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18 | Íntimo

S A V A N N A H

Los premios transcurren como si de un sueño se tratase: luces, brillos, famosos que nunca imaginé ver más allá de la televisión de aquella cabaña que supuso el inicio de nuestros pecados, bebidas coloridas y música, mucha música; en especial, la del protagonista ganador de cuatro premios. Mi novio. Aquél por el cual mi vida ha dado un giro de ciento ochenta grados: Mason Fox.

—¿Te ha gustado? —pregunta rodeando mi cintura cuando nos quedamos solos en su camerino tras haber finalizado la gala.

—¿¡Bromeas!? —exclamo con una sonrisa de oreja a oreja— Ha sido una pasada, todo el mundo me ha tratado fenomenal y bueno, tú has estado increíble. —Le doy un beso en los labios, cerrando los ojos y disfrutando de la sensación abrumadora—. Enhorabuena por todos los premios, te mereces cada uno de ellos.

—Gracias por haberme acompañado, creo que esto ha sido bueno —reflexiona—, hemos conseguido lo que buscábamos.

—¿Qué es...?

—Normalización. —Asiento y apoyo la cabeza en su pecho, feliz y complacida.

*

Han pasado un par de horas desde que llegamos al club en el que se celebra la fiesta post-premios. Lo mejor de la noche ha sido que Mason no se ha separado de mi lado ni un momento, incluso cuando le han pedido que cantara, ha hecho que coloquen una silla sobre el escenario y me ha dedicado la canción, acompañada de un puñado de palabras que han provocado algunas lágrimas de emoción por mi parte.

¿Lo peor? Emilia, por supuesto. No ha parado de echarme miraditas de desprecio durante todo el tiempo, aunque, por suerte, no se ha acercado. Al parecer, tiene un nuevo novio, jugador de un equipo de béisbol, así que supongo que no le queda más remedio que fingir que Mason y yo ya no le importamos.

—¿Te apetece que nos vayamos ya? —Mi novio retira el pelo de mi rostro cuando estamos sentados en uno de los sofás, rodeados de amigos entre los cuales se encuentran cantantes, actores y actrices, e incluso modelos.

—Estás cansado, ¿verdad?

—Bueno, un poco, pero no es por eso. —Se aproxima a mi mejilla y deposita un beso cerca de mi oreja—. Tengo ganas de abrazarte en la cama —susurra.

Río por las cosquillas que me hace y sujeto sus mejillas para darle un beso en los labios.

—Pues vámonos —respondo señalando la puerta con la cabeza. Asiente y se pone en pie.

Nos despedimos de todos nuestros amigos y caminamos entre Michel y K-Box hacia la salida. Lo hacemos cogidos de la mano y diciendo adiós a todas las personas que nos vamos encontramos a nuestro paso, los cuales felicitan una vez más a Mason por los premios ganados hoy, y a mí por... Bueno, por venir con él, supongo.

—Gracias, chicos. Buenas noches —dice Mason a sus guardaespaldas cuando terminan de revisar nuestra suite en el hotel.

—Buenas noches —contestan los dos.

Esperamos a que se vayan para quitarnos la ropa, dejarla sobre un aparador y meternos bajo el caliente edredón.

—¿Tienes frío? —Acerca mi cuerpo al suyo cuando un escalofrío hace que me estremezca.

—Un poco, pero ya voy entrando en calor.

Nuestros ojos conectan cuando levanto la barbilla hacia él, sonríe y permanece así varios segundos, acariciando mi mejilla con calma. Entonces, aproxima su rostro y dejo que me bese sin prisa, pausadamente, acompaña los movimientos de su lengua con sus manos, acariciando la piel de mi cuerpo. Primero se centra en la espalda y los brazos, pero poco a poco va descendiendo hacia mi trasero, amolda sus manos a él y siento su respiración profunda por la nariz. Rueda para colocarse sobre mí y abandona mis labios para deslizar los suyos por la delicada e inexplorada piel de mi cuello, solo alcanzada hasta ahora por él.

—Perdona. —De pronto se detiene y pone un poco de distancia.

—¿Qué? ¿Por qué? —cuestiono confusa—. ¿He hecho algo mal?

—No, no —se apresura a decir—. Es que no... Bueno...

—Eh, Mason. —Sujeto sus mejillas con mis manos y sonrío, ya sé lo que le pasa—. Estoy bien, estamos bien, quiero esto tanto como tú.

—¿Estás segura? Había pensado hacer algo especial, no sé... Algo más personal —añade echando un vistazo a la habitación del hotel en el que no encontramos.

La última vez que hablamos acerca del sexo, acordamos no tener prisa y hacerlo cuando surgiera, sin planear nada ni forzar las cosas. Sin embargo, sabía que él querría hacerlo a lo grande, piensa que, al ser mi primera vez, tiene que ser algo memorable. Lo que él no comprende es que el hecho de hacerlo en una cama de dos metros, en una mansión llena de cosas caras y lujosas, no es lo que lo hará inolvidable. Todo eso solo son... eso, cosas.

