Capitulo Único
Que tan difícil es retratar un lugar tan perdido, oscuro, sombrío y sin el poder del libre albedrio que el ser divino que otorga y quita dotó a la raza humana, se tiene la costumbre de imaginar al submundo donde las almas en pena que en su momento formaron parte de una vida tormentosa a la vez que pecaminosa expían sus pecados a lo largo de la eternidad, eso sería un pensamiento correcto en la teoría, es difícil definir aquel lugar, no obstante lo más correcto sería curiosamente afirmar que Dante no estaba tan equivocado en su obra magna, los relatos acerca de la estructura de circulas acerca del bajo mundo y sus consiguientes divisiones dependiendo del pecado cometido, acabarían siendo ciertos si así lo quisiéramos, lo único correcto es que hasta que un alma no recibe la posibilidad de salir de un cuerpo terrenal no sabrá como son el cielo ni el infierno, ni siquiera tendrán conciencia de su mera existencia pues el debate no cesará.
Fudou Akio siempre tuvo aquella incertidumbre, su ser ambiguo y moralidad cuestionable muchas veces lo hacían pensar a donde iría luego de finalizada su etapa terrenal, no pensaba que se merecía la dicha de subir al cielo si es que se diera el caso de que aquel utópico mundo existiera de verdad, se sentía más cómodo pensando que el castigo eterno lo depararía, que el guardián cancerbero aguardaría su llegada y que finalmente sería llevado a su circulo correspondiente por una figura espectral abordo de un bote quien remaría a la espera de que su juicio fuera perpetuado.
Sería divertido considerar el hecho de que no estaba tan equivocado sobre su futuro, una vez muerto y después de vivir una vida plena aunque no exenta de pecado y mucho menos de la aceptación al señor a su vida, su alma sería enviada a este sucio lugar donde no habría escapatoria.
Pero no por eso su existencia sería realmente problemática.
Al bajar al lugar del cual mil mitos se han creado fue recibido por quien realmente esperaba, el guardián le permitió la entrada a un espectro que difícilmente guardaba algún parecido con su vida humana, tras cruzar el río abordo de aquella embarcación junto a varias otras almas en pena a las cuales les tocaba el letargo junto a el, quien sería enjuiciado, los distintos príncipes, duques y reyes del infierno llegarían a la conclusión de que, aunque el pecado formó gran parte de su vida, no correspondía a algo lo suficientemente grave como para ser enviado a aquellos circulas de expiación y castigo, en su lugar su destino sería algo más leal a su vida pasada.
Aquellos que cumplen con esos pocos requisitos de no haber sido una persona de mierda en su vida terrenal, pero tampoco un ser de bien plenamente y mucho menos haber aceptado a Dios dentro de su corazón son enviados a "la población".
Lugar donde dichas almas que en el infierno no llegan a ser castigadas, vivirán por la eternidad en una sociedad solo regida bajo sus propias leyes, se podría considerar una fortuna pues no sería victima de una vida rutinaria percé, ni de dolor prematuro y constante arrepentimiento.
Tras ser enviado su alma tomo la forma demoniaca que cabría esperar, su cabello tan característico volvió a su lugar, sin embargo unos cuernos comenzaron a salir desde su cien, su boca dejó de estar formada por labios, en su lugar tomó una forma puntiaguda y agresiva, aunque lo suficientemente flexible para esbozar emociones, sus cuencas no dieron cabida a globos oculares sino a una forma circular vacía, la cual parecía estar en constante rotación, su cuerpo tomó más volumen del que solía tener en sus épocas de vida además de tomar un tono moreno rojizo y poseer escamas en el mismo.
En su espalda se formó un prominente ojo, el cual posee conciencia propia cuya función es la del redentor, es una voz de la razón que guía al demonio por su vida después de la muerte, además de ser el indicador de su vitalidad y fuerza.
Alrededor de los ojos se formaron púas, dos de color rojo por las cuales saldrían las alas del demonio en caso de que este lo deseara, la púa superior servía para sacar su báculo, tras la demonización Akio fue otorgado no solo de los poderes y las características natas de un demonio, sino que con el tiempo consiguió su arma demoniaca, un báculo con la cual pudiera dar vía libre a sus poderes en una eventual guerra entre el cielo y el infierno.
El báculo le daría la capacidad chamanica, raza a la cual pertenecía y aunque como demonio poseía una anatomía similar a la de un humano, también poseía la capacidad de vestirse como el estimase conveniente claramente con las prendas propias del lugar donde residía, el eterno sufrido decidió simplemente utilizar una falda de cuero color rojo.
