4-Sasaki Kojiro
En 1582, durante una noche lluviosa del periodo Sengoku, alguien tocó a la puerta del dojo, despertando a uno de los residentes del lugar. Un anciano de baja estatura, midiendo 1, 56 metros, de cabello corto y ya blanco por la edad, vestía únicamente una hakama al ser altas horas de la noche. Los incesantes golpes a la puerta de su dojo lo despertaron.
—Ya voy, ya voy, más le vale que sea bueno, estaba soñando con lindas mujeres —se quejó el hombre mientras bostazaba.
Al abrir la puerta se encontró con otro anciano con ropas budistas debajo de una gruesa túnica, un ancho sombrero de paja y cargaba en brazos a bebé recién nacido.
—¿Mokichi-dono? ¿Qué haces aquí? ¿Por qué traes a este bebé en medio de la lluvia? —preguntó el anciano de baja estatura, haciendo pasar rápidamente al monje al interior de su dojo.
—Digamos que surgió algo inesperado —se limitó a decir el monje.
En la sala de la resedencia del anciano maestro, ambos hombres se sentaron mientras tomaban el té. El anciano monje mecía al bebé en sus brazos para mantenerlo dormido.
—Dejaron a este pequeño a las puertas de mi templo —relató el anciano monje, con cierta lástima—. Quisiera que tú lo cuides.
—¿Yo? ¿Por qué quieres que lo cuide? —preguntó el anciano artista marcial, con una ligera sonrisa.
—No me queda mucho tiempo de vida, Seigen-dono —declaró para sorpresa de su amigo—. He estado algo enfermo estas últimas semanas y temo que está empeorando cada vez más, nadie en el templo tiene experiencia cuidando niños, pero tú ya has sido padre y abuelo, estoy seguro de que lo cuidarás bien. Además, este chico tiene don especial, míralo... nació con sus dos colmillos superiores, eso solo me dice que este chico será un gran espadachín y necesitará de un buen maestro como tú.
—Tú y tus malditas supersticiones —musitó el anciano maestro, cabizbajo—. Me quedan suficientes fuerzas como para darle educación a este pequeño y que así se vuelva un buen hombre. Acepto cuidarlo, ¿cómo se llama?
—Tenía un nombre escrito en sus pañales cuando lo encontramos: "Kojiro" —reveló Mokichi, dándole el bebé al anciano maestro— ¿Le vas a poner el nombre de tu familia?
—No, si lo que dices es verdad, este bebé será más grande que cualquier Toda —replicó el anciano mientras acariciaba con sus arrugados dedos el rostro del bebé—. Él se llamará... "Sasaki Kojiro".
—Hahahaha, ¿es necesario ponerle mi apellido? —preguntó Mokichi, con una ligera sonrisa.
—Al menos así podré recordar a un buen amigo, Mokichi-dono —explicó con algo de melancolía.
—Bien, de ser así, lo dejo en sus manos, Toda-dono —concluyó el anciano monje, retirándose de la residencia.
Esa noche lluviosa, el quien en un futuro sería conocido como Sasaki Kojiro, fue adoptado por El Inigualable con la Kodachi, Toda Seigen, fundador del Choujo-Ryu.
Toda Seigen amó al niño como si fuera su propio hijo, lo alimentó, lo cuidó y lo entrenó en el arte de la espada desde una temprana edad al ver las extraordinarias capacidades físicas que tenía para ser un infante. Así fue como lo entrenó en el arte de la kodachi.
Una espada japonesa corta de menos de sesenta centímetros de largo, demasiado corta para ser considerada una katana y demasiado larga como para ser considerada una daga o tanto. Toda Seigen creó un estilo de combate con la kodachi para compensar su ceguera a causa de las cataratas a la edad de treinta años y se volvió un maestro en este arte a pesar de su condición, gracias al manejo de dicha arma y a la amplificación de sus otros sentidos.
Con el pasar del tiempo, Sasaki Kojiro fue creciendo, desarrollándose como persona y espadachín. A lo largo de su vida, hubieron muchos puntos inflexión que cambiaron su forma de ver las cosas y formaron su ser.
Uno de esos puntos fue a los trece años. Sasaki estaba enamorado de una joven proveniente de una familia de clase alta, desde hace varios meses la observaba y había intercambiado un par de palabras con ella, pero nunca se atrevió a decirle directamente lo que sentía, hasta aquel día.
