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𝟏.- 𝐂𝐨𝐦𝐩𝐫𝐨𝐦𝐢𝐬𝐨



《💍》Era un compromiso por beneficencia pero el Namikaze se encargaría de enamorar a su futuro esposo. Sin saber que había sido amor a primera vez por parte de ambos.


Un rubio de ojos plateados acariciaban a un cachorro de lobo albino. Sonreía por la gran energía que la pequeña criatura tenia para correr alrededor de él.

-Tu prometido ya llego y no es broma –Le hablo un ser a su lado que nadie más que él podía ver y escuchar. El rubio chasqueo la lengua molesto.

-No caeré esta vez Dattebasa –Se quejó moviendo las orejas rubias con enojo.

-Hijo –Una Peli-Negra llego a su lado y le miro a los ojos –Tu prometido está aquí ve a recibirlo –Le ordeno con una cálida voz.

-Te lo dije –Se burló el de cabellos plateados.

-Cállate –Le respondió con molestia mientras se levantaba ordenándole al cachorro ir con su manada. Miro a su madre –Iré a recibirlo madre –Se despidió mientras caminaba hacia el salón principal –Eres un tonto, todo el día me molestaste con esa bromita –Reprendió al ser que flotaba a su lado.

-Esa no es la manera de hablarle a un dios –Fingió estar ofendido –Y menos si es el tuyo.

-Tsk idiota.

-Esa tampoco es la manera de hablar príncipe –Se burló el de ojos Plateados.

-Querido dios Momoshiki por favor ayúdeme a cuidar este reino –El rubio fingió una voz aguda –Escuche mis plegarias y apiádese de mí.

-... me dio escalofríos mejor sigue como estabas –Se quejó el Peli-Plateado –Aunque eso de dios Momoshiki me gusto.

-No te acostumbres Dattebasa.

-Regresaras a mi llorando –Fingió que se ofendía.

-En tus sueños.

-Me voy –El Peli-Plateado trono sus dedos y desapareció de la vista del rubio.

-Pero que sucio esta acá arriba –Se quejó el Peli-Plateado en la mente del Hyuga haciéndole fruncir su ceño –¿No usas mucho este lugar acaso?

-Jódete.

-¡Esa boca! –Le reprendió el ser divino.

El Hyuga lo ignoro y por fin llego a un gran recibidor en el cual una persona estaba presente analizando los cuadros que decoraban todo. El Oji-Gris escucho como el de orejas y cola diferentes a las suyas murmuraba cosas.

-No se Kurama... ¿Seguro que no es un pueblo gobernado por puntos? –Murmuro mirando un cuadro.

-Naruto a eso se le llama puntillismo –Le comento adormilado un ser en su cabeza.

-¿Seguro?

-Si.

-Ash yo que pensaba que había personas de puntos coloridos y todo Dattebayo –Se quejó en un puchero.

-Príncipe Naruto –Decidió salir de su escondite el Oji-Perla llamando la atención de su futuro esposo.

Ambos se miraron fijamente y recorrieron su vista, notando como tenían las casi mismas marcas de nacimiento y sus orejas eran diferentes puesto que las orejas del mayor tenían las puntas naranjas junto con una forma diferente, también algo que destacaba en el Oji-Azul eran sus 9 colas naranjas con puntas blancas, en cambio el menor sus orejas eran rubias con punta blanca y una sola cola de los mismos colores.

-Príncipe Boruto –El Namikaze se acercó a él con lentitud y beso con delicadeza el dorso de su mano –Un placer al fin conocerlo Dattebayo.

-Tal para cual, tu Dattebasa el Dattebayo. Ya vi nacer el amor y todo –Se burló el Peli-Plateado.

-También es un honor al fin conocerlo majestad –Se inclinó el Hyuga un poco haciendo una delicada reverencia –Espero podamos conocernos mejor este mes antes de la boda Dattebasa –Frunció el ceño ante lo último algo que fue notado por el Oji-Azul.

-Usted... ¿no quiere formar un matrimonio conmigo? –Aquello alarmo al Oji-Perla.

-¿Qué? No, creo que me mal interpreto –Nego rápidamente el rubio avergonzado por lo que iba a decir –Q-Quiero decir que –Se trababa por culpa de su nerviosismo –M-Mis planes eran casarme con alguien a quien yo...