Sería aquella la forma que representaría su ser por la eternidad, Fudou Akio conservaba su nombre sin embargo y en su estancia en el infierno, dicho comprendido como una sociedad similar a las zonas menos privilegiadas del lugar del cual procedía, los demonios eran condenados a vivir en carencia a costa del curioso privilegio que se vivía en su contraparte celestial.
Podría sugerirse que representan la dualidad descrita en lugares como Latinoamérica, donde las zonas urbanas peligrosas y pobres son techo para una inmensa mayoría mientras que los sectores adinerados son privilegio de unos pocos. La población se trataba de una metrópolis muy similar a una comuna grande, aunque adornada por la carismática apariencia volcánica con la cual asimilamos al infierno y la cual Dante muy bien describía.
Los diablos rojos eran debido a sus características una civilización agresiva y con predisposición a la violencia pues muchos de estos toman similitudes de quienes fueron en vida, aunque claro, nuestro protagonista no era una criatura con escasa materia gris, al ser una persona inteligente en su vida terrenal pudo optar a la dicha profesión de chaman y capacidad de ser un guerrero por la eternidad, por lo tanto poseía un raciocinio similar al de un humano común, aunque no por eso dejar de tener la misma agresividad y bestialidad característica.
Tras describir el bajo mundo, es menester tratar nuestra segunda localidad, los finos paisajes, el paraíso, la gloria eterna a la que solo los bendecidos con el bautizo de pequeños y acreedores de haber vivido una vida plena, lejana al pecado y en resumen, haber obrado con el bien y la verdad por delante durante toda su existencia.
Y aunque la entrada a dicho es muchísimo más difícil que lograr bajar al inframundo, la recompensa de lograr aquello es la simplicidad y plenitud al llegar.
Kazemaru Ichirouta llegaba con honores al cielo después de su vida, una vez su alma abandonó su cuerpo después de convivir durante años con el anteriormente mencionado Fudou Akio, ascendió a las nubes, lugar donde se le abriría un portón celestial, tras ser admitido para pasar el mismo divisaría una escalera que aparentaba ser infinita.
Tras poner el primer pie en uno de los escalones es que la vida del ex jugador fue mostrada ante sus ojos, destacando los momentos de felicidad más plenas para su gusto y disfrute siendo esta una especie de recompensa por haber obrado con la bondad hasta los últimos instantes de su vida terrenal.
Dichos momentos incluían sus mayores logros como persona, la interacción con sus personas más preciadas, amigos y familiares. Sin embargo existía algo que aquejaba su tempranera alma venida al paraíso y es que todos esos recuerdos felices con quien fuera en vida su pareja se habían esfumado, no de manera literal sino que al momento de ser estos recuerdos presentados frente a el, la imagen de su pareja a la cual amó con pasión y deseo hasta sus últimos momentos de vida pareciera ser borrada, siendo reemplazada por una imagen lumínica, hecho que desconcertó al privilegiado peliazul.
El alma se quedó con esa sensación amarga hasta que el ascenso finalizó, llegó a un portal que al cruzarlo lo dejaría en su nube, una zona que, como cabría esperarse, sería su hogar y lugar de resguardo por la eternidad, conformada por todas las comodidades que Kazemaru podría desear a la vez que decorada y amueblada a su gusto y capricho, la cual podría personalizar como quisiera pues el descanso eterno es un premio que solo aquellos que guarden su alma para dicho podrían disfrutar.
Su alma tomó la forma que poseía en sus épocas de temprana adultez, aunque como ángel, tenía la capacidad de transformar su figura como quisiera pues sus poderes se lo permitían, no obstante el atuendo por defecto de los ángeles era sencillo, túnicas de color claro a gusto del portador, pantalones o faldas, además de la posibilidad de esconder y alzar sus alas a voluntad.
El lugar era realmente acogedor y la comunidad por fuera de este lo era aún más, un aura divina invadía el terreno y parecía parte de un premio inmenso del cual estar eternamente agradecido, y Kazemaru Ichirouta sabía aquello, miles de otros seres compartían su dicha y una vez recorrió cada rincón del lugar se encontró con ausencias y presencias conocidas.
Sin embargo aquello que no salía de su cabeza, aún después de meses viviendo dentro de aquel lugar es que habrá pasado con aquella persona que fue dueña de su corazón en vida, y de la cual al preguntar a cualquier alma habitante en el lugar solo recibía respuestas negativas, quizás Kazemaru jamás podría volver a ver a su amado...
