Capítulo 8 ✘ La Guerra: vampiros contra lobos
—Cuando lleguemos, les voy a pedir que me den la palabra, de lo contrario Darren solo querrá llegar a matar —menciona ese rubio vampiro apenas todos salen del Castillo.
Su líder evita darle una respuesta sin embargo luce molesto al sentirse obligado a salir e ir.
—No quiero contradecirlo rubio vampirito pero me corresponde a mí hablar y más con mi hermano. Yo solo tengo que solucionar esto —espeta Amaris sin lucir asustada.
—Y yo apoyaré a Amaris en el momento que se requiere —Dean da un paso adelante e ignorando la presencia de sus creadores, sujeta de la mano a Amaris, ella luciendo tensa.
Esteban enfoca la vista en ellos y asiente.
—Como prefieran —baja la vista en sus manos unidas — son el claro ejemplo del apoyo entre almas, siento un poco de envidia —finge una sonrisa burlona— merecen estar juntos sobrino, lobita.
Dicho esto y se da la vuelta.
El resto luce diferente, Drake no deja de ver con desprecio a Amaris. Mía con preocupación por su hijo y Steven con una mueca de desacuerdo marcando distancia con todos esos vampiros.
Darren se atreve avanzar en su dirección.
—¿Dónde es? Hay que irnos ahora
Amaris asiente y suelta a Dean.
—Siganme, yo los guiaré —le responde y gira a ver a Steven —¿Seguro que si puedes ir solo? Te puedo ayudar.
—Puedo solo, no estoy herido —le responde ese joven.
—No agradezcas —emita Esteban con burla mientras mira a ambos lados alerta.
Steven evita responderle, pues no quiere más problemas con esos vampiros.
—Vamos —anuncia Amaris y da un paso adelante. Sus ojos se tiñen en este tono ámbar y con velocidad brinca hasta convertirse en una hermosa loba de gran tamaño y pelaje blanco. Sus colmillos se distinguen de su hocico. Rápido comienza a correr, Steven la imita transformándose en un lobo más pequeño color café y la sigue.
—¿Están seguros que no deberíamos llevar armas? —pregunta Esteban al perderlos de vista.
—Creeran que vamos a atacarlos cuando no queremos eso.
—Es mejor estar prevenidos sobrino.
—Hay que acabar con esto —espeta Mía nerviosa— no tiene que haber una guerra y si la hay, Dean prometenos que te irás y regresaras aquí.
Él gira a ver a su madre.
—Tambien es mi guerra madre y no dejaré a mi familia solo luchando. No soy un cobarde.
Mía luce triste y orgullosa a la vez al verlo.
Darren gruñe y niega.
—Andando —anuncia y es el primero en correr con velocidad.
—El último es el más débil —espeta Esteban con burla y con esa misma velocidad lo alcanza. Después lo sigue Dean, Mía y el último Drake mientras cada vampiro se adentra más al bosque sin detenerse y entrar al mundo mortal.
(...)
Por otro lado, en esa casa Ian camina de un lado a otro muy molesto.
—Quieres cálmarte
—No puedo Yael —ruge— mi hermana está con esos chupa–sangres.
—La creí más inteligente
Ian le da un mala mirada.
Ese lobo alfa se recarga en la silla.
—Deberias lucir molesto también, ella prefirió a ese chupa-sangre que a ti.
—Solo está confundida, cuando lo mate regresará conmigo, me pedirá perdón y nos casaremos.
Ian se detiene y se cruza de brazos.
—No conoces realmente a Amaris —desvia la vista en la puerta. Muy en el fondo esperó toda la noche su regreso— no sé sí hice bien.
—Tomaste la mejor decisión que un Alfa como tú deberías tomar. Sabés, si mereces ser el nuevo líder, serás el mejor de tú manada —Ian gira a verlo— desde un principio tú debiste ser el Alfa, no tú hermana. Eres hombre, eres un Leroy.
—Asi lo quiso nuestro padre, además Amaris a sido una buena Alfa hasta el momento.