Ante aquella chica de elegantes ropas, maquillaje fino y cabello bien peinado, se paró aquel joven cabello largo y despeinado y ropas descoloridas, pero con un corazón honesto.
—¿Se le ofrece algo, joven Kojiro? —preguntó la chica con tono educado, mientras ocultaba parte de su rostro con su abanico.
—H-H-Hi... ¡Hinata-sama, me gusta! —exclamó apenado mientras bajaba la cabeza ante ella.
—Oh... ¿de verdad? —preguntó con una ligera sonrisa debajo de su abanico—. Debo admitir que usted también ha llamado mucho mi atención, pero le diré mi respuesta esta noche, en la plaza de la ciudad.
—¡Esperaré con ansias ese momento! —exclamó emocionado.
La joven de elegantes ropas se fue caminando tranquilamente por las calles de la ciudad y Kojiro fue corriendo de regreso a su hogar y lugar de entrenamiento sonriendo por la dicha de que tal vez, sus sentimientos fueran correspondidos. Estuvo tan alegre ese día que no paró de hablar de eso con los demás alumnos de Toda Seigen, hasta el punto que no pudo concentrarse mucho en los entrenamientos.
Al caer la noche fue a la plaza de la ciudad tal y como la chica había pedido, pero no la encontró en ningún lado, en su lugar, sentado bajo las ramas de un árbol se encontró con un muñeco de trapo, relleno de paja y basura que tenía una nota, la cual Sasaki leyó y eso le partió el corazón.
"Esto es lo único que un chico sucio y con cabello de algas como tú puede conseguir".
Kojiro regresó a casa llorando y se sentó en el patio, golpeando la tierra sin parar por la frustración.
Toda Seigen al escuchar todo el escándolo que había en el patio le preguntó a sus discipulos sobre lo ocurrido y uno de ellos le leyó la carta que Kojiro había tirado al entrar al dojo. El anciano espadachín se acercó lentamente hacia él y le agarró de las manos suavemente para que dejara de golpear el suelo.
—Debió de ser muy doloroso, el primer amor siempre duele —dijo Toda, con tono suave y tranquilo.
—No lo entiendo... ¿qué hice mal? Nunca la traté mal y siempre fuí educado las veces que hablamos —remarcó Sasaki, entre lágrimas.
—A veces la gente no suele ver ese tipo de cosas y se fijan más en el dinero, ropa, estatus y hazañas, para ver corazones hay gente que es muy ciega —explicó Toda, con toda la empatía del mundo, poniendo una mano en el hombro del joven.
—Es una zorra... todas las mujeres deben de ser zorras también —declaró Kojiro, apretando los puños.
Ante esas palabras, Sasaki Kojiro recibió un golpe de Toda Seigen.
—Duele...
—¡No te atrevas a poner a todas las mujeres en el mismo saco, muchacho! —exclamó Toda, con tono severo, pero también con sabiduría—. Escucha, en este mundo existen mujeres malas y buenas. Aléjate de las mujeres malas, ya que son un veneno para los buenos hombres. A las mujeres de buen corazón, debes tratarlas como diosas, ya que ellas son una luz en nuestros corazones. Si descubro que algún día deshonraste a una mujer de buen corazón... ¡cometerás seppuku y yo lo haré contigo!
—¡¿Eh?! ¡¿Por qué te quitarías la vida junto a mí, anciano?! —exclamó Sasaki, impactado.
—Idiota, yo soy tu padre, si tomas un mal camino entonces fue porque no te crié bien —declaró Toda, cruzado de brazos—. En nuestro código del bushido está el ser un verdadero caballero con las damas de buen corazón, nunca lastimes a una mujer de buen corazón, eso es lo peor que un hombre podría hacer.
https://youtu.be/nRUQ_RQZteI
Esa noche, Sasaki Kojiro tuvo su primera decepción amorosa y una importante lección de su padre adoptivo. También empezó a ser más consciente de su porte y comportamiento. Tras esa noche cuidó más de su higiene personal, bañándose dos veces al día, peinando su largo y sedoso cabello; si bien recibió un par de burlas de sus compañeros de entrenamiento debido a su descubierto rostro afeminado, no le tomó importancia. Le pidió a su maestro y padre adoptivo que le comprara ropa mucha más elegante, resultando en su costumbre de vestirse con ropas tan coloridas y llamativas. Empezó a leer más poesía y novelas, lo que terminó en que su forma de hablar se pareciera al estilo de las novelas japonesas.