No obstante, no es únicamente el peliazul quien sentía cierta incomodidad acerca de su contraparte, el cuernudo demonio también poseía la incesante necesidad de pensar en quien en vida fue su pareja, imaginando claramente que este se encontraría en el paraíso, muy lejos de su inmunda existencia y aún más del propio lugar.
Había escuchado comentarios acerca de que pasaría si un demonio osaba cruzar las líneas celestiales y arribar al divino pueblo, múltiples peligros asechan esas posibilidades, pero realmente eso no asustaba a Akio, ya había sorteado numerosos peligros en vida como para que la ida al cielo a probar suerte y ver a su querido Ichirouta lo atemorizara.
Escuchó sobre conjuros, hechizos, distintas conjugaciones shamanicas las cuales solo los más habilidosos y experimentados lograrían llevar acabo, y aunque el ojo de su espalda le decía que era mejor abstenerse de aquellas opciones y quedarse dentro del infierno, lugar donde ya se había hecho de un nombre pasada una larga temporada, su bestialidad de diablo rojo pudo más.
Fudou Akio tomó una decisión apresurada y cuestionable, se agachó para tomar impulso, enfocó toda su fuerza en sus piernas y una vez se sintió listo logró explotar aquella fortaleza en un potente salto que lo elevó hasta el infinito.
Como un halcón en picada el demonio cruzó con potencia los cielos del inframundo, logrando romper con su velocidad el aire y consiguiendo así salir de los mortales senderos en un abrir y cerrar de ojos, sus cuernos sirvieron como punta para traspasar el portal que unía el infierno con el mundo terrenal, al pasar ese mundo notó como al llegar a la superficie su cuerpo se sentía seco y el impulso tomado por sus piernas había llegado a su limite, ya no dependía de sus poderes y su mascara de calavera era lo que lo protegía de ser visto por los humanos, y una vez las nubes se tornaron cercanas fue que el demonio desplegó sus alas, gigantes como ellas solas comenzó a ascender sin perder velocidad, llegando al desafío superior, para bien de el y por fortuna la velocidad lo ayudó a no ser motivo de alerta para las defensas celestiales pues traspasó las nubes.
El haber llegado al divino lugar sintió como su cuerpo se debilitaba, su piel se secaba y perdió la mascara de calavera, lo que lo protegía de el efecto del cielo sobre los demonios, pero al mismo tiempo le permitió arribar al lugar, una vez arriba y sintiéndose debilitado usó su irritado ojo para buscar el alma de Kazemaru.
Curiosamente no estaba muy lejos, por lo que usando su ultimo esfuerzo voló lo más rápido que pudo hacia el lugar, irrumpiendo en la casa de su pareja esperando que dicho se encontrara dentro.
Y allí se encontraba, en lo que parecía ser una cama hecha de nubes, se veía más hermoso que nunca y un atisbo de ternura pasaba por la mente del bestial demonio.
-Realmente te tardaste...
Comentó el peliazul, mostrando una mirada sensual, la cual activo muy rápidamente los impulsos del salvaje, el primero se levantó de su cama y se acercó lentamente al demonio, utilizando sus poderes para sellar su casa e insonorizarla para que nadie supiera lo que estaba pasando en su privacidad, una vez ambos estuvieron de frente las palabras sobraron pues el Ángel sabía que era casi imposible que un ser divino y uno infernal pudieran tener una conversación, pues el debilitado demonio parecía estar aturdido y sin la posibilidad de hablar.
Kazemaru lo tocó, sintió su cuerpo y notó la sensación que extrañaba desde que estaba vivo, aunque no se sentía como un humano, el pecho del demonio estaba caliente, al mirarlo a la cara podía identificarlo pero claramente su semblante era distinto, era efectivamente un espectro y los cuernos que salían de su cien no hacían más que resaltar lo obvio.
Poso su mano en el pecho y cerrando los ojos hizo aparecer una cadena, la cual rodeó el cuello de la bestia, intentando hacer lo posible por debilitarlo aún más con la ligera esperanza de poder ver humanidad en el, sin embargo en un acto salvaje el demonio acorraló a Kazemaru a la pared, quedando ambos frente a frente y utilizando su mano para tomar la cadena y rodear igualmente el cuello del peliazul, ambos estaban muy cerca.