-¿Amara? –Completo el mayor con curiosidad.

-Si –Susurro. El Mayor le miro con curiosidad y después sonrió a lo grande.

-Me esforzare a cortejarlo lo mejor que pueda Dattebayo –Juro el Namikaze mientras se inclinaba un poco.

-... aún no se gana mi bendición –Nego el Oji-Gris.

-Por favor llámame Boruto estamos comprometidos, no necesitas llamarme con tantos formalismos Dattebasa.

-Bien Boruto llámame Naruto –Le contesto de igual manera.

-Bien Naruto ¿Te gustaría que te lleve a tus aposentos? –Pregunto mientras comenzaba a caminar siendo seguido por el nombrado.

-No estoy cansado Dattebayo ¿Podrías darme un recorrido por el castillo? Siento que me voy a perder y me da miedo –El Hyuga sonrió un poco y asintió.

-Si es lo que quieres bien ¿Qué te gustaría ver primero Dattebasa?

-El jardín –No lo dudo.

-¿Te gusta la naturaleza? –Pregunto curioso mientras empezaba a guiarlo.

-Somos los portadores de los dioses, creo que es normal que amemos la naturaleza ¿No? –El Hyuga asintió de acuerdo, el también amaba la naturaleza.

-¿Tu dios se llamaba Kurama no? –Pregunto con curiosidad.

-Si, normalmente está dormido dentro de mi cabeza, es muy flojo Dattebayo –El Hyuga sonrió ante aquello.

-Te escuche –Le advirtió el de pelaje naranja.

-Momoshiki nuestro dios es molesto –Le confeso el Hyuga –Siempre se burla de alguien o busca con que entretenerse cuando esta aburrido.

-Auch –Fingió estar dolido el Peli-Plata.

-Parece que nuestros dioses nos traen hasta las orejas ¿no? –El Hyuga rio y asintió de acuerdo –Pero aun así Kurama es un gran amigo, mi mejor amigo –Aclaro con alegría –Él es quien está conmigo desde que tengo memoria, me cuidaba y protegía cuando me quedaba solo en el palacio.

-Si... creo que es algo que tenemos en común Dattebasa.

-... ¿Acabas de decir indirectamente que soy tu mejor amigo y me quieres? –Pregunto incrédulo el Peli-Plateado –Buscare mis pañuelos.

-Ya quisieras –Susurro. El Namikaze le miro curioso –No era a usted era para-

-Para su dios lo sé –Asintió –Yo también hago lo mismo Dattebayo.

Después de haber dicho aquello el futuro matrimonio camino en silencio hasta el jardín del gran castillo el cual estaba conectado con un bosque por el cual podían entrar animales buscando ayuda o simplemente cariño. Ambos rubios se sentaron en el suelo disfrutando de sentir el pasto en sus ropas, el Namikaze empezó a escarbar en la tierra confundiendo al menor quien movió sus orejas en señal de curiosidad.

-¿Qué haces Dattebasa? –No paraba de mover sus orejas. No separaba la vista del pequeño agujero que el Namikaze había hecho con sus garras.

-Ya verás espera un minuto –El mayor busco en un bolsillo y de el saco una semilla la cual coloco en el lugar que había escarbado para después cubrirla de tierra, junto sus manos y cerró los ojos para concentrarse.

El Oji-Perla miraba todo con gran curiosidad, observo como las manos del Namikaze empezaron a brillar de color naranja y al poco tiempo algo empezó a brillar desde debajo de la tierra, poco a poco empezó a emerger un girasol de hermoso tono amarillo.

-Es para ti –Le sonrió el Namikaze.

El Hyuga se sonrojo al escuchar aquello, pero de igual manera sonrió y agradeció mientras se acercaba a la flor y la acariciaba con gran cuidado. No era muy de su agrado que las personas arrancaran las flores para regalárselas a alguien más, es decir, el detalle era muy lindo, pero matar a una flor para después colocarla en un jarrón con agua y se ahogara después de unos días no era de su agrado. Agradecía y de verdad apreciaba ese detalle que le regalo el mayor, en vez de arrancar una flor y dársela (como muchos llegaban a hacer) el Namikaze le había entregado una flor viva a la cual cuidaría todos los días de ahora en adelante.

