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9-Pasiones y Envidia

Leviatán, segundo príncipe del infierno y pecado capital de la envidia, actualmente conocido por civiles como Levi Pride. Bibliotecario de medio tiempo, se inscribió a una orquesta como pianista y era extremadamente bueno en eso, realmente tenía una conexión especial con aquel instrumento, algo que él no podía explicar del todo. Este se encontraba en una audición para un musical que se daría a final de mes, estaba dando sin duda alguna un gran espectáculo, digno del Cielo y el Infierno, un requiem demoníaco. Al terminar su audición todos le aplauden, el se baja del escenario, victorioso, pensando que el papel principal como pianista será suyo. El director de la orquesta sube al escenario para anunciar el ganador de esta audición.

—Hemos tenido fabulosos conciertos el día de hoy —comenzó a decir el director—. Si tuviera que decir cuáles fueron los mejores, esos serían: Levi Pride y Nicole Tennyson.

Leviatán conocía a esa chica, era bonita y sin duda tenía talento.

—Sin embargo, solo uno se quedará con el papel principal y ese es... ¡Nicole Tennyson!

Todos aplaudieron cuando la chica de dieciocho años sube al escenario, emocionada y con lágrimas de alegría en los ojos, abraza al director de orquesta y es felicitada por todos... menos por Leviatán.

Leviatán estaban en el ático de su casa, estaba acostado oyendo un audiolibro con un mp3, trataba de calmarse, pensamientos oscuros invadían su mente, como el día en que quiso hacer algo impensable en contra de sus hermanos, como el día en que casi destruye todo Nueva Orleans. Justo cuando todos estos pensamientos se apoderaban de su mente, una voz risueña lo hace reaccionar.

—¿Estás dormido? —pregunto Tique, sacándole uno de los audífonos del odio.

—Largo Tique, ahora no estoy de humor —dijo Leviatán, volteándose de lado contrario de su hermana.

Tique parecía algo molesta por la actitud de su hermano, así que comienza a fastidiarlo, dándole toques en la mejilla. Cuando Leviatán ya estaba harto de eso, le da un corrientazo a Tique.

—Ví tu concierto, diste todo de tí, no deberías sentirte así —dijo Tique, tratando de consolar a su hermano menor.

—¡¿Tú que sabes de esforzarse?! ¡Eres la serafina más despistada de todo el universo y aún así tienes la buena fortuna de todo el mundo a tus pies! —exclamó Leviatán, molesto y frustrado—. ¿De qué sirve que me esfuerce? Siempre habrá alguien mejor que yo ¡rayos! Ojalá esa chica...

—"Esa chica" ¿Qué? —preguntó Tique con seriedad, Leviatán podía sentir una fuerte presión proveniente de su hermana—. Estuve aquel día Leviatán, cuando tú caíste, ví lo que trataste de hacerle a Jorel y a Uriel ¿quieres cometer el mismo error una vez más con una chica inocente? Adelante, pero recuerda que en Nueva Orleans hay gente que podrá detenerte una vez más.

Leviatán sacó su pipa del bolsillo, le puso algo de tabaco y comenzó a fumar, reflexivo.

—Yo ya no soy Nathanael de la reflexión, el querubín que quiso matar a sus hermanos dos veces —dijo meláncolico—. Ahora soy Leviatán de la envidia, un ángel caído que busca ser mejor persona ¿Por donde comienzo, Tique? Aún siento como es que la envidia corroe todo mi ser.

—Está bien tener envidia por los demás, pero lo que es imperdonable es que dejes de esforzarte solo porque alguien es mejor que tú —respondió Tique con sabiduría—. Nunca dejes de intentarlo Leviatán, nunca serás el mejor o el peor en algo.

Leviatán reflexionó sobre las palabras de su hermana Tique y decide ir nuevamente hasta la orquesta; allí se encuentra con Nicole, tocando el piano. Leviatán la saluda y le pide perdón por no haberla felicitado esa mañana, por lo que le ofrece un apretón de manos, como forma de felicitación, Nicole acepta y Leviatán nota algo que lo deja sin palabras. Las manos de Nicole están llenas de marcas, que tal vez, no se notarían a simple vista, pero para el agudo sentido del tacto de Leviatán, estas marcas eran símbolo de dedicación y amor por el piano. Leviatán se retiró de allí con una sonrisa, aún tenía un largo camino para encontrar la redención, pero hoy dio un paso importante.

Lilith estaba enfrente de la puerta de la casa de Shawn, ella toca y Gabriel la recibe, con guantes amarillos de goma y un delantal rosa.

—¿Qué haces? —preguntó Lilith al ver el raro atuendo de Gabriel.

—Tareas domésticas, tengo que colaborar en algo más en la casa.

—¿El delantal rosa es necesario?

—Completa mi look ¿Qué se te ofrece Lilith? —pregunta Gabriel, haciéndole señas a Lilith para que pase.

