6-Una Existencia Miserable
En el año de 1583, en la aldea de Miyamoto, provincia de Mimasaka, nacería un chico conocido como Shinmen Musashi no Kami Fujiwara no Harunobu. Hijo de un samurái y una mujer de buen corazón, lastimosamente su madre moriría durante el parte, dejando al recién nacido bajo el cuidado de su padre, Shinmen Munisai, quien caería en el alcolismo tras la muerte de su esposa.
https://youtu.be/61Odj2pGuSI
La infancia del joven Musashi fue un infierno para él, desde los dos años, su padre empezó a golpearlo con los puños cada vez que se emborrachaba, culpándolo de la muerte de su esposa. A los cinco años dejó de usar los puños y empezó a golpearlo con una espada de madera, golpe tras golpe, noche tras noche.
—¡Tú fuiste un maldito error, niño de mierda! ¡Desearía tanto que no hubieras nacido! —su padre siempre le gritaba lo mismo durante la paliza— ¡¿Qué esperas?! ¡¿Por qué no lloras, maldito mocoso?!
El joven Musashi estaba tumbando en el suelo, recibiendo una y otra vez los golpes de la espada de madera, no quería llorar, no quería darle ese gusto a su padre. Cualquier otro niño hubiera muerto de tantas palizas, pero él no era un niño normal.
A Musashi nunca le gustó pasar mucho tiempo en su casa, por lo que los bosques cercanos a su aldea fueron practicamente su verdadero hogar. A los seis años empezó a explorarlos, a ver a cada uno de los animales que habitaban allí y a las plantas que crecían allí. Aprendió a cazar, aprendió que bayas comer, se volvió un superviviente.
Desde que se adaptó a la vida en el bosque, no volvió a pisar un pie en casa, pero eso no evitó que su padre fuera a buscarlo directamente a ese lugar únicamente para seguir maltratándolo hasta dejarlo en el suelo sangrando y con el cuerpo lleno de moretones.
Con el tiempo, Musashi desarrolló un terrible odio por su padre. Un día estando en el bosque, tomó una rama de un árbol y la talló con una piedra hasta convertirla en una espada. Esperó pacientemente la llegada de su padre y trató de enfrentarlo, pero debido a la falta de experiencia y técnica, su padre lo derrotó y una vez que lo tiró al suelo lo golpeó una y otra vez.
—¿Piensas que puedes vencerme, trozo de mierda infecta? Eres débil, siempre serás débil —dijo durante los golpes—. Eres un niño asustado, nunca serás alguien fuerte. Al final... te voy a matar.
Después de golpearlo, se fue del bosque de regreso a su casa para beber más sake. Musashi se quedó en el suelo con el rostro ensangrentado y lleno de moretones. El cielo estaba nublado y una fuerte lluvia cayó sobre el bosque y la aldea. En medio de la lluvia, Musashi apretó los puños y empezó a respirar de forma acelerada, un sonido similar a tambores también apareció en medio del bosque.
—¡¡¡NO SOY DÉBIL, NO SOY DÉBIL!!! —gritaba a todo pulmón— ¡¡¡TE MATARÉ, TE VOY A MATAR!!! ¡¡¡SERÉ EL MÁS FUERTE BAJO LOS CIELOS!!!
Tres años después, el padre de Musashi moriría debido a su alcolismo, pero eso no apagó el rencor que tenía el chico, sino que lo incrementó aún más. Musashi siempre quiso matar a su padre, pero ahora ya no podía.
Su tío paterno, quien era un monje budista, decidió hacerse cargo de él, pero el joven nunca supo adaptarse a ese nuevo estilo de vida más... calmado. Pasaba día y noche en el bosque, enfrentando a todo tipo de animales y practicando su combate con espadas de madera que él mismo tallaba, imaginándose una y otra vez a su padre, deseando el poder matarlo.
Cuatro años depués, a sus trece años, llegaría un samurái a la aldea de Miyamoto. El nombre del samurái era Arima Kigei, quien se paró en el centro del pueblo y tomó una gran cantidad de aire.
—¡Mi nombre es Arima Kigei! ¡El día de hoy vengo a desafiar en un duelo a muerte a todo a aquel que sepa usar una espada! —anunció cruzado de brazos— ¡¿Quién se atreve a desafiarme?!
—Yo lo haré.
