Vigésimo sexto recuerdo
1 de noviembre de 2001
Ihmar:
Antes de plasmar lo que deseo, permíteme disculparme por la osadía de escribirte. No tengo derecho y tú no tienes la obligación de leer lo que estas líneas pretenden decirte, pero ambos sentimos un insondable amor por el alma que está en ese cuerpecito, y he creído conveniente por ello hacerlo.
No sé si ya la hayas ido a visitar, es probable que sí. Yo lo hago de vez en cuando, pero temo que un día no sepa dominar los impulsos que tengo y termine perjudicándola, soy un egoísta al pedirte que me acompañes, sin embargo, no encuentro otra manera; la distancia me consume y la cercanía me abrasa.
Ella es tierna y fue dotada de una belleza exquisita, tan pura que parece que el pasado nunca tuvo lugar... La he escuchado reír, no lo hace con asiduidad, pero quizá su rareza sea lo que complemente el timbre hermoso que posee.
Espero, realmente lo anhelo, que aceptes acompañarme, si no recibo una respuesta daré por entendido que has hecho caso omiso, y no sabrás nada de mí, más que los pocos infortunados incidentes que pueda el futuro depararnos.
Con la esperanza en tus manos Zhyt
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