› cuatro
Se sobresaltó cuando escuchó la puerta de la habitación ser abierta con brusquedad. Hizo lo posible por retener las lágrimas y se concentró en su celular.
— Dios, estoy muerta de sed. — Su compañera se quejó al entrar en la cocina a paso pesado, se sentía pesada.
Abrió el refrigerador con nula fuerza y se quedó observándolo durante varios segundos.
— Agarra un vaso de plástico. Sin levantar la mirada del celular — Lisa dijo.
Su vista ya empezaba a doler por mirarlo fijamente tanto tiempo sin sus lentes, pero por alguna razón no queria mirar a la mayor.
— No estoy borracha ya, idiota — La miró con una mueca, que se hizo más fuerte al ver cómo la pelinegra no subia ni un segundo la mirada del aparato ¿Ahora tienes adicción al candy crush? — Cuestionó en burla.
Lisa consiguió las fuerzas para mirarla, al menos darle una mala mirada por el chiste, causando una escandalosa carcajada en la mayor.
— Creí que ibas a sentarte a gritarle a Rosé. — Comentó.
Desobedeció a la menor y tornó un vaso de vidrio, dónde se sirvió su tan anhelada agua. Lisa se pudo levantar, dispuesta a buscar sus lentes, más que nada para evitar a la mayor.
— Si lo hare. — sin mucho más, fue a la habitación Jennie se quedó recostada en las encimeras, tomo un sorbo de agua mientras miraba extrañada cómo la pelinegra casi que corría a la habitación. Igualmente, no le dió mucha importancia, solo sabía que sentía que cinco camiones le habían pasado por encima, y era lo único en lo que se podía preocupar. Al menos ya había tenido fuerzas para lavarse la cara y los dientes. Y tambien de notar que la camisa que usaba sin nada más que sus bragas debajo, no era suya. Sus labios se curvaron hacia arriba alrededor del vidrio del vaso. Tenía mucha curiosidad de saber que tanto había hecho borracha ahí.
Conociéndose, quizá hasta hubiese sido incapaz de cambiarse de ropa. ¿Lisa la había ayudado? De ser así, sabía que perfectamente pudo haber visto sus pechos, ¿Manoban le dio la camisa o ella se la quitó? Era lo que más se preguntaba, Que Lisa se la hubiese dado significaba varias cosas, entre ellas que podía pasarse un poquito más con sus insinuaciones. Pero puchereó al saber que, por más que la pelinegra quisiese, sería muy vergonzoso para ella ofrecerle su sola camisa para vestirse, mas sabiendo que tiene a mano la ropa propia de la mayor. Para Jennie siempre se le hacía gracioso y tierno lo timida que era Lisa. Suspiró, debía admitir que si era bastante frustrante a la vez.
Ya iba por su tercer vaso de agua cuando recordo la noche anterior. No pudo evitar reir al saber lo que había ligado con Kim Dahyun, al punto de casi llegar a la cama. Pero huyó de ella, prácticamente, se desentendio de todo porque realmente, solo estaba jugando, pero la dejó pensando que Lisa dijera que Dahyun la trajo. Ahí se pregunto, ¿Por qué la rechazó? Ambas estaban pasadas de copas, había sido raro que Jennie huyera así porque si. Si tanta necesidad de sexo tenía desde hace tiempo, ¿Por qué tiró la oportunidad después de un beso? Primero que nada, detestaba los besos para encuentros casuales, segundo, estaba encaprichada con Lisa. No hay una palabra tan perfecta para describirlo como eso, un enorme capricho. Tenia un capricho por tener a Lisa encima, sonrojada y avergonzada, sin saber que hacer y enseñarle entre risas como y qué debe hacer. Si es tan rápida captando como lo es con los tontos videojuegos, ya estaba segura que le iba a dar la dedeada de su vida en la tercera ronda.