El ángel utilizó su poder de transformación, recordó lo mucho que le gustaba a Akio su cuerpo, por lo que se transformó en una figura sensual que pudiera desatar los impulsos más primitivos del espectro, ensanchó sus caderas y engruesó sus piernas y sus glúteos, recordaba que era lo que el contrario más disfrutaba, a la vez que transformó sus prendas en unas más apretadas y las cuales dejaban mucho menos a la imaginación.
Sintió como el demonio soltaba un pesado suspiro y su cuerpo se calentaba aún más, por lo que tomándolo de la cara se acercó para, después de mucho tiempo, besarlo con la pasión y amor que habían caracterizado su relación en el pasado, el ángel no tenía idea cuanto duraría y mucho menos si esta ocasión tendría una segunda oportunidad, por lo que ver nuevamente a su amado era un momento que debía ser aprovechado hasta el ultimo segundo.
Claramente las cosas irían más allá, Fudou al ser un demonio poseía un deseo sexual incontrolable, pues su sola existencia era la esencia de los 7 pecados capitales encarnados y esta vez la lujuria se haría más presente que nunca y el ser divino lo sabía.
Sintió como las manos de Fudou se posaron en sus brazos y con fuerza lo dieron vuelta, dejándolo de frente contra la pared y el anteriormente mencionado demonio se encontraba gozando cada segunda palpando cada centímetro de Kazemaru, como solía hacerlo en vida.
El ángel no se iba a negar y no pretendía poner la más mínima resistencia, sencillamente se dejó llevar, permitiendo que el de los cuernos tomara el control de su cuerpo y pudiera desenvolverse a su gusto, Kazemaru decidió poner su cuerpo a disposición de quien había irrumpido en su morada.
Su intimidad antaño había correspondido a un juego de roles y en esta ocasión no podía ser más literal, el sumiso ángel sencillamente se dejó tocar, sintió las calientes y ásperas manos del demonio rozando su piel, su torso, espalda, bajando hasta sus muslos y sintiendo como con fuerza Fudou manoseaba sus glúteos, firmes y suaves como los recordaba en vida, pero lo suficientemente voluminosos como para que hubiera una ligera sorpresa en su contrario al palparlos.
La sensación de placer fue instantanea, por lo que el movimiento que Fudou comenzó no tendría fin hasta que su caprichoso y pecaminoso ser tomó la decisión de cargar al ángel en sus brazos para posteriormente arrojarlo a su cama.
Las nubes permitieron que el aterrizaje forzoso no fuera para nada incomodo, por lo que el angel quedó boca abajo, sabiendo que es lo que seguiría .
Preso del antojo el angelito levantó su retaguardia dejándola al deleite del demonio, dos inmensas posibilidades en esa posición fueron tomadas a la par por el mismo, uno pensaría que el instinto salvaje lo llevaría inmediatamente al ritual de apariemiento por excelencia, pero el ojo en la espalda del demonio le comentó que sería mejor disfrutar el momento y brindar algo de placer a su pareja, por lo que besar aquella zona no parecía mala idea.
Y asi fue, el goce inmenso parecía interminable para el sumiso ángel quien tras cada gemido pensaba en la intensa satisfacción que electrizaba sus sentidos, el solo pensar en que lo que estaba haciendo era posiblemente el pecado más grande que un ángel podría cometer en el cielo le recordaba a la adrenalina y pasión que caracterizaban a su novio, lo podía sentir y no solo los besos, pasados unos segundos Ichirouta comenzó a experimentar después de una eternidad la existencia de Akio dentro suyo, la primera embestida fue leve, le recordó a cuando aquello no formaba parte de su vida y el momento en que se dio jamás salió de su cabeza, el momento se había repetido esta vez después de muertos y la sensación fue exactamente igual.
Pronto el ritmo se acrecentó, el Ángel notó como, aunque el demonio fuera una criatura bestial y salvaje, una parte de el estaba haciendo todo lo posible para que ambos pudieran disfrutar el momento, pues en lugar de ser rudo como hubiera esperado, se notaba como Fudou lo cuidaba aún siendo este preso de sus impulsos más primitivos.
La potencia provocó gemidos que fueron ahogándose poco a poco, tapados por la mano del demonio quien suspiraba con cada esfuerzo, el momento era intenso y ambos estaban literalmente en el cielo.
Kazemaru no tenía idea que es lo que podía ocurrir al llegar al estasis, al clímax del acto pecaminoso por lo que decidió frenar levemente las acciones, el demonio lo entendió y poco a poco bajó el ritmo hasta que se separaron finalmente después de un buen tiempo estando dentro del Ángel.