Arima se giró para ver de quién fue esa voz, encontrándose con un Musashi de trece años. Medía 1, 65 metros y tenía una musculatura mucho más desarrollada para un joven de su edad, pareciendo alguien de dieciocho años. Estaba cubierto de tierra y con el cabello alborotado. En su mano derecha, tenía su espada de madera.
—¡Hahahahahaha! ¡¿Esto es una broma, chico?! —exclamó Arima, con tono burlón.
—¿Qué pasa? ¿Te da miedo que te derrote un niño? —interrogó Musashi, devolviéndole la burla.
—Entonces quieres morir, ¿eh? —replicó el samurái con varias venas marcadas en el rostro.
Arima Kigei desenvainó su wakisashi y se lanzó a atacar a Musashi con un corte horizontal, el cual bloqueó con una facilidad abismal, cosa que asombró al espadachín veterano. Acto seguido, Musashi aplicó la suficiente fuerza y logró derribar a Arima al suelo donde empezó a golpearlo una y otra vez con su espada de madera mientras gritaba, no paró hasta que estuvo muerto y fue entonces que una sonrisa diabólica adornó su rostro.
La gente del pueblo estaba aterrorizada por aquella muerte tan salvaje. A lo lejos, el tío de Musashi lo observó todo, pálido por la impresión.
—Maldito seas, Munisai... ¿qué fue lo que le hiciste a tu hijo? —musitó.
Después de ese día, Musashi tomó las pocas posesiones que tenía y abandonó el pueblo, adoptando el nombre de Miyamoto Musashi. Fue ahí que inició su propio viaje del guerrero, para volverse más fuerte y saciar su sed de sangre que dejó la muerte de su padre.
Se sumergió en batalla tras batalla, desatando toda su furia contra cualquiera que perdiera contra él y los mataba sin piedad.
Ese deseo de sangre lo llevó hasta la batalla de Seikigahara en 1600, donde peleó del bando Ishida Mitsunari, aunque a él poco le importaba de que bando formaba, solo le importaba el poder matar.
Fue en esa batalla en la que surgió una leyenda negra, respecto a un samurái que parecía estar poseído por el demonio. Su piel era rojiza y con él venían tambores de guerra que anunciaban la tragedia. Ese demonio fue Musashi.
Tras sobrevivir a la batalla de Seikigahara, siguió viajando por Japón y dejando un rastro de cadáveres por donde iba. Su visión de la vida cambiaría en 1603.
En ese año llegó hasta la antigua capital imperial de Kioto, ya que buscaba oponentes fuertes para pelear y escuchó sobre una poderosa familia de espadachines, los Yoshioka.
Durante la noche fue hasta el dojo del Clan Yoshioka sin previo aviso, siendo visto por todos los alumnos que se encontraban allí.
—Busco a los Yoshioka, quiero desafiarlos a un duelo —anunció con una mirada fría.
—¡¿Eh?! ¡¿Quién te crees que eres, pedazo de basura?! —exclamó uno de los discipulos que se acercó para encararlo.
En un movimiento imperceptible para el resto de alumnos bien entrenados, el hombre que enfrentó al intruso salió volando hasta estrellarse contra la pared, estaba inconsciente ya que Musashi lo había golpeado en el plexo solar con una de sus espadas de madera.
Rápidamente todos los demás discipulos desenvainaron sus espadas, dispuestos a enfrentarlo, pero un sonoro silbido llamó la atención de todos.
Un hombre apareció a la habitación, con un rostro sereno mientras bebía un poco de sake.
—Escuché que buscabas a alguien del Clan Yoshioka, pues aquí lo tienes —declaró con tono firme—. Yo soy Yoshioka Seijuro, el actual dueño del dojo y lider del clan, ¿quieres desafiarme a un duelo? ¿Por qué motivo?
—Quiero ser el más fuerte bajo el sol —respondió Musashi, con una sonrisa endemoniada.
Todos los discipulos presentes empezaron a murmurar entre ellos. La presencia de Musashi les resultaba nociva, sentía un repelús extraño cerca de él, como si lo que tuvieran de frente no fuera un humano.
—De acuerdo, el duelo será mañana en el anochecer, en el bosque detrás de mi dojo —decretó Seijuro, con una sonrisa confiada— ¿Puedo saber tu nombre?
—Miyamoto Musashi, puedes llamarme solo Musashi —declaró para luego retirarse del dojo.
https://youtu.be/LDHufGDtnow
Al día siguiente, después del anochecer, Yoshioka Seijuro estaba esperando a su oponente apoyado en un árbol, algo impaciente ya que la hora del duelo había pasado.