—B-bueno, eres mi hermano mayor y eso... entonces pensé que podrías darme un consejo —Lilith estaba un poco nerviosa y apenada—. Digamos que me gusta alguien y quiero que sea algo serio, entonces...

—Alto ahí, lo siento no puedo ayudarte en eso —dijo Gabriel, interrumpiendo—. No soy el mejor cuando se trata de temas amorosos, recuerda que soy la castidad, pero Shawn está en su cuarto, él podría ayudarte en eso, sino también puedes pedirle ayuda a Jorel.

Lilith aprovechando que estaba allí, sube hasta la habitación Shawn, el cual estaba anotando todo lo que estaba aprendiendo de la Forestación en su grimorio.

—Hola, Lilith —saludó— ¿Qué se te ofrece?

—Necesito un consejo, me gusta alguien y quiero que sea algo serio —comentó, un poco sonrojada—. Algo parecido a lo que tienen tú y Sara.

—Bueno, el primer consejo que podría darte es que no mates a un gato antes de una cita, porque regresará como un yokai para arruinarla —dijo Shawn, riéndose junto a Lilith por esa anécdota—, pero ya hablando en serio, debes saber que en una relación seria, lo importante no es lo físico, sino más bien lo emocional y espiritual. Cuando estoy con Sara, adoro oirla reir, mirar películas juntos, me encanta abrazarla y así poder sentir el latir de su corazón y...

Shawn detiene su discurso cuando nota que Lilith estaba fingiendo hacer arcadas, principalmente para fastidiarlo.

—Perdón, es que estabas siendo muy cursi —dijo Lilith, riendo ligeramente.

—Bueno, puedo resumir las cosas, en que no siempre es el sexo. A veces la mejor forma de intimidad es descansar, reírse juntos de las cosas más estúpidas, abrazarse y disfrutar de la compañía del otro.

—Gracias Shawn, ahora tengo una nueva perspectiva —dijo Lilith, retirándose de la habitación, no sin antes darle a Shawn un consejo de regreso—. Tal vez no sé muy bien cómo iniciar una relación, pero si puedo decirte que en las relaciones que he tenido con otros humanos, nos hemos sincerado y eso hizo que cosas como el sexo, se sintieran mucho mejor, mientras más conozcas a tu pareja o amante, más satisfactorio será. Tú y Sara ya tienen un año juntos, no tengas miedo de dar el siguiente paso, con su permiso, claro.

Los dos se quedaron pensando en el consejo del otro, realmente los dos tenían su punto. 

Lawrence tras varios días de inmenso aburrimiento dejó de espiar a los caídos y arcángeles y se inventaba cualquier informe para complacer a Isaac Holmes; decidió tomarse un café en una cafeteria local mientras resolvía un cubo de rubik, cuando alza la mirada, ve a Lilith un poco nerviosa y con las manos detrás de la espalda.

—Hola, Lilith —saludó Lawrence.

—Yo, eh... t-te c-compré algo —Lilith le mostró a Lawrence un libro recién comprado de una librería—. Es el poema de Gilgamesh, n-no sé si te gustará, pero quería regalarte algo lindo y se me ocurrió esto.

—¡Oye, gracias! Mi padre, que era bibliotecario, me habló sobre Gilgamesh, pero nunca tuve la oportunidad de leerlo —dijo Lawrence con una gran sonrisa—. El primer héroe mitológico de la historia ¿verdad?

—Era el rey de Uruk, me parecía buen tipo, aunque muy presumido —dijo Lilith, tomando asiento junto a Lawrence.

—Espera ¿lo conociste? —preguntó Lawrence, sorprendido—. ¿También a Enkidu?

—¿Enkidu? Ah, sí, el hombre toro, no era el más civilizado, pero al menos sabía cómo tratar a las damas —dijo Lilith, recordando momentos de pena ajena.

Lilith y Lawrence se quedaron conversando un largo, largo rato; los dos realmente se divertían contando anécdotas de su larga vida, tras una hora de hablar y reír, Lawrence se levanta para irse, pero Lilith lo detiene, con la cara roja como tomate.

—Quería saber ¿te gustaría salir conmigo alguna vez, los dos solos? —preguntó Lilith, en un estado al que me gusta llamar romantic panic.

—¿Hablas de una cita? —preguntó Lawrence, tratando de aguantar la risa por la expresión de Lilith.

Lilith asiente y Lawrence rie alegremente.

—Claro, claro. Me encantaría ¿te parece el viernes a las siete? —Lilith vuelve a afirmar con la cabeza y Lawrence se despide de ella, bastante alegre.

Belcebú y Tique caminaban por las calles de Nueva Orleans, en busca de un empleo para el pecado de la gula, realmente no había mucho que llamara su atención.

—Belcebú... hemos caminado durante horas ¿no hay nada que te llame la atención? —se quejó Tique del cansancio.

—Es que no puede ser cualquier cosa, tiene que ser algo que verdaderamente me apasione-dijo Belcebú, pensativo, pero eso se le pasa rápido—. No se me ocurrirá nada con el estómago vacío ¿quieres comer algo?