Con eso, Sasaki Kojiro comenzó a ser mucho más popular entre las chicas del pueblo y ganó más confianza a la hora de hablar con gente fuera de su dojo.
Ese día estaba en la cima de las ramas de un árbol, a su alrededor habían varias chicas de distintas clases sociales de la ciudad, escuchando una historia de su maestro.
—En medio de aquella noche de invierno, lejos de cualquier calor de las ciudades y del hogar, Toda Seigen caminó entre la blanca nieve mientras el viento rugía con fuerza —relató con teatralidad y ademanes de manos—. En medio de esa oscura tempestad, súbito, una manada de lobos apareció ante el Inigualable con la Kodachi y, sin embargo, él no retrocedió ante las bestias de plata, sino que desenvainó su kodachi y luchó contras los lobos hasta que la nieve blanca se tiñó de rojo con su sangre. Toda Seigen sobrevivió otra noche en su mortal entrenamiento, pero eso solo fue el comienzo de un camino lleno de desafíos.
—Kojiro-san, siempre termina sus historias en el punto más interesante —dijo una de las chicas del grupo.
—De esa forma se quedarán con la intriga y entonces la emoción por escuchar la siguiente parte no se apagará —explicó Kojiro, bajando del árbol de un salto—. Prometo que el día de mañana seguiré con la fantástica historia de mi maestro.
Todas las chicas se despidieron de Kojiro a medida que se iban, cuando él se quedó solo apareció Hinata, aquella chica que lo había rechazado hace apenas una semana.
—Aunque te vistas y hables de esa forma, un plebeyo seguirá siendo un plebeyo —comentó con burla, mientras ocultaba su sonrisa detrás de su abanico.
—Tiene un rostro demasiado hermoso para una serpiente maliciosa como usted, Hinata-sama —replicó Kojiro, mirándola de reojo.
—¿Cómo dices? —preguntó la chica con notable enojo.
—Esa hermosura natural que tiene no le servirá de nada con un alma tan horrenda —prosiguió con elocuencia—. Fuí bastante ingenuo en fijarme en usted sin no antes fijarme en su alma, la cual puedo asegurar sin lugar a fallas, que es la cosa más horrenda que he visto en esta ciudad.
—¡Maldito plebeyo, no te creas tan importante solo porque hablas de forma elocuente! —reclamó la muchacha, pero simplemente fue ignorada por Kojiro Sasaki.
Tras ese día, el joven Sasaki parecía haber olvidado el dolor de aquella humillación, ese fue el primer punto de inflexión en su vida. El segundo llegaría dos años después, a sus quince años.
En algún punto de su vida entre sus trece y quince años, Kojiro Sasaki empezó a interesarse por la nodachi.
Un tipo de espada larga japonesa, la cual medía 1, 50 metros y solía usarse para matar guerreros a caballo. Kojiro Sasaki apodó esta arma de cariño "Monohoshi Zao" (palo de secar). Así fue como empezó a entrenar con esta arma e incluso, su maestro Toda Seigen pudo notar que esta era el arma ideal para su alumno.
Su vida cambiaría a sus quince años.
Aquel día, se encontraba en el jardín del dojo, practicando con su nodachi una ténica conocida como Ittō-ryū's Kinshi Cho Ohken (Asuntos Prohibidos del IIttō-ryū). Una técnica sencilla de espada que consistía en un corte descendente para luego realizar un corte ascendente en el último segundo estando de frente al oponente. Su entrenamiento fue interrumpido por su maestro.
—Me enteré que derrotaste a mi hermano, fue una victoria aplastante por lo que me contó —mencionó con una ligera sonrisa—. También me dijo que piensas abandonar el dojo.
—Ese chismoso... ciertamente ese era mi objetivo, aunque planeaba decírtelo directamente, viejo —explicó Sasaki, con algo de pena—. Ya he derrotado a cada uno de los espadachines del dojo. Creo que no me queda nada más que aprender y este lugar es muy grande. Estoy seguro de que habrá guerreros aún más fuertes allá afuera, esperándome. Por lo que me iré mañana por la mañana.
—Hehehehe, muchacho, aún no has derrotado a todos los espadachines del dojo —replicó Toda Seigen, desenvainando su kodachi.