Ya en la noche, Miyamoto Musashi se dignó en aparecer. Su cara era de indiferencia total y se estaba comiendo una pata de conejo asada.
—Por fin llegas —dijo Seijuro, con algo de molestia.
—Lo siento, me quedé dormido —replicó tirando el hueso de la pata a un lado, para luego desenvainar sus dos espadas de madera—. Podemos iniciar cuando quieras.
Yoshioka Seijuro desenvianó su espada a gran velocidad, tratando de cortarle el cuello a Musashi, pero este lo esquivó con una mayor velocidad, generando para su rival la ilusión de que su corte lo atravesó. Acto seguido, Musashi contraatacó con un golpe en el costado, que le rompió un par de costillas a Seijuro.
El lider del Clan Yoshioka trató de atacar con un golpe curvo descendente, pero nuevamente Musashi lo esquivó a una velocidad sobrehumana y lo golpeó con todas sus fuerzas en el hombro izquierdo, rompiéndole el omóplato, el húmero y la clavícula. Seijuro apretó los dientes por el dolor y no tuvo tiempo a reaccionar al golpe de Musashi en todo su rostro que lo mandó a volar contra el árbol, dejándolo inconsciente.
—¿Eso es todo lo que el Clan Yoshioka tiene para ofrecer? —musitó Musashi, antes de retirarse.
Tras ese combate, Yoshioka Seijuro no pudo volver a mover con naturalidad su brazo izquierdo, teniendo que retirarse del kenjutsu y convirtiéndose en un monje. Al enterarse de eso, su hermano Yoshioka Denshichiro quiso venganza y aprovechó el hecho de que Miyamoto Musashi decidió quedarse en Kioto un tiempo para buscarlo.
Un día mientras Musashi caminaba por un prado, se encontró con Yoshioka Denshichiro, quien estaba armado con una espada de metro y medio.
—¡Miyamoto Musashi! Te desafío a un duelo en nombre de mi hermano, Seijuro —declaró Denshichiro, con un rostro iracundo.
Musashi sonrió de manera macabra y desenvainó sus espadas de madera, poniéndose en pocisión.
—¡Ahora te devoraré! —exclamó con un rostro feroz.
Denshichiro atacó con corte vertical, pero Musashi atrapó su ataque con sus dos espadas como tenazas, desviándolo hacia el suelo para atacar con un golpe en todo su pecho que le rompió el esternón.
El espadachín del Clan Yoshioka contraatacó con un corte en diagonal que Musashi lo esquivó a una velocidad sobrehumana, al igual que con Seijuro. Denshichiro no tuvo tiempo a defenderse, Musashi lo golpeó sin piedad con sus dos espadas de madera hasta que al final murió cuando le destrozó el craneo. Otro miembro del Clan Yoshioka había sido derrotado por la mano de Musashi.
Esto no hizo más que enfurecer a todos los alumnos del dojo, quienes fueron reunidos por el hijo de Seijuro para vengar a su tío y a su padre. Por lo que quiso atraer a Musashi a una trampa. Su plan fue citarlo para un duelo a muerte en un prado donde lo estaría esperando junto a los demás miembros del dojo, quienes irían con katanas y alcabuceros para así matarlo de una vez por todas.
Lo que no sabía el joven de veinte años es que Musashi ya sospechaba de él, por lo que decidió llegar temprano al prado, ocultarse y observar a su oponente pacientemente.
Al ver lo que planeaba hacer el muchacho decidió irlo a matar primero, por lo que con su velocidad sobrehumana, le robó una de sus espadas a uno de los acompañantes del chico y así decapitarlo con esta misma.
Una vez que los veinte hombres vieron lo que había pasado atacaron a Musashi entre todos para matarlo, pero para él, no supusieron ningún problema.
A los primeros dos que tenía cerca los decapitó con un solo corte, atrapando tres balas que se le fueron lanzadas con las manos desnudas para luego correr hacia los tiradores. Decapitando al primero, apuñalando al segundo en el pecho y cortando al tercero en el vientre.
Otros dos hombres con alcabuceros abrieron fuego contra Musashi, este esquivó los disparos y les cortó las manos a ambos. Bloqueó los ataques de cuatro espadachines que vinieron contra él, tomando de su cinturón una de sus espadas de madera y defendiéndose del resto con ellas. Degollando a dos y a los otros dos les aplastó el craneo y la traquea, respectivamente.