Relamió sus labios ante la ola de calor que la recorrió y tomó un sorbo de agua al sentir su boca secarse ante su imaginación. ¿Lisa sería de las que tienen sexo casual? ¿Sabría sobrellevar las cosas después de algo asi? Eran dos preguntas que Jennie debía admitir que le preocupaban. Por supuesto quería que la pelinegra se la cogiera, pero estaba segura que después de cumplir su capricho, ya todo pasaría, la cosa era saber cómo Lisa reaccionaria a eso. Lo más probable es que ambas preguntas fuesen respondidas con un "no". Podría conocer a Lisa, la forma en la que dejaba las sábanas o hasta los utensilios de la cocina, pero no sabía si quiera si llegaba a sentir atracción sexual. Y era algo que le molestaba de que Lisa fuese una completa inexperta. Porque si, era inexperta, era realmente una completa inexperta. Quizá hasta termine siendo asexual. Pero igualmente aquello no la detenía tanto, al fin y al cabo, solo quería su boca y sus dedos, poco más.
No era una persona a la cual le fascine dar durante el sexo, disfrutaría de las expresiones y de tocarla, quizá, pero prefería ser ella quien sintiera de todo mientras se sentía observada y deseada. Cerró los ojos y suspiro ante la oleada de calor, ni una completa resaca podia sacar sus fantasías con Lisa, tanto que hasta se había desviado del punto que se supone que estaba analizando. Solo saltó a la segunda pregunta de las dos que pasaban por su cabeza: «¿Lisa sabría sobrellevar algo así?» Jennie no duda que ella misma podría, no sería la primera vez que hace algo como pasarse de la raya con alguien cercano, y no le termina importando, solo sigue con normalidad, ¿Por qué le debería afectar? Pero Lisa era otro caso, alguien que jamás había tenido relaciones, alguien tan "inocente", que hasta podía creerse que preferiría tener sexo después de casarse. Lo más probable es que no sea capaz de mirarla a la cara después, algo que cualquier novata sufriría. Pero, poco le importaba, de verdad estaba encaprichada con la idea de que alguien tan habilidosa cómo Lisa se amolde a sus necesidades, y si se pone con alguna estupidez, solo quedaba decirle que no tenía porqué actuar asi. Tenía expectativas altas en Lisa, ahora que su mente lo había visto asi, solo pensaba en que Lisa se "amoldara" a ella. Lisa era prácticamente un lienzo en blanco, alguien que no tenía sus gustos sexuales bien definidos porque, en primer lugar, quizá nunca pensó en ellos. Era un lienzo en blanco al cual le podría enseñar a hacer lo que quisiera, y la iba a obedecer. Intentó hacer lo posible para que no llegara a su cabeza, pero lo hizo, a su mente llegó la imagen de Lisa tocándola con timidez, ella dándole indicaciones y finalmente Lisa siguiéndolas al pie de la letra, mil veces mejor de lo que pensaba.
Dios, ni siquiera intentando analizar la situación con cabeza dejaba de sonar despierta con Lisa. A la falta de la pelinegra, dejó todo de lado y volvió a la habitación. Lisa estaba, cómo de costumbre, en su amplio escritorio con su amado set up, escribiendo algo en su celular con el menú de algún juego abierto. Teniendo los lentes puestos y los audifonos luminosos sobre sus hombros, masticaba algo en su boca, algún chicle, quizá. Las luces de la habitación estaban apagadas, solo iluminaban los aparatos de la pelinegra, resaltándola. Una escena realmente hermosa y atractiva para la mayor, quien tragó grueso, arrepintiéndose de haber entrado ya.
¿Por qué se veía tan bien frente a las luces moradas, azules y rosadas de todo su set up? ¿Por qué una bendita virgen gamer era tan atractiva en primer lugar?
Su cabello desordenado y ropa desaliñada le daba aún más estilo y la hacían ver hipnotizante. ¿Cómo sería que la folle encima de esa preciada mesa de su set up? Jennie rió, sabia que no iba a pasar, Lisa apreciaba y cuidaba su PC como si de lo más valioso de la tierra se tratara. No movería ni siquiera el teclado ni se arriesgaría a tirar algo por más caliente que esté. Buscando soluciones solo pensó en la silla y en sentarse a horcajadas de ella. Se imaginó un escenario donde solo la empezaba a provocar, sentada encima de ella de aquella forma en la silla, hasta que Lisa no aguantó y la manoseó y folló sin moverse de la silla. Sin darse cuenta estaba soñando parada mientras miraba fijamente a la pelinegra, quien, cuando levantó la vista de su celular para enfocarse en la PC, por fin la notó.
— Unnie, ¿Estás bien?
Unnie.
Ahora esa palabra rondaba por su mente en sus fantasias, pero logró despertar de ellas antes de volver a caer.