Yael ríe
—Hasta que se olvidó de su manada para ir con el enemigo —se inclina y apoya sus brazos sobre la mesa— Ian, hiciste lo correcto. Nunca dudes de lo que hagas. Juntos seremos invencibles, obvio cuando firmes el tratado y unamos nuestras manadas yo seré el primer Alfa y tú mi suplente. —hace una pausa— Sabés, mi padre me habló del tuyo y así como tú, el Alfa Iván siempre tomaba las mejores descisiones. Él también odiaba a los chupa-sangres, que no se te olvide que ellos mataron a su manada en esa época y se llevaron a tú padre. Lo esclavizaron Ian.
—Conozco la historia no necesito que me la repitas —Ian da un paso adelante y pasa sus manos por su blanco cabello— sé lo que le hicieron. Cuando otros chupa–sangres lo salvaron y asi regresó con mi hermana.
—¡No dudes Ian! —Yael se pone de pie de inmediato— ya declaraste la guerra, no te arrepientas. Date cuenta, esos chupa-sangres lo hicieron por conveniencia, para que ustedes quedarán en deuda con ellos y le devolvieran el favor. Ellos ganaron la primera guerra, ustedes perdieron más de la mitad de la manada —se acerca un poco a él— a los tuyos Ian.
Él se cruza de brazos.
—Mandé a Steven y de seguro ya lo mataron por hacerte caso.
—Y lo vamos a vengar —Yael sonríe ampliamente hasta que borra su sonrisa poco a poco y desvía la vista en la puerta— se acercan —gira a ver a Ian— han venido aquí —gruñe y expone sus colmillos— ¡Se nos adelantaron!
Ian observa en la misma dirección alerta.
—¿Si diste bien el aviso?
—Si, se lo dije con claridad a Steven. Hasta mañana los íbamos a atacar cuando realmente iríamos hoy en la noche, entrar al Castillo, salvarlo y matar a cada uno y a él.
Yael maldice y camina a la puerta.
—Pues esos chupa-sangres ya están aquí— espeta molesto y sale de la casa.
Enseguida Ian lo sigue.
Apenas salen de la casa, se reúnen con tres hombres de sus manadas.
—No deben tardar en llegar Alfa, no son muchos pero son fuertes.
—Ya lo sé Gael —gruñe y se detiene— reúne a toda la manada ¡Rápido!
Ian se coloca a su lado, ambos obsevan al frente justo el bosque mientras el resto actúa.
—Tendremos que pelear Ian, no te olvides lo que te dije.
Él asiente no muy seguro.
De pronto, del bosque emerge esa loba. Corre hasta ellos, se detiene a estar a una cierta distancia y con rápidez se transforma en su forma normal. Amaris decidida camina hasta ambos mientras su vestido blanco más arriba de sus rodillas se mueve a causa del viento.
—¡Selene! —exclama Yael con emoción fingida— volviste —termina con desagrado— ¿Me vas pedir perdón? Puedes arrodillarte.
Amaris molesta se acerca a él y lo empuja con fuerza un poco hacia atrás.
—Pudrete Yael —le da una mirada de advertencia y se dirige a su hermano— Ian
—Ya no perteneces aquí Amaris
—Vine a detenerte, no puedes hacer esta locura. No es lo que papá quería. Siempre lo evitó —ella da un paso hasta él— Ian, no puede haber una guerra.
—Tu ya no decides aquí —le responde con brusquedad.
Ambos se desafían con la mirada.
Yael se recupera, detrás de ellos y a los lados se reúnen ambas manadas. El Alfa posa la vista al frente ignorando a ambos hermanos Leroy.
—Ian —le habla con seriedad— vino acompañada.
Él deja de ver a su hermana y se sorprende un poco al ver a cada vampiro frente a ellos. Sin embargo su vista se detiene en Dean sin evitar odiarlo con la mirada.
—¡Madre! —grita Steven en su transformación normal y corre hasta su progenitora que lo recibe con los brazos extendidos.
—Vez lo que provocas Ian, mandaste a Steven al peligro —le dice Amaris captando su atención— ¿Qué es lo que quieres provocar con esto? ¿Más muertes? ¡Ya suficiente tenemos!