Una vez separados, el ser divino decidió darse la vuelta, quedando igualmente acostado boca abajo, pero mirando y apreciando finalmente la masculinidad del demonio en su máximo esplendor, su presencia era inconfundible e irremediablemente intimidante, por lo que se acercó lentamente quedando solo a centímetros del miembro de Fudou.
El calor que emanaba el mismo parecía que quemaba, no obstante el ángel era igual de adrenalinico que su contraparte, por lo que ponérselo en la boca y comenzar lentamente a jugar con su lengua fue el momento de su diversión.
No pasó mucho tiempo hasta que Akio, tomando la cabeza de su amado comenzó a guiar su camino dentro de su boca, forzando su entrada y haciendo que el hecho de ser manipulado por tal acción excitara aún más al ángel.
La felación duró unos minutos, ambos realmente lo disfrutaban y a pesar de que solo eran minutos, ambos lo sintieron como una eternidad.
Luego de pasados aquellos momentos es que el demonio levantó al ángel y lo apegó a el, tomándolo de las piernas y cargándolo, quedando ambos frente a frente. Fudou lo tomó de la cintura y lo volvió a elevar, Kazemaru pensó que lo volvería a penetrar en ese momento, sin embargo el demonio se limitó a mantenerlo levantado en un abrazo que parecía ser dulce, pero que solo simbolizaría un pequeño entretiempo antes de continuar con el acto.
Y claro, el miembro del demonio volvió a ubicarse dentro de Kazemaru, quien abrazó la espalda de este con fuerza sintiéndolo cada vez más grande y fuerte, digno de un ser venido de las más profundas tinieblas el pecado se apoderó de ambos en un ultimo acto desenfrenado e incontrolable.
Las poderosas embestidas eran intensificadas pues Fudou levantaba y bajaba a Kazemaru a su voluntad, haciendo los impactos más fuertes y logrando que ambos estuvieran en sus últimos momentos antes de que, finalmente para el goce de ambos el clímax los alcanzó...
Pasados unos momentos ambos estaban acostados en la nube, cansados y habiendo tenido la experiencia más adrenalinita y maravillosa en su existencia como seres inmortales.
Fue entonces que Kazemaru, ni corto ni perezoso, eligió bien el momento para levantarse levemente y posicionarse aún más cerca de su amado, poniendo sus manos en ambas mejillas del diabólico ser.
Al cerrar los ojos el peliazul canalizó la poca energía que le quedaba en intentar, aunque fuera un poco, purificar la existencia del demonio, observando como no solo recuperaba algo de fuerza, sino que también conseguía ver unas pupilas verdosas aparecer por las cuencas vacías del intruso, era claramente la respuesta a su petición, podía sentir al alma humana detrás del impuro ser.
-Estás aquí, finalmente estás aquí
Unas pequeñas lagrimas salieron de los ojos del ser celestial, a la par que esbozaba una expresion de felicidad.
-No sabes cuanto te extrañé...
Comentó finalmente el demonio, accediendo a las caricias...
-Desearía que este momento durara para siempre, te espere cada día y finalmente estás aquí
Respondió Ichirouta.
-Tenemos poco tiempo, siendo un demonio soy hostil, pero contigo por fin puedo decir lo que siempre quise, y es contarte cuanto te amo y cuanto te amé, no ha pasado un día sin que piense en ti...
-Por favor, quédate un poco más, yo también te amo.
-Lo siento, no solo porque siento que hay ángeles que se aproximan, sino por no poder estar en el cielo contigo.
-¿Te volveré a ver?
-Volveré, aún si me cuesta la vida...
Ambos se levantaron, y la hora de decir adiós había llegado, fue poco tiempo, fue repentino, ninguno se preparó pero sabían que no se iría de sus mentes hasta la eternidad.
Antes de irse, el impío demonio rompió un pesado de su cuerno derecho, para darle el pequeño cachito a Kazemaru, con el objetivo de que este estuviera siempre con el.
Ichirouta hizo lo propio, sacando una pluma de sus perfectas y puras alas, entregándosela a Fudou, para que pudiera llevársela al infierno con el y supiera que aunque la distancia fuera enorme, siempre estarían el uno para el otro.
Un ultimo beso finalizó la improvisada ceremonia, por lo que el ángel abrió un agujero en el suelo de su nube por la cual el demonio podría escapar en picada y volver a su hogar.
Solo con la esperanza de algún día volver a verse...
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No tienen idea de cuanto amé escribir cada palabra de este one-shot
Viva el FuKaze
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