmovida…

―Yo también te amo, Lucien. ―Y le dio otro beso.

―Pensaba pedírtelo la noche de la premier, cuando regresáramos a casa, pero las cosas no salieron bien. Tal vez debía haberlo hecho, pues nos hubiera ahorrado mucho sufrimiento innecesario. Aunque yo soñaba con que fuera perfecto.

―Fue perfecto. ―Meg aún sonreía y miraba su dedo, engalanado con la joya que simbolizaba tantos sueños de amor.

―Será un compromiso muy corto pues todo está casi listo para la boda. Nos casaremos la semana próxima, si te parece bien.

Meg no cabía de gozo.

―¡Lucien! ―exclamó alegre―. ¿Estás hablando en serio?

―Completamente en serio ―repuso riendo―. Tendrás que avisarles a tus amigas, seguro se pondrán muy felices y nos brindarán una mano, aunque tengo contratados ya a un servicio de decoración.

―¡Lucien has pensado en todo!

―Pienso en nosotros, Meg. ―Él la rodeó con el brazo y le dio un dulce beso en los labios―. Y hay algo más que me gustaría, ahora que vamos a casarnos…

―¿Qué?

―Me gustaría adoptar a Jude ―confesó―. Quiero que sea mi hijo también. Le he preguntado al abogado y el proceso es más sencillo cuando se trata del hijo de tu cónyuge. ¿Te parecería bien?

Los ojos de Meg brillaban emocionados. ¡Nunca pensé que Lucien pudiera darle tantas sorpresas buenas, una tras otra! ¡Ser el padre de su hijo? ¿Acaso no se amaban ya como si lo fueran?

―Por supuesto que estoy de acuerdo, Lucien. Es lo más bonito y generoso que podrías hacer por nosotros.

―Las cosas que se hacen por amor, nos hacen felices. Y yo los amo a los dos. Como podrás darte cuenta, terminaremos este proceso siendo los dos, padres de nuestros tres hijos ―le confesó―. Eso es maravilloso.

―Sin dudas lo es.

A las cuatro de la tarde Bianca llegó acompañada de los niños. Estaba preocupada por Meg, pero al verla con Lucien y tan feliz, supo que todo se había arreglado. Ya tendría tiempo para darle los detalles, ahora bastaba con su sonrisa espléndida y el anillo en su dedo para saber que todo estaba bien. Le dio un abrazo, le susurró un "felicidades" al oído y se marchó para dejarlos a solas.

Jude se abrazó a Lucien en cuanto lo vio. Lo había echado mucho de menos y eso que solo fueron tres días. El actor reciprocó su cariño, pero luego le dijo con mucha seriedad:

―Hay algo que tengo que contarte, amigo.

―¿Qué sucedió?

―Le he propuesto matrimonio a tu madre y ha dicho que sí ―confesó con una sonrisa.

Jude volvió a abrazarlo, estaba muy feliz. Meg le dio un beso y le mostró el anillo.

―¿Estás contento?

―Mucho ―repuso el niño―. Te quiero como si fueras mi papá.

―Y seré legalmente tu papá ―le confesó el actor.

Jude estaba confundido, ¿cómo podía ser posible? 

―Lucien te va a adoptar luego de que nos casemos ―le explicó su madre―. Aunque no es tu padre biológico, en todos estos años ha sido como un padre para ti.

Jude los abrazó a los dos.

―¡Parece Navidad! ―exclamó el niño alegre―. ¡Es el mejor regalo!

Lucien le dio un beso en la cabeza, y miró a Meg. Para ellos también parecía Navidad y la felicidad de constituir una familia no podía compararse con ninguna otra.

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