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• Parte 6

Poco tiempo después, el hombre se acercó al umbral de la cocina para avisarle a ambas.

—Acabo de hablar con el pediatra, vendrá durante la tarde, la cuidará, ¿verdad? —se refirió a su hija dirigiendo el comentario a la niñera.

—Sí, pero usted lo hará también.

—Tiene el trabajo de niñera, ese es su papel.

—Y el suyo es ser su padre.

—Le pago para que cuide de mi hija.

La joven mujer se hartó de su manera de evadir la situación que estaba atravesando con Felicity, por lo que, dejó lo que estaba haciendo y se dio media vuelta para enfrentarlo.

—Mire, sé bien que me contrató para cuidar de ella y estar el mayor posible con su hija, pero hay otro papel más importante que el de la niñera, y ese es suyo, ser su padre, compartir momentos con ella, crear un vínculo paternal, Felicity necesita eso de usted, más ahora que no se siente bien.

—Pero tengo trabajo que hacer, no puedo descuidarlo.

—Nadie dice que lo tenga que descuidar, pero hay horario para toda clase de cosas, señor Colleman, con un par de horas que pase con ella, no perderá el trabajo, no es de los que trabaja bajo patrón, maneja los horarios cómo más le convenga —expresó con seriedad.

—Usted no me dirá qué hacer con mis horarios, señorita D'Orè —frunció el ceño con enojo—, no se pase de lista porque si quiero la despido, no me interesa que mi hija le haya tomado cariño en tan pocos días, sería una más en la lista de niñeras.

—No pensé que la odiara tanto —admitió con asombro y él se la quedó mirando con algo de confusión—, no hace falta que me despida, me iré ahora mismo, no nos vamos a entender nunca y menos hacerle ver que no es malo acercarse a su hija, sangre de su sangre, la niña no tiene la culpa de parecerse a su madre —declaró y él abrió más los ojos—. Sí, me lo contó Ofelia, porque no podía entender el porqué se comportaba así con su hija, pero tranquilo, señor, no lo molestaré más, solo procure encontrarle una niñera que la quiera de verdad y que sea menos lengua suelta.

La muchacha se alejó de allí para entrar al cuarto que le había sido asignado apenas llegó a la casa y fue Ofelia quien se acercó a su patrón y lo encaró.

—¿La va a dejar irse? —interrogó sorprendida.

—No es mi problema si se ofendió.

—Señor, si deja que se vaya, su hija jamás lo perdonará y si de verdad le importa un poco Felicity, va a tener que ir y hablar con ella para convencerla de que desista con la idea de irse.

—No entiendo el porqué Felicity se aferró tanto a ella siendo que está aquí hace poco más de una semana.

—Porque vio en Orquídea lo que no tenía con las demás niñeras, no se interesa en su padre sino en ella.

Nate se apretó el puente de su nariz sabiendo bien a lo que la cocinera se refería y con un suspiro caminó hacia el dormitorio de la mujer.

Quedó frente a la puerta cerrada y golpeó con suavidad luego de unos segundos en pensar lo que le iba a decir para que no se fuera.

Orquídea no preguntó quien era y abrió la puerta encontrándose con el hombre.

—¿Podemos hablar?

—Por supuesto, ¿quiere pasar?

—Si me lo permite, sí.

La chica se puso a un lado y dejó que entrara para luego cerrar la puerta.

—No tiene porqué irse —le respondió sin vueltas y hasta él se sorprendió con la espontaneidad con la que lo dijo—, mi hija la necesita mucho, después de que pasara por un par de niñeras, con usted se siente cómoda, podemos tener nuestras diferencias con respecto a ella, pero por favor, quédese por el bien de Felicity —expresó con sinceridad— y ante de que me diga algo, le comento que pondré de mi parte para acercarme a ella, sé que no tiene la culpa de lo que usted ya sabe, pero a veces no puedo evitar sentirme reacio a mantener una relación con mi hija.

—Lo entiendo, pero a la vez no, usted también participó en el acto íntimo, es hija suya, aunque tenga rasgos físicos parecidos a su madre, tiene el carácter y la personalidad de su padre, aunque usted no lo quiera ver así.

—Cada tanto me saca de quicio.

—Es lo que hacen los niños, pero con una buena manera de hacerle entender las cosas, será mejor que si la grita a cada rato porque será peor. Y no tolera su forma de ser porque se está viendo reflejado en su hija, los dos tienen carácter fuerte, es normal que choquen, pero usted siendo el adulto puede manejar la situación y tratar de hablar con ella para que sepa que la está escuchando y no ignorarla como casi siempre lo hace.

Nathaniel solo asintió con la cabeza en señal de darle la razón o por lo menos de convencerle lo que le había dicho.

—Comprendo, habiendo aclarado el asunto, ¿tiene intenciones de irse aún?

—No, habiendo visto que ha venido a querer hablar conmigo, me dio a entender también que le importa su hija, más de lo que usted cree.

—Soy tosco y no soy muy bueno lidiando con una menor.

—Si le habla con amabilidad y cariño, no le será nada difícil, se lo aseguro, señor Colleman.

—Lo tendré en cuenta, gracias. ¿Continuará con la sopa?

—De acuerdo, sacaré las cosas de la maleta y volveré a la cocina.

—Se lo agradezco —le dijo y salió de allí cerrando la puerta a sus espaldas.

El padre de la niña, en vez de regresar a su despacho, fue al cuarto de ella para saber cómo se encontraba.

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