—¡Y todas fueron por tu culpa! ¡Tú quisiste ayudar a esos chupa-sangres! ¡Tú ordenaste luchar con ellos, por nuestra Luna, Amaris, ellos siempre son el enemigo! —Ian hace una corta pausa— Cada muerte fue por tu descision, cada muerte la cargas en tu conciencia —da un paso adelante— prefieres al enemigo que a tú manada.
—Claro que no, en primer lugar tú me corriste. Era una discusión de dos y tú involucraste a toda la manada, a la de Yael. Los pusiste en mi contra, por eso me fui. Ya no quería discutir contigo Ian, eres mi hermano.
—Y ahora es el nuevo Alfa, tú ya no tienes derecho de opinar Selene.
Ella le da un mirada fulminante al escucharlo.
—No te dejes engañar por él
—Yael quiere lo mismo que yo, venganza como toda la manada. Cuando tu preferiste ese maldito chupa-sangre antes que tú familia Amaris —sus colmillos comienzan a crecer más— vete y no te metas, no cambiaré mi descision. Habrá guerra y si estás con el enemigo, es una pena que acabe con mi propia hermana —sin evitar siente en sus ojos acumularse las lágrimas— ya no lo serás más.
—Ian, no puedes hacerme esto. No lo hagas por mi, hazlo por papá. Mira a tú alrededor, mira a nuestra manada —apunta a ambos lados— tú estás enojado conmigo, yo soy la única culpable, no tienes que involucrar a todos —Amaris evita soltar las primeras lágrimas que se acumulan en sus ojos— Por favor Ian, no vine a pelear por el puesto de Alfa, tú lo mereces, no vine a quedarme solo a evitar un caos.
Los sumerge un eterno silencio.
Dean esta apunto de acercarse a ella cuando su madre se lo impide al sujetarlo del brazo.
—No les conviene una guerra contra nosotros, fácil los vamos a matar —habla Esteban captando la atención de todos— confieso que no es la primera vez que me enfrento a una bestia como ustedes— avanza tres pasos— hace siglos— se sumerge en los recuerdos— que tiempos. Vamos, evitemos esto y no se pongan en contra de su... vínculo.
—Somos fuertes y podemos vencerlos —le responde Yael sin dejar de verlo con seriedad— mi manada está lista para ir contra los tuyos.
—Ya me caes mal sabés —Esteban lo mira con una mueca de desagrado.
—Oigan, esto no tiene que ser así —habla Mía lo suficiente alto— nosotros no vinimos a pelear contra ustedes, no queremos una guerra.
—No se tienen que involucrar, nuestro enemigo solo es Dean, a él solo queremos matar.
Mía luce molesta ante las palabras de Ian.
—¡Es mi hijo! ¿Cómo te atreves? —es detenida por Drake del brazo, ella sin soltar a Dean.
—Uy pues no lo vamos a permitir, Dean es mi sobrino y nadie lo toca, bueno excepto la lobita.
—No me importa pelear contra quién sea por Amaris.
Ella gira a verlo y niega.
—Ian —regresa la vista en su hermano— no habrá guerra.
—La habrá y punto, soy el Alfa.
Ella bufa y retrocede tres pasos.
—No te van a apoyar, tendrás que pelear solo —suspira y hace una corta pausa— escuchen todos, les haré una pregunta para mi... la manada Leroy, por ustedes, por mi padre ¿quién está de acuerdo en está guerra contra los vampiros? —emite en voz alta— levante la mano.
—¿Qué tratas de hacer Amaris? —Ian da un paso adelante y gruñe.
—Lo correcto hermano
La manada se observan entre ellos, transcurren segundos y nadie levanta su mano. Ian molesto observa a todos y niega varias veces.
—¡Steven!
—Lo siento Ian pero ya no estoy de acuerdo, no quiero perder a mi madre también. Nadie de la manada quiere pelear.
—Preferimos a Selene al mando —espeta Cristal.
Ian observa con decepción a esa loba que le gusta. Ella luciendo triste por su descision.
—No importa Ian, tienes a mí manada y nosotros no somos cobardes, pelearas con nosotros.
—No lo escuches Ian —Amaris gruñe— ¡Ya callete Yael!