-Es muy hermosa –Alago mientras seguía admirándola.

-¿Sabes que significa en el idioma de las flores? –El Hyuga negó con la cabeza y el contrario solo logro hacer un puchero.

-Lamento mi ignorancia –Se disculpó por aquello.

-No te preocupes Dattebayo yo te digo –Le restó importancia –En el idioma de las flores el girasol significa muchas cosas, pero el mensaje que quiero que te llegue es que sepas que a partir de este día eres mi sol, te seré fiel hasta que caiga en el sueño eterno –Prometió en una sonrisa.

-Qué bonito... pero también el girasol significa que ama a dios –El Peli-Plateado hablo –¿Significa que me ama?

Ni el comentario estúpido del dios le saco el sonrojo al Hyuga y su sonrisa boba.

La sonrisa del Namikaze no podía ser borrada por anda, ni siquiera los ataques que recibía le quitaban esa sonrisa plasmada en su cara. Hacía ya dos semanas desde que había llegado al reino Hyuga y junto con ello también había conocido a su futuro esposo, todo iba de maravilla entre ambos, siempre trataban de tener tiempo para charlar y el Oji-Azul no perdía ninguna oportunidad para avergonzar al Oji-Perla por sus cortejos, a el Namikaze ya se le había hecho costumbre hacerle pequeños detalles junto con muestras de afecto que poco a poco enamoraban más al Hyuga, aunque aquello no era sabido por el Namikaze.

-Majestad tendré que pedirle que se concentre no quiero lastimarlo –Advirtió el albino mientras tomaba con fuerza su espada y corría en dirección al rubio quien salió de sus pensamientos y se puso en guardia, no se hizo esperar el sonido metálico de las espadas cuando chocaron entre sí, ambos ejercían fuerza haciendo temblar las mismas.

-Vaya Mitsuki, has mejorado Dattebayo –Alago al guardia real. Su sonrisa aún permanecía plasmada en su cara.

-Gracias alteza –Le agradeció en una sonrisa el albino mientras se alejaba en un salto, el Namikaze fue rápido y lo ataco con varios golpes y combinaciones de espada haciéndolo perder al dejar la espada rozando la yugular del mismo quien sonrió –Como siempre he perdido ante usted –Ambos se separaron jadeando por el entrenamiento y no tardaron en ir a tomar agua –Lo he visto muy feliz ¿Acaso paso algo? –Pregunto con confianza.

-¡Todo de maravilla Mitsuki! ¡Mañana anunciaremos nuestro compromiso ante todos! –Exclamo con efusividad.

-Si me informaron, estaré en esa cena para proteger sus espaldas majestad –Le informo el Oji-Dorado.

-Si serás tú el que nos cuidara las espaldas no tengo nada de qué preocuparme –El rubio estaba consciente de la gran habilidad del albino cuando se trataba de pelear, admiraba esa mente que siempre se mantenía fría para pensar con claridad cualquier situación de riesgo.

El peli-celeste estaba a punto de agradecer, pero los gritos de un soldado junto con el sonido de varios guardias formando una fila lo callaron. Entre las filas de los soldados erguidos en posición derecha se visualizó una cabellera negra que llamo la atención del Namikaze, una mujer de ojos azabaches con ropas rojas le miraba fijamente. El Oji-Dorado frunció su ceño al reconocerla.

-¡Presentando a Sarada Uchiha, la heredera al trono en el reino de las panteras! –Grito un soldado mientras daba un paso atrás para unirse a la formación de los demás soldados.

-¿Y esa quien es Dattebayo? –Le susurro de manera nada cautelosa al Peli-Celeste.

-Sarada Uchiha, es amiga de la infancia de Boruto y fue una de las que se tomaron en cuenta para casarse con el príncipe –Le informo el albino con su ceño fruncido –No fue elegida porque años atrás perdió el control y quiso obligar al príncipe a pasar una noche juntos.

-¡¿QUÉEEEEEEEEEEEEEEEEEE!? –Grito con sorpresa olvidándose de sus modales.

-¿Naruto Namikaze? –Pregunto la Uchiha sin importarle aquel grito.

