•𝟒_ 𝐄𝐥 𝐦𝐚𝐩𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐨 𝐢𝐧𝐜𝐢𝐞𝐫𝐭𝐨•
¿Alguna vez te ha sentido como la pieza que no encaja? Bueno, esa es mi especialidad. Desde que llegué a este lugar, no puedo evitar pensar que alguien metió mi nombre en esta lista por error. No soy como ellos. Cata con su disciplina impecable, Majo con su actitud impenetrable, Lucas y su necesidad de liderar todo el tiempo, Nico que parece siempre tener todo bajo control, y Damari, que... bueno, es Damari, siempre tratando de ver lo mejor en hacer.
Yo, en cambio, solo intento no quedar en ridículo.
Esa mañana, el "sol" de este mundo decidió no levantarse a tiempo. O tal vez fue mi percepción, porque mi habitación, con su techo que imitaba un cielo nocturno estrellado, no me daba ninguna pista real del paso del tiempo. No me quejo, en realidad es bastante relajante, pero al final siempre termino preguntándome si estoy despierto o soñando.
Me levanté tarde, como siempre, y me dirigí a la sala común con el cabello revuelto y una expresión que seguramente gritaba "no he dormido lo suficiente". Allí estaban todos, sentados alrededor de la mesa, listos para el entrenamiento. Llegué justo a tiempo para recibir una mirada reprobatoria de Lucas.
Lucas: ¿Dormiste bien, Jere? —dijo con ese tono suyo que me irrita tanto.
Jere: Como un bebé —respondí, dejándome caer en una silla y estirándome— ¿Qué me perdí?
Cata: Estamos discutiendo estrategias —dijo Cata, cruzando los brazos— Ya sabes, para sobrevivir
Jere: Ah, claro. Eso —respondí, tratando de sonar interesado. La verdad es que todavía no estoy seguro de qué se supone que hacemos aquí. Nadie nos ha dado un manual de instrucciones. Solo estamos... improvisando.
El entrenamiento comenzó unos minutos después. Lucas nos llevó a una especie de arena al aire libre que había encontrado el día anterior. Era un espacio extraño, con el suelo que cambiaba de textura y obstáculos que aparecían y desaparecían al azar. Lo llamaron "el simulador". Yo lo llamé "una trampa mortal".
Lucas: Vamos a trabajar en nuestras habilidades individuales y luego en equipo —explicó Lucas, mientras nos miraba como un instructor de gimnasio demasiado entusiasta.
Jere: Genial —murmuré— Nada como casi morir antes del almuerzo.
Mi turno llegó más rápido de lo que esperaba. El simulador creó un laberinto con muros que se movían, y mi tarea era atravesarlo sin quedar atrapado. Fácil, ¿verdad? Bueno, no cuando los muros también tienen trampas que disparan pequeñas explosiones de luz cada vez que cometes un error.
Nico: Concéntrate, Jere —dijo Nico desde la distancia, su tono calmado como siempre.
Jere: Gracias por el consejo, maestro Yoda —respondí mientras esquivaba por poco una de las trampas.
No fue mi mejor momento, lo admito. Tropecé, me caí y probablemente recibiré más golpes de los necesarios. Cuando finalmente salí del laberinto, estaba cubierta de polvo y con el orgullo herido, pero al menos seguía vivo.
Damari: Buen trabajo —dijo Damari con una sonrisa talentosa.
Jere: Sí, claro. Un espectáculo digno de un Oscar —respondí, intentando sacudirme el polvo.
Más tarde, mientras caminaba de vuelta a mi habitación, algo me hizo detenerme. Una pared del pasillo tenía una grieta, pequeña pero visible, y detrás de ella, algo brillaba. Me acerqué, intentando ignorar la sensación de que estaba a punto de medirme en problemas.
Majo: ¿Qué haces?
La voz me hizo saltar. Me giré y vi a Majo, con los brazos cruzados y una ceja levantada.
Majo: ¿Espiar a los muros ahora es parte del entrenamiento? —preguntó.
Jere: Hay algo aquí —respondí, señalando la grieta.
Ella se acercó, curiosa a pesar de su actitud distante— ¿Qué crees que es?
Jere: No lo sé. Pero si explota, al menos no moriremos aburridos.
Majo rodó los ojos, pero me ayudó a ampliar la grieta. Detrás de la pared había un pequeño compartimiento, y dentro de él, algo que parecía un mapa.
Majo: ¿Qué es esto? —preguntó, tomando el objeto y desplegándolo.
No era un mapa común. Mostraba un esquema del lugar en el que estábamos, pero con detalles que no habíamos visto antes: pasadizos ocultos, salas cerradas y lo que parecía ser un punto central marcado con un símbolo extraño.
Jere: Creo que acabamos de encontrar algo importante —dije, intentando sonar más seguro de lo que realmente estaba.
Majo me miró, y por un momento, su expresión parecía menos distante— Tal vez no seas tan inútil como pareces —dijo, con una media sonrisa.
Jere: Gracias... creo.
Mientras caminábamos de vuelta al centro, con el mapa en nuestras manos, no podía evitar sentir que, por primera vez desde que llegamos, tal vez estaba empezando a encontrar mi lugar en este extraño rompecabezas. O al menos, a no sentirme tan fuera de lugar.
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