Darren inexpresivo agacha la vista al suelo, se obliga a controlarse y soportar cada palabra. Solo quiere irse y regresar al Castillo. Su poca paciencia se está agotando.
—Entonces, que haiga guerra, vamos, comencemos.
—¡Teban! Recuerdas tus palabras
Él gruñe y se encoge de hombros
—Si ellos atacan, nosotros también lo haremos.
—Maldita sea —pronuncia Darren y alza la vista. Sus colmillos cada vez crecen más y el rojizo de sus ojos se intensifica.
—Los vamos a matar y luego iremos al Castillo, cada vampiro dejará de existir.
Darren se obliga a actuar y con velocidad aparece frente a Ian y enseguida lo sujeta del cuello tomando a todos desprevenidos. Ellos rápido reacciónan y lo rodean. Mía en todo momento protegiendo a su hijo al igual que Drake sin ninguno ocultar su apariencia.
La manada reacciona y algunos de transforman y les gruñen.
—¡Sueltenlo! —le exige Amaris, mira a su hermano con preocupación y de reojo mira el escenario. Su manada también reacciona y se alistan para atacar —¡No, no lo hagan! ¡No hay guerra! —grita y avanza dos pasos— ¡Le exijo que lo suelte!
—Si su maldita manada no se aleja, es capaz de matarlo —les dice Esteban sin dejar de ver a Yael frente a él.
—Que lo intente y algunos de ustedes correrá la misma suerte, les vamos a arrancar la cabeza.
Esteban suelta una risa burlona.
—Seremos más rápido antes de que lo logren. Incluso serás el primero en morir por mí.
Yael le gruñe y retrocede un paso listo para transformarse.
Mientras Ian, intenta safarse.
Darren ejercer más fuerza y ante su baja estatura lo levanta rápido del suelo.
—¡Suelte...me!
—¡Ian! —le grita Amaris— ¡Ya déjelo!
—Darren ya bajalo, es solo un niño —le dice Mía en voz alta sin verlo.
—¿Esa es su manera de arreglar las cosas como nuestro rey? —le pregunta Dean molesto por su reacción.
—Les di tiempo y no lo solucionaron. Ya me tienen harto. —le responde Darren sin dejar de ver a Ian.
Algunos lobos se comienzan a acercar a ellos, todos ven a ambos lados alerta.
—Le ruego que lo suelte —le suplica Amaris— de lo contrario, voy a ordenar que los ataquen.
—¡Amaris!
—Lo siento Dean, pero tú Rey atacó primero.
Darren gruñe y disminuye un poco su agarre.
Ian con dificultad respira.
—¿Por qué... se mete? La guerra es solo con... Dean —gruñe al verlo a los ojos— maldito chupa-sangre... Solo entregelo y pueden irse...
Darren le sonríe con malicia.
—Da la casualidad que quieren atacar mi Castillo, ustedes iniciaron esto, ahora estoy muy molesto —lo acerca más a él. Ian deja de luchar y se mantiene inmóvil sin dejar de verlo— y Dean es uno de los míos.
Enseguida lo suelta y lo deja caer al suelo. Rápido Amaris lo esquiva y corre a socorrerlo.
—¡Ian!
—¡Déjame!
Él mismo se pone de pie.
—Decide, si quieres una guerra te voy matar ahora mismo —le dice Darren sin dejar de verlo— solo es una descision entre ambos líderes.
Ian pasa saliva
—Hermano, vamos adentro y hablemos por favor.
Él gira a verla y asiente.
—No ataquen —carraspea y recupera el tono alto de su voz— ¡Yael, vigilalos!
Dicho esto y se da la vuelta, camina de regreso a la casa y enseguida Amaris lo sigue.
Darren se da la vuelta al perderlos de vista.
—Sabia que tú manera no sería de la forma buena. —le dice Esteban sin obtener su respuesta mientras se mantienen en la misma posición alerta de todos los lobos presentes —saben que los vamos a escuchar ¿no?
—Silencio chupa-sangre o te juro que te arrancaré esa cabeza.
—¿Tú a mí? —rie— Que mal chiste
—Tío Esteban, guarda silencio por favor y hay que esperar a Amaris.
Él gruñe en desacuerdo.