-Presente –Levanto la mano con su ceño fruncido ¡Sentía un coraje!

-Te reto a un duelo –La azabache meneo su cola y desvaino su espada apuntando al Namikaze –Por la mano del Príncipe Boruto Hyuga, si pierdes tu compromiso con el será cancelado y pasare a ser yo la que se casara con él.

-¿Quién te crees que eres para tratar a Boruto como un objeto a ganar? El compromiso está hecho y es oficial –Aclaro el Namikaze molesto por la forma de hablar de la Uchiha.

-Es un compromiso hecho para beneficencia, Boruto nunca querría casarse con alguien como tú –Comento en un gruñido –Nosotros en cambio somos amigos, sé que enamorare al príncipe sin ningún problema.

Aquello molesto al Namikaze quien gruño correspondiendo al desafío, confiaba plenamente en sus habilidades y sabia en su interior que ganaría sin importar que, los soldados se alejaron un poco dejándoles espacio para que empezaran la batalla.

-¿Los detenemos? –Susurro uno al albino quien era el de rango más alto entre ellos.

-Busquen al príncipe –Ordeno seriamente mientras vigilaba los ataques que empezaron a lanzarse los de sangre real.

Los contrincantes se lanzaban ataques como si fuera una pelea a muerte, gruñían entre ellos y rugían por el enojo que sentían. El Namikaze contaba con las habilidades aptas para acabarla, aunque la Uchiha estaba muy bien entrenada y tenía sus trucos para dejarlo en muchas ocasiones al borde de perder el rubio contaba con sus propios trucos creados por el junto con combinaciones de espada que gracias a su creatividad había hecho a lo largo de su vida.

La desventaja que tenía el rubio era que hace nada había entrenado con el albino y estaba algo cansado puesto que llevaban entrenando toda la mañana y se supone que ya era la hora de la merienda. Fingiendo cansancio se tiro al suelo cuando recibió una patada en su vientre que casi le hace vomitar el desayuno, la Uchiha quiso aprovechar aquello y darle el golpe final que le costó la victoria pues dejo desprotegido su cuerpo, el Namikaze no tardó en dar un golpe en el vientre de la pantera tirándola al suelo, no desaprovecho ni un segundo y cuando menos se lo esperaron el rubio ya tenía su espada en el cuello de la Uchiha amenazando con atravesarlo.

-Gane, a cambio no te atrevas a mirar a Boruto con otros ojos. Si veo que lo devoras con la mirada no dudare en exponerte ante todos ¿Escuchaste? –El Namikaze no dejaba de rozar la espada en el cuello de la Uchiha en modo de advertencia.

-Tsk... si –Acepto con gruñidos aquella derrota.

-Bien –Se levantó y dio la vuelta empezando a caminar para dirigirse al comedor y llenarse de energía.

-¡Príncipe cuidado!

Demasiado tarde

La Uchiha aprovechando que el Namikaze le había dado la espalda tomo su espada y corrió para enterrarla en un lado del vientre, los guardias no tardaron en ir y alejarla mientras que el albino ayudaba a sacar el arma para después hacer presión en la herida con un pedazo de tela ayudando en detener un poco la hemorragia.

-¡Naruto! –Aquel grito proveniente del Hyuga los dejo petrificados, sobre todo a la Uchiha –¡Por dios! –Jadeo del miedo mientras se acercaba corriendo hacia su prometido.

-A mi no me metas yo no tengo nada que ver –Se quejó el Peli-Plata en su mente importándole poco la escena –Cuanto drama –Susurro mientras miraba con atención todo a su alrededor, parecía escena de un libro.

-¡Todos atrás! –Ordeno con fiereza el Hyuga mientras todos obedecían, él se encargó de hacer presión en la herida del Oji-Azul –¡Mitsuki que no se acerque! –Le ordeno al albino quien detuvo a la Uchiha para que no se acercara al Peli-Plateado. El Oji-Perla coloco la cabeza de su prometido en su regazo para que estuviera cómodo.

-Vamos Mitsuki somos amigos déjame hablar con el –Le suplico la Uchiha al Oji-Dorado quien solo frunció su ceño.

