Escucho una risa malévola al otro lado del castillo, sé que he entrado en territorio enemigo, pero no tenía ni idea de que el castillo estaba custodiado por el rey demonio.

Cada paso que doy me adentro más y más a la boca del lobo, no literalmente, pero solo sé que mi destino es matar al rey demonio, tengo que hacerlo, para salvar este reino de su dominio.

Todo a mi alrededor se vuelve cada vez más oscuro, pero mi misión es arrancarle la cabeza a ese demonio. El silencio llena el castillo a pesar de mis pasos resonando por cada pasillo, esa risa maligna resuena por todas partes y no puedo saber de dónde proviene pero sé que mi misión ha de ser cumplida.

Abro una puerta que rechina haciendo un sonido ensordecedor, me estremezco al verlo ahí sentado en su trono lleno de esqueletos, su sonrisa se ensancha cuando me ve, sus ojos rojos me miran con indiferencia.

-Saludos caballero.- su voz es áspera e intimidante mientras sonríe.

Intento hablar pero su presencia es intimidante y asfixiante, no me salen las palabras de la garganta, ni siquiera puedo mover un músculo, él simplemente se queda ahí sonriendo sin moverse tampoco.

-Pareces aterrado, me preguntó por qué.- su tono adquiere un tono burlón mientras se cruza de brazos.

-He venido a- ni siquiera puedo terminar la frase cuando el ser que hay delante desaparece, lo cuál me hace abrir los ojos como platos.

Tras de mí noto una respiración, un aliento cálido, una mano se posa sobre mi hombro, su tacto es caliente pero a su vez gélido. Giro la cabeza ligeramente atemorizado mientras él sigue sonriendo.

-Vamos, no seas tímido.- su tono cada vez es más siniestro y burlón.

Trato de desenvainar mi espada, pero tan pronto como mis manos tocan la empuñadura sus manos agarran mis muñecas con fuerza, su agarre es firme e intimidante como su presencia.

-No.- sonríe mientras aprieta sus manos agarrando fuertemente mis muñecas.

Forcejeo para liberarme de su agarre, pero él logra mantenerse firme ante mis movimientos, pero antes de que pueda darme cuenta su mano suelta mi muñeca formando un puño, el cuál me atraviesa el abdomen con fuerza, mi cuerpo se siente entumecido, miro hacia abajo, viendo el gran agujero que ha formado en mi abdomen con solo un puño, escupo sangre, noto el líquido caliente sobresalir de mi garganta hacia la boca y el olor metálico inunda mis fosas nasales.

-Pobre caballero de honorable armadura.- se mofa el enemigo sombrío.- Lo das todo por tu propio pueblo, para mantenerlos a salvo, ¿y todo para qué? ¿para acabar muerto?

Quiero responder, maldita sea, mi cuerpo ni siquiera logra moverse ni un centímetro, las lágrimas luchan por salir, este va a ser mi trágico final y moriré siendo un cobarde, no como un caballero.

-La lealtad es algo que muy pocos consiguen tener.- retira el puño de mi abdomen con fuerza.- vas a serme útil de ahora en adelante, mi caballero.

Coloca su mano en mi cara, mis músculos se estremecen ante su tacto, pero mis huesos comienzan a retorcerse de dolor, mientras grito por el horror y el dolor, su sonrisa malévola es lo único que resuena acompañando mis gritos.