Transcurren dos segundos cuando él acaba con el silencio y se cruza de brazos.
—Solo para aclarar, nosotros somos mejores.
—Son unos monstruos que no merecen existir —le dice Yael con molestia.
—O vamos, tampoco son buenos. Tengo entendido que usan mortales para obligarlas a tener más lobitos suyos cuando no encuentran o matan a su alma. No protegen a los mortales, los usan también en beneficio.
—Pero no le quitamos la vida o su sangre.
—Es igual una condena —Esteban se encoge de hombros— sé sus secretos, siempre lo diré, ningún ser sobrenatural es bueno.
—Cierra la boca Esteban.
—Lo siento Darren pero sabés que me gusta mucho opinar o hablar —se cruza de brazos— díganme ¿cómo es que transforman en bestias sin luna llena? Han mejorado.
—Teban ya basta
—No les daremos ventaja para que nos ataquen.
—Ya no la necesitan, con la luna solo se vuelven más fuertes y hábiles. Si se controlan, se pueden transformar cuando quieran.
—Gracias por la duda Dean, estás aprendiendo al estar con una lobita.
Él niega varias veces.
—Aqui entre nos, nuestro rey está descontrolado y muy molesto y solo quiere matarlos.
Con velocidad Darren lo sujeta del cuello y lo hace retroceder tres pasos.
—Dije silencio o los obligaré a que te arranquen la cabeza.
—No pueden, lo haz escuchado —le responde divertido mientras agudiza su adicción— no habrá guerra —recita las mismas palabras que Ian...
+Pocos minutos antes+
Los hermanos Leroy entran a la casa, Ian tocando su cuello maldiciendo a ese vampiro.
—Ya estarás contento ¿no?
Amaris se da la vuelta y se cruza de brazos. Ambos quedando frente a frente.
—Tú los trajiste
—Tú los provocaste. Ian entiende, no puede haber una guerra contra ellos, no es lo que papá hubiera querido. No le falles.
—Te fuiste Amaris, sé que te corrí, al igual que la manada pero es tu culpa. No tenías que tener un vínculo con ese chupa-sangre.
—¡Es que yo no lo decidí así! Fue el destino, no puedo evitarlo —da un paso adelante— así lo eligió nuestra madre Luna ¿te pondrás en su contra?
—¡No! Claro que no —Ian camina hasta la silla y toma asiento— eso va en contra de nuestras creencias —gira a verla— ¿Por qué con el enemigo?
—Ellos no son el enemigo, Ian la guerra contra ellos acabó hace décadas. No se meten con nosotros.
—No puedo aceptar que estes con uno de ellos. Son diferentes Amaris.
Ella supiera y baja sus brazos.
—¿Y no puedes hacer una excepción? Vamos Ian, eres mi único hermano. Yo acepté que mi padre saliera con tu madre, acepté que fuera feliz con alguien más a falta de mi mamá y Dean es mi felicidad. Te acepté a ti como mi hermano.
Él guarda silencio
—No te opongas —agrega— por papá, por la manada debemos estar unidos. Deten está locura.
—Yo tampoco quiero una guerra pero Yael me convenció. De hecho ni siquiera soy un buen líder, puse en riesgo a mi... a la manada. Fuí egoísta Amaris. Te merecen a ti.
—Ian, aún eres joven y por supuesto que serás un excelente Alfa pero antes debes pensar bien antes de dejarte guiar por tú enojo —se acerca a él y se arrodilla justo al frente— evita la guerra solo tú puedes decidir lo correcto.
Le sonríe
Ian toma sus manos y la obliga a levantar, él imita su acción.
—No habrá guerra —menciona causando la alegría de su hermana y enseguida es abrazado por ella —De hecho— la obliga a soltarlo— quiero que regreses, que seas otra vez nuestra Alfa.
—¿Aceptas a Dean?
Ian gruñe y vacila.
—Si lo hago ¿te quedarás? —ella asiente— de acuerdo, ni modo —le sonríe— hay que avisarle al resto.
—Ya debieron escucharnos
—Tenian que ser chupa-sangres
—Oye, sé más respetoso. Son solo vampiros.