—Todo es especial desde que te conocí, te lo aseguro. No necesito nada más que estar contigo, me da igual dónde sea. —Intento convencerle, pero su mirada me dice que no está seguro, así que le doy un beso—. Te lo prometo —susurro rodeando su cuerpo con mis piernas, volviendo a colocarle en la misma posición que hace unos segundos.

Mason no vuelve a decir nada al respecto, se centra en ser delicado y tocarme justo donde lo necesito. Entre los dos nos quitamos la poca ropa que llevamos, intento no centrar la mirada en su entrepierna, pero no puedo evitarlo, la vista se me va sola. Admito que me pongo nerviosa —más de lo que ya estaba— al pensar en cómo voy a... Cómo eso va a... Bueno, en lo que viene ahora.

Sus dedos me acarician durante un breve espacio de tiempo, el cual me ayuda a relajarme, a disfrutar por lo que siento, por ese placer que hasta ahora solo me había dado yo sola. Y siempre a escondidas, como una pecadora de lo peor.

—Tengo que decirte algo antes —susurra en mi oído después de posicionarse entre mis piernas.

—¿Qué quieres decirme? —pregunto mirándole confusa, nerviosa y excitada.

—Que te quiero, Savannah —confiesa de repente—. Que te quiero y que esto es tan especial para mí como lo es para ti. No es solo...

—Shh —le interrumpo con un beso y una sonrisa—. Sé que lo es.

—Ah, ¿sí? —sonríe para que me relaje, le conozco, a la vez que empuja su pelvis muy suavemente.

—Sí —respondo clavando los dedos en sus brazos.

M A S O N

El sueño es cada vez más fuerte, me obliga a cerrar los párpados, pero me resisto. Savannah descansa a mi lado, dormida desde hace ya un rato, con los dedos de una mano entrelazados a los míos y desnuda por completo.

Cuando pensé en invitarla a venir conmigo a los premios, mi única intención era normalizar la relación respecto al resto del mundo, mostrar que lo nuestro va en serio y no es una chica más, de esas a las que están acostumbrados a ver conmigo. Lo que nunca imaginé, es que terminaríamos así, acostándonos por primera vez en la otra punta del país, en un hotel y sin planearlo. Es cierto que decidimos que pasaría cuando tuviera que pasar, pero a pesar de eso, me sentía un poco responsable en el sentido de que, bueno, ¡es su primera vez! Habría querido preparar algo bonito y especial, aunque no podría haber sido mejor. Savannah ha confiado en mí en todo momento y se ha dejado llevar, ha guardado la calma y no se ha escondido a la hora de mostrar la incomodidad al principio. Lo hemos hecho juntos, desde el principio hasta el final.

*

Llegamos a Los Ángeles al día siguiente por la tarde, tras haber acudido a otra entrevista en Nueva York. Llevo a Savannah a su casa e ignoramos a los fotógrafos cuando aparcan tras mi coche y comienzan a disparar sus flases.

—Te juro que me encantaría poder quedarme contigo —digo cerca de su boca cuando ambos permanecemos abrazados frente a su portal.

—Tenemos todo el tiempo del mundo —responde sonriente—. Junior ha dicho que tendrás unos días completitos. —Ríe imitando su voz y yo no puedo evitar soltar una carcajada.

—Sí, el álbum de Navidad sale la semana que viene, así que estos días me los pasaré metido en el estudio. Puedes venir algún día a verme si te apetece, ya te conocen así que no tendrás problema para que te dejen pasar.

—Lo haré —promete—, tengo que ver el horario que me ponen en la cafetería. Hay una chica de baja, así que igual tengo que meter más horas.

Asiento y le doy un beso, el cual corresponde sin importarle los videos que colgarán en internet hoy mismo.

—Luego te llamo. Te quiero —digo sobre sus labios.

Ella solo me besa en respuesta. No dudo de sus sentimientos hacia mí, pero comprendo que le sea difícil mostrarlos teniendo en cuenta lo poco afectiva que en su familia. En realidad, bastante se ha abierto conmigo en este tiempo, podría haber levantado una barrera y haberse alejado, pero ha hecho todo lo contrario.

Me espera una semana muy larga, aunque estoy emocionado por el álbum navideño, las canciones me encantan y tengo que admitir que estoy pasándolo muy bien con las grabaciones. Espero que Sav pueda venir algún día, me encanta verla al otro lado del cristal cantando y bailando mientras yo trabajo.

•••

¡Hola! ¿Cómo estáis? Sé que el capítulo ha sido más corto que otros, pero prefiero hacerlo así y subir más a menudo.
¿Os ha gustado? ¿Qué ha sido lo que más y lo que menos? Os aviso desde ya que todo lo bonito acaba y que a partir del próximo capítulo las cosas se torcerán bastante... Solo diré eso.

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