Rock Springs, Wyoming

La casa rural en donde vivían tres personas se encontraba deteriorada y vieja, por los escasos mantenimientos que eran imposibles de solventarse sin un trabajo estable. Lo poco que sacaban de los animales que criaba el matrimonio con su joven hija, no alcanzaba para todo lo que debían de realizar para poner en buenas condiciones la granja. Y con los productos que vendía el padre, a duras penas llegaban a fin de mes.

Aquella tarde, madre e hija, se encontraban en el pequeño cuarto de la muchacha, terminando de acomodar la maleta de esta última para el viaje que emprendería para un trabajo y futuro mejor. El trabajo escaseaba en el lugar donde vivían y la joven, había sido despedida del puesto de maestra rural por falta de salario.

Sus padres no estaban de acuerdo en que su hija se fuera de la casa en donde siempre había vivido, pero sabían que si quería progresar debían dejar que forjara su propio camino.

―Mamá, una vez que me instale en la ciudad más cercana de aquí, te lo haré saber y si consigo trabajo pronto, ya sabes que la mitad del salario irá para ustedes.

―Solo queremos que estés bien y no deambules por una ciudad que no conoces, cariño.

―Lo sé, pero en algún momento debía animarme a salir de aquí y al no tener trabajo, debo buscarlo en otra parte.

―Ya lo sé... pero no es nada agradable que te vayas ―dijo con una mueca de pesar.

―Estaré bien, no te preocupes por mí. Ya lo hemos hablado bien los tres. No lo hagas más difícil.

―Aunque no me guste nada, sabes que te apoyo y quiero lo mejor para ti.

Ambas se sonrieron y terminaron por empacar lo poco que tenía la joven en su haber.

Aquel mismo día, después de despedirse de sus padres en la estación, tomó el autobús que la dejaría en la ciudad próxima.