—Nos dicen bestias
Amaris sin evitar, ríe y se engancha de su brazo mientras ambos se dirigen a la salida.
—¿Dónde pasaste la noche?
—En el Castillo —le responde Amaris evitando realmente decirle "con Dean abrazada"
—Lo supuse —le contesta Ian— En el fondo esperaba que volvieras y estaba preocupado por ti.
Amaris le sonríe y ambos terminan por salir de la casa y regresan con el resto.
—Decidi que no va a ver ningún enfrentamiento. Que el tratado de siempre permanezca por la paz de todos —anuncia Ian captando la atención de todos.
—¡Te estás equivocando Ian!
—¡No Yael, es lo correcto! De hecho quiero que te largues de mi territorio con tu manada, olvídate del tratado de unirnos y por cierto, Amaris será de nuevo nuestra Alfa aunque seamos poca manada.
Él gruñe y niega varias veces.
—¡Vámonos! —ordena a su manada— se van arrepentir de esto Leroy.
Dicho esto y se da la vuelta. Rápido se transforma en un lobo de pelaje negro y corre en dirección al bosque mientras toda su manada lo sigue quedando pocos lobos a su alrededor.
En ese momento, Mía se relaja y suelta a su hijo que enseguida se acerca a Amaris.
—Dean, me tengo que quedar —le dice ella recibiendo su atención— pero podemos seguir viéndonos.
—Asi será Amaris
—Ya vámonos Dean —le llama su creador— regresas al Castillo.
Dicho esto y Drake es el primero en irse con velocidad. Mía enseguida lo sigue.
—Me voy —esta por abrazar a Amaris cuando tres lobos convertidos lo rodean. Enseguida Amaris lo aleja y los tranquiliza— no le hará nada.
—Nadie puede tocar al Alfa si no lo tiene permitido. Deberías ya saberlo.
—Ian, Dean no sabes nuestras costumbres pero le contaré todo.
Dean retrocede un paso, los lobos se alejan igual.
—Adió Amaris —le sonríe y con velocidad desaparece.
Con velocidad, Darren se acerca a ambos.
—Tendras que seguir unas reglas para estár con Dean.
—Nadie se interpone pero es lo mejor para todos —le sigue Esteban al llegar a un lado de él —tenemos ya un problema con nuestra Corte y lo suyo es prohibido.
—Lo entiendo, haré lo que sea por Dean.
—Aunque sí podrás ir al Castillo a verlo.
—Depende —lo interrumpe Darren— si vas a estar con Dean, tendrán que ocultarlo. Mantenerlo en secreto.
—Estoy de acuerdo —finaliza Amaris y rápido les hace una reverencia de despedida.
+++
Todos regresan al Castillo. Algunos se adelantaron y otros apenas entran de regreso.
Dean se detiene en el pasillo cuando Esteban aparece frente a él.
—Antes de que te vayas, quiero hablar contigo, tuve que venir veloz para alcanzarte.
—No me iré a ningún lado Tío Esteban —Dean se cruza de brazos— de hecho, hace poco hablé con mi madre, ella ya lo acepta pero creo que mi padre, aún no y no sé si lo hará.
—No le des importancia, estás con tu lobita
—Es mi padre y por supuesto que quisiera recibir su apoyo.
Esteban borra esa sonrisa burlona.
—Dean, escúchame bien. Hoy hiciste lo correcto, luchaste por tu alma, por tu vínculo como un Williams —levanta su mano y la apoya en su hombro derecho— recuerdo que te cargué en mis brazos cuando eras muy pequeño, una mini creación de Mía y por desgracia de Drake —hace una corta pausa— estoy muy orgulloso de ti sobrino.
—Gracias tío Esteban, eres el mejor.
Enseguida él baja su mano al sentir la presencia de Ana Liz.
—¿Cómo les fue? —ella se coloca a un lado de Dean y mira ambos— lo siento Dean, te iba a ayudar pero me sedaron para no ir. Acabo de despertar.
—Fue lo mejor que Darren pudo haber hecho.
Ana Liz le da una mirada fulminante.
—Ya no voy a confiar en él cuando me de una copa de sangre. Demasiado sospechoso.
Esteban se cruza de brazos y observa detras de ellos.