—Viejo, ¿qué haces? —preguntó Kojiro, sorprendido por el desafío de su maestro.
—Hagamos un trato: si logras derrotarme, entonces podrás irte, pero si yo gano te quedarás un par de años más —propuso con una sonrisa feroz— ¿Qué te parece, hijo mío?
—¡Zehahahahahaha! Esta sería la primera vez que combatimos en serio —remarcó Sasaki Kojiro, emitiendo un aura bestial—. Entonces hagamos que nuestras almas ardan en este duelo entre alumno contra maestro, hijo contra padre.
https://youtu.be/kipli33p5Es
El glorioso duelo entre espadachines comenzó, ambos chocaron sus armas con fuerza. El estilo de combate de Kojiro Sasaki había empezado a diferenciarse del Choujo-Ryu que había aprendido de Toda Seigen, más rápido y feroz que el estilo defensivo y centrado de su maestro.
Pese a su ceguera, Toda Seigen había desarrollado sus sentidos al límite, por lo que era capaz de pelear como cualquier otra persona, incluso mejor que muchos otros espadachines. Toda atacó con una estocada frontal directamente contra Kojiro, quien la esquivó con una velocidad infernal, contraatacando con un corte en diagonal que su maestro apenas pudo esquivar, recibiendo un corte profundo en su hombre izquierdo.
—Que divertido, ese es mi hijo —musitó Toda, sintiendo un gran orgullo por su hijo adoptivo.
Kojiro empezó a acosar a Toda con una serie de cortes desde múltiples ángulos. El anciano maestro no veía ningún hueco en la ofensiva del espadachín de coloridas vestimentas para así contraatacar, estaba siendo acorralado rápidamente.
—Que divertido, esto es muy divertido —pensó Kojiro, con una sonrisa de emoción neurótica en el rostro, para luego darse cuenta de un detalle.
Toda Seigen adoptó un rostro de tristeza en el rostro a medida que iba siendo acorralado en el duelo, el solo pensar que tendría que separarse del muchacho que crió desde que era un recién nacido le pesaba bastante. En el fondo, Toda Seigen no quería que Kojiro se fuera todavía y eso, su hijo lo entendió perfectamente.
—Viejo... yo... no quería hacer que te sintieras así —dijo Kojiro para sus adentros, sintiendo una gran culpa.
En un choque de ambas espadas, Kojiro dejó su espada saliera volando detrás de él, enterrándose en la tierra y el cayó de espaldas al suelo. Había decidido dejarse vencer.
—Vaya viejo, eso fue impresionante, no esperaba menos del Inigualable con la Kodachi —dijo Kojiro, con una sonrisa, pensando que tomó la decisión correcta—. Supongo que tendré que quedarme un par de años más en el dojo.
Sin embargo, la respuesta de Toda Seigen fue un golpe a su rostro.
—¡No tengas lástima por este anciano, Sasaki Kojiro! —exclamó sintiéndose insultado—. Nosotros somos artistas marciales, cuando peleamos tenemos que luchar con todo lo que tenemos, de lo contrario... ¡estaríamos escupiendo en el Bushido y en nuestros rivales! Nunca te contengas con ningún rival, no importa la diferencia de fuerza entre ambos.
—Lo lamento... realmente no quería insultarte, solo pensé que te pondrías triste si al final ganaba —explicó Kojiro, cabizbajo.
—Todo padre se entristece cuando su hijo abandona su nido, pero es algo que siempre sucede —declaró con tono más calmado mientras ayudana a su hijo a levantarse—. Nunca te contengas con ningún rival, Kojiro y no dejes que nadie se interponga en tu camino. Yo no crié al mayor perdedor de la historia, ¡no, yo crié al que se convertirá en el mejor espadachín de la historia!
Entre lágrimas, Kojiro Sasaki abrazó al hombre que lo cuidó y lo entrenó, cuyas enseñanzas siempre atesorará en su corazón por toda su vida.
A la mañana siguiente, Kojiro tomó todas sus cosas y su confiable Monohoshi Zao, yéndose del dojo Toda mientras todos los alumnos, familia y el propio Toda Seigen se despedían de él, deseándole suerte en su viaje para ser el más grande espadachín de Japón. Lamentablemente para Kojiro Sasaki, su viaje del guerrero poco a poco, lo sumergirá en una profunda depresión y soledad por culpa de su propia fuerza.
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