— ¿Puedo verte? No tengo realmente nada que hacer. — Quería ver su espectáculo, en primer plano, darle paso a su imaginación, por más que la detestara a veces.
Lisa tragó con nervios y bajó la mirada, sabía que iba a ser patética en los juegos solo por tener cerca a la mayor. Pero, en lugar de huir, que era lo único que su cerebro quería, tuvo las agallas de volver a subir la mirada, aunque solo la dejó en la pantalla.
— Claro que puedes. — Se encogió de hombros y Jennie tomó asiento a su lado, volteando la silla simplona de escritorio hacia la pelinegra.
Lisa sintió un brinco en su corazón cuando sintió la mirada de la mayor fija en ella, por alguna razón. Tragó grueso, acomodó sus lentes y quitó el juego, no era uno que pudiese pasar, estaba desconcentrada. Buscó en su amplio catálogo, no había ninguno que pudiese solo jugar porque sí sin sentir la frustracion de no ganar. Jennie notó esto y puchereó al ver cómo su espectáculo se alargaba.
— ¿Que pasa? — Cuestionó hacia la pelinegra, ésta solo cerró todo en la pantalla y se alejó del escritorio.
— Tengo un bloqueo, no se que jugar. — Dijo, algo ida. Jennie hizo un puchero.
— ¿Un bloqueo? — cuestionó con incredulidad.
Lisa la miró con un poco de vergüenza y asintió mientras quitaba los cascos de su cuello.
— Nunca haz tenido algo como un bloqueo. — Agregó la castaña.
Lisa suspiró y volvió a acomodar sus lentes, cosa que hizo a la mayor detallarla con estos. Sin dudas le agregaba mil puntos a lo atractiva que era.
— Si, pero de verdad no lo sé, quizá solo no tengo ánimos hoy — Se levantó de la silla y fue perseguida por la mayor.
— Lisa-ah, ¿Estás bien? Estás muy rara hoy, por más mal que te sientas, estoy segura que no tendrias un "bloqueo" así — Habló firme con el ceño fruncido. Se cruzó de brazos frente a la pelinegra.
Por alguna razón, a la mente de la menor, llegaron los recuerdos de la noche anterior, y como de cerca había estado Jennje de sus labios. Su mirada bajó a estos, pero inmediatamente volvió a subirla, más que nada recordando que no podia besarla, y a raíz de ese pensamiento, recordó lo que dijo también la noche anterior de besarse con alguien. Tragó grueso, intentando llevarse el nudo en su garganta.
— No, pero supongo que es solo por hoy. — Se encogió de hombros.
Jennie observó cómo la menor solo quitaba sus lentes, los guardaba en el estuche sobre la mesa de noche y se sentaba en la cama. Mientras la pelinegra parecía acomodarse para dormir, la mayor puchereó, Lisa estaba triste, pero no sabía porqué. Y ver a Lisa deprimida, le daba un sentimiento de pesar desagradable. Una vez la pelinegra se enrolló en las sábanas, Jennie se tiró en la cama, a su lado, aquello sobresaltó a la menor.
— ¡Jennie! — La mencionada rio —, Unnie, voy a dormir un rato, ¿Si?
— Nope. — Lisa frunció el ceño ante la respuesta tan directa en un tono infantil en la morena. — No me gusta verte deprimida, idiota. — Puchereó.
Lisa salió de las sábanas y se sentó.
— No estoy deprimida, solo... Tengo sueño. — Iba a volver a acostarse pero Jennie la alcanzó y tiró de un mechón de cabello pelinegro.
— Si estás, idiota. No he pasado tanto tiempo viviendo contigo por nada.
Lisa rodó los ojos, pero a la vez su corazón latió al saber que Jennie si la observaba y conocía. Sabía que al menos tenía un poco de su atención, y a la vez se sintió tonta por sentirse tan ilusionada solo por una tonta observación.
— Aún es temprano, ¿No quieres salir a algún lado? — Los ojos de Lisa se iluminaron, hace poco más de un mes no salía a hacer cualquier cosa tonta con Jennie a solas.
Jennie sonrió cuando vió los ojos tristes de la menor brillar ante la propuesta.
— ¿Eso te ayudaría a sentirte mejor? — Cuestionó.
Rió de ternura ante el asentimiento entusiasta de la pelinegra.
— Claro que si, Jen.
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