—Todo salió bien, que mi sobrino te cuente, hay algo que tengo que hacer. —dice y enfoca la vista en Ana Liz— por cierto, mañana hay entrenamiento —ella gruñe molesta— para los dos, te quiero presente Dean.
—Como órdene entrenador.
Dean saluda como soldado y ríe.
Esteban niega y con velocidad se aleja de ellos. Enseguida Ana Liz se coloca frente a él.
—¿Y...? ¿Qué pasó? ¿Hubo enfrentamiento?
Dean baja su mano.
—No, si han aceptado mi vínculo con Amaris, aunque no mi padre. —se encoge de hombros— me dejaran estar con ella aunque tenemos que ser cuidadoso, ocultarlo y más de la Corte. Yo podré ir a verla aunque será ella quien más venga.
Ana Liz le sonríe ampliamente.
—Asi que Amaris será la valiente en esa relación —rie— ya enserio, te felicito Dean, mereces estar con ella.
—Gracias —hace una corta pausa— sabés, me sorprendió las palabras de tu padre.
—¿Darren? ¿Qué dijo?
—Despues de todo, si es buen rey, a su manera pero lo es.
Ana Liz luce confundida mientras escucha con atención cada detalle de lo ocurrido.
(...)
—¡Darren! ¡No huyas! —le grita Esteban y al fin lo alcanza.
Él gruñe y se detiene.
—¿Qué quieres?
—Antes de que regreses a tú cueva, quiero decirte algo importante.
Maldice a sus adentro y se da la vuelta. Oculta sus manos en sus bolsillos.
—Lo que hiciste, tal vez no fue la mejor manera pero hiciste lo mejor que un rey haría. Además de tus palabras, ya consideras a tu Castillo e importante los tuyos.
—Solo repetí tus malditas palabras
—Pero tú lo dijiste de la mejor forma y en voz alta. Nunca lo creí de ti —Esteban le sonríe burlón— bien hecho Darren.
Dicho esto y se da la vuelta.
Él lo observa hasta perderlo de vista.
—Eres un maldito Esteban —espeta y se da la vuelta, con velocidad corre hasta llegar a su habitación y entrar.
Apenas cierra la puerta y es rodeado por la oscuridad. Enseguida llega a las puertas del balcón y las abre en par. Poca luz ilumina la habitación, la necesaria para ese vampiro.
Darren se da la vuelta y observa con atención la cama. Avanza hasta llegar a la orilla y sin dudar tomar la hoja blanca doblada que se encontraba a mitad de la cama.
Gruñe al verla entre sus dedos sin aún abrirla.
Piensa que es una nota molesta de algunos de ellos, sin embargo no tiene la seguridad de quién se atrevió a dejarla o peor, entrar a su habitación sin su permiso.
Duda un instante, Darren realmente no quiere leer esa nota y ver palabras de agradecimiento por lo ocurrido. De hecho por un instante está por romperla sin verla. Sin embargo la curiosidad le invade y es más fuerte.
Le da un rápido vistazo a la puerta y enseguida regresa la vista en la hoja. La desdobla y observa la caligrafía. Enarca una ceja al leer las primeras palabras:
Siempre nos tenemos que ocultar en un mundo de sombras. Llega un momento que lo dejas todo y pasas una eterna inmortalidad. Dejas recuerdos atrás. Dejás una vida.
Tengo la curiosidad de poder encontrarnos frente a frente. Verlo en persona Darren Valentains. El tiempo se agota.
Los secretos están por ser descubiertos. Una verdad. Una sorpresa. Muy pronto tendrá noticias mías. Disfrute su eternidad.
Siempre he estado tan cerca.
No me olvide
. A .
Finaliza de leer la carta y mira con atención la firma que se basa en una grande A
Darren vuelve a releer la carta, aparta la vista y baja su mano sin soltar la hoja blanca.
>No es ella<
Piensa y comienza a recordar:
Llegó a ver su forma de escribir por sus aburridas tareas. La misma caligrafía. Las palabras se repiten en su cabeza una y otra vez.
Ese vampiro posa la vista en el balcón. Confundido por la carta, pronuncia en voz baja:
—Ayline
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