—¡Si por favor, me comería una vaca ahora mismo! —exclamó Tique.

Belcebú llevó a su hermana mayor al restaurante de Trish, la esposa de Jorel. El restaurante estaba bastante... frenético este día. La hora pico era algo realmente caótico en un restaurante, ya que es cuando hay más gente en el restaurante y el personal estaba trabajando hasta el cansancio. Belcebú pensaba que su hermano necesitaría ayuda y le dice a Tique que tome asiento mientras él iba a buscar a Jorel. Cuando lo encontró estaba justamente a punto de entrar a la cocina, para darle a los cocineros nuevas órdenes de los clientes.

—¿Necesitan ayuda? —pregunto Belcebú con cara que trataba de ser seria, pero no lograba ocultar su emoción.

—Dame un segundo —dijo Jorel entreabriendo la puerta de la cocina— ¡Amor ¿puede mi hermano Beelze ayudarnos en la cocina?!

—¡¿Tiene experiencia como cocinero?! —preguntó de regreso.

—¿La tienes? —preguntó Jorel con un poco de incredulidad.

—¿Cuenta si digo que en el Naraka cocinaba pecadores como sopita? —preguntó Belcebú a forma de broma.

Jorel con una cara de cansancio vuelva a entreabrir la puerta.

—¡Digamos que si la tiene!

Belcebú entró a la cocina, se lavó las manos y se puso un traje de cocinero, el cual le quedaba chico, pero al ser tan delgado no le incomodaba lo suficiente como para que no pudiera trabajar. En la cocina Belcebú se transformó en una bestia, preparaba los platillos a una velocidad abismal, tomaba los ingredientes y con sentido del olfato tan agudo como el de Lilith veía cuales eran los mejores para usar. En poco tiempo Belcebú había terminado la mitad de los platillos ordenados y los meseros, entre ellos Jorel, los sirvieron a todos los clientes del lugar, incluyendo a Tique. Todos los comensales parecían disfrutar de la comida, tenía un toque que no podrían explicar.

Belcebú trabajó todo el santo día en aquel restaurante y cuando llegó la hora de cerrar, Trish contó las ganancias, las mayores que habían recibido en el año hasta ahora, acto seguido se dirige a Belcebú con una sonrisa que solo podría describirse como eufórica.

—¿Quieres trabajar con nosotros a tiempo completo? —preguntó, sin poder ocultar su emoción.

Belcebú alza la vista al cielo y se enorgullece de finalmente haber encontrado su pasión. Con un apretón de manos sella el trato.

Belcebú y Tique iban tranquilamente caminando por la calle para volver a casa, sin embargo, Belcebú se pone alerta, ya que huele algo inusual. Huele a seres sedientos de sangre y que además estaban cubiertos de ese olor metálico de la misma.

—¡Cuidado, Tique! —exclamó apartando a su hermana del camino.

Ambos esquivaron un ataque directo, un hombre descendió de un edificio cercano y golpeó la calle con toda fuerza, dejando un gran crater. El hombre parecía rondar los treinta años, su cabello era negro, grasoso y largo, casi cubriéndole los ojos, su piel estaba sucia como si no se hubiera bañado en mucho tiempo, su ropa también estaba sucia y en mal estado, llena de agujeros.

—Debes ser uno de los asesinos de la Luna de Sangre, hueles igualito a un vampiro —observó Belcebú, con tono hostil—. Sé que al ser un asesino prefieres actuar a escondidas, vayamos a un lugar apartado donde podamos pelear los dos tranquilamente.

Belcebú tomó su forma demoníaca y se giró para ver a Tique.

—Será mejor que vayas a un lugar seguro, no quiero que te involucres en esto —advirtió.

Tique asintió y se fue volando de la escena, teniendo plena confianza en que su hermanos no perdería.

—¿Cómo te llamas, vampiro? —preguntó Belcebú.

—Soy Deterioro, para tí un asesino —respondió mostrando una sonrisa llena de dientes amarillos.

En otra parte de Nueva Orleans, Leviatán caminaba de regreso a su casa, cerca de los muelles, cuando de pronto, siente el peligro de cerca. Sin muchos esfuerzo esquivó un golpe de su atacante, el cual dejó en el suelo un extraño coral de color rojo.

—Hueles a sangre, no solo eres un asesino sino también un vampiro —observó el ángel caído—. Debes de estar con esa tal Luna de Sangre que habló el Sr. Blackwood.

—Eso es correcto, me llaman The Ocean Master —reveló el vampiro con extrañas branquias en el cuello.

Leviatán sonrió, quitándose las vendas de sus ojos y tomando su forma demoníaca.

—Muy bien, The Ocean Master, veamos quién de los dos puede nadar más profundo —declaró Leviatán con soberbia.

Es de esta manera en la que empezó un brutal enfrentamiento entre los mejores asesinos de élite de la Luna de Sangre y los seres divinos y demoníacos de Nueva Orleans.

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