Quietud que Esconde Violencia
La paz volvió a la vida de Carla y su hijo, después de casi 3 años de violencia todo acabo...
Cualquier cosa lastima menos que la quietud, todo duele menos que quedarse inmune al mundo e insensible incluso al dolor propio. A Carla no le importaba que Rodrigo fuera consciente de que estaba mal, no le importa que pensara que ella estaba bien, todo lo que quiera era una discusión para hallar cualquier cosa menos la quietud que escondía la violencia.
Conversó con alguien, una persona del pasado que vio crecer y convertirse en hombre, la protegió, se olvidó de su dolor y lucho para aliviar el de Carla. No le importo que fuera mayor, que sus familiares se conocieran, que el hijo de ella y el hermano menor de él fueran amigos, que fuera una simple abogada mientras que él, un socio de "Construct", solo le importo su compañía, lo que pensaba y lo que sentía.
Solo fue cuestión de tiempo para que volviera a la vida, con una paz y tranquilidad que quizás no sería duradera, como toda la realidad y existencia humana, innegable.
La mirada de Carla estaba perdida en el pequeño horizonte que le daba a la vista la gran ventana de "Dream's Beach": un bello atardecer en la playa, era sublime. La idea de que sería la última vez que vería algo tan bello le hizo sentir que despertó mucho más el miedo que quería sobrellevar. Le dolía el alma, sus sueños rotos, dejar a su hijo, su vida...
Desde hace unos días los efectos de la quimioterapia comenzaron a ser visibles: su abundante cabellera negra estaba desvaneciéndose, su tez blanca hoy por hoy era pálida, su piel estaba reseca y la figura de reloj de arena que poseía solo era sus caderas, estaba delgada como nunca se había visto.
El cáncer de mama en fase 3 estaba destruyéndola. Inclusive el gran brillo que tenían sus ojos grises había desaparecido. Solo era cuestión de 2 semanas para la cirugía donde le amputarían su ceno derecho. Era una tortura para sí misma siquiera pensar en eso. Llevaba consigo un paño violeta que cubría su cabeza y una fundada al mismo tono.
Decidió acercarse más a aquel bello espectáculo. Sosúa era hermosa, una playa con agua cristalina y pura con un jardín de formas y colorido en las que se cruzaban palmeras, plantas frutales, florales y un sin fin de helechos. En los costados enormes rocas en donde el mar rompía con sus constantes olas, sobre las cuales habían hospedaje para todos los visitantes que moraban por esos lares. La arena caliente por el paso del sol sobre ella era tema de descuido para Carla. Y desde ya lo más bello, todo lo que me puede dar vista, alegría, sentimientos; digno de un poeta. Se dejó llevar allí por unos minutos dejando que la brisa volara un poco su bufanda con ella entre sus manos alzadas.
Quiero volver a los días hermosos... reiniciar.
La tranquilidad del lugar le hizo recordar, mucho más de lo que debía. Cuando estuvo lo suficientemente cerca se apoyó en la base de una palma y con sus ojos cerrados disfruto de esa sensación y de la brisa marina hasta que sintió que alguien se acercaba, era Samuel.
"No soy un niño, quiero que me veas como hombre no como un amigo más joven".
7 años después debían ser suficientes para borrarlo, eso espera Samuel. Si en ese entonces 28 y 38 no eran tan diferentes, ¿por qué 35 y 45 deberían serlo ahora?
El cáncer no era el final...
—Carla... —No quería abrir los ojos, estaba disfrutando de las caricias que el rubio dejaba en su cabeza—. Te amo. —dijo luego de besar la mejilla izquierda de ella.
—Estás despierta, ¿verdad?
—Nunca en mi vida había deseado tanto no estarlo...
—Dios mío, no. —Al parecer su suspiro no fue lo suficientemente débil como para no llegar a los oídos de él—. No vuelvas a decir eso, Carla. Hay muchas cosas por las que debes seguir. Tu carrera, el despacho, Oliver aún es un adolescente...
—No lo tomes...
—¿Cómo quieres que lo tome? ¿A la ligera? —Le cuestionaba mientras la veía incorporarse para sentarse adecuadamente—. ¿Acaso todo lo importante para ti murió?
No tienes idea de lo mucho que considere mío y ahora debo dejar atrás...
—Carla, por Dios...
—¿Debo considerarte como algo mío? Dime, necesitas algo más que a una mujer que sufrió violencia doméstica, alguien mayor, esta enfermedad... —Sus palabras fueron comidas por un beso del rubio.
—Te amo. Sacas de mí emociones que ninguna ha logrado. Eres la mujer más fuerte y valiente que he conocido.
—Déjame... Te lo ruego, déjame irme en paz.
—No irás a ningún lado, mucho menos sin mí. Tu vida no acabará, tienes muchos años por delante.
—¿Cómo sabes eso?
—No estás sola. Lo sé porque juntos podremos sobrellevarlo. No me apartes, te lo ruego. —Su mirada en ella pese a las circunstancias y cómo estaban no dejaba de darle vida a todas las emociones que quería reprimir.
—¿Por qué? ¿Por qué a mí?
—Porque tú eres la mujer con la quiero estar. No me importa el cáncer, ni tu edad o tu trabajo; quiero estar contigo, no me interesa qué o quién se interponga, ni siquiera tú. —Ella lo miro vacilante, Samuel sentía como si le estuviera rogando con la mirada que la sacara de allí—. Sin importar cuantas veces tenga que hacerlo o decírtelo. Te amo.
Tal vez tenía miedo de despertar porque ese despertar podía ser violento, pero en ocasiones es necesario. Ella lo necesitaba, despertar de una vez por todas de la anestesia del cáncer y todo el dolor que sentía. Era innegable que perdía más intentando luchar contra la enfermedad que aceptándola.
Cuando perdemos, no tenemos que fijarnos en lo que hemos perdido, sino en lo que queda por ganar.
Tenía que vivir, el cáncer solo una batalla más. Todavía quedaba mucho por lo que luchar...
Contexto:
Una historia de 1,000 palabras del género: Chick-Lit/Ficción General. Utilizando como inspiración esta imagen:
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