-Dejamos de ser amigos desde aquella noche, mi deber es proteger al príncipe –Respondió con frialdad –Sabes perfectamente lo que hiciste Sarada, no provoques más problemas.

-Naruto ¿Cómo estás? –Le pregunto con miedo mientras acariciaba la cara del Namikaze la cual tenía una expresión de dolor –Ya te estoy curando ¿Esta bien? –El rubio asintió mientras que el Hyuga solo podía acariciar su rostro y cabellos para intentar calmarlo.

-B-Boruto –Apretaba sus dientes con fuerza debido al dolor.

-¿Qué necesitas? –Nunca había respondido tan rápido.

-Duele mucho Dattebayo –Se quejó mientras chillaba por el dolor en su vientre, ante aquel sonido el Hyuga se alarmo y siguió con sus cariños que hacían que el Namikaze se abstuviera de ronronear –¿Podrías darme algo?

-Lo que sea –No lo dudo.

-¿Me das un beso? –Propuso en una sonrisa pequeña con mueca de dolor. El Hyuga se sonrojo, pero sin pensarlo dirigió sus labios a los contrarios, cuando estuvieron ambos labios juntos el Oji-Azul sostuvo del mentón al Hyuga mientras que este tomaba el rostro del zorro acariciándolo de vez en cuando.

Los soldados alrededor sonrieron y se dieron la vuelta dándole intimidad a la pareja, la Uchiha en cambio solo gruño y camino hacia la salida.

Ambos amantes disfrutaron del contacto sublime, ambos labios se acariciaban con amor guardado y se entrelazaban con cariño mientras las carisias en el rostro del Namikaze hacía temblar de gusto al mismo, el Hyuga en cambio solo se dejaba guiar y seguía sus instintos puesto que era su primer beso el cual había soñado mucho tiempo con entregárselo a la persona que amara, cuando recibió la noticia de que estaba comprometido había descartado esa idea y tirado a la basura todos esos sueños cursis, pero estaba inmensamente feliz de que el Namikaze esperara pacientemente al menos un beso en la mejilla o un simple contacto de pieles como tomarle de la mano. Agradecía a sus padres por comprometerlo con él.

Cuando se separaron no evitaron hacerlo en una sonrisa, rozaron sus narices ronroneando del gusto entre pequeños besos robados por el Namikaze.

-¿Te sigue doliendo? –Pregunto curioso, ante aquello el Oji-Azul quedo callado –¿Naru?

-Si serás idiota, uno de los dones del dios zorro es auto curarse, de seguro solo le llego a doler un poco mientras se auto curaba –Se burló el dios –Se hizo el que le dolía para que le dieras mimos y su beso.

-¿Qué? –El Hyuga rápidamente dejo de hacer presión en la herida y la miro, estaba totalmente curada y de ella salía algo de humo.

-Boruto me duele –Se quejó el Namikaze sin ver lo que el Oji-Perla había descubierto –Dame otro besito –Puso sus labios, pero lo único que recibió fue una jalada en su oreja –¡Auch! –Se sentó y tomo su oreja con dolor, ahora ese dolor era real –¡¿Porque me jalaste mi orejita Dattebayo?! –Le cuestiono mientras lloriqueaba.

-¡Si serás idiota y yo preocupándome en vano Dattebasa! –Le enfrento molesto mientras se sentaba en su regazo y lo abrazaba –Eres un imbécil no me vuelvas a hacer esto –Le susurro mientras se aferraba a el –Gracias a dios no fue nada grave.

-De nada –El Peli-Plateado acepto ese agradecimiento con gusto.

-Pero es que quería mi beso Dattebayo –Se excusó.

-Me lo hubieras pedido y ya –Le reprendió dándole un pequeño jalón de orejas.

-¿Me das un beso?

-No, estas castigado Dattebasa.

El Namikaze hizo un puchero, pero se dedicó a abrazar a su prometido mientras lo olfateaba. Sonriente embarro su cara en el contrario como disculpa escuchando como este ronroneaba por los mimos recibidos. Estaría encantado de pasar toda su vida con aquel de ojos perlas.

-Boru.

-¿Hmp?

-Te amo Dattebayo.

-Y-Yo igual te amo Dattebasa.

-Aww ¿Puedo ser el cura en la boda?

-Momoshiki... cállate. 

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