Musashi cortó otras cinco balas que le dispararon, lanzándose contra los tiradores a quienes masacró sin piedad, esparciendo su sangre y sus tripas por todo el lugar. Los últimos tres espadachines fueron contra él al mismo tiempo. Musashi le cortó la pierna izquierda al primero para luego enterarle la katana en todo el craneo, matándolo la instante; al segundo le destrozó la mandíbula con un solo golpe de su espada de madera, dejándola colgando de un pelo y después lo decapitó. El último trató de huir, pero Musashi le cortó ambas piernas y en el suelo le destrozó el craneo con su espada de madera.
Al final, el lugar se llenó de cadáveres, sangre y tripas. Los cuervos vinieron a reclamar su comida. Musashi cayó de rodillas, mirando hacia el cielo.
—Los he matado... haha... ¡Uhahahahahaha! ¡Te he matado, papá, te he matado! —exclamó con euforia neurótica—. ¡Soy el más fuerte bajo el sol! ¡¿Estás viendo, papá!? ¡Te he matado!
Al bajar la mirada, notó la cabeza decapitada del hijo de Seijuro, dándose cuenta por primera vez que había matado a un joven que tenía toda una vida por delante.
https://youtu.be/bq7caidfUts
Musashi vomitó y empezó a golpearse a sí mismo en el rostro, mientras lloraba de forma incesante.
—Soy el único... soy el único... ¡soy el único que merece estar muerto! ¡AHORA MISMO! —gritó con un torbellino de emociones que invadió su mente— ¡Debería morirme!
Un montón de recuerdos inundaron la mente de Musashi. Cada persona que mató, nunca la vio como a un ser humano, la veía como su padre y por eso quería matarla, porque siempre quiso matar con sus propias manos a su padre.
Miyamoto Musashi deambuló sin rumbo, mientras los recuerdos de los maltratos de su padre lo atormentaban sin parar. Cada golpe, cada insulto, lo estaba viviendo en carne viva, como si estuviera caminando por su infierno personal. En medio de un bosque, una visión de su padre se le manifestó enfrente de él.
—Eres patético, Musashi, no eres más que una lombriz cubierta de mierda.
—Siempre es lo mismo... he escuchado lo mismo durante nueve años de mi vida —dijo Musashi, cabizbajo—. Nunca recibí ni una pizca de amor de tí. Creéme que me hubiera gustado dar mi vida para que mamá hubiera sobrevivido.
—¡Ella era el amor de mi vida y tú me la quitaste! ¡Todo porque decidió tener a un trozo de mierda como tú!
—¡Yo no tengo la culpa de lo que le pasó a mamá! ¡Nunca fuí responsable de ninguna de tus desgracias! —gritó Musashi, con lágrimas en los ojos—. Solo quería un padre que me amara y me enseñara lo que sabía sobre artes marciales..., pero jamás pude tener eso. Solo te odié y eso me terminó transformando en un monstruo.
«¿A quién quería matar? ¿Realmente quería matar a esas personas? ¿O era porque siempre quise matarte a tí?... Nadie excepto tú me hizo algún mal. Nunca tuve enemigos. Tú fuiste el único mal que tuve en la vida».
«¡Ya no más! ¡Este rencor, este veneno no va a volver a atormentarme! ¡Tú ya estás muerto, no tengo razones para odiarte! Es por eso... es por eso... que yo te perdono, papá. Te perdono por todo. Ya no te odio, ahora siento lástima por tí, por dejar que una sola muerte te hundiera en el abismo. Yo no dejaré que una sola persona me hunda en el abismo, es hora de dejarte atrás y que descanses en paz. Adios papá... estás perdonado».
Al día siguiente, Musashi despertó en medio del bosque cuando una mariposa se posó en su nariz. Debía ser por la mañana, el sol apenas salía. A su lado estaba aquella katana que había tomado de sus enemigos, la tomó entre sus manos y la miró durante unos segundos.
—¿Debería matarme?... No, esa sería la salida de los cobardes —musitó poniéndose de pie—. Recuperaré mi honor yo mismo. Debo de empezar un nuevo viaje para entender la verdadera fuerza.
Musashi tomó aquella espada y siguió viajando, para así poder encontrar la redención de todos sus actos y entender el verdadero significado de ser fuerte.
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